Título: Tell Me Your
Wish
Pareja: KriSica (Kris
x Jessica) (EXO Generation), mención a ChenYin (Chen x Zhang LiYin) (SM The
Ballad), a Kray (Kris x Lay) (EXO) y a LayHan (Lay x LuHan) (EXO)
Clasificación:
NC–13
Géneros:
UA, romance, magic
Número de palabras:
4.800 palabras
Resumen:
YiFan tenía algunos deseos sin cumplir y una antigua lámpara de aceite sobre su
mesita de noche.
Notas:
historia escrita para el Reto Crossovers SM y también para el Reto Fairy Tale
(una aprovecha para matar dos pájaros de un tiro XD).
Comentario de la autora:
no sé por qué, pero desde hacía un tiempo quería escribir sobre esta pareja y
este reto me ha dado la oportunidad de hacerlo. Espero que os guste, a pesar de
que Jessica no cae mucho en gracia es una buena chica.
Tell
Me Your Wish
YiFan observaba con recelo el
paquete que descansaba sobre la mesa de la cocina y que el cartero le había
traído a casa hacía apenas unos minutos. No tenía remitente, pero eran
claramente su dirección y su nombre los que venían escritos en una pequeña
etiqueta blanca pegada en la parte superior de la caja de cartón, por ese
motivo no se atrevía a abrirla.
Tomó otro sorbo de su taza de café
caliente y dejó que el humo le empañara las gafas —que aún llevaba puestas y
que de hecho no se quitaría en aquel día, no tenía que salir de casa y las
lentillas comenzaban a molestarle y a secarle los ojos cuando se las ponía más
de dos horas—. El chico dejó la taza sobre la mesa y se acercó con cuidado al
paquete, tal y como lo haría un agente de la unidad de artificieros ante una
bomba, tocó con un dedo la cinta que mantenía unidas las solapas de la caja y
creyó escuchar un tic tac, por lo que se replegó contra una de las esquinas de
la cocina, provocando la estridente risa de su compañero de piso, que entraba
en ese momento a la habitación.
—Tan grande y tan lacio —comentó el
chico con una sonrisa socarrona—. ¿Tiene acaso el paquete una bomba para que
estés así? —YiFan le dedicó una mirada asesina antes de acercarse al lugar en
el que estaba el otro, cerca de la caja.
—Antes he escuchado un tic tac —murmuró—,
así que no lo descarto.
—Idiota —dijo JongDae. Tomó el
paquete entre sus manos y lo agitó, haciendo que se escuchara un ruido metálico
procedente del interior de esta y que la cara de YiFan se desencajara por el
miedo a que esta explotara en medio de la cocina—. ¿Ves? No ha pasado nada —comentó
dejando la caja donde estaba antes—. Ábrela ya antes de que lo haga yo.
Con el susto todavía en el cuerpo y
su corazón latiendo a mil, le sacó la lengua al otro y, con las tijeras que
había en la cocina, comenzó a cortar la cinta. Después, desplegó lentamente las
solapas de la caja, encontrando un montón de aislante en su interior que quitó
con un poco de impaciencia, descubriendo algo que jamás habría pensado que
habría allí: una antigua lámpara de aceite.
—¿Qué cojones…? —maldijo sacando el
objeto para que su compañero de piso lo viera.
—Parece una lámpara como la del
genio de Aladín —comentó el otro riendo mientras se ajustaba la corbata de su
traje.
—No tiene gracia —murmuró YiFan—. Encima
no viene con remitente, por lo que no la puedo devolver.
—Frótala, igual te sale un genio y
te cumple todos tus deseos —JongDae se colocó la chaqueta y le sonrió, ladino—,
quizás acabe con esa frustración sexual tuya.
—Te mataría por decir eso —comentó—,
pero parece que tienes una cita con LiYin y le tengo el suficiente respeto para
que no aparezcas con un ojo morado.
—Gracias por eso, FanFan —le guiñó
el ojo derecho y salió corriendo de la cocina, antes de que su compañero de
piso lo alcanzara.
—¡No sabes cuánto te odio! —le
gritó, aunque sabía que el otro ya no podía escucharlo.
YiFan suspiró y regresó a la cocina,
miró con cansancio la lámpara de aceite y se sintió estúpido por albergar en su
cerebro el pensamiento de frotarla por si de verdad aparecía un genio que le
cumpliera todos sus deseos durante un segundo. Después, negó con la cabeza y
guardó el objeto dentro de la caja.
03:12. Esa era la hora que marcaba
en su despertador cuando los ojos de YiFan se abrieron de golpe y ya no se volvieron
a cerrar por más que lo intentó. El chico se levantó de la cama y se dirigió a
la cocina a prepararse un vaso de leche caliente con miel, a ver si así volvía
a conciliar el sueño las pocas horas que le restaban antes de tener que volver
a levantarse para ir a trabajar.
Entró en la cocina y sacó el cartón
de leche de la nevera, vertió el contenido dentro de una taza y luego metió
esta en el microondas. La estancia solo era iluminada por la tenue luz que
procedía del interior del electrodoméstico, pero aun así, el chico pudo ver con
claridad el contorno de la caja que aún seguía sobre la mesa.
—Es una tontería… —murmuró para sí
mismo mientras avanzaba hasta ella—. Pero… ¿Y si…?
Antes de darse cuenta de lo que
hacía, YiFan ya tenía la lámpara en sus manos y la frotaba como si le estuviera
sacando brillo con el pantalón del raído chándal que utilizaba como pijama.
Esperó durante un par de segundos, pero no ocurrió nada.
—Definitivamente soy un estúpido.
El chico dejó la lámpara sobre la
mesa y se acercó al microondas, a esperar a que el pitido le indicara que su
vaso de leche ya estaba caliente. Sin embargo, antes de que esto sucediera,
humo rosa comenzó a inundar la cocina y YiFan comenzó a toser, cubriéndose la
boca con la mano, intentando averiguar de dónde podía proceder aquel humo con
ese color tan extraño. Cuando se dio la vuelta, encontró el origen del humo y
casi le dio un ataque al corazón al ver a la chica menuda de cabello rubio y
ropa extravagante que estaba en mitad de su cocina.
—¿Q-quién eres tú? —su voz sonó más
aguda de lo normal cuando hizo aquella pregunta.
—Jessica, genio de la lámpara —contestó
la chica con una sonrisa, haciendo que su rostro de muñeca brillara—. Estoy
aquí para cumplir tus deseos, así que… Dime tu deseo…
YiFan de repente se sintió mareado y
la cocina comenzó a darle vueltas, intentó agarrarse a algo, pero finalmente
cayó al suelo, provocando un ruido sordo que quedó amortiguado por el pitido
del microondas.
Sentía un dolor punzante en su
cabeza y otro en su costado, además, la espalda lo estaba matando y tenía mucho
frío. Todo aquello eran síntomas que le decían a YiFan que despertara
inmediatamente, porque no estaba en su cama, sino en algún lugar desconocido,
pero los párpados le pesaban como si estuvieran hechos de plomo y tardó tres
intentos en poder abrir sus ojos.
Lo primero que vio fue el techo
blanco y la lámpara de la cocina; lo segundo, la sonrisa socarrona de JongDae.
Rápidamente, YiFan se levantó de lo
que en ese momento se dio cuenta que era el suelo de baldosas y, aunque se
mareó un poco, se agarró a la silla de la cocina con los ojos cerrados para que
los muebles dejaran de darle vueltas y lo superó.
—Creo que hay un par de cosas que
deberías explicarme —escuchó decir a su compañero de piso—. Una es el por qué
te he encontrado durmiendo a pierna suelta en el suelo de la cocina; la otra,
el por qué hay una chica preciosa en el salón.
En ese momento, YiFan abrió los ojos
y miró con pánico a JongDae, después, salió corriendo hacia el salón,
encontrando, efectivamente a la chica de la noche anterior, aquella que había
salido de la nada y que le había dicho que era el genio de la lámpara y que por
eso cumpliría todos sus deseos.
—Creía que había sido un sueño… —murmuró
para sí—. Pero es real…
—Oh —la chica se levantó del sofá
rápidamente al verlo y se acercó a él—. ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algo? —YiFan
negó con la cabeza, ella sonrió—. Siento haberte asustado, no debí haber sido
tan brusca.
—No… Pasa nada… —la voz, normalmente
grave y profunda, de YiFan parecía no querer salir de su garganta por lo que
carraspeó un poco—. Solo… ¿Es verdad lo que dijiste ayer?
—Claro —ella parecía ofendida—. A
los genios no nos está permitido mentir.
—¿Genios? —preguntó JongDae de
repente—. ¿De qué manicomio has sacado a esta niña?
—Yo no… —comenzó YiFan, pero la
chica lo cortó.
—¿No lo crees?
—¿Sinceramente? No.
En ese momento, la ropa que vestía
JongDae desapareció, dejándolo completamente desnudo. El chico rápidamente
llevó sus manos a sus partes para taparse, a la vez que abrió sus ojos tanto
que casi se le salieron de las órbitas.
—¿Lo crees ahora? —preguntó ella con
una sonrisa.
—Sí. Devuélveme mi ropa —contestó
JongDae. YiFan nunca lo había visto tan tímido e inseguro y eso le extrañó,
pero no por eso se olvidó de que la chica había hecho que la ropa de su
compañero de piso desapareciera repentinamente y reapareciera ahora sin mover
ni un dedo.
—¿Cómo…? —comenzó el chico, ella se
giró con una gran sonrisa en su rostro.
—Ya te lo dije. Soy Jessica, genio
de la lámpara —contestó.
YiFan seguía sin creerse que de la
lámpara antigua de aceite que había llegado por correo hubiera salido la chica
más guapa que había visto en su vida, afirmando ser un genio que cumpliría
todos sus deseos. Pero allí estaba, en su habitación, vestida ahora con una
camisa —solo la camisa—, de YiFan que le quedaba de vestido casi por las
rodillas, mirando a su alrededor y toqueteándolo todo como si fuera una niña
pequeña en una casa ajena.
El chico había tenido que llamar al
trabajo y decir que se sentía indispuesto —nada demasiado lejos de la realidad,
ya que todavía se sentía mareado de vez en cuando—, para poder quedarse con
ella en casa e intentar esclarecer un poco aquella situación tan absurda en la
que se encontraba en aquellos instantes.
—Tu habitación es muy bonita —comentó
la chica, sacándolo de sus pensamientos.
—Hum…
—Aún estoy esperando tu primer
deseo… Y también que me digas tu nombre, ya que tú sabes el mío… —Jessica se
acercó a él y al andar, la camisa se le resbaló de un hombro, dándole un
aspecto demasiado sexy.
—Wu YiFan —contestó—. Ese es mi
nombre.
—Entonces, amo YiFan… Dime tu deseo…
YiFan la miró durante unos
instantes, todavía no muy convencido de aquello, a pesar de que había visto lo
que le había pasado a la ropa de JongDae. Después, pensó en lo que más deseaba.
Quizás aquella chica no pudiera realizarlo, pero no perdía nada por intentarlo.
—Me gustaría volver con mi ex —pidió.
Jessica le sonrió.
—Tu primer deseo ha sido concedido.
—¿Primer deseo? —preguntó extrañado—.
¿Cuántos tengo?
—Tres —contestó la chica levantado
los dedos correspondientes de su mano derecha.
—¿Tres? —no pudo decir nada más ya
que su teléfono móvil comenzó a sonar. Rápidamente lo sacó del bolsillo de su
pantalón y se quedó de piedra al ver el nombre de su ex en la pantalla como
llamada entrante—. ¿Sí? —contestó con un poco de miedo, aunque su chico era una
persona muy calmada, las últimas palabras que había escuchado salir de su boca
habían sido gritos y maldiciones.
—¿Fan? —escuchó decir suavemente.
—Soy yo…
—He estado pensando en todo lo que
pasó durante estos meses… Meditando, intentando encontrar el motivo por el cual
nos separamos… —murmuró la voz al otro lado del teléfono—. ¿Qué fue lo que nos
pasó?
YiFan abrió los ojos como platos.
¿Qué era lo que estaba intentando decirle YiXing? Sabía perfectamente cuál era
el motivo por el cual habían roto, el chico no había podido resistirse a los
encantos de Byun BaekHyun y le había puesto los cuernos, de ahí los gritos, las
peleas y la relación terminada… ¿Acaso no lo recordaba?
