martes, 1 de noviembre de 2022

[One Shot] Heavenly Sin {YooNine}

Título: Heavenly Sin

Autora: Riz Aino

Pareja: YooNine (Yoojung + Nine) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, fantasy, angels, demons, smut, pwp

Número de palabras: 3.616 palabras

Resumen: cuando un ángel peca… también acaba cayendo en el abismo.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas no del todo consentidas.

Notas: historia escrita en conmemoración por el aniversario del lanzamiento del álbum line sun goodness, cuya canción principal es sage.

Comentario de autora: Wookjin es un pequeño demonio y yo tenía que hacer algo con eso, así que, no me pude contener de hacer esto. Espero que os guste.

 


            Hacía muchos siglos que Taeyeob quería bajar al Infierno, era algo que quería hacer desde que tenía memoria y realmente era lo único que siempre había querido hacer. Para un ángel como él, un deseo como aquel quizás podía ser problemático, porque los ángeles pertenecían al Reino de los Cielos, cerca de Dios, siendo sus enviados oficiales; no obstante, el ángel siempre había tenido curiosidad por cómo sería aquel lugar tan diferente del lugar del que él procedía y los libros que había en las cientos de bibliotecas tanto del mundo de los mortales como de su propio mundo, no la satisfacían del todo. Por ese motivo, Taeyeob hacía tiempo que había elegido su camino como mensajero diplomático, para poder cumplir su sueño de bajar al Infierno y ver cómo éste era en realidad… porque para que un ángel bajase al Infierno solo había dos caminos: ser un enviado especial del Cielo o cometer un Pecado tan grande, que sus alas le fueran cortadas. Taeyeob era un ángel, uno de los muchos hijos de Dios, por lo tanto, la idea de pecar para bajar al Infierno nunca lo había atraído, así que, el camino administrativo había sido el que había elegido y, durante cientos de años, el ángel se había preparado a conciencia y había trabajado durísimo para por fin llegar al lugar al que había llegado… frente a la puerta de entrada al Infierno.

 

            Después de unos cuantos cientos de años de paz y concordia entre el Cielo y el Infierno, las relaciones entre ambos se habían vuelto tensas y el Cielo había decidido mandar una delegación al Infierno para tratar de acordar unos nuevos términos sobre el mundo de los mortales y las competencias de cada reino. Debido a que no eran muchos los ángeles que estuvieran dispuestos a poner un pie en aquel lugar maldito, Taeyeob fue uno de los pocos elegidos para aquella misión de vital importancia pese a su juventud, puesto que los ángeles a los que acompañaba le llevaban varios cientos de años y uno de ellos, quien los estaba comandando, era uno de los pocos ángeles milenarios que ya había ido  al Infierno en otras ocasiones, cuando los tiempos eran mucho más tumultuosos y las relaciones entre ambos reinos eran de todo menos cordiales. Debido a su elección como parte de la delegación, Taeyeob estaba excitado y entusiasmado porque aquella sería su primera vez en el lugar que desde que tenía memoria siempre había querido visitar, pero también sabía que era un sitio peligroso y hostil para alguien como él, que no podía dar un paso en falso porque era parte de aquella comitiva y cualquier acción podía ser vista como una amenaza por el Infierno y hacer que el acuerdo que habían ido a negociar no saliera adelante y la situación se volviera aún peor.

 

            —Una vez traspasemos esas puertas, estamos a merced del Infierno y de los demonios que habitan en él —dijo Jisung, haciéndolo salir de sus propios pensamientos para atender a lo que el ángel milenario decía—. A pesar de que tenemos unos pases de inmunidad por el hecho de haber venido a negociar los términos de un acuerdo, siempre está la posibilidad de que los demonios nos traicionen o que haya alguno que quiera hacernos daño, por lo que debemos de tener todos mucho cuidado.

