POV TaeMin
Caminaba
tranquilamente por las calles de Seúl, sin prestar atención a nada. Conocía
aquella ciudad perfectamente y no me hacía falta ni mirar siquiera por dónde
iba. Me gustaba ir por lugares poco transitados y perderme en la soledad de mis
pensamientos. Siempre había sido mi pasatiempo favorito, pero desde hacía unos
días se había convertido en una necesidad.
Días
atrás, dos chicos de mi grupo de amigos me habían besado.
Llegué a
la cafetería en la que había quedado con ChangMin hyung después de hacer los
cien metros vallas, saltando gente, coches y bicicletas. Me había llamado
apenas diez minutos antes para que saliéramos, aprovechando que era verano y no
teníamos absolutamente nada que hacer. Él me esperaba sentado en una de las mesas
que estaban junto a la gran cristalera que ocupaba la parte que daba a la calle
del local, desde aquel lugar se podía observar a la gente pasar y esta podía
ver el interior de la cafetería.
Me acerqué
rápidamente y lo saludé.
―¿Cómo
llegas el verano, hyung? ―pregunté recuperando el aliento. Él alzó su cabeza y
me miró, dedicándome una gran sonrisa.
―No
puedo quejarme ―contestó indicándome con la mano que me sentara en la silla
frente a él―. Me he tomado la libertad de ordenarte leche de plátano para que
cuando llegaras no tuvieras que esperar ―me señaló el vaso frente a mí.
―Muchas
gracias, hyung ―dije con una sonrisa antes de atacar la bebida como si acabara
de pasar tres semanas en el desierto.
ChangMin
me observó atentamente mientras me bebía la leche de plátano y aquello me puso
un poco nervioso, aunque ya tenía que estar acostumbrado, tanto él como KyuHyun
siempre hacían lo mismo. Parecía que verme beber con pajita algo era una cosa
muy interesante para ellos. Cuando sentí que ya había acabado con mis sed dejé
de beber y le dediqué una amplia sonrisa a mi hyung.
―Siento
haberte hecho venir tan rápidamente y sin avisar ―comenzó, poniéndose algo
serio―, pero tenía algo que hacer y si no era ahora, no sería nunca.
―¿De qué
hablas, hyung? ―pregunté sin comprender. Me daba inquietud que su rostro,
siempre sonriente, se hubiera tornado serio de repente, también que dijera todo
aquello.
―Las
palabras son vanas en estos temas ―contestó.
Antes de
que me diera tiempo a nada, ChangMin se inclinó sobre la mesa y agarró mi
mentón fuertemente antes de posar sus labios sobre los míos durante algunos
segundos. Debido al shock, no pude ni cerrar los ojos ni responder el beso y
cuando se apartó, seguía sin poder entender absolutamente nada.
―Siento
haber sido tan brusco ―murmuró―. No voy a presionarte ―se levantó de la silla y
sacó de su cartera el dinero para su café y mi leche de plátano―. Piénsalo ―dijo
antes de alejarse de mí.
Me quedé
en la cafetería casi una hora, pensando en lo que había pasado y buscando una
explicación para lo que él había hecho, pero no podía encontrar nada. Pasado
este tiempo salí a la calle y comencé a caminar sin fijarme en nada, llegando
poco después al río Han. Me dejé caer en la barandilla y cerré mis ojos, intentando
que la corriente se llevara lo que había pasado en la cafetería.
No sé
cuánto tiempo pasé así, pero cuando comencé a sentir el frío en la piel, decidí
que lo mejor que podía hacer era volver a casa, irme a la cama temprano y
pensar en todo a la mañana siguiente, después de calmarme correctamente. Cuando
llegué al portal del bloque de apartamentos en el que vivía con mi familia me
llevé una gran sorpresa al encontrarme con KyuHyun hyung esperándome en la
puerta, dejado caer contra la pared.
En cuanto
me vio me sonrió de una forma maliciosa, como a él le gustaba, y se acercó a mí
hasta que la distancia que nos separaba se convirtió en casi inexistente.
Comencé a ponerme nervioso, ya que la última vez que uno de mis amigos se me
había acercado tanto había acabado besándome, pero él solo se quedó allí, sin
hacer nada más.
―No te
esperaba aquí ―comenté para romper el silencio tan incómodo que se había
instalado entre nosotros.
―Yo sí
te esperaba ―contestó salvando la distancia que nos separaba, dándome un
pequeño beso en los labios, tal y como horas antes había hecho ChangMin. Cuando
se apartó de mí, me sonrió de forma pícara―. Piensa en mí ―dijo antes de
marcharse.
