Título: Entre fogones
Autora:
Riz Aino
Pareja:
KunTa (Kun + Yuta) (NCT)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, chefs, romance, humor
Número de palabras:
1.427 palabras
Resumen:
Kun se caracterizaba por su infinita paciencia, pero había momentos en los que
hasta a él se le acababa la paciencia.
Notas: la historia
fue inspirada por aquella vez en la que, cocinando, HaeChan casi echa a arder
la cocina y Kun ayuda a apagar el fuego y porque en un momento aleatorio se me
ocurrió que sería divertidísimo que Yuta llamara a Kun, Kun-kun.
Comentario de autora:
me costó un poco sacar esta historia adelante porque no estoy muy ducha en cómo
funciona una cocina en un restaurante, you know, pero vi un par de episodios de
Master Chef y al final acabé haciéndolo. Espero que os guste.
Entre
fogones
Kun se caracterizaba por su infinita
paciencia en cada aspecto de su vida. Su personalidad calmada y su sonrisa
fácil lo hacían ser una persona amable, de buen corazón y con la que se podía
tratar sin ningún problema. No tenía la costumbre de dejarse dominar por el
estrés y, por lo general, atacaba cada problema que sucedía fuera y dentro de
las cocinas con calma y cabeza fría… o al menos así había sido hasta que había
llegado a su cocina un nuevo cocinero llegado desde Japón que le traía de
cabeza, porque debido a Nakamoto Yuta, había momentos en los que hasta a él se
le acababa la paciencia. Y no era porque Yuta no fuera bueno en lo que hacía,
era completamente increíble y Kun lo sabía perfectamente porque había coincidido
con él en algunas convenciones de cocina y habían compartido algunas lecciones
dadas por los más grandes cocineros de su tiempo… era simplemente que Yuta, su
personalidad, la forma cercana en la que lo trataba, la forma en la que bromeaba
con él mientras ambos estaban en la cocina, entre los fogones, todo eso lo
traía de cabeza.
—Kun-kun —lo llamó Yuta, haciéndolo
salir de sus pensamientos—. ¿Cuál era la salsa que usabas para este plato?
Kun simplemente acabó acercándose a
él para explicarle cuál era la salsa, aprovechando que lo que él se podía
permitir separarse unos momentos de lo que tenía en marcha en sus fogones, a
pesar de que odiaba profundamente que Yuta lo llamara “Kun-kun”. El mayor había
cogido aquella costumbre de llamarlo así cuando ambos había estado estudiando
durante un par de semanas en el Japón natal de Yuta algunos años atrás y, desde
entonces, cada vez que habían coincidido, lo llamaba de aquella manera. Al
principio, Kun siempre había protestado porque quería que lo llamase como el
resto del mundo, chef Kun o simplemente Kun, pero aquello solo había hecho que
el mayor lo llamara “Kun-kun” con mucha más frecuencia. Con el paso del tiempo
se había dado cuenta de que a Yuta le gustaba chincharlo de aquella forma y
finalmente había dejado de reaccionar a pesar de que le entraba un pequeño tic
en el ojo cada vez que lo escuchaba.
Cuando terminó de explicarle a Yuta
cómo era la salsa que debía de usar y cuáles eran los pasos que él seguía para
realizarla, el otro se puso manos a la obra y Kun simplemente volvió a los
platos que él mismo tenía en marcha. Iba a comenzar la hora punta en tan solo
unos momentos y, a pesar de que tuvieran muchísimos ingredientes y platos ya
preparados porque se necesitaban varias horas para hacerlos, la cocina iba a
comenzar a ser un caos en breves y debía de dejar hecho aquello antes de que
eso sucediera. Por ello, Kun trató de solo enfocarse en lo que tenía que hacer,
sin mirar si Yuta hacía de la forma en la que le había explicado la salsa, no
porque no se fiara de él, porque sabía que, a pesar de ponerlo de los nervios,
cocinaba bien y sus platos siempre eran exquisitos, sino porque estaba muy
nervioso porque aquella salsa en concreto era algo un poco más elaborado, algo
que necesitaba bastante tiempo y algo que si no se hacía siguiendo los pasos
concretos, no sabía cómo debía de saber, y claro, era normal que Kun estuviera
preocupado, era su restaurante después de todo, Yuta era el chef que su
inversor había contratado para hacerle las cosas más fáciles y sabía que debía
de confiar en él porque podía confiar en él, pero no podía evitar desviar su
atención hacia el mayor cuando no debía de hacerlo.
