sábado, 13 de abril de 2024

[One Shot] ALL MINE {KunMin}

Título: ALL MINE

Autora: Riz Aino

Pareja: KunMin (Kunho + Youmin) (ALL(H)OURS)

Calificación: NC–17

Géneros: AU, romance, smut, pwp

Número de palabras: 6.828 palabras

Resumen: cuando el cartel de cerrado cuelga de la puerta y las persianas están bajadas, es el momento en el que Kunho puede tener a Youmin, solo para él.

Advertencias: contiene relaciones sexuales explícitas.

Notas: historia escrita usando las casillas “coffee shop” y “hickeys / marking” del Seasons of Bingo 7.

Comentario de autora: yo estaba muy tranquila cuando una idea salvaje apareció por su aparición en el programa Weekly Idol en la que les hicieron ponerse unos delantales muy coquette y no pude quitármela de la cabeza. Espero que os guste.

 


 

Kunho se encontraba sentado en una mesa en la esquina de la cafetería desde la cual tenía una visión privilegiada de todo el lugar y desde donde podía ver todo lo que sucedía en el establecimiento. Ante él, había una taza de café medio vacía y un trozo de tarta de queso que todavía no había tenido la oportunidad de probar, el libro que había estado leyendo hasta el momento mientras daba algunos sorbos a su café, olvidado junto a la comida, abierto por la página en la que se había quedado, sin que el joven le prestase atención. Su intención para aquella tarde había sido leer algo en la cafetería que su padre había abierto para él, para que comenzase a tener experiencia en el mundo de los negocios aunque no hubiese terminado todavía sus estudios en la universidad, probándolo para ver si era capaz de llevar bien un negocio, y también echarle un vistazo a cómo se manejaban sus empleados... pero todo había cambiado tan solo unos minutos antes. El libro que Kunho leía tuvo que ser dejado de lado para observar detenidamente un punto en concreto del lugar, porque unas chicas muy guapas habían decidido sentarse en la barra de la cafetería para, mientras estuvieran allí, tomándose lo que hubiesen pedido, dedicarse a ligar con uno de sus empleados: Youmin. Si las chicas hubieran intentado ligar con Jeongmin, no habría sido algo que le incumbiera, había contratado a aquel muchacho torpe que rompía más tazas a la semana de las que podían contarse con los dedos de una mano porque era muy guapo y atraía clientela... pero no, las chicas estaban ligando con Youmin, su Youmin, por lo que Kunho no había podido dejarlo de lado y, en aquellos momentos, lo único en lo que podía concentrarse era en observar la situación que se desarrollaba ante sus ojos.

 

Youmin, detrás de la barra, trataba de seguir preparando los cafés que le eran pedidos, atendiendo a los clientes que llegaban con una sonrisa encantadora y dejando los pedidos en las bandejas para que quienes se iban encargando de las diferentes mesas los recogieran y entregaran, intentando no prestarle demasiada atención a aquellas chicas, pero éstas seguían allí, llamando su atención, intentando entablar conversación mientras Youmin les sonreía, queriendo ser amable, pero tampoco dejando de trabajar, sabiendo lo importante que era dar buena imagen y que no hubiera ningún comentario malo en las redes sobre el lugar. Kunho lo había contratado como el barista principal porque el chico era guapo, trabajaba bien y, además, sabía cómo dejar encantados a los clientes enamorarse de él y comenzar a salir con el chico, había llegado después así que sabía a la perfección lo profesional que era y que iba a aguantar todo lo que aquellas chicas le dijeran durante el rato que éstas estuvieran allí, pero Kunho no estaba seguro de que él si pudiera soportar mucho tiempo más sin intervenir.

 

Nunca se habría definido como una persona posesiva... pero con aquel chico, sentimientos como los celos y la posesividad salían a la luz y no lo dejaban pensar con claridad. Youmin era suyo, todo suyo, y no le gustaba nada que aquellas chicas estuvieran tratando ligar con él sin que el chico pudiera realmente decirles que no de forma tajante por si aquello hacía que diera una mala impresión. Sin embargo, porque estaban en su cafetería, en su establecimiento, donde él era el jefe y Youmin uno de sus empleados, Kunho tampoco podía montar una escena porque eso lo perjudicaría a ambos y a su negocio, por lo que, simplemente trató de respirar hondo, serenarse y solo dedicarse a seguir observando la escena. Si tuviera que intervenir por algo, lo tenía que hacer en la calidad de jefe, no podía dejar entrever a nadie que en el fondo lo hacía para que dejasen de flirtear con su Youmin.

 

Jefe llamó su atención Jeongmin, una bandeja llena de tazas de café vacías en su mano. Si sigues mirando tan fijamente a esas chicas, vas a hacerles un agujero en las nucas.

Cállate, Jeongmin replicó Kunho.

 

Lo que obtuvo del chico fue una sonrisa de lado y un gesto con su mano sobre su boca como si estuviera cerrando una cremallera, antes de dirigirse a la barra con las tazas por una vez sin romper nada dejándose caer cerca de las chicas que no paraban de ligar con Youmin, intentando llamar su atención con su carisma. Por un momento, pareció que alguna de ellas se sentía lo suficientemente atraída por lo guapo que era el chico recién llegado, pero en el momento en el que Youmin volvió a aparecer ante ellas, tomando las tazas sucias para llevarlas dentro y que las lavasen, éstas le dedicaron de nuevo toda su atención, poniéndole ojitos, dedicándole sonrisas encantadoras y suspirando por él. Jeongmin se volvió hacia él, riendo, antes de volver a su trabajo y Kunho calculó en su mente cuánto sumarían sus pérdidas si dejaba ir a aquel chico hasta que contratase a alguien igualmente guapo. Quizás no serían tantas, todavía tenía a Masami, el chico era un gran imán para las chicas, aunque su coreano no era todavía suficiente como para comunicarse como debía con los clientes, solo le quedaría la opción de sacar a Hyunbin de la cocina mientras encontraba a alguien que fuese igual de despampanante que Jeongmin.

 

Su tren de pensamientos sobre una reorganización de la plantilla fue interrumpido al poco tiempo, al escuchar cómo algo de cerámica era roto. Los ojos de Kunho se enfocaron de nuevo en la realidad ante él, buscando quien había sido el causante del estropicio, esperando que fuera Jeongmin el que hubiera roto su sexto plato de la semana, pero éste estaba parado en mitad de la cafetería, mirando hacia la barra, así que, siguió su mirada, viendo al hacerlo cómo Youmin se zafaba del agarre que mantenía una de las chicas en su brazo, para después agacharse tras la barra. El agarre que la chica había mantenido en el brazo de Youmin parecía haber sido el causante del estropicio y Kunho apretó sus manos en puños. Oh no. Eso sí que no lo iba a permitir. Aquella chica que había tocado a su Youmin no iba a volver a poner un pie en su cafetería, aunque le costase comentarios malos en las redes y una mala puntuación a su negocio. Youmin era suyo y Kunho era el único que podía tocarlo. Sin dedicarle ni un solo pensamiento, Kunho se levantó de la mesa en la que había estado parapetado toda la tarde y caminó con paso firme por el lugar, atrayendo las miradas de algunos de los clientes, hasta que llegó a la barra y se coló tras ella, yendo hasta donde se encontraba Youmin agachado, recogiendo con sus manos desnudas los trozos de cerámica que estaban por el suelo desperdigados.

 

No cojas los trozos con las manos, puedes hacerte daño le dijo al chico, provocando que éste alzase su cabeza para mirarlo. En sus ojos pudo leer una súplica para que lo ayudase, algo que Kunho no pudo soportar. Suelta eso antes de que te hagas daño y ve al almacén a por una escoba.

Sí, jefe murmuró el chico.

 

Youmin soltó todos los trozos de la taza rota que había recogido antes de su llegada, dejándolos todos amontonados en una zona del suelo donde nadie tropezaría con ellos, para después levantarse y salir corriendo hacia la parte de atrás de la cafetería, desapareciendo tras la puerta que solo podían usar los empleados del local. Una vez no hubo rastro del chico, Kunho trató de aparentar calma y amabilidad, a pesar de que todo su ser le estaba gritando que lo único que debía hacer con esas chicas era cogerlas de los pelos y lanzarlas fuera de la cafetería como si no fueran más que unas perras callejeras. Cuando se giró hacia ellas, esbozó una de las sonrisas que ponía cuando quería encandilar a inversores en las fiestas a las que iba junto a sus padres y habló con el tono de voz más dulce que pudo.

 

Señoritas, siento mucho que haya ocurrido este estropicio justo ante vosotras les dijo, dedicándoles una leve inclinación. Ha sido un pequeño y desafortunado accidente y me aseguraré de que no vuelva a suceder.

No ha sido culpa del chico dijo rápidamente una de ellas, llevaba el pelo corto y flequillo. Estábamos hablando con él y lo hemos distraído sin querer.

Cierto añadió otra de las chicas, su pelo cayendo en cascada por sus hombros hasta su cintura, moviendo su cabeza de forma afirmativa y dándole un codazo a la otra que no había hablado todavía, aquella que había agarrado el brazo de Youmin, para que también asintiera. No ha tenido la culpa él, hemos sido nosotras, no vaya a despedirlo por esto.

Entonces comenzó él, todavía mostrando una sonrisa, sería conveniente que se sentasen en una de las mesas, para que mi empleado no se distraiga y ocasione más desperfectos en la vajilla.

 

Con un gesto de su mano, invitó a las chicas a que se levantasen de las sillas de la barra y se fuesen del lugar. Inmediatamente, éstas hicieron lo que les había pedido y se fueron, cogiendo sus cafés y pasteles y llevándolos hasta una mesa que se encontraba un poco más allá, desde donde todavía podían seguir viendo a Youmin, pero al menos ya no podrían tocarlo ni ligar con él. Kunho todavía no se sentía relajado ni tranquilo y lo único que quería era pegarles una patada a aquellas impertinentes chicas, pero tenía que mantener su imagen y ya había salvado la parte más importante, no podía dejarse llevar por sus emociones ahora. Su sonrisa mutó, no obstante, en el momento en el que vio cómo Youmin regresaba con algo de papel envuelto en el dedo índice de su mano derecha y este estaba manchado de rojo. Al final se había cortado con la taza rota antes de que Kunho hubiera podido llega hasta él para sacarlo de allí y tuvo ganas de nuevo de coger de los pelos a aquellas chicas y sacarlas a patadas de la cafetería. No lo hizo, pero porque Youmin llegó a su lado y le dedicó una sonrisa encantadora y eso lo calmó lo suficiente como para pensar con claridad.

 

Gracias por echarlas de aquí le dijo, en un susurro que solo pudo ser oído por él. No sabía qué decirles ni qué hacer para que me dejaran.

Tirar una taza y cortarte no era tampoco la mejor opción replicó él, cogiendo la mano del chico y rozando de forma delicada el pañuelo que envolvía su dedo, aprovechando que tras la barra no podían verlos. No me gusta que te hagas daño.

No ha sido planeado respondió. Una de ellas me había pedido mi id de kakao para hablar conmigo justo antes y era la única forma de que pudieras venir y echarlas sin que las matases.

¿Cómo que te ha pedido el id? preguntó, su voz sonando como el siseo amenazador de una serpiente.

Algo que no le he dado, para tu información, porque solo te quiero a ti le dijo, así que no te preocupes y sigue a lo tuyo, el libro tenía pinta de ser interesante.

El libro lo seguiré leyendo en casa contestó. Ahora voy a una farmacia para comprar un paquete de tiritas, estoy seguro de que Jeongmin ha agotado el que había.

 

Youmin le sonrió de una forma tan adorable ante aquello que Kunho tuvo que hacer gala de toda su contención para no inclinarse sobre él y besar aquella sonrisa que lo volvía loco. Estaban en público, en su cafetería, no se lo podía permitir, así que, lo único que pudo hacer fue apretar levemente la mano del chico diciéndole que volvería en unos momentos, antes de salir por la puerta del establecimiento para dirigirse a la farmacia más cercana. (Si en su camino se detuvo frente a una tienda de utensilios de cocina y delantales varios, solo él lo supo).

 

~

 

Horas más tarde, cuando la noche había caído y el cartel de cerrado colgaba de la puerta de la cafetería, estando ésta cerrada con llave, y las persianas bajadas, era el momento en el que Kunho por fin podía tener a Youmin, solo para él. Hacía varios minutos que había mandado a casa al resto de sus trabajadores, por lo que, solo quedaban en el lugar ellos dos, algo por lo que había esperado demasiadas horas. Kunho había estado conteniéndose toda la tarde, desde que había vuelto de su corto viaje a la farmacia, aguantándose las ganas de pegarse al cuerpo del chico y no dejarlo escapar hasta dejarlo temblando, pero una vez se quedaron los dos en el lugar y se cercioró de que ninguno de los demás chicos volviera, ya no pudo contenerse más. Se levantó de la silla de la barra en la que había estado viendo cómo Youmin terminaba de fregar el local y fue hasta él, pegándose a su espalda y abrazándolo con fuerza. El cuerpo del chico tembló entre sus brazos, no esperando el súbito contacto, pero tras unos pocos segundos se relajó contra el pecho de Kunho, dejando que un suspiro profundo se escapase de sus labios y el mayor simplemente rodeó con sus brazos su cintura, atraiéndolo más a sí.

 

¿Una tarde dura? le preguntó al chico y éste asintió moviendo su cabeza. Mmmm... ¿te gustaría entonces que nos divirtiésemos un ratito para que te olvides de lo duro que ha sido el trabajo hoy? propuso, con un susurro en su oído.

 

El cuerpo de Youmin tembló contra el suyo y Kunho no pudo evitar que una sonrisa se extendiese por su rostro porque aquel chico siempre era muy sensible. Tenía muchísimas ganas de tenerlo desnudo ante él, tocarlo una y otra vez hasta que le suplicase que parase, marcarlo como suyo para que nadie tuviera la osadía de acercarse a Youmin para ligar con él, declarando así la guerra a todos los que le dedicaban miradas lascivas o le pedían que les diera su número de teléfono o su id. Youmin era suyo por completo y ese día tenía demasiadas ganas de tenerlo para solo él y de hacerle todo lo que sabía que le encantaba.

 

Me parece bien respondió. Deja que termine de fregar el suelo y podremos irnos a tu apartamento.

¿Y qué tal si no esperamos a eso? replicó Kunho, empezando a mover su mano sobre el estómago de Youmin, metiéndose bajo la camisa de su uniforme.

Hyung... protestó levemente el chico. Estamos en la cafetería...

¿Y? cuestionó él, su mano vagando hacia arriba, acariciando sus abdominales hasta llegar a su pezón, rozándolo con la yema de sus dedos.

 

Youmin dejó escapar un leve jadeo y Kunho no pudo evitar la sonrisa que se formó en sus labios, encantado con la forma en la que reaccionaba el menor ante él y su roce. Antes de que su chico pudiera protestar o se alejase de él, Kunho lo hizo girar entre sus brazos hasta que estuvieron cara a cara. Los ojos de Youmin parecían un poco perdidos, desconcertados por todas las acciones de Kunho aquel día, pero no le dio tiempo a formular ninguna pregunta porque éste comenzó a besarlo, primero su frente aprovechando que era unos pocos centímetros más alto que él, después su puntiaguda nariz, sus mejillas, su mentón, evitando deliberadamente sus labios y descendiendo por su cuello poco a poco, hasta llegar al hueco entre este y su hombro, donde dejó un pequeño mordisco, seguido por una succión con su lengua y sus labios, dejando una marca que sería visible.

 

Hyung... jadeó Youmin. Para...

No respondió él todavía contra su cuello. Eres mío y tengo que hacerlo saber a todo el mundo para que no vuelvan a intentar ligar contigo.

Dios... ¿sigues enfadado por... lo de esta tarde? cuestionó el chico entre sus brazos, su respiración entrecortada porque Kunho seguía besando su piel y dejando marcas sobre ella. Sabes que solo te quiero a ti.

Lo sé replicó Kunho, separándose de su cuello para mirarlo a los ojos, pero el resto del mundo no.

 

Quiso decirle también que por ello no iba a dejarlo tranquilo hasta que todo su cuello estuviera lleno de marcas, pero no pudo hacerlo porque fue el turno de Youmin para besarlo, directamente en sus labios, tomándolo por el cuello de su camisa para atraerlo hacia él con fuerza. Tras la leve sorpresa inicial, Kunho respondió al beso con ganas, feliz de que tentar un poco a su chico hubiera resultado en este tomando su boca de aquella forma, intensa y desenfrenada, sus lenguas entrando en contacto, sus bocas succionándose la una a la otra y sus dientes mordiendo levemente al otro. Solo se separaron el uno del otro cuando respirar se hizo necesario y Kunho no pudo evitar la sonrisa torcida que apareció en su rostro al ver cómo las mejillas de Youmin habían adquirido un tono rosado, de la misma forma que sus labios estaban brillantes por la saliva que acababan de compartir y algo hinchados por la intensidad del beso.

 

Hyung... murmuró. Podemos seguir con esto en casa, solo me queda recoger un par de cosas.

Quiero seguir, pero no en casa replicó él, provocando que Youmin lo observase con el ceño fruncido, una mezcla de confusión y curiosidad. Ya que estamos aquí... quiero probar algo contigo porque no creo que pueda aguantar hasta llegar a casa.

Literalmente vives a cinco minutos de aquí, hyung, déjame acabar contestó el chico, riendo.

 

Youmin dio un paso hacia atrás para alejarse de él y seguir recogiendo la cafetería para que pudieran irse pronto, pero antes de que pudiera hacerlo, Kunho lo cogió de la cintura con sus manos para que se quedara anclado en el mismo sitio en el que estaba.

 

Puedes terminar de recoger, pero quiero darte algo antes le dijo. Espera aquí un segundo, solo un segundo.

 

El chico asintió y se quedó en el mismo sitio mientras Kunho corría hasta donde tenía sus cosas, cogiendo la bolsa que le habían dado en la tienda a la que había entrado aquella tarde de camino a la farmacia. Se había parado delante del escaparate durante un rato, después de ver los maniquís vestidos con diferentes delantales para la cocina, sin poder evitar imaginarse cómo le quedaría uno de ellos a Youmin, con su piel blanca, su espalda ancha, su cintura estrecha y su trasero respingón, completamente desnudo, solo vestido con aquel delantal. Ni siquiera se lo había pensado demasiado antes de entrar a la tienda y pedirle al dependiente que le diera un delantal rosa claro, con volantes, encajes y una combinación de margaritas y rosas como dibujo, porque era tan coquette que sabía que a alguien tan terriblemente adorable como su chico, a pesar de lo que éste siempre quisiera aparentar, le quedaría genial. Lo había comprado sin tener realmente en mente usarlo pronto, pero que Youmin le dijese que primero quería acabar de limpiar antes de que pudieran acostarse, le había dado la maravillosa idea de hacerlo vestirse así mientras terminaba de recoger... y muy probablemente ni siquiera tuvieran que irse a casa para que Kunho disfrutara no solo de unas buenas vistas de su trasero, sino también de algo más.

 

Una vez tuvo la bolsa en sus manos, Kunho volvió sobre sus pasos y se detuvo frente a Youmin, tendiéndosela para que éste la abriera y viera su contenido. Con un poco de recelo el chico la aceptó y cuando vio la tela rosa, alzó su cabeza para mirar a Kunho con una ceja levantada, pero el mayor lo animó a que lo cogiera y lo sacara y aquello fue lo que Youmin hizo, soltando una carcajada al ver de lo que se trataba.

 

¿Y esto? preguntó, mirando el delantal, sin poder dejar de reír.

Pensé que te quedaría bien, ese color le va a tu tono de piel respondió. ¿Quieres probártelo?

 

Youmin volvió a reír ante aquello, pero no cuestionó nada más y solo asintió a su pregunta. Con un rápido movimiento, dejó la bolsa sobre la barra y después se quitó el delantal que llevaba puesto, el del uniforme de la cafetería, dejándolo doblado sobre esta, poniéndose por encima de la ropa el delantal coquette que Kunho había comprado para él. No obstante, antes de que pudiera abrochárselo, éste lo detuvo.

 

Quiero que te lo pongas le dijo al chico, pero solo el delantal.

Pero Youmin pareció sorprenderse mucho ante aquello y durante unos momentos solo pudo abrir y cerrar la boca sin que ningún sonido saliera de ella, hasta que finalmente fue capaz de conjurar algo. Eres un maldito pervertido, hyung.

Pero soy tu pervertido replicó él, haciendo que Youmin se riese de nuevo. ¿Quieres que te ayude a ponértelo?

¿Quieres que me desnude y me ponga solo el delantal aquí? cuestionó. ¿En la cafetería?

¿Por qué no? preguntó Kunho en respuesta. Quiero tener unas buenas vistas mientras terminas de recoger.

Pues... primero, estamos en la cafetería comenzó a enumerar, donde cualquiera de los chicos puede volver y verme y segundo, esto está plagado de cámaras dijo, señalando los lugares estratégicos en los que había varias cámaras escondidas, puestas allí por si había algún problema de verdad con clientes o por si alguien entraba a robarles. No quiero que nadie me vea desnudo.

Sabes que las grabaciones de las cámaras solo las veo yo dijo, y los demás se han ido ya, las persianas están echadas y nadie va a ver nada le aseguró.

 

Youmin lo pensó durante unos momentos, probablemente cavilando todas sus opciones, y cuando finalmente tomó su decisión, miró a Kunho a los ojos antes de decir:

 

Si hacemos esto, tendrás que cumplir una de mis fantasías en otra ocasión.

¿Qué clase de fantasías tienes conmigo, Cho Youmin?

 

El tono de voz que Kunho usó en esa pregunta fue sugerente, provocativa, haciendo que un leve sonrojo se extendiese de nuevo por el rostro del chico antes de volver a hablar.

 

Quiero atarte a la cama y hacerte todo lo que me apetezca sin que tú puedas tocarme.

 

Kunho tragó saliva, su boca quedándose repentinamente seca. No se había esperado aquella respuesta de su chico, pero ésta lo había calentado de una manera demasiado intensa y claro que aceptaría. Aceptaría con gusto, con mucho gusto, de hecho. Tener a Youmin cumpliendo una fantasía con él no le importaba en absoluto porque sabía a la perfección que la iba a disfrutar.

 

Hecho respondió. Ahora desnúdate antes de que lo haga yo, por favor.

 

Youmin esbozó una sonrisa pícara y después comenzó a quitarse la ropa que llevaba, aquel uniforme que era obligatorio para trabajar en el lugar, la camisa azul y los pantalones oscuros. La forma lenta y casi exasperante en la que se desabrochó los botones de la camisa puso a Kunho contra las cuerdas porque lo único que quería era que se terminase de desnudar, que su pecho de piel nívea y sus músculos fuertes apareciesen de una vez por todas. Tuvo que hacer gala de toda su paciencia, que a aquellas horas del día y después de todo lo que había pasado no era mucha, para no saltarle encima y arrancarle la camisa él mismo. Con los pantalones, Youmin trabajó con la misma lentitud, haciendo incluso un pequeño bailecito cuando decidió finalmente comenzar a bajarse los calzoncillos. En el momento en el que su chico estuvo completamente desnudo ante él, Kunho pudo ver cómo su miembro estaba un poco duro, excitado por la situación, pero aquella visión solo duró unos pocos segundos, ya que en el momento en el que Youmin se terminó de quitar los calzoncillos, agarró de nuevo el delantal y se lo colocó, metiendo los brazos por él y luego anudándolo a su cintura de forma experta. A Kunho ni siquiera le dio tiempo a decirle si podía atárselo él y tampoco pudo proponerlo después porque la visión que tuvo ante sí fue gloriosa y lo dejó sin palabras.

 

Había tenido razón en haber comprado aquel maldito delantal rosa porque de verdad le quedaba de infarto a Youmin, era el tono idóneo para su piel y, además, le quedaba realmente encantador. Parte de su pecho era visible por el bajo escote del delantal y no cubría tampoco toda la anchura de sus pectorales, de la misma forma que era tan corto que apenas le llegaba por mitad de sus muslos, tapando a duras penas poco más que su miembro. No obstante, Kunho sabía que lo mejor estaba en la parte de atrás, así que, no perdió el tiempo en pedirle con un movimiento giratorio de su dedo, que se diera la vuelta para observarlo en todo su esplendor. Con un un sonrojo que ahora se extendía también a sus orejas, Youmin le hizo caso y comenzó a darse la vuelta para quedar de espalda a Kunho, provocando que al mayor casi le diera un ataque al corazón por la perfecta visión ante él. Los tirantes del delantal cruzándose en la musculosa espalda de Youmin, el lazo que se le anudaba en la zona donde su cintura comenzaba a estrecharse y su culo, aquel trasero con el que Kunho veía siempre las estrellas. Aquella realidad era muchísimo mejor que todo lo que se hubiera podido imaginar y no pudo evitar lamerse los labios con anticipación.

 

Youmin le había dicho que quería terminar de recoger lo que faltaba en el local, pero Kunho no lo iba a dejar. Se sentía excitado y muy necesitado, así que su cafetería le daba exactamente igual y si esa noche no se fregaba, no iba a suceder absolutamente nada. Con aquello en mente, Kunho volvió a pegarse al cuerpo, ahora desnudo de Youmin, agarrando con su mano derecha una de sus nalgas y con su mano izquierda el miembro de su chico, pegando su boca a su nuca para dejar un mordisco allí, a la vez  que el menor gemía alto, sin haber podido contener su voz, provocando que Kunho se excitara todavía más y no tardase en comenzar a rozarse contra su trasero moviendo sus caderas de forma circular, embistiendo levemente con su miembro, todavía dentro de sus pantalones, buscando su propio placer.

 

Hyung... jadeó Youmin.

Shhh... voy a follarte ahora mismo porque no puedo más... le dijo, callándolo de esa forma. Y va a ser el mejor polvo de tu vida, te lo aseguro.

 

Su chico soltó un nuevo gemido ante aquello, aunque esta vez de una forma baja, grave, y Kunho de verdad no pudo soportarlo más. Sin siquiera darle tiempo a Youmin para prepararse para lo que estaba por venir, el mayor simplemente comenzó a empujar su cuerpo rápidamente hasta que éste quedó contra la barra de la cafetería, encajado entre dos de las sillas altas, y después le hizo subir su pierna derecha a esta, aprovechando su flexibilidad, aquella bendita flexibilidad que lo volvía loco y que provocaba que pudieran hacer las más locas posturas gracias a ella. Youmin se quejó levemente, no por la postura, que era algo que podía hacer sin problema alguno, sino por la fuerza con la que había impactado su cuerpo contra la barra, haciendo que se doblara sobre ésta, su miembro rozándose contra la superficie fría. Para intentar mitigar el dolor que le hubiera podido provocar, Kunho se dedicó a darle pequeños besos, corriendo por toda su espalda hacia abajo, lamiendo y mordisqueando zonas de aquella piel blanca, succionando para dejar marca y para hacerlo jadear de placer, de la misma forma que su mano dominante no paraba de tocar su entrepierna, estimulando sus testículos y agarrando su trasero, dejando leves golpecitos contra sus nalgas para ver cómo éstas se movían como si fueran de gelatina.

 

Poco a poco, el chico comenzó a reaccionar, cada vez más y más intensamente, desde jadeos bajos y graves hasta llegar a gemidos altos y agudos, que a veces intentaba ahogar llevando sus manos a su boca, pero que otras veces era incapaz de hacerlo porque éstas se agarraban al filo interior de la barra para poder mantener la postura en la que se encontraba. Youmin cada vez estaba más sensible, respondiendo a cada roce de sus manos y a cada beso o mordisco que dejaba sobre su piel, pero aquello no era lo único que Kunho tenía pensado hacer con él. En su descenso por su espalda, evitando las tiras de tela del delantal, finalmente llegó a la zona baja de ésta y se acabó dejando caer sobre el suelo de rodillas para tener un mejor acceso a la cara interna de sus muslos, donde continuó con su tarea, besándolo, mordiéndolo, dejando mil y una marcas. Los gemidos de Youmin se hacían más intensos conforme se acercaba a su entrepierna y Kunho no pudo evitar tentarlo una y otra vez, alejándose de la zona cuando el chico contenía la respiración, queriendo más. Los pequeños ruiditos de queja que el chico hacía cada vez que lo dejaba con ganas de más provocaban que Kunho sonriese contra su piel, encantado con sus honestas reacciones; sin embargo, por mucho que quisiera llevarlo hasta la locura con aquellos pequeños gestos, él mismo no se sentía capaz de esperar el tiempo suficiente para ello, queriendo internarse lo más rápido posible en él, enterrándose en lo más profundo de su ser. Por ese motivo, Kunho se dejó de juegos unos momentos más tarde, comenzando a lamer su entrepierna, jugueteando un poco con la piel de sus testículos y la base de su miembro, que era lo único a lo que podía acceder desde aquella posición, y solo después de tener a Youmin temblando de placer con sus acciones, llevó la lengua hasta su ano, usando su saliva para comenzar a prepararlo. No obstante, en cuanto lo hizo, su chico protestó de viva voz e intentó apartarlo.

 

Hyung no... no hagas eso... le pidió, entre jadeos. Llevo todo el día... de un lado para otro... estoy sudado y sucio...

Me da igual replicó Kunho. Solo tengo un sobre de lubricante en la cartera y sabes que eso no es suficiente.

Pero hyUNG!

 

Youmin trató de protestar de nuevo, pero Kunho volvió a su tarea de forma tan repentina, que la última parte de su “hyung” fue una mezcla de grito y gemido a la vez. A Kunho no le importaba lamerlo allí, no era la primera vez que lo hacía y no sería la última, que estuviera sudado le daba bastante igual porque lo único que quería era embestirlo una y otra vez contra aquella barra y sabía por anteriores experiencias que un sobre de lubricante no iba a hacer el trabajo totalmente y todo lo que pudiera ayudar con su lengua antes de usarlo, repercutiría en el placer de Youmin y en la facilidad con la que podría entrar en él. Nunca era fácil, daba igual las veces que se hubieran acostado, Youmin siempre era tan estrecho, que necesitaba una cantidad ingente de lubricante y una preparación bastante minuciosa para poder tomarlo en toda su gloria. Quería follárselo, quería hacerlo rápido porque no podía aguantarse más las ganas, quería reclamarlo y marcarlo como suyo una vez más, pero lo primero era asegurarse de que Youmin no sufriera por ello. Por ese motivo se esmeró muchísimo en embadurnar su ano con su saliva, introduciendo su lengua en él abriéndose camino lentamente, preparándolo con atención antes de usar la escasa cantidad de lubricante que tenía a mano, provocando que su chico no pudiese parar de jadear y gemir con cada movimiento de su hábil lengua. No tardó demasiado en forzar los músculos de su recto un poco para que se acostumbrasen a aquella primera intrusión y, después, embadurnando uno de sus dedos en su propia saliva, continuó con aquello durante algunos momentos más, hasta que finalmente sintió que sería capaz de terminar de prepararlo con el lubricante.

 

Kunho se separó de Youmin, alzándose de nuevo, sintiendo cómo sus rodillas dolían un poco después de haber estado hincadas en el suelo por un buen rato. No obstane, aquel leve dolor en sus rodillas no le molestaba en lo absoluto e iba a tener una buena recompensa, así que, ignorándolo, cogió del bolsillo de sus pantalones su cartera y la abrió, sacando de ella el sobrecito de lubricante que siempre llevaba encima para emergencias, de la misma forma que también sacó el condón. Dejó su cartera encima de una de las sillas de la barra, sin preocuparse de guardarla de nuevo porque lo que tenía por hacer era mucho más importante que eso. Con mucho cuidado de que no se derramara el líquido porque cada gota contaba, Kunho abrió el sobre del lubricante y después echó parte de éste sobre sus dedos y otra parte contra el ano de Youmin, comenzando justo después a penetrarlo con sus dedos, una y otra vez, su cuerpo pegándose a la espalda de su chico y volviendo a besar su nuca. Las reacciones de Youmin no se hicieron esperar. Su cuerpo temblaba con cada penetración y cada beso y sus gemidos se mezclaban con jadeos, no pudiendo controlar ni unos ni los otros, algo que provocaba que Kunho se volviese un poco más atrevido y confiado en lo que hacía y  emplease algo más de presión en sus penetraciones, abriendo sus dedos y creando espacio para su miembro.

 

El tiempo pasó lento, pero a la vez lo hizo rápido y Kunho se empleó a fondo en preparar a Youmin incluso aunque sentía que con cada gemido de su chico, la presión de su duro miembro contra sus calzoncillos era cada vez más y más insoportable; sin embargo, la soportó todo lo que pudo, hasta que ya no pudo aguantarse más las ganas y acabó sacando los dedos del trasero de su chico en el instante en el que notó que ya no tenía mucha resistencia a la intrusión. Kunho apenas tardó unos pocos segundos en desabrocharse sus pantalones y sacarse su miembro de sus calzoncillos, tocándolo un poco para terminar de endurecerlo antes de colocarse el condón que había sacado antes y echar sobre él lo poco que había quedado en el sobre del lubricante, aprovechando las últimas gotas para embadurnar bien su extensión antes de alinear su punta contra la entrada de Youmin, tomando al chico por la cintura.

 

Voy a entrar le advirtió a su chico en apenas un susurro contra la piel de su nuca. Párame si te duele.

 

Youmin asintió con un movimiento leve de su cabeza y Kunho sonrió contra su nuca, dejando un pequeño beso allí antes de mover sus caderas, empujando dentro de él con lentitud. El cuerpo de Youmin se tensó de forma irremediable con la penetración, sus paredes apretando el miembro de Kunho deliciosamente; sin embargo, era mejor que se relajase un poco, por lo que, el mayor dejó de sujetar su cintura con su mano izquierda y la llevó hasta el pezón de su chico, comenzando a jugar con él, haciendo que los gemidos de este fueran aún más constantes. El cuerpo de Youmin no tardó en empezar a destensarse, haciendo mucho más fácil para Kunho moverse dentro de él, lentamente, entrando un poco, saliendo de nuevo y volviendo a entrar un poco más profundo hasta que, por fin, acabó introduciendo todo su miembro por completo. El placer que le provocaba estar dentro de Youmin, sintiéndolo caliente alrededor de su pene, era exquisito y el roce de cada uno de sus movimientos lo llevaba hasta el borde del abismo. Estaba tan necesitado y excitado que en cualquier momento podía perderse en su propio placer y no dejar de embestir a Youmin contra la barra hasta no acabar estallando en su orgasmo, algo que no le ocurría con mucha frecuencia porque normalmente trataba de mantenerse lúcido hasta el final, buscando el placer de los dos; no obstante, aquel día entre lo irritado que se había sentido por la forma en la que habían intentado ligar con su novio y el añadido de aquel delantal que le había comprado, Kunho no estaba en sus cabales.

 

Las penetraciones comenzaron a ser más y más fuertes, más intensas y el cuerpo de Youmin se rozaba una y otra vez contra la barra, su pierna estirada sobre ella a veces cayéndose y Kunho teniendo que sujetarla y subirla de nuevo, estirándolo, su miembro rozándose una y otra vez contra el borde de ésta y haciéndolo gemir más fuerte de lo normal. Kunho notaba cómo su chico cada vez estaba más cerca del orgasmo cuando su interior se tensaba durante unos segundos, apretándolo con fuerza o cuando Youmin se quedaba sin respiración, por ese motivo, se afanó en encontrar el ángulo con el que rozaba directamente contra su próstata para ayudarlo a ello, dando con él unos pocos intentos más tarde y provocando que el menor soltara una palabrota por ello. Kunho no pudo evitar la carcajada que se escapó de sus labios, pero siguió embistiéndolo una y otra vez, sin descanso, rozando con cada penetración la próstata de su chico hasta que finalmente provocó que Youmin llegara al orgasmo. Todo el cuerpo del menor tembló de una forma descontrolada mientras un gemido ahogado salía de sus labios y su recto lo comenzó a apretar en su interior, siguiendo el mismo ritmo que su respiración entrecortada y acelerada, después de aquello, Youmin se dejó caer sobre la barra, agotado y con todo su cuerpo siendo gelatina. Kunho no se detuvo a pesar de que el orgasmo de su chico había sido intenso, siguió penetrándolo una y otra vez, sin descanso, a través del placer de Youmin para encontrar el suyo propio, anclando sus manos en su cintura con fuerza y así sujetarse mejor y emplear más fuerza en sus embestidas. Una y otra vez, cada vez más y más rápido, Kunho se dejó llevar hasta acabar alcanzando él mismo su orgasmo, hundiéndose hasta lo más profundo de Youmin mientras se corría dentro del condón y se quedaba completamente estático, respirando contra la nuca de su chico mientras se recuperaba.

 

Fue un orgasmo intenso, Kunho supuso que por la situación y lo que los había llevado hasta allí, por lo que tardó unos momentos más de lo que era lo normal en él en recuperar el control de todo su cuerpo. Cuando lo hizo finalmente, salió del interior de Youmin, el condón resbalándose de su pene, ahora flácido, y cayendo al suelo. Kunho maldijo por lo bajo y se metió su miembro dentro de sus pantalones de nuevo para después, agacharse para recogerlo y haciéndole un nudo antes de echarlo en una papeleara que había a tan solo unos pocos pasos de distancia, cogiendo en su camino hacia ella los envoltorios del lubricante y del condón que había usado. Al girarse para volver hacia Youmin y ayudarlo, vio cómo su chico se empezaba a incorporar de la barra, bajando su pierna, temblorosa, hasta el suelo con una expresión de satisfacción y a la vez de fastidio en su rostro. Kunho sabía que era el culpable de ambas y que lo tendría que compensar por ello, así que, se acercó a él, dándose cuenta de que el delantal que había comprado hacía unas horas estaba arrugado y manchado de semen, de la misma forma que lo estaba la barra de la cafetería. Le dedicó la sonrisa más encantadora que supo antes de terminar de acercarse a él para darle un cariñoso beso en la mejilla.

 

Perdón fue lo primero que le dijo, sintiéndolo de verdad. Puedes adecentarte y vestirte, yo termino de recoger la cafetería Kunho dejó otro beso en su frente antes de agregar: te quiero.

 

Todo aquello pareció ablandar a Youmin que le dedicó una sonrisa antes de asentir y alejarse de él, con sus piernas temblando a cada paso que daba hacia su ropa y Kunho no pudo evitar volver a sentirse caliente viéndolo en aquel delantal. Quizás cuando llegasen a casa, el menor le dejaría tener otra ronda... pero para eso tenía que dejar su local como los chorros del oro y sin ningún indicio de lo que que había pasado momentos antes, listo para la apertura del día siguiente.

 

 

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