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martes, 20 de febrero de 2018

[One Shot] Ask Drabbles 5: Fly Again {YaDong}



Título: Fly Again
Autora: Riz Aino
Pareja: YaDong (DongWoo + HoYa) (INFINITE)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, romance, smut
Número de palabras: 1.235 palabras
Resumen: llevan demasiado tiempo sin verse… tanto, que son incapaces de contener sus deseos por el otro más tiempo.
Advertencias: mención a relaciones sexuales explícitas en las que DongWoo es el seme (tengo un poco una obsesión por poner a Hoya de uke, sorry not sorry).
Notas: historia escrita para Inspirit.
Comentario de autora: en realidad el YaDong no me gusta mucho (soy más fan del 2Woo y tal —VIVAN LAS OTPS RARAS—) pero el lemon me da la vida y me encanta escribirlo. Espero que os guste.

Fly Again

Diez segundos fue lo que DongWoo tardó en introducir la clave de su vivienda en el panel porque, apurado por la necesidad y nervioso por la cercanía del cuerpo de la persona que se encontraba a sus espaldas, se equivocó un par de veces antes de introducir el número correcto; sin embargo, fueron dos segundos lo que tardaron ambos en entrar al apartamento y cerrar la puerta con un gran estrépito a sus espaldas. Apenas un segundo fue lo que tardó HoWon en abrazarlo fuertemente por la espalda, haciéndolo sentir su creciente erección contra la tela de sus vaqueros.

jueves, 22 de junio de 2017

[One Shot] 1, 2, 3… Come with me {WooGyu}



Título: 1, 2, 3… Come with me
Autora: Riz Aino
Pareja: WooGyu (SungGyu + WooHyun) (INFINITE)
Clasificación: R
Géneros: office!AU, romance, humor, light smut
Número de palabras: 1.960 palabras
Resumen: a los ojos de todos los empleados de la empresa de telecomunicaciones INFINITE, Nam WooHyun odia con toda su alma a su jefe… sin embargo, cuando no hay ojos a su alrededor, todo cambia.
Advertencias: lenguaje soez y parafilias. También hay un poco de preliminares, pero sin llegar a mucho.
Notas: yo hice un juego por twitter para que adivinaran quién era el muchacho de la foto sin cara y Ahinoa acertó y me pidió un WooGyu, ese es el porqué de esta historia.
Comentario de autora: es mi primer WooGyu y nunca antes los había visto como una pareja porque se pasan la vida chinchándose, pero después de muchas horas en Tumblr buscando interacciones, les he cogido aprecio. Espero que te guste.


1, 2, 3… Come with me


Nam WooHyun se dejó caer sobre uno de los sillones vacíos de la sala de descanso de la oficina, con un café muy cargado en una mano y usando la otra para refregarse los ojos, tratando así de despertarse y sacudir el cansancio que tenía encima. La noche anterior apenas había podido dormir un par de horas y desde que había entrado aquella mañana a la oficina, no había podido parar ni un solo segundo debido a que su jefe no dejaba de llenar su mesa informes que debía leer y darles una solución satisfactoria.

jueves, 27 de agosto de 2015

Te extraño

Título: Te extraño
Autora: Minako Aino (Riz Aino / Annalovesasianboys) (@sbeaea)
Pareja: MyungYeol (L x SungYeol) (INFINITE)
Clasificación: PG–13
Géneros: UA, romance, drama, songfic
Número de palabras: 1.350 palabras
Resumen:
Saranghanda mianhada
Geurae deoneun andoegesseo;
Nan dagagal jagyeok jocha eobseo
Nal saranghaji ma;
Te amo. Lo siento
Pero no puedo seguir así
Ni siquiera tengo el derecho
De acercarme a ti, no me ames
Notas: songfic basado en la canción Only Tears de INFINITE. La letra, como siempre, estará desperdigada por el fic con su respectiva traducción al español debajo. Para los que quieran llorar con la melodía de la canción mientras leen, os dejo el link aquí.
Comentario de autora: desde que escuché esta canción la primera vez, cuando estaba viendo el concierto de IINFINITE con unas amigas, me caló muy hondo. La voz de SungGyu, rota por las lágrimas mientras acariciaba con sus dedos las teclas del piano causó que me pusiera a llorar como una tonta y que no parara hasta que no escribí una historia sobre ella. Espero que os guste esta historia <3

domingo, 25 de enero de 2015

Seven Deadly Sins

Título: Seven Deadly Sins
Autora: Riz Aino
Pareja: WooHyun centric (INFINITE)
Clasificación: NC–17
Géneros: exploración personal, drama y angst
Número de palabras: 7.048 palabras
Resumen: cada miembro de INFINITE representa un Pecado Capital.
Avisos: contiene actividad sexual intensa y un poco de WooHarem (?).
Notas: historia escrita para Ai, que no recibió su SN este verano (perdón por tardar tanto, no estoy acostumbrada a escribir de INFINITE y me cuesta un poco más, pero ya lo tienes).
Comentario de autora: esta idea era mi segunda opción para el SN y me alegra muchísimo poder hacerla porque me encantó, de hecho, tenía una historia pensada para ella por si me la daban. Espero que te guste <3


            En los textos sagrados de la religión cristiana aparecen desde el siglo VI enumerados definitivamente los siete pecados capitales. Estos son una enumeración y clasificación de los vicios para educar en la moral cristiana.

            Fue el Papa Gregorio Magno quien redujo los vicios de la humanidad a siete, eliminando uno de los ocho que hasta el momento formaba parte de la lista por considerarlo parte de otro, y cambió el orden según su parecer sobre el mal que causaban estos a los hombres.

            La Gula, encontrada en el primer lugar en la lista de los vicios, cayó hasta el tercer lugar; la Avaricia, contemplada en el segundo lugar de los pecados capitales, descendió hasta la sexta posición; la Lujuria, que había estado ocupando el tercer lugar, pasó a ser el primer pecado capital; la Envidia, del cuarto lugar, cambió posición con la Ira, el quinto; la Tristeza comenzó a formar parte de la Pereza y esta subió desde la séptima posición hasta la segunda; la Soberbia, fue el único pecado capital que se mantuvo en el último lugar, siendo así el menor de los pecados capitales.

            Y de esta forma, los vicios quedaron así: Lujuria, Pereza, Gula, Ira, Envidia, Avaricia y Soberbia. Después de esto, muchos han teorizado sobre ello a lo largo de los siglos, no obstante, nada ha cambiado. La Lujuria es desde entonces el primer Pecado Capital, aquel que está más penado por la religión.

            Nam WooHyun lo sabe, pero no es capaz de contener su Lujuria.



lunes, 24 de noviembre de 2014

60 Seconds

60 Seconds

            Sesenta segundos le son suficientes a SungYeol para saber que se ha enamorado irremediablemente de MyungSoo cuando los presentan el primer día. En ese minuto, su corazón le había mostrado que él era todo lo que necesitaba en su vida y solo le fueron necesarios esos escasos sesenta mil milisegundos para tomar la decisión de hacer todo lo posible para que MyungSoo también se enamorara de él.


martes, 18 de noviembre de 2014

Delicious

Delicious

            Nam WooHyun se despertó solamente porque a través de sus fosas nasales olfateó un olor completamente delicioso. Se desperezó y, aun con los ojos cerrados, se levantó de la cama y caminó hacia la cocina, el lugar desde el que procedía aquel rico olor. Allí se encontró a su, a ojos de todo el mundo compañero de piso, pero a sus ojos la persona que más amaba del mundo, haciendo la comida.

            WooHyun miró el reloj de la cocina, dándose cuenta de que casi era la hora del almuerzo y maldiciendo por haberse quedado dormido y haberse perdido la mañana. Al escucharlo, KiBum se giró hacia él con una gran sonrisa y le indicó que se acercara a él.

            —Buenos días, bello durmiente —le dijo y WooHyun hizo un puchero, justo antes de besar sus labios a modo de saludo—. ¿Quieres probar el almuerzo?
            —Si sabe tan bien como huele —comenzó con una sonrisa—, estará riquísimo —KiBum sonrió, dándole a probar con la cuchara—. Mmm... tan delicioso como tú —murmuró.

            KiBum le pegó con la mano abierta en el brazo gritándole pervertido y mandándolo a la ducha con agua bien fría para que se le aclararan las ideas.



martes, 5 de agosto de 2014

Imagine...

Título: Imagine…
Pareja: 2Woo (DongWoo x WooHyun) (Infinite)
Clasificación: G
Géneros: AU, familiar
Número de palabras: 478 palabras
Resumen: ¿Cuánto pueden imaginar dos niños tumbados bajo la sombra de un naranjo?
Comentario de Autora: podéis pegarme si queréis por esta cosa tan random, pero me hacía ilu escribirla. Espero que os guste ^^


Imagine…


            Hacía calor tanto dentro como fuera de la casa de la abuela pero, aunque en el interior hubiera un ventilador con el que refrescarse, los niños preferían quedarse en el jardín trasero de la antigua casa, tumbados bajo la sombra de un naranjo centenario. Los dos disfrutaban de los veranos en casa de la abuela porque sus padres no tenían mucho tiempo debido a sus trabajos y la abuela siempre los mimaba y los cuidaba, aunque también los regañaba severamente si llegaban muy sucios de sus aventuras. DongWoo y WooHyun eran dos niños muy inquietos; sin embargo, cuando el calor se hacía insoportable tenían que quedarse bajo la sombra del naranjo.

            En esos momentos, se tumbaban el uno sobre el otro y jugaban a hacerse cosquillas, a arrancar la hierba del suelo con sus manos y hacer guerras en las que acababan llenos de trocitos verdes por todas partes, a quemar hormigas con una lupa gracias a los rayos de sol que se colaban a través de las ramas del naranjo. Pero lo que más les gustaba hacer era ponerse a imaginar.

            WooHyun siempre se tumbaba sobre el estómago del mayor y le sonreía, poniéndole ojitos para comenzar a jugar a imaginar; y DongWoo, aunque le encantaba hacer aquello con su primo se resistía, solo por ver el repertorio de caras adorables del otro con una sonrisa en su rostro. Cuando el menor conseguía la aprobación para jugar era quien comenzaba.

            —Imagina… Imagina a un crocrodrilo con cabeza de serpiente.
            —Imagina un zapato que fuera un teléfono.
            —Imagina al guau guau Gyu vestido con traje de pincesa.
            —Imagina una casa del tamaño de una canica.
            —Imagina una foca con patas de pollo.
            —Imagina unas gafas con las que ver a través de las paredes.
            —Imagina un gato con sombedo.
            —Imagina una pelota de fútbol con cara.
            —Imagina una jidafa con cuedpo de elefante.
            —Imagina un lápiz que cada día pintara de un color diferente.

            Y de esta forma podían estar horas y horas hasta que finalmente, acababan por imaginar cosas tan inverosímiles que no podían aguantarse las ganas de reír o se les agotaban las ideas, aunque esto último solo les había ocurrido en un par de ocasiones porque la imaginación de los niños es una fuente inagotable de ideas.





Notas finales: WooHyun es un nene peque de cuatro años (DongWoo tiene seis) que no sabe pronunciar algunas palabras, de ahí que diga crocrodrilo en vez de cocodrilo, guau guau en vez de perro, etc. Y sí, el guau guau Gyu es SungGyu XD


domingo, 3 de agosto de 2014

LUST

LUST

            La Lujuria. Uno de los siete pecados capitales. La Iglesia Cristiana siempre había condenado cualquier práctica sexual que no tuviera como objetivo la procreación, pero no era la única religión que condenaba el placer sexual. Sin embargo, a lo largo de los siglos siempre ha habido una serie de personas que han desafiado todo mandato divino para poder experimentar el sexo sin restricciones, sin reglas, solo buscando el mayor placer. Nuestra historia, trata de tres hombres que desobedecieron todas las leyes impuestas, cayendo en la lujuria…

            Kim MinSeok era el hijo mayor de la familia Kim. Su casa estaba al final de la calle y no tenía más riquezas que las viviendas que había alrededor. El chico se dedicaba a trabajar en la fragua de su padre, junto a sus hermanos menores, los desarrollados músculos de sus brazos evidenciaban el trabajo duro con el pasado martillo. Era bastante cansado y el calor que emanaba del fuego que derretía el metal a veces era demasiado; sin embargo, Kim MinSeok no podía quejarse de que llevara una mala vida.

            Lee HoWon era el primogénito de su familia, el único hijo y heredero de todo cuanto la familia Lee poseía en su casa junto a la fragua. El labrado del campo ocupaba la mayor parte de su tiempo y su piel tostada por el sol evidenciaba claramente a qué se dedicaba. El trabajo era agotador y el sol del verano le hacía daño, pero Le HoWon no podía quejarse de su vida porque era mejor que la de mucha gente que conocía.

            Jang DongWoo, hijo menor de la familia Jang, el consentido por todos y que nunca había abandonado del todo su infancia. Animaba la taberna que sus padres regentaban con desparpajo y alegría, recibiendo tanto vítores como abucheos por parte de los borrachos. No era un trabajo que requiriese mucho esfuerzo y a DongWoo le encantaba, a pesar de que en su infantil mente pudiera reconocer las burlas y el desprecio; pero no podía quejarse, era más de lo que hubiera obtenido si su familia lo hubiera despreciado en vez de cuidado.

            Estas tres personas no tenían más en común que vivir en la misma tortuosa calle de la ciudad, o eso era a ojos de los demás. Cuando la luz del sol no era más que un mero recuerdo de otro día pasado y la oscuridad se adueñaba de todo, los tres salían a su encuentro. Ocultándose entre las sombras y pasando desapercibidos, huyendo de los guardias que patrullaban y confundiéndose con gatos callejeros llegaban a su destino.

            Aquella casa medio en ruinas había sido la única testigo de los encuentros sexuales, de la lujuria desbordante, de los placeres del sexo y de los deseos más oscuros. Si alguien más de la ciudad los hubiera visto por casualidad se habría escandalizado ante la barbarie que cometían y luego los hubiera denunciado a las autoridades acabando ellos torturados, ultrajados y finalmente asesinados ante toda la población; pero aunque los tres eran conscientes del peligro, no podían finalizar aquellos encuentros. Habían caído en la lujuria en el mayor de los pecados y ahora que su alma estaba negra y corrupta, condenada a vagar por el infierno toda la eternidad, ya no había vuelta atrás.




sábado, 5 de abril de 2014

Bodyguard

Bodyguard

            Kim MyungSoo atravesó la verja de aquella gran parcela después de que algún criado le abriera tras verlo a través del interfono. Hizo a su coche avanzar por la grava hasta llegar a la puerta y cuando apagó el motor y salió del vehículo, alguien lo esperaba al pie de la escalinata que subía hasta aquella casa de estilo occidental. Era un chico varios centímetros más alto que él, delgado y con el rostro aniñado. Llevaba un traje como el que MyungSoo había visto en las películas americanas que tenían los mayordomos.

            —Señor Kim —dijo el chico—. El señor Lee lo está esperando en su despacho. Si es tan amable de seguirme.

            Comenzó a subir la escalinata y MyungSoo lo siguió. Al atravesar la puerta de la casa, se encontró en un gran vestíbulo con una gran escalera que subía al piso superior y suelos de baldosas. Todo estaba decorado con cuadros, esculturas y demás y a MyungSoo le brillaron los ojos. Si hacía bien su trabajo, le pagarían bastante.

            Tras la sorpresa inicial, siguió al chico por la casa hasta llegar a una puerta de madera de dos hojas. El mayordomo llamó a esta con sus nudillos y una voz salió de la habitación diciendo “adelante”. Abrió la puerta e ingresó al lugar. Era un despacho, decorado igual que el resto de la casa que había visto, pero con un par de estanterías en la pared de la derecha y una mesa frente a la ventana, en la que estaba sentado un hombre.

            —Este es el señor Kim —presentó el muchacho a MyungSoo. El hombre asintió.
            —Gracias, SungYeol —dijo. El muchacho hizo una leve reverencia y se fue del despacho, dejando al recién llegado con aquel hombre.

            Era más bajito que el mayordomo, más enjuto y con una mandíbula cuadrada que lo hacía ver muy masculino. Había esbozado una sonrisa ensayada para intentar darle confianza, pero MyungSoo pudo ver detrás de ella otra cosa.

            —Gracias por venir —le dijo—. Ya no sé qué hacer para mantener a mi hijo fuera de peligro.
            —¿Voy a ser una niñera? —preguntó MyungSoo.
            —No —el hombre sonrió—. Simplemente serás su guardaespaldas. Ese es tu trabajo, ¿no?
            —Sí, señor.

            A eso era a lo que se dedicaba Kim MyungSoo, era guardaespaldas y había trabajado para grandes empresarios, el gobierno y para mafiosos. Nunca hacía distinción ni se preguntaba de dónde podía haber ganado la persona a la que servía el dinero que luego tendría en sus manos. El dinero era dinero, y Kim MyungSoo lo necesitaba.

            —Mi nombre es Lee HoWon, aunque sospecho que ya lo sabe —se presentó. MyungSoo asintió—. ¿Cuándo puede comenzar su trabajo?
            —Cuando usted ordene —una voz chillona se escuchó a través de la puerta del despacho y el hombre sonrió.
            —¿Qué tal ahora?

            MyungSoo asintió de nuevo y salió del despacho, guiado por los gritos estridentes de aquella persona que suponía era la que tenía que proteger. Recorrió los pasillos hasta llegar al vestíbulo, en el que se encontró a dos personas. Una de ellas era el mayordomo, el tal SungYeol; la otra seguramente sería el hijo malcriado del mafioso que había contratado sus servicios. Era algo más bajito que él, de pelo oscuro y rostro bastante afeminado. MyungSoo se acercó a ellos y pudo escuchar su conversación.

            —Déjame salir —pedía el chico—. Tengo que ir a un desfile y tengo que estar allí en media hora, así que apártate, idiota.
            —Señorito SungJong, no puedo hacer eso, su padre me despediría y no puedo permitirme eso —contestaba.
            —¡Déjame salir! —gritó.
            —¿Un desfile? —preguntó MyungSoo llamando la atención de ambos chicos—. Supongo que te puedo llevar.
            —¿Quién eres tú? —dijo el chico, mirándolo con suspicacia a través de sus ojos de gato.
            —Tu guardaespaldas, Kim MyungSoo —se presentó—. Y ahora sígueme si quieres ir al desfile.
            —A mí nadie me da órdenes —bufó el chico antes de darse la vuelta y subir las escaleras.

            Cuando su cuerpo desapareció en la planta superior, el mayordomo suspiró cansado.

            —Será mejor que se dé prisa —murmuró.
            —¿Por qué? —preguntó MyungSoo sin comprender.
            —Ahora saldrá por la ventana de su habitación —dijo. El guardaespaldas abrió los ojos como platos—. Si le da la vuelta a la casa con el coche hasta llegar a un gran árbol que hay detrás, lo pillará en plena huida.
            —Gracias —dijo MyungSoo antes de salir corriendo y bajar la escalinata para meterse en su coche. Arrancó el motor y segundos después, conducía hacia la parte trasera de la casa. Al llegar a un gran árbol, se detuvo y, tras esperar un par de minutos, lo vio. Efectivamente salía por la ventana de la que supuso sería su habitación y, como un mono se agarraba a las ramas del árbol y descendía por él hasta llegar al suelo, donde se quedó de piedra al ver a MyungSoo abriéndole la puerta del coche para que entrara—. No te vas a librar de mí tan fácilmente.
            —¿Qué eres tú? —preguntó SungJong.
            —Ya te lo he dicho, tu guardaespaldas.

            Durante unos momentos, el chico estuvo vacilando, parecía que no sabía si entrar o no al coche. Finalmente, tras una eternidad pensándolo, se introdujo en el coche con un bufido.

            —Llévame hasta Gangnam —ordenó.
            —No te separes de mí.
            —Seguro.


            Ser el guardaespaldas de Lee SungJong era demasiado agotador para MyungSoo. Se había tenido que mudar a la casa de la familia Lee porque el chico estaba dispuesto a escaparse en todo momento para hacer lo que le daba la gana. Más de una vez en las pocas semanas que llevaba allí, lo había atrapado intentando salir la ventana y otras veces, atravesar el pasillo intentando no hacer ningún ruido, pero tirando al suelo cualquier objeto y lo había devuelto a su habitación.

            MyungSoo estaba agotado, nunca su trabajo había sido tan cansado.

            Se tumbó en la cama del chico tras encerrarlo en su habitación, cerrando las ventanas y la puerta con llave para que no pudiera salir por ningún lado. MyungSoo se había tenido que encerrar con él porque aquella noche había intentado huir tres veces.

            —¿Por qué no me dejas salir? —gritó SungJong—. ¡He quedado!
            —Me da igual que hayas quedado —contestó—. Está prohibido salir para ti por las noches.
            —Dame las llaves —el chico se acercó a la cama e intentó tomar las llaves de la mano de MyungSoo, pero este fue más rápido y las introdujo dentro de su bóxer.
            —Intenta cogerlas, sino puedes, duerme.

            Durante unos momentos, el chico pareció tentado a alargar la mano para coger las llaves de aquel lugar, pero después, simplemente bufó y se tumbó en la cama, junto a MyungSoo.

            —Buenas noches.


            Kim MyungSoo salió corriendo al darse cuenta de que SungJong lo había engañado. Supuestamente iba a comprarse un aperitivo en el puesto que había frente al coche y el guardaespaldas lo había dejado ya que estaba a un par de metros de él. Solo había parpadeado y SungJong había desaparecido.

            —Lo voy a matar —murmuraba una y otra vez mientras avanzaba por la calle, siguiendo a través de su móvil, la señal que emitía el del chico—. Si no lo mata la gente que quiere vengarse de su padre me lo cargo yo.

            Tras un par de minutos siguiendo su rastro, lo encontró entrando a un callejón con un tipo. Definitivamente, Lee SungJong era un idiota. MyungSoo salió corriendo y entró al callejón, en el que se encontró al chico besando a la otra persona que había entrado con él. Era más o menos de su altura y, a pesar de tener los ojos abiertos, parecía que los tenía cerrados. El guardaespaldas vio un destello plateado en la mano del desconocido y, rápidamente, tomó a SungJong de la cintura y lo separó del tipo, poniéndolo tras su espalda y sacando una pistola de su chaqueta, tal y como lo hacía el tipo que no tenía ojos.

            —¿Quién eres? —preguntó el otro.
            —Me interesa más saber quién eres tú y para quién trabajas —contestó MyungSoo.
            —Jamás —el tipo disparó y el guardaespaldas tiró de SungJong al suelo para ponerse a cubierto. El tipo salió corriendo después de esto y se perdió entre la multitud.

            MyungSoo se levantó del suelo y escuchó unos sollozos a su espalda, pero no les hizo caso, simplemente levantó al chico y lo arrastró hasta el coche. Lo subió y le colocó el cinturón, después, arrancó y se dirigió hacia la casa de la familia Lee. No podía seguir con aquel trabajo, a SungJong no le importaba nada, solo hacía lo que quería.

            —Si quieres que te maten, no cuentes con que estaré allí para ti siempre —comentó cuando llegaron—. Voy a hablar con tu padre para dejar el trabajo —después de esto, salió del coche.


            Era el último día de trabajo de Kim MyungSoo con aquel niñato malcriado al que le había tocado hacer de guardaespaldas. Ese era su oficio, proteger a las personas de cualquier peligro que les acechara, pero los últimos meses habían sido un infierno junto a aquel chico.

            No le obedecía, siempre se metía en problemas grandes y cuando MyungSoo le quitaba los ojos de encima durante un par de segundos se las arreglaba para desaparecer. Así que, por estos motivos (y aunque el hombre fuera un profesional) no podía dejar de alegrarse de que por fin su vida se alejaría de la de SungJong.

            Aquella mañana canturreaba alegremente mientras llevaba al chico en limusina a la universidad, como todas las mañanas. Escuchaba al menor suspirar y maldecir por lo bajo, pero lo ignoró, era su último día y no se lo iba a estropear.

            Minutos después llegaban al lugar y SungJong se bajaba del coche sin decir siquiera adiós, como era su costumbre. MyungSoo sacudió la cabeza porque normalmente aquello le molestaba, pero ese día no lo haría. Esbozó una gran sonrisa y se miró en el espejo retrovisor para darse el visto bueno.

            En ese momento se percató de un extraño movimiento y haciendo caso a sus instintos salió rápidamente del coche, en busca del chico al que seguía teniendo que proteger aunque fuera su último día. No le hizo falta mucho para encontrarlo, ya que apenas había traspasado la verja del terreno. El guardaespaldas advirtió otro movimiento y, corriendo, fue hacia SungJong, poniéndose ante él, cubriendo todo su cuerpo con el suyo.

            No pasó ni un segundo cuando sintió el impacto contra la piel de su espalda baja. Su cuerpo dio una sacudida y se aferró al del chico, que estaba confuso con toda la situación hasta que MyungSoo habló.

            ―Ni se te ocurra moverte ni un milímetro ―advirtió―. O el disparo que acabo de recibir habrá sido en vano.

            SungJong abrió los ojos como platos ante la revelación, pero no se movió ni un ápice. El guardaespaldas sentía la sangre caliente brotar de la herida, pero se quedó en la misma posición hasta que notó que su agresor había huido. En ese momento se desplomó sobre el cuerpo del chico al que protegía y este lo recibía entre sus brazos.

            ―Muchas gracias… MyungSoo ―creyó oírlo decir―. Gracias.

            El guardaespaldas sonrió. No iba a obtener más de aquel chico, además, había cumplido con lo prometido, aunque a partir de ese momento tuviera que portar una cicatriz en la zona baja de su espalda que le recordaría a SungJong para siempre.



domingo, 23 de marzo de 2014

Jefe

Jefe

            Todas las mañanas lo veía pasar por delante de la mesa en la que trabajaba. Su joven jefe ni siquiera le dirigía la mirada, siempre pasaba de largo, con sus ojos fríos, como el hielo, enfocados en la puerta de su despacho. Nunca saludaba a nadie, simplemente entraba en aquel lugar, se encerraba y pasaba su jornada laboral allí dentro, solo salía cuando tenía alguna reunión y se relacionaba lo mínimo con todos sus trabajadores.

            Lee SungYeol era su secretario personal, pero tampoco podía obtener más de dos palabras de aquel Dios encerado en el cuerpo de un hombre y nunca jamás lo había visto sonreír. El chico era alguien alegre, pero cuando estaba alrededor de su jefe, no podía evitar ponerse serio y mirarlo desde abajo y con miedo, a pesar de ser más alto que él.

            De repente el teléfono que tenía en su mesa comenzó a sonar, sacándolo de sus pensamientos. Pulsó uno de los botones para poder escuchar que quería su jefe que hiciera.

            ―¿Necesita algo, jefe? ―preguntó.
            ―Ven a mi despacho ―ordenó.

            SungYeol ya se había acostumbrado a la brusquedad del otro, pero aun así no podía evitar sorprenderse de vez en cuando por esta. Se levantó de su mesa y caminó los escasos pasos que la separaban del despacho del jefe de la empresa. Golpeó la puerta que tenía una plaquita dorada con  “Kim MyungSoo. Director de Marketing” grabado y esperó hasta escuchar el gruñido del otro, indicándole que pasara. Ingresó al despacho y cerró la puerta tras él, haciendo una reverencia a su jefe.

            ―¿Quería algo de mí? ―la persona tras el escritorio asintió.
            ―Siéntate ―le ordenó. SungYeol lo hizo y esperó hasta que el otro volvió a hablar―. ¿Por qué me tienes miedo?
            ―Yo… Yo… ―comenzó balbuceando―. No… le tengo miedo…
            ―¿Y ese balbuceo? ―preguntó alzando una ceja.
            ―Solo… Estoy nervioso…
            ―¿Por qué?
            ―Porque es la primera vez que estoy manteniendo una conversación con usted ―murmuró rápidamente, tan rápido que a MyungSoo le costó entenderlo, pero en cuanto lo hizo, una sonrisa asomó a sus labios―. Es preciosa… ―comentó sin poder contenerse.
            ―¿Qué?
            ―Su sonrisa… ―susurró avergonzado―. Es muy bonita, pero nunca la muestra.
            ―¿Y crees que debería mostrarla más? ―cuestionó.
            ―No quise darle ninguna orden ―contestó encogiéndose un poco en su asiento.
            ―Si la muestro más… ¿Dejarías de tenerme miedo? ―preguntó.
            ―De esa forma parecería alguien más accesible y alegre ―en cuanto dijo aquellas palabras se tapó la boca con las manos.
            ―Entonces… Que así sea ―respondió con una gran sonrisa―. No quiero que nadie me tenga miedo en esta empresa… Y menos tú.



jueves, 13 de marzo de 2014

L



            Kim MyungSoo y L eran a la vez distintas y la misma persona. Cualquiera que lo conociera lo sabía, pero quién más notaba el cambio que había era Lee SungYeol.    Se llevaban muy bien, tanto delante, como detrás de las cámaras. Por esta razón, cada vez que el chico de ojos oscuros tenía una crisis de doble personalidad, era SungYeol quien trataba con el problema.

            Ninguna otra persona de su entorno sabía de aquel trastorno, de aquella enfermedad, solo SungYeol y no quería que nadie más se enterara de aquello o perdería a la única persona que le importaba en este mundo. No obstante, a veces sentía que era demasiado para él solo.

            MyungSoo era alguien dulce, amable y cariñoso, a veces tímido y un poco crío, alguien a quien cuidar y alguien a quien querer. L era todo lo contrario: frío, calculador, frío y controlador, cuando dejaba salir aquella parte de él, SungYeol lo temía.


            SungYeol fue estampado sin piedad contra la pared de la habitación del hotel en el que se estaban alojando durante aquella estadía en Japón y el chico jadeó por la presión ejercida de la rodilla ajena contra su entrepierna y por el golpe de su cabeza sobre aquella superficie dura. Cuando abrió los ojos ―que había cerrado por el impacto―, se encontró con una mirada oscura, fría y peligrosa que le indicó que quien estaba frente a él era L y no MyungSoo, con quien había subido para la habitación hacía apenas unos segundos en el ascensor.

            ―L ―murmuró. Una gota de sudor frío cayó por su cuello y recorrió toda su espalda.
            ―Hacía tiempo que no nos veíamos ―comentó el otro. Su voz era fría y bastante grave, SungYeol supuso que era por la tensión sexual acumulada en su cuerpo durante aquellos días.
            ―Dos semanas ―contestó. Todavía estaba demasiado reciente en su memoria aquella noche en la que el otro lo había penetrado tan salvajemente que, a veces, todavía sentía dolor si hacía algún movimiento brusco.
            ―Demasiado tiempo ―susurró L contra su oído. El aliento cálido hizo que se le erizara el vello de la nuca―. MyungSoo me ha retenido demasiado tiempo.

            SungYeol sintió el peligro de aquellas palabras y tragó saliva, haciendo así que su nuez subiera y bajara con un movimiento lento y tortuoso de forma bastante notable. L se lamió los labios, humedeciéndolos y luego mordió el inferior, mirando con deseo al chico ante él.

            Antes de que SungYeol pudiera replicar, el otro lo tomó de la nuca y estampó sus labios contra los del mayor en un beso demandante y voraz. Sus dientes chocaron y la lengua de L se abrió paso en su boca, recorriendo cada rincón de esta, ahogándolo con el movimiento de aquel músculo.

            Los besos también eran diferentes. MyungSoo nunca invadía su boca, nunca lo dejaba sin respiración.

            SungYeol tomó una gran bocanada de aire cuando el otro se separó de sus labios apenas unos centímetros. Cuando sintió que el aire volvía a llegar a sus pulmones, miró fijamente los oscuros y fríos ojos de L.

            ―Me gusta esa mirada ―dijo L con una sonrisa torcida―. Haciendo ver que me odias, que me desprecias, mostrando que al único al que quieres es a MyungSoo ―le levantó la barbilla, clavándole sus cortas uñas en esta―. Eso me excita y me hace desearte cada vez más.

            En ese momento llevó sus labios al cuello de SungYeol y comenzó a jugar con su nuez, besándola, mordiéndola, succionándola, dejándolo de nuevo sin aire.

            Lo odiaba, lo odiaba mucho, pero no podía abandonar a MyungSoo. Por esta razón aguantaba a aquella parte, porque si se iba, L tomaría el control completo de aquel cuerpo. Debía apoyar a MyungSoo para que eso no sucediera jamás.

            SungYeol reprimió un gemido de dolor cuando los dientes del otro se clavaron en su carne, contra la piel de su hombro, en un lugar que sería fácil de ocultar. No sabía cómo había podido llegar a aquel lugar cuando instantes antes maltrataba su nuez, pero el chico ya había decidido, por la experiencia de otras veces que era mejor no darle vueltas a nada de lo que L le hiciera, ni sobre cómo lo hiciera. Simplemente se abandonaba, no luchaba, dejaba que el otro hiciera lo que quisiera con su cuerpo y luego abrazaba a MyungSoo y le decía que lo amaba para que L no volviera a aparecer en un tiempo.

            ―Eres mío ―murmuró L entre besos y mordiscos por cada trozo de piel que la camiseta dejaba expuesta―. No quiero compartirte con él. Eres mío, Lee SungYeol.

           Lo separó de la pared tan bruscamente como lo había lanzado contra esta y lo llevó hacia la cama, tomando posesivamente sus labios durante el camino y cuando cayeron sobre esta. Las manos de L atraparon las muñecas de SungYeol y las sostuvo sobre su cabeza, mientras su lengua se deslizaba de nuevo por su cavidad bucal.

            Cuando se separó de él lo miró con lujuria, mordiendo su labio inferior.

            ―Hoy no te ataré ―anunció―. Pero no podrás tocarme.
            ―No pensaba hacerlo, de todas formas ―contestó SungYeol.
            ―Buen perro…

            L lo hizo sentarse sobre la cama y luego le quitó la camiseta que en aquellos momentos vestía, casi arrancándosela del cuerpo por la precipitación. L era así, precipitado, descuidado, sexual; MyungSoo siempre prefería jugar un poco antes, explorar posibilidades, acariciar y dejarse tocar.

            En unos momentos, SungYeol estaba desnudo sobre la cama y L comenzaba a quitarse su ropa, completamente negra de arriba abajo para poder comenzar con lo que deseaba: que SungYeol fuera suyo.

            Comenzó a tocar el miembro del chico para que este se pusiera duro, cosa que no había conseguido con sus besos, mandando oleadas de placer a SungYeol que apretaba los dientes para que de su boca no escapara ningún gemido, no quería darle aquella satisfacción al chico ante él.

            Cuando el miembro estuvo completamente erecto y dolía, L le indicó que se pusiera a cuatro patas, con el trasero levantado hacia él, y así lo hizo. SungYeol escondió su cara en la almohada para que, cuando el otro lo penetrara, ahogara todo sonido procedente de su boca. Uno segundos después de estar en aquella posición notó los dedos del otro presionando contra su ano, intentando entrar.

           ―No voy a ser cuidadoso ―le susurró cuando tres dedos campaban a sus anchas por su recto―. Prepárate.

            L sacó sus dedos y llevó su miembro, sin ningún cuidado, al interior de SungYeol, embistiéndolo de golpe, internándose lo más profundo que podía de una sola vez. El chico mordió la almohada y cerró los ojos fuertemente. No volvería a llorar, eso era lo que se había prometido después de la primera vez que L lo había ido a visitar, hacía ya cinco años.

            El otro comenzó a embestir rápidamente, con fuerza, agarrando las caderas de SungYeol para poder hacer el movimiento mucho más intenso, sin dejar que se acostumbrara a su miembro, desgarrándolo de nuevo por dentro, como había hecho solo unas semanas atrás.

            Un ritmo frenético y enloquecedor que provocaba que sus caderas chocasen fuertemente fue el que siguieron, nada parecido a la forma de hacer el amor de MyungSoo, siempre lento, cuidadoso que daba constantemente contra su próstata y lo hacía suspirar. L comenzó a embestir cada vez más rápido y el chico supo que estaba a punto de terminar. Momentos después, un líquido caliente llenaba sus entrañas y el chico se desplomaba contra su espalda.

            SungYeol notó que L ya no estaba con él cuando escuchó unos gimoteos a su espalda, seguidos de unas manos, que antes volaban por su cuerpo tocando y arañando, ahora se aferraban a su cintura como si fuera esta su salvavidas.

            ―¿MyungSoo? ―susurró.
            ―Lo siento ―las lágrimas del chico mojaban su espalda cubierta por una capa de sudor que todavía no se había secado.
            ―No te disculpes, no has hecho nada malo.

            MyungSoo no contestó, pero seguía llorando contra la piel de su espalda, aún dentro de él. SungYeol se movió hasta que el miembro flácido del otro salió de su interior y luego se tumbó de espaldas sobre la cama del hotel, llevándose a MyungSoo sobre él para poder abrazarlo y calmarlo.

            ―Sabes que te amo con todas tus virtudes y tus defectos, ¿verdad? Si no lo hiciera habría abandonado hace mucho tiempo este barco.
            ―Pero sufres por mi culpa ―murmuró el otro. Las lágrimas no dejaban de correr por su rostro, así que SungYeol las secó con sus dedos.
            ―¿Y quién no sufre por amor?
            ―Pero él te hace daño… Físico…
            ―Y luego tú me curas ―replicó.
            ―SungYeol…
            ―Te amo ―le dio un beso en la frente―. Y mientras estés conmigo, me da igual que tú otro yo venga a visitarme de vez en cuando.
            ―Idiota.
            ―Gracias por el cumplido ―MyungSoo sonrió levemente y dejó que el otro se acercara hasta besar sus labios.
            ―Me esforzaré para que L pase el menor tiempo posible contigo ―susurró―. Porque eres mío.

            SungYeol sintió un escalofrío al escuchar las últimas palabras, pero el brillo en los ojos de su chico le indicaba que era MyungSoo quién estaba con él, así que lo ignoró y apretó fuertemente su cuerpo entre sus brazos, ignorando también la sonrisa maliciosa que se extendía por su rostro y no escuchando sus últimas palabras:

            ―Eres mío y MyungSoo nunca volverá a aparecer.