Sea Of Love
Capítulo 1
El Inicio de Todo
Acababan de dar las vacaciones de verano y
mi familia y yo ya estábamos montados en el jet privado que nos llevaría a
aquella isla de arenas blancas y aguas cristalinas en medio del Pacífico.
Alejada de cualquier lujo y a varias horas en avión de cualquier lugar
civilizado. Ese iba a ser mi tormento durante los tres meses de verano, o eso
pensaba en ese momento, porque jamás creí que esos meses en aquel lugar, iban a
ser los mejores de mi vida.
Llegamos a la isla y me bajé del jet
enfurruñado, con mis padres, con mi vida, con mi suerte, con la maldita idea de
mis padres de pasar un verano tranquilo, sin más tecnología que un móvil que
sólo serviría para hacer llamadas, para así poder desconectar de todo. Eso iba
a ser un gran Infierno.
Bajé del jet con mi madre como loca mirando
a todas partes con los ojos como platos, encantada por la belleza de aquel
lugar, y con mi padre hablando con unos cuantos de chicos que había por el
lugar, para darle cuatro duros por llevar nuestro equipaje hasta las casas al
filo de la playa que habían alquilado para todo el verano, pero yo no veía
nada, sólo veía mi propio mundo. Hasta que un chico muy alto, se plantó frente
a mí y no tuve más opción que alzar mi cabeza para mirarlo. Era un chico moreno
y tenía una gran sonrisa plantada en la cara.
-¿Me dejas tus maletas?- preguntó.
-No hace falta- murmuré e intenté seguir mi
camino.
-Tu padre me ha pagado por llevarlas.
-¿Y?
-¿No te importa tirar ese dinero por nada?
-No- el chico se plantó frente a mí de nuevo
con esa sonrisa.
-Por favor- dijo- eso se ve muy pesado, con
esos bracitos delgados no creo ni que llegues a la puerta de la casa- eso hirió
mi orgullo y agarré mis maletas con una fuerza sacada de no sé dónde, para
después dirigirme a la casita que mis padres habían alquilado solo para mí.
-Yo puedo- fue lo único que dije.
Entré a lo que sería mi hogar por esos tres
horribles meses y donde pasaría la mayor parte de mi tiempo, ya que no pensaba
salir de aquel lugar ni a que me diera un poco el aire. Aquel sería mi refugio,
mi escondite, mi lugar en aquel sitio al que no pertenecía, y al que tampoco
quería pertenecer.
Deshice mi maleta y comencé a guardar toda
mi ropa en el armarito de madera, también, me di una vuelta por la pequeña
casa, para descubrir que tenía una habitación con una cama nada más entrar, una
pequeña cocina y un baño aún más pequeño, pero equipado con todo. No estaba muy
mal, después de todo.
Me hice algo de comer con lo que pillé por
la cocina, y luego, tras recogerlo todo, me tumbé en la cama. Allí pasé los
tres primeros días, sin moverme nada más que para ir al baño o a comer, pasando
de mi madre que me decía que saliera fuera y de mi padre que amenazaba con
sacarme de las orejas.
-oooOOOooo-
-Pero qué borde, madre mía- murmuré- no me
vuelvo a acercar a ese tío ni por la cantidad de dinero con más ceros que se te
ocurra.
-La verdad es que sí, era un poco borde-
dijo mi amigo- en cambio, su madre, un encanto.
-No me lo refriegues, JongIn- me pasé las
manos por el pelo, llenándomelo de arena, pero no importaba, me iba a meter en
el agua poco después.
-Venga, ChanYeol, que la vida es corta y
nosotros ya nos estamos haciendo viejos.
-¿Y eso qué tiene que ver?- pregunté sin
entender. Luego me llamaban a mí loco, pero éste tampoco estaba muy bien que
digamos.
-Pues… no lo sé…- se encogió de hombros con
una sonrisa- pero lo que te quería decir era que dejaras de preocuparte por
eso, que no tiene importancia y ya.
-Ah, bueno, tenías que haber empezado por
ahí…- dije al comprenderlo- y tranquilo, esto se me pasa en cuanto me vaya un
rato al mar.
-Te hecho una carrera hasta la barrera-
propuso levantándose de la arena.
-No me ganarás- me levanté y ambos salimos
corriendo.
Nos quitamos las camisetas justo antes de
que nuestros pies rozaran el agua y las tiramos a la playa, antes de
zambullirnos en el agua clara y comenzar a nadar como locos, sorteando
bañistas, motos acuáticas y un montón de cosas más hasta llegar a la barrera,
que separaba el mar interior y paradisiaco del mar abierto en el que te podías
encontrar con más de algún peligro, pero allí era donde nos gustaba estar a los
dos, vivir al límite, como diría JongIn.
