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lunes, 8 de enero de 2018

[Ficha] Ask Drabbles 5 {Varias}



Título: Ask Drabbles 5
Autora: Riz Aino
Pareja: Varias (H.O.T | Sechkies | TVXQ | SJ | Wonder Girls | 2AM | SHINee | UKISS | T-ARA | F(x) | INFINITE | TEEN TOP | APINK | EXO | VIXX | LADIES’ CODE | SMROOKIES | MADTOWN | CLC | MONSTA X | WJSN | ASTRO | NCT | PENTAGON)
Clasificación: PG | PG–13 | R |NC–17
Géneros: AU, romance, drama, humor, angst, smut
Número de palabras: 27.166 palabras
Número de drabbles: 30 drabbles
Resumen: conjunto de historias que me fueron pedidas a lo largo de varios meses sin nada en común —a no ser que yo lo especifique al comienzo de algún drabble—.
Advertencias: en las notas al principio de cada fanfic las pondré para no hacer ningún spoiler muy grande desde el principio.
Notas: como siempre, sabéis que me podéis pedir drabbles en Ask, Tumblr, Twitter… dónde queráis, y yo los iré haciendo poco a poco y después los compilaré para subirlos al blog.
Comentario de autora: este es ya el quinto conjunto de drabbles de grupos mezclados que hago (y estoy preparando el sexto y algunos más sobre grupos o empresas como he estado haciendo este pasado año)… creo que escribo demasiados drabbles, igual se ha convertido en una enfermedad. Espero que te guste.



jueves, 17 de septiembre de 2015

[Drabble] Ask Drabbles 4: Chu~♥ {MinSul}

Chu~

            Un simple beso. Se tenían que dar un beso que ni siquiera era demasiado escandaloso, simplemente juntarían sus labios durante unos breves segundos, grabarían la escena desde diversos ángulos y se irían a casa a descansar. No era más que eso, no había más historia, era simplemente un beso. Sin embargo, JinRi no podía estar más nerviosa porque iba a besar a MinHo, aunque fuera un significante beso para el dorama que estaban grabando juntos.

            La chica se miró en el espejo antes de salir a grabar y suspiró. Lo podía hacer bien y lo podía hacer sin ponerse nerviosa. Lo haría, le daría un beso a MinHo y todo terminaría tan rápido como había empezado, no tenía de qué preocuparse. Después de todo, solo era un beso.



domingo, 13 de septiembre de 2015

[Drabble] Ask Drabbles 4: Invencible {BaNo}

Invencible

            Hiciera lo que hiciera, Baro era invencible. Daba igual el deporte que eligiera porque solo necesitaba un par de intentos para convertirse en el mejor y eso era algo que frustraba de sobremanera a Mino, quien trabajaba muy duro para conseguir llegar a lo más alto. Puede que lo odiara bastante por arrebatarle el primer puesto en la carrera de los cien metros cuando él había estado todo el año entrenándose para aquella carrera y Baro simplemente había ido a un par de entrenamientos la semana antes del evento deportivo.

viernes, 12 de diciembre de 2014

[One Shot] Back Seat {JackMin}

Título: Back Seat
Autora: Riz Aino
Pareja: JackMin (Jackson x JiMin) (GOT15 (GOT7 y 15&))
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, romance, smut, songfic (?)
Número de palabras: 1.347 palabras
Resumen: lo único que Jackson no se esperaba de esa noche era acabar con JiMin en el asiento trasero de su coche.
Notas: historia escrita utilizando la canción Back Seat – JYJ como inspiración porque es muy perver y alkmscklsanckna. Gracias a Daleth y a Nyerelia por sacarme del atasco en el que llevaba demasiado tiempo. *Amor del bueno para vosotras*.
Comentario de autora: como suele decirse, “quien se pelea, se desea” y estos dos están todo el rato de las greñas, por lo que hacen una genial pareja. Espero que os guste ^^

Back Seat

            La música a todo volumen comenzaba a hacerle daño en los oídos y las luces que cambiaban de color lo estaban mareando un poco, por ese motivo, Jackson decidió que, a pesar de no estar tan borracho como quería haberse puesto en la fiesta de su graduación, ya era hora de salir de aquel club e ir a casa. Buscó a sus amigos con la mirada y los divisó en la pista de baile, encandilando a varias chicas con sus movimientos. Iban bastante más borrachos que él y no coordinaban lo que debían, pero aun así seguían moviéndose con gran agilidad.

sábado, 1 de marzo de 2014

90' Line

90’ Line

            Cuando nuestros hobbaes de EXO debutaron me sentí muy orgulloso de todos ellos. Habían trabajado muy duro para poder llegar  a debutar, como todos lo que lo habíamos hecho y por fin todo su esfuerzo y trabajo se veía recompensado.

            Era el primer grupo que la empresa debutaba desde hacía varios años, porque después de F(x) no había debutado gente nueva, así que todo estaba patas arriba. Todo el mundo estaba preocupado, había sido una gran campaña de marketing y los chicos ya tenían bastantes fans, pero no por eso quería decir que el grupo fuera un éxito.

