Rainy Day
Terminé por fin todo lo que tenía que hacer
ese día en el instituto, ya uqe me tocaba ser el encargado y había tenido mucho
trabajo. Miré por la ventana y vi que estaba lloviendo a mares, al parecer, me
tendría que quedar hasta que se despejara, o por lo menos, hasta que no
lloviera tan fuerte como lo hacía en estos momentos, porque no me había traído
el paraguas y no pensaba salir para empaparme con la lluvia.
Guardé todo el material que había utilizado
y lo dejé sobre la mesa del profesor, para después colocarme bien mi bolsa
sobre mi hombro y deslizar la puerta de la clase.
Me llevé una sorpresa enorme al encontrarme
con mi vecino, pegado a la puerta, nada más abrir esta. Casi nos chocamos, pero
gracias a que yo di un paso atrás por la sorpresa, no llegamos a hacerlo.
-¿Qué haces aquí, Sunggie?- pregunté cuando
la impresión de verlo allí desapareció y pude hablar de una manera coherente,
aunque mi corazón siguiera latiendo desenfrenadamente por tenerlo allí, tan
cerca. Porque sí, mi vecino hacía que mi corazón se acelerara solo con su mera
presencia, aunque yo no lo reconocería ni en voz alta, ni en su presencia,
porque no era posible que mantuviéramos un relación.
-Estaba lloviendo y pensé que tú tendrías un
paraguas para taparnos a los dos- contestó con simpleza, sin ningún honorífico
aunque era menor que yo y todavía se encontrara en la secundaria baja.
-¿Y el hyung?- pregunté y él se encogió de
hombros.
-Nunca lo he utilizado contigo y no voy a
empezar a hacerlo ahora- dijo, y se cruzó de brazos, mirándome de una manera
retadora. Yo me encogí sobre mí mismo y acabé alejándome un paso de él.
-Pues no tengo paraguas tampoco- le contesté
y él puso mala cara.
-¿Me estás tomando el pelo?- yo negué con la
cabeza.
-¿Por qué iba a hacerlo?- pregunté- pensaba
quedarme aquí hasta que amainara un poco y poder salir sin empaparme- cogí aire
y salí de la clase, pero su mano me detuvo cuando pasé por su lado.
-¿Estás enfadado porque he venido?- lo oí
decir y en ese momento me pareció vulnerable y menor por primera vez desde que
lo había conocido tres años atrás, pero cuando me giré, volvía a ser la misma
persona que conocía, alguien fuerte y con las cosas claras.
-No, no estoy enfadado, ¿por qué iba a
estarlo?- contesté- solo estoy confuso porque no me esperaba que estuvieras
aquí, y menos esperándome.
-Estaba preocupado por ti- me pareció oírlo
decir, pero aquella frase no pegaba con él, con su personalidad, por lo que, lo
dejé correr, porque… ¿por qué iba él a preocuparse por mí?
-Vamos, Sunggie, suéltame- le dije- iremos a
las taquillas a por mis zapatos y saldremos corriendo para casa en cuanto pare
de llover.
-No- apretó más su agarre y dio un paso
hacia mí, hasta quedar muy cerca- vamos a quedarnos aquí- echó a andar hacia la
clase y me hizo avanzar a mí con él, hasta que ambos estuvimos dentro- es mejor
aquí.
-¿Por qué?- pregunté. Él soltó mi mano y se
acercó a mi cuerpo hasta que chocamos pecho con pecho. Mi corazón comenzó a
latir más rápido de lo que ya lo hacía por la cercanía, pero él llevó sus más
allá de mi cuerpo y deslizó la puerta hasta que esta se cerró con un suave
click.
-Porque allí…- susurró en mi oído
roncamente- se escuchan más fuerte los truenos…- y diciendo esto, el primer
trueno se dejó escuchar tras la luz
cegadora de un relámpago. Mi cuerpo se tensó irremediablemente y noté
una posándose en mi cintura.
-¿Qué haces?- pregunté con un hilo de voz.
-Voy a quitarte tu miedo a las tormentas-
contestó moviendo lentamente la mano que tenía en mi cintura, haciendo que un
escalofría recorriera mi columna vertebral.
