miércoles, 30 de abril de 2014

티파니 (Tiffany)

티파니 (Tiffany)

            Stephanie. Así se llamaba la nueva chica, recién llegada de América, que se había unido al proyecto del nuevo grupo de nuestra empresa. Apenas había tenido entrenamiento, al igual que yo, pero tenía una voz increíble y estaba completamente segura de que, a pesar de todos los cambios, reducciones y ampliaciones en el grupo, ella formaría parte del elenco final.

            Aparte de su buena voz, tenía una gran apariencia y con solo un poco de maquillaje, era hermosa. Su eyesmile me tenía completamente embelesada, al igual que su forma de caminar, de moverse en la sala de prácticas, cuando hablaba en inglés y cuando se acercaba a mí para hablarme. Toda ella me tenía completamente embelesada, como una vez me tuvo mi profesora de canto de la secundaria.

            Sin embargo, el que hubiera asumido que me gustaban las mujeres, no quería decir que pudiera ir diciendo por ahí que era así. Por esta razón, no pude hacer más que callarme todo lo que me gustaba de aquella nueva chica y lo feliz que estaría de pertenecer al mismo grupo que ella para así poder admirarla todos los días y amarla cada vez más.

            Los meses pasaron y finalmente, se anunciaron los nombres de aquellas quienes formaríamos el nuevo grupo de chicas de la SM. So Nyuh Shi Dae, ese era nuestro nombre y dentro del grupo éramos nueve chicas, pasando a ser yo la líder después de que finalmente nos dejara SoYeon. Stephanie pasó a llamarse Tiffany y, a pesar de que me gustaba mucho más su nombre anterior, este tampoco me desagradaba, porque se había cumplido mi sueño de estar en el mismo grupo con ella y así poder compartir todo con ella, conocerla más y ser las mejores amigas, incluso, algún día podría llegar a proponerle una experiencia lésbica para probar, pero todo aquello estaba aún muy lejos y lo único que importaba por ahora era que iba a estar a su lado, amándola cada día más en secreto.



Monster

Monster

            Me desperté de mala gana aquella mañana, como todas las mañanas me levantaba desde que había dejado a mi novio. Me gustaba dormir abrazándolo por las noches y, después de tantos años de relación, me había acostumbrado a ello. Pero una cosa buena no quitaba todo lo malo que había hecho a lo largo de los años.

            SungRi era un chico encantador cuando quería, pero claro, no siempre quería ser y la mayoría de las veces su vida se basaba en meterse en conversaciones ajenas y acabar haciendo o diciendo algo para que las otras dos personas acabaran peleados. Al principio aquello me parecía algo entretenido de ver o de escuchar cuando me lo contaba, pero poco a poco me fui dando cuenta de que él disfrutaba en demasía con ello, de que él era un monstruo.

            Otra de las cosas que siempre me había molestado era acerca de nuestras relaciones sexuales. A pesar de que lo hacíamos casi a diario, cambiando los roles de vez en cuando, él se empeñaba en ver porno a todas horas y masturbarse, como si lo que hiciera conmigo no fuera suficiente para él, como si ser desconsiderado conmigo cuando tomaba el papel dominante cuando lo hacíamos no fuera suficiente para él. Como si yo no fuera suficiente para él.

            Pero lo peor de todo fue cuando hicimos una escapada de fin de semana a Tokyo y él acabó enrollándose en nuestra cama en el hotel con una japonesa que era más bien poca cosa y lo pillé. SeungRi ni siquiera se disculpó, solo dijo algo que se me había quedado grabado en la mente todos los meses que hacía que lo habíamos dejado:

            —Entiéndeme, YiJong, tengo mis necesidades y me dejé el porno en casa.

            Aquello había sido demasiado para mí y lo dejé en el acto, recogiendo todas mis pertenencias y regresando a Seúl, dónde cogí todo lo que él tenía en mi apartamento y lo metí en cajas, para cuando volviera que se lo llevara todo. Sin embargo, a pesar de que habían pasado varios meses él no había aparecido. En otro tiempo, aquello me habría preocupado…

            ¿A quién quería engañar? Me preocupaba mucho que SeungRi no hubiera regresado a casa, no saber dónde estaba, no saber qué hacía, si estaba bien o no. Después de todo, los sentimientos que tenía por él aún no se habían desvanecido y si me pidiera adecuadamente volver con él lo haría sin dudar, aunque le diría que tendría que pensármelo unos días para hacerlo sufrir un poco, porque a pesar de todo lo malo, seguía queriéndolo como el primer día.


I’m Here, Even You Don’t Know It

I’m Here, Even You Don’t Know It

            Ver cómo la persona a la que más quieres sufre frente a ti sin que puedas hacer nada para aplacar su sufrimiento, duele, duele mucho y no le deseo a nadie que pase por esa situación.

            La persona más especial para mí y a la que más quiero en este mundo es a mi hermana mayor Sandara. Ella es mi modelo a seguir, mi mayor fan y mi mejor amiga; siempre está ahí cuando la necesito y es amable y cariñosa conmigo. Yo siempre intento hacer todo por ella, hacer que todo sea más agradable y que el mundo le sea más fácil, pero había algo contra lo que no podía protegerla: el amor.

            Ella estaba perdidamente enamorada de YiJong, más conocido como G-Dragon, y mantenían una relación más o menos estable desde hacía algunos meses, intentando que las cámaras nunca los filmaran juntos para que no hubiera rumores. Noona estaba muy ilusionada con todo, pero una noche llegó a la casa que compartíamos llorando.

            Intenté confortarla, animarla, alejarla del dolor, pero por más que hiciera, yo era insuficiente.

            Tomé su mano y la apreté fuertemente, intentando transmitirle todo lo que sentía por ella, aquel inmenso cariño de hermano menor, aquellos sentimientos cálidos, aquel “estoy aquí” reconfortante y aunque lo hice y pensé que al menos me dedicaría una pequeña sonrisa para tranquilizarme, no lo hizo. Al parecer, por más que estuviera a su lado, ella no notaría mi presencia.

            Aquello me puso triste, pero no desesperaría. Más tarde o más temprano, conseguiría que mi noona sonriera de nuevo.

martes, 29 de abril de 2014

Kiss Me, Baby

 

            Llevaba bastante tiempo intentando que la relación que manteníamos fuera más allá, pero cuando yo era el único que lo intentaba, las cosas no salían exactamente como esperaba y finalmente todo acababa mal, peor incluso de lo que estaba en un inicio, por eso no me atrevía a intentar que él supiera cuáles eran mis sentimientos.

            Nuestra relación había comenzado el día que anunciaron los nombres de los trainees que formarían el primer grupo de la empresa y ni el suyo ni el mío aparecían en dicha lista. Ambos, destrozados, habíamos acabado en los brazos del otro y, a partir de aquel momento, cada vez que el trabajo era demasiado duro y la presión estaba por hacernos flaquear y abandonar, acabábamos en la cama, liberando nuestras tensiones.

            Pero ya habían pasado casi tres años desde aquel momento y todo seguía igual, a pesar de que yo, en todo este tiempo, había comenzado a sentir cosas por él; cosas que un hombre no debería sentir por otro hombre, y menos, cuando ambos habían debutado y ahora eran figuras públicas, menos, ahora que nuestra vida era pública.

            Pero yo ya no podía evitarlo, me había enamorado de él irremediablemente.


            Gemí su nombre sin poder contenerme cuando se introdujo en mí con una embestida seca. Apreté mis manos en puños, agarrando las sábanas y arrugándolas, a la vez que apretaba los dientes y escondía mi rostro en la almohada —después de tanto tiempo, tendría que haberme acostumbrado a la penetración, pero seguía sin poder hacerlo, por mucho lubricante que utilizáramos—. Él, por su parte, tomó mis caderas con sus manos y comenzó a mover mi cuerpo a la vez que el suyo para crear más fricción mientras me embestía con fuerza.

            Al principio me molestó un poco el movimiento tan salvaje pero, poco a poco, me fui acostumbrando a este. Sin embargo, no pude disfrutar al máximo de la penetración hasta que no dio en aquel punto que me mandó oleadas de placer incontenibles por todo el cuerpo y que me hizo suspirar.

            —Hyung… Hyung, hyung, hyung… —gemía una y otra vez al ritmo de sus embestidas.
            —Shhh… Si sigues así nos escucharán —me dijo, así que, volví a esconder mi rostro en la almohada para amortiguar con esta los sonidos que pudieran querer escapar de mi boca.

            Oía los gemidos ahogados de mi hyung a mi espalda, sentía sus manos en mi cintura, sus uñas clavándose en mi carne y su miembro en mi interior, rozando una y otra vez mi próstata, haciéndome morder la almohada. En aquellos momentos, soñaba con que él sacaba su miembro de mi recto, hacía que me girara y hacíamos el amor mirándonos intensamente a los ojos, mientras él me decía que me quería y besaba mis labios con desespero, cosa que jamás había hecho,

            Durante los casi tres años que llevábamos en aquella extraña relación nunca me había besado y, a pesar de que yo lo había intentado una y otra vez, se me había hecho imposible poder besar sus labios, por lo que eso se había convertido en mi mayor meta. Si podía besarlo algún día sería la persona más feliz del mundo.

            Fui sacado abruptamente de mis pensamientos cuando una de las manos de mi hyung agarró mi erecto miembro con fuerza y comenzó a masturbarme con rapidez, intentando que llegara al orgasmo lo más pronto posible. Gemí ahogadamente sin poder contenerme al ritmo de sus embestidas, que rozaban mi próstata, y al de su mano moviéndose sobre mi miembro. Sin poder evitarlo, me corrí manchando las sábanas de líquido blanco. Un temblor se apoderó de mi cuerpo y mi ano comenzó a contraerse una y otra vez alrededor de su pene, haciendo que pocos segundos después y tras un par de embestidas más se corriera en mi interior.

            Escuché sus jadeos, su respiración entrecortada y el sonido que hizo cuando sacó su miembro de mi recto. También escuché crujir los muelles de la cama cuando se levantó y el sonido de sus pies descalzos sobre el suelo de madera. Lo último que pude escuchar fue el ruido que hizo la puerta al cerrarse cuando él salió de la habitación.

            Me dejé caer sobre la cama, ya que seguía a cuatro patas, e intenté por todos los medios contener mis lágrimas. No podía más, no podía seguir así, no de esa manera. Cerré mis ojos y un par de lágrimas se escaparon de estos, al igual que el caliente semen que mi hyung había depositado en mi interior, salía lentamente de mi ano.



            Me levanté a la mañana siguiente, intentando ocultar lo horrible que me sentía por dentro pero, al parecer, no iba a ganarme la vida como actor porque nada más entrar en la cocina HyukJin me miró suspicaz, como si supiera exactamente qué era lo que me sucedía. Intenté sentarme lo más lejos de él y de su mirada durante el desayuno, pero no pude librarme de su persona en la furgoneta de camino a la empresa.

