Título: Heavenly Sin
Autora: Riz Aino
Pareja: YooNine (Yoojung + Nine) (OnlyOneOf)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, fantasy, angels,
demons, smut, pwp
Número de palabras: 3.616 palabras
Resumen: cuando un ángel
peca… también acaba cayendo en el abismo.
Advertencias: relaciones sexuales
explícitas no del todo consentidas.
Notas: historia escrita en conmemoración por
el aniversario del lanzamiento del álbum line sun goodness, cuya canción
principal es sage.
Comentario de autora: Wookjin es un pequeño demonio y yo tenía que hacer algo con eso, así
que, no me pude contener de hacer esto. Espero que os
guste.
Hacía
muchos siglos que Taeyeob quería bajar al Infierno, era algo que quería hacer
desde que tenía memoria y realmente era lo único que siempre había querido
hacer. Para un ángel como él, un deseo como aquel quizás podía ser
problemático, porque los ángeles pertenecían al Reino de los Cielos, cerca de
Dios, siendo sus enviados oficiales; no obstante, el ángel siempre había tenido
curiosidad por cómo sería aquel lugar tan diferente del lugar del que él
procedía y los libros que había en las cientos de bibliotecas tanto del mundo
de los mortales como de su propio mundo, no la satisfacían del todo. Por ese
motivo, Taeyeob hacía tiempo que había elegido su camino como mensajero
diplomático, para poder cumplir su sueño de bajar al Infierno y ver cómo éste
era en realidad… porque para que un ángel bajase al Infierno solo había dos
caminos: ser un enviado especial del Cielo o cometer un Pecado tan grande, que
sus alas le fueran cortadas. Taeyeob era un ángel, uno de los muchos hijos de
Dios, por lo tanto, la idea de pecar para bajar al Infierno nunca lo había
atraído, así que, el camino administrativo había sido el que había elegido y,
durante cientos de años, el ángel se había preparado a conciencia y había
trabajado durísimo para por fin llegar al lugar al que había llegado… frente a
la puerta de entrada al Infierno.
Después
de unos cuantos cientos de años de paz y concordia entre el Cielo y el Infierno,
las relaciones entre ambos se habían vuelto tensas y el Cielo había decidido
mandar una delegación al Infierno para tratar de acordar unos nuevos términos
sobre el mundo de los mortales y las competencias de cada reino. Debido a que
no eran muchos los ángeles que estuvieran dispuestos a poner un pie en aquel
lugar maldito, Taeyeob fue uno de los pocos elegidos para aquella misión de
vital importancia pese a su juventud, puesto que los ángeles a los que
acompañaba le llevaban varios cientos de años y uno de ellos, quien los estaba
comandando, era uno de los pocos ángeles milenarios que ya había ido al Infierno en otras ocasiones, cuando los
tiempos eran mucho más tumultuosos y las relaciones entre ambos reinos eran de
todo menos cordiales. Debido a su elección como parte de la delegación, Taeyeob
estaba excitado y entusiasmado porque aquella sería su primera vez en el lugar
que desde que tenía memoria siempre había querido visitar, pero también sabía
que era un sitio peligroso y hostil para alguien como él, que no podía dar un
paso en falso porque era parte de aquella comitiva y cualquier acción podía ser
vista como una amenaza por el Infierno y hacer que el acuerdo que habían ido a
negociar no saliera adelante y la situación se volviera aún peor.
—Una
vez traspasemos esas puertas, estamos a merced del Infierno y de los demonios
que habitan en él —dijo Jisung, haciéndolo salir de sus propios pensamientos
para atender a lo que el ángel milenario decía—. A pesar de que tenemos unos
pases de inmunidad por el hecho de haber venido a negociar los términos de un
acuerdo, siempre está la posibilidad de que los demonios nos traicionen o que
haya alguno que quiera hacernos daño, por lo que debemos de tener todos mucho
cuidado.
Los
ángeles allí congregados frente a las puertas del Infierno asintieron a las
palabras de su líder, sabiendo perfectamente la gravedad de la situación en la
que se encontraban y lo importante que era su misión. No podía haber ningún
error y, sobre todo, debían de cuidarse mucho para que nada se saliera de lo
esperado y su estancia en el Infierno fuera lo más corta y segura posible.
