lunes, 30 de diciembre de 2013

Behind the Cameras

Behind the Cameras

            —Entonces XiuMin, ¿para ti quién es la más sexy?
            —¿Para mí? —el chico nos miró a todas de arriba abajo antes de detener sus ojos en mí— Narsha sunbaenim sería la más sexy.

            Sonreí de lado y lo miré pícara de arriba a abajo. Él me devolvió la sonrisa. Ahora que me fijaba bien, el chico no estaba nada mal. No era guapo, pero en conjunto era bastante atractivo. Tenía un par de polvos.

~.~.~

            Terminamos de grabar el programa un par de horas después. Había sido divertido, pero yo había estado más enfocada en el chico que en lo que sucedía a mi alrededor. Nuestras miradas se habían encontrado en varias ocasiones y en sus ojos pude ver que si le proponía sexo no me iba a decir que no. Sin embargo, como los miembros de EXO eran bastante jóvenes, tenía que preguntarle a Miryo a ver si era al menos mayor de edad.

            —Miryo —la llamé. Ella se giró hacia mí.
            —Dime, unnie.
            —Tú sabes mucho de EXO, ¿no?
            —Claro, soy una fan como cualquier otra —contestó con una sonrisa.
            —Bueno, ¿entonces sabrías decirme si XiuMin es menor de edad?

            Durante unos segundos, mi compañera de grupo me miró con los ojos muy abiertos, pero luego sonrió pícara y me guiñó un ojo a la vez que comenzó a darme codazos en las costillas.

            —Te ha molado, ¿eh?
            —Contesta, Miryo —ella bufó, pero comenzó a hablar.
            —No hay ninguno que sea menor de edad ahora y XiuMin es el mayor.
            —¿Edad?
            —Veintitrés.
            —Perfecto.

            Me alejé de ella y busqué con la mirada al chico. Lo encontré hablando animadamente con ShinDong, así que no tardé en dirigirme hacia allí, pensando por el camino una excusa para interrumpir su conversación. Me acerqué de frente, para que ambos me notaran llegar, así que, aun cuando estaba a unos metros, ellos dejaron de hablar.

            —Oh, Narsha —dijo ShinDong amablemente—. ¿Qué necesitas?
            —Nada, solo agradeceros que nos hayáis invitado al programa junto a EXO —contesté—. Miryo está todavía en shock.
            —¿En serio? —asentí. Él sonrió y buscó con la mirada a la chica—. Entonces os dejo, los chicos y yo tenemos que molestarla un poco más antes de que os vayáis.

            Rápidamente se alejó, dejándonos solos a XiuMin y a mí. Lo miré de arriba abajo y me mordí el labio inferior. Él sonrió, así que me acerqué un poco para que nuestra conversación no fuera escuchada por oídos ajenos.

            —Si te hiciera una proposición indecente… ¿saldrías corriendo?
            —No.
            —¿Te gustaría una noche de sexo conmigo?
            —Me gustaría mucho —sonreí ante su respuesta.
            —¿Cuándo estás libre?
            —Esta noche no tengo nada que hacer.
            —Perfecto. Si me das tu número te mandaré un mensaje con el hotel y el número de la habitación.

~.~.~

            Ya le había mandado el mensaje y había obtenido su respuesta. En unos minutos, el chico estaría allí.

            Me miré en el espejo del baño y me arreglé un poco el cabello. Después, comencé a ensayar poses sexys que harían caer a cualquiera por mí, para luego colocar la camisa que me quedaba algo grande de una forma pecaminosa sobre mi cuerpo desnudo.

            Unos golpes en la puerta me sobresaltaron, pero me tranquilicé al escuchar el sonido de una notificación llegando a mi teléfono móvil. Tomé este y lo desbloqueé para ver la notificación.

            “Soy yo, abre”.