Estuvimos toda la tarde por allí, nadando y
haciendo un poco el gilipollas, hasta que el sol comenzó a ponerse y tuvimos
que volver, había que ayudar a preparar la maldita fiesta de bienvenida para la
familia del niñato borde que había llegado hoy. Maldita mi suerte por ser el
hijo de los dueños de aquel complejo hotelero, por lo menos el de aquella isla.
Volvimos haciendo otra carrera, que volví a ganar, por cierto, como la vez
anterior, puesto que tenía los brazos y las piernas más largas que JongIn y
daba las brazadas más grandes.
Llegamos a la playa y recogimos nuestras
camisetas olvidadas, riendo, para luego dirigirnos hacia el hotel central,
donde estaban las oficinas y las habitaciones de los empleados y también donde
se organizaban las fiestas. Cuando llegamos, corriendo, mi madre nos echó una
mirada de espanto al vernos, y fue hacia nosotros para regañarnos y obligarnos
a cambiarnos.
-¿Pero cómo venís así?- dijo- ahora mismo os
vais a la ducha, os adecentáis un poco y os ponéis la ropa que os tengo
preparada.
-Pero mamá…- comencé a protestar.
-Ni peros, ni peras, ahora mismo a vuestra
habitación a cambiaros, os quiero aquí en media hora.
-Señora Park… denos aunque sea 45 minutos- dijo
JongIn intentando convencerla, poniendo carita de pena y haciendo un poco de
aegyo encubierto.
-No me seas zalamero, Kim, y ahora mismito
os vais- agachamos nuestra cabeza y nos dinos la vuelta lentamente- en media
hora aquí, así que corred- nos ordenó muy poco amable, y ambos salimos
corriendo como el viento, a la habitación que compartíamos en aquel lugar.
JongIn también estaba como yo allí, sus
padres eran unos de los empleados, y desde pequeños, nos habíamos llevado bien,
por lo que desde hacía unos pocos años, compartíamos una habitación, algo
alejada dentro del complejo para empleados, para poder hacer lo que nos diera
la gana sin molestar a nadie. La de fiestas que nos montábamos cada vez que
podíamos, nosotros solos o con otros de los adolescentes que por allí
pululaban, ya fueran clientes o niños de los empleados.
Entramos a nuestra casita y vimos la ropa
que nos teníamos que poner, cada una en la cama del propietario. Ambos pusimos
mala cara, era algo demasiado arreglado, aunque eran unos vaqueros finos y unas
camisetas, más arregladas de lo que normalmente solíamos llevar, ya que
andábamos todos los días con camisetas roídas y bañadores.
-¿Y ahora qué hacemos?- pregunté- ¿cómo lo
hacemos para tardar menos de media hora?
-Nos
bañamos juntos.
-Pues...
-Bah... tampoco veré nada que ya no haya
visto...
-Ok, pero luego no te quejes.
Salimos corriendo hacia el baño tras coger
cada uno su toalla. Abrí el grifo de la ducha para que comenzara a caer el agua
hasta que saliera más caliente. Nos desnudamos y luego nos metimos en la
pequeña ducha y cogí la alcachofa para comenzar a mojarnos. Mojé a JongIn de arriba
a abajo y luego, mientras él se enjabonaba, fue mi turno de mojarme, después de
esto, comencé a enjabonarme y al girarme vi la espalda de mi amigo.
-Lávame la espalda, que no llego...
-Ok...
Comencé a pasarle la esponja por la espalda
y luego me gire para que el hiciera lo mismo conmigo. Note la esponja sobre mi
espalda y luego sus brazos alrededor de mi cintura.
-Venga, enjuaga.
Cogí de nuevo la alcachofa y nos enjuague a
ambos. Después, salimos de la ducha y nos secamos rápidamente. Volvimos a la
habitación, desnudos y nos pusimos cada uno nuestra ropa. JongIn volvió al baño
mientras yo buscaba mis chanclas y cuando las encontré, el regresó con su pelo
lleno de gomina.
-Nos quedan 5 minutos...
-Corre como el viento, JongIn.
Salimos corriendo de la casa y atravesamos
el pequeño bosque de nuevo para volver al lugar de la fiesta justo cuando se
acababan los 30 minutos que nos había dado de margen mi madre.
Nos pasamos bastante rato ayudando a
organizar las cosas, yendo de un lado a otro, hasta que comenzó la fiesta. Nos
lo pasamos genial, porque éramos unos fiesteros sin remedio, pero lo mejor de
todo, fue que después de arreglar todo aquello para los recién llegados, el
niñato borde ese ni se presentó.
No recuerdo mucho más que estar con JongIn
bailando, cantando y haciendo el gilipollas, y después, despertarme en mi cama
con el cuerpo de JongIn entre mis brazos.
-oooOOOooo-
-Ese niño me está poniendo de los nervios-
dijo mi esposa- no quiere salir de aquella casa, ni siquiera vino ayer a la
fiesta que hicieron los del hotel para los nuevo inquilinos, o sea, nosotros.
