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domingo, 15 de marzo de 2015

Smile in Tears

Título: Smile in Tears
Pareja: JunLay (Jun K. x Lay) (2PEXO)
Clasificación: PG–13
Géneros: romance, drama, angst
Número de palabras: 617 palabras
Resumen: a pesar de que YiXing siempre esboza una sonrisa a todo el mundo, llora por dentro por culpa de los recuerdos.
Notas: petición de Mei~ para la celebración de las 100.000 visitas al blog.
Comentario de autora: no sabes la de quebraderos de cabeza que he tenido para hacer esto... no lo sabes XD Pero bueno, este es el resultado y espero que te guste ^^

domingo, 1 de junio de 2014

We Got Married Season 1

Título: We Got Married Season 1
Parejas: KwonIn (Jo Kwon x GaIn) (2AM / B.E.G), KhunToria (Nichkhun x Victoria) (2PM / F(x)) y YongSeo (YongHwa x SeoHyun) (CNBLUE / SNSD)
Clasificación: NC–17
Número de palabras: (…) palabras
Número de capítulos: 1 / 30 capítulos
Resumen:El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde” – Leon Tolstoi.
Notas: Esta historia será escrita a través de las citas sobre el matrimonio que me vayáis dejando en los comentarios, sin ellas no podrá avanzar.
Comentario de Autora: Hacía tiempo que quería hacer un proyecto interactivo y que además tuviera que ver con el programa que lleva este mismo título. Espero que os guste ^^
We Got Married


1st Season


Capítulo 1


El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso;
Si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde.
Leon Tolstoi


♥♡♡

            Dos personas menudas atravesaban las puertas de la gran y climatizada estación de metro de Paldang cuando el frío otoñal les dio de lleno y ambos se encogieron sobre si mismos ante el vendaval que se había levantado de pronto.

            Cuando aquella mañana habían salido de la estación de Sageun-dong en Seúl, el clima era agradable. El sol lucía en su máximo esplendor y se reflejaba majestuoso en los edificios de metal y cristal de la capital, dando calidez a la estampa otoñal que cubría la ciudad.

            Sin embargo, en este lugar era todo lo contrario.

            Aunque solo estaba a unos pocos kilómetros de la capital, parecía que el astro rey jamás había pisado aquellas tierras y el viento helado calaba hasta los huesos, ignorando deliberadamente las capas y capas de ropa que ambos llevaban encima.

            Ella, un poco más pequeña que el chico a su lado, tenía el pelo corto de color rojo sujeto en una coleta baja. El flequillo largo, peinado hacia el lado derecho apenas dejaba apreciar uno de sus rasgados ojos color chocolate. Su rostro era fino, de piel blanca y su cuerpo menudo.

            Él también tenía el pelo corto, pero este era castaño oscuro. Llevaba un pequeño flequillo cortado bastante por encima de las cejas y su rostro se asemejaba al de un suricato.

            Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica y se giró hacia su esposo, mirándolo mal, para después bufar mientras le daba un golpe en el brazo.  Antes de que el chico pudiera protestar, ella comenzó:

            ¿Tú crees que esto es una Luna de Miel? ¿En qué maldito lugar del mundo esto se asemeja a una Luna de Miel? le dio otro golpe en el brazo, esta vez algo más fuerte, mostrándole a su chico que estaba cabreada. ¿Eh? Dime. ¿A quién se le ocurrió la bendita idea de venir aquí?

            Sus gritos se escucharon en toda la plaza que había frente a la estación de metro debido a que, aparte de ellos, no había ni un alma en la calle. Con aquel clima de perros, lo extraño era que hubiera alguien.

            Te recuerdo que estuviste de acuerdo en venir aquí, noona. Yo quería ir a Egipto se excusó él encogiéndose de hombros, enfureciendo aún más a su esposa.
            ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames noona? otro golpe, esta vez en el hombro, mientras ella fruncía sus labios cuarteados en una muestra de disgusto. Además, no tenemos dinero para hacer un viaje a Egipto.
            Perdón murmuró él, es la costumbre.
            Bueno, te lo perdono por ahora el chico le dedicó una pequeña sonrisa y ella suspiró.
            Todo habría estado bien si hubiéramos venido la semana que viene como teníamos planeado comentó él rascándose la nuca, pero cuando cambiamos la fecha este maldito tifón no aparecía en el mapa. No es mi culpa, es del hombre del tiempo de la tele, que se equivocó en el pronóstico.
            Muy bien, no es culpa de nadie. Tema zanjado concluyó ella con hielo en la voz. Ahora busquemos un maldito taxi que nos lleve al hotel.
            Quédate dentro e intenta entrar en calor susurró el chico contra su oído antes de darle un pequeño pero sonoro beso en la mejilla, yo buscaré el taxi.
            Está bien murmuró ella con una pequeña sonrisa.

