Capítulo 8
Segundo Día
A la mañana siguiente nos levantamos, nos
arreglamos y salimos por la puerta del piso armando un jaleo enorme. Éramos muy
escandalosas. Nos dirigimos a la Universidad (esta vez sin perdernos por el
camino) y una vez allí, tres de nosotras miramos a una con ojos de perrito.
-*Dejad de mirarme así- dijo Lourdes- que
parece que tengo comida y vosotras sois perros muertos de hambre.
-*Pero es que nos abandonas- dijo Ana
colgándose de su brazo.
-*Ahrg… quita, bicho- se la intentó sacar de
encima pero no pudo. Cuando Ana se enganchaba, no había nada que la pudiera
quitar de encima, bueno, había una cosa.
-*Oppa buenorro- dijo Lourdes y la otra se
separó de ella y comenzó a buscar con sus ojos radar.
-*¿Dónde?- preguntó.
-*Se fue por allí- dijo Lorena señalando un
lugar cualquiera.
-*¿Lo seguimos?- propuso Ana e Inma secundó
la moción con un asentamiento de cabeza, ero Lourdes las agarró por el cuello
de las camisetas antes de que salieran pitando en busca del buenorro perdido.
-*Quietas ahí- dijo- Lorena, te las encargo.
-*A la orden mi comandante- hizo el saludo
militar.
-*Me voy a mi clase, procurad llegar a la
vuestra sin perderos- y después de decir eso, se dio la vuelta y se fue.
-*¿Dónde tenemos la clase?- preguntó Inma.
-*Me parece que es en el Auditorio III-
contestó Lorena- pero no estoy muy segura- comenzó a rebuscar en su mochila
hasta que sacó un papel, el horario, y lo abrió- sí, Auditorio III- confirmó y
guardó el horario.
-*¿Y eso queda…?- preguntó Ana.
-*¿Le preguntamos a aquel hombre tan guapo?-
propuso Inma señalando a un hombre.
El hombre era moreno, alto, delgado y tenía
los ojos castaño oscuro. Su rostro era fino, como el de una mujer, pero debido
a que llevaba un traje, no podía haber confusión con su género.
-*¿Quién se acerca?- preguntó Lorena, pero
Ana ya había salido en su dirección.
-*No sé ni para qué preguntas- comentó Inma
echando a andar tras la loca.
-*También es verdad- murmuró Lorena yendo
con ellas.
-Esto… perdone…- dijo Ana y él se giró hacia
ella con cara de malas pulgas.
-¿Qué quieres, niña?- preguntó cortante.
-Saber dónde está el auditorio III- contestó
Ana.
-Somos nuevas y no tenemos mucha idea de
donde están todas las cosas- añadió Lorena.
-Oh- dijo- pues… seguid ese pasillo todo
recto- nos señaló el lugar- y llegaréis.
-Gansamida- dijo Inma y las tres nos fuimos
del lugar siguiendo sus indicaciones tras inclinarnos.
-*Era guapo, ¿verdad?- dijo Ana.
-*Muy guapo- secundó Lorena.
-*Pero se le veía mayor- comentó Inma.
-*¿Qué más da?- contestó Ana- estaba bueno y
eso es lo que cuenta.
Las tres avanzamos por aquel pasillo hasta
que este llegó a una puerta abierta. Nos miramos y luego, tras asentir,
entramos en el lugar. Aquello era un espacio enorme. A la derecha estaba la
pizarra y la tarima con una mesa y a la izquierda una grada escalonada en la
que se encontraban hileras de mesas con sus sillas.
-Wow- murmuró Inma.
-*¿Dónde nos sentamos?- preguntó Ana, viendo
que el Auditorio estaba medio vacío, por suerte.
-*Atrás- dijo Lorena- así cotilleamos.
-*Pero… ¿atrás del todo?- dijo Inma.
-*No, dejamos una fila y listo- contestó
Lorena con una sonrisa.
Entonces nos dirigimos a través del
auditorio hasta aquel lugar, subiendo las escaleras. Cuando llegamos, nos
instalamos y nos quitamos las chaquetas. Después, nos dedicamos a cotillear
observando a cada tío bueno que veíamos. Ya llevábamos allí un rato, cuando de
la nada, Lorena se levantó y abrió la boca para decirle algo a un chico rubio
platino, tintado claramente, que pasaba por su lado, pero este simplemente
siguió su camino y se sentó en la fila de atrás.
-*Lore… ¿qué haces?- preguntó Inma.
-*Es
que…- se sentó y llamó con el dedo para que se acercaran las otras dos- ese
chico fue el que ayer me salvó de morir- susurró- las otras dos iban a mirar
hacia atrás, pero Lorena no las dejó- ni se os ocurra mirar.
-*Pero queremos verlo, que no lo hemos visto
bien- dijeron las dos a la vez.
-*Es que sois muy descaradas si miráis.
-*Ya sé- dijo Ana- tengo una idea.
-*Miedo me dan tus ideas- murmuró Lorena y
la otra le sacó la lengua. Luego se puso a rebuscar en su mochila hasta que
sacó su portátil. Lo colocó en la mesa y lo abrió. En la pantalla oscura se
veían reflejadas a las personas que había atrás. Ya que no sólo había una, sino
tres.
-Et voilà- susurró Ana- ¿es el rubio?-
Lorena asintió.
-*¿Cuál rubio?- preguntó Inma- hay dos.
-*El
de la derecha- contestó Ana- el de la izquierda es el dueño del culo.
-*¿No jodas?- dijeron las otras dos a la
vez.
-*Sí, es él, guapo, ¿verdad?
-*Pero si está MinHyuk también- murmuró
Inma.
-*¿El moreno?- preguntó Ana.
-*Sí.
Y ya no pudimos seguir mirando a través del
reflejo, porque de repente toda la clase se calló y supimos que había entrado
el profesor. Cuando alzamos la vista, casi nos da un ataque a las tres. El
profesor estaba buenísimo. Tenía el pelo castaño algo alborotado, los ojos
castaños claros y su piel era blanca.
-Hola, mi nombre es Cho KyuHyun y a partir
de ahora seré vuestro profesor de Historia- se presentó- bien, voy a pasar
lista para ir quedándome con vuestras caras- tomó un papel y comenzó- Ahn
Daniel.
-Yo- contestó un chico muy alto y delgado,
con la piel clara y el pelo castaño claro, tan claro que casi parecía
pelirrojo. Otro tintado. Parecía que en Corea no podías ser persona si no te
tintabas el pelo.
-¿Jung DaeHyun?- preguntó el profesor y hubo
unos momentos de silencio hasta que una voz proveniente de atrás de donde nos
encontrábamos contestó.
-Aquí- las tres miramos a través del reflejo
del portátil y vimos quien era el propietario de aquel nombre.
-*Si es que hasta su nombre es bonito-
murmuró Ana- al igual que su culo.
-Kim HyeLim- llamó el profesor y una chica
de la primera fila se levantó. Tenía el pelo tintado de blanco y corto. Su
rostro era un poco redondeado y ese corte de pelo la hacía parecer adorable.
-Me gustaría que me llamaran Lime- dijo
ella.
-Muy bien- contestó KyuHyun- ¿Kim JongIn?
-Yo- un chico moreno de piel oscura y ojos
igual de oscuros y penetrantes, contestó. Su voz era grave e incitadora- pero
me dicen Kai- se volvió hacia atrás mirando al auditorio y se mordió el labio
inferior de una manera provocadora.
-*¿Ana, has muerto?- preguntó Lorena al
verla casi con un paro cardíaco.
-*Como vuelva a morderse el labio de esa
manera te juro que me lo tiro- contestó.