            —¿Problemas con MinWoo hyung? —preguntó.
            —¿Por qué piensas eso? —dije haciéndome el loco.
            —Porque sé cuál es la relación que os traéis entre manos, lo que tú quieres y lo que pasará si alguien ajeno a los miembros se entera de todo —contestó tranquilamente, como si aquello no tuviera la importancia que ambos sabíamos que tenía.
            —¿Qué es lo que sabes? —él me indicó que me acercara para poder susurrarme y que los demás miembros no nos escucharan, aunque estos se había quedado dormidos nada más sentarse.
            —Sexo como terapia para el estrés —me susurró y yo me alejé rápidamente—. Así empezamos SangHoon y yo —confesó—, ahora hemos madurado un poco y, tras hablarlo seriamente, decidimos que lo mejor para ambos y para el grupo era aceptar que lo que ambos queríamos era algo más que sexo. Así nos ahorramos problemas y malentendidos.
            —Porque los dos queríais lo mismo —murmuré cabizbajo, pensando en todas las veces que lo habíamos hecho y cómo en ninguna de ellas él se había quedado conmigo para abrazarme mientras dormíamos, ni siquiera en mi primera vez. Yo era un ser sentimental y mi hyung alguien más racional, o eso quería pensar cuando aquello sucedía.
            —Eso no puedes decirlo con seguridad —comentó.
            —¿Por qué lo dices? —pregunté curioso. HyukJin me estaba resultando una caja de sorpresas porque parecía que lo sabía todo.
            —MinWoo hyung te trata de una manera especial.
            —también trata de una manera especial a RockHyun hyung —repliqué.
            —Con él es así porque han pasado mucho juntos y son grandes amigos.
            —Pero…
            —¿Quieres un consejo?
            —La verdad es que…
            —Calla —HyukJin me tapó la boca con su mano, ahogando mi protesta—. Quien no arriesga, no gana; quien no pone todo su esfuerzo en conseguir algo nunca lo consigue. No te des por vencido y muéstrale a hyung cómo te sientes exactamente, si no lo haces él nunca lo sabrá.

            Después de decir aquello retiró su mano y me guiñó el ojo, buscando luego con la mirada a un dormido SangHoon al que le colgaba la cabeza hacia un lado, como si fuera Nick casi decapitado y sonrió de una forma encantadora.

            Miré al frente después de ver aquello, encontrándome con los ojos de MinWoo hyung mirándome fijamente. Un escalofrío recorrió mi columna bajo aquella mirada penetrante, pero intenté que no se me notara en mi cuerpo y le sonreí cálidamente. Él se giró de nuevo hacia delante y suspiré.

            Había tomado una decisión. Iba a seguir los consejos de HyukJin y lo iba a arriesgar todo por lo que pudiera surgir entre nosotros en un futuro.



            Volvíamos de la empresa cansados. Habíamos pasado el día ensayando los pasos de la nueva canción que íbamos a sacar al mercado y haciendo ejercicio para conseguir que nuestros abdominales se marcaran. Por esos motivos, habíamos salido bastante tarde del lugar y cuando entré a la furgoneta, me senté en el asiento que daba a una de las ventanas de cristales tintados y eché mi cabeza sobre esta para descansar un poco en el viaje de vuelta a casa. Con los ojos ya cerrados, sentí cómo los demás entraban en el vehículo y, cómo después de que se cerraran todas las puertas, este comenzaba a moverse; pocos segundos después, me quedaba dormido.

            Apenas habían pasado cinco minutos cuando sentí que alguien me zarandeaba y escuché que me decía que despertara. Remoloneé un poco e hice aegyo aun con los ojos cerrados para que me dejaran dormir un poco más, pero finalmente acabé siendo cargado en una espalda musculosa que desprendía un aroma que se me hacía demasiado conocido. Apreté el agarre de mis brazos y sonreí, MinWoo hyung estaba llevándome a cuestas.

            Estaba en mi propia burbuja de felicidad y solo abrí los ojos cuando sentí contra mi espalda el frío y mullido colchón. En mi campo de visión apareció mi hyung, alejándose de mí y yo alcé mi mano hacia él.

            —Hyung… —susurré.
            —Shh… Duerme, ChanYong… —se comenzó a retirar, pero lo agarré fuertemente del filo de su camiseta para que no lo hiciera.
            —No te vayas… Por favor, quédate…

            Los segundos que pasaron entre mi petición y el movimiento afirmativo de su cabeza se me hicieron eternos, pero cuando lo vi, suspiré aliviado. Le dejé hueco en mi cama y él se introdujo en esta. MinWoo hyung hizo el amago de abrazarme, pero finalmente se detuvo y me dio la espalda, por lo que fui yo quien buscó el calor de su cuerpo y lo abracé fuertemente contra mí, quedándome dormido escuchando el sonido acompasado de su respiración.



            Cuando me desperté a la mañana siguiente me sentí atrapado, no podía moverme. Abría mis ojos con lentitud y al ver el por qué no podía moverme esbocé una gran sonrisa. Mi hyung estaba durmiendo junto a mí, atrapándome entre sus brazos. Durante unos minutos me deleité observando la paz de su rostro al dormir y estuve tentado a besarlo, pero finalmente me contuve, aunque si seguía allí me sería imposible contenerme durante mucho más tiempo.