♡♥♥

            Dos chicas paseaban por Gangnam-gu mientras reían animadamente, con varias bolsas de las marcas más conocidas de ropa en sus manos, atrayendo las miradas de todos los hombres junto a los que pasaban. Esto no era de extrañar, ambas eran bastante guapas, de pelo largo castaño y de ojos grandes.

            Habían salido en busca de ropa elegante ya que ese día tenían una fiesta muy importante a la que asistir. Qian, la mayor, aunque también la más infantil, iba a conocer al chico que sus padres habían elegido para ella como buen esposo y, así, ampliar el negocio familiar. Y JooHyun, la otra chica, como su mejor amiga, tenía que acompañarla en todo momento todo porque la mayor estaba demasiado nerviosa como para hacer algo por sí misma.

            Hacía apenas una semana que había sido anunciado que la chica se casaría con el hijo de uno de los socios más importantes de su familia, Nichkhun y nunca lo había visto, por lo que estaba muy ansiosa por conocerlo.

            Le habían hablado de él y parecía un poco despreocupado por todo. Se dedicaba a vivir la vida y a hacer lo que se le antojaba sin que nadie pudiera detenerlo. Por eso, Qian también estaba algo preocupada. Sin embargo, aquellos pensamientos se fueron disipando a medida que fue pasando el día.

            Las chicas habían pasado toda la mañana fuera de casa, de compras. Habían estado en las mejores tiendas de la ciudad y ya habían comprado todo lo que necesitaban para lucir espectaculares esa noche, así que, en ese momento, se dirigían al Ritz[1] a almorzar y descansar sus adoloridos pies.

            Apenas llegaron al lujoso lugar cuando ya les dieron una mesa apartada en la que conversar de forma tranquila y privada y el camarero, un chico alto, de pelo algo largo y flequillo tapándole uno de sus ojos castaños, al igual que su cabello les llevó la carta, esperando pacientemente a que pidieran. En cuanto las chicas lo hicieron, este se retiró con una pequeña reverencia.

            Ambas se permitieron relajarse por unos minutos antes de que la comida fuera servida. Durante toda la mañana habían estado bastante aceleradas e intranquilas por las compras para la cena.

            De repente, la suave melodía que Qian tenía como tono de llamada en su teléfono móvil se dejó escuchar en el restaurante y ella rebuscó en su bolso hasta que encontró el aparato y lo descolgó, deslizando su dedo por la pantalla, a la vez que fruncía el ceño.

            ¿Yeobosseo?
            ¡Unnie! el grito al otro lado del teléfono casi la deja sorda, por lo que tuvo que alejarse el móvil de la oreja.
            SooJung contestó y escuchó una risita cantarina. ¿Qué querías, pequeña?
            ¿Ya tienes tu vestido, unnie?
            Ne~.
            Quiero verlo ya.
            En cuanto llegue a casa lo verás.
            Pero yo quiero verlo ya.
            —Vamos, no seas así. En unas horas lo verás —contestó la mayor.
            —Está bien… Pero quiero ser yo la primera en verlo —ordenó SooJung.
            —Perfecto.
            —Gracias unnie.
            —Nos vemos —murmuró Qian antes de colgar.
            Me alegra ver que te llevas bien con SooJung… A pesar de que no sois completamente hermanas comentó JooHyun con una sonrisa en cuanto la otra terminó la llamada y volvió a dejar el móvil en el bolso.
            Sí, SooJung es un encanto.
            ¿Qué tal las relaciones con SooYoung? preguntó con cierta timidez la menor.
            Ni la nombres cortó Qian. Esta noche va a venir y se va a pavonear como solo ella sabe la chica suspiró. Sería mejor que se quedara en Los Ángeles donde tan bien vive y tan bien le va.
            Por tu reacción parece que estáis igual o peor.
            Nunca nos hemos llevado bien, ya lo sabes, así que no creo que nos llevemos bien en un futuro próximo.

            En ese momento, el mismo camarero que antes les había tomado nota llegó con su comida y ambas dejaron aquella conversación para comenzar a degustar sus respectivos manjares.

♥♡♡

            Jo Kwon la vio alejarse hacia la estación de trenes con una gran sonrisa y se abrazó a sí mismo en cuanto ella desapareció tras las puertas de cristal del edificio. Debía buscar un taxi que los llevara a aquel hotelito rural en el que habían reservado habitación para pasar las dos semanas de su Luna de Miel.