-Kwon SoHyun.
-Yo- una chica con el pelo castaño claro
ondulado y flequillo recto fue la que contestó. Sus ojos eran oscuros y su piel
algo bronceada, aunque no mucho.
-Lee ByungHun- siguió.
-Aquí- y Lorena inmediatamente se volvió
para constatar que el dueño de aquella voz era el chico que la había salvado. Y
efectivamente, lo era.
-Lee MinHyuk.
-Yo- y nada más ver la cara de Inma, las
otras dos supieron que se trataba de aquel chico del que esta se había
prendado.
-Oh SeHun- llamó KyuHyun y el chico que
estaba al lado del provocador, el tal Kai, se levantó. Era alto y tenía el pelo
castaño y algo largo. El flequillo le caía por la cara y le tapaba los ojos.
Parecía muy avergonzado, por lo que nada más decir que era él, se sentó, con
las mejillas encendidas.
-Yoo Ara- dijo por último.
-Soy yo- contestó una chica con el pelo
castaño muy largo y ondulado. Su rostro era fino y su piel blanca. Sus ojos
eran oscuros y contrastaban enormemente con el resto de ella.
-Bien- dijo el profesor tras terminar la
lista- comencemos con la clase.
-oooOOOooo-
Mi
primera clase esta mañana era Música. La verdad es que estaba un poco nerviosa
porque a esta iría yo sola, ya que las otras tres tenían clase de Historia.
Llegué bastante temprano, pero ya había gente en la clase. Allí no conocía a
nadie así que decidí irme al final de la clase, así, si me aburría podría coger
el móvil sin que el profe se diese cuenta.
Mientras este y el resto de alumnos llegaba,
decidí ponerme a escuchar música, total, no tenía nada mejor que hacer.
Entonces, mientras estaba en mi mundo, vi un reflejo rojo en la pequeña ventana
de la puerta. Pero cuando miré más detenidamente no había nada.
-*Serán imaginaciones mías- pensé.
Yo seguía en mi mundo cuando el profesor
entró en el aula. Parecía bastante joven, unos veinte-pocos quizá. Tenía el
pelo castaño y corto, unos ojos oscuros y muy rasgados, que cuando sonreía
apenas quedaban en una línea y, además, tenía una sonrisa preciosa.
-*Parece
que hay que ser supermodelo para trabajar aquí- me dije a mi misma y me reí de
mi propio chiste.
El
profesor se situó delante del atril y comenzó su presentación.
-Buenos
días a todos, este curso yo seré vuestro profesor de Música. Me llamo SungKyu,
pero podéis llamarme simplemente Kyu, no me gustan las formalidades- sonrió-
antes de explicaros en qué consistirá mi clase debo pasar lista- entonces
comenzó a nombrar a todos los alumnos. Alguno de ellos ya me sonaban de otras
clases y otros no habían venido. Parece que a la gente se le han pegado las
sábanas.
El
resto de la clase fue muy tranquila y amena. Todos nos presentamos en voz alta
y hablamos del tipo de música que nos gusta a cada uno y que esperamos aprender
de esta asignatura.
-oooOOOooo-
Cuando
sonó el timbre, Ana e Inma se dirigieron al salón dónde se juntarían con
Lourdes para su primera clase de baile, mientras que Lorena iba en solitario a
su clase de Literatura.
-oooOOOooo-
Había
salido antes de clase de música y estaba esperando en el salón mirando mi móvil
cuando sentí a alguien a mi espalda. Alcé la vista para mirar en el espejo y
ver quien era, pensado que serían mis amigas. Pero me equivocaba...
-Veo
que me hiciste caso y te pusiste un vendaje mejor- dijo el chico del pelo rojo.
Reconozco
que por un momento me asusté, porque me esperaba a cualquiera menos a él. Por
suerte pude disimularlo, aunque no sé por qué, pero juraría que se dio cuenta
porque se alejó un poco.