 

            Los ángeles allí congregados frente a las puertas del Infierno asintieron a las palabras de su líder, sabiendo perfectamente la gravedad de la situación en la que se encontraban y lo importante que era su misión. No podía haber ningún error y, sobre todo, debían de cuidarse mucho para que nada se saliera de lo esperado y su estancia en el Infierno fuera lo más corta y segura posible. Incluso aunque la curiosidad de Taeyeob por conocer aquel lugar fuera increíblemente fuerte, sabía a la perfección cuál era su papel y qué era lo que debía y no debía de hacer en el Infierno para no poner en peligro ni el acuerdo entre sus dos mundos ni la integridad física de aquellos con los que había ido. Jisung se giró hacia él y abrió la boca para añadir algo más, pero antes de que pudiera hacerlo, las puertas del Infierno se abrieron de golpe y por ellas apareció un demonio de pelo oscuro, ojos negros y sonrisa ladina, su piel blanca como el mármol más puro contrastando terriblemente con la ropa oscura que lucía. El demonio dio un par de pasos en la dirección en la que se encontraban la delegación de ángeles y los miró de arriba abajo, deteniéndose quizás por un segundo más en Taeyeob, provocándole un escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral de arriba abajo, antes de esbozar una sonrisa pícara.

 

            —Bienvenidos al Infierno, soy Wookjin, vuestro guía —se presentó—. Imagino que desde allí arriba os han dicho que os portéis bien porque sino podemos comeros —sus ojos volvieron a escanearlos a todos, como si estuviera buscando algo en concreto antes de detenerse de nuevo durante un momento en Taeyeob—. Es más… os comeré si os portáis mal.

 

            Y tras decir aquello e indicarles con un gesto de su mano que lo siguieran, el demonio se giró y se adentró en el Infierno, dejando las puertas abiertas para ellos. Los ángeles comenzaron a entrar uno tras otro, atravesando las enormes y pesadas puertas creadas a partir de los restos mortales de los condenados, desapareciendo en la oscuridad que había tras ellas, dejando a Taeyeob el último en el camino. El ángel inspiró profundamente y trató de olvidar aquel escalofrío que había sentido antes bajo la mirada oscura del demonio que había ido a darles la bienvenida, antes de comenzar a caminar en dirección al Infierno, atravesando sus puertas y adentrándose en la oscuridad que lo envolvía todo.

 

😇 😈

 

            El Infierno era a la vez similar y a la vez diferente a todo lo que Taeyeob había leído. Los libros lo definían como un lugar lóbrego y oscuro, frío a pesar de que las llamas en las que los condenados ardían estaban encendidas siempre y lleno del hedor de la podredumbre de las almas impuras que acababan allí. Taeyeob pudo ver que aquellas afirmaciones eran completamente ciertas en su camino hacia el lugar en el que la delegación de ángeles debía quedarse hasta que el demonio mayor y su delegación llegasen hasta el lugar en el que habían decidido que se harían las reuniones. No obstante, a pesar de que aquellas cosas eran ciertas y eran como en los libros, Taeyeob no podía evitar ver una especie de belleza en las sombras que creaban las llamas en la piedra desnuda de las paredes, cómo las figuras esculpidas que flanqueaban el camino que recorrían eran de una calidad exquisita o la forma en la que el eco que producían sus pisadas sonaba en sus oídos como si fuera algo celestial. Quizás era porque el ángel siempre había tenido aquel interés por el Infierno o quizás era porque simplemente era un lugar de increíble belleza a pesar de que fuera el hogar de seres de increíble maldad, contrastando terriblemente con la bondad del Cielo. Taeyeob no sabía por qué, pero había algo dentro de él que lo hacía sentir atraído por el Infierno y, ahora que por fin estaba allí, quería averiguar por qué sin poner en peligro la misión tan importante por la que había atravesado las puertas del Infierno.

 

            El camino hacia su destino fue largo, pero cuando llegaron a los aposentos que les habían preparado. No eran para nada a las habitaciones a las que estaba acostumbrado en el cielo, no había nada que las pudiera hacer acogedoras, apenas tenían decoración y pocos muebles, era extraño para Taeyeob estar en un lugar tan desnudo, pero a la vez también lo hacía sentir curiosidad por cómo serían el resto de estancias. El demonio que los había guiado hasta allí les dijo que debían esperar en el lugar hasta que él volviera a por ellos, cuando la delegación de los demonios también llegara y, a pesar de que los ángeles no se sentían cómodos estando en aquel lugar, completamente cerrado y a la merced de los demonios, ya que se encontraban en su territorio, y con la comunicación con el Cielo cortada desde el mismo instante en el que atravesaron las puertas del Infierno. No obstante, aquello era un mero trámite por el que tenían que pasar y no tenían que preocuparse por ello, o al menos aquello era lo que les había dicho Jisung para que se relajasen un poco y tratasen de calmar sus nervios puesto que esa era la primera vez que todos ellos pisaban el Infierno.