Incluso aunque la curiosidad de Taeyeob por conocer aquel lugar fuera
increíblemente fuerte, sabía a la perfección cuál era su papel y qué era lo que
debía y no debía de hacer en el Infierno para no poner en peligro ni el acuerdo
entre sus dos mundos ni la integridad física de aquellos con los que había ido.
Jisung se giró hacia él y abrió la boca para añadir algo más, pero antes de que
pudiera hacerlo, las puertas del Infierno se abrieron de golpe y por ellas
apareció un demonio de pelo oscuro, ojos negros y sonrisa ladina, su piel
blanca como el mármol más puro contrastando terriblemente con la ropa oscura
que lucía. El demonio dio un par de pasos en la dirección en la que se
encontraban la delegación de ángeles y los miró de arriba abajo, deteniéndose
quizás por un segundo más en Taeyeob, provocándole un escalofrío que le
recorrió toda la columna vertebral de arriba abajo, antes de esbozar una
sonrisa pícara.
—Bienvenidos
al Infierno, soy Wookjin, vuestro guía —se presentó—. Imagino que desde allí
arriba os han dicho que os portéis bien porque sino podemos comeros —sus ojos
volvieron a escanearlos a todos, como si estuviera buscando algo en concreto
antes de detenerse de nuevo durante un momento en Taeyeob—. Es más… os comeré
si os portáis mal.
Y
tras decir aquello e indicarles con un gesto de su mano que lo siguieran, el
demonio se giró y se adentró en el Infierno, dejando las puertas abiertas para
ellos. Los ángeles comenzaron a entrar uno tras otro, atravesando las enormes y
pesadas puertas creadas a partir de los restos mortales de los condenados,
desapareciendo en la oscuridad que había tras ellas, dejando a Taeyeob el
último en el camino. El ángel inspiró profundamente y trató de olvidar aquel
escalofrío que había sentido antes bajo la mirada oscura del demonio que había
ido a darles la bienvenida, antes de comenzar a caminar en dirección al
Infierno, atravesando sus puertas y adentrándose en la oscuridad que lo
envolvía todo.
😇
😈
El
Infierno era a la vez similar y a la vez diferente a todo lo que Taeyeob había
leído. Los libros lo definían como un lugar lóbrego y oscuro, frío a pesar de
que las llamas en las que los condenados ardían estaban encendidas siempre y
lleno del hedor de la podredumbre de las almas impuras que acababan allí.
Taeyeob pudo ver que aquellas afirmaciones eran completamente ciertas en su
camino hacia el lugar en el que la delegación de ángeles debía quedarse hasta
que el demonio mayor y su delegación llegasen hasta el lugar en el que habían
decidido que se harían las reuniones. No obstante, a pesar de que aquellas
cosas eran ciertas y eran como en los libros, Taeyeob no podía evitar ver una
especie de belleza en las sombras que creaban las llamas en la piedra desnuda
de las paredes, cómo las figuras esculpidas que flanqueaban el camino que
recorrían eran de una calidad exquisita o la forma en la que el eco que
producían sus pisadas sonaba en sus oídos como si fuera algo celestial. Quizás
era porque el ángel siempre había tenido aquel interés por el Infierno o quizás
era porque simplemente era un lugar de increíble belleza a pesar de que fuera
el hogar de seres de increíble maldad, contrastando terriblemente con la bondad
del Cielo. Taeyeob no sabía por qué, pero había algo dentro de él que lo hacía
sentir atraído por el Infierno y, ahora que por fin estaba allí, quería
averiguar por qué sin poner en peligro la misión tan importante por la que
había atravesado las puertas del Infierno.
El
camino hacia su destino fue largo, pero cuando llegaron a los aposentos que les
habían preparado. No eran para nada a las habitaciones a las que estaba
acostumbrado en el cielo, no había nada que las pudiera hacer acogedoras,
apenas tenían decoración y pocos muebles, era extraño para Taeyeob estar en un
lugar tan desnudo, pero a la vez también lo hacía sentir curiosidad por cómo
serían el resto de estancias. El demonio que los había guiado hasta allí les
dijo que debían esperar en el lugar hasta que él volviera a por ellos, cuando
la delegación de los demonios también llegara y, a pesar de que los ángeles no
se sentían cómodos estando en aquel lugar, completamente cerrado y a la merced
de los demonios, ya que se encontraban en su territorio, y con la comunicación
con el Cielo cortada desde el mismo instante en el que atravesaron las puertas
del Infierno. No obstante, aquello era un mero trámite por el que tenían que
pasar y no tenían que preocuparse por ello, o al menos aquello era lo que les
había dicho Jisung para que se relajasen un poco y tratasen de calmar sus
nervios puesto que esa era la primera vez que todos ellos pisaban el Infierno.
Taeyeob
le hizo caso al ángel milenario y a su experiencia en el trato con demonios y
decidió explorar un poco los aposentos a los que los habían llevado. Estos
constaban de un enorme salón central en el que se encontraban los demás
ángeles, algunos de pie, otros sentados, esperando a que fueran de nuevo a por
ellos para continuar con su misión, y este salón se encontraba rodeado por
diferentes puertas que llevaban a los diferentes dormitorios en los que
deberían descansar si la negociación con los demonios se hacía demasiado larga.
Todas las puertas eran exactamente iguales, menos la puerta de entrada al
lugar, que era más grande y tenía un poco de ornamentación. Aquella fue la
única de las puertas que no abrió, pero las demás, las fue abriendo una a una,
entrando en todas las habitaciones que encontraba porque todas y cada una de
ellas eran diferentes. Algunas eran más grandes, otras eran más pequeñas,
algunas tenían camas, mientras que otras tenían grandes sofás de aspecto cómodo
y en otras había un montón de cojines y almohadones por el suelo. era extraño
cómo cada una de ellas era completamente diferente a la anterior, pero Taeyeob
no le echó muchas cuentas y las siguió visitando todas hasta que llegó a la
última, descubriendo al hacerlo que se trataba de una habitación muy similar a
la que era la suya propia en el Cielo. Taeyeob frunció el ceño, extrañado por
aquel hecho, pero antes de que pudiera darse la vuelta para volver al salón y
preguntar a los demás ángeles si las demás habitaciones eran parecidas a las
que tenían en cada, la puerta se cerró de un fuerte portazo y las velas que
iluminaban la habitación se apagaron de golpe, dejándolo en completa oscuridad.
Taeyeob
contuvo la respiración, asustado, tratando de agudizar su oído, intentando
caminar hacia la puerta para ver si podía abrirla y salir de allí antes de que
nada más extraño sucediese… sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más
sintió cómo unos brazos férreos se aferraban a su cintura a la vez que un
cuerpo se pegaba a su espalda, aplastándole las alas. El ángel trató de
soltarse de aquel agarre, pero por mucho que forcejeó, éste no se aflojó. En
ese momento, trató de abrir su boca para gritar y pedir ayuda, pero antes de
que pudiera hacerlo, sintió una respiración cálida contra su nuca que provocó
que un escalofrío recorriera toda su columna vertebral y que fue seguida de
unas extrañas palabras antes de que Taeyeob perdiera la consciencia.
—Bienvenido
a casa, Yoojung.
😇
😈
Cuando
Taeyeob abrió los ojos de nuevo se encontraba completamente desubicado. Le
dolía la cabeza como si se hubiera dado un fuerte golpe en ella, pero no
recordaba haberse golpeado con nada, aun así, el ángel hizo el esfuerzo de
tratar de mirar a su alrededor. La luz era tenue, titilante, y apenas alumbraba
el lugar en el que se encontraba, por lo que tuvo que parpadear varias veces y
entornar sus ojos para acostumbrarse a aquella poca luminosidad, viendo cómo se
encontraba en una especie de habitación de paredes de piedra desnuda. Taeyeob
no sabía dónde estaba ni recordaba cómo había llegado allí, pero sentía que no
debía de estar allí, por eso, intentó incorporarse de la especie de cama en la que
estaba tumbado, queriendo salir lo más rápido posible de aquel sitio… no
obstante, en el momento en el que se movió, el ángel se dio cuenta de que no
podía hacerlo, sus muñecas y sus tobillos estaban inmovilizados con algo frío
que no había notado en un primer momento. Taeyeob giró su cabeza lo más que
pudo para ver qué era lo que lo mantenía retenido, dándose cuenta de que eran
unas cadenas las que no lo dejaban moverse. El ángel trató de soltarse, usando
para ello todas sus fuerzas, pero las cadenas solo tintinearon, resonando en el
lugar.
—Al
fin despiertas, Yoojung.
La
voz resonó en la habitación cuando el eco de las cadenas dejó de hacerlo y le
provocó un escalofrío por toda su columna vertebral. Taeyeob estaba seguro de
que había escuchado antes esa voz, de que había escuchado antes ese nombre,
pero en esos momentos no podía ubicarlo, le dolía demasiado la cabeza si
trataba de pensar. Intentó moverse, alzar la cabeza para tratar de ver quién
era aquel que lo había retenido allí, pero en su campo de visión no apareció
nadie hasta unos momentos después, subiéndose a la cama con él, colocándose
entre sus piernas, con una sonrisa burlona en su rostro.
—Tú…
—no pudo evitar decir al verlo. Allí, sobre él, se encontraba el demonio que
les había dado la bienvenida al Infierno y que los había guiado por el lugar—.
Suéltame.
—Oh
no… —murmuró éste—. No te puedo soltar, no ahora que por fin te he encontrado,
Yoojung.
Taeyeob
frunció su ceño, confuso. Había escuchado aquel nombre antes, justo antes de
perder la consciencia, y estaba seguro de que había sido la voz de aquel
demonio la que lo había susurrado en su oído antes porque ésta le había
provocado el mismo escalofrío. No obstante, aunque lo había escuchado antes de
su boca, el ángel no sabía por qué lo llamaba de aquella manera porque ese no
era su nombre.
—Creo
que te has equivocado de persona —dijo.
—No,
no me he equivocado, Yoojung —respondió—. No te preocupes, voy a hacerte
recordar.
Taeyeob
abrió la boca para replicar, para exigirle que le quitase las cadenas que lo
mantenían atado, para que lo devolviese con el resto de los ángeles de la
delegación que debían de estar terriblemente preocupados por él; sin embargo,
antes de que ninguna palabra pudiera salir de su boca, el demonio se había inclinado
sobre él y había atrapado sus labios con los suyos en un beso lleno de furia y
de hambre, un beso en el que pedía muchísimo más, un beso en el que no tardó
entrar su lengua dentro de la boca de Taeyeob, explorándola, enredándose con la
suya propia y tratando de robarle el aire de sus pulmones. El ángel no
respondió, no pudo ni quiso hacerlo, pero los labios del demonio se movían una
y otra vez sobre los suyos, de forma insistente, hasta que finalmente se separó
de él, mirándolo con un deseo infinito en sus ojos oscuros. Taeyeob trató de
recuperar la respiración, buscando desesperadamente todo el aire que le había
faltado durante el beso, entornando los ojos y mirándolo con furia mientras
jadeaba.
—No
me mires así, Yoojung —le dijo, inclinándose de nuevo sobre él, esta vez
dirigiéndose a su cuello, donde su respiración caliente le provocó de nuevo un
escalofrío—. Sé perfectamente que en cuanto recuerdes esto te va a gustar.
—No
tengo nada que recordar —replicó y, aprovechando que la cabeza del otro todavía
se encontraba encajada en su cuello, comenzando a lamerlo y a besarlo, se movió
con toda la fuerza que pudo, dándole un golpe con su mentón y provocando que el
demonio se alejara de su cuerpo con un aullido—. Suéltame ahora mismo y llévame
con los demás ángeles —exigió—. Estás violando mi inmunidad al hacer esto.
El
demonio le sostuvo la mirada con fiereza mientras decía aquello, pero después
esbozó una sonrisa que le provocó escalofríos y, antes de que pudiera decirle
nada más, éste ya había llevado una de sus manos a su pelo y había tirado de
él, con fuerza, provocándole una punzada de dolor a Taeyeob.
—Vas
a tener que comportarte, Yoojung —le dijo, casi siseando—. Si no te comportas,
tu inmunidad no es lo único que voy a violar.
Taeyeob
abrió la boca de nuevo para replicarle, para increparle, pero lo único que
salió de ésta fue un grito de dolo al sentir cómo los colmillos del demonio se
hundían en su cuello, provocándole sangre. El ángel volvió a forcejear,
queriendo soltarse de las cadenas que lo mantenían preso de pies y de manos,
queriendo apartar al otro de él, de su cuerpo, y escapar de allí… pero su
cuerpo se quedó completamente rígido unos instantes después y su cabeza comenzó
a doler de una forma tan terrible que Taeyeob volvió a gritar y tuvo que cerrar
los ojos. Unos instantes después, un torrente de imágenes comenzó a aparecer en
su mente, recuerdos que no sabía de quién eran pero que parecían suyos, desde
su perspectiva, rodeado de demonios, en el Infierno, en partes del lugar que
estaba seguro que nunca antes había pisado, junto a aquel que se encontraba
ante él, en una situación similar a la que estaban en esos momentos, desnudos,
pecando. Taeyeob abrió sus ojos rápidamente, jadeando, confuso por todo aquello
que había aparecido de golpe en su cabeza.
—¿Qué
es esto? ¿Qué me has hecho?
—Son
tus recuerdos —le respondió el demonio, lamiendo con su lengua la herida que le
había hecho en el cuello—. Recuerdos del tiempo que pasaste en el Infierno hace
muchos siglos —se incorporó un poco para mirarlo a los ojos y esbozó una
sonrisa pícara—. Recuerdos del tiempo que pasamos juntos tú y yo, Yoojung…
porque eres un ángel caído, un pecador… alguien que bajó al Infierno sin que
los suyos lo supieran y se tiñó de negro antes de volver, con los recuerdos encerrados
en tu mente, para que en el Cielo no pudieran cortarte las alas —el demonio se
volvió a inclinar sobre él para darle un beso breve en sus labios—. He esperado
mucho tiempo para volver a tenerte entre mis brazos, Yoojung… quiero recuperar
todo el tiempo contigo y quiero que te quedes aquí para siempre, porque es el
lugar al que perteneces.
Las
manos del demonio comenzaron a recorrer su cuerpo, mientras sus labios no
paraban de darle un beso tras otro, en los labios, en el cuello, en cada zona
de su cuerpo que iba exponiendo, sobre su piel desnuda, nívea, tiñéndola de
rojo y morado cuando a veces mordía, lo suficientemente fuerte como paraque
Taeyeob jadease, pero lo suficientemente débil como para que en el fondo no le
doliese. El ángel tenía la cabeza hecha un lío y, aunque el roce de aquellas
manos calientes y sus besos húmedos provocaba que su cuerpo fuera recorrido por
un escalofrío tras otro, lo único que podía hacer era pensar, pensar en las
palabras que el demonio le acababa de decir, pensar en lo que acababa de ver en
su mente, los que parecían ser sus recuerdos de un tiempo que había pasado en
el Infierno del que no había sido consciente hasta el momento. Siempre se había
sentido atraído por aquel lugar, siempre había querido saber cómo era el
Infierno y siempre había buscado la forma para poder acabar yendo hasta él, por
eso había seguido el camino de la diplomacia, por eso estaba allí en aquellos
momentos. Por muy nítidos que los recuerdos se volvieran en su mente, Taeyeob
no entendía cómo podía ser él, cómo podía haber bajado al Infierno y cómo había
podido intimar de la forma que le mostraban sus recién adquiridos recuerdos con
el demonio que se los había devuelto; no obstante, allí estaba, su cuerpo
temblando con placer con cada beso y cada caricia que recibía y su miembro
pulsando cada vez que la mano experta del demonio lo tocaba, viendo las
estrellas tras sus párpados cerrados cuando alcanzó el clímax gracias a la boca
de éste.
Todo
pasó como una especie de neblina en su mente, el sexo, la forma en la que el
demonio lo penetró una y otra vez, la forma en la que profanó su cuerpo
haciéndolo temblar de placer mientras pecaba, mientras se convertía de nuevo en
un ángel caído en los brazos de aquel demonio. Y cuando finalmente éste alcanzó
su orgasmo, provocando que el ángel lo hiciera de nuevo también, y se tiró
junto a él sobre la cama, con aquella sonrisa pícara que le había mostrado en
demasiadas ocasiones, tanto en sus recuerdos como desde que había pisado el
Infierno esa vez, Taeyeob sintió una terrible debilidad apoderarse de su cuerpo
y sus ojos se cerraron, sumiéndolo en un profundo sueño en el que no dejaron de
repetirse las mismas imágenes una y otra vez, aquellas imágenes en las que no
dejaba de pecar y volverse un ángel caído.
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