-¿Cómo?- susurré reprimiendo un jadeo que
pugnaba por salir de mi garganta.
-Dándote placer- su voz sonó más ronca de lo
habitual y yo me estremecí sin poder evitarlo.
-Sunggie- protesté, pero él no me hizo
ningún caso, y ahora, además de la mano que se movía por mi cintura, tenía la
otra, que acariciaba mi nuca y mi cabello.
-Solo disfruta…- y en ese momento, su lengua
cálida y húmeda, lamió la zona de juste detrás de mi oreja, para luego pasar a
morder el lóbulo de esta. Un escalofrío volvió a recorrer mi columna y me
estremecí entre sus brazos por el temblor provocado en mis rodillas.
-Ahh…- suspiré sin darme cuanta y cuando lo
hice, abrí mis ojos como platos e intenté apartarlo, empujándolo en el pecho,
pero él apenas cedió unos centímetros, era mucho más fuerte que yo y estaba
jugando conmigo sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo- Sunggie…
Pero él no me hizo caso y siguió su
exploración con su lengua y sus labios. Besaba mi cuello, lo mordía, lo
succionaba, mientras yo intentaba resistirme. Pero cada segundo que pasaba, más
me abandonaba a él, hasta que dejé de pensar y comencé a sentir, lo que siempre
había querido sentir. Fue en ese momento cuando noté el primer tirón en mis
partes y como la humedad comenzaba extenderse por ellas.
Lentamente y sin separarse de mi cuello, me
fue guiando hasta uno de los pupitres más cercanos, contra el que acabé
chocando. Tiré mi bolsa al suelo sin importarme nada lo que tenía dentro,
mientras la mano que se movía por mi cintura, bajó hasta mi trasero y empezó a
masajearlo. Gemí audiblemente en su oído y él sonrió contra la piel de mi
cuello, haciéndome cosquillas.
-Sube…- susurró y yo me senté en la mesa
siguiendo sus órdenes, con las piernas abiertas y él se colocó entre ellas,
pegándose a mi cuerpo. Su lengua comenzó a jugar con mi nuez y luego ascendió
hasta mi mandíbula, que mordisqueó levemente, para luego separarse de mi piel
por primera vez, en el momento en el que otro trueno se volvía a escuchar. Sus
ojos se clavaron en los míos durante unos momentos y después bajaron hasta mis
labios mientras se humedecía y mordía los suyos- quiero besarte- murmuró
acercando su rostro al mío hasta dejarlo a escasos centímetros- ¿puedo besarte?
No le respondí. No hizo falta, simplemente
salvé la distancia que nos separaba y rocé mis labios con los suyos de una
manera suave, sólo rozando, pero poco a poco, el beso fue tornándose más
brusco. Él mordió mi labio inferior levemente y yo abrí mi boca, dejando pasar
su lengua a mi interior, comenzando una guerra de lenguas que tuvimos que dejar
a medias por falta de aire.
Nos separamos unos momentos y luego volvimos
a besarnos. Llevé mis manos a sus hombros y lo pegué más a mí, porque, aunque
estaba comenzando a sentir calor, parecía que no lo tenía lo suficientemente
cerca.
Nos volvimos a separar para poder respirar y
ahora nos miramos fijamente a los ojos por unos momentos. Sus ojos brillaban
aun con la poca luz que había debido al cielo encapotado de nubes negras.
Brillaban de deseo, de deseo por mí. SungJae movió su cuerpo un poco para
adaptarse mejor al hueco creado entre mis piernas y con el movimiento, rozó su
entrepierna dura con la mía, levemente despierta, y nos hizo gemir a ambos,
aunque el contacto no fue directo, porque aún conservábamos nuestra ropa.
-MinHyuk- susurró roncamente y yo me derretí
en ese momento, cuando un escalofrío recorrió todo mi cuerpo haciendo que
doblara los dedos de mis pies cuando loa mano que él mantenía en mi cintura,
viajó hasta mi entrepierna y la tocó.
-Ahh… ahh… ahh… Sunggie… mmm… ahh…- gemí
mientras él me tocaba de una manera experta en aquella zona. Noté su otra mano
colarse por dentro de mi camisa y palpar mi torso hasta llegar a mi pezón
derecho, que comenzó a pellizcar- mmm… ahh…- de repente, la mano que estaba en
mi entrepierna desabrochó mis pantalones y se coló por mis boxers. El contacto
de su mano en la sensible piel de mi hinchado miembro, y el que quedara
liberado de la prisión que lo mantenía apretado, me hizo soltar un gemido
gutural de puro placer.
-Estás muy mojado aquí abajo…- murmuró y
seguramente esas palabras hicieron que me mojara más, porque sonrió de una
manera pícara y excitante. Siguió tocándome, cada vez más rápido, cada vez más fuerte,
hasta que finalmente me corrí en su mano, viendo las estrellas bajo mis
parpados cerrados y comenzando a temblar levemente. Abrí mis ojos en el momento
en el que SungJae llevaba un dedo cubierto de mi semen a su boca y lo lamía de
una manera tan excitante que mi miembro comenzó a despertar levemente de nuevo-
quiero meterla- aquellas palabras me cortaron todo el rollo al momento- quiero
hacer el amor contigo, MinHyuk...
-¿Hacer el amor?- pregunté confundido.
-Sí... porque te amo- contestó y me dio un
suave beso en los labios- y sé que tú también me amas a mí...- otro beso y yo
sonreí, porque él tenía razón, yo lo amaba- déjame meterla...
-Yo soy el mayor- protesté.
-Y también el que se ha corrido y tiene la
entrada levemente lubricada para mí...- respondió contra mis labios y no me
pude negar a lo que me pedía.
-Hazlo...
No dejó pasar mucho tiempo para comenzar a toquetear
mi entrada, haciéndome dar respingos por notar sus dedos en una zona en la que
no había sentido nada así nunca. Introdujo el primer dedo y yo tensé todo mi
cuerpo, pero él no paró su exploración.
-Relájate-
susurró.
Y así
lo hice mientras notaba su dedo moviéndose dentro de mi recto. Poco después
sacó el dedo y metió dos de golpe, haciéndome chillar de dolor, pero él comenzó
a toquetear mi miembro para distraerme del dolor y lo consiguió, pero solo un
poco, porque seguía doliéndome y todavía notaba sus dedos dentro de mi creando
hueco. De repente, tocó un lugar que me hizo jadear. Paró todo movimiento
durante unos momentos y me miró, antes de volver a tocar aquel lugar que me
hizo gemir.
Sacó sus dedos y luego se desabrochó sus
pantalones, dejándolos caer al suelo junto con sus boxers y liberando su
miembro tenso. Se acercó a mí hasta que la punta comenzó a luchar por abrirse
paso en mi interior. Colocó sus manos en mis caderas y empezó a empujar. Volví
a gritar y el paro, tras haber metido solo la punta.
-Lo
siento- murmuró y me besó, me besó mientras se introducía lentamente en mí,
hasta que acabó completamente dentro, gimiendo contra mi boca.
Rodeé con mis piernas su cintura y
aguantando el dolor que al principio me producía, me moví con él. Él me embestía
lentamente, entrando y saliendo casi completamente de mi interior y poco a
poco, empezó a dejar de dolerme y comencé a sentir placer y a gemir.
SungJae se inclinó sobre mí, llegando más
lejos que antes y volviendo a tocar aquel punto que me hacía delirar. Siguió
embistiendo y a la vez tocando mi miembro hasta que volví a llegar al clímax y
me corrí. No pasó mucho tiempo hasta que lo noté correrse en mi interior y
luego salir lentamente dejándome extrañamente vacío y con su semen resbalándose
por mis piernas.
Estuvimos un rato callados, solo mirándonos
fijamente y sonriendo como bobos, sin que nada más que el sonido de nuestras
respiraciones aceleradas se escuchara en el silencio de la clase, hasta que él
lo rompió.
-Ha dejado de llover...- murmuró- ¿nos
vamos a casa?- y yo asentí.
-Pero...- dije- quiero saber una cosa...
-Dime.
-¿De verdad me amas?
-Sí- sonreí.
-Yo también te amo- y nos volvimos a besar.