            La tarea, que en Seúl le habría resultado lo más fácil del mundo, en aquel lugar estaba siendo una verdadera odisea. Ahora entendía a ese héroe griego que lo único que quería hacer era volver a casa pero siempre se encontraba con obstáculos que se lo impedían. Sin embargo, el chico no esperaba tardar tanto como él, veinte años era demasiado tiempo.

            Cuando estaba por rendirse y buscar a su mujer para que le cortara la cabeza o le torturara de la peor forma, un taxi apareció doblando la esquina de la calle y comenzó a llamarlo, casi desgañitándose en el proceso y moviendo las manos como si fuera un loco, hasta que el vehículo se detuvo ante él. La ventanilla de la puerta del copiloto se abrió y un señor de unos cuarenta años, se presentó ante él.

            ¿Dónde quiere que lo lleve? preguntó el hombre.
            Al albergue de Paldang contestó. Pero espere unos momentos, tengo que avisar a mi esposa para que salga de la estación.
            Está bien. Pero si tarda más de diez minutos le cobraré un recargo.
            No tardaré mucho.

            Y diciendo esto, el chico sacó su teléfono móvil y buscó el número de su esposa. Le dio a llamar y se llevó el aparato a la oreja. El primer pitido no se hizo esperar y después le siguieron varios más antes de que la voz impersonal del robot de la compañía con la que tenía contratada la línea su esposa le informara que el número marcado estaba apagado o fuera de cobertura.

            Kwon hizo una mueca mientras escuchaba aquello y luego colgó para salir corriendo hacia la estación. No entendía aquella manía que tenía su esposa de tener el móvil siempre apagado. Cuando llegó al pie de las escaleras, su teléfono móvil comenzó a sonar y lo descolgó, subiendo los peldaños.

            —¿Yeobosseo?
            —Kwon —dijo una voz al otro lado que el nombrado reconocería en cualquier parte.
            —Khun, ¿qué pasa? —preguntó.
            —Acabo de enterarme que mis padres me quieren casar con una niña pija para ampliar el negocio —contestó el chico y Jo Kwon se quedó estático, a mitad de la subida.
            —¿Cómo puede ser eso posible en estos tiempos? —cuestionó—. ¿Acaso tus padres no piensan en tu felicidad?
            —Ya sabes que no, Kwon.
            —No puedo comprenderlo.
            —Yo tampoco —murmuró con voz cansada el otro. Pasaron unos segundos en silencio, que fueron aprovechados por el menor para continuar subiendo la escalinata que llevaba a la estación de metro—. Te envidio, Kwon.
            —¿Por qué?
            —Te has casado con tu mejor amiga, con la chica de la que llevabas enamorado toda tu vida —explicó—, yo no tendré esa suerte.
            —No creo tener tanta suerte —murmuró Kwon—, ya te contaré. Pero me extraña que el gran Nichkhun Buck Horvekjul se haya rendido tan pronto.
            —No me he rendido.
            —Entonces… ¿Por qué suenas como si ya lo hubieras hecho?
            —¡No me he rendido! —gritó el chico.
            —Así me gusta —comentó—. Khun, tengo que dejarte, ¿hablamos más tarde?
            —¿Estás con GaIn-noona?
            —Tengo que encontrarla porque acabo de coger un taxi.
            —No lo entiendo.
            —Ya te contaré.
            —Arasso.

            JoKwon colgó  y entró a la estación en busca de su esposa. No tardó mucho en encontrarla tomando un chocolate caliente en la cafetería y la apremió a que terminara para poder irse rápidamente de allí ahora que tenían un vehículo.

            Apenas tardaron unos minutos en llegar al albergue en el que habían reservado la habitación para las dos próximas semanas. Debido al mal tiempo, las calles estaban completamente desiertas y por la carretera no circulaban más que algunos coches y el taxi en el que se habían montado. Al bajar del vehículo, tras pagarle al conductor la suma que marcaba la tarifa, notaron el frío de nuevo en contraste al calor que hacía dentro del coche, así que, después de sacar las maletas del maletero, salieron corriendo hacia el edificio que tenían enfrente.

            Era una casa antigua, la típica coreana, transformada en un albergue para viajeros. Tuvieron que llamar al portón de madera para que les dieran la entrada al espacioso patio, alrededor del cual se encontraban todos los módulos que conformaban la casa.

            Ambos se dirigieron, tras echarse una mirada de alivio por haber llegado al fin, al lugar en el que estaba señalada la recepción. Al entrar a la estancia sintieron de nuevo una agradable calidez y Jo Kwon, que siempre había sido algo dado a resfriarse con frecuencia, pensó que le quedaba poco para pasar toda una semana en cama por tantos cambios bruscos de temperatura.

            La habitación estaba conformada por un mostrador y un panel lleno de llaves de aspecto antiguo. Aparte de esto, tenía un par de cuadros que mostraban escenas cotidianas y el suelo estaba cubierto por una gran alfombra. Tras el mostrador, frente a la puerta, se encontraba una mujer que no podía ser mucho mayor que ellos vestida con un hanbok y el pelo castaño y largo recogido en un moño con palillos.

            —Bienvenidos —saludó haciendo una pequeña reverencia.
            —Annyeong–haseyo —contestaron ambos devolviendo la inclinación, haciendo ésta un poco más pronunciada.
            —Tenemos una reserva hecha a nombre de Jo Kwon y Son GaIn —dijo el chico. La mujer asintió y comenzó a mirar en un libro que había en el mostrador hasta que dio con los nombres que le habían dicho y los señaló con el dedo.
            —Aquí están —murmuró—. Una reserva de dos semanas, ¿me equivoco? —ambos negaron—. ¿Luna de Miel? —preguntó y los recién casados se miraron y sonrieron.
            —Nos casamos ayer —contestó GaIn.
            —¡Felicidades! —la mujer sonrió ampliamente y luego se giró para buscar en el panel la llave que correspondía a la habitación que les habían asignado—. Aquí tenéis —les tendió la llave—, vuestra habitación es la número cuatro. Disfrutad de vuestra estancia en este lugar a pesar de que este tifón salido de la nada haya afeado un poco estos días.
            —Sí… Gracias —murmuró Kwon y, tras hacer una reverencia, ambos salieron de la estancia.

            Al regresar al patio, el panorama gris y ventoso que habían dejado se había convertido en uno mucho más oscuro y gotas de lluvia habían comenzado a caer. Los dos se miraron y suspiraron antes de salir corriendo hacia el módulo indicado con un cuatro enorme en números arábigos para no mojarse demasiado y no hacer que aquel día fuera aún más horroroso.

            Jo Kwon introdujo la antigua llave en la vieja cerradura de latón y la giró hasta que se escuchó un leve clic. El chico se giró hacia su esposa y tomó la maleta que ella portaba para dejarla con la suya junto a la puerta. Luego, tras dedicarle una amplia sonrisa, se agachó y la tomó entre sus brazos como si fuera una princesa.

            —¡Ah! ¿Qué haces, Yeobo? —gritó sorprendida por la repentina acción.
            —Te cargo hasta la cama —contestó él—. Es una fantasía mía.

            Entró a la habitación y cerró la puerta con el pie, tambaleándose un poco y perdiendo el equilibrio unos momentos, pero logró mantenerse y reafirmó su pose lanzando un suspiro. Luego comenzó a avanzar hasta la cama, donde dejó con cuidado a su esposa para subirse sobre su cuerpo y comenzar a besar su cuello, escuchando su cantarina risa.

♡♥♡

            Tras almorzar, las chicas se separaron y cada una tomó un camino distinto para regresar a sus respectivas casas, donde se arreglarían para estar a punto para la cena de esa noche. Qian fue directa gracias a que su chófer fue a recogerla, sin embargo, JooHyun prefirió dar un paseo antes de que fueran a por ella.

            Le gustaba dar paseos por la ciudad, mezclándose con las personas que realizaban sus jornadas rápidamente. También le encantaba andar por las orillas del río Han a través de los diversos parques en los que en aquella época del año, las hojas comenzaban a teñirse de ocre y el paisaje era precioso. Pero la chica tenía otra razón para ir a un parque en concreto.

            Hacía un mes que iba allí cada vez que podía escapar de sus obligaciones. Pasaba por el parque y se detenía junto a la fuente, desde donde podía escuchar con claridad aquella suave y dulce voz y ver esas callosas manos rasgar una y otra vez las cuerdas de una guitarra española. Todavía podía recordar con claridad el primer día que lo encontró.

            JooHyun caminaba por el parque. Había salido de casa para respirar un poco de aire fresco y despejarse. A veces, su familia le exigía demasiado y con el recital de piano a la vuelta de la esquina, era muy agobiante. La chica lo daba todo por complacerlos, pero en algunos momentos sentía que se asfixiaba en aquella gran casa, por eso había acabado en aquel lugar.

            Se sentó en el borde de una fuente, cansada. El sol calentaba aun siendo mediados de Septiembre como si fuera pleno verano y el agua refrescaba el ambiente. Cuando la chica comenzó a relajarse una suave y dulce voz y los acordes de una guitarra empezaron a escucharse cerca de donde ésta estaba y JooHyun se giró para ver a quién pertenecía aquella voz. Un chico joven de pelo oscuro tocaba y cantaba una canción[2].


Buscando un lugar en donde permanecer
Hay un largo camino por recorrer al soñar la vida

Cuando de noche parece ser, sólo el temor a la libertad
Entrelaza momentos del pasado

¿Cómo intentar alcanzar la meta?

Con todas las palabras que pudieras decir
Mirando hacia el Cielo
Cuenta la historia de lo que ves
Sólo sé que todos lo dicen en estos casos
Ya que existe sólo un Cielo Azul
Podríamos ver, tal vez,
Las mismas nubes al mismo tiempo
Aunque sea en diferente día


            Su corazón comenzó a latir rápidamente en su pecho y un sonrojo brillante se apoderó de su rostro. Nunca había sentido nada parecido y tuvo miedo, por lo que salió corriendo llamando la atención, sin saberlo, del chico de la guitarra.

            Perdida en sus recuerdos, JooHyun llegó a aquel lugar y se extrañó al no ver al chico de la guitarra, ya que, normalmente, a aquellas horas, siempre se encontraba allí. Miró a su alrededor varias veces, buscándolo, pero al no hallarlo por ningún lado, suspiró y se dio por vencida. Ese día no lo vería.

            Sacó su teléfono móvil para llamar a su chófer y así regresar a su casa para arreglarse y se giró. En ese momento, su corazón se saltó un latido. Frente a ella, con una sonrisa encantadora en su rostro, se encontraba el chico de la guitarra.

            —¿Me buscabas? —la chica no supo ni pudo contestar, su voz no quería salir de su garganta—. He notado que vienes a verme casi todos los días, por eso pregunto —aclaró sin perder su sonrisa, aunque esta se había vuelto un poco traviesa—. Por cierto, mi nombre es YongHwa, ¿cómo te llamas? —preguntó y ella sintió el corazón golpeando contra sus costillas de una manera ensordecedora—. ¿Eres muda? —cuestionó al ver que no contestaba. JooHyun salió de su trance, negando rápidamente con la cabeza—. Entonces, ¿cómo te llamas?
            —JooHyun… Seo JooHyun… —susurró sin poder creerse que estuviera hablando con él.
            —Encantado —dijo—. ¿Quieres salir conmigo? —ella se quedó estática ante la pregunta y no pudo reaccionar hasta varios segundos después, cuando asimiló del todo las palabras.
            —Yo… Yo… Tengo que irme —acabó diciendo antes de salir corriendo del lugar.

♡♡♥

            La tarde pasó en un suspiro para Qian cuando llegó a casa. Nada más entrar, subió a su habitación seguida por su hermana menor, que quería ver el vestido que se había comprado y tras enseñárselo y que la pequeña quedara contenta, comenzó a arreglarse. Todo fue un ir y venir constante. Solo horas después, cuando ya estaba perfecta, pudo relajarse.

            La fiesta comenzó al caer la noche y la chica se puso nerviosa de nuevo. Quería conocer al que sería su futuro marido de una vez por todas. Tras unos minutos deambulando por el gran salón de su casa, que habían adornado para la ocasión y no mostraba el ambiente sobrio de siempre, vio a su amiga JooHyun a lo lejos, pero no pudo acercarse a ella porque su padre llegó con una sonrisa.

            —Qian, cariño —dijo—. Él ya ha llegado —el hombre la tomó por los hombros y la guio por el gran salón. El corazón de la chica latía rápidamente cada vez que daba un paso y se acercaba a la puerta, hasta que llegaron a esta—. Este es Nichkhun.

            El chico era alto y esbelto, pero su torso se veía fuerte a través de la camisa blanca que vestía. Su pelo era oscuro y corto, sus ojos grandes y castaños. Era guapo, muy guapo y Qian sintió que él era el hombre de su vida. Lentamente se acercó a él y se inclinó levemente para saludarlo. El chico sonrió y le devolvió el saludo, después, se acercó hasta que sus labios rozaron la oreja de la chica y le susurró:

            —No pienso casarme contigo, niña pija.





[1] No sé si hay un hotel Ritz con restaurante en Gangnam, pero me apetecía que lo hubiera.
[2] La canción escrita aquí es una parte de la letra traducida de Blue Sky – CNBLUE.

martes, 15 de abril de 2014

Scary Party (Unexpectedly, My Boyfriend is so Cool)

Scary Party
(Unexpectedly,
My Boyfriend is so Cool)

            Nichkhun aún no podía creerse que se hubiera dejado convencer para ir a aquella fiesta del terror en el instituto. Él era un chico guay, de hecho, el más guay de toda la escuela y no podía dejarse ver asustado por los demás. Porque a pesar de ser el tipo que todos envidiaban, el que todos querían ser, por el que todas las chicas caían rendidas a sus pies, era bastante asustadizo.

            El chico caminó lentamente a través del hall del instituto, siguiendo las flechas que le indicaban el punto de partida de aquella fiesta. En apenas unos minutos, llegó a la clase 3-A y entró. Allí dentro, se encontró a varias personas, algunas desconocidas y otras bastante conocidas, demasiado conocidas.

            Una de aquellas personas se levantó como si tuviera un resorte al verlo y los demás se rieron de él ante su reacción. Era Jo Kwon, su novio.

            Nichkhun le dedicó una mirada y el chico se sentó rápidamente, algo avergonzado. El recién llegado se sintió un poco mal y decidió que se lo recompensaría más tarde, cuando salieran de aquel lugar y nadie pudiera verlos, como siempre hacía.

            Debido a que Nichkhun era una de las grandes promesas del instituto, un chico que lo podía tener todo en sus manos si quisiera y en el que estaban fijos la mayoría de los ojos, no podían anunciar que eran novios, por eso lo llevaban en secreto. No era porque se avergonzase, sino porque su brillante futuro se iría al garete si la gente se enteraba que era homosexual.

            Hacía un año ya desde aquella vez en la que Jo Kwon se le acercó y le dijo que le daba igual todo, que estaba enamorado de él y Nichkhun lo besó, porque había pasado demasiado tiempo reteniendo sus sentimientos por aquel chico alocado que se le acababa de declarar. Desde entonces, mantenían su relación en secreto, y ante todos, solo se comportaban como un par de amigos, aunque a veces Jo Kwon se entusiasmara demasiado, como acababa de pasar.

            Nichkhun se acercó al chico y se sentó junto a él, de todas formas había asistido al evento por él. Unos días antes le había comentado que participaría en la fiesta del terror y viendo su debilidad, no había tenido corazón para dejarlo solo.

            ―Gracias por venir ―murmuró Jo Kwon―, aunque te dije que no era necesario.
            ―Lo siento ―contestó―. Pero al igual que tú tienes debilidad por mí, yo la tengo por ti y no podía dejarte solo ―le susurró solo para que ellos dos lo escucharan.
            ―Por eso te amo ―Jo Kwon sonrió diciendo aquellas palabras y luego se levantó corriendo del suelo―. Nosotros seremos los siguientes en entrar ―le anunció al chico que parecía organizar la partida de los que querían participar en aquel juego.
            ―Perfecto ―dijo el otro.

            Jo Kwon hizo que Nichkhun se levantara del suelo, tomándolo de la mano, para después acercarse hasta el otro chico, que les tendió un mapa y les explicó lo que debían hacer.

            ―Ya podéis entrar ―les informó después de recibir un mensaje al kakao talk, seguramente de otro de los organizadores.

            Nichkhun miró a su chico, con un poco de miedo y este le sonrió, apretando el agarre de su mano, que en ningún momento había soltado.

            ―No pasará nada ―le susurró―. Será muy divertido.

            Tras esto, atravesaron la puerta y siguieron el recorrido que marcaba en el mapa. Primero, debían entrar a la cafetería, así que, mientras se acostumbraban a la luz, fueron avanzando lentamente, hasta llegar al lugar que tan bien conocían. Al entrar al pasillo de la cafetería, vieron que al final, bajo una tétrica luz rojiza, se encontraba una chica con el pelo largo y negro sobre la cara, un vestido largo y blanco y un peluche, canturreando. Nichkhun se tensó irremediablemente y apretó el agarre de la mano de su chico.

            ―No te asustes, Khun ―le susurró―. Es GaIn noona.

            Nichkhun fijó mejor su vista y, efectivamente, la chica que había al final del pasillo era GaIn. Suspiró un poco aliviado, pero su corazón aún latía rápidamente, lleno de terror.

            Jo Kwon encabezó la marcha y entraron a la cafetería. Todo estaba oscuro y muy silencioso, por eso Nichkhun dio un repullo cuando un teléfono móvil comenzó a sonar en la esquina de la habitación y se quedó inmóvil, negándose a avanzar más.

            ―Khun… ―susurró su novio, apretando su mano entre las suyas―. Tenemos que contestar a la llamada, vamos… ―tiró de él, porque aunque no lo pareciera, su chico tenía bastante fuerza y músculos. Avanzó hacia el teléfono y contestó―. ¿Yeobosseo?
            ―En el centro de la habitación hay cuatro cuerdas ―dijo una voz de ultratumba―. Tira de una de ellas para obtener la misión.
            ―¿En el centro? ―preguntó, pero ya no obtuvo respuesta. Jo Kwon se encogió de hombros y le indicó a Nichkhun qué era lo que había que hacer.

            Ambos se dirigieron al lugar y encontraron las cuerdas. Con una breve mirada y un asentimiento, tomaron la más cercana y tiraron de ella a la vez, haciendo que su contenido cayera al suelo con un golpe sordo. Nichkhun chilló, asustado y Jo Kwon simplemente apartó aquello con el pie, tirándolo lejos de ellos.

           ―Una serpiente, una serpiente ―susurraba Nichkhun con miedo, agarrándose al cuerpo del otro.
            ―Tranquilo, Khun… ―dijo Jo Kwon con una sonrisa―, es solo una salchicha.
            ―¿Seguro?
            ―Segurísimo ―el chico se intentó tranquilizar un poco, estaba quedando como una verdadera nenaza y ni siquiera habían empezado.
            ―Está bien… Tiremos de otra ―esta vez llevó él la iniciativa y tiró de una de las cuerdas, haciendo que cayera al suelo algo peludo. Nichkhun volvió a gritar y a replegarse contra el cuerpo de su novio.
            ―Es solo una peluca ―dijo el otro, agachándose y tomándola del suelo―. Se puede utilizar, ¿verdad? ―el chico se colocó la peluca y se acercó a Nichkhun―. ¿Cómo me queda?
            ―De muerte…
            ―Pues esperemos que los fantasmas mueran ante mi belleza ―Jo Kwon sonrió y tiró de otra de las cuerdas. Esta vez, lo que cayó al suelo fue un trozo de papel―. Por fin ―cogió la nota y leyó―. Entrad en cada habitación y haced lo que se os pide en ellas, prestad especial atención a los puntos de luz.
            ―No parece muy complicado ―murmuró Nichkhun.
            ―No lo es. Verás cómo salimos de aquí en unos minutos y sin asustarnos ―prometió Jo Kwon.
            ―Espero que tengas razón.

            Salieron de la cafetería y se dirigieron hacia la siguiente habitación del pasillo que estaba marcada con una “equis” en el mapa que les había sido entregado con Nichkhun sin quitarle la vista de encima a GaIn, por si se le ocurría ir a asustarlos cuando menos se lo esperaran. Jo Kwon abrió la puerta, tal y como había hecho con la otra, y ambos entraron al interior.

            Se trataba del aula 1-B y en la mesa del profesor había un papel en el que se reflejaba la luz. Pero eso no era lo que más llamaba la atención de aquel lugar, ni siquiera que el suelo estuviera plagado de globos, lo que hizo que Nichkhun diera un salto en cuanto entró en la habitación, fue ver a una media docena de chicas con el pelo largo y negro sobre la cara, al igual que estaba GaIn al final del pasillo, sentadas en sus pupitres y con sus rostros blanquecinos iluminados por la tenue luz de las linternas que se encontraban sobre cada mesa.

            ―¡Joder! ―exclamó Nichkhun.
            ―Mi disfraz mola más que el vuestro ―dijo Jo Kwon y varias chicas se rieron, aunque inmediatamente se pusieron serias de nuevo―. No hay nada que temer, ¿lo ves?

            Nichkhun asintió y ambos se dirigieron a la mesa del profesor, el chico tomó el folio y lo leyó. Solo tenían que explotar los globos hasta dar con una llave y guardarla hasta el final del recorrido. Rápidamente, se pusieron manos a la obra, explotando todos los globos que encontraban a su paso con los pies y teniendo cuidado de que las chicas no intentaran tocarlos en lugares comprometedores, sobre todo, era Nichkhun quién tenía que tener cuidado con eso.

            Tras varios minutos explotando un globo tras otro, Jo Kwon dio con la llave y ambos pudieron salir del lugar. Al entrar al pasillo, notaron que GaIn ya no estaba al final y Nichkhun suspiró aliviado, aunque por dentro sintió que seguramente había ido a otro lado para asustarlos cuando menos lo esperaran.

            Entraron en el siguiente salón, el 2-C y miraron cuidadosamente, por si había algún fantasma, pero allí no había nadie. Se dirigieron de nuevo a la mesa del profesor y leyeron la misión.

            ―Tenéis un minuto para resolver el problema matemático de la pizarra que comenzará en cuanto retiréis el papel que la cubre. No podréis salir si no lo hacéis.

            En ese momento, la puerta de la clase se cerró de golpe y se escuchó cómo era cerrada con llave.

            ―¿Cómo se te dan las matemáticas? ―preguntó Jo Kwon.
            ―De pena… ¿Y a ti?
            ―Peor ―ambos sonrieron unos segundos―. Mejor juntos entonces…

            Los dos retiraron el papel a la vez y cogieron dos tizas, se dividieron la ecuación que tenían delante y comenzaron a resolverla lentamente, al ritmo de una tétrica música que no les hacía presagiar nada bueno, sino todo lo contrario. De pronto, la canción se detuvo y la televisión que había al frente de la clase se encendió, mostrando solo ruido. En ese momento, las ventanas que daban al pasillo y que se encontraban pegadas al suelo, se abrieron y comenzaron a entrar por ellas, chicas que se arrastraban por el suelo como si fueran Sadako.

            El corazón de Nichkhun casi se le sale por la boca al verlas y casi sin darse cuenta comenzó a hablar en tailandés, su lengua materna, intentando decirle a su chico que salieran lo más rápido posible de allí.

            ―Tranquilízate ―susurraba Jo Kwon una y otra vez como si fuera una nana―. No te va a pasar nada. Estoy aquí ―tomó su rostro entre sus manos―. Resuelve el problema, yo te protegeré.

            Nichkhun asintió y lentamente intentó resolver el problema. Jo Kwon rodeó su cintura con sus brazos desde atrás, pero cada vez estaba más nervioso, no podía concentrarse, las Sadako cada vez estaban más y más cerca de él. volvió a comenzar a hablar en tailandés y entonces, Jo Kwon se alejó de su lado, aunque lo intentó retener y se agachó en el suelo, poniéndose a cuatro patas y a avanzar hacia los fantasmas, que se habían quedado paralizadas, sin saber qué hacer por la repentina acción.

            Nichkhun intentó calmarse para seguir calculando la operación y poco a poco la fue resolviendo hasta que solo quedó un número en la pizarra.

            ―¡0! ―gritó y la puerta que hasta entonces había permanecido cerrada, se abrió.

            Rápido como un rayo, el chico hizo que su novio se levantara del suelo y lo llevó fuera del aula. Una vez estuvieron en el pasillo y lejos de aquella clase, se dejaron caer contra la pared, agotados.

            ―¿Estás bien? ―le preguntó preocupado. Nichkhun asintió lentamente, aunque no convenció a su chico―. Tranquilo, ya solo nos queda un lugar. En unos minutos estaremos fuera. Aguanta solo un poco más.
            ―Vamos…

            Echaron a andar y unos metros después se detuvieron frente a la puerta que señalaba el mapa. En esta había pegado un folio y estaba levemente iluminado por una pequeña linterna que había junto a la puerta.

            ―Utilizad la llave para abrir la puerta a la libertad.

            Jo Kwon rebuscó en sus bolsillos tras terminar de leer el trozo de folio hasta que dio con la llave. Rápidamente, la introdujo en la cerradura y la giró. Escucharon un leve clic y sonrieron, por fin iban a salir al exterior, por fin iba a acabar aquel infierno. Tan emocionados estaban por salir, que no se dieron cuenta de que alguien se acercaba a ellos hasta que una mano le tocó el hombro a Nichkhun y este gritó como si hubiera perdido su alma y se abrazó fuertemente al cuerpo de su chico, asustado.

            El flash de una cámara los cegó durante unos segundos y la risa escandalosa de GaIn se escuchó segundos después, haciendo que Nichkhun comenzara a sentirse avergonzado por aquello, más de lo que ya estaba.

            ―Gracias por participar en la fiesta del terror ―dijo la chica―. Podréis encontrar vuestra foto el lunes en el tablón principal y comprarla por un módico precio. Espero que os lo hayáis pasado bien ―y dicho esto, les abrió la puerta y los empujó fuera, cerrando después con la llave.

            Durante unos momentos, ambos chicos siguieron en shock, pero finalmente, Nichkhun reaccionó.

            ―¡La foto! ―gritó―. Saldré horrible ―se dejó caer hasta el suelo de tierra del exterior, con las manos en la cabeza―. Mi reputación…
            ―No pasa nada, yeobo ―murmuró Jo Kwon agachándose junto a él―. La reputación no lo es todo.

            El chico levantó su cabeza y lo miró a los ojos. Su novio nunca se había preocupado por su reputación, nunca le había importado que hablaran a sus espaldas por ser homosexual y nunca se había mostrado materialista. Tampoco le había reprochado que mantuviera su relación en secreto y ahora le había mostrado que era muy valiente, la persona más valiente que había conocido en su vida. Por eso, en aquel instante, Nichkhun decidió que ya no se iba a esconder más y que sería valiente.

            ―No. No lo es todo ―murmuró antes de inclinarse hacia delante y besar los labios de su chico.





N.A.: Por si no os habéis dado cuenta, esta historia es una mezcla del episodio especial del terror del WGM 2ª Temporada, en el que participan GaIn y Jo Kwon, SeoHun y YongHwa, y Victoria y Nichkhun; con uno de los capítulos de Teen Top Rising 100% con un poco (bastante) de paranoia mía XD