Capítulo 12
Día a Día
Se me había olvidado completamente
que había quedado con Tao, por eso no había estado pendiente a más que a bailar
y bailar para intentar aclararme. El baile era lo que a veces me hacía poder
elegir el camino que tomar. Por eso, me asusté un poco cuando lo vi en la sala
de baile ante mí, y me tensé un poco cuando avanzó hacia donde yo me encontraba
para besarme, pero después, por primera vez, me dejé llevar y correspondí el
beso con ganas.
—Tao… —suspiré contra sus labios.
—Hum…
—¿Cómo has llegado hasta aquí?
—SeHun me dijo que si no habías
venido a nuestra cita era porque te habías puesto a bailar y se te había
olvidado —contestó separándose un poco de mí—. Me dijo dónde estaba y vine para
estar un rato contigo —me dio otro beso, pero esta vez muy corto—. Bailas muy
bien.
Aquel halago hizo que mi corazón se
saltara un latido y luego se pusiera a latir con rapidez, demasiado acelerado.
También sentí el calor asomar a mis mejillas y por una vez me alegraba ser tan
moreno de piel porque así se notaba menos mi sonrojo.
—Gracias —dije—. Ya que ha sido mi
culpa no recordar que habíamos quedado —comencé, titubeante—. ¿Puedo hacerte un
baile en compensación?
—Puedes —sonrió Tao.
Asentí y pulsé sobre la siguiente
canción del reproductor, comenzando a bailar inmediatamente, intentando que
todo aquello que estaba dando vueltas en mi cabeza, mis sentimientos, mis
problemas y mis inseguridades salieran a la luz y poder de una vez por todas
aclararse. Viendo la sonrisa en los labios de Tao y su mirada quemando mi
cuerpo, lo tuve claro.
-oooOOOooo-
Cuando MinSeok me había mandado
aquellos mensajes me había asustado bastante y no me quedé tranquilo hasta que
llegué sin aire al lugar en el que me había dicho que me esperaba. Mi chico
estaba sentado en el suelo y parecía agotado. Corrí los últimos metros que me
separaban de él y me agaché a su lado. MinSeok me dirigió una sonrisa cansada
antes de comenzar a hablar.
—Gracias por venir —murmuró—. No
tengo fuerzas para moverme.
—¿Qué te ha pasado? —pregunté algo
preocupado.
—La universidad es agotadora y…
encontrarte con un enemigo al final de la jornada no hace más que empeorar el
cansancio —respondió con calma.
—¿Estás bien? —mi tono fue de
alarma, sin embargo—. No te ha pasado nada, ¿verdad?
—Estoy perfectamente —susurró—. Solo
quiero meterme en la cama y dormir hasta que llegue el día del Juicio Final.
—Exagerado —murmuré.
—No tanto. Y ahora ayúdame a
levantarme y llévame a una cama, por favor —pidió, y yo no pude negarme a su
petición.
Con una sonrisa en los labios lo
ayudé a levantarse y luego le cogí la mochila de la universidad y afiancé su
posición, agarrándolo firmemente por los hombros para que pudiéramos caminar a
la residencia. Parecía demasiado agotado, así que durante el camino me mantuve
en silencio y cuando llegamos a casa simplemente lo ayudé a desvestirse y a
meterse en la cama para que descansara.
Estaba bien, no tenía por qué
preocuparme, pero aun así, me pasé prácticamente toda la noche en vela con su
cuerpo entre mis brazos, protegiéndolo de cualquier cosa porque no podría soportar
que le pasara algo parecido a lo que ocurrió en China y no estuviera YiXing con
sus poderes o aquella agua milagrosa cerca.
-oooOOOooo-
Estaba sentado al escritorio,
terminando de hacer algunos test para las clases que tenía a la mañana
siguiente, cuando la puerta de la habitación se abrió y por ella entró alguien.
No le hice el más mínimo caso y terminé aquello que me ocupaba antes de
volverme a averiguar quién era la persona que había entrado.
Unos minutos después, por fin podía
dejar de clicar respuestas una tras otra porque había finalizado mi tarea, así
que hice girar la silla de mi escritorio, encontrándome a LuHan tumbado en la
cama, observándome.
—Hola —le dije.
—Hola, YiXing —contestó, esbozando
una sonrisa—. ¿Estás muy ocupado?
—No, acabo de terminar.
—¿Te gustaría escuchar un cotilleo
sobre nuestro pequeño panda? —preguntó y a mí me faltó tiempo para asentir.
LuHan sonrió más ampliamente—. Tao y JongIn por fin están saliendo —abrí mis
ojos como platos, si poder creerme aquella noticia.
—¿En serio?
—Sí, sino por qué crees que Tao se
va la mayoría de las tardes por ahí y no vuelve hasta las tantas.
—No sé, creía que tenía cosas que
hacer de sus clases.
—¿Qué va? —respondió—. Se pasa las
tardes pegado a JongIn como una lapa.
—La verdad es que me alegro
—murmuré—. Llevaba un tiempo bastante decaído.
—Todo culpa de JongIn, tengo que
torturarlo un poco más con el tema para que así vea que tiene que pensar más en
cómo se siente —contestó—. Hasta hace unos días se negaba a aceptar que era
gay.
—Bueno, es algo complicado de
aceptar, además es joven y debe de estar confundido con todo —dije.
—Es mayor que SeHun y mi chico lo
aceptó hace cuatro años.
—Vaya… —murmuré—. Un momento…
¿Llevas saliendo desde hace tanto con SeHun?
—Sí.
—¿No era menor en ese entonces?
—Bastante menor —contestó con una
sonrisa—. Pero como tengo esta cara de adolescente nunca nadie sospechó que yo
estuviera en la universidad —amplió su sonrisa—. Además, últimamente ha crecido
mucho y ahora parece que ronda mi edad, aunque yo siga pareciendo un
adolescente.
—Eres un caso LuHan.
-oooOOOooo-
—¿Qué somos? —le pregunté a JongIn
mientras tomábamos un café en una cafetería del centro.
—¿Qué somos de qué? —respondió con
otra pregunta, poniendo cara de confusión.
—¿Amigos, amigos que se besan,
novios? —le di varias opciones y él casi se atraganta, llamando la atención de
las personas que se encontraban en la mesa de al lado.
—Tao no…
—Tendremos que ser algo, pienso yo,
¿no? —JongIn me miró mientras cogía una servilleta y se limpiaba el café que
prácticamente había escupido antes.
—Sí… tenemos que ser algo —murmuró.
—¿Y bien? ¿Qué somos?
—Por ahora… amigos que se besan
—contestó. Su respuesta me desilusionó un poco, porque yo esperaba que me
contestara con la tercera opción que le había dado, pero al parecer aún no
estaba preparado para ella.
—Bien —asentí—. Amigos que se besan.
JongIn se sonrojó un poco y luego
volvió a su café, como si yo no me encontrara allí. Por lo menos por ahora
había aceptado algunas cosas y eso me hacía bastante feliz, pero necesitaba que
hiciera lo mismo con lo que le faltaba para así poder disfrutar del tiempo que
nos quedara juntos. Los enemigos eran cada vez más fuertes y no teníamos
asegurada la supervivencia. Probablemente no nos quedaba demasiado tiempo,
aunque eso fuera una ironía porque yo tenía el poder de detenerlo y alargar el
momento durante horas.
-oooOOOooo-
Habían pasado varios días del ataque
que había sufrido tras las clases. No me había sucedido nada grave, solo me
había cansado un poco, pero JongDae se había pasado todo el tiempo
preguntándome una y otra vez si estaba bien o si necesitaba algo. Me gustaba
que fuera atento, pero a veces se pasaba de atento y me ponía de los nervios.
—JongDae, si me vuelves a preguntar
si estoy bien por enésima vez en el día te juro que acabaré metiéndotela y sin
lubricante —amenacé. Él me miró con los ojos como platos, porque generalmente
me mostraba como una persona tranquila y dulce, pero ya me estaba cabreando.
—Bueno, MinSeok, no te enfades —se
acercó a mí y me pasó un brazo por los hombros—. No volveré a preguntarte
—me
dio un beso en el hueco entre la oreja y la mandíbula—. Solo estaba preocupado
por ti, pero si no quieres no lo haré más —esta vez me dio un beso en la
mejilla—. Pero si quieres probar el sexo de esta forma me dejaré, aunque
agradecería el lubricante —susurró con voz ronca en mi oído.
—¿Seguro?
—Sí.
Esbocé una sonrisa maliciosa, como
las que él me dedicaba de vez en cuando y lo tomé del brazo para hacer que se
sentara sobre la cama. Después, tomé el lubricante y un paquete de
preservativos y los dejé al alcance de mi mano para cuando JongDae se
extendiera desnudo ante mí, preparado para que lo penetrara.
—Prometo que te va a encantar
—murmuré.
—No puedo esperar.
Sonreí, animado por sus palabras, y
no tardé en abalanzarme sobre él, comenzando a quitarle la ropa mientras lo
besaba en cada parte del cuerpo que quedaba expuesta, mordiendo en ocasiones y
lamiendo de vez en cuando. JongDae, debajo de mi cuerpo, gemía y gemía,
pidiendo por más, rozándose contra mi entrepierna y haciéndonos suspirar a
ambos por más.
La ropa pronto desapareció y poco
después me encontraba echando el gel lubricante en su entrada y preparándolo
para cuando me internara en su interior. Quería hacerlo bien, hacerlo para que
no tuviera ninguna incomodidad más tarde, pero lo necesitaba, necesitaba sentir
sus paredes apretando mi miembro, por lo que en cuanto sentí que varios de mis
dedos se movían bien en su interior, guie mi miembro hacia allí y me hundí en
él con un gemido ronco. Seguidamente, comencé a moverme y no paré hasta que me
corrí.
-oooOOOooo-
Me encontraba en el salón haciendo
un poco de zapping después de la cena. Yo había hecho la comida (sí, fideos
instantáneos se consideraban comida en mi idioma cuando no sabías cocinar) y a
YiXing le tocaba fregar los pocos platos que habíamos utilizado. LuHan se había
ido a cualquier lugar y Tao todavía no había regresado.
La situación de este último me tenía
un poco mosca porque había pasado unas semanas muy callado y metido en su
mundo, pero de buenas a primeras había comenzado a salir prácticamente todas
las tardes y a llegar bastante tarde. Estaba preocupado por él, por si le podía
pasar algo. ZiTao no era muy dado a hablar de sus problemas, y probablemente lo
aprendiera de mí, pero a veces estaba bien confiar en la gente, YiXing me lo
había enseñado.
Escuché la puerta principal abrirse
y miré hacia allí para ver quién era la persona que entraba. Era Tao, así que
lo siguiente que hice fue llamarlo para que se acercara a donde yo me
encontraba y se sentara a mi lado.
—¿Querías algo, gege? —preguntó.
—Últimamente pasa mucho tiempo fuera
—comencé—. ¿Pasa algo?
—No —dijo, negando también con su
cabeza.
—¿Entonces?
—Solo estoy saliendo con un amigo a
diferentes sitios —respondió con una sonrisa—. No tienes que preocuparte.
—¿Amigo?
—Sí, JongIn.
JongIn. Uno de los otros, el chico
que se teletransportaba. Debía haberlo supuesto. Respiré hondo y simplemente lo
dejé estar, no me iba a llevar más disgustos, ni me iba a enfadar más por ese
tema. Al menos no vagaba solo por las calles y eso era un alivio, además,
JongIn era el que más fácil podía sacarlo de una situación de peligro y aunando
sus dos poderes podían escapar fácilmente y llegar a un lugar seguro.
—¿Es un buen chico? —le pregunté y
él asintió.
—Por supuesto.
—Entonces nada.
—¿Nada? ¿No te vas a enfadar? —me
puso el dorso de su mano en mi frente—. ¿Tienes fiebre? ¿Quién me ha cambiado
al siempre malhumorado Kevin?
—Muy gracioso —le retiré la mano y
le indiqué que me dejara tranquilo con la mirada, pero él tuvo que ponerle la
guinda al pastel antes de salir huyendo del salón.
—Le daré las gracias a YiXing por
amansar a la fiera.