            Sin embargo, lo que más me preocupaba no era nada de eso, sino que uno de aquellos chicos, uno que compartía conmigo el mismo mes y año de nacimiento, se iba.

            ―Sé que la empresa hace esto para daros más alcance y más promoción ―comenté enredando al chico que yacía conmigo en la cama en las sábanas―. Pero… ¿Por qué eres tú quién se tiene que ir a China?
            ―No sé si lo recordarás, Jjong… Pero soy chino ―suspiró.
            ―Claro que lo recuerdo, a veces titubeas al hablar coreano ―contesté―. Pero no quiero que te vayas, LuHan…

            El chico se giró y se deslió de las sábanas en las que yo llevaba rato intentado atraparlo para que no pudiera salir de mi cama hasta el día del juicio final. Me miró a los ojos fijamente y yo no pude evitar caer en su mirada brillante.

            ―Sabes que voy a volver a Corea muchas veces. No es como si me fuera para no volver ―murmuró. Tomó mi mano y comenzó a darle besos a mis dedos, haciéndome cosquillas.
            ―Lo sé… Pero la 90’Line de la empresa se va a quedar muy vacía… Yo me voy a quedar muy vacío… ―repliqué.
            ―¿Acaso crees que yo no? ―preguntó haciendo un puchero―. Pero debemos aguantar.

            Lo miré durante unos momentos más. Su rostro dulce, sus labios pálidos, sus ojos castaños y luego asentí. No es como si no nos fuéramos a ver más en la vida, lo volvería a tener entre mis brazos muchas más veces y los dos nacidos en el noventa volveríamos a ser uno.



martes, 12 de noviembre de 2013

Lap Dance

LAP DANCE



–Muy bien, SeHun. Esto ya no tiene gracia –dijo un chico de pelo castaño y piel oscura y ojos igualmente castaños, aunque estaban ocultos tras una corbata–. ¿Dónde cojones me lleváis?
–Es una sorpresa –dijo SeHun, retirándose el flequillo rubio del rostro.
–Todos sabéis que odio las sorpresas –protestó el castaño.
–No te quejes, JongIn –reprendió LuHan agarrándolo por los hombros y guiándolo hacia la derecha–. Ya quisiera yo que hicieran por mí lo que estamos haciendo hoy por ti –le dirigió una mirada significativa a SeHun, que simplemente se encogió de hombros ante esta.
–Eso que acabas de decir no me da muy buena espina –JongIn se estremeció.
–Tranquilo, no te vamos a tirar por la ventana, ni nada parecido –dijo SeHun intentando tranquilizar al chico.
–No sé por qué… pero eso no me tranquiliza como debería… –el castaño se detuvo en mitad del pasillo, haciendo fuerza para que no lo pudieran mover sus amigos. Sin embargo, estos eran más fuertes que él y lo obligaron a seguir andando–. Me da miedo que me vayáis a hacer un rito satánico de sexo salvaje en cualquier sala. No me fío ni un pelo de vosotros.
–¿Sabes qué? –dijo LuHan–. No vas muy desencaminado con esos pensamientos.
–¿Qué?

JongIn comenzó a forcejear de nuevo, dispuesto a salir corriendo a la velocidad de la luz en el sentido contrario al que lo estaban llevando. No podía permitir que le hicieran cosas raras.

–Estate quieto, Kim JongIn –la voz de LuHan era bastante dura–. Cómo no dejes de forcejear me veré obligado a decirle a KyungSoo que “ese” regalo ñoño de cumpleaños anónimo fue tuyo.

El chico se congeló. Aquello era apuntar donde más dolía. LuHan era una mala persona y él sólo le había regalado aquel peluche de un lobo muy mono porque KyungSoo quería tener algo de lobo en la habitación en cuanto se enteró de que la canción con la que harían el ComeBack se llamaría Wolf. Había hecho como si el regalo lo hubiera encontrado en el buzón y luego se lo había dado al mayor.

Nadie se dio cuenta de nada, excepto LuHan.

–Eso es chantaje –dijo al final el chico.
–Lo sé. Y ahora sigue caminando.

Volvieron a reanudar la marcha a través de los pasillos de la empresa, esta vez sin que JongIn protestara. Había surtido su efecto la amenaza. El chico fue guiado por sus dos amigos, hasta que pararon varios minutos después y abrieron una puerta.

Entraron al lugar y por el sonido que hicieron sus pisadas sobre el suelo, JongIn supo inmediatamente que era una sala de baile.

–¿Qué hacemos en una de las salas de baile de la compañía? –preguntó, pero no obtuvo respuesta–. Me estoy mosqueando mucho, chicos…
–No te mosquees –dijo SeHun–. Ven –lo tomó de la mano y lo guio lentamente hasta el centro de la habitación, donde había una silla–. Aquí. Siéntate aquí.