-Ya, cariño- contesté- pero… ¿qué quieres
que haga?
-Sácalo de allí.
-oooOOOooo-
-Tío, estoy reventado- murmuré dejándome
caer en la arena de la playa.
-Te haces mayor- contestó mi amigo
poniéndome una mano en mi hombro.
-No me hago mayor, pero es que me duele todo
el cuerpo…
-Eso es de la edad, que ya le va afectando a
tus huesos- se burló.
-¡JongIn!- protesté.
-¿Qué?- dijo él- si no estoy haciendo nada
malo…
-Vete a la mierda- murmuré y él pasó su
brazo por mis hombros apretándome contra sí.
-Ya estoy en ella.
-Deja de ser crío- le quité el brazo y luego
le pegué en este un golpe.
Me miró mal y yo comencé a reírme, para a
los pocos segundos él seguirme y acabar riéndonos como un par de locos sin
remedio. Paramos de reír poco después, cuando comenzamos a quedarnos sin aire
nos dolieron los músculos del abdomen. Nos quedamos un rato en silencio, raro
en nosotros, que no parábamos de cascar ni debajo del agua, mirando al mar,
viendo como los turistas hacían el gilipollas.
De repente, una figura masculina nos ocultó
esta visión “tan entretenida” poniéndose
ante nosotros. Alcé la cabeza y descubrí que aquel hombre era el mismo que el
día anterior por la mañana me había pagado por llevar las maletas de su borde
hijo y al que por la noche le habíamos hecho aquella fiesta de bienvenida a la
isla.
-¿Qué desea, señor?- pregunté.
-¿Te importaría hacerme un favor a cambio de
dinero?
-No pienso dejar que te beneficies a mi
amigo por mucho dinero que tenga, señor- contestó JongIn mirando mal al hombre,
que se quedó en estado de shock.
-¿¡Qué!? ¿Cómo puedes pensar eso?- dijo el
hombre abochornado- yo no quería decir eso.
-Entonces, ¿qué es lo que necesita?-
pregunté yo acallando la respuesta sarcástica de mi amigo.
-Pues… necesito que alguien vaya a la casa
de mi hijo, que lo saque de allí y que sea amable con él para que deje de estar
encerrado- contestó el señor. Un momento, ¿me estaba pidiendo que hiciera
aquello? ¿Precisamente a mí?- ya les he preguntado a varios chicos de por aquí
y todos me dicen que tienen cosas mejores que hacer- normal, a nadie le
gustaría tener que hacer lo que ese hombre proponía y cualquier cosa era mejor
que aquello- ya no sé qué más hacer, ya he intentado mil veces que salga de
allí, pero ni caso, y estas vacaciones eran para que disfrutara de todo esto, y
pudiera, además, tener por fin algún amigo- no me extrañaba para nada que ese
sieso no tuviera amigos, pero justo eso fue lo que me hizo algo, ¿cómo una
persona no podía tener amigos? Debe tener una existencia horrible.
-Yo… intentaré… ayudarlo- acabé diciendo
casi sin ser consciente.
-Muchísimas gracias- el hombre me apretó las
manos agradecido y con una gran sonrisa- de verdad, muchas gracias- y se fue
del lugar dejándonos solos de nuevo.
-Definitivamente tú eres gilipollas- dijo
JongIn- ¿cómo se te ocurre aceptar eso?
-No tiene amigos- contesté simplemente.
-¿Y?- preguntó sin entender- odias a ese
niñato gilipollas por ser un borde- dijo intentando hacerme entrar en razón-
¿por qué lo haces? Porque yo sé claramente que no es por la pasta.
-Todo el mundo debería tener un amigo.
-Pero tú ya tienes un amigo- se señaló a sí
mismo.
-Venga JongIn- dije- lo intentaré durante
una semana, si él no me hace caso, lo dejo.
-¿De verdad?- preguntó y yo asentí con la
cabeza- prométemelo- pidió.
-No seas crío…
-No soy crío- contestó indignado- pero
prométemelo- suspiré cansado, pero luego opté por hacerle caso, no podría
aguantar a un JongIn pesado durante quién sabe cuánto tiempo.
-Está bien, lo prometo.
-oooOOOooo-
Era la tarde de mi tercer día en aquel
aburrido lugar. Estaba tumbado en la cama, sin hacer nada, suspirando y
maldiciéndome interior y externamente de mi mala suerte por tener que haber
venido a esta isla que nada me iba a solucionar. Todo en el interior de la casa
estaba tranquilo, fuera, la gente jugaba, reía, paseaba, y, en definitiva, me
molestaba, perturbando mi paz. Pero lo que más perturbó mi paz fue el sonido de
una ventana romperse justo antes de llevarme el balonazo de mi vida en toda la
frente.
