Mostrando entradas con la etiqueta Las crónicas de Narnia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Las crónicas de Narnia. Mostrar todas las entradas

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Kisses in the Darkness

Título: Kisses in the Darkness
Pareja: Peter x Caspian X
Clasificación: PG–13
Géneros: romance, slash
Número de palabras: 3.024 palabras
Resumen: dos reyes de un mismo trono están condenados a odiarse o a intentar cooperar por el bien de los narnianos… pero también existe otra opción…
Notas: basado en la novela ‘Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian’ del genial C.S. Lewis. Los personajes de esta historia no me pertenecen, solo los tomo prestados para dejar volar mi imaginación.
Comentario de autora: juro que no sé por qué lo he hecho, un instante estaba viendo ‘Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian’ y al siguiente ya había escrito el comienzo de esta historia. Es el primer fic de un libro / película que hago, así que I’m nervious por la acogida. Espero que os guste <3





Kisses in the Darkness


            —Con el debido respeto, Peter —comenzó Caspian cuando todos se hubieron ido del lugar—. Es una maldita locura. Aquí estamos a salvo, ¿por qué atacar el castillo?
            —Ya lo he dicho —respondí, cansado. Acabábamos de llegar, ni siquiera habíamos tenido un momento de respiro, pero teníamos que encargarnos de aquello porque ese proyecto de príncipe no sabía lo que era una guerra—. Tenemos la ventaja del factor sorpresa y, además, la mayoría de sus tropas están construyendo un puente para pasar por el río en el vado, para cruzar y llegar hasta nosotros. En cuanto lo hagan, aquí no habrá escapatoria posible.
            —Pero eso costará vidas —replicó.
            —Crece, Caspian —dije, encarándome a él—. Esto es la guerra y en la guerra se sufren bajas.

            Comencé a retirarme, pero de repente sentí una mano en mi brazo que tiró de mí con fuerza hasta que me hizo chocar de espaldas contra la pared más cercana. Caspian se colocó ante mí, imponente y no me dejó escapatoria, colocando sus brazos a cada lado de mi cabeza, apretando mis hombros contra la pared.

            —He estado a su mando desde hace semanas —comenzó—. He cuidado que no nos encontráramos con telmarinos para que no supieran de su existencia y los he protegido de cualquier peligro —me miró fijamente—. Ahora no puedes llegar y simplemente enviarlos a una muerte segura.
            —Eres quien los está enviando a una muerte segura dejándolos en esta tumba —dije—, en cuanto los telmarinos crucen el río no habrá escapatoria y los narnianos serán masacrados en este lugar porque no hay salida.
            —Hay miles de pasadizos por aquí, alguno de ellos tendrá que ser una salida…
          —¿Y mientras los buscas qué? ¿Dejamos que los telmarinos lleguen hasta aquí y nos masacren?
            —Oh, ¡cállate!
            —Soy el Sumo Monarca Peter, rey de todos los reyes pasados y futuros de Narnia no puedes ordenarme absolutamente na…

            Mis palabras fueron acalladas repentinamente por unos labios suaves que chocaron contra los míos. Me quedé petrificado hasta que la presión dejó de ser ejercida y miré a Caspian de la misma forma en la que él me estaba mirando, reflejando mi miedo y mi confusión porque mi corazón había comenzado a acelerarse.

            Antes de que pudiera decir nada más, Caspian se alejó de mí y salió del lugar.

♖♖♖

            —¿Cómo ha ido? —preguntó Lucy llegando hasta nosotros, saliendo del Altozano.
            —Pregúntale a él —respondí, señalando a Caspian con rencor mientras echaba a andar.
            —¿A mí? ¿Por qué?
            —Porque si te hubieras ceñido al plan nada de esto habría pasado —respondí, mirándolo con odio—. ¡Simplemente tenías que ir a abrir la maldita puerta! —comencé a alejarme de él —.Eres como todos los telmarinos, como Miraz, como tu padre.
            —¡Eh! —llamó y yo me giré, a la vez que sacaba la espada, él hizo lo mismo con la suya y las cruzamos, mirándonos con odio.
           
            Necesitaba una buena pelea con él. Necesitaba dejar las cosas claras. Necesitaba hacerle pagar por lo del beso. Sin embargo, cuando nuestras espadas chocaron, la voz de Edmund nos detuvo.

            —¿Queréis dejar eso? —me giré y pude ver cómo cargaba en sus brazos a Trumpkin, que no parecía encontrarse en muy buen estado.

            Rápidamente, Lucy fue hasta él, sacando la botellita mágica que le había regalado Santa Claus para curarlo. Caspian retiró su espada y, después de dirigirme una mirada de odio, se adentró en el Altozano.

♖♖♖

            Susan fue la última en abandonar el lugar después de mirarnos. Sus ojos azules mostraban claramente su decepción. Habíamos estado a punto de ceder ante los deseos de la Bruja Blanca, habíamos estado a punto de echarlo todo por la borda, de dejar en las manos del mal el futuro de los narnianos, el futuro por el cual luchábamos.

            Escuché un suspiro a mi lado y giré mi cabeza hacia la derecha. El príncipe Caspian se encontraba allí, confuso, enfadado consigo mismo y triste por haber decepcionado a todo el mundo, igual que me sentía yo.

            —Lo siento murmuré. Después de todo, no somos tan diferentes.

            Él me miró y sonrió triste.
            —No, después de todo, no lo somos esbozó una pequeña sonrisa. Yo también lo siento.

            Asentí, aceptando sus disculpas y luego caminé hacia la mesa de piedra, aquella en la que Aslan había muerto y luego resucitado para ayudarnos tanto tiempo atrás a luchar contra el poder maligno que ahora habíamos estado a punto de despertar. Toqué con las yemas de mis dedos la fría piedra y sentí un escalofrío.

            —Lo siento volví a decir. Siento no haber seguido creyendo en ti, Aslan…
            —¿Cómo es? dijo la voz de Caspian justo detrás de mí.
            —¿Quién? pregunté confuso.
            —Aslan me tomé un poco de tiempo para contestar.
            —No puedo describirlo… no encuentro las palabras para hacerlo… recibí una pequeña sonrisa del chico ante mí.
            —Entonces tendré que esperar a verlo con mis propios ojos.

            Comenzó a alejarse de mí, pero lo detuve, agarrándolo por el brazo. Se giró y me miró a los ojos, haciendo una pregunta muda sobre mi acción. No sabía por qué lo había sujetado, pero ahora que estábamos solos había recordado el momento en el que nos habíamos besado, solo unos días antes y había sentido que debíamos hablar de ello.

            —¿Lo que pasó el otro día…? —comencé.
            —Sería mejor que lo olvidásemos —respondió con demasiada rapidez antes de soltarse de mi agarre y encaminarse hacia la salida. Me mordí el labio inferior y miré el relieve de Aslan en la roca sin entender por qué había sentido cómo si me acabaran de atravesar mi corazón con una espada y la estuvieran retorciendo para hacer más daño.

♖♖♖

            Estábamos entrenando para la batalla que se avecinaba. Habíamos dispuesto que la pradera que se extendía delante del Altozano de Aslan fuera una especie de campo de entrenamiento bastante bien equipado gracias a las armas que les habíamos robado a los telmarinos. Todos los narnianos que no sabían luchar estaban allí, aprendiendo.

            Yo, por mi parte, entrené un poco con la espada con mi hermano Edmund, el mejor espadachín que hubo, hay y habrá en Narnia y más tarde, fui hacia la zona de tiro, dónde Susan se encontraba bastante ocupada enseñando cómo manejar el arco a algunos de los enanos. Todavía se me hacía raro ver a los enanos de nuestra parte, más después de lo que había pasado con Nikabrik. Sin embargo, toda ayuda era poca en la guerra contra los telmarinos.

            Cogí una de las ballestas y coloqué la flecha, después, intenté acertar a una de las dianas, pero fallé estrepitosamente.

            —¿Necesitas ayuda? —preguntó una voz a mis espaldas y me giré rápidamente, descubriendo a Caspian con una sonrisa socarrona.
            —Puedo perfectamente —coloqué otra flecha y la lancé, fallando de nuevo.
            —Yo diría que necesitas mi ayuda —lo volví a mirar.
            —A ver cómo lo haces tú.

            Caspian se acercó a mí y tomó de entre mis manos la ballesta que sujetaba, después, colocó una flecha en ella, apuntó y disparó, dando justo en el centro de la diana a la que yo no había podido siquiera acercarme. Él me sonrió triunfante y, a regañadientes, tuve que aceptar su ayuda. Me tendió de nuevo la ballesta, y me hizo sujetarla de la misma forma en la que lo había hecho él, luego, se puso detrás de mí, agarrando con una de sus manos mi cintura y con la otra dirigiendo la ballesta para apuntar correctamente. Hacía mucho calor en aquel lugar, aunque antes no me había dado cuenta.

            —Ahora, dispara —susurró en mi oído y yo hice lo que me dijo. La flecha dio en el blanco, justo en el centro.

            Me giré sonriendo y… no, jamás, no le iba a decir gracias por haberme ayudado. Me libró de la incomodidad de aquel momento un fauno que llegaba corriendo al lugar en el que ambos nos encontrábamos.

            —Su Majestad —dijo—. Los vigilantes han visto a un telmarino en los límites del bosque.

            No hizo falta que dijera nada más. Solté la ballesta en el suelo y recogí mi espada antes de salir corriendo hacia el bosque. Escuchaba cómo detrás de mí alguien corría para servirme de apoyo y pensé que debía ser Edmund, quien estaba cerca cuando el fauno llegó. Me sentía más seguro teniendo a mi hermano allí.

            Llegué al bosque y vi cómo el telmarino intentaba escapar, así que aceleré hasta llegar hasta él y me lancé contra él para derribarlo. Comenzamos a luchar y rodamos por el suelo, quedando a veces uno encima y a veces otro. Lancé un par de puñetazos y recibí otros. Intenté dejarlo inconsciente, pero el telmarino sabía luchar bien. De nuevo quedó encima de mí y me inmovilizó, sacando una daga y clavándola en mi brazo. Aullé de dolor.

            En ese momento, alguien atravesó el pecho del telamrino con una espada y este cayó sobre mí, muerto. Me lo quité de encima con el brazo que tenía libre y luego saqué la daga del otro, reprimiendo un quejido.

            —¿Estás bien? —preguntó la voz de Caspian y maldije por haber mostrado esa imagen tan desastrosa ante él. Era el Sumo Monarca, tenía que tener un poco de reputación.
            —Perfectamente —respondí, levantándome del suelo, rechazando la mano que me tendía para ayudarme. Caspian me ignoró y se acercó para mirar la herida de mi brazo.
            —Es pequeña, pero profunda —sentenció.
            —No me había dado cuenta —ironicé.
            —Deberías dejar que Lucy utilizara su brebaje.
            —Habrá más gente cuando acabe esta guerra que lo necesite más que yo, así que no —respondí—. Lu debe guardar ese líquido.
            —Entonces deja que yo te cure.
            —Volvamos al Altozano.

♖♖♖

            Ese día había decidido ayudar a luchar a un par de faunos que no tenían ni idea de cómo se sujetaba una espada. Eran criaturas pacíficas, así que les costaba mucho esfuerzo esto. Hice un movimiento, demostrándoles que era fácil y sentí un pinchazo en el brazo en el que el telmarino me había alcanzado. Puse una mueca de dolor, pero rápidamente volví al trabajo. No podía dejar que una cosa como aquella me importunara.

            Después de acabar el entrenamiento, me dirigí al Altozano de Aslan, donde habían habilitado una serie de espacios como dormitorios. Todos los narnianos dormían en el subsuelo, y aunque nosotros nos hubiéramos quejado por no poder dormir con ellos, nos habían mandado lejos de allí porque éramos los reyes y reinas de Narnia. Me senté en lo que era mi cama y comencé a mirar la herida de mi brazo, no tenía muy buena pinta.

            —Parece infectada —alcé mi cabeza al escuchar aquella voz—. Si sigue así perderás el brazo.
            —Vete.
            —Déjame curarte.
            —Fuera.

            Ignorando mis palabras, Caspian se acercó a mi cama y se sentó a mi lado, dejando una serie de cosas para curarme desperdigados por allí. Intenté alejarme de él, pero tomó mi brazo fuertemente y no me dejó escapatoria posible. Me echó un líquido que escocía en la herida y apreté los dientes, inmediatamente, él comenzó a soplar sobre la herida y el picor desapareció.

            Ahora que lo tenía tan cerca y me fijaba bien, Caspian era atractivo. Sus ojos y pelo oscuro contrastaban terriblemente conmigo, pero eso lo hacía muy guapo. Abrí mis ojos desmesuradamente, asustado por mis pensamientos y negué en mi mente. No me podía parecer atractivo, era imposible, para nada.

            —Siento haberte besado el otro día —murmuró—. Y también siento haberte cortado de aquella forma cuando quisiste hablar del tema. Estaba asustado.
            —¿De qué hablas? ¿No decías que lo olvidáramos?
            —Sí —el chico tragó saliva—, pero por más que lo he intentado no dejo de pensar en ello y tampoco dejo de pensar en que quiero volver a besarte.
            —Caspian —murmuré y él me miró a los ojos, desarmándome.
            —Peter… no sé qué es lo que me pasa… pero desde que te besé siento que me falta algo —mientras hablaba, se había ido acercando a mi rostro y las últimas palabras las había susurrado contra mis labios—. Siento que me faltas tú —murmuró antes de besarme de nuevo, beso que correspondí esta vez, gustoso de poder probar aquellos labios.

♖♖♖

            Eran cientos los pasadizos que recorrían el Altozano de Aslan tanto por arriba como por abajo. La antorcha que Caspian portaba a un par de metros por delante de mí era nuestra única guía y luz, así que, solo esperaba que el príncipe supiera exactamente dónde me llevaba o acabaríamos perdidos dentro del Altozano.

            De repente, él se detuvo y se giró hacia mí, con una sonrisa en su rostro.

         —Hemos llegado —dijo.
            —¿Dónde? Aquí no hay nada ni nadie —le respondí, mirando a mi alrededor.
            —Es por eso que te traje aquí —dejó la antorcha sobre uno de los soportes que había en el pasadizo y se acercó a mí, acorralándome contra la pared—. Si hay gente, no podemos hacer esto, Peter —susurró contra mis labios antes de besarme.

♖♖♖

            —Me niego a dejarlas ir solas al bosque cuando las tropas de Miraz están en las puertas del Altozano de Aslan Caspian se acercó a mí una vez todos abandonaron la sala para decirme aquellas palabras.
            —No nos queda otra opción, Caspian le contesté, mirándolo a sus ojos oscuros. Lo sabes tan bien como yo. Solo Lucy es capaz de hacer que Aslan nos ayude y, además, Susan va con ella.
            —Son tus hermanas… ¿no temes que les ocurra algo?
            —No, no tengo miedo porque son mis hermanas respondí sinceramente, mirando el relieve de Aslan que había tallado en la roca. Susan es excepcional con el arco y Aslan no dejará que a Lucy le ocurra nada malo volví mi vista hacia el príncipe. Además, ya he enviado a Edmund con el reto a Miraz, no puedo echarme atrás, soy el Sumo Monarca Peter y no puedo dejar que en los anales de la historia de Narnia se me recuerde como a un cobarde Caspian me sonreía, pero no se veía muy convencido. Estarán bien, confía en mí.
            —Confío en ti murmuró, acercándose para darme un abrazo. Ten cuidado con Miraz, a pesar de ser algo mayor y tener menos fuerza que tú, puede utilizar algunas técnicas no demasiado legales, así que no dejes que te haga daño se separó de mí, mordiéndose el labio inferior y mirándome a los ojos unos segundos antes de cruzar la distancia que separaba nuestros labios para besarme levemente. Ten mucho cuidado, por favor.

            Y tras decir esto, se alejó de mí.

♖♖♖

            Los soldados telmarinos dejaron las armas una vez el usurpador Miraz fue derrotado y los narnianos fueron los vencedores de aquella contienda. Por fin podíamos relajarnos, por fin había acabado todo.

            Se organizó una celebración a las orillas del paso de Berona, donde estaba montado el campamento telmarino. Diversas fogatas estaban encendidas y alrededor de una de ellas nos encontrábamos nosotros. Edmund hablaba sobre lo valiente que había sido mientras luchaba contra Miraz, contándoselo a Lucy, ya que ella no había estado presente y Reepicheep ayudaba a la narración, representándola con uno de sus seguidores. El alcohol corría como el agua y yo no podía estar atento a nada más que a Caspian.

            Sentado al otro lado de la hoguera, justo en frente de mí, me miraba de una forma hipnótica a través de las llamas.

            El nuevo rey de Narnia se levantó y yo, sin pensar, hice lo mismo y comencé a seguirlo, adentrándonos así, ambos en la espesura del bosque. Caspian se detuvo cuando el sonido de los cánticos de los narnianos dejó de escucharse y se giró hacia mí, dejándose caer sobre el tronco de uno de los árboles, ahora repletos de vida de nuevo. Me acerqué a él hasta que solos separaban nuestros cuerpos algunos centímetros y me dejé llevar.

            Busqué sus labios y los tomé desesperadamente, dejándole ver el miedo que había pasado durante aquel día. El miedo a morir en el combate con Miraz, el miedo a que él muriese en la batalla, el miedo a no poder estar así nunca más.

         —Hey, hey, hey… —murmuró alejándome un poco de él para poder respirar—. Un poco más despacio.
            —No puedo ir más despacio —le dije, mirando aquellos ojos marrones—. He pasado mucho miedo —comencé a besarlo de nuevo, aunque más pausadamente, saboreando sus labios y el interior de su boca cuando dejó paso a mi lengua—. No me queda mucho tiempo aquí ahora que todo ha terminado —Caspian tomó mi rostro entre sus manos y me miró fijamente.
            —¿Tienes que volver a tu mundo?
            —Sí. Nuestra misión ha acabado —dije—. Ahora tú eres el nuevo rey y ya no se nos necesita aquí.
            —Peter…
            —Por eso quiero aprovechar al máximo el poco tiempo que me queda contigo… si tú me dejas…

            Caspian se tomó unos momentos para pensar y luego simplemente asintió, dejando que mis labios y mis manos recorrieran todo su cuerpo y solo la oscuridad fue el único testigo de nuestros sentimientos desatados, de nuestra pasión desenfrenada, de nuestro amor expresado en su más alto nivel.




Notas finales: sí, lo sé, esto es muy random y seguro que acabo de destrozar la infancia de muchas… espero que os haya gustado… un poquito al menos…