            Intenté salir de entre sus brazos sin despertarlo, pero aquello fue completamente imposible, en cuanto hice un movimiento algo más brusco él comenzó a protestar y, segundos después, sus ojos se abrían lentamente. Hice el ademán de levantarme de su cuerpo antes de que él pudiera verme bien, pero no pude hacerlo porque mi hyung apretó el agarre que mantenía en mi cintura.

            —Hyung… —suspiré.
            —Buenos días —susurró él.
            —Buenos días…
            —¿Has dormido bien? —me quedé rígido unos segundos, un poco sorprendido por la pregunta, aunque no debería estarlo porque hyung era una persona muy agradable, cuando no estaba conmigo en la cama, eso sí.
            —Mejor que nunca —murmuré a la vez que un sonrojo ascendía hasta mi rostro. Una de sus manos viajó hasta mi mejilla y la acarició con sus dedos suavemente—. ¿Hyung?
            —Llevaba mucho tiempo esperando que me pidieras que me quedara contigo —contestó—. Ahora parece que no puedo controlar mis acciones.
            —No lo…
            —Solo quiero saber una cosa —me cortó—. ¿Qué es lo que sientes por mí?
            —¿Cómo?
            —ChanYong… —susurró—. Déjame saber qué es lo que sientes por mí —durante unos momentos estuve indeciso, sin saber qué decirle, pero después recordé las palabras que me había dicho HyukJin y puse toda la carne en el asador, rezando porque no se me quemara o se me quedara cruda.
            —Siento mucho más por ti de lo que sentía en un principio —murmuré—. Creo que he comenzado a amarte, aunque eso implique cosas muy complicadas para los dos y para los demás miembros del grupo.
            —Entonces supongo que ambos sentimos lo mismo —comentó con una gran sonrisa—. Yo también he comenzado a tener esos sentimientos por ti… Creo que te amo, ChanYong.

            Mi corazón comenzó a latir agitado por su confesión. Mi hyung me amaba, me amaba como yo a él.

            —Siento haberme comportado de esta forma tan fría contigo durante todo este tiempo —susurró—. Pero no quería enamorarme de ti si tú solo pensabas en mí como alguien con quien desquitar las tensiones. No quería sufrir, pero finalmente, no pude resistirme a ti y cuando me pediste anoche que me quedara a dormir contigo fui el hombre más feliz de la Tierra. Así que… Por todo lo que te he hecho, ¿hay algo que quieras pedirme?
            —Bésame, por favor —susurré sin pensármelo y él sonrió, cortando inmediatamente la distancia que nos separaba y juntando sus labios con los míos.


            El beso fue mucho mejor de lo que había imaginado jamás, sus labios eran suaves y su lengua juguetona dentro de mi boca. Cuando nos separamos por la falta de aire lo hicimos con una sonrisa y los labios hinchados, mirándonos a los ojos con todo el cariño que durante aquellos últimos casi tres años no habíamos podido mostrarnos.

lunes, 28 de abril de 2014

Taste the Flesh

Título: Taste the Flesh
Pareja: KrisHan (Kris x LuHan) (EXO)
Clasificación: NC–17
Géneros: smut.
Número de palabras: 4.046 palabras.
Resumen:
Hold me up against the wall
Give it till I beg, give me some more
Make me bleed, I like it raw
Like it raw, raw, raw
Push up to my body, sink your teeth into my flesh
Notas: historia inspirada íntegramente en la canción Flesh – Simon Curtis. Habrá algunas líneas de la canción desperdigadas a lo largo del fic, arriba en el inglés original y abajo su traducción al español entre paréntesis.
Comentario de Autora: si esperáis encontrar amor y mierdas de esas en esta historia os habéis equivocado lugar. Sexo, sexo y sexo sin más es lo único que encontraréis aquí. Espero que os guste, pervertidas mías XD





Taste the Flesh


            Era pleno verano y hacía más calor de lo que un ser humano podía soportar. El termómetro que se encontraba colgado de la pared del salón marcaba más de cuarenta grados dentro del apartamento y, a pesar de que el ventilador giraba y giraba sus aspas, no podía mitigarse el insoportable bochorno.

            El sudor recorría el cuerpo de mi único compañero frente a la insuficiente fuente de frescor, perlando su piel, calentándome más de lo que creía que fuera posible. Aquel líquido transparente y salado que expelía por sus poros surcaba su cuello, bajando hasta sus clavículas y perdiéndose en su pecho bajo la camiseta de tirantes blanca que vestía de una forma bastante erótica.

            Tragué saliva ante aquella visión. Me estaba poniendo duro y eso no era muy recomendable. Estábamos solos, sí, pero en cualquier momento podrían regresar los demás y no podría explicar haber tenido una erección sin desvelar el motivo oculto de esta.

            Hacía tiempo que me sentía atraído sexualmente hacia YiFan. Su cuerpo estaba comenzando a moldearse y sus músculos a definirse. Mentiría si dijera que no me ponía, porque lo hacía, mucho. Y en aquellos momentos, mi excitación estaba subiendo hasta límites insospechados, mi mente comenzaba a nublarse y lo único en lo que podía pensar era en su pene dentro de mí, en sus dientes clavándose en mi carne.

            —¿Te encuentras bien, LuHan?

            Su voz grave y erótica interrumpió mis pensamientos y enfoqué mi vista en él, YiFan parecía aturdido. Seguramente me habría pescado observándolo de una forma bastante perturbadora. Intenté aparentar serenidad, pero nunca se me había dado bien la actuación, solo había que verme en la escena que grabé junto a MinSeok para el Gayo Daejun del anterior año.

            —Me encuentro bien —respondí. Mi garganta estaba seca, así que carraspeé, y la culpa podría bien haber sido tanto del ventilador como de la gota de sudor que le resbalaba en aquellos momentos por la nuez de YiFan.
            —No lo parece —apuntó él, más agudo que de costumbre.
            —Será el calor —dije, intentando restarle importancia al asunto, intentando dejar de enfocarme en sus labios cuando los movía para hablar.
            —¿Puedo hacer algo por ti? —preguntó, acercándose a mí, colocando una de sus grandes y huesudas manos sobre mi muslo, enviando una sensación de quemazón a toda la zona con la que estaba en contacto y alrededores, el fuego acerándose peligrosamente a mi entrepierna.

            Una idea loca aterrizó mi mente en aquel momento. ¿Y si…? No perdía mucho por intentarlo. Si me salía bien, obtendría lo que llevaba ansiando mucho tiempo, si por el contrario me salía mal, solo debía hacer parecer mi proposición una broma. No sería algo raro y solo sería mi forma de liberar aquello que tenía muy dentro de mí.

            —Es solo que me pones, YiFan —confesé mirándolo fijamente a los ojos, aguantando su mirada oscura y notando el cambio de expresión a una de confusión. No había rechazo, así que podía seguir—. Tengamos sexo… Solo por diversión —propuse—, hace tiempo que no podemos liberarnos como es debido con tanta carga de trabajo.

            El silencio más incómodo en el que había estado inmerso en toda mi vida fue lo que le sucedió a mi proposición. YiFan lo estaba meditando seriamente, pensando seguramente en los pros y los contras, mordiéndose el labio inferior de una forma completamente erótica que me encendía más y más. Intenté reprimir un jadeo cuando mi miembro creció dentro de mi bóxer, pero este escapó de mis labios sin mi permiso, tan bajo como un susurro, pero igualmente audible para él, que se encontraba a un par de palmos de distancia.

            Sus ojos oscuros se quedaron fijos en los míos unos instantes y un brillo que nunca antes había presenciado de su parte se instaló en ellos, dándome a entender que había desatado su deseo por mi cuerpo.

            —¿Por qué no? —dijo finalmente—. Es solo por diversión.


This is just my way of unleashing the feelings deep inside of me
We can get a little crazy just for fun, just for fun
(Esta es solo mi manera de liberar los sentimientos muy dentro de mí
Podemos volvernos un poco locos solo por diversión, solo por diversión)


            Su habitación fue la elegida para llevar a cabo aquel acto que llevaba tanto tiempo esperando, la cama era la más grande de todas las de aquel apartamento y en ella estaríamos más cómodos que en ninguna otra. Después de entrar, cerré la puerta con el pestillo para que no pudiera ser abierta desde fuera en caso de que los demás regresaran antes de que hubiéramos acabado.

            Caminé hacia él, que estaba en el centro de la pequeña habitación, quedándome a menos de un metro de distancia de su cuerpo. Alcé la cabeza para poder mirarlo a los ojos, ya que su metro noventa me dificultaba hacerlo correctamente, y esbocé una sonrisa pícara al notar cómo aún seguía ahí su deseo. No lo pensé más y me dejé llevar por lo que el calor de mi cuerpo me dictaba.

            Llevé mi mano derecha a su nuca y lo tomé por esta firmemente, tirando de su cabeza hacia abajo, a la vez que yo me ponía de puntillas para poder tomar sus rosados labios con fuerza, con hambre, con gula, mordiendo, succionando, lamiendo todo a mi paso, chocando contra sus dientes en varias ocasiones por la precipitación y sonriendo triunfal cuando su cálida lengua se enredó con la mía, dentro de su boca y fuera de esta.

            Sabía a café, al café helado que se había preparado hacía unas horas, cuando el calor del mediodía se había hecho demasiado insoportable, pero también sabía a promesa de un buen sexo y solo me separé de él para tomar bruscamente el aire que me había estado siendo arrebatado. Lo miré a los ojos con un deseo implacable y tomé su mano derecha con la mía para llevarla hasta mi entrepierna y hacer que apretara mi miembro con fuerza. Un gemido escapó de mis labios y la bestia hambrienta de sexo que parecía latir en su interior asomó a sus ojos.

            —No te contengas —susurré en su oído roncamente y su mano apretó mi erección fuertemente, sacándome otro jadeo—. Déjalo salir todo.


Don't even try to hold it back
Just let go
(No trates de detenerlo
Solo déjalo ir)


            Sus labios chocando contra los míos una y otra vez, sus manos abrazando mi espalda, arañándola, bajando poco a poco hacia mi trasero, apretándolo fuertemente y masajeando mis cachetes. Sus grandes manos eran un pecado, haciéndome fantasear sobre el placer que podrían proporcionarme en otra parte mucho más sensible de mi cuerpo.

            Jadeé, aquellas manos iban a ser mi perdición.

            Un empujón en mi trasero me hizo envolver mis piernas alrededor de su cintura, sujetándome fuertemente con ellas, aprovechando las horas que había pasado en mi vida ejercitando mis músculos con el fútbol y el baile para aferrarme a su cuerpo como si no hubiera mañana, mordiendo sus labios. Nuestros miembros se rozaron a través de la tela y gemimos por el placer que nos había proporcionado aquel contacto. A pesar de que no hacía falta que él me sujetara, oprimió mi cuerpo entre sus brazos, recorriendo salvajemente mi cuello con su boca, volviendo luego a maltratar mis labios, ya hinchados y rojos, al igual que los suyos.