            Solté el teléfono y fui hacia la puerta de la habitación. Abrí una pequeña rendija y pude verlo, con una camisa blanca y unos vaqueros ajustados. Estaba de muerte con aquella ropa, así que deseé internamente que siguiera estando de muerte cuando se la quitara. Lo hice pasar al interior y cerré la puerta rápidamente. No podíamos arriesgarnos ninguno de los dos a que nos vieran en aquel lugar. Sentí su mirada sobre mi cuerpo y me giré lentamente, sonriendo.

            —¿Te gusta lo que ves? —pregunté. Él tragó saliva y se mordió el labio inferior.
            —Muy sexy.

            Caminé hacia él, hasta salvar la distancia que separaba nuestros cuerpos, quedándome a apenas unos centímetros de distancia. Lo miré intensamente a los ojos y él me devolvió la mirada justo antes de llevar una de sus manos a mi nuca e inclinar su cabeza para darme un salvaje beso en los labios que me dejó sin respiración.

            Llevé mis manos a su cabello, mientras nuestras lenguas se encontraban, para tirar de él más hacia mí. Solo nos separamos cuando el aire se hizo necesario. Nos volvimos a mirar a los ojos con lujuria justo antes de buscar la boca del otro con ansia.

            Entre besos, comencé a guiarlo hacia la gran cama de la habitación del hotel hasta que esta topó con sus piernas y cayó de espaldas al colchón, arrastrándome sobre él en su caída. Reí quedamente y me separé un poco de él para admirar aquel cuadro. Despeinado, con los labios hinchados y la camisa desarreglada, ganaba bastante.

            Sin previo aviso y sin dejar de mirar mis ojos me agarró con una mano de la cintura para movernos a ambos sobre la cama y quedar en una posición cómoda. Luego me tumbó de espaldas sobre el colchón y se colocó sobre mí, comenzando a desabrochar la única prenda que vestía, dejándome completamente desnuda ante él.

            —Me has ahorrado trabajo —comentó mirando mi cuerpo con descaro mientras se lamía los labios.
            —Normalmente los tíos y la ropa interior no os lleváis bien —contesté—. Y no tenemos mucho tiempo.
            —Muy cierto —susurró acercándose a mi pezón derecho.
            —Dos reglas —murmuré cuando su lengua entró en contacto con mi piel—. No dejar marcas y no juegos preliminares.
            —¿Quieres pasar directa al grano? —preguntó.
            —Sí.
            —Está bien.

            Se alejó un poco de mí para desabrocharse la camisa, dejándome ver su delgado y musculado cuerpo. Después, le tocó el turno a sus pantalones, que tiró por algún lugar de la habitación y a sus bóxers. Su miembro estaba algo duro por los besos de antes, pero no lo suficiente como para penetrarme.

            —¿Me ayudas o lo hago yo? —cuestionó alzando una ceja.
            —¿Qué tal si me ofreces un poco de espectáculo?
            —Como quieras, pero luego tendrás que ofrecerme un poco de espectáculo a mí —contestó.
            —Trato hecho.

            En ese momento, llevó su mano derecha a su miembro y comenzó a masturbarse, mirándome fijamente a los ojos. El ritmo al principio fue lento, pero luego, su brazo se tensó, revelándome un bíceps desarrollado, a la vez que la velocidad aumentó. Unos momentos después, tras comenzar a lanzar los primeros gemidos, se detuvo, con su miembro ahora completamente erecto.

            —Ahora tú —pidió.

            Abrí mis piernas ante él y empecé a tocar mi clítoris, para calentarme más rápidamente con una mano, a la vez que con la otra, iba introduciéndome dedos en la vagina. Durante mi excitación lo vi buscar en los bolsillos de sus pantalones, sin quitarme los ojos de encima hasta que cogió un condón. Abrió el paquete con los dientes y luego se colocó la goma en su palpitante miembro. Segundos después, apartaba mis manos con cuidado y se internaba en mí completamente en una embestida que me dejó sin respiración.

            El entrechocar frenético de nuestras caderas, sus manos clavándose en mi cintura, su miembro entrando una y otra vez en mi interior y sus ojos castaños fijos en los míos fueron las causas del orgasmo que me sacudió el cuerpo aquella noche.

~.~.~

            Me envolví en las sábanas mientras veía a XiuMin abrochándose la camisa de espaldas a mí. Lo habíamos hecho dos veces más y podríamos haber seguido, pero él se tenía que ir, EXO tenía una agenda muy apretada. Se giró y me dedicó una sonrisa satisfecha que yo le devolví.

            —Nos vemos —dijo a modo de despedida, cruzando la habitación, antes de salir por la puerta.






N.A.: Os preguntaréis por qué Minako ha escrito un shot de una pareja tan random... (o tal vez no, yo creo que ya tenéis que estar curados de espantos conmigo). Todo se debe a que este verano, B.E.G. y EXO fueron al Beatles Code y pasó esto:









Debido a que Narsha es mi diosa y XiuMin mi amante (?), no pude seguir ignorándolo por más tiempo y decidí que lo mejor que podía hacer era escribirlo de una vez por todas.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Nothing Matters

Capítulo 3
ShiXun


            Solo habían pasado dos días desde la llegada de YiFan y ya teníamos a un invitado más en casa, ShiXun. El chico se había instalado con nosotros, como uno más de la familia ya que sus padres se habían ido de viaje y lo habían dejado a nuestro cargo, aunque realmente lo querían dejar solo, pero mi abuela los convenció para que estuviera con nosotros.

            Por estos dos motivos, mi vida era muy agotadora. Cada vez que me encontraba con mi primo sentía como si mi corazón fuera a salirse de mi pecho y cada vez que veía a ShiXun le daba vueltas a lo que MinShuo me había dicho en el porche. Y me sentía aún más cansado porque por las noches apenas podía pegar ojo debido a los recuerdos que me acosaban en sueños.

            Me desperté al sentir una mano mesando mis cabellos y abrí rápidamente los ojos, con el corazón a mil por hora, para ver quién era el causante de aquello. Era ShiXun, estaba a mi lado con una sonrisa tímida en los labios.

            ―Siento despertarte, ge ―susurró―, pero la cena está lista y Tao me mandó a que te despertara ―le sonreí para que no se preocupara y me desperecé.

            Me había echado una siesta poco después de comer y ya era la hora de la cena. Me sentía como una persona completamente nueva. No había soñado con mi pasado con Fan y había dormido como un bebé.

            ―Tranquilo, no pasa nada ―le dije y me levanté―. Vamos a cenar ―eché a andar, pero noté que él no me seguía y me giré― ¿ShiXun?
            ―Me gustaría decirte algo, ge ―murmuró―. Aunque no sé…
            ―Sabes que puedes decirme lo que sea ―me acerqué un poco a él y vi cómo sus mejillas se tornaron de color rojo.
            ―Me gustas ―abrí mis ojos como platos.

            No es que no supiera que yo le gustaba, era que nunca me hubiera imaginado que me lo dijera a la cara. Todavía no había decidido qué hacer. El chico era un encanto y haría por mí todo, pero yo no sentía nada muy fuerte por él. Quizás sí me gustaba un poco. Era guapo, alto y tenía una sonrisa preciosa. Lo miré y él alzó su cabeza de una manera tímida, sonriéndome.

            ―ShiXun… yo…
            ―Si no sientes lo mismo que yo no hace falta que contestes… ―murmuró tristemente.
            ―A ver… ―tragué saliva―, eres un encanto y guapo y…
            ―No hace falta… ―sus ojos se humedecieron y sentí cómo se resquebrajaba.

            No quería hacerlo sufrir, él no se lo merecía. Todavía era un niño.

            ―ShiXun… ―avancé hacia él y lo atraje hacia mi cuerpo―. Por favor, no llores… Yo no quiero hacerte sufrir, yo… Me gustaría intentar algo contigo ―alzó su cabeza lentamente y me miró como si no pudiera creerse lo que oía. 
          ―¿Lo… dices… en serio…? ―sonreí y vi cómo su rostro se iluminaba.
            ―Claro que sí ―volvió a pegarse a mi cuerpo, abrazándome muy fuerte, feliz.