 

            Taeyeob le hizo caso al ángel milenario y a su experiencia en el trato con demonios y decidió explorar un poco los aposentos a los que los habían llevado. Estos constaban de un enorme salón central en el que se encontraban los demás ángeles, algunos de pie, otros sentados, esperando a que fueran de nuevo a por ellos para continuar con su misión, y este salón se encontraba rodeado por diferentes puertas que llevaban a los diferentes dormitorios en los que deberían descansar si la negociación con los demonios se hacía demasiado larga. Todas las puertas eran exactamente iguales, menos la puerta de entrada al lugar, que era más grande y tenía un poco de ornamentación. Aquella fue la única de las puertas que no abrió, pero las demás, las fue abriendo una a una, entrando en todas las habitaciones que encontraba porque todas y cada una de ellas eran diferentes. Algunas eran más grandes, otras eran más pequeñas, algunas tenían camas, mientras que otras tenían grandes sofás de aspecto cómodo y en otras había un montón de cojines y almohadones por el suelo. era extraño cómo cada una de ellas era completamente diferente a la anterior, pero Taeyeob no le echó muchas cuentas y las siguió visitando todas hasta que llegó a la última, descubriendo al hacerlo que se trataba de una habitación muy similar a la que era la suya propia en el Cielo. Taeyeob frunció el ceño, extrañado por aquel hecho, pero antes de que pudiera darse la vuelta para volver al salón y preguntar a los demás ángeles si las demás habitaciones eran parecidas a las que tenían en cada, la puerta se cerró de un fuerte portazo y las velas que iluminaban la habitación se apagaron de golpe, dejándolo en completa oscuridad.

 

            Taeyeob contuvo la respiración, asustado, tratando de agudizar su oído, intentando caminar hacia la puerta para ver si podía abrirla y salir de allí antes de que nada más extraño sucediese… sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más sintió cómo unos brazos férreos se aferraban a su cintura a la vez que un cuerpo se pegaba a su espalda, aplastándole las alas. El ángel trató de soltarse de aquel agarre, pero por mucho que forcejeó, éste no se aflojó. En ese momento, trató de abrir su boca para gritar y pedir ayuda, pero antes de que pudiera hacerlo, sintió una respiración cálida contra su nuca que provocó que un escalofrío recorriera toda su columna vertebral y que fue seguida de unas extrañas palabras antes de que Taeyeob perdiera la consciencia.

 

            —Bienvenido a casa, Yoojung.

 

😇 😈

 

            Cuando Taeyeob abrió los ojos de nuevo se encontraba completamente desubicado. Le dolía la cabeza como si se hubiera dado un fuerte golpe en ella, pero no recordaba haberse golpeado con nada, aun así, el ángel hizo el esfuerzo de tratar de mirar a su alrededor. La luz era tenue, titilante, y apenas alumbraba el lugar en el que se encontraba, por lo que tuvo que parpadear varias veces y entornar sus ojos para acostumbrarse a aquella poca luminosidad, viendo cómo se encontraba en una especie de habitación de paredes de piedra desnuda. Taeyeob no sabía dónde estaba ni recordaba cómo había llegado allí, pero sentía que no debía de estar allí, por eso, intentó incorporarse de la especie de cama en la que estaba tumbado, queriendo salir lo más rápido posible de aquel sitio… no obstante, en el momento en el que se movió, el ángel se dio cuenta de que no podía hacerlo, sus muñecas y sus tobillos estaban inmovilizados con algo frío que no había notado en un primer momento. Taeyeob giró su cabeza lo más que pudo para ver qué era lo que lo mantenía retenido, dándose cuenta de que eran unas cadenas las que no lo dejaban moverse. El ángel trató de soltarse, usando para ello todas sus fuerzas, pero las cadenas solo tintinearon, resonando en el lugar.

 

            —Al fin despiertas, Yoojung.

 

            La voz resonó en la habitación cuando el eco de las cadenas dejó de hacerlo y le provocó un escalofrío por toda su columna vertebral. Taeyeob estaba seguro de que había escuchado antes esa voz, de que había escuchado antes ese nombre, pero en esos momentos no podía ubicarlo, le dolía demasiado la cabeza si trataba de pensar. Intentó moverse, alzar la cabeza para tratar de ver quién era aquel que lo había retenido allí, pero en su campo de visión no apareció nadie hasta unos momentos después, subiéndose a la cama con él, colocándose entre sus piernas, con una sonrisa burlona en su rostro.

 

            —Tú… —no pudo evitar decir al verlo. Allí, sobre él, se encontraba el demonio que les había dado la bienvenida al Infierno y que los había guiado por el lugar—. Suéltame.

            —Oh no… —murmuró éste—. No te puedo soltar, no ahora que por fin te he encontrado, Yoojung.

 

            Taeyeob frunció su ceño, confuso. Había escuchado aquel nombre antes, justo antes de perder la consciencia, y estaba seguro de que había sido la voz de aquel demonio la que lo había susurrado en su oído antes porque ésta le había provocado el mismo escalofrío. No obstante, aunque lo había escuchado antes de su boca, el ángel no sabía por qué lo llamaba de aquella manera porque ese no era su nombre.

 

            —Creo que te has equivocado de persona —dijo.

            —No, no me he equivocado, Yoojung —respondió—. No te preocupes, voy a hacerte recordar.

 

            Taeyeob abrió la boca para replicar, para exigirle que le quitase las cadenas que lo mantenían atado, para que lo devolviese con el resto de los ángeles de la delegación que debían de estar terriblemente preocupados por él; sin embargo, antes de que ninguna palabra pudiera salir de su boca, el demonio se había inclinado sobre él y había atrapado sus labios con los suyos en un beso lleno de furia y de hambre, un beso en el que pedía muchísimo más, un beso en el que no tardó entrar su lengua dentro de la boca de Taeyeob, explorándola, enredándose con la suya propia y tratando de robarle el aire de sus pulmones. El ángel no respondió, no pudo ni quiso hacerlo, pero los labios del demonio se movían una y otra vez sobre los suyos, de forma insistente, hasta que finalmente se separó de él, mirándolo con un deseo infinito en sus ojos oscuros. Taeyeob trató de recuperar la respiración, buscando desesperadamente todo el aire que le había faltado durante el beso, entornando los ojos y mirándolo con furia mientras jadeaba.

 

            —No me mires así, Yoojung —le dijo, inclinándose de nuevo sobre él, esta vez dirigiéndose a su cuello, donde su respiración caliente le provocó de nuevo un escalofrío—. Sé perfectamente que en cuanto recuerdes esto te va a gustar.

            —No tengo nada que recordar —replicó y, aprovechando que la cabeza del otro todavía se encontraba encajada en su cuello, comenzando a lamerlo y a besarlo, se movió con toda la fuerza que pudo, dándole un golpe con su mentón y provocando que el demonio se alejara de su cuerpo con un aullido—. Suéltame ahora mismo y llévame con los demás ángeles —exigió—. Estás violando mi inmunidad al hacer esto.

 

            El demonio le sostuvo la mirada con fiereza mientras decía aquello, pero después esbozó una sonrisa que le provocó escalofríos y, antes de que pudiera decirle nada más, éste ya había llevado una de sus manos a su pelo y había tirado de él, con fuerza, provocándole una punzada de dolor a Taeyeob.

 

            —Vas a tener que comportarte, Yoojung —le dijo, casi siseando—. Si no te comportas, tu inmunidad no es lo único que voy a violar.

 

            Taeyeob abrió la boca de nuevo para replicarle, para increparle, pero lo único que salió de ésta fue un grito de dolo al sentir cómo los colmillos del demonio se hundían en su cuello, provocándole sangre. El ángel volvió a forcejear, queriendo soltarse de las cadenas que lo mantenían preso de pies y de manos, queriendo apartar al otro de él, de su cuerpo, y escapar de allí… pero su cuerpo se quedó completamente rígido unos instantes después y su cabeza comenzó a doler de una forma tan terrible que Taeyeob volvió a gritar y tuvo que cerrar los ojos. Unos instantes después, un torrente de imágenes comenzó a aparecer en su mente, recuerdos que no sabía de quién eran pero que parecían suyos, desde su perspectiva, rodeado de demonios, en el Infierno, en partes del lugar que estaba seguro que nunca antes había pisado, junto a aquel que se encontraba ante él, en una situación similar a la que estaban en esos momentos, desnudos, pecando. Taeyeob abrió sus ojos rápidamente, jadeando, confuso por todo aquello que había aparecido de golpe en su cabeza.

 

            —¿Qué es esto? ¿Qué me has hecho?

            —Son tus recuerdos —le respondió el demonio, lamiendo con su lengua la herida que le había hecho en el cuello—. Recuerdos del tiempo que pasaste en el Infierno hace muchos siglos —se incorporó un poco para mirarlo a los ojos y esbozó una sonrisa pícara—. Recuerdos del tiempo que pasamos juntos tú y yo, Yoojung… porque eres un ángel caído, un pecador… alguien que bajó al Infierno sin que los suyos lo supieran y se tiñó de negro antes de volver, con los recuerdos encerrados en tu mente, para que en el Cielo no pudieran cortarte las alas —el demonio se volvió a inclinar sobre él para darle un beso breve en sus labios—. He esperado mucho tiempo para volver a tenerte entre mis brazos, Yoojung… quiero recuperar todo el tiempo contigo y quiero que te quedes aquí para siempre, porque es el lugar al que perteneces.

 

            Las manos del demonio comenzaron a recorrer su cuerpo, mientras sus labios no paraban de darle un beso tras otro, en los labios, en el cuello, en cada zona de su cuerpo que iba exponiendo, sobre su piel desnuda, nívea, tiñéndola de rojo y morado cuando a veces mordía, lo suficientemente fuerte como paraque Taeyeob jadease, pero lo suficientemente débil como para que en el fondo no le doliese. El ángel tenía la cabeza hecha un lío y, aunque el roce de aquellas manos calientes y sus besos húmedos provocaba que su cuerpo fuera recorrido por un escalofrío tras otro, lo único que podía hacer era pensar, pensar en las palabras que el demonio le acababa de decir, pensar en lo que acababa de ver en su mente, los que parecían ser sus recuerdos de un tiempo que había pasado en el Infierno del que no había sido consciente hasta el momento. Siempre se había sentido atraído por aquel lugar, siempre había querido saber cómo era el Infierno y siempre había buscado la forma para poder acabar yendo hasta él, por eso había seguido el camino de la diplomacia, por eso estaba allí en aquellos momentos. Por muy nítidos que los recuerdos se volvieran en su mente, Taeyeob no entendía cómo podía ser él, cómo podía haber bajado al Infierno y cómo había podido intimar de la forma que le mostraban sus recién adquiridos recuerdos con el demonio que se los había devuelto; no obstante, allí estaba, su cuerpo temblando con placer con cada beso y cada caricia que recibía y su miembro pulsando cada vez que la mano experta del demonio lo tocaba, viendo las estrellas tras sus párpados cerrados cuando alcanzó el clímax gracias a la boca de éste.

 

            Todo pasó como una especie de neblina en su mente, el sexo, la forma en la que el demonio lo penetró una y otra vez, la forma en la que profanó su cuerpo haciéndolo temblar de placer mientras pecaba, mientras se convertía de nuevo en un ángel caído en los brazos de aquel demonio. Y cuando finalmente éste alcanzó su orgasmo, provocando que el ángel lo hiciera de nuevo también, y se tiró junto a él sobre la cama, con aquella sonrisa pícara que le había mostrado en demasiadas ocasiones, tanto en sus recuerdos como desde que había pisado el Infierno esa vez, Taeyeob sintió una terrible debilidad apoderarse de su cuerpo y sus ojos se cerraron, sumiéndolo en un profundo sueño en el que no dejaron de repetirse las mismas imágenes una y otra vez, aquellas imágenes en las que no dejaba de pecar y volverse un ángel caído.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario