Nunca Más
No había pasado ni una semana desde
lo que había pasado con LuHan. Ya había sido todo solucionado y JongIn estaba
en perfecto estado, solo recuperándose de lo vivido, al igual que ZiTao. El
chico aun no podía creer todo lo que había pasado, la angustia que había
sentido aquellos días en los que creyó tener la certeza de que JongIn había
muerto en aquella explosión la llevaría para siempre incrustada en su pecho.
Pero JongIn ya estaba a su lado y no
se iba a alejar nunca más.
ZiTao se dejó caer en la cama entre
jadeos y suspiros, JongIn no paraba de mordisquear y succionar su piel. Durante
los días que había estado encerrado pensó que jamás volvería a probarla y en
esos momentos estaba dejando claro que era de su propiedad y de nadie más, que
ninguna otra persona podría tocar ni morder a ZiTao más que él.
El moreno cruzó sus brazos por la
espalda de JongIn y, aprovechando que tenía más fuerza que él, lo tumbó sobre
la cama, quedando ahora arriba.
Miró a los ojos de su compañero,
tanto en el cuerpo de la policía como en la cama. Lo había echado tanto de
menos, lo había extrañado tanto y lo necesitaba tanto.
Se inclinó sobre él y comenzó a
besar sus labios con urgencia, siendo correspondido con gran intensidad por el
otro. Mordió el labio inferior de JongIn y cuando este lanzó un suspiro
aprovechó para introducir su lengua en la boca ajena, mareando al menor.
Cuando se separaron, jadeando, aun
los unía un pequeño hilo de baba que fue cortado cuando la voz de JongIn se
alzó clara en el apartamento del otro.
―Tengo que cumplir mi promesa,
¿verdad? ―pregunto. ZiTao sonrió antes de darle un pequeño beso en los labios.
―Por supuesto.
―Ten cuidado conmigo ―murmuró JongIn
con una sonrisa torcida―, aún estoy convaleciente.
―No te haré ningún daño ―susurró
besando el cuello color caramelo del chico―. Ni volveré a dejar que nadie más
te lo haga… Nunca más…