Capítulo 8
Reencuentros
Me
encontraba tumbado sobre la cama de mi habitación, aprovechando que estaba
completamente solo ya que YiXing se encontraba con Kevin en alguna parte,
tampoco me importaba mucho el sitio, simplemente quería estar unos momentos a
solas para pensar. Hacía algunas horas había recibido la llamada de JongIn
comentándole que SeHun se había desmayado a causa de utilizar sus poderes
contra un enemigo.
Aquello
me había cabreado muchísimo, ya que mi pequeño había sufrido por causa de un
ataque y aquello podría haberlo evitado teniendo con él las aguas milagrosas
que había recogido en Changsha y que había tenido que utilizar con MinSeok. Por
eso necesitaba un poco de calma. Ya había vuelto de visitar a mi chico y me
había quedado un poco más tranquilo, aun así, lo único que deseaba era que
SeHun no sufriera ningún tipo de daño.
Mi
teléfono móvil comenzó a sonar con Super Hero – VIXX, el tono que le tenía asignado
a JongIn, y rápidamente me levanté de la cama y fui hacia el escritorio, donde
se encontraba mi teléfono móvil y lo cogí, recibiendo la llamada, ya que temía
que algo más grave le hubiera pasado a SeHun. Sin embargo, no fue la voz del
moreno la que escuché al otro lado de la línea, sino la de mi chico.
—Hannie
—lo escuchó murmurar.
—¿SeHunnie?
¿Estás bien? —pregunté atropelladamente, feliz por escuchar aquella voz.
—Sí,
estoy perfectamente —le respondió—. Un poco cansado, pero nada que no se pueda
arreglar pasándome toda la noche durmiendo.
—Me
alegra escuchar eso —dije algo más aliviado.
—¿Estabas
muy preocupado por mí?
—Demasiado
—contesté, esbozando una pequeña sonrisa, casi viendo la expresión de
satisfacción que apareció en su rostro al escuchar mis palabras.
—Estoy
bien —susurró—. No ha sido nada grave.
—¿De
verdad?
—De
verdad.
—Veámonos
mañana tras las clases.
—Por
mí perfecto.
-oooOOOooo-
Cuando
llegué a mi trabajo no me esperaba que allí se encontrara Kevin, terminando su
turno. Hacía tiempo que no lo veía en aquel lugar, ya que se había cambiado al
turno contrario para no cruzarnos cuando comenzó con su paranoia de que el
enemigo no debía relacionarnos. Así que aquello me sorprendió bastante y apenas
pude reaccionar cuando pasó por mi lado, sin siquiera dirigirme la palabra.
—¿No
crees que ya somos mayorcitos para evitarnos de esta manera? —pregunté y él se
detuvo, girándose a mirarme—. Sabes que jamás estuve de acuerdo en que
tuviéramos que estar separados de esta manera.
—Lo
sé, pero eso es algo que no puedo evitar —me respondió.
—Sabes
que no. Podemos estar unidos y ser más fuertes frente a ÉL —le contesté.
—Este
no es lugar para hablar sobre esto —susurró, acercándose a mí y mirando a las
dos chicas que compartían el turno con nosotros y a los pocos clientes que
había a esa hora en el lugar.
—Entonces
hablemos otro día de esto —propuse—. Todos juntos. Los doce, como aquella vez.
—Eso
nos volvería a poner en grave peligro —replicó.
—Pero
estando todos podremos lidiar con ello perfectamente.
—Lo
pensaré —acabó diciendo tras unos momentos en los que se quedó completamente en
silencio, pensando quizás qué era lo mejor o pensando en cómo librarse de mí
rápidamente.
-oooOOOooo-
—Creo
que estoy muerto —murmuró JongDae, dejándose caer sobre el regazo de su novio
con pesadez, haciendo que el otro pegara un brinco porque no se esperaba
aquella acción tan repentina.
—Si
estuvieras muerto, JongDae, no hablarías —comenté, riendo. Él hizo un puchero,
pero no se levantó del lugar en el que había caído, parecía que estaba cómodo
allí.
—Lo
que tú digas —murmuró.
Sonreí
al verlo de aquella manera. Durante el tiempo que MinSeok había pasado fuera de
su vida había estado decaído, pero ahora que lo habían solucionado todo
parecían muy felices juntos y eso
me alegraba porque era mi mejor amigo. La estancia en Changsha también parecía
haber servido para acercarlos un poco más, ya que la madre de JongDae había
intuido la relación que mantenían y se había mostrado abiertamente encantada
con ella.
—JongDae…
—susurró MinSeok—. No hagas el vago y termina todo lo que tienes que hacer.
—Estoy
hasta los cojones de tantas fórmulas —contestó—. El profesor se ha pasado tres
pueblos mandándonos tantas.
—Ha
sido seguramente para recuperar las clases perdidas por la huelga —comentó el
mayor de los que estábamos allí—. A mí también me han mandado miles de cosas
que hacer.
—Encima
de que la huelga la hacen ellos y que se han pasado dos semanas rascándoselos a
dos manos…
—Es
lo malo de ser estudiante universitario —comenté, esbozando una sonrisa
tranquilizadora—. Hemos quedado aquí todos juntos para poder hacer las cosas
que nos han mandado sin deprimirnos, no nos jodas el ambiente.