Se despegó el teléfono de la oreja y
lo tapó con su mano para que cuando hablara con la chica, que aún seguía en su
habitación, su conversación no fuera escuchada por YiXing.
—¿Qué has hecho? —le preguntó.
—¿No quería volver con tu ex? —asintió—.
Le borré de su memoria el motivo por el cual rompisteis.
—¿¡Que hiciste qué!? —gritó YiFan.
—Solo quería cumplir tu deseo… —Jessica
se encogió sobre si misma por el grito y sus ojos se llenaron de lágrimas—. No quería
hacerte enfadar…
—Perdona… —murmuró, después destapó
el teléfono para volver a la conversación con YiXing—. ¿Qué estás intentando
decirme?
—Quiero que volvamos…
Cuando se encontró frente a la
puerta de aquel piso en el que había compartido algunos de los momentos más
felices de su vida, YiFan comenzó a dudar de la decisión que había tomado el
día anterior. Le había pedido a Jessica, su genio particular, que quería volver
con YiXing, pero la forma en que había pasado no era del todo satisfactoria, ya
que el otro chico había olvidado todo lo que concernía a su ruptura, había
olvidado la infidelidad de YiFan y, aunque eso pudiera ser algo bueno, el chico
no se veía capaz de mirarlo a los ojos y no sentir remordimientos.
Después de todo, había sido un deseo
muy estúpido e iba a remediar aquella situación.
Llamó a la puerta y unos momentos
después, esta se abría, revelando a YiXing en el interior del piso. El chico
abrió los ojos, sorprendido, pero luego esbozó una sonrisa encantadora.
—YiFan… —susurró.
—Hola, YiXing —contestó el otro.
—¿Qué haces aquí…?
—Vengo a hablar de lo nuestro,
¿puedo pasar?
—Claro.
YiXing se hizo a un lado y lo dejó
entrar, después, cerró la puerta y lo guio por el piso hasta el salón, donde le
indicó que se sentara en uno de los sillones para después hacer él lo mismo en
el de enfrente. A YiFan le sorprendió gratamente que el lugar no había cambiado
prácticamente nada desde que él se había ido de allí —quizás algunos libros
nuevos en la estantería, un par de zapatillas en la entrada y unas pocas fotos
que mostraban a dos chicos sonrientes, uno de ellos, YiXing y el otro, YiFan
supuso que sería su nuevo compañero de piso—.
—¿Y bien? —preguntó YiXing
incitándolo a hablar.
—No podemos volver a estar juntos —dijo
claramente.
—¿Por qué? ¿Tienes a alguien?
—Yo no, pero tú sí —el chico pareció
sorprenderse bastante al escuchar aquellas palabras, pero YiFan sabía de lo que
hablaba. Antes de ir a visitar a YiXing había hablado con JongDae y este le
había contado lo que sabía. JongDae salía con la hermana mayor de YiXing,
LiYin, así que estaba al tanto del nuevo compañero de piso del chico— un tal
LuHan creía recordar YiFan que se llamaba—, y de la relación que tenían.
—Yo…
—Nada volverá a ser como antes —comentó
YiFan—, por lo que es mejor para nosotros ser amigos.
Durante unos minutos, YiXing se
quedó pensando, mirando a la nada y metido en su mundo. Hacía años, YiFan
quería ser capaz de entrar en aquel lugar en el que el otro se abstraía
completamente, ya que parecía ser un sitio maravilloso. Después, el chico se
levantó, así que YiFan hizo lo mismo.
—Si esa es la única manera para
poder estar cerca… —susurró.
—No es la única —murmuró YiFan—,
pero es la mejor…
YiXing avanzó hasta su invitado y lo
abrazó, pasando sus brazos por el cuello de YiFan y este tuvo que inclinarse un
poco para que el chico llegara. Tiempo atrás, adoraba aquello, ser bastante más
alto que el otro y poder cargarlo sin mucha molestia.
Después de pasar un rato agradable,
hablando de todo aquello que les había ocurrido en los últimos meses después de
su ruptura —YiFan obvió convenientemente que ahora mismo vivía una chica
preciosa bajo su techo—, se fue del piso. En el camino hacia casa, se encontró
con una tienda de ropa femenina y pensó en Jessica, vestida con su camisa —solo
su camisa—, porque podía hacer aquellos truquitos suyos con las demás personas,
pero no con ella misma, así que, entró al lugar.
Comenzó a pasearse entre las
estanterías de ropa, los maniquís y varias chicas que lo miraban como si fueran
lobas y él su presa, buscando algo de ropa. Sin embargo, aunque al principio no
fue demasiado malo, después se fue tornando un caos. No sabía cuál era la talla
de Jessica y jamás había comprado ropa de chica, por lo que agradeció enormemente
que una de las dependientas se le acercara y le preguntara si necesitaba ayuda.
Dos horas después, salía de la
tienda con las manos llenas de bolsas con ropa y la cartera más vacía.
Cuando llegó a casa, YiFan se
encontró a JongDae y a Jessica en el salón, hablando, pero en cuanto la chica
lo vio, se levantó y fue hacia él, dejando al otro con la palabra en la boca.
—¿Cómo te ha ido? —le preguntó.
—Quiero pedirte mi segundo deseo —contestó
él.
—Eso no suena muy bien…
—Deseo que YiXing recuerde el motivo
de nuestra ruptura, pero que no cambie la decisión que hemos tomado esta tarde —ella
lo miró durante unos momentos fijamente, pero después asintió.
—Deseo concedido —dijo—. Solo te
queda un deseo.
—Gracias —YiFan cogió las bolsas y
las puso ante Jessica—. Esto es para ti.
—¿En serio? —el chico asintió—.
Gracias —le dio un breve abrazo y tomó las bolsas, después, salió corriendo
hacia la habitación de YiFan para cambiarse, pero fue detenida a medio camino
por una pregunta de JongDae.
—Si a él le queda solo un deseo,
¿por qué no puedes ser luego mi genio?
—Porque esta es mi última misión —contestó
ella—. Después desapareceré de este mundo.
La vida de YiFan poco a poco
continuó siendo más o menos normal, prácticamente igual a como era antes de que
Jessica entrara en su vida. el chico iba por las mañanas a su aburrido trabajo
de oficina, hacía informes, hacía cuentas, hablaba con clientes y tomaba tazas
de café, una detrás de otra, para aguantar su jornada laboral y para poder
recuperar el tiempo que había perdido el día que se encontró a la chica
saliendo de la lámpara. Después, volvía a casa y lo único en lo que podía
pensar era en dormir y descansar su cerebro para al día siguiente estar como
nuevo.
Nada había cambiado excesivamente en
su vida. Lo único que no era igual que hace una semana era que al regresar a
casa, YiFan ya no la encontraba vacía, ahora había una chica encantadora que le
daba la bienvenida con una sonrisa.
Cada vez que pensaba en Jessica
sentía una opresión en su pecho porque no podía evitar recordar las palabras
que había dicho la chica cuando JongDae le preguntó si después no podía ser su
genio, por lo que la petición de su último deseo estaba siendo aplazada. Todavía
no estaba muy seguro de qué era lo que le estaba pasando y no quería pedirle
nada hasta que no entendiera perfectamente su situación y qué era lo que más
quería.
YiFan llegó a casa y Jessica salió a
recibirlo, el vaquero pitillo y la camiseta blanca que le había comprado días
antes le quedaban mejor de lo que había esperado, por lo que tuvo que
carraspear para esconder un sonrojo. Era muy guapa y el chico, que siempre se
había sentido atraído por los hombres, nunca había pensado en la belleza de las
mujeres, pero reconocía que Jessica era una belleza que hacía a su corazón
latir rápidamente de vez en cuando.
—¿Cómo te ha ido el día? —le
preguntó.
—Ha ido bien, aunque he tenido mucho
trabajo —contestó.
—¿No querrías pedir un deseo
concerniente a eso? —el chico la miró fijamente.
—No. Me gusta mi trabajo —dijo—. A pesar
de que es cansado es la única manera que tengo para llegar hasta donde
realmente quiero.
—Entonces… ¿sobre qué quieres tu
deseo?
—¿Tantas ganas tienes de salir de
aquí? —le encaró—. ¿Quieres desaparecer tan rápido de esta vida?
—Llevo muchos años en este mundo,
muchos más de los que puedo recordar —murmuró ella—. Así que sí, eso es lo único
que quiero. Desaparecer.
Después de decir aquellas palabras,
se fue del salón, entrando a la habitación de YiFan y cerrando la puerta de un
portazo. Dejó al chico con la palabra en la boca, que quería replicarle sobre
aquello, y sin poder moverse por culpa de sus últimas palabras.
¿Desaparecer? No podía hacerlo.
Jessica había roto su rutina, había hecho que se reconciliara con su ex y ahora
fueran amigos y había acallado los maliciosos comentarios JongDae —algo que era
muy complicado y que solo lograba LiYin, y eso era porque el chico parecía otra
persona completamente distinta cuando ella estaba alrededor—. La chica, con su
inocencia, su sonrisa y su querer ayudarlo siempre en todo, había entrado en su
vida prácticamente a la fuerza, tirándolo todo a su paso, así que ahora no
podía desaparecer.
Todo aquello sonaba muy egoísta y
YiFan no solía serlo, pero por una vez en su vida quería ser así, quería ser egoísta,
quería que Jessica se quedara a su lado, que no desapareciera.
El chico pudo moverse en aquel
momento por fin y fue hacia su habitación, encontrándola vacía. Se extrañó un
poco, ya que ella no podía hacerse a sí misma sus trucos, pero en cuanto vio la
antigua lámpara de aceite sobre su mesita de noche, entendió que era allí donde
se había metido —al igual que lo hacía por las noches para dormir—. Se acercó
hasta allí y tomó el objeto entre sus manos.
—Lo siento —susurró, arrepentido—. No
puedo entender bien cómo te sientes, así que no tenía derecho a hablar así. Perdóname,
por favor.
Después, dejó la lámpara en el mismo
lugar y salió de la habitación para darse una ducha y cenar. Al regresar a su
cuarto, se encontró una nota con una caligrafía bastante alargada y cursiva
sobre la almohada y sonrió ante las palabras que estaban escritas: “Te perdono”.
—Muchas gracias —susurró entrando en
su cama—. Buenas noches, Jessica.
YiFan acababa de llegar a casa y se
extrañó al encontrarla vacía. Antes, estaba acostumbrado porque JongDae casi
nunca estaba en casa a su regreso, pero desde que Jessica había llegado, ella
siempre lo esperaba en el salón y le daba la bienvenida. Por esta razón, el
pecho del chico se encogió.
¿Y si a pesar de que no le había
pedido su deseo había desaparecido? ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si…?
En ese momento, una idea peregrina
cruzó por su cabeza. YiFan se dirigió a su habitación y tomó la lámpara de su
mesita de noche, la frotó con su camisa, tal y como había hecho el primer día,
y esperó. Varios segundos después, comenzó a salir humo rosa por la boquilla y
tras unos momentos, apareció Jessica.
El chico suspiró aliviado al verla,
así que le dedicó una sonrisa completamente encantadora. Ella le devolvió
aquella sonrisa y YiFan sintió que su corazón se saltaba un latido. Se quedó de
piedra, porque aquello solo le había pasado una vez antes en su vida y eso era
cuando estaba enamorado de YiXing.
¿Enamorado? ¿Estaba realmente
enamorado? ¿Era amor lo que sentía por Jessica? Quizás era por eso por lo que
se sentía de aquella manera y, aunque pensaba que era algo extraño, no pudo
evitar que su sonrisa se ampliara. Nunca había estado enamorado de una mujer,
pero quizás ese tampoco era un buen momento para empezar. Su sonrisa se apagó
un poco, pero aun así no dejó de tener aquella expresión en su rostro, ahora
que lo había entendido, ahora que sabía cuáles eran sus sentimientos, no podía
dejar de sonreír.
—Bienvenido —dijo Jessica—. Me
alegra que hayas llegado tan pronto, tengo algo que decirte.
—Oh —se sentó en la cama y le indicó
a la chica que hiciera lo mismo—. ¿De qué se trata?
—Me han dado un límite —contestó—.
Antes de que acabe esta semana, debes pedirme tu último deseo.
