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martes, 25 de febrero de 2014

Enamorado de mi Mejor Amigo

Enamorado de mi Mejor Amigo

            Él era mi mejor amigo. Siempre habíamos estado juntos, haciendo travesuras, comportándonos como críos aun cuando ya no lo éramos tanto. Siempre uno al lado del otro, en los momentos alegres y en los difíciles. Nunca me pude imaginar que después de todos los años que llevábamos juntos él decidiera alejarse de repente, sin una maldita explicación. No sabía qué hacer, a quién acudir, él era todo lo que tenía en mi vida y se había ido.

~.~.~

            Tuve que alejarme en cuanto entendí qué era lo que me pasaba. No podía estar a su lado de aquella forma, mintiéndome a mí y mintiéndolo a él.

            Nunca supe en qué momento se convirtió en una persona tan importante para mí, tan importante que incluso me había vuelto dependiente de él. Cada vez que lo veía mi corazón comenzaba a latir con celeridad y no podía evitar pensar en él a cada momento.

            Cuando comprendí que me había enamorado de JongHoon solo pude irme de su lado.

~.~.~

            Caminaba tranquilamente por la calle cuando vi su cabello rubio inconfundible entre todos los transeúntes. Salí corriendo hacia él y grité su nombre. Se giró y cuando me vio echó a correr.

            Durante unos segundos me quedé clavado en el suelo, donde estaba, sin saber qué hacer, pero después de salir de mi estupor volví a correr tras él. Lo alcancé cuando estaba a punto de cruzar la calle. Lo agarré por la cintura y no lo dejé escapar.

            ―¿Qué haces, JongHoon? ―preguntó en apenas un murmullo.
            ―Detenerte para que no vuelvas a escapar ―contesté.
            ―¿Por qué?
            ―Porque eras muy importante para mí ―su cuerpo se relajó levemente entre mis brazos.
            ―¿ Y si te dijera que para mí eres la persona más importante? ―susurró.
            ―Te contestaría que eres igual de importante para mí.

~.~.~

            En ese momento me dio igual que él no pudiera corresponder todo lo que yo sentía por él, ya que sabía que era su persona más importante. Me daba igual que no supiera que me había enamorado de él, de mi mejor amigo, mientras estuviéramos juntos.


viernes, 14 de febrero de 2014

1 – 4 – 3 (I Love You)



            Caminaba por las calles de Seúl escuchando música en mi reproductor sin un rumbo fijo. Había quedado con mi amigo YongHwa porque llevábamos mucho tiempo sin vernos, la universidad nos consumía, pero me había equivocado de hora y había salido de casa mucho antes dela hora de la cita.

            Cambié la canción del reproductor porque la que había comenzado a sonar ya la había aborrecido y puse otra de la que me había enamorado al escucharla por primera vez hacía ya algunos días.

            En ese momento, sentí vibrar mi teléfono móvil dentro de uno de los bolsillos traseros de mi pantalón vaquero con la llegada de una notificación del Line. Me asusté, ya que no me lo esperaba y casi me caigo al suelo al tropezarme con mis propios pies por el sobresalto. Afortunadamente, recobré el equilibrio antes de hacer el ridículo de mi vida y perder toda mi dignidad en pleno centro de HongDae.

            Cogí el móvil y miré la notificación. Me había llegado un mensaje de Marie, mi novia, así que con una sonrisa boba en la cara abrí la aplicación.


            Cuando vi el mensaje me quedé de piedra. ¿Qué cojones significaban aquellos números? ¿Y por qué solo me dejaba hasta la noche siguiente para averiguar qué podían ser?

            Suspiré. Aunque la quisiera mucho no podía comprenderla la mayoría de las veces. Ella era canadiense, y aunque se manejaba perfectamente con el coreano, no podía evitar deja caer alguna que otra vez palabras en francés o en inglés.

            Comencé a darle vueltas al asunto a la vez que caminaba por la ciudad, haciendo tiempo hasta mi cita con YongHwa. Sin embargo, por más que pensaba, no encontraba la solución a aquel dichoso enigma de solo tres dígitos.

            Cuando quise darme cuenta, ya había llegado la hora de encontrarme con mi amigo, así que me dirigí a la cafetería en la que siempre quedábamos –cuando podíamos-, y me senté en una de las mesas a esperarlo, ya que siempre llegaba tarde. Mientras, fui probando suerte con los números, combinándolos de mil y una formas, frustrándome en el proceso, hasta que una mano tocó mi hombro, llamando mi atención.

            Alcé mi cabeza de la servilleta en la que estaba garabateando y me encontré de mi mejor amigo frente a mí.

            ―¿Qué haces? ―fue lo que dijo a modo de saludo, mirando fijamente la servilleta.
            ―Se dice hola, primero ―me quejé―, y estoy resolviendo un enigma.
            ―¿Un enigma? ―preguntó mientras se sentaba―. ¿De qué trata?

            Saqué mi teléfono móvil y le enseñé lo que me había mandado Marie, diciéndole que si lo resolvía por mí sería su esclavo de por vida, después de todo, él era el más listo de los dos. Sin embargo, cuando a los pocos minutos supo la solución, no me la quiso decir.

            ―¿Por qué no? ―pregunté por septuagésima quinta vez.
            ―Porque es algo que debes saber por ti mismo.

            Después de aquello cambiamos el tema y luego estuvimos hablando hasta que la noche cubrió las calles. Cenamos en un restaurante por allí cerca y más tarde cada uno volvió a su respectivo hogar. Al llegar a casa volví a darle vueltas al asunto hasta que me quedé dormido.

            Durante toda la noche estuve soñando con esos tres números, pero no llegué a ninguna conclusión y cuando me desperté a la mañana siguiente, seguí buscándole sentido ―aunque no pudiera vérselo de ninguna forma―. La hora de la cita se fue acercando y yo seguía sin tener nada, así que, desesperado, pregunté en Yahoo y lo único que me respondieron fueron cosas sin sentido y la mayoría de ellas concernientes a posturas sexuales.

            Así que finalmente, cuando salí al encuentro con mi chica, no tenía absolutamente nada. Al llegar a la pista de patinaje sobre hielo que había al aire libre en la ciudad, la busqué donde ella me había indicado, bajo el gran árbol de Navidad que habían instalado en la plaza, pero todo el mundo parecía haber elegido aquel lugar como punto de encuentro y ella era pequeña para poder buscarla entre la multitud.

            Suspiré, sacando mi teléfono móvil para mandarle un mensaje al Line en el que me dijera el sitio exacto en el que se encontraba. En ese momento, en la pantalla se reflejaron unas letras que colgaban del árbol de Navidad y alcé mi cabeza para leerlas:

            ―I LOVE YOU.

            En ese momento, mi mente se despejó. I Love You, 1 – 4 – 3. Todo tenía sentido. Sonreí como si fuera un demente porque había resuelto el enigma.

            Le mandé un mensaje a mi chica y luego corrí al lugar en el que ella me esperaba. Cuando la encontré la vi la más hermosa del lugar, sonriéndome de aquella forma que me había enamorado desde el primer momento en que la vi. Me acerqué a ella y le di un abrazo antes de besar sus labios levemente.

            ―Pareces muy contento, HongKi ―comentó con una risa cantarina.
            ―Estoy muy contento ―respondí.
            ―¿A qué se debe?
            ―A que he descubierto tu enigma ―ella sonrió.
            ―¿Y qué significa?

            ―Que yo también te quiero ―contesté besando de nuevo sus labios.