            Me agradaba poder hacerle feliz aunque fuera un poco y así, con él, intentar olvidar a Fan. De este modo, lentamente, quizás podría olvidarlo.

            ―Ejem.

            Un carraspeo hizo que ambos nos separásemos y ShiXun se pusiera rojo como un tomate. Me giré para ver quién era la persona que estaba allí y mi corazón dio un vuelco.

            ―Fan… ―susurré, pero él pareció no oírme.
            ―La cena ya está lista, así que bajad, tortolitos ―y se fue.

            Durante unos momentos me quedé observando la puerta como un tonto, pero recordé que a mi lado estaba ShiXun y sacudí mi cabeza para prestarle atención. Ahora todo lo que hiciera tenía que estar destinado a hacer feliz a aquel niño y a olvidar a Fan.

            ―No esperaba que… ―comencé y volví a sacudir la cabeza―. Da igual ―me acerqué de nuevo a él y lo abracé durante unos momentos para transmitirle seguridad. Luego me alejé con una sonrisa―. ¿Vamos a cenar? ―pregunté y él asintió.

            Eché a andar y él me siguió como un autómata, pegándose mucho a mi cuerpo. Mi corazón estaba tranquilo, ese chico me haría mucho bien.

            Cenamos en silencio, cada uno en una punta de la mesa, aunque de vez en cuando el pequeño me miraba y me sonreía tímidamente, sonrisa a la que yo respondía siempre. Sin embargo, también sentía otras miradas y me daban mala espina, por lo que no levanté la cabeza del plato para ver quién era el dueño de estas.

            Tras la cena fui a mi habitación y me tiré sobre la cama. Le había dicho a ShiXun que quería intentar algo con él y la cena había sido tan agradable que no me había permitido pensar en YiFan. Pero ahora que estaba solo volvía a pensar en él.

            Llamaron a la puerta de mi habitación y salí corriendo para abrir. Allí estaba YiXing y me quedé sumamente sorprendido. Antes de que pudiera decir algo se coló en mi habitación y fue hacia mi cama, donde se sentó y me indicó que fuera con él. Suspiré por el poco tacto que siempre tenía y cerré la puerta de nuevo para después ir a mi cama y tumbarme en ella. No hice más que caer en el colchón cuando él habló.

            ―¿Estás saliendo con ShiXun? ―preguntó y yo asentí―. Ya era hora de que le hicieras caso al pobre chico.
            ―¡Oye! ―me quejé, pero él no hizo ningún caso a mi queja.
            ―¿Te declaraste tú o fue él?
            ―Él… ―murmuré y él sonrió, dejando ver un hoyuelo en su mejilla derecha.
            ―Lo sabía ―comentó―. A ti no se te ve mucho interés en él.
            ―Que no se vea no quiere decir que no lo tenga ―contesté malhumorado.
            ―Si no se ve es que no tienes.
            ―Mira quien lo dice. La persona que no es capaz de decirle nada a MinShuo.
            ―Eso es un golpe bajo.
            ―¿Y lo tuyo no?
            ―Sí, pero yo soy yo y tú eres tú.
            ―¿Y eso qué significa?
            ―Significa que ahora yo hago las preguntas y tú respondes ―hice un puchero, como pocas veces hacía, pero mi primo hizo caso omiso a este―. No me pongas caras y contesta a las preguntas que te haga.

            Durante unos minutos lo miré fijamente, intentando hacerlo desistir, pero no lo conseguí. Era más tozudo que una mula. Seguro que tendría algún tipo de antepasado relacionado con algún équido.

            ―No vas a ser capaz de hacerme cambiar de opinión ―dijo―. Así que contesta.
            ―¿Qué quieres saber? ―pregunté tras suspirar. Él sonrió, complacido.
            ―¿Te gusta?

            Esa pregunta me hizo pensar en todo. La verdad era que no me sentía extraño a su alrededor como me pasaba cuando YiFan estaba en la habitación, pero me gustaba tenerlo cerca. Iluminaba el lugar en el que estaba con sus sonrisas, pero no sentía mariposas en el estómago. Sin embargo, YiXing no tenía por qué saber aquello.

            ―Sí, me gusta ―contesté al final.
            ―¿De verdad?
            ―Sí.
            ―¿Por qué nunca me lo habías dicho?
            ―Porque tú no eres mi confidente ―contesté―. MinShuo lo sabe todo.
            ―No estamos hablando de MinShuo ―dijo con voz grave y los ojos oscuros―. Estamos hablando de ti.
            ―Bien…
            ―¿Pasó algo con Fan antes de que se fuera? ―preguntó y yo tragué saliva.
            ―¿Por qué lo dices?
            ―Antes no os separabais ni a tiros y ahora apenas os miráis a la cara ―comentó.

            No sabía qué decirle. ¿Qué le podía contar que fuera creíble pero que no fuera la verdad? Mi cerebro funcionaba a toda velocidad. No podía contarle sobre lo que había pasado tiempo atrás, no podía decirle que me había enamorado de mi primo.

            ―Nos peleamos ―acabé diciendo―, pero no preguntes el por qué, no voy a contestarte.
            ―¿Y eso?
            ―Duele ―susurré.

YiXing se quedó en silencio, mirándome a los ojos durante unos segundos y luego abrió sus brazos y los pasó por mi cuerpo, atrayéndome hacia él.

            ―No preguntaré más, LuLu… ―murmuró contra mi cabello―. Ahora puedes preguntar tú lo que quieras en venganza.
            ―¿Alguna vez te atreverás a decirle algo a MinShuo? ―pregunté y él gimió.
            ―¿Tenías que sacar ese tema?
            ―Por supuesto.
            ―Está bien ―suspiró―. Lo haré. Algún día.
            ―¿Cuándo?
            ―Cuando esté seguro de que él siente algo por mí.
            ―El que no arriesga no gana.
            ―Y eso lo dice una persona que ha esperado a que se le declare un niño porque no ha sido capaz de hacerlo él.
            ―Yo no podía hacerlo. Es menor ―apunté separándome de él―. Tú lo tienes fácil.
            ―¿Qué quieres decir con fácil? ¿Él te ha dicho algo sobre mí? ―sus ojos brillaron por la emoción.
            ―La verdad es que no ―contesté y su mirada se apagó―. Solo hablamos de mis problemas. Pero no hace falta hablarlo, ¿has visto cómo te sigue con la mirada cuando pasas ante él?
            ―No…
            ―¿Ni cómo te mira cuando te pierdes en tu mundo? ―volvió a negar―. Pues la próxima vez haz como que estás en tu mundo pero sé consciente de él, te darás cuenta de sus sentimientos así.
            ―Lo haré.

            Mi primo me sonrió y volvió a aparecer su hoyuelo. Llevé mi dedo hasta allí y lo hundí. Todos los primos lo hacíamos cuando YiXing reía, teníamos aquella costumbre desde que éramos pequeños, aunque era YiFan quién más lo hacía.

            Pensar en YiFan me hizo fruncir el ceño, pero mi primo no se dio cuenta, así que intenté alejar mis pensamientos de aquel lugar.

            Llevaba algunos días soñando con el pasado o no pudiendo dormir y la presencia de YiXing me calmaba, así que le pedí algo que jamás le hubiera pedido en otra situación.

            ―¿Quieres quedarte a dormir conmigo?
            ―¿Eso es una proposición indecente?
            ―YiXing… ―advertí y él sonrió.
            ―Ya somos algo mayores para esto, tú tienes veinte años ya ―contestó.
            ―¿Pero sí o no?
            ―Sí, que llevamos mucho tiempo sin hacerlo.
            ―Genial.

            Ambos nos quedamos en bóxers y nos metimos en la cama. Aquella noche dormí como llevaba tiempo sin hacerlo.


            A la mañana siguiente, me levanté de la cama intentando no despertar a YiXing y salí de la habitación tal como estaba. Era bastante temprano todavía y solo la abuela y el abuelo debían estar despiertos. Sin embargo, cuando salí al pasillo, me quedé de piedra.

            YiFan caminaba por el pasillo con solo una toalla anudada en la cintura y otra sobre los hombros. Tenía el torso desnudo y gotas de agua recorrían su cuerpo tonificado. Apreté con fuerza los dientes para que no se me abriera la boca y luego agaché la cabeza.

            ―Buenos días ―murmuré.
            ―Buenos días ―contestó él sin siquiera pararse, siguiendo su camino.

            Alcé mi cabeza y pude ver su espalda ancha alejándose de mí, observando que tenía otro tatuaje sobre el omoplato izquierdo, una frase que no pude leer por la lejanía.

            Sacudí mi cabeza para apartar cualquier tipo de pensamiento sobre YiFan que se pudiera formar en mi mente y me alejé en dirección contraria. Llegué al salón y me tumbé en uno de los sofás, suspirando. Estaba mucho más bueno de lo que recordaba y aquello me había alterado bastante.

            Pero no podía estar así, ahora no debía pensar en él, estaba saliendo con ShiXun.

            Me incorporé tan rápido que me mareé un poco, pero tras quedarme quieto unos momentos se me pasó. Luego, salí corriendo hacia la habitación en la que mi primo ZiTao dormía y que ahora estaba compartiendo con ShiXun.

            Abrí la puerta, intentando no hacer ningún ruido que los despertara y me acerqué a la cama, encontrando a mi novio ―aún me sonaba rara aquella palabra― durmiendo plácidamente entre los brazos de mi primo menor.

           Aquello no me gustó ni un pelo. Era mi novio, que durmiera con ZiTao no me hacía mucha gracia.

            Por este motivo tan egoísta me incliné sobre la cama y le di un beso en la frente. El chico se removió en sueños, pero no despertó, por lo que aproveché para darle otro beso, esta vez en la mejilla.

           En ese momento sus ojos se abrieron y me miró sorprendido, no se esperaba que yo estuviera allí. Rápidamente se soltó de los brazos de mi primo y salió de la cama. Me miró de arriba a abajo, notando que solo llevaba el bóxer puesto y apartó su mirada a la vez que un sonrojo encantador cubrió sus mejillas.

            Sonreí porque era absolutamente adorable y avancé hasta él para cubrirlo en un abrazo que tranquilizó mi mente de una manera que creía imposible. Lo apreté fuertemente entre mis brazos y me alcé un poco de puntillas para poder hablarle al oído.

            ―A partir de ahora dormirás conmigo ―susurré y él se estremeció contra mi cuerpo justo antes de asentir.







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jueves, 26 de diciembre de 2013

Christmas Kiss

Christmas Kiss




            —No llego, no llego, no llego.

            Un chico joven, delgado, alto y rostro fino murmuraba una y otra vez esas dos palabras mientras corría a toda velocidad por los pasillos de aquel centro comercial, buscando la juguetería.

            Era el día de navidad y el sitio era un hervidero, por lo que tenía que ir esquivando personas a cada paso que daba. Personas, que como él, habían estado retrasando sus compras hasta dejarlas para el último momento. Él no lo debía haber hecho, ya que con la cantidad de sobrinos pequeños que tenía se iba a volver loco entre los juguetes. Esperaba sinceramente que al menos uno de los que los niños le habían pedido no se hubiera agotado ya.

            Divisó la juguetería a lo lejos, por lo que se dirigió a esta sin siquiera pensarlo. Entró a la tienda y se quedó desolado. Apenas quedaban algunas cosas en las estanterías, todo lo demás había sido vendido. Con el alma por los suelos caminó entre los estantes, mirando su teléfono móvil, la lista donde había apuntado el nombre de los juguetes que sus sobrinos querían.

—Barbie y su unicornio para Alex.
—Piano de plástico para KiBum.
—Peluche de Kung Fu Panda para DongHo.
—Balón de fútbol para SooHyun.
—Netbook para AJ.
—Tabla de snowboard para Hoon.
—Juego de baile de la Wii para KiSeop.

            En el momento en el que dejó de mirar el móvil, encontró uno de los regalos. Los balones de fútbol eran algo que nunca podía faltar en aquellos lugares, pero el chico comenzaba a pensar que no tendría tanta suerte con los demás.

            Después de horas dando vueltas, de pelearse con distintas señoras que querían apropiarse de alguno de los regalos y de tener mil ojos para que nadie le robara lo que ya había conseguido, salió del lugar con un montón de cajas haciendo equilibrios en sus brazos.

            Apenas podía ver por encima de estas, pero se las arreglaba para pasar entre la gente sin que nada se le cayera al suelo.

            Sin embargo, cuando estaba a punto de salir al aparcamiento, calculó mal y en vez de salir por las puertas automáticas, quiso salir por el cristal inmóvil. Las cajas coloridas y con moños extravagantes chocaron, haciéndolo tambalearse. Los regalos bailaron en sus brazos e intentó que no se le cayera ninguno, pero el que estaba más arriba, se deslizó sin que él pudiera evitarlo.

            El chico abrió sus ojos como platos viendo a cámara lenta cómo la caja comenzaba a caer al vacío, esperando un golpe y un estruendo que no se dio, ya que fue recogida entre unos fuertes brazos.

           Kevin, que así se llamaba el muchacho, soltó de golpe todo el aire que había estado conteniendo, aliviado.

            —Gracias —dijo mirando a la persona ante él.

            Era un chico, no mayor que él pero sí con un cuerpo mucho más trabajado. Le pareció guapo, pero sacudió la cabeza quitándose ese pensamiento de esta ya que no tenía mucho tiempo.

            —No hay de qué —contestó el otro—. ¿Necesitas ayuda? —Kevin negó.
            —Con que pongas la caja donde estaba y me guíes a la salida tengo de sobra.
            —Para eso, ya que estoy te ayudo a llegar hasta el coche, porque no sé cómo piensas abrir luego la puerta.

            Durante unos momentos, Kevin se quedó en silencio. Aquel desconocido, que aún sostenía el regalo tenía razón, pero no quería abusar de su amabilidad, bastante había hecho ya.

            —Tengo tiempo, no tengo nada qué hacer en dos horas y esto no me tomará más de quince minutos —siguió.
            —Está bien —murmuró.
            —Perfecto —el chico agarró otra de las cajas y Kevin ya pudo ver dónde estaba la salida.

            Salieron del recinto para entrar en el aparcamiento subterráneo, donde miles de coches ordenadamente alineados esperaban por sus dueños. Kevin guio al otro entre las filas, buscando su propio automóvil hasta que dio con él. hizo equilibrios con las cajas hasta que estas se tambalearon peligrosamente y fueron recogidas por el otro.

            —Cuidado…
            —Lo siento —murmuró avergonzado, buscando en los bolsillos de su pantalón las llaves del coche hasta dar con ellas.

            Pulsó el botón dos veces, escuchando un pitido y el sonido que hicieron los seguros del coche al abrirse. Con una sonrisa de circunstancias abrió una de las puertas traseras y fue tomando los regalos de los brazos del otro hasta que no quedó ninguno.

            —Muchas gracias —dijo en ese momento—. No sé cómo agradecerte esto que has hecho por mí. Bueno… y ni siquiera sé tu nombre para hacerlo correctamente.
            —Mi nombre es Eli —contestó el chico con una sonrisa.
            —Gracias por todo, Eli —Kevin hizo una reverencia —. ¿Cómo puedo agradecértelo?
            —Con un beso —murmuró antes de salvar la distancia que los separaba para rozar levemente sus labios.

            Al principio Kevin no supo cómo reaccionar, pero cuando comenzó a devolver el beso el otro chico se apartó.

            —Feliz Navidad —susurró contra sus labios antes de esbozar una sonrisa y perderse entre el mar de coches.

            Kevin se tambaleó y tuvo que agarrarse a su vehículo para no acabar en el suelo. Aquel era el primer beso que le daba un desconocido. Sus mejillas se colorearon de rojo y su corazón latió con fuerza.


            Aquel era un inesperado Día de Navidad.