-Auch- me quejé tocándome la frente con una
mueca de dolor en la cara. Me giré y pude ver el balón en el suelo, cerca de la
cama. Hice un puchero y me incorporé un poco, quitándome la mano de la frente y
descubriendo un poco de sangre, seguramente la pelota vendría con algún
cristal. Suspiré y me levanté de la cama para ver quien había sido la persona
que había tirado ese balón. Me sobresalté cuando al llegar a la ventana para
asomarme, apareció un rostro muy cerca de mí con una sonrisa enorme- ¡AAHHHH!-
grité y me separé de la ventana bruscamente, tropezándome con el balón y
cayendo al suelo de culo.
-Tan feo no soy, ¿no?- escuché decir a una
voz y alcé mi cabeza para ver cómo el chico se colaba por la ventana rota,
arañándose la camiseta en el proceso y luego se acercaba a mí- lo siento mucho,
el balón tuvo una trayectoria que no era la que esperaba.
-Ah… ¿qué has sido tú?- dije con una mala
leche impresionante y de repente recordé que este había sido el mismo chico que
el primer día intentó coger mis maletas. Fruncí el ceño y me quejé un poco por
el dolor que me producía la herida de la frente. La sonrisa del chico se borró
y su mirada se dirigió hacia ese lugar.
-Lo siento, lo siento, lo siento muchísimo…-
se disculpó una y mil veces- voy ahora mismo a curarte…- se levantó de mi lado
y se dirigió a cualquier sitio de la casa, para a los pocos segundos, volver
con un botiquín y ponerse frente a mí.
-¿Qué haces?- pregunté cuando ya casi tenía
sus manos sobre mí y se las aparté.
-Curarte, ¿no es obvio?- dijo sin entender
mi reacción, yo tampoco la entendía, pero que pusiera sus manos sobre mí me
ponía nervioso- a ver, déjame hacerlo, después de todo es mi culpa- dijo algo
avergonzado- así que… es lo mínimo que puedo hacer- lo miré fijamente durante
un buen rato, hasta que asentí levemente y la cara de tristeza que había
puesto, se convirtió en una alegre- prometo ser cuidadoso.
Tras decir esto, volvió a intentar curarme y
yo dejé que lo hiciera, pero nada más me tocó el algodón empapado en agua
oxigenada para desinfectar, me quejé y le volví la cara. Él me agarró del
mentón suavemente para volver a girarme hacia él y acercó mi frente a sus
labios para soplar a la herida y que no me escociera. Mi corazón en ese momento
comenzó a latir desenfrenadamente e intenté alejarme, pero él no me dejó
hacerlo, sujetándome firmemente, sin hacerme daño y siguió soplando. Cuando se
alejó de mí, sentí cómo el calor y el color inundaban mis mejillas. Agaché mi
cabeza para esconder mi sonrojo, haciendo que mi flequillo lo tapara.
-Gracias…- murmuré, sin poder creerme que
esas palabras salieran de mi boca, puesto que en primer lugar, él fue el que me
tiró el balón, por lo que no debía ni agradecerle, él sólo me había compensado
por la herida, curándola.
-No me lo agradezcas- dijo y yo alcé un poco
mi cabeza, para ver cómo él se sonrojaba y se rascaba detrás de la cabeza,
visiblemente, avergonzado- yo sólo hice lo que debía hacer.
-Pues si ya lo has hecho… vete- dije. Fui
algo brusco, pero su presencia allí me estaba tanto incomodando como
perturbando y yo sólo quería estar solo.
-Yo… quiero compensarte- murmuró mientras se
levantaba algo deprimido y se alejaba de mí- mañana volveré- salió por la
puerta y cerró. Yo deseé que no volviera, deseé que no lo hiciera.
-oooOOOooo-
-Ya van 1/5- me dijo JongIn nada más salir
de la casa- sólo te quedan cuatro oportunidades más para hacerlo salir de ese
lugar.
-Ya lo sé, ya lo sé- me senté en la arena a
su lado y suspiré.
-¿Qué te pasa, ChanYeol?- me preguntó.
-No lo sé…- murmuré. Tenía un gran lío
mental. Había lanzado la pelota hacia allá sólo para tener dos oportunidades
para sacarlo de aquel lugar, por la pasta, vamos, pero nada más entrar allí y
verlo herido, tan indefenso, tan pequeño, tan adorable aunque tuviera esa
personalidad. Volví a suspirar.
-Tío, con tanto suspiro vas a llenar el aire
de CO2 y nos vas a matar a todos- bromeó JongIn, pero yo no tenía ganas de
bromas, mi corazón latía rápidamente con sólo recordar su rostro.
-¿Es normal… que pienses de un chico… que es
adorable…?- pregunté al final, aunque más para mí mismo, que para mi amigo.
Sentí un movimiento a mi lado y vi que JongIn se alejaba un metro de mí.
-No volveré a dormir contigo nunca más-
sonreí ante su reacción y me intenté acercar a él para molestarlo- no… no… no
te acerques- se levantó y yo hice lo mismo- Park ChanYeol…- echó a correr y yo
tras él por la arena y después nadando en el agua, que fue cuando pude
agarrarlo y le hice un ahogadillo- eres malo…- murmuró cuando sacó su cabeza
del agua y la sacudió como un perro.
-El malo eres tú… que te alejas cuando
pregunto algo serio- hice un mohín- vaya amigo…- me quejé.
-Bueno… es que me has pillado muy
desprevenido- contestó- ¿por qué lo preguntas?
-Porque ese chico es adorable…
-oooOOOooo-
Después de que el chico se fuera, me quedé
durante un buen rato, mirando la puerta, sin hacer nada más, hasta que sacudí
la cabeza, me levanté, y me dirigí al baño, para darme una ducha. Me miré en el
espejo la tirita que llevaba en la frente y sonreí de manera imperceptible. Me
metí bajo el agua y me refresqué, el ambiente en aquella isla era más cálido y
húmedo de lo que estaba acostumbrado. Dejé caer el agua fría sobre mi cuerpo y
me relajé un poco. Cuando salí de la ducha, me sentía algo mejor.
Pasé por el lado opuesto a la ventana, para
no cortarme con los cristales y me hice algo de comer, después, me tumbé en la
cama y sin sueño ninguno, me quedé pensando mientras miraba el techo, pensando
en el chico, pensando en su sonrisa, en sus grandes ojos, en su imponente
estatura, en… ¿en qué estaba pensando? Negué con la cabeza y me giré para
intentar dormir.
Me desperté por la mañana por un gran
estruendo en lo que era mi casa mientras estuviera en aquel lugar y me
incorporé sobresaltado de la cama, viendo en la puerta la sombra de una
persona. Me refregué los ojos para distinguir la silueta, y cuando lo hice, mi
corazón comenzó a latir rápidamente en mi pecho.
-Buenos días- dijo feliz entrando y cerrando
la puerta- vengo a recoger los cristales y a ponerte una ventana nueva- se
dirigió al lugar en el que estaban todos los cristales y comenzó a recogerlos
con las manos desnudas. Me incliné rápidamente hacia él, aún desde la cama y le
agarré la mano para que dejara de hacer eso.
-Te cortarás como los recojas así- dije y le
quité el cristal que sostenía entre sus dedos, cortándome yo. Proferí un medio
quejido y él me quitó el cristal y lo echó a la bolsa con los que había
recogido anteriormente.
-Tengo la piel acostumbrada a estas cosas,
no suelo cortarme con facilidad- tomó mi mano delicadamente y la acercó a su
rostro. Casi comencé a temer que se metiera mi dedo en la boca para chuparme la
sangre, así que me relajé cuando lo vi sacar un pañuelo de papel de su
bolsillo- al parecer tienes una piel muy sensible- me entregó el pañuelo y
soltó su agarre para volver a su tarea. Envolví mi dedo y vi como casi había
terminado de recoger casi todos los cristales. Entonces una duda me asaltó.
-¿Por qué haces esto?- pregunté. Él se giró
para mirarme con una sonrisa en los labios.
-Te dije que tenía que compensarte… y
bueno…- se rascó la cabeza- cuando mi madre se enteró de que le había roto la
ventana a un huésped, me obligó a repararla…- me quedé con la boca abierta y
sumamente confuso. ¿Su madre? ¿Qué tenía que ver ella en esto? ¿Huésped? Sí,
soy uno, pero no suyo… ¿o sí…?- ah, perdona por no presentarme- me tendió su
mano y casi sin pensarlo la acepté- soy Park ChanYeol, el hijo de los dueños de
este hotel- abrí los ojos a más no poder y mi boca también- bonita reacción- lo
escuché murmurar- pero no soy nada del otro mundo, sólo un chico normal y
corriente- dijo con una sonrisa y yo me volví a colocar serio, notando que aún
nuestras manos estaban agarradas y que él no tenía pensamiento alguno de cortar
ese contacto- tu apellido es Byun, ¿no?- asentí casi imperceptiblemente- lo sé
porque eso es lo que ponía en la reserva de tu familia- explicó- pero todavía
no sé tu nombre.
-Byun… Byun BaekHyun…- su sonrisa se
ensanchó y yo correspondí levemente.
-Encantado de conocerte, BaekHyun- dijo
soltando mi mano y dejando en ella todavía su calor y un cosquilleo
recorriéndola- tienes una sonrisa muy bonita, deberías mostrarla más- se giró y
cogió algo del suelo. Menos mal que lo hizo, porque por mi cara comenzó a
extenderse un sonrojo que no era capaz de comprender. Me levanté de la cama,
fui corriendo hacia el baño y me encerré allí, respirando entrecortado y con mi
corazón latiendo a mil por hora. ¿Por qué me sentía así?
No sé cuánto tiempo estuve en el baño
encerrado, esperando a que ChanYeol terminara de arreglar la ventana, pero
cuando dejé de escuchar ruidos en el exterior, salí lentamente, esperando no
encontrármelo. La habitación estaba vacía, la ventana arreglada y mi cama
hecha, incluso. Fui hasta ésta última, notando algo raro y descubrí una pequeña
nota escrita con uno de los post-it
que había en la mesilla de noche. La recogí y la leí.
La ventana ya está como nueva, vamos, porque
es nueva ^^. Espero que sea de tu agrado y… me gustaría que tú y yo fuéramos
amigos. ¿Podríamos encontrarnos esta tarde en la pasarela de madera junto a tu
casa para hablar y eso? ¿Sobre las 16:00? Nos vemos ^^
ChanYeol
Pegué en post-it
en la mesilla y me volví a tender en la cama. ¿Qué haría? Podría ir, pero… Suspiré.
No me iba a poner a pensar como loco qué hacer cuando todavía quedaban
bastantes horas para eso. La verdad, el chico parecía agradable, aunque aún
tuviera grabada a fuego su actitud del primer día en mi cerebro, pero… Me tiré
de los pelos, frustrado y volví a suspirar. Nunca había tenido un amigo, me
asustaba que alguien quisiera ser mi amigo, pero tampoco podía ser tan
horrible, la gente que veía con sus amigos
parecían ser felices, ¿no?
-oooOOOooo-
-2/5- dijo JongIn en cuanto me reuní con él
para almorzar al medio día- tres oportunidades más para volver a tenerte sólo
para mí de nuevo.
-JongIn- murmuré- ¿y luego te espantas cuando
pienso que un chico es mono cuando tú eres la persona más gay que conozco?- mi
amigo se espantó, pero luego sonrió, sabía que era verdad, que decía cosas que
podían interpretarse de otras maneras y poder llegar a ser malentendidas por
oídos ajenos.
-Tú
sabes que no lo digo en ese sentido- aclaró- sólo lo decía porque ahora pasas algo
de tu precioso tiempo que podrías gastar conmigo, con él.
-Ya lo sé…- contesté comenzando a comer de
mi plato.
-No sé por qué te esfuerzas- comentó- no lo lograrás
sacar de allí.
-No estés tan seguro JongIn… no estés tan
seguro.
-¿Ha pasado algo que yo no sepa?- preguntó el
muy cotilla, pero yo sólo negué con la cabeza. No quería que se enterara
todavía de lo que me pasaba en el interior cuando estaba alrededor de BaekHyun,
no quería que supiera nada, porque intentaría quitarle hierro al asunto, como
hizo el día anterior, y esto era una cosa seria, por lo menos para mí, porque
al estar en la presencia de ese chico, me sentía raro.
-Sólo pienso que nadie quiere estar solo
para siempre- respondí.
La hora del almuerzo pasó, y después de
ayudar a mis padres con algunas cosas y hacer el tonto con JongIn un rato, me
fui al encuentro del chico. Llegué a la pasarela de madera a las 16:00, allí,
con los pies rozando el agua cristalina, ya me esperaba BaekHyun. Sonreí más
ampliamente de lo que ya lo hacía y me acerqué a él, cuando estaba a unos
metros de distancia, descubrió mi presencia y me dedicó una pequeñísima
sonrisa, pero que hizo que mi corazón se acelerara de tal manera que estaba
seguro que si no hubiera habido gente a nuestro alrededor, chillando, gritando,
y en definitiva, haciendo ruido, se hubiera escuchado desde muy lejos.
-Hola- saludé y él hizo un movimiento con su
cabeza para corresponderme- no sabía si te encontraría aquí- me senté a su
lado, muy cerca, pero no tanto como para que se asustara y se alejara de mí,
pero sí, para que de vez en cuando, nuestros cuerpos estuvieran en contacto-
pensé que a lo mejor no querías ser mi amigo- la verdad, en esos momentos, se
me había olvidado que todo era por dinero, y lo que le estaba diciendo era la
verdad- quiero ser tu amigo, BaekHyun.
-Y yo no quiero estar más solo…
-oooOOOooo-
Había pasado solo una semana y ya no cabía
en mi mente el concepto ese de que mis vacaciones en aquel lugar iban a ser
horribles. Aunque ChanYeol me hubiera dado una primera impresión mala, después
de entablar conversación con él, se convertía en una persona agradable y
alocada que podía sacarme una pequeña sonrisa, con solo estar a mi lado.
Me presentó a su amigo Kim JongIn al día
siguiente de encontrarnos en la pasarela. Parecía un chico simpático, por cómo
le hablaba a ChanYeol y eso, pero conmigo no se comportaba igual, sino que me
trataba de una manera fría, la manera a la que estaba acostumbrado a que todos
me trataran, por lo que no le di tampoco demasiada importancia a eso.
Los
tres paseábamos, hablábamos y hacíamos el tonto por todos lados. La verdad, se
sentía bien estar con ellos dos, y se sentía genial tener amigos. Mis padres me
sonreían cada vez que me veían fuera de la casa y cada vez que me veían hacer
un intento de sonrisa. Estaba feliz.
-Ven, vamos a nadar- me dijo ChanYeol
agarrándome de la mano y tirando de mí hacia el agua, pero yo lo detuve y lo
miré con pánico- ¿qué te pasa, BaekHyun?
-Ahh… no me apetece nadar…- contesté algo
dudoso, no le contaría aquello, seguro que se reiría de mí y no quería que eso
pasara, no ahora que tenía un amigo, no ahora que lo tenía a él.
-Oh, vamos, estás en una isla paradisíaca en
medio del Pacífico, de arenas blancas y aguas cristalinas- contó señalando cada
una de las cosas que mencionaba- cualquiera en tu lugar, no saldría del agua.
-Ya… pero yo no soy cualquiera- comenté con
un medio puchero en mis labios y él me sonrió.
-¿Le tienes miedo al mar?- me preguntó y
abrí mucho los ojos, pero después de mirarlo durante unos segundos y ver que
estaba muy serio y no daba muestras de comenzar a reírse de mí, así que asentí
levemente- ah… tranquilo, no pasa nada por eso- agarró mi mano de nuevo-
intentaré quitarse ese miedo- tiró de mí de nuevo hasta la orilla, se quitó la
camiseta y se metió rápidamente en el agua, después, todo mojado, salió de
nuevo a mi encuentro y lentamente, me fue adentrando en el agua.
El agua estaba templada, en contraste a cómo
yo creía que estaría. Al final, acabé metido hasta las rodillas, el mar estaba
bastante tranquilo, apenas unas pequeñas olas lo deformaban y eso me
tranquilizó un poco. ChanYeol soltó mis manos pero yo lo volví a agarrar,
todavía me daba miedo, así que no quería que me soltara. Él me sonrió y se
quedó allí, conmigo, mientras yo me acostumbraba al agua. No sé cuánto tiempo
pudo pasar, pero ya casi estaba por atardecer cuando ChanYeol me soltó de
nuevo, esta vez lentamente, y luego comenzó a flotar tranquilamente a mi
alrededor.
-No es muy hondo el fondo- comentó- te
podría llevar hasta el límite y el agua sólo te llegaría por la cintura, ahora
sí, más allá si está el fondo demasiado lejos- puse cara de pánico- pero
tranquilo- dijo al verme así- allí no te llevaré, así que no pongas esa cara-
me relajé un poco y él sonrió mientras se incorporaba y me tendía la mano-
bien, ahora vamos a volver- agarré su mano y comenzamos a atravesar el agua, esta
vez hacia la playa, cuando llegamos allí, agarró su camiseta y andamos por el
pequeño bosque.
-¿Dónde me llevas?- pregunté.
-Ya lo verás.
Después de unos minutos, salimos a la sede
central del hotel. Estaban sirviendo la cena a los huéspedes, así que me fijé
en las personas que allí estaban y encontré a mis padres entre éstas. Pero
nosotros no nos quedamos allí. ChanYeol siguió avanzando hasta las cocinas,
cogió una bandeja de bocatas y me los tendió para que cogiera. Comiendo,
seguimos avanzando por la isla, ahora ya era de noche, pero la luz de la luna
llena, bañaba por completo el lugar, iluminándonos el camino. Unos diez minutos
después, volvimos a salir a otra playa. Él me hizo avanzar hasta la orilla del
mar.
-Quédate aquí- dijo- ahora vuelvo- y me dejó
allí solo, adentrándose de nuevo en el bosque. Cuando ya pensaba que me había
gastado una broma y me había dejado allí tirado sin saber el camino de vuelta,
apareció por entre los árboles, empujando una pequeña barca hasta el agua, que
dejó encallada en la orilla- ven- me llamó y yo sin pensar fui hasta él- sube-
me tendió la mano y como si fuera una chica, me ayudó a subir. Eso algunas
semanas atrás me hubiera molestado, pero ahora no me importaba, me gustaba que
ChanYeol me cuidara. Después de sentarme en la barca, él la empujó hasta que
comenzó a flotar y luego, de un salto, se introdujo en el interior, haciendo
que se tambaleara la precaria embarcación y que yo me agarrara a los filos cómo
si estos fueran un salvavidas- tranquilo- me dijo- a pesar de ser una tartana,
es segura- cogió unos remos y comenzó a remar.
