sábado, 31 de agosto de 2013

Sea Of Love

Capítulo 3
Sentimientos


   Me desperté de mi agradable sueño cuando escuché ruidos de chapoteo. Me restregué los ojos para poder abrirlos y cuando lo hice, busqué a mi lado a un durmiente BaekHyun con cara de ángel, pero no lo hallé. Me giré al otro lado, por si estaba a mi espalda, pero tampoco estaba en ese lugar. Me encogí de hombros y bostecé. En ese momento volví a escuchar el mismo sonido de antes, pero esta vez acompañado de algo más, de un grito, un grito que decía mi nombre.

   Me levanté como un resorte de la arena y busqué desesperadamente el lugar del que provenía ese gritó. Abrí los ojos como platos al ver cómo BaekHyun se estaba ahogando. Salí corriendo por la arena hasta llegar al agua, donde me metí sin importarme nada. Debía llegar hasta él. Nadé ignorando la corriente, esforzándome hasta que estuve en el lugar en el que lo había visto desaparecer apenas unos segundos antes. Tomé aire y me metí bajo el agua cristalina. Lo encontré a un par de brazadas de mí y lo cogí entre mis brazos para volver a salir a la superficie.

   Cuando salimos, noté que no respiraba, por lo que me apresuré a nadar hasta la orilla, cargando con él. Su cuerpo delgado pesaba, pero nunca lo dejaría caer. Nadé sólo con un brazo hasta que hice pie y entonces me moví corriendo por el fondo. No pasó mucho tiempo hasta que llegué a la arena y tumbé a BaekHyun en ella.

   Sabía lo que tenía que hacer ahora, había tomado mil clases sobre ello, pero mi corazón todavía golpeaba dolorosamente contra mi pecho por el miedo que había pasado y mi cabeza no pensaba con claridad. Inspiré fuerte y le abrí la boca a BaekHyun, me incliné sobre él y cerré los ojos antes de comenzar a insuflarle aire a sus pulmones. Cuando todo el aire que había recogido terminó, me separé de él y comencé a hacer presión sobre su diafragma, una, dos, tres veces. Repetí el proceso varias veces, mientras las lágrimas comenzaban a caer de mis ojos. No podía dejarlo morir, no podía.

   De repente, su cuerpo se estremeció y se giró para expulsar todo el agua que había tragado y comenzar a respirar desesperadamente. Mi corazón dejó de latir durante unos momentos, al ver cómo abría sus ojos y me miraba. No pude evitar lanzarme sobre él para estrecharlo fuertemente contra mi cuerpo.

   -No vuelvas a hacerme esto- murmuré- por favor, no vuelvas a hacerme esto…
   -ChanYeol…- susurró con voz ronca y yo lo apreté más fuerte entre mis brazos- ah…- suspiró en mi oído- aire…- me separé de él rápidamente y lo vi coger aire.
   -Lo siento- dije y él me miró, abriendo sus ojos al máximo. Después, se acercó rápidamente a mí y comenzó a secar con sus manos las lágrimas que aún seguían cayendo por mis mejillas.
   -Soy yo el que debe pedir perdón- murmuró- quería darte una sorpresa, quería que vieras que había aprendido a nadar, quería que te sintieras orgulloso de mí, lo siento, lo siento- lo apreté fuertemente contra mi cuerpo nada más escuchar esas palabras salir de sus labios. Él quería que yo me sintiera orgulloso, había entrado al agua ignorando la fuerte corriente solo porque quería que yo me sintiera orgulloso de él.
   -No vuelvas a hacerme esto…- murmuré perdido- no vuelvas a dejarme ni tan siquiera por un segundo… por favor… no sé qué haría si te pierdo…
   -Tranquilo, no pasa nada…- sentí cómo sus brazos rodeaban mi cuello- no me perderás… tranquilo…

   Mi corazón seguía latiendo rápidamente dentro de mi pecho, aunque sabía perfectamente que ya había pasado todo el peligro y que BaekHyun estaba completamente bien. Tampoco podía dejar de sollozar, aunque ya no caían lágrimas de mis ojos. Había pasado mucho miedo, más miedo del que jamás había experimentado en mi vida. Aquel chico irritante y estirado se había convertido en una de las personas más importantes para mí. No sabía cómo había ocurrido aquello, ni tampoco cuando, pero lo que sí sabía era que jamás me perdonaría si lo perdiera.

   -ChanYeol- lo oí decir y me separé un poco de él para observarlo. Sus mejillas estaban sonrojadas y aquella visión tan dulce me hizo estremecer.
   -Dime- conseguí decir, pero tuve que aclararme la garganta.
   -Gracias- se abrazó de nuevo a mí, siendo él esta vez quien me apretó fuerte contra su cuerpo- he pasado mucho miedo… no quería morir… no quería… no ahora que te he encontrado a ti…
   -No hables- susurré- no hables… yo… no podría dejarte morir…

-oooOOOooo-

   Suspiré de nuevo mientras llenaba mis pulmones del aire puro y fresco que la brisa traía a aquellas horas de la mañana. Me sentía frustrado y cansado y estar a pie de playa, sentado sobre el tronco de aquella palmera torcida que había sido testigo de las más alocadas conversaciones del mundo, me relajaba, aunque no del todo. Me recordaba demasiado a ChanYeol.

   Mi mejor amigo estaba presente en todo lo que yo hacía en aquel lugar, ya que allí habíamos estado desde que tenía memoria, los dos juntos, los dos solos. Pero con la llegada de aquel tipo todo se había truncado. Mi amigo se acercó a él por el dinero, pero no pasaron más que un par de días cuando todo había cambiado.

   Por más que él lo intentara ocultar, aquella cara de idiota que ponía cuando estaba a su lado lo ponía en evidencia del todo. Le gustaba aquel enano malhumorado y a mí me enfermaba verlos juntos, porque me recordaba demasiado a la cara que yo siempre tenía cuando estaba a su alrededor.

   -JongIn- escuché que me llamaba una voz suave que me sacó de mis pensamientos. Me giré para descubrir al chico del cocinero acercándose al lugar en el que yo estaba. Se parecía bastante a su padre, el mismo pelo negro y corto y los mismos ojos saltones.
   -KyungSoo- fue lo único que dije viéndolo avanzar hacia mí. Él se acercó hasta quedar a un par de pasos y como si se estuviera decidiendo a hacer o no algo, estuvo parado frente a mí- ¿qué querías?- le pregunté ante su indecisión y él agachó su cabeza, visiblemente avergonzado mirándose los pies.
   -Pues… yo… quería hablar contigo…- acabó por decir tras unos momentos en los que el sonido de las olas romper contra la arena fue todo lo que se escuchó. Era demasiado temprano para que los clientes del Hotel estuvieran rondando por aquel lugar.
   -Está bien… habla, entonces- le dije, invitándolo a sentarse a mi lado, en el tronco de aquella palmera torcida. Él asintió y luego avanzó el espacio que todavía no había surcado para sentarse a mi lado. Le costó un poco de trabajo hacerlo y yo estuve tentado a ayudarlo, pero al final, lo consiguió solo.
   -JongIn… yo…- comenzó, jugueteando con sus dedos pulgares nerviosamente mientras miraba al horizonte- hace unas semanas que te veo muy distante… y ya no muestras esa sonrisa tan encantadora que tenías antes…- cogió aire y tragó saliva- también hace tiempo que ya no estás con ChanYeol, pasas a su lado y no os saludáis, tampoco duerme en vuestra cabaña…- no sabía a dónde quería llegar con aquello, pero lo que estaba diciendo lo hacía parecer un acosador que estaba constantemente vigilando todos y cada uno de mis movimientos, como si fuera una fan obsesiva de esas que ahora tenían los idols.
   -¿Qué me quieres decir con eso?- pregunté cortando su monólogo. Él alzó su cabeza para mirarme, pero no pudo sostenerme la mirada más de un par de segundos.
   -Quería preguntarte si… os habíais peleado o algo…- murmuró balanceando sus pies- antes prácticamente no os separabais… pero ahora…- dejó el resto de la frase en el aire. Yo ya sabía lo que él quería decir.
   -Bueno… estamos pasando por una mala racha- contesté.
   -Es por el chico ese, ¿no?- preguntó y yo apreté mi puño inconscientemente. Él se dio cuenta de mi gesto y titubeante, envolvió mi puño con su pequeña mano. Lo miré sorprendido y él esbozó una pequeña sonrisa- soy muy observador, ¿sabes?- murmuró- me he dado cuenta de cómo ChanYeol mira a ese chico y de cómo tú siempre has mirado a ChanYeol- tomó aire de nuevo y se giró para mirarme fijamente- es la misma mirada con la que yo te miro.
   -KyungSoo… yo…- no me esperaba que él dijera aquello y me había quedado sin palabras.
   -No hace falta que digas nada- dio un apretón a mi mano y luego retiró la suya para impulsarse y saltar a la arena, después se giró hacia mí- yo sólo quería decirte esto y también… que no tienes por qué estar solo…- me sonrió- si necesitas algo, sólo tienes que buscarme- y se fue, dejándome sumamente confuso por todo.

-oooOOOooo-

   Pasamos un rato abrazados y luego ChanYeol me hizo levantarme poco a poco. No pasó mucho tiempo cuando ya volvíamos en aquella barca desvencijada que utilizábamos para poder cruzar al pequeño islote y poco después arribábamos en la otra orilla. Él me ayudó a bajar de la barca y luego la escondió entre el follaje, para después volver a mi lado y no separarse de mí ni un solo instante.

   No tardamos mucho tiempo en cruzar aquel bosque y aparecer en la Sede Central. ChanYeol nos sentó en una mesa y desayunamos rápidamente. En apenas unos minutos nos volvíamos a poner en marcha en dirección a mi cabaña. Por el camino pude ver a lo lejos a mis padres, sonriéndose tumbados en la arena, se lo pasaban bien.

   Cuando entramos al lugar, ChanYeol me abrazó fuertemente por la espalda y comenzó a mecerme entre sus brazos. Todavía no me había acostumbrado a tanto contacto físico, y menos, a uno tan repentino, sin embargo, me sentía muy bien cada vez que aquellos cálidos y largos brazos me rodeaban y hacían de barrera contra todo mi pasado.

   Ya apenas recordaba esos años de soledad en aquel Internado en el que estudiaba, ChanYeol espantaba todo eso y me hacía sentir algo extraño. No sabía lo que era, pero era un sentimiento que tiraba de las comisuras de mis labios hacia arriba cada vez que estaba muy cerca de mí.

   También, no podía para de pensar en lo que había sucedido en el pequeño islote. Él me había salvado la vida, él me había abrazado y me había dicho que no sabría qué hacer si llegaba a perderme. Todo aquello había acelerado más mi corazón de lo que ya estaba de por sí por culpa del susto.

   -Gracias…- susurré- gracias por quedarte a mi lado siempre… ChanYeol…
   -No es nada- lo oí decir contra mi oreja.
   -Estoy cansado…- sentía los músculos agarrotados y me pesaba tanto el cuerpo que mis piernas no podían sostenerme apenas. Seguramente me habría caído al suelo si él no me estuviera sujetando.
   -Es normal…- dijo y se agachó, para poder cogerme y cargarme como si fuera una princesa.
   -Chan…- intenté protestar mientras me llevaba a la cama, pero no tenía fuerzas ni siquiera para eso, por lo que me aferré a su cuello, para no caer, aunque él jamás me soltaría. Sentí el colchón contra mi espalda y lo vi tumbarse a mi lado, comenzando a acariciar mi pelo.
   -Duerme- susurró- duerme… no me moveré de aquí…

   No quería dormir, pero estaba demasiado cansado y su voz grave, pero suave, no hacía más que adormilarme. No pude evitar empezar a cerrar los ojos y comenzar a verlo todo borroso hasta que su voz dejó de oírse, adentrándome en el mundo de los sueños.

   Pasamos varios días sin salir apenas de la casa, porque yo no quería ver tanta agua rodeándome y no me daba ninguna seguridad, también porque ChanYeol seguía teniendo un miedo infinito a que pudiera pasarme algo malo. Por eso mismo, cuando íbamos a comer alguna que otra vez, no se separaba de mí ni un milímetro y si me perdía de vista, aunque fuera un segundo, acababa de los nervios.

   En parte lo entendía, aunque hubiera sido mi culpa, si él no hubiera estado allí hubiera muerto. Me mordí el labio inferior y me asomé a la ventana, todavía o había asumido que había estado a punto de morir y que él me había salvado la vida. Todavía no asumía que mi corazón latía demasiado fuerte cada vez que él me apretaba contra su cuerpo.

-oooOOOooo-

   A partir de ese momento, no pude separarme de BaekHyun, me daba muchísimo miedo hacerlo. Además, cada vez que lo perdía de vista sentía cómo si me estrujaran el corazón. Sin embargo, cada vez que estaba cerca de él, este mismo corazón no podía dejar de latir rápidamente, también, me quedaba sin aire porque me olvidaba de respirar y mis ojos siempre se desviaban a sus pequeños y finos labios. Esos labios que había probado ya una vez y que quería volver a probar hasta el Infinito.

   Me sentía raro, casi como si flotara. No sabía por qué me sentía así, aunque tenía una ligera ida de lo que me podía estar pasando.

   Di otra vuelta en la cama. No podía quedarme dormido, tenía miedo de hacerlo y ya llevaba una semana que apenas pegaba ojo porque tenía pesadillas en las que BaekHyun volvía a ahogarse, pero esta vez yo no me despertaba y él moría sin que yo pudiera hacer nada.

   Intenté calmarme, pensar e intentar dormir. Sin embargo, una idea se había instalado en mi cabeza y parecía que no quería dejarme.

   Aprovechando que era demasiado temprano y que seguramente nadie estaba despierto a estas horas, ni siquiera el personal del Hotel, me levanté de la cama intentando que BaekHyun no notara nada y salí de la casa, tras ponerme algo de ropa.

   Me dirigí hacia la sede central del Hotel y entré al lugar, dirigiéndome hacia la sala en la que había algunos ordenadores para los huéspedes que no hubieran llevado el suyo. Estaban todos en un estado algo penoso, por culpa de los niños pequeños que los utilizaban normalmente, pero funcionaban.