-Sí-
dije dándome la vuelta- gracias.
-¿Por?- preguntó algo extrañado.
-Por
vendarme la herida y recomendarme que la curara- sonreí.
-No
es nada- dijo con una sonrisa de medio lado, mostrando levemente sus dientes.
No
puedo negar que casi me derrito, pero eso duró poco, porque de repente se puso
muy tenso y se alejó yéndose a la otra punta del salón. Me sorprendí y pensé
que había sido por algo que había dicho o hecho que le hubiese sentado mal, ya
que la educación en corea es muy diferente a la española, pero lo olvidé rápido
porque vi a mis amigas acercarse y al profesor entrar.
Vale
reconozco que a este profesor sí que no me lo esperaba, tampoco es que quisiera
a uno viejo y calvo, pero uno tan joven, y como decirlo finamente, tan
condenadamente perfecto. Y además la ropa que llevaba no dejaba mucho a la
imaginación.
-Hola, me llamo Lee Howon, pero todos me llaman Hoya, asi que llamarme
así. Yo os daré clases de baile.
-oooOOOooo-
Al
terminar la clase de Historia me dirigí rápidamente a mi siguiente clase,
Literatura. Desde que conocí a DongHae en la biblioteca me moría de ganas de
volver a verlo, no podía sacármelo de la cabeza, y el hecho de que fuese mi
profesor, era prácticamente un sueño.
Llegué
de las primeras, y sin embargo, las primeras filas ya estaban completamente
ocupadas. Por lo visto no era la única que se había fijado en la belleza del
profesor... Con todo mi pesar tuve que sentarme en una de las filas del centro
de la clase y comencé a sacar mi material, que estaba compuesto únicamente por
mi preciado portátil.
Estaba
concentrada en la pantalla de mi PC cuando de pronto él apareció atravesando la
puerta de la clase. ByungHun, el chico rubio que me salvó la vida, también
estaba conmigo en Literatura. En cuanto vi que se acercaba me levanté de mi
asiento para intentar darle las gracias, otra vez, pero seguía tan esquivo como
antes. Esta vez incluso me giró la cara. ¿¡Cómo pude ser tan maleducado!?
Y al
igual que la hora anterior se sentó al final del aula. Parecía como si no
quisiera relacionarse con nadie. ¿Es que le da miedo la gente o qué?
Intenté
prestar atención a la clase, sin embargo no lograba de dejar de pensar en el
chico del cabello rubio. Me habían educado para dar las gracias siempre que me
ayudaban y no poder hacerlo con él me estaba poniendo de los nervios.
Al
finalizar la clase, cansada ya de que me evitase continuamente, me planté en
medio del pasillo de modo que no podía salir de clase a no ser que hablase
conmigo, o de que me empujase escaleras abajo...
-Ahora vas a tener que escucharme- le dije enfadada.
-¿Qué quieres? - respondió el chico de mala gana y girándome la cara.
-Podrías mirarme cuando te hablo, es de mala educación...- le regañé
mientras con mi mano intentaba cogerle por la barbilla para que me mirase, pero
este se apartaba de mí. Entonces me di cuenta de que tenía una herida en el
labio inferior.
- ¡Oh
dios mío! ¿Pero qué te ha pasado? ¿No me digas que te di al caerme? Oh, lo
siento mucho, yo no quería...- le dije realmente preocupada.
-Déjalo, no es nada...
Entonces
escuchamos como alguien carraspeaba detrás de nosotros. Al girarme me di cuenta
de que había sido DongHae. Al hacerlo ByungHun aprovechó para pasar por mi lado
y huir nuevamente.
Justo
antes de que este saliese por la puerta del aula el profesor lo agarró por el
brazo y parecía como si le estuviese regañando, más que nada por la cara de
cabreo que tenían ambos. Me entrañó bastante pues el chico no parecía haber
hecho nada...