JongDae
volvió a hacer otro puchero y se levantó del regazo de MinSeok a regañadientes
para volver a ponerse con aquellas fórmulas que al parecer lo estaban volviendo
loco. MinSeok me dedicó una mirada agradecida y luego ambos volvimos también a
lo que teníamos que hacer.
-oooOOOooo-
Cuando
salí temprano por la mañana del piso que compartía, pensando en hacer algunas
cosas de provecho, jamás me pude imaginar que algo como aquello sucedería.
Estaba bajando las escaleras cuando me encontré con una persona que llevaba sin
ver al menos cinco años.
Amber,
mi mejor amiga durante mi época de instituto en Canadá, salía de uno de los
pisos y se giraba hacia mí, dedicándome una gran sonrisa al reconocerme y luego
acercándose a mí para darme un gran abrazo que casi me dejó sin respiración.
—¡Kevin!
—exclamó—. No sabía que estabas viviendo en Seúl —dijo desde mi pecho.
—Yo
tampoco sabía que estabas viviendo aquí, y menos en mi mismo edificio.
Amber
rio y su risa vibró contra mi pecho. Después, se separó, con aquella gran
sonrisa en su rostro, mirándome a los ojos con nostalgia. No había cambiado
nada, quizás solo el color del pelo, antes de color rojo fuerte y ahora rubio.
Le quedaba bastante bien aquel color, aunque a nadie mejor que a él le quedaba
el tinte rubio, porque jamás reconocería que LuHan estaba bastante bien.
—Te
he echado mucho de menos —murmuró ella—. Te fuiste de improviso y te cambiaste
el número de móvil, así que no podía contactar contigo.
—Lo
siento mucho, fue todo demasiado rápido y no me dio tiempo a avisar a nadie
—contesté.
—Lo
entiendo —dijo Amber—. Son cosas que pasan, así que no te preocupes por ello
—volvió a sonreír—. A partir de ahora podemos recuperar el tiempo perdido.
—Si
eso es lo que quieres…
—Tan
serio como siempre —la chica se agarró a su brazo—. ¿Dónde ibas? No tengo mucho
que hacer, así que prefiero acompañarte y así poder hablar de todo lo que nos
hemos perdido.
—Iba
a la universidad… a arreglar algunos papeles que necesito para este semestre
—respondí, un poco confundido.
Amber
siempre había sido una chica muy cariñosa y vivaz, pero bastante tímida en
muchas ocasiones y no me cuadraba demasiado que de repente hubiera cogido
aquellas confianzas conmigo cuando llevábamos años y años sin vernos.
—¿Te
pasa algo, Kevin? —preguntó y tuve que negar con la cabeza. No sé si lo hice
demasiado rápido como para que fuera creíble, pero al parecer ella pareció no
notar nada raro.
—Solo
pensaba en los viejos tiempos.
—No
te quedes anclado en el pasado —comentó la chica—. Hay que avanzar hacia el
futuro —y tras decir esto, Amber comenzó a andar.
-oooOOOooo-
Desde
nuestro regreso a casa habíamos tenido mucho cuidado de no hacer nada que
pudiera espantar a mi madre porque ninguno de nosotros queríamos volver a tener
que irnos de allí. Habíamos planeado lo que haríamos de producirse aquello,
pero sabíamos que no estábamos preparados para llevarlo a cabo.
Sin
embargo, aquella distancia que habíamos puesto entre nosotros, me estaba
volviendo completamente loco. No sabía cómo lo podía estar aguantando BaekHyun,
pero yo necesitaba volver a sentir su cuerpo cálido contra el mío.
—BaekHyun…
—murmuré, él se giró hacia mí, ya que estaba sentado en el escritorio haciendo
un trabajo.
—¿Qué
quieres? —preguntó.
—A
ti… —susurré meloso.
—No
pongas esa voz —me regañó—. No te pega nada.
—Bueno…
lo diré de otra forma —tomé aire y luego utilicé la voz más sexual que pude
para intentar que cayera en mis redes—. Te quiero a ti.
BaekHyun
se estremeció y supe que había conseguido mi objetivo. Solo iba a necesitar un
poco más de aquello para que se levantara de la silla del escritorio y caminara
hacia mí contoneándose, antes de caer en mi cama, donde seríamos todo brazos y
piernas enredados, danzando a nuestro propio ritmo y suspirando el nombre del
otro hasta alcanzar el cielo.
—No
creo que sea conveniente —murmuró, aunque parecía que ni siquiera estaba
convencido de sus propias palabras. BaekHyun estaba tan necesitado como yo y
eso me gustaba.
—Estamos
solos… —susurré—. Mis padres no volverán hasta tarde.
Con
estas palabras, conseguí mi objetivo, ya que BaekHyun se levantó de la silla del
escritorio y se lanzó sobre mí, besando con hambre mis labios.
-oooOOOooo-
En
las sombras, un hombre sonreía con autosuficiencia. Todos sus planes estaban
saliendo a pedir de boca. Quizás algunos de sus subordinados habían perdido la
vida por culpa de aquellos a quienes deseaba exterminar, pero ese era un bajo
precio a pagar por sus objetivos. ÉL necesitaba que los doce dioses se
confiaran y cometieran los mismos errores que en el pasado, solo de aquella
forma, podría acabar con ellos de nuevo y así conquistar la Tierra, haciendo
que esta pasara a engrosar la lista de planetas muertos que dejaba tras de sí.