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jueves, 20 de febrero de 2014

True Blood

True Blood

            BaekHyun captó su olor a cuatro manzanas de distancia. Era dulce y empalagoso en su paladar, como le gustaba. Una sonrisa torcida apareció en su rostro dejando ver un afilado colmillo. Estaba sediento de sangre, de sangre fresca y aquella era su oportunidad.

            Rápidamente siguió el rastro en la noche levemente iluminada por las farolas, camuflándose para no ser visto por los pocos transeúntes que a esas horas quedaban. En unos minutos llegó hasta la persona que desprendía aquel sabroso olor y se relamió al tenerlo tan cerca.

            Era un chico delgado, de pelo castaño claro y levemente rizado. Parecía bastante joven y eso hizo a BaekHyun salivar. Los humanos jóvenes tenían la sangre mucho más fresca que los adultos.

            El vampiro lo siguió a una distancia prudente hasta que el muchacho salió de las zonas concurridas para internarse en un callejón. Aquel atajo iba a ser su perdición. BaekHyun aceleró y se metió en aquel lugar estrecho tras él, acortando cada vez más la distancia entre ambos.

            Los colmillos del vampiro estaban ya totalmente fuera, sus ojos eran de color rojo sangre y su garganta estaba seca. No podía esperar ni un segundo más. Cogió al chico de un brazo y lo estampó contra una de las paredes del callejón, inmovilizándolo para que no pudiera escapar.

            Los ojos del chico estaban abiertos como platos y en ellos lo único que el vampiro podía ver era miedo. BaekHyun sonrió mientras el otro intentaba alejarse lo máximo de él y soltarse de su agarre.

            ―Tu sangre sabrá mal si sigues forcejeando ―murmuró BaekHyun―. Así que estate quieto y déjame probarte.

            El vampiro se inclinó sobre su cuello y lamió la zona en la que notaba el pulso latir antes de clavar en ese lugar sus colmillos. La sangre brotó y BaekHyun se sintió en el paraíso, era la mejor que había probado nunca. Comenzó a succionar, siendo cada vez más y más brusco, hasta que sintió que su presa dejaba de oponer resistencia alguna. En ese momento se detuvo y tomó el desmadejado cuerpo entre sus brazos. No podía matarlo, necesitaba más de esa sangre.

            BaekHyun se limpió los restos de sangre de sus labios y luego cargó al chico. A partir de ese momento sería su esclavo y así podría tomar su sangre fresca todas las veces que quisiera.