Cuando
desperté de mis recuerdos estuve a punto de chocarme contra una farola y la esquivé
por poco. Suspiré y me detuve. Todavía no podía comprender por qué había pasado
aquello.
POV KyuHyun
Había
quedado con ChangMin aquella tarde. Teníamos que pensar nuestros próximos
movimientos sobre lo que íbamos a hacer con TaeMin. Ambos habíamos movido ficha
y ahora teníamos que poner nuestros avances en común, para ver cómo había
reaccionado el implicado y lo que íbamos a hacer a continuación.
Sonreí.
Lee TaeMin iba a pagar sus palabras de borracho muy caras.
Habíamos
salido de fiesta todo el grupo para celebrar que por fin habíamos acabado los
exámenes y teníamos todo el verano por delante para no hacer ni el huevo. La
casa del chico que se había ofrecido para la fiesta estaba hasta los topes. La
música a todo volumen hacía bailar a la gente en mitad del saló, subidos al
sofá mientras esquivaban a las parejas que se daban el lote y sobre la mesa,
intentando no tirar ninguno de los vasos llenos de alcohol al suelo.
Al día
siguiente, al dueño de la casa le iba a doler bien la cabeza, y no precisamente
por la resaca.
Pero eso
a mí me daba igual. Yo estaba sentado en la barra de la cocina americana
rellenándome una y otra vez el vaso de tubo con cualquier botella de bebida
alcohólica que se me pusiera por delante. Allí estaba con mi mejor amigo, ChangMin,
y con TaeMin, un reciente acoplado al grupo, haciendo una competición para ver
quién podía aguantar más bebiendo sin caer rendido.
(Obviamente
iba a ganar yo, pero la diversión de ver al otro intentando ganarme no me la
quitaba nadie).
TaeMin parecía
un chico inocente y tímido, pero después de unas copas se había puesto a bailar
sobre la mesa al ritmo de la música electrónica que sonaba en aquel momento y
luego se había sentado junto a nosotros para beber, beber y beber sin
preocuparse de nada más, aunque quizás debería haberse preocupado de su boca y
lo que decía por esta.
―Ya
estáis oxidados ―comentó tras escuchar la broma magistral que le habíamos
gastado ChangMin y yo al señor Lee, el profesor más odiado de toda la
universidad de Económicas―. La vejez os pasa factura ―continuó dándole un sorbo
a su vaso ya casi vacío―. No tenéis ninguna gracia ―se echó sobre el hombro de
ChangMin y aunque este intentó quitárselo como si fuera un bicho, el otro no se
apartó―. Mirad, yo soy el gay más gay de toda la fiesta. Pero jamás saldría con
alguno de vosotros. Me aburrís ―y dicho esto, su cabeza impactó contra la barra
sin que ChangMin ni yo le hiciéramos nada… Aunque ganas no nos faltaban después
de todo lo que había dicho.
―¡Y
parecía tonto cuando lo compramos! ―exclamó mi amigo indignado―. Lo que suelta
por esa boquita el niño.
―Se
merece una buena lección ―comenté.
―¿Qué
podríamos hacerle? ―preguntó interesado, acercándose más a mí para que nuestra
conversación no fuera escuchada por oídos ajenos.
―¿Qué te
parece enseñarle de qué estamos hechos? ―propuse. Él asintió y las sonrisas que
se extendieron por nuestros rostros asustaron a un muchacho que acababa de
entrar a la cocina y que poco a poco fue reculando hasta desaparecer.
Y así
había surgido el tema que teníamos ahora entre manos. Después de pensarlo mucho
pensamos que lo mejor sería hacerle sacar su lado interior, el que apenas había
dejado ver en la fiesta, ese que transformaba a un niño inocente en un puto
ególatra y cabrón y también hacerle ver que teníamos muchos más encantos de los
que él pensaba.
Por esta
misma razón lo había besado y por eso iba en esos momentos al encuentro de
ChangMin.
Llamé al
interfono del bloque de pisos en el que vivía y apenas tuve que esperar cuando
su voz se oyó a través del aparato preguntando con poco garbo “¿quién es?”.
Tras hacerle la coña de decirle que era el de las pizzas y de que el me
contestara que no había pedido ninguna pero que si se la dejaba gratis no le
importaba, le dije que era “yo” y finalmente me dejó entrar.
Cuando
llegué a su planta me esperaba con la puerta del piso abierta y me hizo pasar.
Aquello era un puto frigorífico. Fuera hacía calor como para suicidarte y
dentro parecía la Antártida.
―Joder.
Súbele unos cuantos grados a eso que si pillo la gripe será culpa tuya ―dije
nada más entrar. ChangMin me miró mal antes de coger el mando del aire
acondicionado y subirle un poco la temperatura.
―¿Así
está a gusto del señor? ―preguntó irónicamente y le sonreí.
―Todavía
no ―contesté―. Si me trajeras un par de tías y me prestaras tu cama de
matrimonio una semana sería lo mejor ―me tiró un cojín a la cara y yo lo
esquivé más por práctica que por habérmelo visto venir.
―Eso
cuando vuelvas a casa. Tenemos cosas de las que hablar ―se sentó en el sillón
bajo el aire acondicionado. Yo lo hice lo más alejado posible de aquel aparato
del mal―. ¿Qué tal con TaeMin?
POV ChangMin
Habían
pasado unos días desde mi charla con KyuHyun. Ambos habíamos hecho grandes
avances en el tema, pero teníamos que seguir haciéndolos. Mejor dicho, yo tenía
que seguir haciéndolos. Ese día, aparte de contarnos mutuamente lo que habíamos
hecho, llegamos a la conclusión de que lo mejor para ambos era hacer otra
apuesta.
Solo
podía haber un ganador. TaeMin tenía que elegir entre uno de los dos, ya que
habíamos visto que aunque hubiera dicho que no saldría con ninguno de los dos,
parecía que los besos que le habíamos dado lo habían hecho cambiar de parecer.
Tan
metido estaba en mis pensamientos que casi ni me doy cuenta de que el centro de
las apuestas venía en mi dirección con la cabeza en las nubes, ya que tampoco
me había visto a mí. Me acerqué a él desde atrás y sigilosamente para que no
advirtiera mi presencia y cuando vi que estábamos relativamente solos en aquel
gran parque, lo abracé por la cintura fuertemente.
Comenzó
a patalear y a chillar, así que, le di un beso en la nuca y luego le susurré al
oído:
―No
temas. Soy yo.
Inmediatamente
dejó de moverse y una sonrisa de satisfacción apareció en mi rostro. Si solo
con mi voz había conseguido aquello, KyuHyun iba a morder el polvo de una forma
muy poco elegante.
―ChangMin
hyung… ―llamó y cambié mi sonrisa por una encantadora antes de dejarlo que se
girara para verme―. Me has asustado ―murmuró con un puchero.
―No era
mi intención ―contesté lo más cálidamente que pude―. Solo quería darte una
sorpresa.
Él
sonrió tímidamente, a la vez que sus mejillas se sonrojaron. Semanas atrás me
habría parecido tierno, ahora sabía que debajo de esa faceta de niño inocente
se escondía otra cosa mucho más oscura. Era un lobo feroz disfrazado con piel
de cordero.
Aunque
mis pensamientos solo eran de venganza, intenté que no se me notara en el
rostro ni en mi voz. Mis movimientos con él iban a ser los de una persona suave
y delicada a la que le gustaba y que haría todo por él, aunque después me
saliera urticaria por fingir ser dulce.
―¿Te
gustaría que diéramos un paseo? ―pregunté.
―Oh… Yo…
―tartamudeó.
―Por
favor ―pedí con aegyo. Si me estuviera viendo a mí mismo, seguramente estaría vomitando
del asco que tenía que dar haciendo esas cosas.
―Está
bien ―murmuró finalmente, así que le sonreí como si por eso me hubiera hecho el
hombre más feliz de la Tierra.
POV KyuHyun
La
siguiente vez que pude coger por banda a TaeMin fue varios días después. Iba
con una sonrisa pintada en su cara y me entraron ganas de borrársela a base de
darle cabezazos contra una de las paredes de cemento de los edificios que nos
rodeaban. Sin embargo, lo que hice fue acercarme a él con una sonrisa torcida.
―Buenos
días, Taem ―lo saludé jovialmente, pasándole mi brazo por sus hombros.
Él se
encogió un poco, aunque no se apartó de mí. Eso me indicó que no quería rehuir
de mi contacto, aunque yo no quisiera tocarlo mucho era lo que debía hacer.
ChangMin iba a caerse estrepitosamente por la borda. Yo iba a ganar la apuesta.
―¿Qué te
trae por aquí, hyung? ―me preguntó.
―Daba un
paseo por el centro, quería comprarme algo de ropa ―contesté. Era una mentira
tan grande como la casa de un rico, pero se me había ocurrido una idea―.
¿Vendrías conmigo? Necesito la opinión de un experto en moda.
―Oh…
Pero yo no… ―comenzó. Seguro que se las iba a dar de persona que no sabía del
tema, que él solo cogía lo primero que veía en el armario por las mañanas, pero
ambos sabíamos que no era así y que la imagen que quería dar era muy distinta.
