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domingo, 1 de junio de 2014

We Got Married Season 1

Título: We Got Married Season 1
Parejas: KwonIn (Jo Kwon x GaIn) (2AM / B.E.G), KhunToria (Nichkhun x Victoria) (2PM / F(x)) y YongSeo (YongHwa x SeoHyun) (CNBLUE / SNSD)
Clasificación: NC–17
Número de palabras: (…) palabras
Número de capítulos: 1 / 30 capítulos
Resumen:El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde” – Leon Tolstoi.
Notas: Esta historia será escrita a través de las citas sobre el matrimonio que me vayáis dejando en los comentarios, sin ellas no podrá avanzar.
Comentario de Autora: Hacía tiempo que quería hacer un proyecto interactivo y que además tuviera que ver con el programa que lleva este mismo título. Espero que os guste ^^
We Got Married


1st Season


Capítulo 1


El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso;
Si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde.
Leon Tolstoi


♥♡♡

            Dos personas menudas atravesaban las puertas de la gran y climatizada estación de metro de Paldang cuando el frío otoñal les dio de lleno y ambos se encogieron sobre si mismos ante el vendaval que se había levantado de pronto.

            Cuando aquella mañana habían salido de la estación de Sageun-dong en Seúl, el clima era agradable. El sol lucía en su máximo esplendor y se reflejaba majestuoso en los edificios de metal y cristal de la capital, dando calidez a la estampa otoñal que cubría la ciudad.

            Sin embargo, en este lugar era todo lo contrario.

            Aunque solo estaba a unos pocos kilómetros de la capital, parecía que el astro rey jamás había pisado aquellas tierras y el viento helado calaba hasta los huesos, ignorando deliberadamente las capas y capas de ropa que ambos llevaban encima.

            Ella, un poco más pequeña que el chico a su lado, tenía el pelo corto de color rojo sujeto en una coleta baja. El flequillo largo, peinado hacia el lado derecho apenas dejaba apreciar uno de sus rasgados ojos color chocolate. Su rostro era fino, de piel blanca y su cuerpo menudo.

            Él también tenía el pelo corto, pero este era castaño oscuro. Llevaba un pequeño flequillo cortado bastante por encima de las cejas y su rostro se asemejaba al de un suricato.

            Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica y se giró hacia su esposo, mirándolo mal, para después bufar mientras le daba un golpe en el brazo.  Antes de que el chico pudiera protestar, ella comenzó:

            ¿Tú crees que esto es una Luna de Miel? ¿En qué maldito lugar del mundo esto se asemeja a una Luna de Miel? le dio otro golpe en el brazo, esta vez algo más fuerte, mostrándole a su chico que estaba cabreada. ¿Eh? Dime. ¿A quién se le ocurrió la bendita idea de venir aquí?

            Sus gritos se escucharon en toda la plaza que había frente a la estación de metro debido a que, aparte de ellos, no había ni un alma en la calle. Con aquel clima de perros, lo extraño era que hubiera alguien.

            Te recuerdo que estuviste de acuerdo en venir aquí, noona. Yo quería ir a Egipto se excusó él encogiéndose de hombros, enfureciendo aún más a su esposa.
            ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames noona? otro golpe, esta vez en el hombro, mientras ella fruncía sus labios cuarteados en una muestra de disgusto. Además, no tenemos dinero para hacer un viaje a Egipto.
            Perdón murmuró él, es la costumbre.
            Bueno, te lo perdono por ahora el chico le dedicó una pequeña sonrisa y ella suspiró.
            Todo habría estado bien si hubiéramos venido la semana que viene como teníamos planeado comentó él rascándose la nuca, pero cuando cambiamos la fecha este maldito tifón no aparecía en el mapa. No es mi culpa, es del hombre del tiempo de la tele, que se equivocó en el pronóstico.
            Muy bien, no es culpa de nadie. Tema zanjado concluyó ella con hielo en la voz. Ahora busquemos un maldito taxi que nos lleve al hotel.
            Quédate dentro e intenta entrar en calor susurró el chico contra su oído antes de darle un pequeño pero sonoro beso en la mejilla, yo buscaré el taxi.
            Está bien murmuró ella con una pequeña sonrisa.

♡♥♥

            Dos chicas paseaban por Gangnam-gu mientras reían animadamente, con varias bolsas de las marcas más conocidas de ropa en sus manos, atrayendo las miradas de todos los hombres junto a los que pasaban. Esto no era de extrañar, ambas eran bastante guapas, de pelo largo castaño y de ojos grandes.

            Habían salido en busca de ropa elegante ya que ese día tenían una fiesta muy importante a la que asistir. Qian, la mayor, aunque también la más infantil, iba a conocer al chico que sus padres habían elegido para ella como buen esposo y, así, ampliar el negocio familiar. Y JooHyun, la otra chica, como su mejor amiga, tenía que acompañarla en todo momento todo porque la mayor estaba demasiado nerviosa como para hacer algo por sí misma.

            Hacía apenas una semana que había sido anunciado que la chica se casaría con el hijo de uno de los socios más importantes de su familia, Nichkhun y nunca lo había visto, por lo que estaba muy ansiosa por conocerlo.

            Le habían hablado de él y parecía un poco despreocupado por todo. Se dedicaba a vivir la vida y a hacer lo que se le antojaba sin que nadie pudiera detenerlo. Por eso, Qian también estaba algo preocupada. Sin embargo, aquellos pensamientos se fueron disipando a medida que fue pasando el día.

            Las chicas habían pasado toda la mañana fuera de casa, de compras. Habían estado en las mejores tiendas de la ciudad y ya habían comprado todo lo que necesitaban para lucir espectaculares esa noche, así que, en ese momento, se dirigían al Ritz[1] a almorzar y descansar sus adoloridos pies.

            Apenas llegaron al lujoso lugar cuando ya les dieron una mesa apartada en la que conversar de forma tranquila y privada y el camarero, un chico alto, de pelo algo largo y flequillo tapándole uno de sus ojos castaños, al igual que su cabello les llevó la carta, esperando pacientemente a que pidieran. En cuanto las chicas lo hicieron, este se retiró con una pequeña reverencia.

            Ambas se permitieron relajarse por unos minutos antes de que la comida fuera servida. Durante toda la mañana habían estado bastante aceleradas e intranquilas por las compras para la cena.

            De repente, la suave melodía que Qian tenía como tono de llamada en su teléfono móvil se dejó escuchar en el restaurante y ella rebuscó en su bolso hasta que encontró el aparato y lo descolgó, deslizando su dedo por la pantalla, a la vez que fruncía el ceño.

            ¿Yeobosseo?
            ¡Unnie! el grito al otro lado del teléfono casi la deja sorda, por lo que tuvo que alejarse el móvil de la oreja.
            SooJung contestó y escuchó una risita cantarina. ¿Qué querías, pequeña?
            ¿Ya tienes tu vestido, unnie?
            Ne~.
            Quiero verlo ya.
            En cuanto llegue a casa lo verás.
            Pero yo quiero verlo ya.
            —Vamos, no seas así. En unas horas lo verás —contestó la mayor.
            —Está bien… Pero quiero ser yo la primera en verlo —ordenó SooJung.
            —Perfecto.
            —Gracias unnie.
            —Nos vemos —murmuró Qian antes de colgar.
            Me alegra ver que te llevas bien con SooJung… A pesar de que no sois completamente hermanas comentó JooHyun con una sonrisa en cuanto la otra terminó la llamada y volvió a dejar el móvil en el bolso.
            Sí, SooJung es un encanto.
            ¿Qué tal las relaciones con SooYoung? preguntó con cierta timidez la menor.
            Ni la nombres cortó Qian. Esta noche va a venir y se va a pavonear como solo ella sabe la chica suspiró. Sería mejor que se quedara en Los Ángeles donde tan bien vive y tan bien le va.
            Por tu reacción parece que estáis igual o peor.
            Nunca nos hemos llevado bien, ya lo sabes, así que no creo que nos llevemos bien en un futuro próximo.

            En ese momento, el mismo camarero que antes les había tomado nota llegó con su comida y ambas dejaron aquella conversación para comenzar a degustar sus respectivos manjares.

♥♡♡

            Jo Kwon la vio alejarse hacia la estación de trenes con una gran sonrisa y se abrazó a sí mismo en cuanto ella desapareció tras las puertas de cristal del edificio. Debía buscar un taxi que los llevara a aquel hotelito rural en el que habían reservado habitación para pasar las dos semanas de su Luna de Miel.

            La tarea, que en Seúl le habría resultado lo más fácil del mundo, en aquel lugar estaba siendo una verdadera odisea. Ahora entendía a ese héroe griego que lo único que quería hacer era volver a casa pero siempre se encontraba con obstáculos que se lo impedían. Sin embargo, el chico no esperaba tardar tanto como él, veinte años era demasiado tiempo.

            Cuando estaba por rendirse y buscar a su mujer para que le cortara la cabeza o le torturara de la peor forma, un taxi apareció doblando la esquina de la calle y comenzó a llamarlo, casi desgañitándose en el proceso y moviendo las manos como si fuera un loco, hasta que el vehículo se detuvo ante él. La ventanilla de la puerta del copiloto se abrió y un señor de unos cuarenta años, se presentó ante él.

            ¿Dónde quiere que lo lleve? preguntó el hombre.
            Al albergue de Paldang contestó. Pero espere unos momentos, tengo que avisar a mi esposa para que salga de la estación.
            Está bien. Pero si tarda más de diez minutos le cobraré un recargo.
            No tardaré mucho.

            Y diciendo esto, el chico sacó su teléfono móvil y buscó el número de su esposa. Le dio a llamar y se llevó el aparato a la oreja. El primer pitido no se hizo esperar y después le siguieron varios más antes de que la voz impersonal del robot de la compañía con la que tenía contratada la línea su esposa le informara que el número marcado estaba apagado o fuera de cobertura.

            Kwon hizo una mueca mientras escuchaba aquello y luego colgó para salir corriendo hacia la estación. No entendía aquella manía que tenía su esposa de tener el móvil siempre apagado. Cuando llegó al pie de las escaleras, su teléfono móvil comenzó a sonar y lo descolgó, subiendo los peldaños.

            —¿Yeobosseo?
            —Kwon —dijo una voz al otro lado que el nombrado reconocería en cualquier parte.
            —Khun, ¿qué pasa? —preguntó.
            —Acabo de enterarme que mis padres me quieren casar con una niña pija para ampliar el negocio —contestó el chico y Jo Kwon se quedó estático, a mitad de la subida.
            —¿Cómo puede ser eso posible en estos tiempos? —cuestionó—. ¿Acaso tus padres no piensan en tu felicidad?
            —Ya sabes que no, Kwon.
            —No puedo comprenderlo.
            —Yo tampoco —murmuró con voz cansada el otro. Pasaron unos segundos en silencio, que fueron aprovechados por el menor para continuar subiendo la escalinata que llevaba a la estación de metro—. Te envidio, Kwon.
            —¿Por qué?
            —Te has casado con tu mejor amiga, con la chica de la que llevabas enamorado toda tu vida —explicó—, yo no tendré esa suerte.
            —No creo tener tanta suerte —murmuró Kwon—, ya te contaré. Pero me extraña que el gran Nichkhun Buck Horvekjul se haya rendido tan pronto.
            —No me he rendido.
            —Entonces… ¿Por qué suenas como si ya lo hubieras hecho?
            —¡No me he rendido! —gritó el chico.
            —Así me gusta —comentó—. Khun, tengo que dejarte, ¿hablamos más tarde?
            —¿Estás con GaIn-noona?
            —Tengo que encontrarla porque acabo de coger un taxi.
            —No lo entiendo.
            —Ya te contaré.
            —Arasso.

            JoKwon colgó  y entró a la estación en busca de su esposa. No tardó mucho en encontrarla tomando un chocolate caliente en la cafetería y la apremió a que terminara para poder irse rápidamente de allí ahora que tenían un vehículo.