   Esperé a que cargara y en cuanto en la pantalla me salió la doble sesión, entré con la contraseña en la que estaba reservada al personal. Esperé a que se abriera el navegador y en cuanto estuvo todo, apenas pensé lo que escribí en la barra del buscador.

   “Como es estar enamorado”.

   Me salieron miles de entradas y me sorprendí, nunca me hubiera imaginado que me saldría tanto, pero claro, había mucha gente que debía de sentirse tan confusa como yo. La única entrada que llamó mi atención fue la de un foro de chicas en la que alguien había preguntado lo mismo que yo.

   “Sonreír sin motivo aparente cada vez que lo ves”, “estado de atontamiento”, “se acelera el corazón”.

    Todas esas cosas y más, me estaban pasando a mí. No podía creerlo. Eso significaba, que me había enamorado irremediablemente de BaekHyun.


N.A.: Juro solemnemente que esta búsqueda la he hecho para ver qué me salía, podéis comprobarlo, la 3ª entrada es un foro de chicas que responde a esto.

-oooOOOooo-

   Agua por todas partes. Agua ahogándome. Agua llevándome a la oscuridad.

   Abrí los ojos rápidamente, notando que estaba llorando y gritando, gritando el nombre de ChanYeol, que me sujetaba fuertemente por la cintura, acariciando mi estómago y dando besos sobre mi cabeza.

   -Tranquilo, estoy aquí... no te va a pasar nada mientras yo este a tu lado.
   -No me dejes.
   -No lo haré.

-oooOOOooo-

   Después de consolar a BaekHyun aquella noche hasta que se quedó dormido, sin pesadillas, no pude pegar ojo. Me levanté y comencé a dar vueltas por la cabaña, como un león enjaulado. Iba de la cama a la ventana, al baño, a la sala, volvía a la cama y así, pensando en qué podía hacer hasta que di con la solución.

   Otra vez había acabado en la sala de los ordenadores, pero esta vez no iba a preguntar nada ñoño al buscador, ya tenía muy claro que me había enamorado de BaekHyun. No, esta vez iba por otra cosa. Me había dado mucha curiosidad cómo sería el sexo entre hombres. Nunca antes me lo había planteado, pero después de mi última erección, tenía muy claro que me gustaban los hombres.

   Esta vez busqué en el navegador varias cosas, sin embargo, no había mucho que me pudiera ayudar. Era un tema tabú todavía y más en esta parte del mundo. Casi me estaba desmoralizando, cuando de repente encontré una página en la que daban una información buenísima acerca de lo que estaba buscando.

   Todo tipo de detalles sobre lo que había que hacer y lo que no, dibujos explicativos y, lo que llamó más mi atención, películas porno gay. Tragué saliva en cuanto vi los enlaces de Descarga. Ya me había documentado, ya tenía todo lo que debía saber, incluso había copiado alguna que otra cosa a un documento de Word del pen-drive que me había llevado, pero esos enlaces me estaban llevando por el camino de la amargura.

   Sin pensarlo mucho más, hice clic en varios de ellos y me descargué los vídeos. Gracias al cielo que el Internet del complejo iba a la velocidad de la luz y como a estas horas tampoco es que hubiera mucha gente despierta, las películas se descargaron en pocos minutos, aunque durante lo poco que tardaron estuve mirando de un lado a otro para ver si alguien me pillaba en lo que estaba haciendo.

   En cuanto uno de los archivos estuvo listo, no pude aplacar mi curiosidad y lo abrí. El vídeo se titulaba “Los gemelos golpean dos veces” como aquella película sin sentido de hacía mil vidas que protagonizaban DeVito y Schwarzenegger, solo que esta estaba protagonizada por dos chicos que no parecían mucho más mayores que yo que se llamaban Oh SeHun y Xi LuHan.

   Se parecían tanto, que podrían haber sido gemelos perfectamente. Pero eso no era lo importante, lo importante era que se metían mano, se desnudaban y follaban como conejos. Sentí que el calor se subía a mis mejillas y se bajaba hacia mi miembro, aquello era demasiado explícito. Estuve saltando de escena en escena para hacerme una idea y para acabar rápidamente de verla, antes de que nadie me pillara.

   En cuanto llegué al final y vi que todos los vídeos estaban descargados, lo metí todo en mi pen-drive y borré todo lo que indicara que me había descargado porno en aquel ordenador. No tardé mucho en salir corriendo de allí, con una erección entre mis piernas que me tendría que bajar antes de que se despertara BaekHyun.

-oooOOOooo-

   Me sentía bien rodeado por sus brazos, con mi espalda contra su pecho, con nuestras piernas entrelazadas y sintiendo su aliento en mi nuca. Podría pasarme toda la vida así.

   Ese pensamiento me asustó, porque quería decir que había dejado de ver a ChanYeol como a un amigo y ahora lo veo de otra manera.

   Nunca había tenido el sentimiento de que se me estrujara el corazón cada vez que estaba lejos de él, ni tampoco el de querer estar entre sus brazos para siempre.

   Siempre había sido una persona arisca y poco sociable, todo ello debido a que las personas nunca se habían acercado a mí y me había levantado poco a poco una coraza, haciéndome inmune a todos los sentimientos humanos. Sin embargo, ChanYeol había resquebrajado el muro en apenas unas semanas y ahora, ya lo había destruido por completo.

   Estaba asustado, pero sabía que si era el, estaría a salvo.

   -Baek…- la voz grave de ChanYeol diciendo mi nombre me sacó de mis pensamientos.
   -¿Qué quieres?- pregunté.
   -¿Podríamos sentarnos en la pasarela y hablar?- propuso- como el primer día- me daba miedo el agua, pero sabía que él nunca me dejaría.
  -Está bien.

-oooOOOooo-

   Todavía no sabía por qué cojones estaba allí, pero una puerta de madera estaba ante mí y tras esta, se encontraba el chico que se me había declarado hacía unas pocas semanas. Había estado pensando mucho en aquello que me había dicho de que si necesitaba a alguien, no dudara en buscarlo, que quería ayudarme.

   Al principio me pareció que sería demasiado cruel por mi parte, KyungSoo me había dicho, aunque indirectamente, que le gustaba, yo no podía presentarme ante su puerta para que me ayudara con mis penas porque no era correspondido por ChanYeol. Sin embargo, tras ver tantas veces a la parejita feliz, ya no me sentía con fuerzas y lo único que necesitaba era aferrarme a alguien y llorar.

   Casi ni me di cuenta cuando mis pies avanzaron solos y mi mano se alzó y llamó. Apenas me di cuenta de que la puerta se abrió y por ella apareció aquel chico de ojos grandes. Apenas noté cuando me llamó por mi nombre y me suplicó que no llorara. Tampoco pude discernir el momento en el que ya había entrado a la casa y estaba tumbado en una superficie mullida, aferrándome a él como si fuera la última persona en la Tierra.

   Cuando abrí los ojos de nuevo estaba mucho más oscuro de lo que recordaba y unos ojos grandes me observaban. Debería haberme asustado, estaba demasiado cerca, sin embargo, solo pude esbozar una pequeña sonrisa, viendo cómo en los labios de aquel chico se abría camino otra.

   -¿Cómo estás?- me preguntó.

   Intenté contestarle, pero mi garganta estaba muy seca. También sentía cómo mis ojos ardían y la piel de mi rostro, húmeda. Aunque estos eran síntomas de que tenía que estar hecho polvo, me encontraba extrañamente bien.

   -Bien… supongo…- acabé por contestar, sintiendo mi voz gangosa.
   -Puedes dormir un poco más, si quieres- susurró.

   No sabía por qué iba a querer dormir, pero momentos después, un bostezo se abrió paso a través de mi boca y mis ojos se fueron cerrando lentamente. Parecía que llorar me daba mucho sueño.

   No desperté hasta la mañana siguiente y cuando lo hice, me encontré aferrado fuertemente a KyungSoo.

   Pasé varios días dentro de su casa, sin salir de allí. KyungSoo me había dejado dormir en su cama mientras él dormía en el incómodo sofá que tenían todas las cabañas. Me daba cosa, le estaba invadiendo la casa cuando yo tenía una para mí solo y lo atormentaba con mis llantos y mis sentimientos hacia ChanYeol, cuando sabía que a él le gustaba yo. Era una persona horrible, pero su rostro, su sonrisa, su preocupación, eran algo que me hacía sentir mucho mejor, mucho mejor que en mi casa, con todo lo que me recordaba a ChanYeol envolviéndome.

   -Lo siento- murmuré y él alzó su cabeza.
   -¿Por qué te disculpas?
   -Por todos los problemas que te estoy causando.
   -No es problema- dijo con una sonrisa- sabes que no lo hago por obligación.
   -Aun así…
   -No te preocupes- se acercó a mí y rozó mi mejilla con su mano. El roce era cálido y suave, y me hizo estremecer.
   -Yo no… sé si puedo… corresponder tus sentimientos…- no sé por qué dije aquello pero lo hice. Tal vez fue para que dejara de ayudarme, para que dejara de hacerme sentir peor y a la vez mejor de lo que me sentía.
   -Sé que ChanYeol es alguien muy importante en tu vida y que jamás dejarás de quererlo- murmuró- pero él está enamorado de ese chico- me dolieron esas palabras, pero me lo merecía, seguro que las mías también le habían hecho daño- es como un asunto pendiente… y no te dejará de doler hasta que te sinceres con él.
   -¿Quieres decir que me declare para que deje de doler?- pregunté confundido.
   -Sí, eso es lo que quiero decir.
   -No puedo hacerlo.
   -Sabía que dirías eso- su expresión se volvió triste y se alejó de mí- ya sé que no me corresponderás nunca- murmuró- y si no te importa, me gustaría que te fueras ya de mi casa.

   Con el corazón en un puño y sabiendo que le había hecho daño, aunque realmente no quería hacerlo, salí de allí, pensando que, quizás, podía tener razón, que todo dejaría de doler en el momento en el que lo soltara todo. A lo mejor todavía no era demasiado tarde y podía recuperar a ChanYeol.

-oooOOOooo-

   Estábamos sentados en el pequeño puente de madera que unía el lugar sobre el que se alzaban algunas de las cabañas del complejo, meciendo nuestras piernas y salpicando un poco de agua a veces. El día era muy caluroso y el sol daba de lleno a estas horas, por lo que BaekHyun llevaba un gracioso sombrero que lo hacía parecer más mono de lo que ya era, aunque él jurara y perjurara que NO era para nada así.



   Mi corazón latía muy fuerte contra mi pecho, mi labios siempre mostraban una sonrisa, mis manos sudaban y no era por el calor y mis ojos no podían dejar de mirarlo embobado. Todos los síntomas que aquella página decía estaban en mí y ya me había hecho a la idea de que estaba enamorado de él. Sin embargo, no tenía manera de saber lo que él sentía por mí. Ni siquiera sabía si era o no era gay, pero el no saber me estaba matando y el no poder probar sus labios de nuevo, también.

   -BaekHyun…- murmuré llamando su atención y él giró su rostro hacia mí, con una pequeña sonrisa. Adoraba sus sonrisas, que ahora mostraba más a menudo.
   -Dime.
   -Me gustaría hablarte de algo- noté cómo se tensó a mi lado y yo tragué saliva. ¿Cómo podía decirle aquello sin asustarlo?- yo…- comencé- he estado pensando mucho acerca de… de nosotros… de ti y de mí- lo vi asentir lentamente, mirándome de una manera penetrante, invitándome a seguir hablando, pero me había quedado paralizado.
   -¿ChanYeol?- preguntó ladeando su cabeza y volví a tragar saliva- ¿qué pensabas…?
   -Pensaba…- inspiré hondo- pensaba que…- cerré los ojos y lo solté rápidamente- no puedo dejar de pensar en ti, en cómo sonríes, en que quiero besarte en que me gustas mucho, Byun BaekHyun y en que quiero salir contigo- agaché mi cabeza, con los ojos cerrados todavía y por eso no vi cuando él alzó su mano y me cogió por la barbilla, para que lo mirara a los ojos.
   -ChanYeol… abre los ojos…- lo hice con miedo, por si estaba siendo suave para después darme una paliza, porque lo veía muy capaz, sin embargo, lo encontré con una sonrisa enrome en su rostro y mirándome con los ojos vidriosos.
   -Entonces... ¿qué dices…?- pregunté con miedo, con mucho miedo.
   -Sí- lo oí susurrar y una gran sonrisa se extendió por mi cara.
   -Te juro que no te arrepentirás- y me lancé hacia él para estrecharlo fuertemente entre mis brazos- me gustas mucho, BaekHyun.
   -Tú también me gustas mucho- mi corazón dio un salto de alegría al escucharlo y lo apreté aún más fuerte contra mí. Le gustaba, me correspondía. A partir de ese momento sería la persona más feliz del mundo.






viernes, 30 de agosto de 2013

Shanghai Romance

Shanghai Romance




Shanghái, 1929


Bajé de aquel barco mareado y verde como una lechuga. El viaje desde Corea no me había sentado nada bien y eso que no habían sido muchos días los que había tardado aquel transporte en atravesar el mar. Mientras bajaba por la pasarela intenté recobrarme y alzar mi cabeza, para que se notara que era de una distinguida familia, y también para buscar a aquella persona que supuestamente me llevaría hasta la casa en la que me hospedaría durante mi estancia en la ciudad y donde firmaría un gran negocio.

Busqué con la mirada a alguien que me fuera conocido entre todas las personas que había en el embarcadero, pero no logré hallar a nadie.

En cuanto pisé tierra firme, me hice a un lado, para no acabar arrastrado entre la marea humana, dejé mis pesadas maletas en el suelo -no estaba hecho para acarrear cosas de peso- y me dispuse a esperar.

Esperé y esperé.

El puerto se fue quedando poco a poco vacío y el sol fue descendiendo lentamente hacia su ocaso. La temperatura en aquel lugar comenzó a descender a una velocidad demasiado rápida para mi gusto, así que me abracé a mí mismo fuertemente para entrar en calor.

