Llevaba bastante tiempo intentando
que la relación que manteníamos fuera más allá, pero cuando yo era el único que
lo intentaba, las cosas no salían exactamente como esperaba y finalmente todo
acababa mal, peor incluso de lo que estaba en un inicio, por eso no me atrevía
a intentar que él supiera cuáles eran mis sentimientos.
Nuestra relación había comenzado el
día que anunciaron los nombres de los trainees que formarían el primer grupo de
la empresa y ni el suyo ni el mío aparecían en dicha lista. Ambos, destrozados,
habíamos acabado en los brazos del otro y, a partir de aquel momento, cada vez
que el trabajo era demasiado duro y la presión estaba por hacernos flaquear y
abandonar, acabábamos en la cama, liberando nuestras tensiones.
Pero ya habían pasado casi tres años
desde aquel momento y todo seguía igual, a pesar de que yo, en todo este
tiempo, había comenzado a sentir cosas por él; cosas que un hombre no debería
sentir por otro hombre, y menos, cuando ambos habían debutado y ahora eran figuras
públicas, menos, ahora que nuestra vida era pública.
Pero yo ya no podía evitarlo, me
había enamorado de él irremediablemente.
Gemí su nombre sin poder contenerme
cuando se introdujo en mí con una embestida seca. Apreté mis manos en puños,
agarrando las sábanas y arrugándolas, a la vez que apretaba los dientes y
escondía mi rostro en la almohada —después de tanto tiempo, tendría que haberme
acostumbrado a la penetración, pero seguía sin poder hacerlo, por mucho
lubricante que utilizáramos—. Él, por su parte, tomó mis caderas con sus manos
y comenzó a mover mi cuerpo a la vez que el suyo para crear más fricción
mientras me embestía con fuerza.
Al principio me molestó un poco el
movimiento tan salvaje pero, poco a poco, me fui acostumbrando a este. Sin
embargo, no pude disfrutar al máximo de la penetración hasta que no dio en
aquel punto que me mandó oleadas de placer incontenibles por todo el cuerpo y
que me hizo suspirar.
—Hyung… Hyung, hyung, hyung… —gemía
una y otra vez al ritmo de sus embestidas.
—Shhh… Si sigues así nos escucharán —me
dijo, así que, volví a esconder mi rostro en la almohada para amortiguar con
esta los sonidos que pudieran querer escapar de mi boca.
Oía los gemidos ahogados de mi hyung
a mi espalda, sentía sus manos en mi cintura, sus uñas clavándose en mi carne y
su miembro en mi interior, rozando una y otra vez mi próstata, haciéndome
morder la almohada. En aquellos momentos, soñaba con que él sacaba su miembro
de mi recto, hacía que me girara y hacíamos el amor mirándonos intensamente a
los ojos, mientras él me decía que me quería y besaba mis labios con desespero,
cosa que jamás había hecho,
Durante los casi tres años que
llevábamos en aquella extraña relación nunca me había besado y, a pesar de que
yo lo había intentado una y otra vez, se me había hecho imposible poder besar
sus labios, por lo que eso se había convertido en mi mayor meta. Si podía
besarlo algún día sería la persona más feliz del mundo.
Fui sacado abruptamente de mis
pensamientos cuando una de las manos de mi hyung agarró mi erecto miembro con
fuerza y comenzó a masturbarme con rapidez, intentando que llegara al orgasmo
lo más pronto posible. Gemí ahogadamente sin poder contenerme al ritmo de sus
embestidas, que rozaban mi próstata, y al de su mano moviéndose sobre mi
miembro. Sin poder evitarlo, me corrí manchando las sábanas de líquido blanco.
Un temblor se apoderó de mi cuerpo y mi ano comenzó a contraerse una y otra vez
alrededor de su pene, haciendo que pocos segundos después y tras un par de
embestidas más se corriera en mi interior.
Escuché sus jadeos, su respiración
entrecortada y el sonido que hizo cuando sacó su miembro de mi recto. También
escuché crujir los muelles de la cama cuando se levantó y el sonido de sus pies
descalzos sobre el suelo de madera. Lo último que pude escuchar fue el ruido
que hizo la puerta al cerrarse cuando él salió de la habitación.
Me dejé caer sobre la cama, ya que
seguía a cuatro patas, e intenté por todos los medios contener mis lágrimas. No
podía más, no podía seguir así, no de esa manera. Cerré mis ojos y un par de
lágrimas se escaparon de estos, al igual que el caliente semen que mi hyung
había depositado en mi interior, salía lentamente de mi ano.
Me levanté a la mañana siguiente,
intentando ocultar lo horrible que me sentía por dentro pero, al parecer, no
iba a ganarme la vida como actor porque nada más entrar en la cocina HyukJin me
miró suspicaz, como si supiera exactamente qué era lo que me sucedía. Intenté
sentarme lo más lejos de él y de su mirada durante el desayuno, pero no pude
librarme de su persona en la furgoneta de camino a la empresa.
—¿Problemas con MinWoo hyung? —preguntó.
—¿Por qué piensas eso? —dije
haciéndome el loco.
—Porque sé cuál es la relación que
os traéis entre manos, lo que tú quieres y lo que pasará si alguien ajeno a los
miembros se entera de todo —contestó tranquilamente, como si aquello no tuviera
la importancia que ambos sabíamos que tenía.
—¿Qué es lo que sabes? —él me indicó
que me acercara para poder susurrarme y que los demás miembros no nos
escucharan, aunque estos se había quedado dormidos nada más sentarse.
—Sexo como terapia para el estrés —me
susurró y yo me alejé rápidamente—. Así empezamos SangHoon y yo —confesó—,
ahora hemos madurado un poco y, tras hablarlo seriamente, decidimos que lo
mejor para ambos y para el grupo era aceptar que lo que ambos queríamos era
algo más que sexo. Así nos ahorramos problemas y malentendidos.
—Porque los dos queríais lo mismo —murmuré
cabizbajo, pensando en todas las veces que lo habíamos hecho y cómo en ninguna
de ellas él se había quedado conmigo para abrazarme mientras dormíamos, ni
siquiera en mi primera vez. Yo era un ser sentimental y mi hyung alguien más
racional, o eso quería pensar cuando aquello sucedía.
—Eso no puedes decirlo con seguridad
—comentó.
—¿Por qué lo dices? —pregunté
curioso. HyukJin me estaba resultando una caja de sorpresas porque parecía que
lo sabía todo.
—MinWoo hyung te trata de una manera
especial.
—también trata de una manera
especial a RockHyun hyung —repliqué.
—Con él es así porque han pasado
mucho juntos y son grandes amigos.
—Pero…
—¿Quieres un consejo?
—La verdad es que…
—Calla —HyukJin me tapó la boca con
su mano, ahogando mi protesta—. Quien no arriesga, no gana; quien no pone todo
su esfuerzo en conseguir algo nunca lo consigue. No te des por vencido y
muéstrale a hyung cómo te sientes exactamente, si no lo haces él nunca lo
sabrá.
Después de decir aquello retiró su mano
y me guiñó el ojo, buscando luego con la mirada a un dormido SangHoon al que le
colgaba la cabeza hacia un lado, como si fuera Nick casi decapitado y sonrió de
una forma encantadora.
Miré al frente después de ver
aquello, encontrándome con los ojos de MinWoo hyung mirándome fijamente. Un
escalofrío recorrió mi columna bajo aquella mirada penetrante, pero intenté que
no se me notara en mi cuerpo y le sonreí cálidamente. Él se giró de nuevo hacia
delante y suspiré.
Había tomado una decisión. Iba a
seguir los consejos de HyukJin y lo iba a arriesgar todo por lo que pudiera
surgir entre nosotros en un futuro.
Volvíamos de la empresa cansados.
Habíamos pasado el día ensayando los pasos de la nueva canción que íbamos a
sacar al mercado y haciendo ejercicio para conseguir que nuestros abdominales
se marcaran. Por esos motivos, habíamos salido bastante tarde del lugar y
cuando entré a la furgoneta, me senté en el asiento que daba a una de las
ventanas de cristales tintados y eché mi cabeza sobre esta para descansar un
poco en el viaje de vuelta a casa. Con los ojos ya cerrados, sentí cómo los
demás entraban en el vehículo y, cómo después de que se cerraran todas las
puertas, este comenzaba a moverse; pocos segundos después, me quedaba dormido.
Apenas habían pasado cinco minutos
cuando sentí que alguien me zarandeaba y escuché que me decía que despertara.
Remoloneé un poco e hice aegyo aun con los ojos cerrados para que me dejaran
dormir un poco más, pero finalmente acabé siendo cargado en una espalda
musculosa que desprendía un aroma que se me hacía demasiado conocido. Apreté el
agarre de mis brazos y sonreí, MinWoo hyung estaba llevándome a cuestas.
Estaba en mi propia burbuja de felicidad
y solo abrí los ojos cuando sentí contra mi espalda el frío y mullido colchón.
En mi campo de visión apareció mi hyung, alejándose de mí y yo alcé mi mano
hacia él.
—Hyung… —susurré.
—Shh… Duerme, ChanYong… —se comenzó
a retirar, pero lo agarré fuertemente del filo de su camiseta para que no lo
hiciera.
—No te vayas… Por favor, quédate…
Los segundos que pasaron entre mi
petición y el movimiento afirmativo de su cabeza se me hicieron eternos, pero
cuando lo vi, suspiré aliviado. Le dejé hueco en mi cama y él se introdujo en
esta. MinWoo hyung hizo el amago de abrazarme, pero finalmente se detuvo y me
dio la espalda, por lo que fui yo quien buscó el calor de su cuerpo y lo abracé
fuertemente contra mí, quedándome dormido escuchando el sonido acompasado de su
respiración.
Cuando me desperté a la mañana
siguiente me sentí atrapado, no podía moverme. Abría mis ojos con lentitud y al
ver el por qué no podía moverme esbocé una gran sonrisa. Mi hyung estaba
durmiendo junto a mí, atrapándome entre sus brazos. Durante unos minutos me
deleité observando la paz de su rostro al dormir y estuve tentado a besarlo,
pero finalmente me contuve, aunque si seguía allí me sería imposible contenerme
durante mucho más tiempo.
Intenté salir de entre sus brazos
sin despertarlo, pero aquello fue completamente imposible, en cuanto hice un
movimiento algo más brusco él comenzó a protestar y, segundos después, sus ojos
se abrían lentamente. Hice el ademán de levantarme de su cuerpo antes de que él
pudiera verme bien, pero no pude hacerlo porque mi hyung apretó el agarre que
mantenía en mi cintura.
—Hyung… —suspiré.
—Buenos días —susurró él.
—Buenos días…
—¿Has dormido bien? —me quedé rígido
unos segundos, un poco sorprendido por la pregunta, aunque no debería estarlo
porque hyung era una persona muy agradable, cuando no estaba conmigo en la
cama, eso sí.
—Mejor que nunca —murmuré a la vez
que un sonrojo ascendía hasta mi rostro. Una de sus manos viajó hasta mi
mejilla y la acarició con sus dedos suavemente—. ¿Hyung?
—Llevaba mucho tiempo esperando que
me pidieras que me quedara contigo —contestó—. Ahora parece que no puedo
controlar mis acciones.
—No lo…
—Solo quiero saber una cosa —me
cortó—. ¿Qué es lo que sientes por mí?
—¿Cómo?
—ChanYong… —susurró—. Déjame saber
qué es lo que sientes por mí —durante unos momentos estuve indeciso, sin saber
qué decirle, pero después recordé las palabras que me había dicho HyukJin y
puse toda la carne en el asador, rezando porque no se me quemara o se me
quedara cruda.
—Siento mucho más por ti de lo que
sentía en un principio —murmuré—. Creo que he comenzado a amarte, aunque eso
implique cosas muy complicadas para los dos y para los demás miembros del
grupo.
—Entonces supongo que ambos sentimos
lo mismo —comentó con una gran sonrisa—. Yo también he comenzado a tener esos
sentimientos por ti… Creo que te amo, ChanYong.
Mi corazón comenzó a latir agitado
por su confesión. Mi hyung me amaba, me amaba como yo a él.
—Siento haberme comportado de esta
forma tan fría contigo durante todo este tiempo —susurró—. Pero no quería
enamorarme de ti si tú solo pensabas en mí como alguien con quien desquitar las
tensiones. No quería sufrir, pero finalmente, no pude resistirme a ti y cuando
me pediste anoche que me quedara a dormir contigo fui el hombre más feliz de la
Tierra. Así que… Por todo lo que te he hecho, ¿hay algo que quieras pedirme?
—Bésame, por favor —susurré sin
pensármelo y él sonrió, cortando inmediatamente la distancia que nos separaba y
juntando sus labios con los míos.
El beso fue mucho mejor de lo que
había imaginado jamás, sus labios eran suaves y su lengua juguetona dentro de
mi boca. Cuando nos separamos por la falta de aire lo hicimos con una sonrisa y
los labios hinchados, mirándonos a los ojos con todo el cariño que durante
aquellos últimos casi tres años no habíamos podido mostrarnos.