            Me gustaba que fuera así de salvaje, me gustaba demasiado cuando sus dientes rozaban la piel de mi cuello, haciéndome pedir más.

            —Muérdeme —jadeé.
            —Dejaré marca y las fans parecen tener un radar para los chupetones —replicó.
            —El maquillaje hace milagros —murmuré, dejando expuesto mi cuello para que no se contuviera—. Muérdeme.

            No tuve que esperar mucho tiempo para sentir sus dientes hundiéndose en mi carne, colmándome de placer. Me encantaba que me mordieran mientras tenía sexo, me excitaba.

            —Más —supliqué.

            Sus dientes se hundieron de nuevo en mi cuello, la piel fina de este cediendo ante la presión de su fuerte mandíbula, haciéndome sangrar. Sangre. Me encantaba que todos los juegos acabaran así, salvajemente con sangre.

            No pude seguir aguantándome sujeto a su cintura por el placer, así que acabé con los pies en el suelo de nuevo, tambaleándome un poco porque me temblaban las piernas, pero me dejé caer sobre su cuerpo, mi boca chocando contra su clavícula y aprovechando aquello para morder aquel lugar. Su piel estaba salada por el sudor que la había estado recorriendo durante todo el día. Llevé mis manos al filo de su camiseta y comencé a subirla para dejar al descubierto su abdomen, aquel que había estado trabajando en los últimos meses y que me ponía a cien.

            La camiseta salió volando de su cuerpo, pero antes de que pudiera observarlo como era debido, él se apretó contra mi cuerpo de nuevo y tomó mis labios, mordiendo a su antojo y cada vez más fuerte. Sabía que YiFan iba a satisfacer todos mis deseos, era todo lo que necesitaba para calmar mi sed de sexo duro.


Push up to my body, sink your teeth into my flesh
Get undressed, ta-taste the flesh
Bite into me harder, sink your teeth into my flesh
(Oprime mi cuerpo, hunde tus dientes en mi carne
Desnúdate, prue-prueba la carne
Muérdeme más fuerte, hunde tus dientes en mi carne)


            Nos separamos de nuevo, lo justo para que mi camiseta fuera retirada de mi cuerpo y se perdiera en el suelo o sobre alguno de los muebles de la habitación. Las miradas mutuas de deseo eran mejor y decían mucho más que las palabras que pudieran querer salir de nuestros hinchados labios. Recorrí de arriba abajo su cuerpo con mis ojos, deteniéndome quizás algo más en el bulto que sobresalía en su entrepierna.

            Aquella visión me encendió más de lo que ya estaba, poniéndome ansioso, además, por poder tener aquel falo dentro de mi cuerpo.

            YiFan se adelantó un paso, quedando su cuerpo junto al mío de nuevo, haciéndome sentir el calor que este irradiaba y, a pesar de que tanto calor no podía ser demasiado bueno, a mí me gustaba, porque calor con calor se ajustaban a la perfección. Sin ningún rasgo de pudor, llevó su mano a mi entrepierna y comenzó a masturbar mi pene por encima de los pantalones vaqueros que llevaba, tal y como lo había instado yo a hacer algunos minutos antes. Un gemido gutural escapó de mi garganta, mucho más grave de lo que estaba acostumbrado, pero eso solo podía significar una cosa: estaba sintiendo mucho más placer del que había recibido nunca. Definitivamente, sus grandes manos eran lo que más me gustaba de él.

            De un momento a otro, detuvo su movimiento, dejándome a medias, a punto de estallar. Lo miré suplicante por más y él me dedicó una sonrisa de suficiencia. Con una maestría implacable, desabrochó mis pantalones y los hizo caer hasta mis tobillos en apenas unos segundos y, antes de que me diera cuenta de lo que había hecho, ya me hallaba completamente desnudo ante él.

            Sin decir una palabra, YiFan tomó mi miembro con su mano derecha y mis testículos con la izquierda y comenzó a masturbarme, cada vez más y más rápido. El contacto piel con piel se sentía de maravilla, sus dedos ásperos sobre la sensible piel de mi pene eran demasiado para mí. No podía dejar de gemir y las piernas, poco a poco comenzaron a fallarme. Coloqué mi cabeza en su hombro y me sujeté de aquella forma bastante precaria para no caer al suelo presa del placer que se estaba acumulando en mi bajo vientre y que no tardaría en estallar, llevándome a uno de los orgasmos más exquisitos que había tenido a lo largo de los años en mis experiencias sexuales.

            Gemí su nombre en medio del éxtasis y me abracé a su cuerpo fuertemente, intentando normalizar mi respiración y los rápidos latidos de mi corazón. Sin embargo, hasta un par de minutos más tarde no pude conseguirlo.

            —Ahora te toca a ti recibir mis atenciones —murmuré en su oído, bajando la cremallera del pantalón que vestía a la velocidad de la luz. Le iba a devolver el orgasmo que me había proporcionado de la mejor manera que sabía, con mi boca.


Tie me up and take me over till you're done
Till I'm done
You've got me fiendin' and I'm ready to blow
(Átame y tómame hasta que acabes
Hasta que acabe
Me tienes loco de deseo y estoy a punto de explotar)


            —Lu… Han… —mi nombre pronunciado como un gemido entrecortado fue el único aviso que recibí por su parte para que me apartara justo antes de que se corriera y, aunque lo hice, no fui lo suficientemente rápido.

            Algunas gotas de su semen cayeron sobre mi rostro y YiFan, a pesar del estado de placer y éxtasis en el que se encontraba, se apresuró a llevar su mano a mi rostro y retirar cualquier rastro de aquel líquido. Aquella acción me dejó algo desconcertado, ya que no estaba acostumbrado a aquel trato, tan salvaje y a la vez tan cuidado, normalmente mis amantes eran mucho más desconsiderados conmigo y no les importaba que mi cuerpo acabara lleno de semen.

            —Lo siento —susurró.
            —No lo sientas —dije, levantándome del suelo en el que había estado de rodillas para hacer mi trabajo mucho mejor y con comodidad.

            Mientras YiFan se follaba mi boca, me había estado masturbando a mí mismo y ahora volvía a tener mi miembro erecto de nuevo y listo para ser acariciado una vez más por las ásperas, huesudas y grandes manos de YiFan. Además, el momento álgido estaba por llegar, dentro de poco podría sentir en mi recto su falo, penetrándome una y otra vez salvajemente, haciéndome sangrar, duro, como a mí me gustaba.

            —¿Pasamos a la segunda parte? —pregunté pícaro, alzándome sobre los dedos de mis pies para besarlo de nuevo, introduciendo mi lengua en su boca de una forma bastante demandante, buscando más y más contacto hasta que me quedé sin aire por culpa de aquellos labios.
            —Inmediatamente —me contestó.

            La bestia que rugía en su interior salió de nuevo y me tomó del brazo, haciendo que me girara y empotrándome contra la pared del dormitorio, de cara a esta, dejando mi trasero completamente expuesto ante él, en una posición de sumisión que me hacía excitarme más y más.

            YiFan comenzó a besar mi nuca y a morderla, al principio suavemente, pero después más y más fuerte. Después, sus labios y dientes fueron bajando a lo largo de mi columna vertebral, haciéndome estremecer. Sus manos en mi cintura y rozando de vez en cuando mi miembro me hacían volverme loco de placer y no podía espera más a tener su pene dentro de mí.

            —¡Ya! —supliqué desesperado por más—. ¡Métemela ya! —escuché su risa a mi espalda y supe que aquello le había encantado. Le gustaba que le suplicara por más.
            —Iré a por el lubricante —dijo, retirándose de mi cuerpo, pero yo me giré a tiempo y lo detuve, agarrándolo por la muñeca.
            —No —repliqué—. Nada de preparación, nada de lubricante, nada de ser cuidadoso conmigo. No me voy a romper y… Me gusta duro —el brillo salvaje de su mirada me dio a entender que lo había captado todo a la perfección y que iba a concederme el placer de darme lo más duro que pudiera.

            —Date la vuelta, entonces —sonreí complacido y me coloqué de cara a la pared, abriendo mis piernas para que él pudiera meter su pene en mi ano con más facilidad y sin ningún obstáculo, aunque no debería encontrar muchos ya que estaba acostumbrado a la penetración y sin ningún tipo de preparación previa.

            Sentí sus grandes manos en mi trasero, jugando con mis glúteos, separándolos y juntándolos a placer, estirando y contrayendo mi entrada hasta que, finalmente, la estiró todo lo que pudo e internó la punta de su miembro en mi recto. Gemí al sentir la intrusión y grité cuando él siguió entrando con algo de dificultad, desgarrándome por dentro, haciéndome sangrar, haciéndome estar en el paraíso.

            Inmediatamente y, sin dejar que mi cuerpo se acostumbrara a su tamaño, nada despreciable, todo había que decirlo, comenzó a moverse, embistiendo lentamente al principio, entrando y saliendo casi por completo de mí; pero después, más rápido, agarrándose a mis caderas para hacer más fuerte el movimiento, embistiéndome una y otra vez de una forma frenética que nos hacía a ambos gemir por más, por mucho más.


Hold me up against the wall
Give it till I beg, give me some more
Make me bleed, I like it raw
Like it raw, raw, raw
(Detenme contra la pared
Dame hasta que suplique, dame algo más
Hazme sangrar, me gusta duro
Me gusta duro, duro, duro)


            Los gemidos de ambos debían estar escuchándose por todo el piso, pero a ninguno nos importaba, sentir más y más placer era lo único para nosotros en aquel momento. Las manos de YiFan ahora se encontraban envolviendo mi pecho, arañándome este cada vez que apretaba mi recto alrededor de su miembro para darle mayor placer. Sus labios en mi oreja, mordisqueándola y gimiendo contra esta roncamente, estremeciéndome al escuchar su erótica voz directamente en mi oído.

            Repentinamente, YiFan sacó su miembro de mi interior y me hizo separarme de la pared utilizando la fuerza que había ido adquiriendo en el gimnasio durante los anteriores meses. Me guio hacia su cama y me tiró bruscamente sobre ella, después, se subió a esta y levantó mis caderas para meter su pene de nuevo y seguir embistiéndome una y otra vez, haciéndome morir de placer y llorar como nunca antes lo había hecho. Porque aquello era demasiado, incluso para mí.

            —Lu… —comenzó en cuanto oyó mi llanto, deteniendo todo movimiento.
            —No te detengas, no te preocupes por mí —dije contra la almohada—. No lloro porque me hagas daño, lloro porque me gusta demasiado —sin embargo, aunque le había dicho aquello, él seguí sin moverse—. ¡Joder! ¡Fóllame, YiFan!
           
           Al parecer, aquel grito lo hizo reaccionar de nuevo y comenzó a penetrarme una y otra vez, rápido, muy rápido. Mis gemidos de placer y de llanto quedaron aplacados por la almohada, pero yo podía escuchar perfectamente su erótica voz gimiendo detrás de mí.

            YiFan llevó una de las manos que sujetaban mis caderas a mi miembro y comenzó a masturbarme de nuevo incrementando el placer que sentía ya desde el principio, sumándole también ahora que su miembro rozaba de vez en cuando contra mi próstata. Si seguía así, no tardaría mucho más en correrme y así se lo hice saber.

            —Me… Me corro… —jadeé, sintiendo cómo se acumulaba el fuego en mi interior.
            —Todavía no —detuvo el movimiento de su mano sobre mi pene y apretó la punta de este fuertemente para que no pudiera correrme, mientras seguía embistiéndome, ahora a conciencia, una y otra vez en mi próstata.

            Estaba a punto de correrme, quería liberarme, llegar al orgasmo y apretar una y otra vez deliciosamente el miembro de YiFan en mi recto para hacerlo llegar después; pero no me dejaba y dolía, dolía mucho y me gustaba. Quería que apartara su mano y a la vez no lo quería. Iba a perder la cabeza si seguía de aquel modo.


Hold my hands above my head
And push my face into the bed
Cause I'm a screamer baby, make me a mute
(Sujeta mis manos sobre mi cabeza
Y empuja mi rostro hacia la cama
Porque soy un bebé llorón, hazme mudo)


            YiFan dejó de penetrarme, sacó su miembro de nuevo de mí y esta vez me giró, quedando por primera vez cara a él. El sudor le resbalaba por la frente y el flequillo le goteaba, empapado de este líquido salado. Sus oscuros ojos estaban fijos en mí, rayando lo obsceno y aquello me encantaba. Levanté un poco la parte superior de mi cuerpo, enrollando mis brazos alrededor de su cuello para besarlo salvajemente, mordiéndolo de nuevo y haciéndonos gemir dentro del beso, por las profundas caricias de nuestras lenguas.

            Comenzamos a rodar sobre la cama, de un lado a otro, a veces quedando yo arriba y otras veces, las que más, debajo; hasta que acabamos en el suelo, sobre la alfombra y riéndonos como locos, YiFan apretando mi pene entre nuestros vientres, haciéndome gemir. La salvaje mirada de me dedicó, me encendió aún más si era posible y me sentía a punto de explotar desde que él había imposibilitado mi orgasmo.

            —Más —le susurré—. Mucho más.

            Y YiFan no se hizo esperar. Introdujo de nuevo su miembro en mi recto, embistiéndome rápidamente, una y otra vez, dando en mi próstata y haciendo que mi polla se rozara, con cada movimiento que hacía, con su estómago. Sentía que iba a enloquecer, sus acciones eran demasiado para mí, demasiado buenas, demasiado dolorosas y sus ojos demasiado penetrantes, tanto, que no podía apartar mi mirada de ellos, aunque mi vista se iba nublando por momentos.

            Con un par de embestidas más contra mi próstata me hizo llegar al clímax y tener un orgasmo que recordaría durante toda mi vida. Arqueé mi espalda, me agarré a la alfombra con mis manos fuertemente, doblé los dedos de los pies por el placer y eyaculé entre ambos, comenzando a temblar y a contraer una y otra vez mi entrada, oprimiendo el miembro de YiFan, que no tardó mucho más en correrse en mi interior, gimiendo mi nombre con la voz más erótica que había escuchado en toda mi vida. Cayó sobre mi cuerpo, aunque intentando no aplastarme ya que no podría soportarlo, con la respiración entrecortada.

            Sacó su miembro, ahora flácido, de mi interior y poco a poco, comenzó a derramarse su semen. En cualquier otro momento, con cualquier otra persona, me habría molestado que se corriera dentro de mí, pero a YiFan se lo perdonaba, por darme el mejor sexo que había tenido en toda mi vida.


Hold me down and make me scream
Lay me on the floor
Turn me on and take me out
Make me beg for more
(Mantenme debajo y hazme gritar
Acuéstame en el suelo
Enciéndeme y sácame de aquí
Hazme suplicar por más)


            Cuando salimos de la habitación, después de ducharnos y adecentar el lugar un poco porque YiFan no era el único que dormía allí, pudimos comprobar que ninguno de nuestros gritos había podido ser escuchado por los demás, ya que todavía no habían regresado a casa. Aquel paseo por la ciudad en el que estaban parecía que se había alargado bastante.

            Avanzando con cuidado y con la espalda baja algo adolorida, conseguí llegar hasta el sofá, en el que me tendí cuan largo era, bocabajo. YiFan se sentó en el suelo, dejando caer su cabeza contra el sofá, muy cerca de la mía y encendió el ventilador y la televisión, buscando con el mando algún canal que emitiera un programa con el que hacer la espera por los cuatro miembros que faltaban más entretenida.

            El cabello mojado de YiFan olía a lavanda, así que no pude evitar aspirar aquel olor y jugar con algunos mechones, enredándolos en mis dedos. Parecía todo muy natural después de habernos acostado de aquella forma tan salvaje y me gustaba, me gustaba mucho, casi tanto como sentir sus dientes hundiéndose en mi carne.

           —YiFan… —susurré, captando su atención—. Lo de hace un momento… No estaría mal repetirlo, ¿verdad?
            —No lo estaría —comentó—. No estaría nada mal.