Ya era de noche cuando al fin aparecieron un par de muchachos vestidos con la ropa típica de aquel lugar. Me levanté de la maleta en la que hacía horas me había sentado y caminé hacia ellos con paso decidido, probablemente pudieran decirme algún lugar dónde poder hospedarme e indicarme. Pero antes de que me diera cuenta de lo que pasaba, ellos me apresaban y no me dejaban hacer ningún movimiento.

-Hermosa…-. Dijo uno de ellos rozando mi rostro con sus dedos. Le giré la cara y luego intenté morderle cuando él volvió a acercar su mano-. Vaya, tiene carácter-. Me agarró firmemente por la barbilla-. Me gusta.
-Nos darían un buen precio por ella-. Comentó el que me retenía por la espalda y yo pataleé para librarme del agarre, sin éxito alguno.
-No-. Contestó el otro mirándome fijamente y yo le escupí a la cara-. Será para mi propia diversión-. El miedo comenzó a invadirme el cuerpo. Aquellos dos tipos querían hacerme cosas malas y yo no podía librarme de ellos, eran demasiado fuertes.
-Soltadme-. Conseguí decir, pero ellos rieron-. ¡Ayuda!-. Grité.

De repente, el que estaba frente a mí cayó al suelo con una mueca entre dolor y sorpresa en su cara. Tras él, se encontraba un muchacho con la mano alzada a la altura en la que antes había estado la nuca del tipo y el ceño y los labios fruncidos.

-Suéltalo, ShiYuan[1]-. Dijo y el que estaba sujetándome dejó de hacerlo rápidamente-. Llévate a JianRen[2], no quiero veros cerca de este joven nunca más-. Su tono era muy autoritario y el chico hizo todo lo que le ordenó antes de salir corriendo, arrastrando a su compañero-. ¿Te encuentras bien?-. Me preguntó una vez ellos se perdieron de vista.
-Oh… eh… sí-. Contesté en mi idioma y luego me di cuenta de que él me había hablado primero en coreano-. ¿Cómo sabías que era coreano?-. Él sonrió durante un segundo y luego inclinó su cabeza y se echó al suelo rápidamente, postrándose a mis pies de rodillas.
-Lo siento mucho-. Dijo, ya en chino-. Tenía que haber venido a recogerlo hace mucho tiempo, pero el maldito invento con ruedas de occidente se estropeó y no sabía cómo arreglarlo, por lo que tuve que venir andando.
-¿Quién eres?-. Él levantó su cabeza del suelo y me miró con una gran sonrisa que me exasperó.
-Mi nombre es HanGeng. Soy el criado de ZhouMi xiansheng[3], con quien usted se viene a reunir para sus negocios-. Asentí convencido de su identidad ya que sólo nuestras familias sabían de mi viaje a Shanghái.
-Bien, levántate del suelo-. Le pedí y él lo hizo rápidamente-. Coge mis maletas y busquemos un lugar donde pasar la noche y mandar un telegrama a la casa de ZhouMi para avisarles del contratiempo que hemos sufrido.
-Sí, Kim xiansheng-. Contestó.

Fue hacia las maletas y las tomó, para luego comenzar a andar. Solté un suspiro y después lo seguí. Atravesamos las calles con aquella fría noche como testigo hasta llegar al lugar en el que podría mandar el telegrama a la casa de ZhouMi y avisarles de toda la situación.

El hombre que había en el lugar se sorprendió, ya que el aviso por telégrafo, por las noches, sólo era utilizado en casos de emergencia. Vi cómo HanGeng hablaba con él unos segundos en chino de una manera tan rápida que no pude entender nada y después se giró hacia mí con una sonrisa.

-Ya puede utilizar el telégrafo, Kim xiansheng.

Apenas tardé en escribir en aquella máquina, de forma concisa, lo que había sucedido y también pedir que a la mañana siguiente fueran a la ciudad a recogernos, ya que la casa de ZhouMi estaba alejada de esta. Salimos del lugar tras despedirnos del amable y regordete hombre y comenzamos a andar de nuevo por las solitarias calles.

-¿En qué lugar pasaremos la noche?-. Le pregunté. Él se quedó unos minutos en silencio mientras se detenía. Debía estar pensando en algún sitio dónde resguardarnos.
-Creo que hay tres opciones-. Contestó al final-. Una, dormir en la calle-. Negué con la cabeza a la primera opción-. Me lo temía-. Dijo con una sonrisa-. Dos, dormir en una casa de Placer-. Volví a negar. Tampoco me gustaba la idea de pasar la noche en un lugar como ese-. Es ese caso solo nos queda la opción número tres: ir a la casa de mis padres.
-Que así sea-. Le dije tras sopesar de nuevo todas las opciones.
-No es nada magnífico ni espectacular, solo una casa de trabajadores-. Comenzó mientras volvía a andar-. Pero tiene un techo bajo el que guarecerse.

Lo seguí de nuevo por las calles de aquella ciudad en auge, aunque desierta a esas horas, hasta que, tras unos minutos, él se detuvo frente a una casa. Esta era pequeña, destartalada, y en definitiva, nada parecida a lo que yo estaba acostumbrado.

Él abrió la puerta y entró, dejándome paso. Me quité mis zapatos occidentales y lo seguí por el estrecho pasillo hasta que deslizó un panel de papel que daba a una habitación. Entró a ella y dejó mis maletas en el suelo. Después, se giró hacia mí para hablarme.

-Le sacaré la cama y lo dejaré descansar tranquilo-. Anunció y fue hacia un armario empotrado para sacar las cosas.
-¿Quiénes eran los chicos de antes?-. Le pregunté al recordar que él los había llamado por sus nombres. Con todo lo que había pasado antes no había caído en preguntarle, pero ahora lo había recordado de pronto y no quería quedarme con la duda. Además, que supiera el nombre de aquellos maleantes no me dio mucha confianza.
-Antes eran amigos míos-. Contestó extendiendo en el suelo el futón-. Pero se fueron por el mal camino y me alejé de ellos para encontrar un buen trabajo y tener una buena vida-. Se giró hacia mí y me sonrió-. Ya está todo listo-. Se levantó del suelo y echó a andar hacia la puerta.
-Gracias-. Murmuré y él se detuvo un segundo. Asintió y tras hacer una reverencia, salió de la habitación. Me quité mis ropas occidentales para tumbarme sobre el poco blando colchón y quedarme dormido poco después.


Desperté cuando el sol ya entraba por la pequeña ventana de la habitación y rozó mi rostro con sus rayos. Me incorporé y salí de entre las sábanas para volver a vestirme. Cuando me estaba colocando la chaqueta, el panel que hacía de puerta de la habitación se deslizó y en el hueco apareció el chico que me había llevado hasta allí. HanGeng se llamaba si mi memoria no me fallaba.

-Buenos días, Kim xiansheng-. Saludó con una sonrisa-. ¿Ha dormido bien?
-He tenido noches peores-. Contesté y él asintió.
-Vendrá a recogernos Henry-. Comentó-. No tardará mucho en llegar.
-Me alegra oír eso.

Tras esta pequeña conversación, él recogió mis maletas y me guio de nuevo por los pasillos de la pequeña casa hasta llegar a una habitación en la que había una pequeña y baja mesa cuadrada, con varios cuencos con arroz y otras cosas. No fue el desayuno más suculento, ni tampoco más abundante de mi vida, pero fue suficiente y se lo agradecí a aquel chico, internamente, claro.

Después, salimos a la calle, en dirección a aquel lugar desde el cual la noche anterior había mandado el telegrama a la casa, ya que allí era donde les había indicado que nos recogieran. No tuvimos que esperar mucho tiempo, cuando Henry, el otro socio de ZhouMi, apareció montado en un coche que echaba un humo negro que no me hacía presagiar nada bueno.

-NiHao[4]-. Saludó alegremente en cuanto detuvo el coche frente a nosotros. Este hizo un ruido horroroso-. Subid-. El chico lo hizo rápidamente, arrastrando con él mis maletas, pero yo me quedé donde estaba, negándome a subir a aquella tartana-. Vamos, HeeChul, no seas supersticioso.
-No soy supersticioso-. Le contesté-. Tu coche no me da confianza-. Él sonrió intentando darme confianza, pero negué con mi cabeza.
-Este era el coche antiguo, es normal que haga ruidos raros-. Comentó-. El nuevo fue el que se le rompió ayer a HanGeng y aunque he dejado a YiXing[5] arreglándolo en el camino, no sé cómo pueda quedar, por eso he tenido que venir en esta antigualla.
-¿Te dejaste a YiXing arreglándolo?-. Preguntó el chico y Henry asintió-. Entonces dalo por perdido, YiXing es bastante manazas…
-No había nadie más disponible-. Murmuró Henry con un puchero, luego se giró hacia mí-. ¿Subes o no?
-Qué remedio…

En cuanto me senté en la parte trasera del coche, Henry arrancó y el coche volvió a hacer un ruido muy extraño que me asustó todavía más de lo que ya estaba, aunque nunca admitiría que estaba asustado, al menos no en voz alta. El automóvil comenzó a avanzar lentamente por las calles de la ciudad hasta que cogió un poco de velocidad. No mucho después de empezar la marcha, salimos a campo abierto, dejando atrás la ciudad y las novedosas fábricas.

El camino lo hicimos en silencio, aunque de vez en cuando, Henry intercambiaba un par de palabras con nosotros y luego volvía a atender a la vereda que era considerada camino principal. Cuando llevábamos un tiempo atravesando campos y campos de arroz, pude divisar un coche el margen del camino, con un chico arreglándolo, el tal YiXing, supuse. A ese chico tampoco lo conocía, debía ser nuevo, como HanGeng, ya que en mi anterior visita a aquella casa, ninguno de los dos estaba. Henry detuvo el coche junto al otro.

-¿Cómo vas, YiXing?- le preguntó y este bufó.
-Esto no tiene arreglo alguno, Henry xiansheng-. Al oír eso, HanGeng se bajó rápidamente del coche y comenzó a inspeccionar el automóvil estropeado.
-Sí que tiene arreglo-. Comentó tras unos minutos-. Sólo necesitamos a GuiXian[6] para arreglarlo.
-Yo puedo solo-. Dijo YiXing cruzándose de brazos, ofendido.
-Déjate de rivalidades con GuiXian-. Dijo Henry-. HanGeng, sube, os llevo a la casa y recojo al chico para que venga a arreglarlo.

Después de que HanGeng estuviera de nuevo subido en el coche, Henry arrancó y en silencio hicimos el resto del camino. Tras atravesar más y más campos de arroz, por fin pudo verse en la distancia la casa en la que vivía ZhouMi con sus sirvientes y a veces también con su familia, aunque esta pasaba más tiempo fuera haciendo negocios, como la mía.

En cuanto el coche se detuvo, HanGeng bajó de él con mis maletas y se adentró rápidamente en la gran casa. Mientras yo descendía del coche, el chico volvió a salir, esta vez acompañado de otro chico al que sí conocía, LiXu[7].

-Bienvenido, Kim xiansheng-. Saludó con una sonrisa amable-. Es un honor tenerlo aquí-. Hizo una reverencia de 90º-. Espero que su viaje haya sido bueno.
-Bueno no se puede decir que haya sido-. Contesté-. Ya sabes que el mar y yo no nos llevamos bien-. Él sonrió dulcemente-. Y el contratiempo del coche no mejoró mucho el viaje.
-Entonces espero que la estancia aquí sea mucho mejor y cubra por completo los estragos del viaje.
-Eso espero-. LiXu asintió.
-Lo llevaré a su habitación, Kim xiansheng-. Dijo HanGeng, que hasta ese momento se había mantenido al margen de la conversación.

LiXu se alejó tras hacerme otra reverencia y el chico comenzó a guiarme por los pasillos de aquella antigua casa china hasta la habitación que siempre había ocupado cuando me hospedaba en aquel lugar. En cuanto llegamos, deslizó el panel y me dejó paso, soltando mis maletas en algún lugar, para luego retirarse haciendo una reverencia. Apenas llevaba unos minutos en la habitación, cuando alguien apareció en el hueco de la puerta.

-Kim xiansheng-. Me llamó un chico que también conocía. LiTe[8], se llamaba si recordaba bien- ZhouMi xiansheng lo espera en el patio-. Anunció y yo asentí. Tras una reverencia, él se retiró.

Me dirigí entonces hacia el otro panel de la habitación, tras el que se ocultaba la entrada al patio interior de aquella casa. Lo deslicé, para poder salir al exterior. En cuanto lo hice, encontré a ZhouMi, sentado en la tarima de madera, jugando al weiqi[9] junto a un chico que tampoco conocía. Mi socio se percató de mi presencia al momento, aun sin levantar su mirada del tablero del juego.

-Bienvenido, Kim HeeChul-. Saludó-. Siéntate por aquí y disfruta de esta gran partida de weiqi, ShengMin[10] es un gran jugador.
-Eso veo-. Comenté sentándome junto a ellos-. Te está ganando.
-Es un digno rival-. Dijo-. Casi tanto como GuiXian.
-Entonces es bastante bueno-. Murmuré en el momento en el que mi socio hacía un movimiento que lo declaraba como vencedor de aquella partida-. Aunque por lo visto no lo suficiente…
-ShengMin, puedes retirarte-. El chico se levantó y se fue de allí. ZhouMi hizo un movimiento indicándome que me sentara en el lugar que antes ocupaba el chico y así lo hice-. ¿Una partida?-. Propuso y yo negué con la cabeza.
-Mejor no. No puedo competir contigo, perdería estrepitosamente-. Contesté y él sonrió.
-Entonces, ¿comenzamos a hablar de negocios?


Mis negocios seguían yendo tan bien en China que me sorprendí. ZhouMi era fiel y buen socio. Al igual que nuestros padres, anteriormente, nosotros habíamos hecho buenas migas y las relaciones no eran para nada forzadas, como me ocurría en Corea con la familia Lee. El pequeño de los hermanos, DongHae, hacía que mis estancias en aquella casa fuera soportables, pero quién llevaba el negocio no era él, sino su hermano mayor, HyukJae, y él, era un verdadero dolor de muelas.

Después de pasarme toda la tarde hablando de negocios con ZhouMi, me propuso que nos relajásemos. Nos lo merecíamos, más yo, después del viaje tan desastroso que había tenido. Así que, una vez que alguno de los criados preparó nuestro baño, y tras la llegada de Henry, sucio a más no poder, ya que al final había acabado ayudando en el arreglo del coche, nos metimos en la relajante agua caliente y conversamos de todo y nada a la vez.


Apenas llevaba un par de semanas en la casa cuando ya me había enterado de todos y cada uno de los cotilleos del lugar. La última vez que estuve en la casa también fue así, ya que aunque esta era grande, las finas paredes no eran un buen aislante de conversaciones secretas. No es que yo fuera cotilla, pero me gustaba saber qué era lo que se cocía a mi alrededor.

Algunas cosas eras simples nimiedades, sin embargo había otras que eran demasiado escabrosas o, ¿cómo decirlo?, no muy agradables de saber, pero que aun así, merecían saberse. Me enteré hablando por aquí y por allí con los criados de que ShengMin y HanGeng, dos de los chicos nuevos, estaban en la casa en función de guardaespaldas, ya que la casa había sido atacada un par de veces en aquel año. No eran buenos tiempos.

A pesar de todo esto, pasaba todo el tiempo que no ocupaba en los negocios con ZhouMi y Henry, ni intentando enterarme de cosas, paseando por los hermosos jardines de la casa, sentado bajo la sombra del naranjo del patio o yendo a la ciudad a mandar telegramas tanto a Corea como a Estados Unidos. A veces, hacía todas estas cosas acompañado por el callado HanGeng, que se unía a mí cuando menos lo esperaba y me hacía compañía aunque no dijera muchas palabras, ya llenaba yo todos los silencios con mis habladurías.


Una noche, en el baño, los tres estuvimos cotilleando acerca de los temas amorosos de la casa, ya que tanto hombre junto, a veces había roces; además, no teníamos mucho más de lo que hablar. Hacía unos días que habíamos enviado un telegrama a Estados Unidos, donde se encontraban en esos momentos nuestros padres y mi hermano menor, para informarles que debían mover algunos hilos allí, así que mientras esperábamos una respuesta afirmativa, no podíamos hacer mucho más.

Me enteré que YiXing estaba enamorado en secreto de GuiXiang y por eso se llevaban a matar, porque no se atrevía a decirle nada. También que LiTe tenía un amor en el puerto, no dijeron si chica o chico, porque no lo sabían, pero supuse bien, que se trataba de una persona que se dedicaba al placer. No hablaron de lo que había entre LiXu y ShengMin, pero se veía a la legua lo que había, ya que uno gravitaba siempre en torno al otro. Tampoco hizo falta que me confirmaran que ambos mantenían una relación, esas miradas que se daban no eran miradas de amigos… y menos de socios.

En un momento dado, ZhouMi se excusó del baño alegando que se convertiría en una pasa si seguía allí dentro y Henry lo siguió poco después. Una vez me quedé solo, suspiré y me sumergí lentamente en el agua, ahora ya más tibia, para entrar en calor la parte superior de mi cuerpo. Allí estuve bastante tiempo, mirando a la nada y pensando en nada, hasta que el agua se quedó fría y tuve que salir.

En ello estaba cuando la puerta se abrió de golpe y por ella entró HanGeng, medio desnudo. Ambos nos quedamos estáticos unos momentos, mirándonos con los ojos abiertos como platos. Su cuerpo era musculoso, muy bien formado y me encontré observándolo con descaro, todavía desnudo. No recordé que estaba sin nada encima hasta que sentí su mirada sobre mi cuerpo y lo vi mordiéndose el labio inferior.

-¿Pero qué…?-. Murmuré al salir de mi estupefacción y rápidamente me metí bajo el agua de nuevo.
-Lo siento, lo siento-. Se inclinó varias veces de una manera rápida y muy pronunciada-. No era mi intención, Kim xiansheng-. Volvió a inclinarse varias veces bajo mi atenta mirada-. Yo… Henry me dijo que ya podía utilizar el baño, que no había nadie dentro-. Se dio la vuelta y salió-. Lo siento-. Lo volví a escuchar decir mientras se alejaba corriendo por el pasillo, seguramente en busca de Henry para decirle unas cuantas palabras.


Esa noche no pude dormir bien. En mi cabeza parecía que solo había espacio para el momento en el que había aparecido HanGeng en el baño. A la mañana siguiente, estaba en mi habitación mirando algún que otro papel, pero no tenía cabeza para eso, todavía recordaba lo que había pasado la noche anterior. Me estremecí nada más pensar en ello. Todavía no sabía cómo iba a poder afrontar aquello.

De pronto, escuché algunos sonidos en el patio, no eran muy fuertes, pero puesto que me encontraba en silencio los pude oír perfectamente. Me levanté lentamente y me dirigí al panel que daba al lugar, para deslizarlo  y así poder ver qué era lo que provocaba aquellos sonidos silbantes. En mitad de aquel lugar, bajo el naranjo, se encontraba la causa de mi desvelo y de mi dolor de cabeza, HanGeng.

Llevaba una larga vara en sus manos y la movía de un lado a otro, lanzando golpes. Poco después, su cuerpo semidesnudo acompañó a la vara, dando saltos, patadas y haciendo movimientos extraños con este. Artes marciales, o algo así, se llamaba aquello que hacía, no lo sabía con seguridad. Tampoco sabía cómo era cuando se hacía bien o mal, pero me parecía que lo hacía bastante bien, con razón ZhouMi lo tenía allí como guardaespaldas.

De repente, sentí un peso en mi espalda y me tensé. No me esperaba algo tan repentino. Tenía que gritar, llamar a HanGeng o a ShengMin, porque alguien extraño se había subido a mi espalda. Sin embargo, cuando me dispuse a gritar, escuché una risa cantarina que no podía ser más que de Henry y me relajé.

-Ya era hora-. Murmuró.
-¿Hora de qué?-. pregunté sin entender a qué se refería y él rio.
-Su entrenamiento-. Aclaró-. Lleva desde que llegaste a la casa sin entrenarse y siempre es un gran espectáculo.
-¿Gran espectáculo?
-Toda la casa se queda inactiva mientras él entrena-. Dijo-. Si te fijas bien, verás cómo en cada puerta o ventana que da a este patio, hay una o varias cabezas asomando.

No me hizo falta mucho tiempo para asomar un poco más mi cabeza por la rendija y mirar alrededor. Tal y como Henry decía, todas las actividades de la casa habían pasado a un segundo plano y todos estaban observando al chico moverse de una manera impresionante en aquel lugar.

-¿Celoso?-. Susurró el norteamericano y yo negué con la cabeza. Aunque me molestaba un poco que todos pudieran ver el torso del chico mientras el sudor lo iba perlando.
-¿Por qué debería estarlo?-. Conseguí articular tras pasarme la lengua por mis resecos labios.
-Porque todos están viendo algo que solo está reservado para tu disfrute personal…

En ese momento me giré rápidamente y él se deslizó de mi espalda, cayendo al suelo con un golpe sordo. Antes de que pudiera quejarse me coloqué sobre él y le tapé la boca con las manos para que no pudiera emitir ruido alguno.

-Tú y yo todavía no hemos tenido una charla con respecto a lo de ayer-. Le dije-. ¿Por qué tuviste que decirle que fuera al baño cuando sabías perfectamente que yo estaba allí?
-Porque es obvio que os gustáis y quería daros un empujoncito-. Contestó con una sonrisa.
-¿Y de dónde sacas esa idea tan disparatada?-. Le pregunté encarando una ceja.
-De vuestros paseos a solas por los jardines, de vuestras tardes a la sombra del naranjo, de vuestros días enteros en la ciudad…
-Es un guardaespaldas.
-ShengMin también y se pasa el día pegado a LiXu-. Suspiré y me levanté de su pequeño cuerpo.
-Vete antes de que me cabree de verdad, enano-. Él se levantó y fue hacia la puerta, no sin antes girarse para decirme unas últimas palabras que me enervaron de nuevo.
-Algún día me lo agradecerás.

Suspiré de nuevo y me asomé por última vez al patio, para justo encontrarme con los ojos de HanGeng mirándome fijamente, con una sonrisa en su rostro, respirando entrecortadamente por el esfuerzo y con gotas de sudor recorriendo su torso desnudo. Tragué saliva de cuando noté que comenzaba a acercarse a mí y sentí a mi corazón golpear rápidamente contra mi pecho cuando sus pies tocaron la tarima de madera del porche y se sentó en el suelo, tal y como yo estaba, frente a mí.

-¿Le ha gustado, Kim xiansheng?-. Me preguntó.
-¿Qué debería gustarme?-. Dije confundido.
-Mi entrenamiento-. Negué con la cabeza mientras intentaba normalizar mi ritmo cardiaco, pero las gotas de sudor recorriendo su cuello no me ayudaban a calmarlo-. Pues parecía que le gustaba o por lo menos a mí me dio esa sensación.

Volví a negar y él sonrió de una manera encantadora. Se puso de rodillas como si fuera a levantarse de aquella tarima, sin embargo lo que hizo fue acercarse un poco más a mí y rozar con sus labios mi mejilla. Después, se retiró rápidamente y con aquella sonrisa, se alejó para seguir con su entrenamiento.

Durante unos segundos no pude hacer ningún movimiento debido a la impresión, pero en cuanto pude hacerlo, la sangre comenzó a hervirme y a colorearme las mejillas. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que me pasaba, cerré el panel de golpe, haciendo mucho ruido, mientras murmuraba improperios.


Durante las siguientes semanas, aunque intenté ignorarlo por completo, siempre se daban situaciones en las que acabábamos quedándonos solos y en las que, cuando se despedía de mí, me daba un pequeño beso en la mejilla y un apretón en la mano. Cuando hacía esto, mi corazón se aceleraba y muchas veces me encontraba deseando que aquellos besos en la mejilla dejaran de ser tan castos. Últimamente no me entendía a mí mismo.


Días después, estaba en mi habitación, intentando concentrarme en algunos papeles que tenía que leer y firmar si me convencía la oferta, pero no podía concentrarme. Por la mañana, HanGeng se había despedido de mí, porque debía hacer algo en la ciudad, con un beso en la comisura de los labios. Aquello me había descolocado tanto que, horas después, todavía no me lo podía sacar de la cabeza. Me tumbé en el suelo para intentar despejarme y apenas unos segundos después, el panel que daba al pasillo se deslizó inesperadamente y en el hueco, apareció HanGeng respirando entrecortado.

-¿Qué…?-. Comencé a preguntar, pero él no me dejó terminar.
-Ha llegado un telegrama urgente para usted de Estados Unidos y debe verlo inmediatamente.

Nada más escuchar estas palabras me levanté corriendo del suelo y olvidándome de todo salí disparado hacia la sala en donde me debía estar esperando el correo. Cuando llegué, me encontré a Henry y ZhouMi en la habitación.

-¿Dónde está?-. Pregunté y ZhouMi me entregó un papel. En ese momento comencé a leer en voz alta-. “La Bolsa de Nueva York ha caído. Lo hemos perdido todo. Padre se ha suicidado. Quédate con ZhouMi. KiBum.”
-Debería ir a América-. Murmuró Henry después de que acabara mi lectura.
-Será lo mejor-. Secundó ZhouMi y el chico salió de la habitación-. Puedes quedarte el tiempo que quieras-. Me dijo y yo me negué a su oferta.
-Por ahora iré a Corea a intentar que nuestros negocios no se hundan allí por la desconfianza que esto pueda haber causado-. Él asintió.
-Sabes que aquí tienes una casa y puedes volver cuando lo necesites, antes que socios somos amigos-. Asentí-. Moveré algunos hilos para que aquí tampoco falle nada.
-Muchas gracias, ZhouMi-. Tras esto, me despedí de él y volví a mi habitación, encontrando a HanGeng todavía allí.
-¿Qué ha pasado?-. Preguntó.
-Vuelvo a Corea-. Contesté y comencé a guardar mis cosas para partir.
-No-. Lo oí susurrar-. No se vaya, por favor-. Lo miré fijamente, pero no le respondí-. No se vaya-. Dio unos pasos hacia mí-. No me deje-. Me envolvió entre sus brazos y yo me dejé. Aunque no lo demostrara, porque no sabía cómo, estaba roto por dentro y sus brazos estaban conteniendo mis pedazos-. No me deje.
-Debo irme.
-Lo amo-. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y HanGeng me apretó más contra él-. No se vaya-. Me miró con los ojos vidriosos-. Lo amo.

Nada más decir esto, estampó sus labios contra los míos. Al momento, le correspondí y el beso se tornó húmedo y salado, por las lágrimas que escapaban de nuestros ojos.

-Debo irme…-. Volví a decir y lo besé de nuevo-. Pero volveré.



Shanghái, 1932


Bajé del barco mareado. Odiaba aquel medio de transporte, pero era en el que menos tardaba en llegar a mi destino. Me quedé esperando en el muelle y unos minutos más tarde, un coche aparcó frente a mí. Su conocido conductor bajó y me abrió la puerta para que subiera, ayudándome con las maletas. En cuanto estuve subido, se sentó en el asiento del conductor y arrancó de nuevo.

Una vez lejos de la bulliciosa ciudad, detuvo el coche y se inclinó hacia mí rápidamente para besar mis labios con desesperación y yo le respondí de igual forma. Cuando nos separamos, apenas me quedaba aire para respirar.

-Todavía no puedo creer que esté aquí-. Murmuró contra mis labios, acariciando mi mejilla, mirándome a los ojos con devoción.
-Créelo…-. Susurré antes de besarlo de nuevo-. He vuelto.







[1] ShiYuan: Nombre chino de SiWon.
[2] JianRen: Nombre chino de KangIn.
[3] Xiansheng: Señor en chino.
[4] NiHao: Hola en chino.   
[5] YiXing: Nombre chino de YeSung.
[6] GuiXian: Nombre chino de KyuHyun.
[7] LiXu: Nombre chino de RyeoWook.
[8] LiTe: Nombre chino de LeeTeuk.
[9] Weiqi: Juego tradicional chino. Más información Aquí.
[10] ShengMin: Nombre chino de SungMin.