Resignada
recogí mis cosas y me dispuse a irme a casa cuando DongHae se acercó a mi lado.
-¿Puedo
hablar contigo un momento?- preguntó este.
-Claro- respondí.
-He
visto como antes hablabas con ese chico, ByungHun.
-Sí,
bueno, si a eso se le puede llamar hablar- contesté- es imposible mantener una
conversación de más de dos palabras con él.
-Mejor. Ese chico no es bueno... Ni él ni sus amigos, cuanto más alejada
de él estés mejor para ti.
-Bueno, pero...
-Lo
digo muy en serio. Aléjate de él- dijo de forma autoritaria.
-Está bien. -respondí algo asustada y me fui. Parecía que hoy le había
dado por regañar a todo el mundo. Bueno, todos tenemos un mal día. Espero que
la próxima vez sea más amable.
-oooOOOooo-
-Bueno, voy a pasar lista- dijo el profesor tras haber explicado que
materiales deberían llevar para la siguiente clase.
Ellas estaban distraídas hablando mientras les tocaba o no, pero Lourdes
si prestaba atención, quería saber el nombre de aquel chico que tanto la
intrigaba.
-Lee
ChanHee
-Aquí- respondió
-*Bien, así se llama...bonito nombre- pensó Lourdes, mientras el
profesor terminaba de pasar lista.
-Podéis iros si queréis, pero no hagáis mucho ruido- nos dijo el
profesor
Todos comenzaron a recoger sus cosas y a
levantarse.
-¿Nos vamos a la cafetería?- pregunto Ana
-Sí,
y esperamos a Lorena- dijo Inma
-Yo
ahora os alcanzo, tengo que hacer algo -
dijo Lourdes cogiendo la mochila y caminando hacia el otro extremo de la
clase.
-¿A
dónde va? - preguntó Inma
-Ni
idea- dijo Ana, encogiéndose de hombros
Lourdes
estaba decidida a hablar con él, y a conseguir que confesara algunas cosas que
la intrigaban: ¿cómo sabía que estaba tirando la basura? ¿Pasaba por allí? ¿Por
qué tanto interés porque se curara la herida con rapidez? Y lo más importante,
¿por qué se había alejado de ella?
-Oye, Lee ChanHee- dijo Lourdes, pero él no la escuchó porque había
mucho ruido, o al menos fingió que no la había escuchado.
-ChanHee, conmigo- dijo el profesor.
-Sí-
contestó él y le siguió a una pequeña habitación que había allí.
Lourdes
se quedó parada y decidió volver con sus amigas, pero ni mucho menos dejaría
esas preguntas sin respuestas.
-*¿A
dónde habías ido?- preguntó Inma.
-*¿Qué más te da cotilla?- dijo Lourdes e Inma le sacó la lengua- ¿vamos
a la cafetería?
-*Sí- dijo Ana.
Cuando
llegaron a la cafetería, vieron que Lorena aún no había llegado, por lo que se
sentaron y pidieron algo, mientras la esperaban. En cuanto
esta llego todas se fueron a casa, aunque Lorena solo iría para comer y cambiarse
de ropa pues tenía que ir a trabajar a la tienda 24H a las 3.
-oooOOOooo-
-*“No
entiendo por qué tengo que trabajar”- pensé- “es injusto, deberíamos trabajar
todas, no sólo Ana y yo”.
-Bienvenida- me saludó YiXing, el dependiente de la tienda en cuanto
entré al establecimiento.
-Buenas
tardes- le respondí.
Y
comencé mi jornada de trabajo. Ese día por suerte no hubo mucho jaleo así que
pude salir temprano e ir a casa, aun así ya era de noche cuando salí. Llegué a
casa reventadísima, así que simplemente me duché, cené y me fui a dormir
mientras las otras se quedaron en el salón viendo la tele, muertas de la risa
por aquel programa de variedades al que estaban enganchadas.