―Iba a
llamar a ChangMin ―corté. Él se tensó y aquello me dio muy mala espina. ¿Acaso
había avanzado más con él? Sacudí mi cabeza. No debía pensar en eso, tenía que
enfocarme en ganar―. Pero tú te vistes mucho mejor que él, ¿qué me dices?
TaeMin
se mordió el labio inferior mientras decidía qué hacer. Durante unos minutos
estuvo callado y eso me desesperaba, pero después, asintió lentamente y yo le
sonreí.
―Iré
contigo, hyung ―dijo.
―Perfecto
―comenté tomándolo del brazo para que no se me escapara―. Mi armario necesita
una intensa remodelación.
Me
golpeé mentalmente por aquello. Iba a gastar bastante dinero solo por intentar
avanzar un poco con aquel niñato y así ganar la maldita apuesta. Suspiré. Iba a
hacerlo por el bien común y si gastaba demasiado le pediría algo de dinero a
algunas personas de mi entorno, seguro que no me lo negaban.
POV TaeMin
Seguía
sin poderme creer lo que me estaba sucediendo. Les gustaba a dos chicos y
ninguno de ellos era feo. Quizás no eran bellezas para presentarse a concursos
o para que los cogieran como idols, pero no estaban nada mal y los tenía a
ambos loquitos por mis huesos.
Sonreí
dejándome caer sobre mi cama. Ni en mis sueños había imaginado que algo así
pudiera suceder.
Ese era
mi primer año en la universidad y jamás había pensado que iba a resultar así.
Me había querido mostrar como alguien tranquilo, tímido e inocente que
intentaba hacer amigos para poder ser alguien de provecho y ayudar a todo aquel
que lo necesitara.
Sin
embargo todo era una fachada y parecía que nadie se había dado cuenta de ella.
Quizás
podría aprovechar la situación en la que me encontraba. No muchas veces en la
vida sucedía que tenías a dos personas loquitas por ti a la vez y que harían lo
que fuera por estar contigo y complacerte.
Sonreí
ampliamente. ChangMin y KyuHyun hyung iban a ser engañados por mí.
POV ChangMin
Habíamos
quedado para ir a la playa. Era verano, hacía calor y había que aprovechar el
momento. Un gran grupo de personas alquilamos un bus y una casa para poder
estar allí una semana y pasarlo de miedo. KyuHyun había venido y TaeMin
también, así que iba a ser bastante interesante. Apenas quedaba un mes para que
finalizaran nuestras vacaciones y en esa excursión moveríamos las fichas
bastantes casillas.
Sin embargo,
las cosas nunca salen como se planean.
Al día
siguiente de llegar estuve intentando acercarme a TaeMin, pero KyuHyun lo había
monopolizado completamente. Ambos estaban bajo una sombrilla para no estar
expuestos al sol, tumbados en las toallas, jugando, tocándose, como si no
hubiera nadie más allí que los pudiera ver.
Aquello no
podía estar pasando. A KyuHyun no le gustaba que lo tocaran más de lo debido,
pero allí se encontraba, disfrutando de las caricias que el otro le
proporcionaba.
Un
sentimiento malo se apoderó de mí y lo único que acerté a hacer fue
entremeterme entre ellos para que dejaran de manosearse frente a mis narices.
POV KyuHyun
Ese era
el segundo día que estábamos en la playa y estaba decidido a aprovecharlo al
máximo. Al día anterior ChangMin se había entrometido entre TaeMin y yo y no
nos había dejado avanzar todo lo que debíamos. Estaba dispuesto a hacer de todo
para conseguir la apuesta, pero si él no me dejaba no iba a ser capaz. Había jugado
muy sucio.
Cuando salí
de la habitación en la que dormíamos apiñados todos los tíos que habíamos ido a
aquel lugar me dirigí a la cocina para desayunar, encontrándome a ChangMin
compartiendo parte de su desayuno con TaeMin.
Eso no
podía ser posible, la comida de ChangMin era de ChangMin y ni aunque estuvieras
muerto de hambre conseguirías quitarle un bocado. Se convertía en un monstruo que daba bastante miedo si te acercabas con intenciones de tocar su comida.
¿Cuándo
me habían cambiado a ChangMin que no me había dado cuenta?
Una gran
carcajada salió de los labios de mi amigo mientras le daba de comer con sus
palillos a TaeMin y tuve un mal sentimiento. No podía dejar que aquello pasara,
así que rápidamente entré a la cocina y me entrometí en lo que hacían.
POV ChangMin
La semana
que estuvimos en la playa debió haber sido genial, debió haber sido un tiempo
en el que pasárselo bien antes de volver a la universidad, pero no lo fue. Durante
toda la semana estuve pensando demasiado en cosas que no tenían ningún sentido.
KyuHyun
cada vez que estaba con TaeMin parecía convertirse en otra persona, parecía
completamente enamorado de él y que la apuesta hacía tiempo que había quedado
atrás para él. Me tendría que alegrar porque él era mi mejor amigo y ahora
parecía haber encontrado al fin a alguien para no estar solo y no solo un rollo
de una noche, pero no lo estaba.
Me sentía
mal. Mi pecho dolía cada vez que veía aquella sonrisa dirigida solo a TaeMin. No
tenía sentido.
POV KyuHyun
La semana
que estuvimos en la playa debió haber sido genial, debió haber sido un tiempo
en el que pasárselo bien antes de volver a la universidad, pero no lo fue. Durante
toda la semana estuve pensando demasiado en cosas que no tenían ningún sentido.
ChangMin
cada vez que estaba con TaeMin parecía convertirse en otra persona, parecía
completamente enamorado de él y que la apuesta hacía tiempo que había quedado
atrás para él. Me tendría que alegrar porque él era mi mejor amigo y ahora
parecía haber encontrado al fin a alguien para no estar solo y no solo un rollo
de una noche, pero no lo estaba.
Me sentía
mal. Mi pecho dolía cada vez que veía aquella sonrisa dirigida solo a TaeMin. No
tenía sentido.
POV TaeMin
Tras la
semana de la playa quedé con ChangMin y KyuHyun en ir a un bar para celebrar el
último día de vacaciones. Había pasado una semana en la playa perfecta. Los dos
se peleaban por mí y aquello no podía ser más perfecto.
Entré al
bar y los busqué entre la multitud, encontrándolos en la barra. Me acerqué a
ellos con una sonrisa y me senté en el taburete que habían dejado libre entre
ellos.
―Ahh ―suspiré
para hacerles notar mi presencia―. El verano se acaba.
Los dos
chicos se giraron hacia mí y conectaron sus miradas unos momentos antes de
sonreírme de forma cansada.
―¿Pasa
algo? ―pregunté al ver que no tenían ánimos de nada.
―Creo
que ha pasado el suficiente tiempo, Taem ―comenzó ChangMin.
―Así que
esperamos que esta noche puedas elegir entre uno de los dos ―continuó KyuHyun.
Abrí los
ojos como platos al escuchar lo que me estaban pidiendo. No podía ser. ¿Querían
que eligiera a uno de los dos? Pero yo no quería elegir, quería quedarme con
los dos. Miré a uno y luego al otro, pero parecían muy serios con aquello.
Pasé algunos
minutos debatiéndome internamente hasta que de repente una carcajada se dejó
escuchar entre el barullo del bar. KyuHyun comenzaba a reírse como si fuera un
demente después y segundos después lo seguía ChangMin.
―¿Qué
está pasando aquí? ―pregunté―. ¿Por qué os reís? No puedo elegir a ninguno, me
gustáis los dos.
Las risas
se hicieron todavía más escandalosas y los dos chicos a mi lado parecían hienas
en celo.
―Ay,
Taem, ¿no me digas que te habías creído que ambos íbamos tras de ti? ―preguntó
KyuHyun agarrándose el estómago.
―Seguro
que se lo ha creído ―comentó ChangMin y ambos chocaron sus manos delante de mis
narices.
―Qué
bueno, y decía que jamás le íbamos a gustar ―siguió el otro.
―Le
hemos dado una buena lección.
Puse morritos
enfadado. ¿Todo aquello había sido una maldita broma? No podía ser.
―Seréis
hijos de puta ―dije alzando la voz―. ¿Por qué me habéis hecho esto?
―Para
que dejaras la fachada de niño bueno atrás ―contestó ChangMin.
―Y
porque dijiste que jamás saldrías con nosotros continuó KyuHyun.
Los miré
mal y me levanté del taburete en el que estaba sentado. Habían sido unos
cabrones. Pero claro, ir ocultándole al mundo mi verdadera cara traía malas
consecuencias.
―¿Sabéis
qué? ―dije llamando su atención―. Deberíais dejar de molestar a los demás con
esos temas y daros cuenta de que en realidad estáis enamorados el uno del otro.
Me miraron
sorprendidos y luego cruzaron miradas que durante un segundo parecieron esperanzadas,
pero luego ambos negaron a la vez, como si dieran por imposible aquello. Suspiré
cansado y me alejé de ellos.
―Ojalá
algún día acepten sus sentimientos ―murmuré para mí mismo antes de salir del
bar.