-¿Dónde vamos?- volví a preguntar.
-A un lugar que te va a gustar- dijo con una
sonrisa.
ChanYeol siguió remando a través del agua
cristalina durante unos minutos, hasta que de repente, la barca encalló en la
arena de forma suave. Él se bajó de la barca y me ayudó a descender a mí,
después, empujó la barca por la arena, hasta que quedó en un lugar en el que la
marea no se la llevara, después, se giró hacia mí con una sonrisa.
-Et, voilà- dijo abriendo sus brazos como
abarcando todo el lugar y yo me fijé en lo que me rodeaba. Era un lugar
precioso, un pequeño islote con cuatro árboles y una pequeña cueva, a la que
entraba el agua del mar, pero lo que más me sorprendió, fue la perfecta vista
que se tenía de la isla mayor bajo la luz de la luna.
-Wow…- fue lo único que se me ocurrió decir.
-Sabía que te gustaría.
Nos pasamos allí toda la noche, hablando de
nada y de todo a la vez. Me enteré de toda la historia de cómo su familia llegó
a comprar el hotel de la isla y también de que yo era el mayor de los dos. Yo
le conté un poco de la desastrosa historia de mi vida y al final, llegando el
amanecer, nos quedamos dormidos.
-oooOOOooo-
Cuando me desperté, sentí una calidez enorme
entre mis brazos y al abrir los ojos, pude ver cómo tenía a BaekHyun dormido
entre ellos. Mi corazón comenzó a latir rápidamente. Si nos quedamos dormidos
separados, ¿cómo es que habíamos aparecido así? Pero la verdad, no me molestaba
en absoluto, y eso me fue curioso. ¿Desde cuándo me pasaba eso? ¿Y por qué? Mi
respuesta apareció ante mis ojos cuando BaekHyun dejó de esconder su rostro
entre mi pecho y pude ver lo perfecto que era. Negué con la cabeza, no me podía
estar pasando eso. Zarandeé suavemente al chico hasta que abrió sus ojos,
adormilado y me pareció lo más tierno que había visto en mi vida. Intenté
recomponerme y le sonreí, él me correspondió la sonrisa y me volvió a desarmar.
-Buenos días- dijo saliendo de mis brazos-
lo siento, me dio frío y me pegué a ti- susurró avergonzado.
-No pasa nada- contesté intentando quitarle
hierro al asunto- ¿volvemos a casa?- asintió y nos levantamos de allí, nos
montamos en la barca e hicimos el camino inverso al que habíamos hecho la noche
anterior. Lo dejé en la puerta de la casa y nos despedimos, después me dirigí a
mi habitación compartida con JongIn, que me esperaba, sentado en mi cama con
una cara de mala hostia impresionante.
-¿Dónde estuviste toda la noche?- me
preguntó.
-Con BaekHyun- contesté simplemente.
-Últimamente pasas mucho tiempo con él… más
que conmigo…
-JongIn…- dije mientras me acercaba a él-
sabes que podemos estar todos juntos… es un chico agradable, dale una
oportunidad…
-No me agrada, no pienso estar en compañía
de una persona que no me agrada- respondió y yo suspiré.
-Pues a mí sí me agrada- le dije- ¿no
podrías hacer un esfuerzo?- pregunté y él me miró con una mala leche
impresionante- sólo son un par de meses…- intenté convencerlo- ¿por mí?- pedí
haciéndole aegyo.
-No te quiero tanto como para hacer eso…-
suspiré y me alejé un poco de él.
-¿Vas a estar de morros siempre que vuelva
de estar con él?- le pregunté y él asintió.
-Ya me conoces…- dijo con una sonrisa y yo
me dirigí al armario a por una mochila y comencé a llenarla de ropa- ¿lo haces
por el dinero?- lo escuché preguntar y me volví hacia él.
-Hace tiempo que dejó de ser por el dinero…-
le contesté.
-Entonces… ¿es por él?- asentí- espero que
te salga todo bien.
-Gracias, JongIn- terminé de cerrar la
mochila y me acerqué a mi amigo para darle un beso en la mejilla- volveré
cuando acabe el verano- y salí de allí, dirigiéndome de nuevo a la casa en
donde se encontraba BaekHyun y llamé a la puerta, segundos después, él me
abrió.
-¿ChanYeol?- dijo confundido- ¿qué haces
aquí?- vio mi mochila- ¿ha pasado algo?
-¿Te importaría compartir la casa con un sin
techo?- le pregunté y él, inmediatamente, me dejó pasar, aunque siguió
mirándome interrogante- JongIn me ha largado de la habitación- expliqué.
-¿Es por mi culpa?- me preguntó preocupado y
yo negué, no tenía por qué saberlo.
-No, es por otra cosa, pero si no te
importa, me quedaré aquí hasta que acabe el verano…
-No me importa…