Kun acabo suspirando profundamente
para tratar de sacar de su cabeza todos aquellos pensamientos y enfocarse de
verdad en lo que debía de hacer, pero en ese momento, DongHyuck, uno de los
pinches que tenía en cocinas y que se ocupaba de las cosas más sencillas,
provocó que hubiera un caos en el lugar al dejar que una servilleta de papel se
prendiera fuego al tenerla cerca de los fogones. Kun reaccionó rápidamente y
corrió hacia el lugar, agarrando la servilleta que se quemaba con sus manos y
apagándola contra la encimera, sintiendo el calor en sus manos y cómo su piel
ardía durante unos momentos, pero extinguiendo el fuego con rapidez antes de
que hubiera una desgracia. La cocina se quedó en silencio, todo el mundo
observándolo con preocupación, pero Kun simplemente esbozó una sonrisa.
—No ha sido nada, solo un pequeño
accidente, todos al trabajo —dijo.
Todos suspiraron aliviados en
conjunto y después siguieron con lo que estaban haciendo, Kun incluido, porque
no podían permitirse parar ni un solo segundo; no obstante, el cocinero no dejó
de sentir la mirada de Yuta, frente a él, de vez en cuando, y Kun tenía la
necesitad de ocultar sus manos, con su piel un poco más roja de lo que debería,
de la vista del mayor. Poco después, la cocina volvió a ser un caos pero porque
la hora punta llegó y Kun dejó de enfocarse en Yuta, en que las manos le dolían
un poco y en todo aquello que lo rodeaba para simplemente dedicarse a lo que
debía de cocinar, las órdenes que entraban, los platos que debía de preparar y
decorar y dejarlo todo perfecto como debía de estar hasta que finalmente el
ritmo en la cocina dejó de ser tan frenético y pudo respirar porque los últimos
comensales ya habían sido servidos y el restaurante estaba a punto de cerrar
sus puertas esa noche. Había sido otro día exitoso para el restaurante a pesar
del pequeño incidente con la servilleta que había causado DongHyuck, así que,
Kun estaba contento.
—Kun —lo llamó entonces Yuta—. Ven conmigo
un momento, por favor.
Kun se extrañó bastante porque era
la primera vez en muchísimo tiempo que Yuta no lo llamaba “Kun-kun”, pero
simplemente lo siguió. El mayor atravesó las cocinas y lo llevó hasta el
pequeño vestuario en el que se cambiaban los uniformes por la ropa de calle y
abrió la taquilla que le pertenecía, sacando un pequeño neceser en el que tenía
un kit médico básico para cualquier accidente que pudiera producirse en la
cocina. Kun lo vio sacar una pomada para las quemaduras y no pudo evitar
esbozar una pequeña sonrisa al darse cuenta de qué era lo que Yuta pretendía…
porque a pesar de chincharlo, de hacer que perdiera los nervios en la cocina y
de ser un pequeño grano en el culo, Yuta también era una buena persona.
—A ver esas manos —le pidió y Kun las
extendió, con sus palmas hacia arriba. La quemadura no era grave, pero al no
haberla tratado inmediatamente y haber seguido cogiendo cosas, tenía peor pinta
de la que debería tener—. Deberías haberte puesto algo antes y tener más
cuidado con estas cosas —le dijo Yuta, comenzando a untarle con su dedo
cuidadosamente la pomada—, si nos quedamos sin nuestro chef, ¿qué vamos a hacer?
—Estoy seguro de que podrías salir
adelante, aunque no estuviera yo en las cocinas unos días —contestó.
—No —replicó Yuta, alzando su cabeza
y mirándolo a los ojos de forma intensa, provocando que el corazón de Kun diera
un inesperado vuelco dentro de su pecho—. Sin ti no sabría qué hacer en esta
cocina.
Después de aquello, Yuta volvió a centrar
su mirada en sus manos para terminar de tratarlas y Kun simplemente se enfocó
en tratar de calmar su corazón porque éste se había vuelto demasiado loco de
repente y no quería tener otro motivo más por el cual perder la calma en la
cocina debido a Nakamoto Yuta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario