sábado, 30 de noviembre de 2013

Tales Of Rivendell

Mapa de la Tierra Media



Prólogo

            La luz de la luna llena se filtraba a través de las hojas de los árboles que, como si fueran el manto de una madre, arropaban el lugar más sagrado de los elfos. En el Manantial de aguas transparentes se reflejaba aquel cuerpo celeste, dándole un aspecto mágico. Un suave viento mecía las ramas más altas de aquellos árboles ancestrales dándoles un aspecto siniestro para quien fuera inexperto en la materia, mas la persona que caminaba entre ellos sabía perfectamente que estos danzaban siguiendo al viento.

            La verde y alta hierba bajo sus pies descalzos formaba una alfombra mullida que lo hacía caminar con comodidad hacia su destino. El silencio, solo roto de cuando en cuando por algún ave nocturna, era su único compañero. El borde de su túnica blanca se teñía del color de esta hierba por su constante rozar contra el suelo. La capa de lana oscura ocultaba su rostro alargado y fino de cualquiera que pudiera verlo y lo abrigaba, alejando de sus huesos el frío que comenzaba a pasarle factura.

            El lugar en el que se encontraba el Manantial apareció frente a sus ojos y una sonrisa que formó un hoyuelo en su mejilla derecha apareció en su rostro. Había llegado.

            La capucha ya no era necesaria para ocultarse de los demás y fue retirada, dejándola caer sobre la espalda, encima de la capa. El ser que se encontraba bajo esta era alguien hermoso. Su piel, blanca como la porcelana. Sus ojos alargados y de un castaño imposible para ser parte de este mundo. Sus cejas y sus orejas acababan en punta, al igual que su barbilla y nariz también eran algo puntiagudas. Su cabello castaño, al igual que sus ojos, caía suelto sobre su espalda. Su cuerpo era alargado y atlético, aunque no tanto como solía ser el de los demás congéneres de su raza, la raza de los elfos[1] o Quendi[2], como se llamaban a sí mismos.

            Parecía joven, mas no lo era. La característica de todos los hijos de Ilúvatar[3] era esta. Los elfos vivían durante miles de años sin que los signos de la edad fueran patentes en su cuerpo.

            El ser se adentró en el lugar sagrado, colocándose de rodillas sobre el suelo, junto al Manantial para realizar el ritual que le llevaría unas horas. Sin embargo, antes de comenzar a entonar las palabras que iniciaban el ritual, las transparentes aguas titilaron y comenzaron a formarse ondas.

            El elfo se levantó y se retiró de aquellas aguas, esperando.

            Era mala señal que sin siquiera entonar el canto del ritual, el Espíritu del Bosque decidiera aparecerse ante quién osara invocarle. Aquello solo había sucedido en un par de ocasiones anteriormente y no habían traído nada bueno. La primera fue cuando el Señor Oscuro forjó los Anillos y la segunda cuando la batalla para destruir el Anillo Único casi termina haciendo desaparecer toda la Tierra Media.

            El elfo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando una figura comenzó a emerger del agua. Lentamente, muy lentamente el Espíritu del Bosque apareció ante sus ojos, brillando como la luna que ya no era reflejada en el Manantial. El hijo de Ilúvatar tuvo que cubrirse con las manos sus rasgados ojos, ya que la luz tan brillante que emitía aquel ser le hacía daño. El lugar sagrado también fue iluminado por esta luz, que hizo a todas las plantas florecer.

            Poco a poco, la luminosidad fue remitiendo y el elfo pudo retirar las manos de su rostro para poder observar a la criatura que tenía ante sí. Era un ser hermoso. Su piel de porcelana. Su rostro de infante. Su cabello rubio y rizado. Sus ojos grandes de color castaño. Sus labios rosas. Su cuerpo, parecido al de los humanos, pero sin dejar de parecerse al de los elfos. Era un ser.

            Los elfos propagaban por el mundo que eran la raza más antigua de la Tierra Media, pero los seres lo eran aún más que ellos. Eran unas criaturas hermosas, tanto que la palabra perfección se les podía aplicar y sin embargo se quedaba corta a la hora de describirlos.

            —Me agrada tu visita, Lay, señor de los elfos y protector de la ciudad-refugio de Rivendell —la voz del ser era suave, aterciopelada y tejía un manto sobre el que tumbarse para alcanzar el sueño eterno—. No recibo muchas en estos tiempos.

            El Quendi asintió y luego inclinó un poco su cabeza en señal de respeto hacia aquella criatura.

            —Ningún elfo, hombre o enano se atrevería a perturbar su descanso por nimiedades —comentó—. En tiempos de paz no es necesario hacerlo.
            —Mas aquí estás —sus palabras cortaron el aire.
            —No estaría aquí si no hubiera una buena razón —contestó Lay—. Y puedo asegurar que sabe qué motivo me trae hasta sus dominios.
            —Perfectamente —el elfo asintió y el ser tomó aire antes de continuar—. Tus sueños te atormentan y te avisan de que algo horrible está a punto de suceder en Rivendell. Por eso has acudido a mí.
            —Así es.
            —Si quieres mi sabiduría, te la daré, Lay, señor de los elfos. Pero habrás de darme algo a cambio.
            —¿Qué desea?
            —Primero, ¿aceptas mi condición?

            Lay asintió sin pararse a pensar. Si los elfos eran traicioneros, los seres aún lo eran más, pero no tenía tiempo para ello, debía saber para poder proteger a su ciudad y a su familia. Si para ello debía hacer todo lo que aquella criatura hermosa le pidiera, lo haría.

            —Perfecto —el ser juntó sus pequeñas manos por las palmas y sus dientes blancos formaron una perfecta sonrisa durante unos momentos—. La oscuridad ha traspasado las barreras de la ciudad-refugio de Rivendell y lo único que puedes hacer, Lay, señor de los elfos, es huir lejos.
            —¿Por qué habría de huir cuando mi pueblo me necesita? —el hijo de Ilúvatar no entendía aquello.
            —Si quieres que tus hijos sobrevivan, es lo que habrás de hacer.






[1] Elfos: son seres fantásticos que en las obras de J. R. R. Tolkien aparecen como seres prácticamente inmortales, al menos para el tiempo de Arda. Entre todos los Hijos de Ilúvatar son los más hermosos, los más valientes y los de mayor sabiduría y poder.
[2] Quendi: significa los que hablan y así es cómo se denominan los elfos a sí mismos.
[3] Hijos de Ilúvatar: este es uno de los nombres que reciben, dentro del legendarium del escritor J. R. R. Tolkien, las criaturas que Eru Ilúvatar crea por su propia mano, sin la intervención de ninguno de los ainur.


jueves, 28 de noviembre de 2013

EXO

Especial 6
Mi Vecino


   Mi madre me había mandado a regar las plantas del jardín mientras ella iba a la compra y después se marchaba a trabajar. Mi padre había muerto hacía apenas un año y ella tenía que trabajar bastantes horas fuera de casa para poder mantenernos a ambos. Yo todavía no podía trabajar, así que me ocupaba de todo lo que había que hacer en casa sin descuidar mis estudios.

   Por eso estaba allí tan temprano por la mañana un día de verano. De vez en cuando bostezaba porque me había quedado despierto hasta tarde viendo unos premios de cine en un idioma que ni siquiera entendía, pero como me gustaba tanto ese mundo, me daba completamente igual.

   Cuando pudiera ir a la Universidad haría alguna carrera que tuviera que ver con el mundo del cine, aunque la actuación no se me diera muy bien y eso de escribir guiones tampoco.

   Bostecé de nuevo cuando de repente, un chico bajito, moreno, delgado y de ojos grandes, entró como alma que lleva al diablo a mi jardín y se escondía tras uno de los árboles. Momentos después, un par de chicos mucho más grandes que él, e incluso más grandes que yo, entraban también y comenzaban a buscar.

   -¡Eh!- grité apuntándolos con la manguera- ¡esto es una propiedad privada! ¡Fuera de aquí!- los chicos me miraron con recelo hasta que uno de ellos habló.
   -¿Has visto a un niño por aquí?- preguntó- estamos jugando al escondite- aquellos niños me dieron muy mala espina y no creí en sus palabras por lo que negué con la cabeza.
   -Aquí no ha venido nadie más que vosotros- contesté- ¡y ahora, largaos, antes de que os eche con la manguera!

   Casi no terminé de decir estas palabras cuando los niños ya salían corriendo. Esperé unos momentos y dejé la manguera regando unas flores que había por el suelo antes de acercarme al árbol en el que se había escondido el niño. Lo encontré agazapado, sujetándose con los brazos sus piernas y llorando a lágrima tendida.

   -¿Estás bien, pequeño?- pregunté y él alzó la cabeza rápidamente, muy asustado- tranquilo, no voy a hacerte daño… hyung te va a cuidar…- durante unos momentos solo me miró con sus grandes ojos, pero después asintió- mi nombre es JunMyeon, ¿cómo te llamas tú?
   -KyungSoo…- susurró.
   -Oh… es un nombre muy bonito…- comenté y él sonrió levemente- ¿por qué te escondías de esos chicos?
   -Querían hacerme daño…- murmuró y yo me acerqué a él para darle un abrazo.
   -Aquí con hyung estás a salvo, así que no llores.

   Estuve durante bastante tiempo acunándolo entre mis brazos hasta que dejó de llorar y se calmó. Después, estuve jugando con él a la vez que terminaba de regar las plantas del jardín y al final de la mañana, cuando se acercaba la hora de comer y faltaba poco para que mi madre llegara del trabajo, tuve que parar nuestros juegos.

   -Se acerca la hora de comer- dije- tus padres estarán preocupados… ¿dónde vives?
   -Vivo aquí al lado- contestó señalando la casa que estaba junto a la mía- y mis padres no están en casa, así que no pueden preocuparse.
   -¿No están en casa?- pregunté extrañado
   -No, nunca están.
   -¿Cuántos años tienes, KyungSoo?
   -10.

   En aquel momento se me cayó el alma encima. ¿Cómo podían dejar a un niño de esa edad solo en casa?

   -¿Quieres comer conmigo en mi casa?- pregunté y él asintió enérgicamente- entonces vamos- lo agarré de la mano y él la apretó con fuerza.
   -Muchas gracias, hyung.






martes, 26 de noviembre de 2013

EXO

Especial 5
Amigos



   -¡ZiZi!- aquel gritó histérico tan cerca de mi oído me despertó de golpe de un dulce sueño en el que estaba a punto de follarme a un chico moreno- ¡ZiZi!- abrí los ojos para encontrarme con mi amiga Victoria demasiado cerca para mi gusto.

   Sus ojos estaban más grandes de lo habitual, ya que los tenía abiertos de una forma que rallaba casi lo imposible. Aun medio dormido no podía entender porque mi mejor amiga estaba de aquella manera. Solo cuando gritó, tapándose los ojos mientras se alejaba de mí fui consciente de lo que había pasado.

   Era verano y yo dormía desnudo, solo con una fina sábana tapándome y ella la había quitado al intentar despertarme, zarandeándome.

   Rápidamente, agarré la sábana que colgaba en el lado de la cama y me la eché por encima para taparme todo y dejar de estar expuesto ante ella.

   -¡Victoria!- grité medio enfadado, medio avergonzado- ¿qué haces aquí?
   -Te vas mañana a Seúl, ¿recuerdas?- contestó simplemente- quería pasar el último día que estás aquí contigo- sonreí internamente- ¿ya te has tapado? ¿Puedo mirar?
   -Sí, ya lo he hecho- contesté y ella retiró las manos de su cara- pero, en primer lugar… ¿qué haces en la habitación de un chico mientras duerme?
   -Tu madre me dejó pasar- contestó simple y llanamente, encogiéndose de hombros.
   -Mi madre te adora y quiere que te cases conmigo- murmuré y ella sonrió ampliamente.
   -Ya lo sé, pero sabes que mi corazón es de otro.
   -Ya… yo tampoco quiero casarme contigo, creo que ZhouMi ge está un poco mal de la cabeza al querer hacerlo- ella bufó, indignada.
   -Pues bien… más Vic para MiMi.
   -Uagh… ¿no me digas que lo llamas así?- ella asintió- pobre chico.
   -No te burles- mi amiga se acercó y me dio un golpe en el hombro- cuando te guste alguien ya os diréis cosas vergonzosas el uno al otro.
   -Si tú lo dices…
   -Sí, lo digo yo- dijo alzando la voz- y ahora vístete, que quiero pasar todo el día contigo.
   -Sí mamá- ella me sacó la lengua y se fue de la habitación.