            Apenas tardaron unos minutos en llegar al albergue en el que habían reservado la habitación para las dos próximas semanas. Debido al mal tiempo, las calles estaban completamente desiertas y por la carretera no circulaban más que algunos coches y el taxi en el que se habían montado. Al bajar del vehículo, tras pagarle al conductor la suma que marcaba la tarifa, notaron el frío de nuevo en contraste al calor que hacía dentro del coche, así que, después de sacar las maletas del maletero, salieron corriendo hacia el edificio que tenían enfrente.

            Era una casa antigua, la típica coreana, transformada en un albergue para viajeros. Tuvieron que llamar al portón de madera para que les dieran la entrada al espacioso patio, alrededor del cual se encontraban todos los módulos que conformaban la casa.

            Ambos se dirigieron, tras echarse una mirada de alivio por haber llegado al fin, al lugar en el que estaba señalada la recepción. Al entrar a la estancia sintieron de nuevo una agradable calidez y Jo Kwon, que siempre había sido algo dado a resfriarse con frecuencia, pensó que le quedaba poco para pasar toda una semana en cama por tantos cambios bruscos de temperatura.

            La habitación estaba conformada por un mostrador y un panel lleno de llaves de aspecto antiguo. Aparte de esto, tenía un par de cuadros que mostraban escenas cotidianas y el suelo estaba cubierto por una gran alfombra. Tras el mostrador, frente a la puerta, se encontraba una mujer que no podía ser mucho mayor que ellos vestida con un hanbok y el pelo castaño y largo recogido en un moño con palillos.

            —Bienvenidos —saludó haciendo una pequeña reverencia.
            —Annyeong–haseyo —contestaron ambos devolviendo la inclinación, haciendo ésta un poco más pronunciada.
            —Tenemos una reserva hecha a nombre de Jo Kwon y Son GaIn —dijo el chico. La mujer asintió y comenzó a mirar en un libro que había en el mostrador hasta que dio con los nombres que le habían dicho y los señaló con el dedo.
            —Aquí están —murmuró—. Una reserva de dos semanas, ¿me equivoco? —ambos negaron—. ¿Luna de Miel? —preguntó y los recién casados se miraron y sonrieron.
            —Nos casamos ayer —contestó GaIn.
            —¡Felicidades! —la mujer sonrió ampliamente y luego se giró para buscar en el panel la llave que correspondía a la habitación que les habían asignado—. Aquí tenéis —les tendió la llave—, vuestra habitación es la número cuatro. Disfrutad de vuestra estancia en este lugar a pesar de que este tifón salido de la nada haya afeado un poco estos días.
            —Sí… Gracias —murmuró Kwon y, tras hacer una reverencia, ambos salieron de la estancia.

            Al regresar al patio, el panorama gris y ventoso que habían dejado se había convertido en uno mucho más oscuro y gotas de lluvia habían comenzado a caer. Los dos se miraron y suspiraron antes de salir corriendo hacia el módulo indicado con un cuatro enorme en números arábigos para no mojarse demasiado y no hacer que aquel día fuera aún más horroroso.

            Jo Kwon introdujo la antigua llave en la vieja cerradura de latón y la giró hasta que se escuchó un leve clic. El chico se giró hacia su esposa y tomó la maleta que ella portaba para dejarla con la suya junto a la puerta. Luego, tras dedicarle una amplia sonrisa, se agachó y la tomó entre sus brazos como si fuera una princesa.

            —¡Ah! ¿Qué haces, Yeobo? —gritó sorprendida por la repentina acción.
            —Te cargo hasta la cama —contestó él—. Es una fantasía mía.

            Entró a la habitación y cerró la puerta con el pie, tambaleándose un poco y perdiendo el equilibrio unos momentos, pero logró mantenerse y reafirmó su pose lanzando un suspiro. Luego comenzó a avanzar hasta la cama, donde dejó con cuidado a su esposa para subirse sobre su cuerpo y comenzar a besar su cuello, escuchando su cantarina risa.

♡♥♡

            Tras almorzar, las chicas se separaron y cada una tomó un camino distinto para regresar a sus respectivas casas, donde se arreglarían para estar a punto para la cena de esa noche. Qian fue directa gracias a que su chófer fue a recogerla, sin embargo, JooHyun prefirió dar un paseo antes de que fueran a por ella.

            Le gustaba dar paseos por la ciudad, mezclándose con las personas que realizaban sus jornadas rápidamente. También le encantaba andar por las orillas del río Han a través de los diversos parques en los que en aquella época del año, las hojas comenzaban a teñirse de ocre y el paisaje era precioso. Pero la chica tenía otra razón para ir a un parque en concreto.

            Hacía un mes que iba allí cada vez que podía escapar de sus obligaciones. Pasaba por el parque y se detenía junto a la fuente, desde donde podía escuchar con claridad aquella suave y dulce voz y ver esas callosas manos rasgar una y otra vez las cuerdas de una guitarra española. Todavía podía recordar con claridad el primer día que lo encontró.

            JooHyun caminaba por el parque. Había salido de casa para respirar un poco de aire fresco y despejarse. A veces, su familia le exigía demasiado y con el recital de piano a la vuelta de la esquina, era muy agobiante. La chica lo daba todo por complacerlos, pero en algunos momentos sentía que se asfixiaba en aquella gran casa, por eso había acabado en aquel lugar.

            Se sentó en el borde de una fuente, cansada. El sol calentaba aun siendo mediados de Septiembre como si fuera pleno verano y el agua refrescaba el ambiente. Cuando la chica comenzó a relajarse una suave y dulce voz y los acordes de una guitarra empezaron a escucharse cerca de donde ésta estaba y JooHyun se giró para ver a quién pertenecía aquella voz. Un chico joven de pelo oscuro tocaba y cantaba una canción[2].


Buscando un lugar en donde permanecer
Hay un largo camino por recorrer al soñar la vida

Cuando de noche parece ser, sólo el temor a la libertad
Entrelaza momentos del pasado

¿Cómo intentar alcanzar la meta?

Con todas las palabras que pudieras decir
Mirando hacia el Cielo
Cuenta la historia de lo que ves
Sólo sé que todos lo dicen en estos casos
Ya que existe sólo un Cielo Azul
Podríamos ver, tal vez,
Las mismas nubes al mismo tiempo
Aunque sea en diferente día


            Su corazón comenzó a latir rápidamente en su pecho y un sonrojo brillante se apoderó de su rostro. Nunca había sentido nada parecido y tuvo miedo, por lo que salió corriendo llamando la atención, sin saberlo, del chico de la guitarra.

            Perdida en sus recuerdos, JooHyun llegó a aquel lugar y se extrañó al no ver al chico de la guitarra, ya que, normalmente, a aquellas horas, siempre se encontraba allí. Miró a su alrededor varias veces, buscándolo, pero al no hallarlo por ningún lado, suspiró y se dio por vencida. Ese día no lo vería.

            Sacó su teléfono móvil para llamar a su chófer y así regresar a su casa para arreglarse y se giró. En ese momento, su corazón se saltó un latido. Frente a ella, con una sonrisa encantadora en su rostro, se encontraba el chico de la guitarra.

            —¿Me buscabas? —la chica no supo ni pudo contestar, su voz no quería salir de su garganta—. He notado que vienes a verme casi todos los días, por eso pregunto —aclaró sin perder su sonrisa, aunque esta se había vuelto un poco traviesa—. Por cierto, mi nombre es YongHwa, ¿cómo te llamas? —preguntó y ella sintió el corazón golpeando contra sus costillas de una manera ensordecedora—. ¿Eres muda? —cuestionó al ver que no contestaba. JooHyun salió de su trance, negando rápidamente con la cabeza—. Entonces, ¿cómo te llamas?
            —JooHyun… Seo JooHyun… —susurró sin poder creerse que estuviera hablando con él.
            —Encantado —dijo—. ¿Quieres salir conmigo? —ella se quedó estática ante la pregunta y no pudo reaccionar hasta varios segundos después, cuando asimiló del todo las palabras.
            —Yo… Yo… Tengo que irme —acabó diciendo antes de salir corriendo del lugar.