Después de escuchar aquellas
palabras, la sonrisa de YiFan desapareció. Era un mal momento para comenzar a
enamorarse de Jessica, muy mal momento.
Las palabras que Jessica le había
dicho hacía un par de días habían entrado en su mente, muy al fondo de esta y
parecían no querer salir de ella, distrayéndolo de todo lo que hacía y
ralentizándolo en su trabajo. Pero era inevitable, la chica iba a desaparecer,
hiciera lo que hiciera, ella iba a desaparecer al final de la semana, así que,
intentó disfrutar al máximo de sus días con ella porque después de todo, había
acabado enamorándose.
Fue con ella al cine, a almorzar, a
cenar, al parque, al centro comercial, a visitar algunos de los monumentos de
la ciudad e hizo fotos, muchas fotos, ya que estas, eran lo único que le
quedaría cuando Jessica acabara por desaparecer. Y la semana, pasó más rápido
de lo que él quería, tan rápido, que cuando llegó el domingo, estuvo tentado de
pedirle como último deseo más tiempo con ella, pero ya había tomado una
decisión sobre cuál iba a ser su último deseo.
—¿Y bien? —le preguntó la chica
cuando regresaron a casa, después de dar un paseo por la manzana—. ¿Has
decidido cuál será tu último deseo?
—Lo he decidido —contestó.
—¿Cuál es?
—Deseo que te quedes junto a mí —pidió.
—Pensaba que nunca me lo pedirías… —murmuró
con una sonrisa—. Deseo concedido —YiFan sonrió y se acercó hasta Jessica para
estrechar su delgado cuerpo entre sus brazos.
Jessica se separó de él lentamente,
mirándolo a los ojos fijamente. Estos estaban vidriosos y se mordía levemente
el labio inferior. Parecía indecisa por algo y el chico pudo comprender por qué
era cuando lo tomó por la nuca y se puso de puntillas para rozar sus labios con
los de YiFan.
—Por favor… Espérame… —susurró,
desapareciendo entre humo rosa.
YiFan vio cómo la chica a la que
había comenzado a amar se desvanecía e intentó atraparla de nuevo entre sus
brazos, pero no pudo retenerla. Una solitaria lágrima cayó por su mejilla y el
chico la limpió con el dorso de su mano. No debía ponerse triste, solo tenía
que esperar para ver cumplido su deseo, porque Jessica se lo había concedido.
Un
año después…
Wu YiFan caminaba por la calle con
la corbata desanudada y una sonrisa en su rostro. Por fin lo habían ascendido
en la empresa y ahora podía hacer lo que realmente le gustaba. Su vida
profesional sería satisfactoria a partir de ese momento, en cuanto a su vida
personal, tampoco podía quejarse. JongDae se había ido a vivir con LiYin y
ahora disponía de un piso para él solo y YiXing por fin le había presentado a
su —ahora reconocido—, novio y el chico era un encanto —aunque tenía un toque
malicioso que le recordó a JongDae—. Pero a fin de cuentas, no podía estar más
contento, parecía que por fin la suerte le sonreía después de tanto tiempo.
Metido en sus pensamientos, no se
dio cuenta de que iba caminando directo hacia una chica, hasta que se chocó con
ella y por el impulso, casi la tira al suelo. Rápidamente reaccionó y la agarró
para que no cayera.
—Lo siento —dijo—. No te había
visto.
—No te preocupes —contestó ella,
alzando la cabeza y dejando a YiFan con la boca abierta—, como soy tan
pequeñita me pasa todo el tiempo.
—¿Te gustaría tomar una taza de café
conmigo? —preguntó él, aunque aquellas palabras salieron de su boca sin permiso
alguno.
—¿Estás ligando conmigo? —dijo la
chica subiendo una ceja.
—¿Te molesta? —ella negó.
—De hecho, me gusta…
—¿Americano?
—Por supuesto.
Ambos echaron a andar, el uno al
lado del otro y YiFan sonrió. Había estado esperando aquel momento desde que
ella se había ido, había soñado con ello miles de veces y por fin había
ocurrido. Por fin, caminaba junto a la chica menuda y rubia de la que se había
enamorado un año atrás, por fin estaba junto a Jessica y si su deseo había sido
concedido, ya no se separarían.