   Suspiré y salí de la cama, dispuesto a pasar mi último día en QingDao con la loca de Victoria.

   Pasamos todo el día paseando por las calles de la ciudad costera, comprando cosas que según ella me harían falta en mi nuevo hogar y haciendo bastante el tonto. Acabamos el día dando un paseo por la playa, con las manos llenas de bolsas y los zapatos quitados para sentir las olas romper contra nuestros tobillos.

   -Voy a echar de menos esto- comenté.
   -¿El qué? ¿Estar conmigo?- preguntó ella.
   -No, eso no lo echaré de menos- Victoria hizo un puchero- me refiero al mar… no hay mar en Seúl.
   -Bueno, hay un río.
   -Pero no es lo mismo.
   -Lo sé- murmuró- yo también echo de menos el mar cada vez que voy a ver a ver a ZhouMi en los lugares a los que lo mandan a trabajar.
   -¿Dónde está ahora?- pregunté.
   -En Changsha- dijo suspirando- y parece que ese va a ser su destino definitivo.
   -Vaya…

   Pasamos unos momentos más paseando en silencio, solo el sonido de las olas rompía aquel silencio cómodo entre los dos. De repente, ella se detuvo y yo me giré.

   -Te voy a echar mucho de menos- murmuró justo antes de lanzar las bolsas que llevaba en las manos y darme un abrazo- te quiero mucho pequeño panda.
   -Y yo a ti, Vic.



sábado, 23 de noviembre de 2013

Pure Love

Pure Love


            La primera vez que lo vi pensé que él no podía ser algo de este mundo. Era demasiado hermoso para serlo.

            Aquella vez sentí como si mi corazón se fuera a salir de mi pecho de lo rápido que latía. Era la primera vez que me pasaba aquello. Siempre había sido el chico por el que todo el instituto estaba loco, chicas y chicos por igual, pero a mí nunca se me había acelerado el corazón por ninguna de aquellas personas. Sin embargo, él lo había conseguido con solo pasar a mi lado.

            Su cabello era corto, castaño y estaba levemente rizado, su piel era blanca y sus ojos marrones estaban delineados dándole un aspecto profundo. Era bajito y delgado. Podría haberlo tomado por una chica si no hubiera sido porque usaba el uniforme masculino.

            Aun así, él me había encandilado totalmente.

            No sabía su nombre, pero sabía a qué clase iba y solo era cuestión de tiempo enterarme de cuál era, uno tenía sus contactos, pero debía ser cauteloso para que nadie pudiera enterarse de mis sentimientos hacia él. Podía ser gay, pero que todo el instituto lo supiera no era demasiado beneficioso.

            Era el chico más popular, a quien todos admiraban y con quien todos aspiraban a salir, pero yo siempre los había rechazado, ya fuera como amigos o como parejas. Era un solitario y los demás lo achacaban a que ya tenía a alguien y que por eso no me quería acercar a nadie.

            La verdad era muy distinta de los rumores. No era el jugador que todos creían, no era una persona fiel, porque no tenía nadie a quién serle fiel. Solo era un chico tímido que no podía sobrellevar la fama y que se escudó en esa apariencia. Lo único que buscaba era alguien para enamorarme y con quien compartir el resto de mi vida.

            Pero ya que tenía una imagen no podía echarla por la borda así como así.

            Por eso, me fui acercando lentamente a la clase de los de 2º, sin que nadie pudiera sospechar nada.

            Investigué por mi cuenta y fui haciendo preguntas que no tenían sentido para los demás pero que para mí eran importantísimas. Al final de aquella semana en la que lo había visto por primera vez ya sabía cómo se llamaba, cómo era, de quién se había hecho amigo y dónde vivía.

            Su nombre era Byun BaekHyun, tenía dos años más que yo y se había apuntado al Club de Canto y Danza. Era bastante tímido al principio, pero en cuanto se soltaba y cogía la confianza era muy divertido. Había congeniado bastante bien con el pirado del instituto, Park ChanYeol. Vivía a unos quince minutos de la escuela, en mi misma dirección y su casa era la de una persona normal.

            Parecía un acosador y a veces me asustaba por ello, pero solo quería saber más de él.

            Durante casi un mes estuve observándolo en silencio, sin atreverme a acercarme ya que todo aquel que lo hacía había acabado muy mal parado tanto física como psicológicamente, el chico tenía muy mal carácter. Pero un día, no pude aguantarlo más y me armé de valor al verlo cargar con una montaña de folios en dirección a su clase desde la sala de profesores.

            Rápidamente corrí hacia él y me coloqué a su lado, inspirando antes de hablar.

            ―¿Necesitas ayuda? ―pregunté y él paró en seco para mirarme de arriba abajo.
            ―¿Qué te hace pensar eso? ―contestó.
            ―Bueno… ―me rasqué la nuca con indecisión. No esperaba esa reacción, esperaba otra un poco más normal―. Estás cargando con un montón de folios enorme y casi no puedes ver, puedes tropezar, por eso…
            ―No necesito ninguna ayuda ― y tras decir esto echó a andar de nuevo, dejándome plantado en mitad del pasillo.

            No sabía qué hacer o qué decir. Quería insistir para así poder hablar con él un poco más porque su voz era dulce y armoniosa, pero su carácter era demasiado agrio y no podía arriesgarme a caerle mal por el resto de la vida, yo aspiraba a algo muy distinto.

            Un ruido me sacó de mis pensamientos y me giré, encontrándome a BaekHyun en el suelo, con todos los folios repartidos a su alrededor. Fui hacia él de nuevo y temiendo que se hubiera hecho daño me agaché junto a él.

            ―¿Estás bien? ―pregunté alargando mi brazo hacia él.
            ―Sí ―contestó alejando mi brazo de un manotazo.
            ―Pero…
            ―Estoy perfectamente.

            Comenzó a recoger todos los folios y cada vez que yo intentaba ayudar apartaba mi mano. Tras tenerlo todo de nuevo se levantó y se tambaleó, profiriendo un quejido. Sin pensar, lo agarré del brazo ya que estaba a punto de caer de nuevo.

            ―Cuidado…
            ―He dicho que estoy bien, suéltame.

            Dejé de sujetarlo y él comenzó a avanzar por el pasillo, cojeando. Quise acompañarlo para servirle de apoyo, pero ya me había dejado bastante claro que mi presencia no era grata para él. A partir de ese momento, no volví a intentar acercarme a él.

            Me encontraba bastante deprimido. Había perdido mi gran oportunidad para poder acercarme a él. Lo había estropeado todo y ahora seguramente me odiaría.

            “¿Por qué he tenido que enamorarme de alguien como él?”

            Me dejé caer sobre el tronco de uno de los árboles del jardín y miré hacia arriba. Las ramas de aquel árbol dejaban pasar algún que otro rayo de sol, pero ni siquiera el sol podía calentar mi corazón, estaba muy herido.

            De repente, una figura apareció ante mí y parpadeé varias veces para enfocarlo mejor. Era Park ChanYeol. Incliné la cabeza, mirándolo sin entender y él me dedicó una sonrisa algo escalofriante.

            ―Eres Kim JongIn, ¿cierto? ―asentí ante su pregunta―. Soy ChanYeol y vengo a disculparme por mi amigo.
            ―¿Eh?
            ―Sí, me contó que el otro día fue muy brusco contigo y estaba arrepentido, pero como es tan orgulloso jamás se acercaría a ti para pedirte perdón ―aclaró―, así que lo hago yo.

            Durante unos momentos no supe qué decir, aquello me había tomado por sorpresa y era algo demasiado raro.

            ―Oh… yo… pues… está bien…
            ―Genial. No te deprimas mucho, BaekHyun es muy borde cuando no conoce a las personas, pero luego es un encanto de chico ―y tras decir esto, se fue, dejándome muy confuso.

            Durante los siguientes días me sentí bastante observado, más de lo habitual, pero cada vez que intentaba averiguar cuál era la fuente, no podía encontrar nada. Y siguió así hasta que un día me giré rápidamente y lo encontré a él, intentando disimular y esconderse de mí, pero no lo dejé y me acerqué rápidamente a él. Sin embargo, antes de que pudiera abrir la boca, él se me adelantó.

            ―Vi que el otro día ChanYeol te dijo algo que no tenía que haber dicho ―su mirada mientras me hablaba era muy penetrante―. No le hagas caso a nada de lo que te dijo yo no necesito que nadie vaya haciendo cosas por mí como si fuera alguien indefenso.

            Y se fue, sin darme oportunidad a nada. Era un chico de lo más extraño. Sin embargo, después de lo que me había dicho ChanYeol, no quise desistir. BaekHyun me gustaba demasiado, mi corazón se aceleraba cada vez que lo veía, una sonrisa boba se instalaba en mi rostro y sentía mis mejillas arder. Estaba enamorado y no me iba a quedar de brazos cruzados.

            Por ese mismo motivo me apunté al Club de Canto y Danza, en la parte de baile, para poder estar con él más tiempo, para poder verlo y para escuchar su dulce voz entonar las más hermosas melodías. Siempre que estaba en el instituto lo buscaba entre la multitud y observaba cada movimiento que hacía. Me gustaba demasiado y no podía evitar parecer una especie de acosador.

            Pero no por esto hacía más avances. No nos saludábamos cuando nos encontrábamos y él me miraba con odio cada vez que lo hacíamos. Comenzaba a deprimirme de nuevo por esto y ya apenas prestaba atención a lo que la gente pudiera pensar de mí y de mi imagen.

            Tras la práctica de baile de aquel día me dirigí al baño para echarme un poco de agua y así refrescarme, antes de regresar a mi casa y hundirme en la miseria. BaekHyun ni siquiera me había mirado aun cuando había realizado una perfecta presentación de baile.

            Abrí el grifo y metí mi cabeza bajo él.

            ―¿Qué ha pasado con el chico popular que no miraba a nadie porque le interesaban las chicas mayores?

            Alcé mi cabeza del lavabo, con el pelo goteando sobre mi camiseta sudada y mi cara, así que me peiné el flequillo hacia atrás con mi mano y encaré al chico alto y rubio que se encontraba ante mí de forma amenazante. Se trataba de Oh SeHun, uno de los chicos de mi clase que lo único que le gustaba hacer era intimidar a los demás.

            ―¿A qué viene esa pregunta? ―le dije.
            ―A que últimamente estás muy pendiente de una persona que parece una chica pero que no lo es ―contestó―. Deberías graduarte la vista… o… ¿no me digas que sabes que es un tipo y aun así no te importa? ―el tono de voz que utilizó no me gustó nada.
            ―¿Qué intentas decirme? ―lo miré de forma tranquila, intentando no dar ningún signo del nerviosismo que me recorría por dentro.
            ―¿Eres marica?
            ―¿Tanto te importa saber mi sexualidad?
            ―Entonces lo eres ―su sonrisa no me gustó ni un pelo, pero aun así no me achanqué.
            ―¿Y?
            ―No queremos gente así en este lugar.
            ―Te sorprendería saber la cantidad de tíos que se me han declarado, el instituto está lleno, uno más no inclinará la balanza a favor de ningún lado.
            ―¿Lo afirmas?
            ―Sí, soy gay. ¿Contento? ―eché a andar hacia él―. ahora apártate, tengo que regresar a casa.
            ―Tú no vas a salir de aquí.

            Cerré los ojos, esperando un puñetazo que jamás llegó, así que los abrí, para encontrarme a BaekHyun agarrando del brazo fuertemente al chico, clavándole las uñas en la carne.

            ―¿Qué intentabas hacer, enano? ―preguntó.
            ―No es asunto tuyo, muñeca ―el chico le clavó aún más las uñas y SeHun chilló de dolor.
            ―¿A quién has llamado muñeca?
            ―A ti.
            ―Repítelo de nuevo.
            ―Muñeca ―repitió de forma arrogante.
            ―Vete al infierno ―siseó BaekHyun.

            Una serie de golpes se sucedieron rápidamente y segundos después, el rubio salía por la puerta del baño, tambaleándose, dejándonos solos. Lo miré entre asombrado y avergonzado, luego agaché mi cabeza. Por este motivo no pude ver cómo se acercaba a mí hasta que lo tuve a pocos centímetros de mi cuerpo.

            ―¿Te ha llegado a hacer algo? ―preguntó y yo negué.
            ―Gracias.
            ―No hace falta que las des, es mi deber como hyung proteger a los dongsaeng ―colocó su mano en mi hombro unos momentos y yo alcé mi cabeza―. Nos vemos.

            Comenzó a retirarse, pero yo no lo dejé. Rápidamente me acerqué a él y lo abracé por la espalda. No podía dejarlo ir otra vez, necesitaba saber si había escuchado algo, si sentía algo por mí, si me odiaba o lo que fuera, pero necesitaba saberlo en ese momento.

            ―¿Has escuchado la conversación?
            ―Déjame ir ―susurró débilmente, pero yo lo apreté más fuerte contra mi cuerpo.
            ―Dime por favor si la has escuchado ―durante unos segundos solo se pudo escuchar mi respiración agitada y mi corazón acelerado.
            ―La he escuchado.
            ―Dime qué es lo que piensas de ella.
            ―Yo…
            ―Por favor…―pedí, pero él no contestaba―. Me gustas mucho, por favor, no me odies.
            ―No… no te odio…
            ―¿Entonces qué sientes por mí?
            ―Yo… yo…
            ―Por favor…
            ―Me gustas, ¿vale? ―contestó―. Me gustas muchísimo, pero no me atrevía a decírtelo y por eso me comportaba mal contigo, porque me frustraba. Tampoco quería parecer débil ante ti, porque no lo soy, quería demostrar que era un tío hecho y derecho ―explotó, hablando rápidamente―. ¿Vale?

            Me quedé sin habla durante unos minutos. Me correspondía, él también sentía lo mismo por mí. Una sonrisa boba se instaló en mi rostro sin que yo pudiera evitarlo y apreté su cuerpo más fuertemente entre mis brazos.

            ―Dime que esto no es un sueño… ―susurré.
            ―No lo es… ―lo giré entre mis brazos para mirarlo a los ojos y ver así que era sincero.
            ―¿Puedo besarte? ―pregunté.
            ―Sino lo haces tú, lo hago yo…

            Agaché unos centímetros mi cabeza y él se alzó de puntillas hasta que nuestros labios se rozaron levemente durante algunos segundos. Sentí cómo si mi corazón fuera a explotar de felicidad y cuando nos separamos, me miró de una manera tan dulce que me derritió.

            ―Me gustas. Me gustas mucho.

            ―Y tú a mí ―susurró antes de volver a ponerse de puntillas para besarme.




EXO

Especial 4
Compañero de Habitación


   Estaba algo ansioso. Era la primera vez que cambiaba de compañero de habitación en los dos años que llevaba en la residencia. Con mi primer y único compañero, BaekHyun, me iba perfectamente, pero la política de la residencia decía que al menos debías cambiar de compañero una vez para así conocer a más gente.

   Me podría haber puesto solo, estaba esa opción, o incluso podía haberme ido a vivir al piso con YiXing, pero lo que me había contado de su compañero, un tal Kevin, no me daba ninguna confianza.

   Así que por eso estaba allí, sentado en la que ya me había agenciado como mi cama, esperando a que por la puerta de la habitación entrara mi nuevo compañero. Esperé y esperé, pero allí nadie aparecía y me estaba poniendo bastante nervioso.

   De repente, se escucharon unos ruidos en el pasillo, justo en frente de la puerta de mi habitación y me puse alerta. Momentos después, esta se abría y una figura pequeña aparecía cargada de bultos pesados que dejó rápidamente en el suelo con un suspiro.

   Aquel chico alzó la cabeza y pude ver su rostro redondo, sus ojos grandes pero algo rasgados y una sonrisa encantadora.

   -Hola- saludó cerrando la puerta- soy MinSeok, tu nuevo compañero de habitación- se dirigió hacia mí y me dio la mano. durante unos minutos solo pude asentir embobado sin decir nada. Solo cuando él carraspeó para llamar mi atención pude hablar.
   -Oh… mi nombre es JongDae…
   -Encantado, JongDae- me dedicó una vez más aquella sonrisa encantadora antes de girarse para recoger las cosas que había dejado en la entrada- y… ¿qué estudias?- preguntó.
   -Yo estudio Ingeniería Informática- contesté casi por inercia- ¿y tú?
   -Bueno… las Matemáticas me dan urticaria, así que estudio Literatura- dijo- con los libros siempre me he llevado bien.

   Si hubiera sido cualquier otra persona la que hubiera dicho que estaba estudiando algo de Letras seguramente habría puesto mala cara y le habría hecho la vida imposible con mis bromas. Al cabo de un par de meses seguro que se habría ido de mi lado.

   Sin embargo, había algo en ese chico que no me dejaba hacer aquello. Lo único que se me pasó en ese momento fue que lo tenía que proteger.

   -Espero que las Matemáticas y las Letras se puedan llevar bien- comenté y él me sonrió.
   -Sí, eso espero yo también.

   A partir de ese momento él se dedicó a arreglar sus cosas y no volvimos a decirnos una palabra, pero yo no podía apartar la mirada de su espalda. Me sentía bastante raro, sin embargo no iba a dejar que aquello me pasara factura. Debía comportarme normalmente con aquel chico, como lo hacía con BaekHyun y con su amigo el alto, ChanYeol, creo que se llamaba. Con ellos era natural, así que, debía serlo con él también. Que me dieran ganas de protegerlo porque parecía un chico indefenso de primero no quería decir nada.

   -¿En qué curso estás?- pregunté sin poder callarme.
   -En tercero… aunque este tendría que ser mi último año- contestó y me quedé sumamente pillado. Era mayor que yo- ¿en cuál estás tú?
   -En tercero también…
   -Oh… entonces soy tu hyung…- comentó- aunque no me gustaría que me trataras con formalidades, puedes llamarme MinSeok o de cualquier manera que se te ocurra.
   -Está bien- susurré y él me dedicó una de aquellas sonrisas que me estaban gustando demasiado. Quizás debía hablar con YiXing y que me abriera la cabeza para ver si me pasaba algo porque no podía ser normal que aquello estuviera pasando conmigo.







miércoles, 20 de noviembre de 2013

EXO Ficha de Personajes

Ficha de Personajes EXO. Enemigos
























EunHyuk. Lee Hyuk Jae
Apodos: Monkey, Danshi.
Fecha de nacimiento: 4-Abril-1986
Lugar de nacimiento: Neunggok, Goyang, Gyeonggi, Seúl en Corea del Sur
Estatura: 176 cm
Peso: 58kg
Signo zodiacal: Aries
Tipo de sangre: O
Aficiones: Bailar y hacer deportes.
Curiosidades:
EunHyuk es muy apegado a su familia.
Nunca gasta dinero, siempre hace que le inviten los demás.
Él y RyeoWook son los más sentimentales dentro de Super Junior, se preocupa mucho por el resto.
Su nombre significa "plata".
Tiene una marca de nacimiento en su palma derecha.