♡♡♥

            La tarde pasó en un suspiro para Qian cuando llegó a casa. Nada más entrar, subió a su habitación seguida por su hermana menor, que quería ver el vestido que se había comprado y tras enseñárselo y que la pequeña quedara contenta, comenzó a arreglarse. Todo fue un ir y venir constante. Solo horas después, cuando ya estaba perfecta, pudo relajarse.

            La fiesta comenzó al caer la noche y la chica se puso nerviosa de nuevo. Quería conocer al que sería su futuro marido de una vez por todas. Tras unos minutos deambulando por el gran salón de su casa, que habían adornado para la ocasión y no mostraba el ambiente sobrio de siempre, vio a su amiga JooHyun a lo lejos, pero no pudo acercarse a ella porque su padre llegó con una sonrisa.

            —Qian, cariño —dijo—. Él ya ha llegado —el hombre la tomó por los hombros y la guio por el gran salón. El corazón de la chica latía rápidamente cada vez que daba un paso y se acercaba a la puerta, hasta que llegaron a esta—. Este es Nichkhun.

            El chico era alto y esbelto, pero su torso se veía fuerte a través de la camisa blanca que vestía. Su pelo era oscuro y corto, sus ojos grandes y castaños. Era guapo, muy guapo y Qian sintió que él era el hombre de su vida. Lentamente se acercó a él y se inclinó levemente para saludarlo. El chico sonrió y le devolvió el saludo, después, se acercó hasta que sus labios rozaron la oreja de la chica y le susurró:

            —No pienso casarme contigo, niña pija.





[1] No sé si hay un hotel Ritz con restaurante en Gangnam, pero me apetecía que lo hubiera.
[2] La canción escrita aquí es una parte de la letra traducida de Blue Sky – CNBLUE.

lunes, 5 de mayo de 2014

Very Hot, Too Hot

Very Hot, Too Hot

           Mi chica era muy caliente. Todos los tíos del país querían acostarse con ella, incluso los más gays. Pero ella era solo mía. Su cuerpo me pertenecía a mí y sus calenturas las provocaba yo.

            Estaba sobre ella, con el bote de nata en la mano, agitándolo mientras la miraba a los ojos. GaIn parecía suplicarme por más, pero yo la iba a hacer sufrir un poquito antes de poder seguir con aquello. Llevé mi mano libre a su clítoris y comencé a apretarlo, observando con dedicación las expresiones de placer que surcaban el rostro de mi chica y escuchando sus jadeos ahogados. Después, me aparté y ella me miró con reproche.

            —Miryo —jadeó.
            —Solo un momento más —agité el bote de nata de nuevo y luego puse la boquilla sobre su ombligo, para justo después, apretar el difusor.

            La nata comenzó a salir y a amontonarse sobre su cuerpo, haciéndolo más dulce a la vista y al gusto. Me incliné hacia delante y comencé a lamer, escuchando sus jadeos y su risita nerviosa cada vez que le hacía cosquillas.


            Apenas había comenzado la noche y ya la tenía a mi completa merced, en unas horas, volvería a reclamarla como su dueña, porque ella era mi chica caliente y era solo mía.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Behind the Cameras

Behind the Cameras

            —Entonces XiuMin, ¿para ti quién es la más sexy?
            —¿Para mí? —el chico nos miró a todas de arriba abajo antes de detener sus ojos en mí— Narsha sunbaenim sería la más sexy.

            Sonreí de lado y lo miré pícara de arriba a abajo. Él me devolvió la sonrisa. Ahora que me fijaba bien, el chico no estaba nada mal. No era guapo, pero en conjunto era bastante atractivo. Tenía un par de polvos.

~.~.~

            Terminamos de grabar el programa un par de horas después. Había sido divertido, pero yo había estado más enfocada en el chico que en lo que sucedía a mi alrededor. Nuestras miradas se habían encontrado en varias ocasiones y en sus ojos pude ver que si le proponía sexo no me iba a decir que no. Sin embargo, como los miembros de EXO eran bastante jóvenes, tenía que preguntarle a Miryo a ver si era al menos mayor de edad.

