viernes, 28 de febrero de 2014

Bodyguard

Bodyguard

            Era el último día de trabajo de Kim MyungSoo con aquel niñato malcriado al que le había tocado hacer de guardaespaldas. Ese era su oficio, proteger a las personas de cualquier peligro que les acechara, pero los últimos meses habían sido un infierno junto a aquel chico.

            No le obedecía, siempre se metía en problemas grandes y cuando MyungSoo le quitaba los ojos de encima durante un par de segundos se las arreglaba para desaparecer. Así que, por estos motivos (y aunque el hombre fuera un profesional) no podía dejar de alegrarse de que por fin su vida se alejaría de la de SungJong.

            Aquella mañana canturreaba alegremente mientras llevaba al chico en limusina a la universidad, como todas las mañanas. Escuchaba al menor suspirar y maldecir por lo bajo, pero lo ignoró, era su último día y no se lo iba a estropear.

            Minutos después llegaban al lugar y SungJong se bajaba del coche sin decir siquiera adiós, como era su costumbre. MyungSoo sacudió la cabeza porque normalmente aquello le molestaba, pero ese día no lo haría. Esbozó una gran sonrisa y se miró en el espejo retrovisor para darse el visto bueno.

            En ese momento se percató de un extraño movimiento y haciendo caso a sus instintos salió rápidamente del coche, en busca del chico al que seguía teniendo que proteger aunque fuera su último día. No le hizo falta mucho para encontrarlo, ya que apenas había traspasado la verja del terreno. El guardaespaldas advirtió otro movimiento y, corriendo, fue hacia SungJong, poniéndose ante él, cubriendo todo su cuerpo con el suyo.

            No pasó ni un segundo cuando sintió el impacto contra la piel de su espalda baja. Su cuerpo dio una sacudida y se aferró al del chico, que estaba confuso con toda la situación hasta que MyungSoo habló.

            ―Ni se te ocurra moverte ni un milímetro ―advirtió―. O el disparo que acabo de recibir habrá sido en vano.

            SungJong abrió los ojos como platos ante la revelación, pero no se movió ni un ápice. El guardaespaldas sentía la sangre caliente brotar de la herida, pero se quedó en la misma posición hasta que notó que su agresor había huido. En ese momento se desplomó sobre el cuerpo del chico al que protegía y este lo recibía entre sus brazos.

            ―Muchas gracias… MyungSoo ―creyó oírlo decir―. Gracias.


            El guardaespaldas sonrió. No iba a obtener más de aquel chico, además, había cumplido con lo prometido, aunque a partir de ese momento tuviera que portar una cicatriz en la zona baja de su espalda que le recordaría a SungJong para siempre.

Apuestas Arriesgadas



POV TaeMin

            Caminaba tranquilamente por las calles de Seúl, sin prestar atención a nada. Conocía aquella ciudad perfectamente y no me hacía falta ni mirar siquiera por dónde iba. Me gustaba ir por lugares poco transitados y perderme en la soledad de mis pensamientos. Siempre había sido mi pasatiempo favorito, pero desde hacía unos días se había convertido en una necesidad.

            Días atrás, dos chicos de mi grupo de amigos me habían besado.


            Llegué a la cafetería en la que había quedado con ChangMin hyung después de hacer los cien metros vallas, saltando gente, coches y bicicletas. Me había llamado apenas diez minutos antes para que saliéramos, aprovechando que era verano y no teníamos absolutamente nada que hacer. Él me esperaba sentado en una de las mesas que estaban junto a la gran cristalera que ocupaba la parte que daba a la calle del local, desde aquel lugar se podía observar a la gente pasar y esta podía ver el interior de la cafetería.

            Me acerqué rápidamente y lo saludé.

            ―¿Cómo llegas el verano, hyung? ―pregunté recuperando el aliento. Él alzó su cabeza y me miró, dedicándome una gran sonrisa.
            ―No puedo quejarme ―contestó indicándome con la mano que me sentara en la silla frente a él―. Me he tomado la libertad de ordenarte leche de plátano para que cuando llegaras no tuvieras que esperar ―me señaló el vaso frente a mí.
            ―Muchas gracias, hyung ―dije con una sonrisa antes de atacar la bebida como si acabara de pasar tres semanas en el desierto.

            ChangMin me observó atentamente mientras me bebía la leche de plátano y aquello me puso un poco nervioso, aunque ya tenía que estar acostumbrado, tanto él como KyuHyun siempre hacían lo mismo. Parecía que verme beber con pajita algo era una cosa muy interesante para ellos. Cuando sentí que ya había acabado con mis sed dejé de beber y le dediqué una amplia sonrisa a mi hyung.

            ―Siento haberte hecho venir tan rápidamente y sin avisar ―comenzó, poniéndose algo serio―, pero tenía algo que hacer y si no era ahora, no sería nunca.
            ―¿De qué hablas, hyung? ―pregunté sin comprender. Me daba inquietud que su rostro, siempre sonriente, se hubiera tornado serio de repente, también que dijera todo aquello.
            ―Las palabras son vanas en estos temas ―contestó.

            Antes de que me diera tiempo a nada, ChangMin se inclinó sobre la mesa y agarró mi mentón fuertemente antes de posar sus labios sobre los míos durante algunos segundos. Debido al shock, no pude ni cerrar los ojos ni responder el beso y cuando se apartó, seguía sin poder entender absolutamente nada.

            ―Siento haber sido tan brusco ―murmuró―. No voy a presionarte ―se levantó de la silla y sacó de su cartera el dinero para su café y mi leche de plátano―. Piénsalo ―dijo antes de alejarse de mí.

            Me quedé en la cafetería casi una hora, pensando en lo que había pasado y buscando una explicación para lo que él había hecho, pero no podía encontrar nada. Pasado este tiempo salí a la calle y comencé a caminar sin fijarme en nada, llegando poco después al río Han. Me dejé caer en la barandilla y cerré mis ojos, intentando que la corriente se llevara lo que había pasado en la cafetería.

            No sé cuánto tiempo pasé así, pero cuando comencé a sentir el frío en la piel, decidí que lo mejor que podía hacer era volver a casa, irme a la cama temprano y pensar en todo a la mañana siguiente, después de calmarme correctamente. Cuando llegué al portal del bloque de apartamentos en el que vivía con mi familia me llevé una gran sorpresa al encontrarme con KyuHyun hyung esperándome en la puerta, dejado caer contra la pared.

            En cuanto me vio me sonrió de una forma maliciosa, como a él le gustaba, y se acercó a mí hasta que la distancia que nos separaba se convirtió en casi inexistente. Comencé a ponerme nervioso, ya que la última vez que uno de mis amigos se me había acercado tanto había acabado besándome, pero él solo se quedó allí, sin hacer nada más.

            ―No te esperaba aquí ―comenté para romper el silencio tan incómodo que se había instalado entre nosotros.
            ―Yo sí te esperaba ―contestó salvando la distancia que nos separaba, dándome un pequeño beso en los labios, tal y como horas antes había hecho ChangMin. Cuando se apartó de mí, me sonrió de forma pícara―. Piensa en mí ―dijo antes de marcharse.


            Cuando desperté de mis recuerdos estuve a punto de chocarme contra una farola y la esquivé por poco. Suspiré y me detuve. Todavía no podía comprender por qué había pasado aquello.


POV KyuHyun

            Había quedado con ChangMin aquella tarde. Teníamos que pensar nuestros próximos movimientos sobre lo que íbamos a hacer con TaeMin. Ambos habíamos movido ficha y ahora teníamos que poner nuestros avances en común, para ver cómo había reaccionado el implicado y lo que íbamos a hacer a continuación.

            Sonreí. Lee TaeMin iba a pagar sus palabras de borracho muy caras.


            Habíamos salido de fiesta todo el grupo para celebrar que por fin habíamos acabado los exámenes y teníamos todo el verano por delante para no hacer ni el huevo. La casa del chico que se había ofrecido para la fiesta estaba hasta los topes. La música a todo volumen hacía bailar a la gente en mitad del saló, subidos al sofá mientras esquivaban a las parejas que se daban el lote y sobre la mesa, intentando no tirar ninguno de los vasos llenos de alcohol al suelo.

            Al día siguiente, al dueño de la casa le iba a doler bien la cabeza, y no precisamente por la resaca.

            Pero eso a mí me daba igual. Yo estaba sentado en la barra de la cocina americana rellenándome una y otra vez el vaso de tubo con cualquier botella de bebida alcohólica que se me pusiera por delante. Allí estaba con mi mejor amigo, ChangMin, y con TaeMin, un reciente acoplado al grupo, haciendo una competición para ver quién podía aguantar más bebiendo sin caer rendido.

            (Obviamente iba a ganar yo, pero la diversión de ver al otro intentando ganarme no me la quitaba nadie).

            TaeMin parecía un chico inocente y tímido, pero después de unas copas se había puesto a bailar sobre la mesa al ritmo de la música electrónica que sonaba en aquel momento y luego se había sentado junto a nosotros para beber, beber y beber sin preocuparse de nada más, aunque quizás debería haberse preocupado de su boca y lo que decía por esta.

            ―Ya estáis oxidados ―comentó tras escuchar la broma magistral que le habíamos gastado ChangMin y yo al señor Lee, el profesor más odiado de toda la universidad de Económicas―. La vejez os pasa factura ―continuó dándole un sorbo a su vaso ya casi vacío―. No tenéis ninguna gracia ―se echó sobre el hombro de ChangMin y aunque este intentó quitárselo como si fuera un bicho, el otro no se apartó―. Mirad, yo soy el gay más gay de toda la fiesta. Pero jamás saldría con alguno de vosotros. Me aburrís ―y dicho esto, su cabeza impactó contra la barra sin que ChangMin ni yo le hiciéramos nada… Aunque ganas no nos faltaban después de todo lo que había dicho.

            ―¡Y parecía tonto cuando lo compramos! ―exclamó mi amigo indignado―. Lo que suelta por esa boquita el niño.
            ―Se merece una buena lección ―comenté.
            ―¿Qué podríamos hacerle? ―preguntó interesado, acercándose más a mí para que nuestra conversación no fuera escuchada por oídos ajenos.
            ―¿Qué te parece enseñarle de qué estamos hechos? ―propuse. Él asintió y las sonrisas que se extendieron por nuestros rostros asustaron a un muchacho que acababa de entrar a la cocina y que poco a poco fue reculando hasta desaparecer.


            Y así había surgido el tema que teníamos ahora entre manos. Después de pensarlo mucho pensamos que lo mejor sería hacerle sacar su lado interior, el que apenas había dejado ver en la fiesta, ese que transformaba a un niño inocente en un puto ególatra y cabrón y también hacerle ver que teníamos muchos más encantos de los que él pensaba.

            Por esta misma razón lo había besado y por eso iba en esos momentos al encuentro de ChangMin.

            Llamé al interfono del bloque de pisos en el que vivía y apenas tuve que esperar cuando su voz se oyó a través del aparato preguntando con poco garbo “¿quién es?”. Tras hacerle la coña de decirle que era el de las pizzas y de que el me contestara que no había pedido ninguna pero que si se la dejaba gratis no le importaba, le dije que era “yo” y finalmente me dejó entrar.

            Cuando llegué a su planta me esperaba con la puerta del piso abierta y me hizo pasar. Aquello era un puto frigorífico. Fuera hacía calor como para suicidarte y dentro parecía la Antártida.

            ―Joder. Súbele unos cuantos grados a eso que si pillo la gripe será culpa tuya ―dije nada más entrar. ChangMin me miró mal antes de coger el mando del aire acondicionado y subirle un poco la temperatura.
            ―¿Así está a gusto del señor? ―preguntó irónicamente y le sonreí.
            ―Todavía no ―contesté―. Si me trajeras un par de tías y me prestaras tu cama de matrimonio una semana sería lo mejor ―me tiró un cojín a la cara y yo lo esquivé más por práctica que por habérmelo visto venir.
            ―Eso cuando vuelvas a casa. Tenemos cosas de las que hablar ―se sentó en el sillón bajo el aire acondicionado. Yo lo hice lo más alejado posible de aquel aparato del mal―. ¿Qué tal con TaeMin?


POV ChangMin

            Habían pasado unos días desde mi charla con KyuHyun. Ambos habíamos hecho grandes avances en el tema, pero teníamos que seguir haciéndolos. Mejor dicho, yo tenía que seguir haciéndolos. Ese día, aparte de contarnos mutuamente lo que habíamos hecho, llegamos a la conclusión de que lo mejor para ambos era hacer otra apuesta.

            Solo podía haber un ganador. TaeMin tenía que elegir entre uno de los dos, ya que habíamos visto que aunque hubiera dicho que no saldría con ninguno de los dos, parecía que los besos que le habíamos dado lo habían hecho cambiar de parecer.

            Tan metido estaba en mis pensamientos que casi ni me doy cuenta de que el centro de las apuestas venía en mi dirección con la cabeza en las nubes, ya que tampoco me había visto a mí. Me acerqué a él desde atrás y sigilosamente para que no advirtiera mi presencia y cuando vi que estábamos relativamente solos en aquel gran parque, lo abracé por la cintura fuertemente.

            Comenzó a patalear y a chillar, así que, le di un beso en la nuca y luego le susurré al oído:

            ―No temas. Soy yo.

            Inmediatamente dejó de moverse y una sonrisa de satisfacción apareció en mi rostro. Si solo con mi voz había conseguido aquello, KyuHyun iba a morder el polvo de una forma muy poco elegante.

            ―ChangMin hyung… ―llamó y cambié mi sonrisa por una encantadora antes de dejarlo que se girara para verme―. Me has asustado ―murmuró con un puchero.
           ―No era mi intención ―contesté lo más cálidamente que pude―. Solo quería darte una sorpresa.

            Él sonrió tímidamente, a la vez que sus mejillas se sonrojaron. Semanas atrás me habría parecido tierno, ahora sabía que debajo de esa faceta de niño inocente se escondía otra cosa mucho más oscura. Era un lobo feroz disfrazado con piel de cordero.

            Aunque mis pensamientos solo eran de venganza, intenté que no se me notara en el rostro ni en mi voz. Mis movimientos con él iban a ser los de una persona suave y delicada a la que le gustaba y que haría todo por él, aunque después me saliera urticaria por fingir ser dulce.

            ―¿Te gustaría que diéramos un paseo? ―pregunté.
            ―Oh… Yo… ―tartamudeó.
            ―Por favor ―pedí con aegyo. Si me estuviera viendo a mí mismo, seguramente estaría vomitando del asco que tenía que dar haciendo esas cosas.
            ―Está bien ―murmuró finalmente, así que le sonreí como si por eso me hubiera hecho el hombre más feliz de la Tierra.


POV KyuHyun

            La siguiente vez que pude coger por banda a TaeMin fue varios días después. Iba con una sonrisa pintada en su cara y me entraron ganas de borrársela a base de darle cabezazos contra una de las paredes de cemento de los edificios que nos rodeaban. Sin embargo, lo que hice fue acercarme a él con una sonrisa torcida.

            ―Buenos días, Taem ―lo saludé jovialmente, pasándole mi brazo por sus hombros.

            Él se encogió un poco, aunque no se apartó de mí. Eso me indicó que no quería rehuir de mi contacto, aunque yo no quisiera tocarlo mucho era lo que debía hacer. ChangMin iba a caerse estrepitosamente por la borda. Yo iba a ganar la apuesta.

            ―¿Qué te trae por aquí, hyung? ―me preguntó.
            ―Daba un paseo por el centro, quería comprarme algo de ropa ―contesté. Era una mentira tan grande como la casa de un rico, pero se me había ocurrido una idea―. ¿Vendrías conmigo? Necesito la opinión de un experto en moda.
            ―Oh… Pero yo no… ―comenzó. Seguro que se las iba a dar de persona que no sabía del tema, que él solo cogía lo primero que veía en el armario por las mañanas, pero ambos sabíamos que no era así y que la imagen que quería dar era muy distinta.
            ―Iba a llamar a ChangMin ―corté. Él se tensó y aquello me dio muy mala espina. ¿Acaso había avanzado más con él? Sacudí mi cabeza. No debía pensar en eso, tenía que enfocarme en ganar―. Pero tú te vistes mucho mejor que él, ¿qué me dices?

            TaeMin se mordió el labio inferior mientras decidía qué hacer. Durante unos minutos estuvo callado y eso me desesperaba, pero después, asintió lentamente y yo le sonreí.

            ―Iré contigo, hyung ―dijo.
            ―Perfecto ―comenté tomándolo del brazo para que no se me escapara―. Mi armario necesita una intensa remodelación.

            Me golpeé mentalmente por aquello. Iba a gastar bastante dinero solo por intentar avanzar un poco con aquel niñato y así ganar la maldita apuesta. Suspiré. Iba a hacerlo por el bien común y si gastaba demasiado le pediría algo de dinero a algunas personas de mi entorno, seguro que no me lo negaban.


POV TaeMin

            Seguía sin poderme creer lo que me estaba sucediendo. Les gustaba a dos chicos y ninguno de ellos era feo. Quizás no eran bellezas para presentarse a concursos o para que los cogieran como idols, pero no estaban nada mal y los tenía a ambos loquitos por mis huesos.

            Sonreí dejándome caer sobre mi cama. Ni en mis sueños había imaginado que algo así pudiera suceder.

            Ese era mi primer año en la universidad y jamás había pensado que iba a resultar así. Me había querido mostrar como alguien tranquilo, tímido e inocente que intentaba hacer amigos para poder ser alguien de provecho y ayudar a todo aquel que lo necesitara.

            Sin embargo todo era una fachada y parecía que nadie se había dado cuenta de ella.

            Quizás podría aprovechar la situación en la que me encontraba. No muchas veces en la vida sucedía que tenías a dos personas loquitas por ti a la vez y que harían lo que fuera por estar contigo y complacerte.

            Sonreí ampliamente. ChangMin y KyuHyun hyung iban a ser engañados por mí.


POV ChangMin

           Habíamos quedado para ir a la playa. Era verano, hacía calor y había que aprovechar el momento. Un gran grupo de personas alquilamos un bus y una casa para poder estar allí una semana y pasarlo de miedo. KyuHyun había venido y TaeMin también, así que iba a ser bastante interesante. Apenas quedaba un mes para que finalizaran nuestras vacaciones y en esa excursión moveríamos las fichas bastantes casillas.

            Sin embargo, las cosas nunca salen como se planean.

            Al día siguiente de llegar estuve intentando acercarme a TaeMin, pero KyuHyun lo había monopolizado completamente. Ambos estaban bajo una sombrilla para no estar expuestos al sol, tumbados en las toallas, jugando, tocándose, como si no hubiera nadie más allí que los pudiera ver.

            Aquello no podía estar pasando. A KyuHyun no le gustaba que lo tocaran más de lo debido, pero allí se encontraba, disfrutando de las caricias que el otro le proporcionaba.

            Un sentimiento malo se apoderó de mí y lo único que acerté a hacer fue entremeterme entre ellos para que dejaran de manosearse frente a mis narices.


POV KyuHyun

            Ese era el segundo día que estábamos en la playa y estaba decidido a aprovecharlo al máximo. Al día anterior ChangMin se había entrometido entre TaeMin y yo y no nos había dejado avanzar todo lo que debíamos. Estaba dispuesto a hacer de todo para conseguir la apuesta, pero si él no me dejaba no iba a ser capaz. Había jugado muy sucio.

            Cuando salí de la habitación en la que dormíamos apiñados todos los tíos que habíamos ido a aquel lugar me dirigí a la cocina para desayunar, encontrándome a ChangMin compartiendo parte de su desayuno con TaeMin.

            Eso no podía ser posible, la comida de ChangMin era de ChangMin y ni aunque estuvieras muerto de hambre conseguirías quitarle un bocado. Se convertía en un monstruo que daba bastante miedo si te acercabas con intenciones de tocar su comida.

            ¿Cuándo me habían cambiado a ChangMin que no me había dado cuenta?

            Una gran carcajada salió de los labios de mi amigo mientras le daba de comer con sus palillos a TaeMin y tuve un mal sentimiento. No podía dejar que aquello pasara, así que rápidamente entré a la cocina y me entrometí en lo que hacían.


POV ChangMin

            La semana que estuvimos en la playa debió haber sido genial, debió haber sido un tiempo en el que pasárselo bien antes de volver a la universidad, pero no lo fue. Durante toda la semana estuve pensando demasiado en cosas que no tenían ningún sentido.

            KyuHyun cada vez que estaba con TaeMin parecía convertirse en otra persona, parecía completamente enamorado de él y que la apuesta hacía tiempo que había quedado atrás para él. Me tendría que alegrar porque él era mi mejor amigo y ahora parecía haber encontrado al fin a alguien para no estar solo y no solo un rollo de una noche, pero no lo estaba.

            Me sentía mal. Mi pecho dolía cada vez que veía aquella sonrisa dirigida solo a TaeMin. No tenía sentido.


POV KyuHyun

            La semana que estuvimos en la playa debió haber sido genial, debió haber sido un tiempo en el que pasárselo bien antes de volver a la universidad, pero no lo fue. Durante toda la semana estuve pensando demasiado en cosas que no tenían ningún sentido.

            ChangMin cada vez que estaba con TaeMin parecía convertirse en otra persona, parecía completamente enamorado de él y que la apuesta hacía tiempo que había quedado atrás para él. Me tendría que alegrar porque él era mi mejor amigo y ahora parecía haber encontrado al fin a alguien para no estar solo y no solo un rollo de una noche, pero no lo estaba.

            Me sentía mal. Mi pecho dolía cada vez que veía aquella sonrisa dirigida solo a TaeMin. No tenía sentido.


POV TaeMin

            Tras la semana de la playa quedé con ChangMin y KyuHyun en ir a un bar para celebrar el último día de vacaciones. Había pasado una semana en la playa perfecta. Los dos se peleaban por mí y aquello no podía ser más perfecto.

            Entré al bar y los busqué entre la multitud, encontrándolos en la barra. Me acerqué a ellos con una sonrisa y me senté en el taburete que habían dejado libre entre ellos.

            ―Ahh ―suspiré para hacerles notar mi presencia―. El verano se acaba.

            Los dos chicos se giraron hacia mí y conectaron sus miradas unos momentos antes de sonreírme de forma cansada.

            ―¿Pasa algo? ―pregunté al ver que no tenían ánimos de nada.
            ―Creo que ha pasado el suficiente tiempo, Taem ―comenzó ChangMin.
            ―Así que esperamos que esta noche puedas elegir entre uno de los dos ―continuó KyuHyun.

            Abrí los ojos como platos al escuchar lo que me estaban pidiendo. No podía ser. ¿Querían que eligiera a uno de los dos? Pero yo no quería elegir, quería quedarme con los dos. Miré a uno y luego al otro, pero parecían muy serios con aquello.

            Pasé algunos minutos debatiéndome internamente hasta que de repente una carcajada se dejó escuchar entre el barullo del bar. KyuHyun comenzaba a reírse como si fuera un demente después y segundos después lo seguía ChangMin.

            ―¿Qué está pasando aquí? ―pregunté―. ¿Por qué os reís? No puedo elegir a ninguno, me gustáis los dos.

            Las risas se hicieron todavía más escandalosas y los dos chicos a mi lado parecían hienas en celo.

            ―Ay, Taem, ¿no me digas que te habías creído que ambos íbamos tras de ti? ―preguntó KyuHyun agarrándose el estómago.
            ―Seguro que se lo ha creído ―comentó ChangMin y ambos chocaron sus manos delante de mis narices.
            ―Qué bueno, y decía que jamás le íbamos a gustar ―siguió el otro.
            ―Le hemos dado una buena lección.
            Puse morritos enfadado. ¿Todo aquello había sido una maldita broma? No podía ser.
            ―Seréis hijos de puta ―dije alzando la voz―. ¿Por qué me habéis hecho esto?
            ―Para que dejaras la fachada de niño bueno atrás ―contestó ChangMin.
            ―Y porque dijiste que jamás saldrías con nosotros continuó KyuHyun.

            Los miré mal y me levanté del taburete en el que estaba sentado. Habían sido unos cabrones. Pero claro, ir ocultándole al mundo mi verdadera cara traía malas consecuencias.

            ―¿Sabéis qué? ―dije llamando su atención―. Deberíais dejar de molestar a los demás con esos temas y daros cuenta de que en realidad estáis enamorados el uno del otro.

            Me miraron sorprendidos y luego cruzaron miradas que durante un segundo parecieron esperanzadas, pero luego ambos negaron a la vez, como si dieran por imposible aquello. Suspiré cansado y me alejé de ellos.

            ―Ojalá algún día acepten sus sentimientos ―murmuré para mí mismo antes de salir del bar.


jueves, 27 de febrero de 2014

Te Quedarás Calvo

Te Quedarás Calvo

            ―Te vas a quedar calvo ―fue lo primero que escuchó ByungHun al entrar por la puerta del apartamento que compartía con otras cinco personas más. Acababa de llegar de la peluquería en la que le habían puesto un tinte fucsia para el siguiente comeback.

            Quien le había dicho aquello era ChanHee y él era quien menos voz y voto tenía. El día anterior había aparecido con el pelo de rubio ceniza.

            ―Tú también, ChanHee ―replicó antes de adentrarse en el baño para mirarse en el espejo.

            No estaba tan mal. El rosa le quedaba bien y desde que habían hecho las promociones de Supa Luv había querido usarlo de nuevo, sin embargo, los conceptos no lo habían permitido. El chico sonrió y se pasó las manos por el pelo. Le daba igual lo que ChanHee le dijera, él también se quedaría calvo, como todos los idols del momento como siguieran con aquel ritmo.

            Quizás para después de ese comeback pidiera que se lo dejaran color natural. Llevaba mucho tiempo sin verse con su pelo negro, el rubio ya era algo a lo que se había acostumbrado en su vida.

            ―¿Estás llorando? ―preguntó la voz de ChanHee al otro lado de la puerta del baño.
            ―¿Por qué tendría que estar haciéndolo?
            ―Porque después de que te he dicho que te iba a quedar calvo has venido al baño ―explicó―. Supongo que la escena más común es encontrarse al encerrado llorando en el suelo, llevándose las manos a la cabeza y orando para que su pelo no se cayese.

            ByungHun ahogó una risa y luego abrió la puerta del baño.

            ―Entonces te dejo vía libre para que llores ―comentó con un deje burlón más parecido al que utilizaba el mayor que al suyo propio, pero que consiguió el efecto que deseaba. ChanHee hizo un mohín y se fue de su lado muy digno.

            ByungHun sabía que cuando tuvieran un rato a solas, el mayor se lo iba a hacer pagar… Pero no le importaba.


miércoles, 26 de febrero de 2014

Hello Baby

Hello Baby

            Cuando en la puerta de su casa aparecieron JungShin y MinHyuk con el bebé que acababan de darles en adopción, JongHyun y YongHwa supieron que aquello iba a hacer que su vida diera un giro de ciento ochenta grados.

            Los padres de MinHyuk habían ido a visitarlo y no podían enterarse de que tenía un novio y que encima habían adoptado un niño, por este motivo y, durante el tiempo que el chico tuviera a sus padres en la casa, el bebé se quedaría con ellos.

            Al principio ninguno de los dos sabía qué hacer y el niño se pasaba las veinticuatro horas del día llorando, pero lentamente, comenzaron a comprender (más o menos) cuáles eran las necesidades del pequeño. A la semana ya parecían entenderse a las mil maravillas.

            YongHwa y JongHyun comenzaron a encariñarse con el niño de una forma que nunca hubieran creído posible. Los niños no se le daban especialmente bien a ninguno de ellos, por lo que jamás habían pensado en tener a un pequeño diablillo en la gran casa que compartían.

            Después de dos semanas, MinHyuk y JungShin aparecieron de nuevo en su puerta para recoger a su pequeño y los chicos lo dejaron ir con un pinchazo en el pecho ya que echarían de menos todo lo que habían pasado con aquel niño.

            ―¿Qué te parece si adoptásemos? ―preguntó JongHyun abrazando por la cintura a su chico y dejando y pequeño beso en su nuca mientras veían montarse en el coche a la familia.
            ―Me parece una gran idea ―murmuró girándose hacia el otro con una gran sonrisa antes de besarlo suavemente.

            La próxima vez que le dieran la bienvenida a un bebé sería a su propio bebé y no al de nadie más.




Nothing Matters

Capítulo 9
Lo Siento


            A la mañana siguiente, ShiXun se levantó al alba y tras darme un intenso beso de despedida, se fue, dejándome solo durante una semana. Me arropé con las sábanas, aun cuando hacía calor e intenté quedarme dormido de nuevo. Durante lo que me parecieron horas tuve los ojos abiertos como un búho, me había acostumbrado a abrazarlo o a que me abrazara mientras dormía, pero finalmente, el cansancio por haber pasado la noche en vela jugando con mi chico, me pasó factura y me quedé profundamente dormido.

            Cuando volví a despertar fue porque sentí unos labios sobre los míos, besándome dulcemente. Sonreí porque finalmente ShiXun no se había ido y devolví el beso sin siquiera abrir los ojos. Mi chico metió su lengua en mi boca y comenzó un beso más demandante que me dejó sin respiración. Cuando nos separamos para tomar aire, no pude evitar susurrar su nombre.

            ―Mmm… ShiXun…

            En ese instante los labios volvieron a chocar contra los míos, pero esta vez de una forma demasiado brusca, indicándome que no era la persona que yo pensaba. Rápidamente abrí mis ojos, confirmando mis sospechas de que no era mi chico quien me besaba, sino YiFan.

            Llevé mis manos hasta su pecho y comencé a empujarlo para que se apartara de mí, pero justo antes de conseguirlo, me mordió el labio inferior fuertemente, haciéndome chillar por el dolor. Me revolví en la cama para quitármelo de encima hasta que lo hice caer al suelo.

            ―¿Qué pretendes? ―pregunté, notando el sabor metálico de la sangre en mi boca. Su mordisco me había hecho una herida que tardaría en sanar.
            ―Ya te lo dije ―contestó desde el suelo―. Haré que te vuelvas a dar cuenta de que soy yo a quien quieres y aprovecharé esta semana en la que no está el niñato ese para hacerlo.
            ―Fuera de mi habitación ―siseé, mirándolo con rabia.
            ―Como quieras… pero dentro de poco suplicarás para que me quede en ella ―dijo levantándose y saliendo de la habitación.

            En cuanto la puerta se cerró, volví a embutirme en las sábanas, escondiendo mi rostro sonrojado entre ellas. Le había dicho aquello a YiFan, pero no estaba tan seguro de que no fuera a ser como él decía. Me gustaba muchísimo ShiXun y cuando estaba a mi lado todo desaparecía, pero cada vez que mi primo me atacaba de aquella manera me sentía como si estuviera vivo.

            ―¡Arhg! ―grité frustrado, peleándome con las sábanas, aunque ellas no tenían culpa de nada. La culpa la tenía yo por ser un tonto que no tenía nada claro, ni siquiera mis sentimientos.

            Cuando volví a despertar, esta vez por mí mismo, me levanté lentamente de la cama, con la cabeza dándome vueltas. Lo que YiFan había hecho antes era demasiado para mí. No sabía qué hacer. Apenas se había ido ShiXun y ya había pasado aquello. En una semana sería algo que no podría aguantar. Solo quedaban tres semanas para que se acabase ese verano, pero se me iban a hacer eternas.

           Fui al baño y me di una ducha de agua fría, para aclarar un poco mis ideas y despertarme. Al salir, me coloqué cualquier cosa que encontré por mi habitación y luego me dirigí a la cocina. Cuando entré al lugar, miré el reloj y me asusté, ya era mediodía y quedaba poco para el almuerzo, por lo que no merecía la pena desayunar.

            Bostecé, llevándome una mano a la boca. En ese momento, me di cuenta de que había una nota pegada al frigorífico, con la letra de mi primo YiXing en ella.

            “Hemos ido al centro para comprarle un regalo a mamá por su cumpleaños. No sé cuándo volveremos. La abuela te ha dejado algo de comer para cuando te despiertes, Bella Durmiente.”

            ―¿Bella Durmiente? ―susurró LuHan―. Yo no soy ninguna chica para que me diga eso.
            ―No eres ninguna chica, pero cuando duermes eres precioso.

            Al escuchar aquello, me giré rápidamente, encontrándome a YiFan dejado caer sobre el marco de la puerta, de brazos cruzados y dedicándome una sonrisa que haría a muchos ángeles caer del cielo. Parpadeé un par de veces ya que no lo esperaba allí y luego fruncí el ceño.

            ―¿No te has ido con los demás? ―pregunté.
            ―No me interesa pasar el día con ellos de compras. Nunca me han gustado las compras ―contestó.
            ―Genial… ―murmuré―. Simplemente genial.
            ―Perdóname por ser tan brusco estos días ―lo escuché decir―. Si sigo así nunca te recuperaré y eso es lo que más quiero.
            ―No me vas a… ―comencé, pero él no me dejó terminar, interrumpiéndome.
            ―He pensado que lo mejor es no forzarte a nada. Si no ocurre este verano, ocurrirá al siguiente, no debo tener prisas en esto ―dijo―. Por ahora, lo único que me gustaría es que volviéramos por lo menos a hablarnos cómodamente y a estar en una habitación juntos sin que nuestras miradas se desvíen de un lado a otro para evitarnos.
            ―YiFan…
            ―Sé que ahora estás con ShiXun y que estás feliz. Si le cuentas lo de los besos, asumiré toda la responsabilidad.
            ―¿Cómo le voy a contar que nos besamos? Somos primos ―YiFan suspiró.
            ―Agradecería mucho que no nombraras que somos primos cuando estemos juntos.
            ―¿Por qué?
            ―Solo no lo hagas.
            ―Está bien.
            ―Entonces… ¿podemos intentar llevarnos bien?

            Durante unos minutos no dije nada. Después de que durante los días anteriores, e incluso aquella mañana, estuviera buscando a toda costa recuperarme no parecía muy creíble su propuesta. Podía haber recapacitado, aunque cuando estábamos en la cama, horas antes, parecía muy seguro de sí mismo.

            ―¿Por qué dices esto ahora, después de todo lo que ha pasado?
            ―Podría decirse que tu amigo MinShuo me ha dejado algunas cosas claras ―contestó.
            ―¿Qué te ha dicho?
            ―Que te deje en paz o voy a saber lo que es no poder moverme en una semana.
            ―Me suena a él ―murmuré.
            ―Y se le hincharon las mejillas cuando lo dijo ―comentó.
            ―Bien.
            ―Entonces… ¿te parece bien?
            ―Podemos intentar llevarnos bien ―dije finalmente.
            ―Gracias.


            Cuando los abuelos regresaron con YiXing y MinShuo, le pregunté a mi amigo sobre la conversación y me confirmó lo que YiFan me había dicho. Lo había pillado saliendo de mi habitación aquella mañana y le había dado una charla para que dejara de acercarse a mí con aquellas intenciones.


            Aquella noche, salí de mi habitación y fui al salón, guiado por el ruido de la televisión. Mis dos primos y MinShuo veían una película bastante sangrienta en la que salía un tipo coreano llamado Rain. Por la tarde me habían contado que la iban a ver, pero se me había olvidado completamente.

            Lentamente me acerqué hasta el sofá que ocupaba YiFan, ya que en el otro estaba la parejita muy acaramelada y me senté lo más lejos que pude de mi primo. Cuando se dio cuenta de mi presencia me sonrió y me tendió la manta que él tenía sobre sus piernas. Por el día hacía un calor insoportable, pero por la noche refrescaba e incluso a veces hacía algo de frío, por lo que acepté la manta de buena gana.

            Sin embargo, al notar que él se quedaba sin manta, me tensé y estuve pensando en entregársela de nuevo.

            Durante unos minutos, estuve observando en silencio su perfil, ya que estaba concentrado en la pantalla ante sus ojos y no se daba cuenta de mi penetrante mirada. Era bastante guapo, eso no podía negarlo, de hecho, si él quisiera, podía tener a cualquiera. Debía haber roto muchos corazones en Canadá los años que estuvo viviendo allí.

            Negué con la cabeza, ya que no podía estar pensando en aquello, pero llamé así su atención. Bajo su mirada inquisitiva sonreí y tímidamente me acerqué a él para que compartiéramos la manta.

            ―Gracias ―susurró.


            Estaba sentado en el sillón que ocupaba mi abuelo cuando leía el periódico, buscando la mejor luz natural para poder leer el nuevo libro de Murakami, que MinShuo me había regalado para mi anterior cumpleaños. No me gustaba mucho leer, pero como había sido un regalo, debía por lo menos mostrar interés por él. Ya que los meses anteriores no había podido leerlo, pensé que esta sería una buena manera de pasar la semana sin ShiXun y así no tener que evitar directamente a YiFan, aunque ya habíamos hablado de que no deberíamos evitarnos, me era imposible por el momento.

            Cuando estaba en mitad del capítulo doce, alguien entró al salón y me distrajo completamente de mi lectura, ya que se colocó ante mi fuente de luz. Alcé mi vista del libro, encontrándome a mi primo YiXing al hacerlo.

            ―¿Qué quieres? ―pregunté de mala gana.
            ―Necesito tu ayuda.
            ―¿Para qué?
            ―Para que me ayudes a encontrar a Fan ―contestó.
            ―¿Por qué?
            ―Necesito que alguien que mida dos metros busque en lo alto de mi armario algunas cosas.
            ―¿Y por qué no te subes a algún lado para llegar?
            ―Eso estaba haciendo, pero me ha visto la abuela y me ha hecho bajar de allí porque fuera a hacerme daño ―dirigí mi mirada hacia la puerta, encontrándome a mi abuela allí.
            ―Se había subido a la silla de ruedas de su escritorio y se podía haber matado ―dijo ella.
            ―Siempre hago eso y nunca me ha pasado nada ―replicó YiXing.
            ―Pues algún día te pasará y te abrirás la cabeza.
            ―¡Abuela! ―protestó.
            ―Ni abuela, ni leches. Busca a tu primo, que su altura tiene que servir para algo ―sentenció justo antes de desaparecer.
            ―¿Ves por qué necesito tu ayuda? ―dijo mi primo dirigiéndose de nuevo a mí.
            ―Para buscar a Fan no necesitas mi ayuda.
            ―Claro que la necesito. No está en casa y no se ha llevado el móvil.
            ―Está bien ―dije tras suspirar.
            ―Gracias.

            Dejé mi libro sobre el sillón, doblando la página por la que me había quedado para seguir leyendo más tarde y fui a mi cuarto para coger las llaves de casa y el móvil y ponerme algo más decente que lo que llevaba para estar en casa. Luego salí y me dispuse a buscar a mi primo por los alrededores.

            Durante lo que me pareció una eternidad, aunque realmente fue una media hora, no pude hallar ni rastro de él, pero cuando estaba a punto de dejarlo y volver a mi mullido sillón para continuar con la historia, lo vi jugando con un gato en una esquina.

            Sonreí tristemente al notar que el gato había sido abandonado, ya que estaba metido en una caja de cartón, pero mi corazón comenzó a latir rápidamente, porque había olvidado completamente aquella faceta tierna de él. Lentamente me acerqué y le puse una mano en el hombro para llamar su atención. Giró su rostro rápidamente y me miró a los ojos, esbozando una pequeña sonrisa.

            ―¿Qué te trae por aquí? ―preguntó.
            ―YiXing necesita tu altura para que le cojas algo de su armario ―contesté.
            ―¿No puede subirse a algo?
            ―La abuela se lo ha prohibido totalmente.
            ―Mierda ―murmuró―. Bueno, tendré que dejarte, pequeño Chen, ya nos veremos ―dijo soltando al gato negro.
            ―Creo que si te lo llevas a ZiTao le darás una alegría ―murmuré.
            ―Pero… ¿la abuela no pondrá pegas?
            ―Solo lo tendrá en casa dos semanas, además, ya le has puesto nombre…
            ―Está bien ―dijo cogiendo al gato de la caja―. Nos lo llevamos.

            Durante todo el trayecto de vuelta a casa estuvimos jugando con el gato, haciéndole carantoñas y también rabiar. Era una bolita de pelo, apenas tendría unos meses. No entendía cómo la gente podía haberlo abandonado. Al llegar, metimos al gato en su habitación y buscamos a YiXing por toda la casa, pero no lo encontramos, así que le mandé un kakao para que me dijera qué era aquello que necesitaba encontrar.

Ya he dado con Fan, ¿qué necesitabas?
Una caja de condones que escondí al empezar a salir con MinShuo.

            Abrí los ojos como platos al tener su respuesta y le enseñé la pantalla a YiFan, que me miraba curioso.

            ―Wow… nuestro primo no pierde el tiempo ―comentó, poniéndose  a buscar en lo alto del armario―. La veo ―dijo―, pero está fuera de mi alcance, ¿te importaría echarme una mano?
            ―¿Qué tipo de mano?
            ―Yo te sujeto y tú agarras la caja. Me falta medio metro para llegar, no sé cómo XingXing pudo meterla tan al fondo.

            Tosí por el doble sentido que podían tener aquellas palabras y enrojecí levemente, antes de colocarme ante él, para que pudiera alzarme hasta tener la altura suficiente para poder alcanzar aquel maldito objeto.

            Cuando sentí sus manos a cada lado de mi cintura, mi corazón comenzó a latir fuertemente y empecé a tener calor. Su cuerpo estaba demasiado cerca del mío y me quemaba. Alzó mi cuerpo como si fuera una pluma y poco después, me encontré viendo el contenido del altillo del armario de mi primo. Algunas mantas y juguetes de cuando era pequeño era lo que abundaban, pero la caja de condones también estaba allí. Estiré mi brazo y la agarré.

            ―Ya la tengo ―anuncié y sentí cómo YiFan tiraba de mí hacia abajo.

            Me di un golpe en la cabeza contra la parte superior del armario al salir de aquel hueco y chillé de dolor. YiFan me bajó rápidamente al suelo, asustado por mi grito, pero cuando puse mis pies en el parqué, mi cabeza comenzó a dar vueltas y mis piernas no me sostuvieron. Cuando pude tener conciencia de mí mismo nuevamente, me encontré tumbado sobre YiFan y este me miraba de una forma que no me gustaba nada.

            ―Yo… lo siento ―murmuré.

            Sin embargo no me dio tiempo a decir nada más, ya que en ese momento, sentí sus labios sobre los míos. Al principio no pude hacer nada más que quedarme quieto, pero lentamente, no pude evitar responder aquel beso.

            Sus labios se movían contra los míos suavemente, como aquella mañana de hacía ya un par de días. Eran dulces y hacían que perdiera todo el juicio que pudiera tener en aquellos momentos. Su lengua se introdujo en mi boca lentamente y comenzó a explorar cada rincón a su paso, dejándome sin aliento.

            Cuando se separó de mí para dejarme respirar, en contra de lo que debería haber hecho, rápidamente, tomé sus labios entre los míos y le devolví el beso.

            Me había vuelto loco, no había otra explicación para aquella reacción.

            Sin embargo, sentía que mi corazón iba a explotar por aquel beso y me asusté, porque nunca tenía aquella reacción cuando ShiXun me besaba, solo me pasaba cuando era YiFan quien lo hacía.

            “Lo siento, ShiXun” pensé.