El chico lo ayudó a sentarse y lo acomodó, sujetándolo fuerte mientras LuHan, silenciosamente se colocaba tras él y le ataba las manos a los reposabrazos de la silla. En cuanto JongIn sintió el roce le las cuerdas sintió pánico. No se fiaba ni un pelo de sus amigos.

–¿Qué me hacéis? ¿Qué es esto? –preguntaba moviendo la cabeza como si estuviera intentando encontrarlos.
–Nada, no es nada –dijo LuHan–. Qué pases un buen rato.
–¿Qué?

Los pasos de los chicos comenzaron a alejarse de él hasta que dejaron de oírse después de que cerraran la puerta. JongIn estaba de los nervios y también muy asustado. No solo le habían vendado los ojos para que no pudiera ver nada, sino que le habían atado los brazos y las piernas (ahora lo había notado) a la silla y habían desaparecido.

Al castaño le daba igual que SeHun y LuHan fueran sus amigos. Él los iba a torturar muy lentamente por lo que le estaban haciendo pasar.

A los pocos minutos, escuchó la puerta de la sala abrirse y pudo identificar, por el sonido de las pisadas que esta vez era solo una persona y no dos, seguramente alguien que lo había visto por la puerta iba a rescatarlo. JongIn sonrió, iba a poder llevar a cabo su venganza muy pronto.

–Por favor, ayuda –dijo, pero la persona que había entrado a la sala no dijo ni una palabra–. ¿Quién eres? ¿Por qué no dices nada? Por favor ayúdame. Mis enemigos mortales me han atado aquí y no puedo liberarme.

Sin embargo, ninguna de sus súplicas tuvo respuesta. JongIn empezó a ponerse más nervioso. ¿Y si era algún o alguna aprendiz y le estaba sacando fotos con el móvil para luego sacarlas en la red? ¿Y si era alguien pervertido que se iba a aprovechar de él? ¿Y si…?

Todos sus pensamientos se congelaron en el momento en el que sintió una mano ascendente por su muslo. Su cuerpo se tensó y comenzó a retorcerse.

Era un pervertido que lo quería violar.

De repente, las manos lo sujetaron firmemente y los pocos movimientos que aun podía hacer, se vieron reducidos a nada. El corazón del castaño latía rápidamente. Estaba asustado. Alguien lo iba a tocar allí donde no lo había tocado nadie sin su permiso.

Sentía asco, repulsión y esas manos solo se movían por sus piernas. JongIn creía que acabaría vomitando si aquel desconocido llevaba sus manos a alguna zona prohibida.

–No te preocupes –dijo una voz desconocida pero que tenía un punto conocido–. No voy a hacerte daño. Solo te voy a hacer sentir más placer del que jamás has sentido en tu vida.

JongIn se tensó ante aquellas palabras. ¿Cómo podía un desconocido decirle aquello? ¿Cómo podía tocarlo así, como nadie nunca más que él se había tocado? ¿Cómo podía dejarlo cuando lo único que quería era que “esa” persona lo tocara? Él y nadie más que él.

–No quiero. Nadie me tocará.
–¿Por qué? –preguntó el desconocido y JongIn juró que esa voz le sonaba demasiado como para que le fuera totalmente desconocida. Debía saber quién era aquella persona.

El castaño sonrió de lado, como tanto le gustaba a sus fans y dejó estático a su violador.

–Porque tú no eres él.

En ese momento, JongIn pensó que había ganado y que esa persona lo dejaría tranquilo, sin embargo erró en su suposición.

El otro chico simplemente se colocó entre sus piernas y comenzó a respirar contra la entrepierna del castaño. JongIn se retorció en la silla sin embargo el aliento cálido de su captor contra sus partes y aun con la tela de por medio lo estaba excitando de sobremanera.

Las manos del desconocido comenzaron a subir por sus piernas, tocando sus muslos por la parte interna. Cerca, muy cerca de la zona prohibida.

El castaño tragó saliva anticipando un movimiento que nunca llegó, ya que sintió al otro alejarse un poco de su cuerpo. JongIn respiró tranquilo por unos momentos y dejó escapar todo el aire que había estado conteniendo hasta que se dio cuenta de que su captor no se había ido, sino que había cogido el mando de la mini-cadena y había puesto el CD en el que estaban grabadas las pistas de las canciones que utilizaba SHINee para hacer mucho ejercicio.

–¿Cómo…? –empezó JongIn, pero el desconocido no lo dejó continuar con su pregunta.
–Así no nos escucharan –susurró en su oído roncamente, haciendo que un escalofrío recorriera el cuerpo del chico.

Cuando iba a detenerlo, a empujarlo, a alejarlo, no pudo, se había quedado sin fuerzas. Reconocía aquella sensación, la había tenido antes, pero en esos momentos no podía recordar el por qué ni con quién.

Su mente se había desconectado de su cuerpo y no podía pensar con claridad. Sin embargo, su cuerpo estaba más sensible que nunca a cualquier roce debido a que no podía ver nada y sólo tenía este sentido para guiarse.

JongIn sintió un peso sobre sus piernas y supo que el desconocido se había subido sobre ellas. Notó las manos de este por su torso, intentando colarse por su camiseta. Forcejeó un poco, pero en ese momento, ocurrió algo que lo dejó sin aire.

El otro se inclinó rápidamente hacia sus labios y los besó con desesperación. El castaño se quedó en blanco, dejándose llevar por el excitante beso que su captor le daba, jugando con su lengua, saboreando su boca y dejándose morder.

No quería, sin embargo no podía detenerlo.

Se sentía muy extraño, como si aquello fuera algo que siempre había querido hacer, como si fuera alguien a quien conocía, alguien a quien quería.

JongIn estaba hecho un lío. No podía pensar con claridad. Los labios del otro no le daban tregua y apenas podía respirar, al igual que sus manos, que no paraban quietas en ningún lugar de su cuerpo.

El castaño comenzó a sentir calor y a respirar entrecortadamente. Le estaban gustando demasiado aquellos roces, demasiado como para que fuera bueno.

De repente, el chico cayó en la cuenta de que era un desconocido, de que lo estaba intentando violar y de que no debería estar dejándose por mucho que aquello lo estuviera excitando. Rápidamente mordió con fuerza el labio inferior del otro hasta que notó un sabor metálico en su boca. La otra persona dejó de besarlo al momento, profiriendo un alarido de dolor.

JongIn se sentía sucio mientras normalizaba su respiración y regulaba los latidos de su corazón. Él amaba a una persona, pero se estaba dejando llevar con alguien que ni siquiera conocía. Se sentía como si fuera la peor persona del mundo. Si se llegara a enterar él de lo que había estado haciendo no se lo perdonaría en la vida.

–¿Por qué has hecho eso? –reprochó el otro.
–Estoy enamorado de una persona y no puedo hacerlo –contestó simplemente.
–Tu cuerpo no dice eso –murmuró el desconocido recorriendo con sus manos el cuerpo de JongIn, haciendo que este se estremeciera de placer.
–Me da igual mi cuerpo. Yo no quiero hacerlo.
–¿De quién estás enamorado? –un susurro ronco muy conocido, pero que JongIn no supo ubicar.
–No lo diré.
–¿Quién es él?
–Jamás te lo diré.
–¿Y si hago esto?

En ese momento el chico se deslizó y acabó de rodillas en el suelo, separando las piernas de JongIn con sus manos y metiendo la cabeza entre estas. Comenzó a masajear la entrepierna del otro, que se retorcía mitad lleno de placer, mitad lleno de repulsión.

Lo estaba tocando en un lugar que solo tenía el derecho de tocarse él mismo y lo estaba haciendo de una manera demasiado embriagadora. JongIn se fue abandonando de nuevo a esas sensaciones y solo pudo reaccionar cuando una respiración caliente chocó contra su miembro, ya erecto y fuera de su prisión.

–Te voy a hacer sentir bien –escuchó salir de aquellos labios antes de que estos comenzaran a hacer un gran trabajo con su excitación.

Los pensamientos del castaño estaban en contraposición. No quería dejar de sentir aquello, pero quería que se alejara porque solo podría darle permiso a una persona para que lo hiciera.

–Basta… –susurró–. Por favor, para. No quiero –su voz salió ahogada, estaba luchando por contener las lágrimas que querían escapar de sus ojos. No quería llorar, no quería parecer débil ante aquel desconocido, pero él no era TaeMin y nadie más que TaeMin podría hacerle jamás aquello–. Por favor, para… tú no eres él… tú no eres TaeMinnie…

El otro dejó rápidamente lo que hacía, dejando que el aire frío envolviera su miembro y se situó tras él para abrazarlo por el cuello. Aquella era una sensación demasiado conocida. Esos brazos cortos, ese aliento en su oído.

–Lo siento, JongIn… –una voz que reconocería en cualquier parte–. No quería hacerte llorar… solo quería hacerte sentir bien…
–¿TaeMinnie?
–Lo siento, pequeño –su abrazo se intensificó.
–Quiero verte… –susurró JongIn y el otro chico le quitó lentamente la venda de sus ojos. En cuanto estos quedaron liberados, el castaño se giró hacia él, sin poder creerse lo que estaba pasando–. Por favor, desátame.

El chico lo hizo. Primero desató sus piernas y luego fue a por sus manos. En cuanto JongIn estuvo liberado, se levantó rápidamente de la silla y atrapó el cuerpo de su hyung en un abrazo.

–¿Por qué me has hecho esto? –preguntó, comenzando a hipar–. ¿Por qué?
–Porque me gustas y no me atrevía a decírtelo –susurró TaeMin–. Entonces le pedí ayuda a LuHan hyung y a SeHunnie…
–Nunca le hagas caso a esos dos pervertidos –murmuró JongIn contra la boca del otro–. Me gustas mucho, TaeMinnie.
–Y tú a mí, JongIn.

Durante unos momentos, se miraron a los ojos, sin decidirse a cortar la distancia, pero como si se hubieran puesto de acuerdo, ambos lo hicieron a la vez. Sus labios, lenguas y dientes chocaron en un beso completamente desesperado que lo dijo todo. Solo se separaron cuando la falta de aire se hizo necesaria.

–TaeMinnie…
–¿Sí?
–Estoy excitado…
–Yo también…
–Hagámoslo.
–Sigamos donde lo habíamos dejado.
–No me ates, ni me ciegues… quiero ver tu expresión al llegar al orgasmo…


Los besos, los roces y los mordiscos dieron paso a una danza de cuerpos de dos bailarines en la que ambos acabaron gritando el nombre del otro cuando el placer les llegó.


domingo, 27 de octubre de 2013

The Ballad

The Ballad


1/2 Preparación

Doce chicos ensayaban los difíciles pasos de baile de la nueva canción que presentarían dentro de poco, aun cuando todavía no habían finalizado las actuaciones de la anterior. El año pasado habían disfrutado de una vida más o menos cómoda debido a los retrasos de su ComeBack, sin embargo, en esos momentos estaban completamente saturados.

Entre los programas de televisión, los de radio, las entrevistas, las presentaciones, los fanmeetings y los viajes de un lado a otro, pensaban que morirían de un momento a otro.

Pero que no tuvieran apenas tiempo para nada no quitaba que no lo tuvieran para el amor.

En esos momentos se habían desarrollado varias parejas dentro del grupo, claro que, con tanto roce no era de extrañar, vivían doce en un apartamento, era lo normal.

Sin embargo, había un chico que no había desarrollado sentimientos por alguno de los de dentro -aunque pretendientes no le faltaban-, sino fuera de él -aunque pareciera que todo hombre homosexual de Corea estuviera enamorado de el- pero tampoco fuera de la empresa. Él estaba enamorado de un sunbae que era demasiado bueno con él, que lo cuidaba y que lo quería como una madre a su hijo.

Pero Do KyungSoo no quería a Kim RyeoWook como si fuera una madre, lo quería como algo más, como algo más que un amigo, algo más parecido a un amante.

La coreógrafa los dejó por fin terminar de ensayar por ese día tras recordarles que debían practicar en sus ratos libres también para que todo fuera perfecto y todos ellos asintieron aunque sabían perfectamente que las dos únicas personas que le harían caso serían YiXing y JongIn.

En cuanto la puerta de la sala se cerró tras la mujer, todos se dejaron caer hasta el suelo. Les vendría muy bien algo de comer, llevaban son hacerlo desde el mediodía y ya eran las tantas de la noche.

Cuando creían que morirían de inanición, como un ángel caído del cielo, RyeoWook apareció en la puerta de la sala de baile portando unas cuantas de bolsas de comida de un restaurante cercano. Todos sonrieron, babeando con antelación por los suculentos manjares que comerían en breves momentos. Pero el más feliz era KyungSoo, ya que había sido la persona que más quería en el mundo, después de su familia, quien había aparecido allí.

–¿Tenéis hambre, chicos? –preguntó el recién llegado con una sonrisa.
–Eso ni se pregunta, sunbae –contestó JunMyeon y Tao corriendo avanzó hasta RyeoWook y las pizzas.
–Gracias sunbae –tomó las cajas en sus fuertes brazos dejando descansar al otro chico y las llevó dónde estaban los demás chicos.

Inmediatamente todos se abalanzaron sobre ellas y comenzó la lucha por la comida. Parecían lobos salvajes atacándose entre sí por el mejor trozo de la presa que habían cazado. Sin embargo, uno de ellos, bajito, con el pelo tintado de castaño, se acercó a RyeoWook con una tímida sonrisa.

–Gracias, RyeoWook –dijo y el otro sonrió.
–No hay de qué –contestó–. Estáis en medio de un ComeBack y además, ensayáis la coreografía de vuestra siguiente canción, es muy cansado y apenas tenéis tiempo para comer.
–De todas formas, gracias –KyungSoo quiso inclinarse un poco para mostrase todavía más agradecido, pero el mayor no lo dejó, simplemente lo rodeó con sus brazos y lo apretó fuertemente contra su cuerpo.

El corazón del menor latía fuerte y rápidamente contra su pecho. Deseaba con todas sus fuerzas que aquel chico no se diera cuenta de ello y que si lo hacía, lo achacara a que acabada de bailar. A KyungSoo le gustaba RyeoWook, pero no por ello podía ir haciendo que se enterase todo el mundo, sobre todo él. Era demasiado importante para él y no podía permitirse perderlo.

–Ni se te ocurra hacerme una reverencia –murmuró RyeoWook en su oído, haciéndolo estremecer–. Si quieres agradecerme algo, con un abrazo basta –se separó de él y lo miró a los ojos–. Qué aproveche, yo tengo que irme –le deseó y tras una encantadora sonrisa, salió por la puerta de la sala de ensayos.

Durante unos segundos, KyungSoo se quedó estático. No podía moverse. Su corazón bombeaba tanta sangre que parecía que su sistema se había sobrecargado. Tuvo que esperar un tiempo para calmarse y así poder volver a ser una persona normal que se movía y pensaba.

Se dio la vuelta y vio cómo sus compañeros de grupo casi habían acabado con todo y se hizo una nota mental para no dejarlos nunca comer solos a ellos porque si no se quedaría sin nada para él.

–Vamos, Soo –dijo ChanYeol con la boca llena–. Sino vienes Tao se comerá tu parte.
–Ya voy –murmuró antes de sentarse junto a ellos y atacar la presa.

Durante unos minutos, las conversaciones cesaron y solo se oían el sonido que hacían sus bocas al masticar. Las pizzas volaron en poco tiempo y los cansados y ya saciados lobos se dejaron caer sobre las tablas de madera del suelo.

–¿Cuándo piensa contarle a RyeoWook que estás enamorado de él? –se escuchó de pronto preguntar a JongDae.

No podía quedarse callado y aunque a KyungSoo le daba igual porque ya todos lo sabían, con esas cosas se debía tener mucho cuidado. Las paredes tenían unos oídos muy finos.

–Sinceramente no lo sé –contestó.
–Podrías intentarlo para su cumpleaños –propuso JunMyeon y KyungSoo lo miró.
–¡Pero eso es dentro de una semana! –respondió mirándolo alarmado.
–Nosotros te ayudaremos –dijo Kris.

~.~.~

Tras llevarles las pizzas a los hambrientos miembros de EXO, RyeoWook salió del edificio de la SM, se montó en su coche y se dirigió a los apartamentos en lo que ahora vivían los miembros de Super Junior. No tardó mucho en llegar puesto que no estaban demasiado lejos del lugar.

Subió en el ascensor hasta la planta en la que estaba su apartamento y tras introducir la clave que abría la puerta, ingresó al piso.

Un fuerte olor le taladró las fosas nasales y supo que HyukJae había subido para hacerle una visita, pero no lo había hecho solo, unas zapatillas con los cordones rosas le hizo averiguar que SungMin también había subido a aquel lugar desde el apartamento de abajo en el que ahora que JongWoon se había ido al ejército vivían junto a KyuHyun.

El chico se tapó la nariz y rápidamente se deshizo de sus zapatos entrando rápidamente al piso para dejar aquel insoportable olor tras él. En cuanto llegó al salón se encontró a los dos chicos tumbados en los sofás, como si fuera su casa, viendo la tele.

No se dieron cuenta de que RyeoWook había llegado hasta que este se puso delante de la pantalla de plasma, impidiéndoles ver el programa que estuvieran viendo a aquellas horas.

–Hola –saludó HyukJae moviendo su mano derecha alegremente y SungMin hizo lo mismo segundos después.
–Hola –contestó el chico–. ¿Qué hacéis aquí? –preguntó.
–Queríamos pasar a saludarte –contestó SungMin–, últimamente no paras quieto y apenas te vemos.

RyeoWook sonrió agradecido. Sabía que había algún motivo oculto tras aquella visita. A SungMin se le había pegado hacer aquellas cosas después de tantos años viviendo con KyuHyun y HyukJae se apuntaba a todo, así que lo más probable era que dentro de poco supiera el motivo real de aquello.

El chico fue a ducharse y a cambiarse de ropa y luego salió de la habitación. Hizo a SungMin sentarse correctamente para poder tener un lugar donde sentarse él también y en ese momento se enteró de lo que los dos chicos querían.

­–¿Has pensado con quién vas a pasar tu cumpleaños? –preguntó HyukJae.
–No. Aun no lo he hecho, no sé cuánto tiempo voy a tener libre ese día –contestó RyeoWook y la conversación quedó ahí.

Pasaron algunos minutos haciendo zapping, ya que el programa que antes estaban viendo los dos invitados antes, al parecer había acabado.

En un momento dado, la barriga de HyukJae hizo un sonido demasiado fuerte como para ser humano y se empezó a reír a carcajadas mientras se sujetaba la barriga.

–¿Tienes hambre? –preguntó RyeoWook y el otro asintió–. Creo que es hora de ir haciendo la cena entonces.

El inquilino del apartamento se levantó del sofá y SungMin lo siguió mientras el otro seguía partiéndose de risa. Simplemente a HyukJae a veces se le iba la pinza de aquella manera.

Ninguno de los dos que estaban en la cocina tenían muchas ganas de cocinar, por lo que sacaron pan y algunas cosas más y se pusieron a preparar sándwiches. Podrían haber pedido algo para que les llevaran, pero tardarían demasiado y lo mismo HyukJae se moría de hambre.

Mientras untaba un poco de mantequilla en uno de los sándwiches, RyeoWook notó que alguien lo miraba fijamente y alzó la vista para encontrase a SungMin mirándolo de forma intensa.

–¿Qué pasa, SungMin? –preguntó.
–¿De verdad no sabes con quién vas a pasar el día de tu cumpleaños? –preguntó.
–No. ¿Por qué? –preguntó extrañado.
–Porque yo sé de una persona que querría estar contigo ese día –contestó el chico y RyeoWook frunció el ceño.
–¿Quién?
–Do KyungSoo.

Nada más escuchar el nombre de la persona de la que estaba enamorado RyeoWook salir de los labios de SungMin, su corazón se aceleró y sus mejillas se tiñeron de un adorable tono rojizo.

–No creo que pueda venir… está muy ocupado con el ComeBack, apenas tiene tiempo para respirar –murmuró–. No quiero que el tiempo que tiene para descansar lo utilice estando conmigo en una fiesta que tampoco es tan importante.
–Ryeo… es tu cumpleaños, ¿cómo no va a ser importante?
–Para él no lo es.
–¿Y tú como sabes eso? KyungSoo te quiere mucho.
–Sí… como hyung.
–Nada de eso… -comenzó a protestar SungMin, pero RyeoWook lo detuvo.
–Déjalo. No voy a ilusionarme con algo que sé que tengo que dar por perdido –el chico suspiró y siguió haciendo sándwiches para que HyukJae no se muriera de hambre.

Acabaron de preparar la comida en silencio y luego la llevaron al salón, donde estaba el otro chico viendo la televisión. Al parecer había dado con alguna película empalagosa occidental y la estaba viendo con las lágrimas saltadas. Sin embargo, en cuanto vio los platos de los sándwiches se lanzó hacia ellos, olvidándose de todos y de todo.

La comida fue agradable, ya que ninguno habló, solo se limitaron a comer. Bueno, RyeoWook se dedicó a pensar en lo que había estado diciendo SungMin antes en la cocina. No tenía sentido lo que le decía. KyungSoo solo lo veía como a un hyung aunque para él, el chico fuera la persona más importante del mundo.

~.~.~

El Domingo de aquella semana por fin llegó y aprovechando que no tenían actividades, ya que habían grabado el Inkigayo hacía unos días y EXO-M estaba en China para lo del partido de fútbol en el que iban a participar MinSeok y LuHan. EXO-K aprovechó para idear un plan con el que llevar a cabo lo que querían: hacer que KyungSoo se declarara a RyeoWook el día del cumpleaños del mayor, dentro de cuatro días.

Los seis estaban desperdigados por el salón. Unos jugando a la play otros viéndolos y JunMyeon y KyungSoo pensando, sentados el uno al lado del otro, con un papel en blanco frente a ellos y un boli de tinta líquida.

–Lo primero que tenemos que ver es cómo hacer que te quedes solo con él el día –comentó el líder–. ¿Pero cómo?
–Déjalo, JunMyeon –murmuró el chico–. No va a salir bien.
–Claro que va a salir bien, verás como… –la frase del chico fue interrumpida por la música que salía de su teléfono móvil. Inmediatamente lo sacó de su bolsillo y lo descolgó, frunciendo el ceño–. ¿Sunbae?
–JunMyeonnie –dijo una voz muy conocida al otro lado del teléfono.
–KyuHyun… ¿qué haces llamándome con el teléfono de SungMin sunbae? –preguntó y el otro se rio.
–Mi móvil no tenía batería –dijo simplemente–. Además, es él quien quería que yo hablara contigo.
–¿De qué se trata? –preguntó JunMyeon bajo la atenta mirada de cinco chicos, ya que al escuchar el nombre de KyuHyun todos giraron captar algo de la conversación.
–Es sobre el cumpleaños de RyeoWook –contestó y JunMyeon se retiró el móvil de la oreja y le dio al altavoz–. Nos gustaría que KyungSoo le diera una sorpresa en su cumpleaños.
–¿Ves cómo todo iba a salir bien? –comentó JunMyeon hacia KyungSoo, que bufó apartando la mirada–. ¿Qué tenéis preparado, sunbae?




martes, 8 de octubre de 2013

Entre Copas

Entre Copas



El club estaba a rebosar de gente que reía y bailaba tras unas copas de más. El volumen de la música estaba hecho para los sordos y allá adonde fueras, parecía escucharse tan fuerte como al lado de los altavoces. Canciones de moda sonaban a través de estos y hacían que la gente que abarrotaba el lugar sufriera espasmos o algo así, porque a aquello que hacían no se le podía llamar bailar.

Sin embargo, había dos chicos sentados en la barra de aquel club que lo único que hacían era beberse unas cervezas tranquilamente para celebrar sus éxitos en sus carreras profesionales.

–¿Recuerdas cuando nos conocimos? –dijo el chico.

Era rubio, tintado claramente, más alto de lo habitual en aquella parte del mundo, de rostro fino y cejas gruesas. Movía lentamente el poco contenido que aún le quedaba de la botella de cerveza que tenía en la mano. Su voz había sonado pastosa incluso para él.

El alcohol hacía ya tiempo que había comenzado a hacerle efecto, pero era en este momento en el que se sentía completamente libre de todo, como si pudiera volar de verdad y no necesitara los efectos especiales que le habían colocado en el vídeo, o algo parecido.

Ya no le preocupaba que las sasaengs pudieran verlo en aquel club, ni siquiera le preocupaba que la chica sentada a su lado pensara algo malo de él, después de todo, llevaban siglos siendo amigos y lo había visto en peores situaciones.

–¿Cuándo nos conocimos tu y yo? –preguntó ella, alzando una ceja.

El pelo rubio y corto se le metió en los ojos por aquella acción y tuvo que retirárselo de la frente.

–Exacto. ¿Te acuerdas?
–Claro que me acuerdo –la chica hizo como que rememoraba algo de hacía mucho tiempo, aunque apenas hacia unos años de aquello–. ¿Cómo podría olvidar el momento en el que entraste a la clase para aprender a rapear, todo desgarbado y con el pelo tapándote media cara? –sonrió ante la imagen de un adolescente Kris que miraba a todos lados como si fuera un cervatillo asustado–. No sabías hablar muy bien coreano, pero te comunicabas en inglés y en chino perfectamente. Nos hicimos amigos enseguida.
–¿Cuánto hace de eso? –preguntó él tras un suspiro.
–Unos años ya... nos vamos haciendo mayores –la chica rio y le contagio la risa a la persona ante ella.
–¿Qué fue lo que pensaste de mi cuando me viste, Amber? –la pregunta la pilló desprevenida, pero teniendo en cuenta que el otro estaba borracho, no era tampoco nada raro.
–¿A qué viene la pregunta? –quiso saber, sin embargo.
–Se lo que pensaron los chicos al verme... pero no sé qué pudiste pensar tú –explicó trabándose un poco con la lengua. Estaban hablando en chino y aun así le costaba expresarse.

Amber pasó unos momentos en silencio. Intentando hacer memoria de lo que pensó en aquel momento, hacía ya algunos años. No fue muy difícil, aquel momento no se le podría olvidar, fue demasiado memorable.

–Pensé que aunque eras un adolescente desgarbado tenías un punto atractivo –contestó al final.
–¿Te parezco guapo? –una simple pregunta que aceleró dos corazones.
–Oh. Vamos, Kris. A la persona a la que no le parezcas guapo es porque tiene un gran defecto en la vista.

El silencio se instaló entre ellos unos momentos, mientras una gran sonrisa se extendía por el rostro de Kris, que apuraba de una vez aquella cerveza, la quinta de la noche. Amber le dio un pequeño sorbo a la suya y la dejó sobre la barra.

Miró su reloj y se dio cuenta de que ya era lo suficientemente tarde como para regresar a sus respectivos apartamentos. Sus amigos y compañeros estarían preocupados por ellos y al día siguiente tenían una agenda que cumplir.

–Vamos, Kris... –murmuró–. Tenemos que irnos.

Como pudo, levantó a aquella mole de hombre, que aunque estuviera delgado medía casi dos metros y por muy saco de huesos que fuera, los huesos pesaban.

Lo sacó del club medio a rastras y luego llamó a un taxi. En cuanto uno de los coches que pasó ante ellos, se detuvo, lo introdujo intentando que no se diera con la cabeza contra la puerta o contra el techo, pero al final acabó chochando. Era demasiado alto. Después, entró ella.

Le dio la dirección del dormitorio de EXO al taxista y el hombre arrancó el coche rápidamente, adentrándose en las aun concurridas calles de Seúl. Tras una media hora de camino, llegaron al lugar y Amber se las apañó de nuevo para sacar a aquel grandullón del coche y, tras decirle al taxista que la esperase, lo llevó hasta el bloque de apartamentos.

Cuando estuvieron frente a la puerta del piso en el que vivían los doce chicos que conformaban aquel grupo, Kirs se detuvo de golpe y encaró a la chica, mirándola intensamente bajo sus gruesas cejas.

–Tú y yo... ¿te imaginas? –preguntó–. Quiero decir, eres guapa y yo soy guapo y nos llevamos bien...
–No digas tonterías, Kris... somos amigos –cortó Amber antes de que el borracho siguiera diciendo más tonterías de las que se arrepentiría al día siguiente, cuando lo recordara todo y pudiera pensar con claridad.
–Pero...
–Creo que no te voy a llevar a beber conmigo nunca más –dijo ella divertida, metiendo la clave correspondiente en el panel para que la puerta se abriera.
–Amber... –murmuró él.
–Vamos, entra –le dio un pequeño empujón que lo internó en el apartamento–. Nos vemos mañana en la empresa –se despidió y cerró la puerta antes de que el otro pudiera protestar, porque cuando Kris borracho se atestaba en algo, era completamente insufrible. Después, salió del edificio para encaminarse hacia el taxi que la esperaba.


La chica rubia de pelo corto que vestía como si de un chico se tratase, suspiró. Claro que había pensado muchas veces que a lo mejor pudiera surgir algo entre ellos y que no fuera precisamente amistad, pero luego lo meditaba mejor y se daba cuenta de que lo único que tenían ambos era una profunda amistad labrada entre raps y entre copas.