            —Miryo —la llamé. Ella se giró hacia mí.
            —Dime, unnie.
            —Tú sabes mucho de EXO, ¿no?
            —Claro, soy una fan como cualquier otra —contestó con una sonrisa.
            —Bueno, ¿entonces sabrías decirme si XiuMin es menor de edad?

            Durante unos segundos, mi compañera de grupo me miró con los ojos muy abiertos, pero luego sonrió pícara y me guiñó un ojo a la vez que comenzó a darme codazos en las costillas.

            —Te ha molado, ¿eh?
            —Contesta, Miryo —ella bufó, pero comenzó a hablar.
            —No hay ninguno que sea menor de edad ahora y XiuMin es el mayor.
            —¿Edad?
            —Veintitrés.
            —Perfecto.

            Me alejé de ella y busqué con la mirada al chico. Lo encontré hablando animadamente con ShinDong, así que no tardé en dirigirme hacia allí, pensando por el camino una excusa para interrumpir su conversación. Me acerqué de frente, para que ambos me notaran llegar, así que, aun cuando estaba a unos metros, ellos dejaron de hablar.

            —Oh, Narsha —dijo ShinDong amablemente—. ¿Qué necesitas?
            —Nada, solo agradeceros que nos hayáis invitado al programa junto a EXO —contesté—. Miryo está todavía en shock.
            —¿En serio? —asentí. Él sonrió y buscó con la mirada a la chica—. Entonces os dejo, los chicos y yo tenemos que molestarla un poco más antes de que os vayáis.

            Rápidamente se alejó, dejándonos solos a XiuMin y a mí. Lo miré de arriba abajo y me mordí el labio inferior. Él sonrió, así que me acerqué un poco para que nuestra conversación no fuera escuchada por oídos ajenos.

            —Si te hiciera una proposición indecente… ¿saldrías corriendo?
            —No.
            —¿Te gustaría una noche de sexo conmigo?
            —Me gustaría mucho —sonreí ante su respuesta.
            —¿Cuándo estás libre?
            —Esta noche no tengo nada que hacer.
            —Perfecto. Si me das tu número te mandaré un mensaje con el hotel y el número de la habitación.

~.~.~

            Ya le había mandado el mensaje y había obtenido su respuesta. En unos minutos, el chico estaría allí.

            Me miré en el espejo del baño y me arreglé un poco el cabello. Después, comencé a ensayar poses sexys que harían caer a cualquiera por mí, para luego colocar la camisa que me quedaba algo grande de una forma pecaminosa sobre mi cuerpo desnudo.

            Unos golpes en la puerta me sobresaltaron, pero me tranquilicé al escuchar el sonido de una notificación llegando a mi teléfono móvil. Tomé este y lo desbloqueé para ver la notificación.

            “Soy yo, abre”.

            Solté el teléfono y fui hacia la puerta de la habitación. Abrí una pequeña rendija y pude verlo, con una camisa blanca y unos vaqueros ajustados. Estaba de muerte con aquella ropa, así que deseé internamente que siguiera estando de muerte cuando se la quitara. Lo hice pasar al interior y cerré la puerta rápidamente. No podíamos arriesgarnos ninguno de los dos a que nos vieran en aquel lugar. Sentí su mirada sobre mi cuerpo y me giré lentamente, sonriendo.

            —¿Te gusta lo que ves? —pregunté. Él tragó saliva y se mordió el labio inferior.
            —Muy sexy.

            Caminé hacia él, hasta salvar la distancia que separaba nuestros cuerpos, quedándome a apenas unos centímetros de distancia. Lo miré intensamente a los ojos y él me devolvió la mirada justo antes de llevar una de sus manos a mi nuca e inclinar su cabeza para darme un salvaje beso en los labios que me dejó sin respiración.

            Llevé mis manos a su cabello, mientras nuestras lenguas se encontraban, para tirar de él más hacia mí. Solo nos separamos cuando el aire se hizo necesario. Nos volvimos a mirar a los ojos con lujuria justo antes de buscar la boca del otro con ansia.

            Entre besos, comencé a guiarlo hacia la gran cama de la habitación del hotel hasta que esta topó con sus piernas y cayó de espaldas al colchón, arrastrándome sobre él en su caída. Reí quedamente y me separé un poco de él para admirar aquel cuadro. Despeinado, con los labios hinchados y la camisa desarreglada, ganaba bastante.

            Sin previo aviso y sin dejar de mirar mis ojos me agarró con una mano de la cintura para movernos a ambos sobre la cama y quedar en una posición cómoda. Luego me tumbó de espaldas sobre el colchón y se colocó sobre mí, comenzando a desabrochar la única prenda que vestía, dejándome completamente desnuda ante él.

            —Me has ahorrado trabajo —comentó mirando mi cuerpo con descaro mientras se lamía los labios.
            —Normalmente los tíos y la ropa interior no os lleváis bien —contesté—. Y no tenemos mucho tiempo.
            —Muy cierto —susurró acercándose a mi pezón derecho.
            —Dos reglas —murmuré cuando su lengua entró en contacto con mi piel—. No dejar marcas y no juegos preliminares.
            —¿Quieres pasar directa al grano? —preguntó.
            —Sí.
            —Está bien.

            Se alejó un poco de mí para desabrocharse la camisa, dejándome ver su delgado y musculado cuerpo. Después, le tocó el turno a sus pantalones, que tiró por algún lugar de la habitación y a sus bóxers. Su miembro estaba algo duro por los besos de antes, pero no lo suficiente como para penetrarme.

            —¿Me ayudas o lo hago yo? —cuestionó alzando una ceja.
            —¿Qué tal si me ofreces un poco de espectáculo?
            —Como quieras, pero luego tendrás que ofrecerme un poco de espectáculo a mí —contestó.
            —Trato hecho.

            En ese momento, llevó su mano derecha a su miembro y comenzó a masturbarse, mirándome fijamente a los ojos. El ritmo al principio fue lento, pero luego, su brazo se tensó, revelándome un bíceps desarrollado, a la vez que la velocidad aumentó. Unos momentos después, tras comenzar a lanzar los primeros gemidos, se detuvo, con su miembro ahora completamente erecto.

            —Ahora tú —pidió.

            Abrí mis piernas ante él y empecé a tocar mi clítoris, para calentarme más rápidamente con una mano, a la vez que con la otra, iba introduciéndome dedos en la vagina. Durante mi excitación lo vi buscar en los bolsillos de sus pantalones, sin quitarme los ojos de encima hasta que cogió un condón. Abrió el paquete con los dientes y luego se colocó la goma en su palpitante miembro. Segundos después, apartaba mis manos con cuidado y se internaba en mí completamente en una embestida que me dejó sin respiración.

            El entrechocar frenético de nuestras caderas, sus manos clavándose en mi cintura, su miembro entrando una y otra vez en mi interior y sus ojos castaños fijos en los míos fueron las causas del orgasmo que me sacudió el cuerpo aquella noche.

~.~.~

            Me envolví en las sábanas mientras veía a XiuMin abrochándose la camisa de espaldas a mí. Lo habíamos hecho dos veces más y podríamos haber seguido, pero él se tenía que ir, EXO tenía una agenda muy apretada. Se giró y me dedicó una sonrisa satisfecha que yo le devolví.

            —Nos vemos —dijo a modo de despedida, cruzando la habitación, antes de salir por la puerta.






N.A.: Os preguntaréis por qué Minako ha escrito un shot de una pareja tan random... (o tal vez no, yo creo que ya tenéis que estar curados de espantos conmigo). Todo se debe a que este verano, B.E.G. y EXO fueron al Beatles Code y pasó esto:









Debido a que Narsha es mi diosa y XiuMin mi amante (?), no pude seguir ignorándolo por más tiempo y decidí que lo mejor que podía hacer era escribirlo de una vez por todas.