Capítulo 1
Comienzo de una nueva vida
Salimos del aeropuerto tras casi un día de
viaje y unas cuantas escalas en medio. Llevábamos las maletas y los bolsos de
mano llenos hasta los topes, y pesaban tanto que casi no podíamos con ellos,
más los abrigos, porque hacía un frío de mil demonios. Todo era engorroso. Teniendo
en cuenta que habíamos cruzado de una punta a la otra del globo terráqueo,
llevábamos pocas cosas. El taxi llegó, y como pudimos, metimos las cosas dentro
del maletero, luego, entramos al coche.
¿El motivo de este largo viaje? Una beca.
Estábamos en nuestro último curso de
instituto cuándo de pronto la directora del instituto nos hizo llamar. Esto nos
pareció muy extraño ya que nosotras nunca hacíamos nada malo y nuestras notas
eran altas. Al llegar al despacho la vimos sentada con un señor, que llevaba un
sobrio traje negro con corbata y parecía bastante caro.
La directora nos presentó. Parecía ser que
este señor era el director de la Universidad de Artes de Seúl y venía a darnos
una beca para que estudiásemos allí. Nos sorprendimos mucho, pero no tardamos
en aceptar. Poder estudiar en Seúl era un sueño hecho realidad.
Inmediatamente después de que terminase el
curso, nos pusimos a preparar todo lo necesario para el viaje. Desde pasaportes
y permisos hasta aprender el idioma, que por cierto, era bastante complicado.
Aunque nosotras podíamos mantener una pequeña conversación, necesitábamos un
nivel mayor para la Universidad, y además aprenderlo a escribir correctamente,
que era lo que más nos costaba.
Y a mitad de enero cogimos el avión que nos
llevaría hasta nuestro nuevo hogar.
Después de que el taxi nos dejara en nuestra
nueva casa, tras dar mil vueltas por la ciudad y quedarnos atascados en varios
atascos, soltamos las cosas, y comenzamos a gritar y saltar de alegría.
La casa, aunque era algo pequeña, había
suficiente espacio para las cuatro. Después de gritar lo suficiente alto como
para que todos los vecinos se enteraran de que habíamos llegado, llamaron a la
puerta. Lourdes, la mayor, fue a abrir. Ésta se encontró con un chico cercano a
los treinta (muy guapo, por cierto) que decía ser nuestro casero, y lo hizo
pasar.
[N.
A: Cuando aparezcan * hablamos en español y cuando no en coreano ^^]
-*Lourdes,
¿quién es? -preguntó Ana apareciendo por la esquina - oh que guapo- comentó al
verlo.
-*Dice
que es nuestro casero- contestó Lourdes- y que viene a presentarse y decirnos
donde están las cosas.
Mientras el pobre buenorro, seguía en la puerta
con cara de seta, ya que no se enteraba de lo que nosotras decíamos, Inma y
Lorena llegaron a la puerta corriendo y gritando. Cuando vieron al casero,
derraparon en el suelo y se pararon en seco.
-Mmm...
esto... soy Choi SiWon, vuestro casero- dijo llamando nuestra atención.
Era tan guapo… La primera en reaccionar fue
Lorena que le ofreció ir a la cafetería de la esquina ya que no habíamos podido
ir a comprar nada. Él aceptó encantado su ofrecimiento y nos dirigimos allí. Al
llegar, todas nos sentamos alrededor de él igual de embobadas que antes.
Mientras nosotras le mirábamos babeando, él
nos lo explicaba todo, desde el funcionamiento de la lavadora hasta donde se
encontraba casa tiende en el vecindario. Realmente, su casa era la de debajo de
nuestro piso, así que tampoco estaba muy lejos.
Estuvimos mucho rato hablando con nuestro
guapísimo casero. Nos estuvo explicando algunas costumbres básicas en Corea
para no meternos en ningún problema. Aunque ya nos sabíamos algunas cosas, no éramos
expertas y escucharlas de primera mano de parte de un coreano, nos hizo saber
que no teníamos ni idea de la mitad de las costumbres. Así que nos vino muy
bien.
SiWon también nos dio indicaciones sobre cómo
movernos por Seúl y cómo llegar a la Universidad, que estaba muy cerca, por
cierto. Sólo tras varias horas de cháchara, volvimos al piso.
-Si
necesitáis algo- dijo el casero- podéis bajar y pedirme lo que queráis. Mi casa
es la puerta de la derecha.
-Muchísimas
gracias- le contestamos todas a la vez mientras nos inclinábamos.
-Así
me gusta, vais captando lo que hay que hacer- nos alabó y entró en su casa.
-*Dios,
que bueno está el casero- dijo Lorena agarrándose al brazo de Ana.
-*¿Cuántos
años le echáis?- preguntó Lourdes.
-*Ni
idea- contestó Inma.
-*Yo
creo que ni debe llegar a los treinta- respondió Ana- Aish si tuviera diez años
menos me lo comería- todas la miraron alzando una ceja- bueno, vale, me lo
comería de todos modos, me da igual la edad.
-*¿Nos
vamos al piso?- propuso Lourdes ignorando a la pervertida.
-*Sí,
mejor será- contestó Lorena- y comenzaron a subir las escaleras.
-*Hey,
pero no me dejéis atrás- dijo Ana subiendo tras ellas medio corriendo- que si
queréis lo comparto- la ignoraron por completo- jo nadie me hace caso- se quejó
y entro al piso.
Vivíamos en un gran apartamento. Según nos
había comentado el casero, anteriormente, habían sido dos pisos, pero hizo
reformas y los juntó, porque allí, normalmente, lo alquilaba a grupos de
estudiantes para la Universidad.
Nada más entrar, te encontrabas con la
cocina, que daba al lavadero; la puerta de después, llevaba al baño grande, y
justo al lado, estaba un gran salón. Había una terraza desde el lavadero hasta
el salón, donde seguramente nos pondríamos a mirar a si pasaba algún muchacho
guapo. El pasillo giraba a la derecha y ahí se encontraban las habitaciones y
el baño pequeño.
Estuvimos discutiendo durante un rato, y al
final, nos pusimos de acuerdo en el reparto de habitaciones, que quedó así:
Inma, se quedaba con la más cercana al salón; Lorena con la de enfrente, que
era la más grande e incluía entrada propia al baño pequeño. Decidimos que como
era el más grande, meteríamos allí todo lo que no cupiera en nuestras
habitaciones. Ana se quedó con el de al lado de Inma; y Lourdes con el último,
que era más estrecho, pero más alargado también.
Resuelto el conflicto, cada una cogió sus
cosas, que estaban tiradas por el salón, y comenzamos a organizarlas por las
habitaciones. Todavía faltaban cosas por llegar, pero no se podía tener todo.
Lourdes como era la más ordenada, fue la que
terminó primero. Se dirigió a la cocina y comenzó a hacer una lista de lo que
había que comprar. La segunda en terminar fue Ana, que asomó por la cocina,
curiosa por ver lo que hacía su unnie.
-*¿Que
haces?- preguntó.
-*La
lista de la compra- dijo Lourdes.
-*¿Puedo
ir contigo?- dijo Ana emocionada- quiero ver si hay algún chico guapo.
-*Haz
lo que quieras.
-*¡Inma,
Lore!- gritó la otra- nos vamos a comprar, ahora venimos.
-OK-
contestaron las dos a la vez.
Tras terminar la lista, Lourdes y Ana
salieron del piso.
-*¿Dónde
vamos?- preguntó Ana.
-*Antes
he visto al pasar una tienda "24h"- contestó Lourdes.
-*¿En
serio? Ni me había coscado- dijo la otra chica rascándose la cabeza
distraídamente.
-*Niña,
¿tu en que mundo vives?- preguntó la mayor-si había un cartel enorme y con
lucecitas.
-*¿No
será un prostíbulo?
-*Anda,
cállate.
Caminamos por la calle durante unos minutos
hasta encontrar la tienda "24h" y entramos. El lugar no era demasiado
grande, pero había un montón de productos. Aunque en lo único que se fijó Ana
cuando llegó, fue en el guapo dependiente.
Cuando Lourdes vio la cara que había puesto
Ana, dijo:
-*Ahí
te quedas.
-*¿Eh?-
dijo Ana desorientada- Uhm, hola- saludó al dependiente con una pequeña inclinación
y en perfecto coreano. (Hombre, si solo ha dicho hola, para matarla sino lo
dice bien.)- y salió en busca de Lourdes, que estaba echando productos de
primera necesidad a una cesta.
-*Oye,
¿has visto que chico más guapo?
-*Anda
coge- y le soltó la cesta sin miramientos e ignorándola por completo.
Ana siguió dando la lata con lo guapo que
era el muchacho mientras Lourdes cogía las cosas y la cargaba cada vez más.
-*¿Qué
paquete de servilletas cojo?- preguntó Lourdes- ¿El de 100 o el de 200?
-*El
más grande- contestó. Y así pasaron diez minutos más. Después de terminar se
dirigieron al mostrador para pagar.
-¿Sois
nuevas?- preguntó el guapo dependiente mientras cogía los productos y comenzaba
a cobrar- no os he visto en el barrio antes.
-Sí-
contestó Ana- acabamos de llegar hoy para comenzar a estudiar en la
Universidad.
-¿En
la que hay aquí al lado?
-Sí,
vivimos aquí cerca, también.
-Entonces
voy a veros mucho por aquí- dijo el muchacho- Son 26.534 wons.
-Aquí
tienes. -dijo Lourdes entregándole el dinero.
-Adiós-
se despidió Ana tras recoger el cambio.
-*Y
además de guapo, majo- comentó al salir de allí- si es que lo tiene todo.
-*Oh,
buscan dependiente- murmuró Lourdes leyendo un cartel, pero Ana no la
escuchaba.
Apenas unos minutos más tarde, llegaron al
piso, donde Inma y Lorena, tenían una buena montada. Ana y Lourdes ignoraron lo
que estaban haciendo las otras dos en ese momento y empezaron a guardar la
compra en la despensa. Mientras, Inma había desordenado su habitación porque
había perdido el móvil y un libro, al que le tenía mucho cariño y aprecio.
-*¿Dónde
diablos los he metido?- farfullaba Inma mientras daba vueltas por la
habitación.
-*¿Que
haces?- preguntó Lorena entrando por la puerta.
-*Es
que no encuentro el móvil y mi libro favorito- explicó Inma haciendo un puchero-
¡Ahrg! siempre me ocurre lo mismo- se quejó desesperada.
Lorena entró por completo en la habitación y
echo un vistazo rápido por encima. Todo estaba patas arriba: los zapatos por un
lado, camisetas por el otro... Parecía que había pasado un tornado. A
continuación Lorena vislumbró una cosa brillante en el escritorio. Se acercó,
apartó el montón de libros y papeles que había sobre la mesa y encontró el
móvil y el libro.
-¡Ejem!-
tosió Lorena para que Inma se diese la vuelta, y efectivamente, ésta lo hizo.
-*Están
aquí- dijo Lorena con una sonrisa divertida en los labios.
-*¡Anda!-
exclamó Inma.
-*Lo
que no te pase a ti...- y las dos rieron por lo ridículo de la situación en la
que se habían envuelto.
-*
Te ayudaré a ordenar- dijo Lorena.
-*¡Gracias!-
agradeció Inma.
Mientras todo esto pasaba, Lourdes y Ana
habían metido en el microondas los paquetes de fideos instantáneos que habían
comprado y así, ya tenían la cena preparada. Ana, fue la que fue a avisar a las
otras dos locas.
-*Niñas-
dijo- que vamos a cenar- anunció.
-*Oh,
¿ya habéis vuelto?- preguntó Lorena.
-*Hace
un rato.
-*Pues
vamos a cenar- dijo Inma soltando su móvil y su libro y saliendo de la
habitación.
Lourdes ya había llevado los vasos de fideos
a la mesa cuando las demás entraron al salón. Todas nos sentamos y comenzamos a
comer. Cuando casi habíamos acabado, surgió el tema, ¿cómo ganar dinero para
pagar los gastos?
-*Yo
pienso que por lo menos dos deberían trabajar- dijo Lourdes.
-*Sí-
dijo Ana- ¿pero quienes?
-*Yo
no- dijo Lourdes.
-*Yo
no dijo Inma.
-*Mierda-
se quejó Ana.
-*Jo-dijo
Lorena- que asco.
-*Ah-
gritó Ana de repente asustando a las demás.
-*¿Que
pasa loca?- preguntó Lourdes.
-*Me
pido trabajar en la tienda "24 h"- dijo la chica- que ya que buscaban
dependiente...
-*¿Y
tú cómo lo sabes?- dijo Lourdes.
-*Pues,
¿no me lo dijiste tú?
-*Y
yo que pensaba que ni me escuchaba- murmuró ella.
-*Bueno,
ya que está decidido...- comenzó Inma.
-*Ni
hablar- protestó Lorena- no está decidido.
Mientras estas dos se peleaban, Ana acabó de
comer y fue hacia el sofá, allí, agarró el mando y puso la tele. De repente,
gritó.
-*¿Que
haces loca? - preguntó Lourdes.
-*¡SHINee!
¡SHINee!
Las demás de acercaron a la tele, y cuando
los vieron se quedaron pilladas.
-Gira
SHINee por Corea- decía la tele - el 8, 9, 10 y 11 de junio en Seúl... - la
tele seguía hablando, pero ninguna le hizo caso, ya habíamos escuchado lo que
teníamos que escuchar.
-*Ya
sabéis que vamos a hacer esos días, ¿no? - dijo Lourdes.
-Of
course - contestaron las demás.
De repente, el teléfono que había en la
pared del salón, junto a la puerta, comenzó a sonar. Lorena, aún con la emoción
de haber visto a los SHINee, lo cogió.
-¿Si?
- preguntó.
-¿Sois
las chicas del intercambio?- dijo la voz de un hombre al otro lado de la línea.
-Sí,
¿quién es?- dijo ella extrañada y las demás se acercaron al teléfono.
-Soy
Park JungSoo- le contestó- el director de la Universidad.
-Ah,
encantada, ¿pasa algo?
-No,
solo quería que vinierais la Universidad- dijo- así podremos conocernos y os
enseño el lugar.
-¿En
serio?
-*¿Que
pasa?- preguntó Ana.
-*Nada,
nada- le contestó ella- estaremos encantadas de ir- dijo en coreano al
interlocutor.
-Nos
vemos a las 11 en la puerta de la Universidad- propuso él.
-Claro,
allí nos vemos- y colgó.
-*¿Quién
era?- preguntó Lourdes.
-*El
director
-*Ah,
¿a ella si le contestas?- dijo Ana, molesta, haciendo un puchero.
-*
Y quiere que mañana vayamos a la Universidad para que nos conozca y para ver el
sitio- contestó ignorando a la loca.
-*Oh,
que bien- dijo Inma.
-*Pues,
ya está- dijo Lorena- Ana y yo nos vamos a dormir, y vosotras os quedáis aquí
recogiendo ya que sois tan listas de no querer trabajar fuera, lo haréis en la casa.
La chica se fue del salón y Ana también tras
desear las buenas noches, dejando a las otras dos en el salón.
-*Pues
a limpiar se ha dicho - dijo Inma.
-*Jo.
Tras recoger, las dos fueron a sus
habitaciones, y poco después, solo se escuchó el silencio en el piso. Lo que no
sabíamos en ese momento, era que nuestras vidas, a partir de ese día iban a
cambiar completamente.
Espero que os guste este nuevo fic ^^. Las autoras somos: Lou, Lore, Inma y yo ^^