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viernes, 14 de noviembre de 2014

One last time

Capítulo V
Resurrection

            La jarra con el agua estaba sobre la mesa, en el centro de esta, así que era imposible tomarla para Jongdae. Con un suspiro llamó la atención de la persona que estaba más cercana a esta para que se la alargara y unos pocos segundos después, la jarra estaba en sus manos. El chico pasó la lengua por sus resecos labios mientras vertía el contenido de la jarra en un vaso, anticipándose al momento en el que por fin calmaría su sed. Dejó la jarra sobre la mesa y tomó el vaso entre sus manos, llevándoselo a los labios y dejando que el agua bajara por su garganta. Notó un sabor extraño, pero lo achacó a que el agua no estaba del todo filtrada y sabía un poco a cal; sin embargo, cuando ésta en vez de calmarle la sed, incrementó la sensación de quemazón, supo que algo iba mal. Miró en dirección a la persona que le había dado la jarra de agua y lo único que pudo ver fue una sonrisa torcida de labios rojos y ojos de color escarlata brillante, como la sangre fresca.


10 de Noviembre 2013

            Jongdae seguía sin poder creerse lo que había pasado apenas unos momentos antes. Chanyeol le había contado que era un vampiro y que había mantenido una relación con él hacía unos setecientos años aproximadamente. También le había hablado de que uno de los suyos lo había asesinado en aquel momento y lo había seguido haciendo a lo largo de los siglos con sus respectivas reencarnaciones. El chico no lo había querido creer al principio, sonaba todo a una mentira demasiado grande, pero le había dado un voto de confianza yéndose con él a su apartamento porque después de todo no quería creer que Chanyeol le estuviera mintiendo de aquella forma tan descaraba.

            Lo que Jongdae jamás se hubiera imaginado era que tras la misteriosa puerta cerrada hubiera una habitación que guardaba un ataúd de madera oscura, forrado por dentro de terciopelo rojo y rodeado de vasijas de aspecto bastante antiguo llenas de tierra.

            En aquellos momentos se encontraba en un profundo estado de shock y aunque Chanyeol le había preparado una infusión para que se sintiera un poco mejor y pudiera volver a pensar con claridad, seguía sin poder hacerlo. Todo aquello era demasiado surrealista, como si se encontrase en un sueño en el que nada de lo que ocurría tenía sentido.

            —Puedes preguntarme lo que quieras —escuchó decir a Chanyeol en un momento determinado.

            Jongdae alzó su cabeza y se lo encontró bastante cerca de él, mirándolo con lo que el chico creyó que era preocupación. Tenía muchas dudas, muchísimas, no sabía por dónde empezar, pero lo primero debía ser asegurarse de que aquello no era ninguna broma de mal gusto.

            —Muéstrame cómo eres realmente —pidió. La voz le tembló al hacerlo, pero esperaba que la decisión que mostraban sus ojos fuera suficiente para que el otro accediera.

            Chanyeol asintió a su petición y cerró sus ojos unos momentos. Cuando los volvió a abrir estos no tenían su habitual color oscuro, ahora eran de un brillante escarlata, del color de la sangre y en su boca, comenzaron a asomar dos prominentes colmillos blancos que le cortaron el labio inferior. Jongdae contuvo la respiración ante la transformación que había ocurrido ante él. No podía creerlo, aquello no debía ser posible, los vampiros no existían más que en las leyendas y en los libros de adolescentes, como las demás criaturas de la noche. Mas allí se encontraba uno de aquellos seres de fantasía, frente a él, con una expresión extraña en su rostro y algo incómodo, como si no quisiera permanecer mucho más tiempo de aquella forma.

            —Puedes volver a como estabas antes —dijo porque de todas formas ya no necesitaba más pruebas y Chanyeol no tardó ni un segundo en regresar al aspecto que Jongdae siempre había conocido.
            —¿Me crees? —el chico asintió lentamente, así que el vampiro se acercó un poco más a él, cogiendo una de sus manos entre las suyas. El contacto hizo que se estremeciera y que Jongdae por fin entendiera algunas cosas que antes le habían pasado desapercibidas. Piel fría y pálida, facciones sensuales, labios rojos. Esa descripción le recordó a alguien conocido, pero no sabía a quién exactamente, su cabeza en aquellos momentos no funcionaba correctamente—. ¿Quieres preguntarme alguna cosa más? Responderé todo con sinceridad.
            —¿Por qué ese vampiro me mató la primera vez? —dijo con curiosidad. Había escuchado con atención la historia que Chanyeol le había contado pero todavía no podía comprenderlo.
            —Celos y venganza —respondió—. Habíamos estado juntos durante toda nuestra segunda vida, pero cuando me enamoré de ti y fui rechazado por la comunidad, dejándolo así solo por primera vez, enloqueció.
            —¿Cómo pudiste enamorarte de mí si tu corazón no late? —aquella era otra gran incógnita que le había surgido. Él había estudiado durante sus años de instituto que lo que hacía que una persona se enamorase de otra era la química, pero aquello era imposible para un vampiro.
            —Es algo más profundo, no lo puedo describir —contestó pensando en sus palabras—, como si tú fueras un imán que atrapa mi cuerpo, me siento atraído hacia ti sin poder remediarlo —lo miró sonriendo—. Supongo que para saberlo habría que hacer algún estudio sobre cómo funciona mi cuerpo, pero los vampiros no buscan este tipo de respuestas —Jongdae asintió, rebuscando en su cabeza alguna otra pregunta.
            —¿Las otras veces también mantuvimos una relación y luego el vampiro me mató?
            —No, solo la primera vez, las demás no llegué a tiempo y solo pude presenciar impotente cómo la historia volvía a repetirse —dijo, apretando más fuerte su mano—, por eso esta vez tengo la esperanza de poder salvarte, no dejaré que él vuelva a hacerte daño —Jongdae esbozó una pequeña sonrisa.
            —Eso me halaga —contestó—, aunque si quien viniera a por mí fuera un tipo normal y corriente le pediría a Zitao que fuera mi sombra —intentó bromear—. ¿Puedo seguir preguntando?
            —Por supuesto.
            —¿Necesitas el alimento que comes cuando estamos juntos? —Chanyeol negó—. Me lo imaginaba… —murmuró sintiéndose un poco mal por aquello—, mmm… ¿todos los animales te odian?
            —No, solo Minah —Jongdae enarcó una ceja—. En realidad solo me odian los animales de compañía, los que están en estado salvaje me temen y simplemente no se acercan a mí —respondió con una sonrisa.
            —Y… ¿cuál es tu secreto para mantenerte tan joven a pesar de tener casi mil años? —preguntó con curiosidad y, dejando a un lado del todo la confusión y el estrés que había estado sintiendo, continuó con una sonrisa—. Muchas personas pagarían por saberlo.
            —Para eso bebo sangre.
            —Sangre humana, ¿cierto? —el otro asintió—. Me esperaba que me mintieras y dijeras que eras un vampiro defensor de los derechos de los humanos y que jamás beberías su sangre para mantenerme tranquilo.
            —He dicho que contestaría con sinceridad a todas las preguntas que me hicieras —se levantó del suelo, donde había estado sentado en cuclillas mientras tenía lugar la conversación y se sentó en el brazo del sofá, más cerca de él—. No te voy a mentir, he atacado a humanos para beber de su sangre y poder sobrevivir, aunque durante un tiempo, cuando él te arrebató de mi lado la primera vez quise morir y no lo hice.
            —¿Y qué hizo que quisieras seguir adelante?
            —Yifan.
            —¿Cómo? —preguntó porque no había entendido lo que había dicho.
            —Wu Yifan, un vampiro tan antiguo del que todos dicen que podría haber sido incluso el vampiro primigenio —respondió—. Él fue quien me convirtió en lo que soy ahora y quien, a pesar de no detenerlo jamás para que no te volviera a hacer daño, me puso siempre tras tu pista para que te encontrara.
            —Me gustaría conocerlo.
            —Creo que ya lo conoces, aunque cambia de aspecto a placer —contestó—, y, de todos modos, preferiría que no te cruzaras mucho con él.
            —¿Por qué?
            —Porque todavía no estoy seguro de si todos estos años que ha pasado dándome las claves para que te encontrara justo cuando él te mataba era para castigarme y hacerme daño o para ayudarme —contestó—. Tampoco tengo del todo claro algunas cosas, hay detalles que se me escapan y no puedo confiar del todo en él como hacía en el pasado.
            —Intentaré mantenerme alejado de él, aunque no sepa cuál es su apariencia —sonrió, pero se puso serio apenas unos segundos después—. ¿Has matado alguna vez?
            —Sí, sobre todo en mis primeros años —Chanyeol frunció sus labios en una fina línea—. Soy un monstruo.
            —No, no —Jongdae apretó sus manos unidas—. No eres ningún monstruo —dijo mirándolo a los ojos con sinceridad—. Todo esto me ha sorprendido bastante porque lo que menos me iba a imaginar que me estabas escondiendo era todo esto, pero no me parece que seas ningún monstruo… de hecho, me parece bastante romántico eso de que hayas estado buscando mis reencarnaciones a lo largo de los siglos para poder estar conmigo de nuevo.
            —¿Eso quiere decir…? —Jongdae no lo dejó terminar, lo tomó por el cuello de su camisa con su mano libre y tiró de él hasta que sus labios se encontraron. Ambos sonrieron dentro del beso. No necesitaban decir más palabras para saber lo que sentía el otro.
            Jongdae había pensado durante casi un mes que era demasiado extraño sentirse atraído por Chanyeol, como si fuera una estrella y él uno de los planetas que gravitara a su alrededor. Todavía había muchas cosas que quería saber sobre él, tenía que ponerse al día de más de ochocientos años de la vida del otro, pero por el momento, sentía que no necesitaba nada más. Durante los días en los que lo había estado ignorando lo había pasado realmente mal y ahora que todo estaba aclarado su intención era no volver a separarse de él.


12 de Noviembre 2013

            —Pareces más animado —le comentó Yixing en voz baja mientras estaban codo con codo haciendo una investigación para un trabajo en la biblioteca de la facultad—. La semana pasada parecías bastante decaído.

            Jongdae se sorprendió al escuchar aquellas palabras pronunciadas en un coreano más o menos entendible que le hizo saber al momento que su amigo se había aplicado bastante en los últimos tiempos para aprender correctamente el idioma, pero también se sorprendió porque el chico había notado su mal estado de ánimo durante el tiempo que había estado sin hablarse con Chanyeol. Yixing era un gran amigo.

            —Tuve algunos problemas —le contestó, sin dar más detalles, pero al igual que él, Yixing no podía quedarse sin saber absolutamente todo y ya que había conseguido un pedazo de información no iba a parar hasta obtenerla absolutamente toda.
            —¿Problemas familiares de nuevo? —preguntó, Jongdae negó con la cabeza.
            —No, esos están más o menos solucionados —el chico no le había contado todo sobre el incidente de su familia, pero le había hecho entender que era un asunto complicado y que más adelante, cuando se sintiera preparado para hablar de ellos y la persona implicada le diera permiso, se lo contaría.
            —Si no es familia tiene que ser amor —Yixing dio en el clavo y Jongdae tragó saliva porque repentinamente tenía la boca muy seca—. Creo que he acertado. ¿Tiene que ver con ese chico tan alto y guapo que ha venido a recogerte algunas veces?
            —Bueno, Sehun es el chófer de mi familia por lo que tiene que venir a recogerme —dijo, intentando desviar la atención y que la conversación no fuera sobre Chanyeol. No hacía ni dos días que había descubierto que era un vampiro y sentía que si le hablaba de él a Yixing este podía sacarle cualquier información que no debiera ser descubierta.
            —No hablo de él, aunque me gustaría bastante conocerlo —comentó—. ¿Sabes si tiene novia o es de la otra acera? —Jongdae negó, aunque quedó bastante sorprendido por lo que acababa de escuchar—. Pregúntale y pásale información sobre mí —Yixing le guiñó un ojo traviesamente—. En fin, yo me refería al otro chico que viene a recogerte últimamente, alto, guapo, de ojos oscuros, piel pálida y labios rojos —aquella era una perfecta descripción de Chanyeol, aun así, Jongdae intentó hacerse el loco pretendiendo no saber a quién se refería—. Kim Jongdae, cuéntamelo —ordenó, alzando un poco más la voz, haciendo que las personas que estaban a su alrededor alzaran sus cabezas y le chistaran para que guardara silencio—. Lo siento —se disculpó en un susurro antes de regresar su atención a Jongdae—. Me lo vas a contar sí o sí.
            —Está bien —se rindió el chico—, pero primero acabemos esto en silencio o nos van a echar de aquí.

            Un par de horas después salían de la biblioteca en la que se habían pasado toda la tarde y Jongdae le hablaba mientras caminaban por los pasillos de la universidad. No le contó sobre la condición de vampiro del otro y le mintió sobre el asunto de su pelea, pero al menos, Yixing pareció satisfecho con la información y se despidió de él con una sonrisa, recordándole que le mencionara a Sehun sobre él. Jongdae aprovechó que había sido el chófer quién había ido a recogerlo ese día para hablarle maravillosamente de su amigo Yixing y, aunque no lo demostrara abiertamente, este se mostró bastante interesado en el chico.

            En aquel momento, pensó que quizás sus días podrían ser tan normales como lo eran antes de conocer a Chanyeol, cuando era solamente el segundo hijo de una familia rica que estudiaba periodismo en la universidad y que aspiraba a ser alguien que pudiera informar con la verdad, sin ocultar absolutamente nada al público.

            Jongdae no tardaría mucho tiempo en descubrir cuán equivocado estaba.


15 de Noviembre 2013

            Era viernes, así que como no tenía clases presenciales aquel día, Jongdae se dedicó a terminar todo lo que tenía atrasado mientras, de vez en cuando, le rascaba a Minah detrás de las orejas con el bolígrafo. Se escuchó toda la discografía de su cantante favorita varias veces mientras redactaba y redactaba trabajos porque sus profesores tenían la mala costumbre de pensar que los alumnos tenían una sola asignatura, la suya, y que se podían permitir mandarles hacer un montón de cosas para hacer.

            A mitad de la tarde, cuando ya definitivamente le estaba prestando más atención a los ronroneos de la gata y a lo que hacía Joonmyun con las macetas del jardín trasero que a terminar lo que tenía que entregar el lunes siguiente, se levantó de la silla de su escritorio para estirar un poco las piernas y la espalda porque sentía los músculos agarrotados. En ese momento, escuchó varias voces en el pasillo, las dos igualmente estridentes, aunque una de ellas seguro que superaba el nivel de decibelios permitido, así que se dirigió a la puerta de su habitación y la abrió, asomándose a este y descubriendo así a su hermano menor y a su amigo, Baekhyun dirigiéndose al cuarto del primero.

            Ellos no se dieron cuenta de su presencia, así que Jongdae se encogió de hombros esbozando una sonrisa. Era bueno volver a ver sonreír a Jongin y formar escándalo como antes.

            El chico volvió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí, dirigiéndose luego a la cama, donde había dejado su teléfono móvil. Lo desbloqueó y vio una serie de mensajes de Chanyeol en kakao talk, así que abrió la conversación y los leyó todos con una sonrisa. Estaba preocupado por su seguridad y quería verlo lo más pronto posible porque lo echaba de menos. Jongdae había entendido en esos pocos días que habían pasado desde que el otro le había contado la verdad, que estaba realmente enamorado de él y que lo único que quería era que estuviera a salvo para poder estar a su lado. Todavía le parecía increíble que hubiera vivido cientos de años buscándolo y encontrándolo una y otra vez siendo asesinado por otro vampiro. El chico sentía curiosidad por el nombre de ese vampiro y por su aspecto, aunque según había entendido los vampiros podían cambiar este a placer y seguramente no lo podría reconocer por más que Chanyeol le describiera su apariencia.

            Le escribió con una sonrisa una respuesta corta asegurándole que estaba bien y luego dejó el móvil en el mismo lugar del que lo había cogido con renovadas fuerzas para seguir con todo lo que tenía que hacer.

            Era ya noche cerrada cuando Jongdae salió de nuevo de su habitación, habiendo terminado todo, y se dirigió a la cocina para cenar algo. Era algo tarde y su familia ya había cenado. Jongin lo había llamado para que fuera a comer pero él le había contestado que prefería acabar lo que tenía que hacer antes de salir de su encierro porque si no, no volvería a ponerse y tenía que hacerlo. El chico esperaba que en la nevera se encontrara su plato, tapado con papel transparente de cocina y en perfectas condiciones, o al menos esperaba un plato con las sobras, le daba lo mismo porque tenía mucha hambre.

            Después de cenar subió de nuevo a la segunda planta y vio luz en la habitación de su hermano mayor, así que pensó en hacerle una visita para ver cómo se encontraba. Llamó a la puerta con los nudillos, esperando una respuesta por parte de Minseok que no llegó, cualquier otra persona se hubiera ido pensando que se habría quedado dormido para no molestar su sueño, pero Jongdae sabía que su hermano era muy sensible a la hora de dormir y que necesitaba estar en la más absoluta oscuridad, ya que cualquier mínima luminosidad lo despertaba. Por eso, preocupado, el chico entró a la habitación, encontrándose a su hermano en la cama, con los ojos cerrados, respirando agitadamente, pálido y sudando abundantemente.

            —Minseok —llamó acercándose a la cama y llevando su mano a la frente de su hermano, notando así, cómo su temperatura era bastante alta—. Estás ardiendo —murmuró.

            No sabía muy bien lo que tenía que hacer, pero había visto muchas veces a su madre haciéndolo cuando él estaba enfermo, así que lo intentaría. Una media hora más tarde, Minseok parecía encontrarse mejor gracias a sus cuidados, por lo que el chico se permitió relajarse un poco. Miró a su hermano, aliviado, porque se había llevado un gran susto y notó cómo el sudor se le pegaba al cuerpo. Jongdae sabía que el sudor lo haría sentirse incómodo y pegajoso, así que fue a por una toalla al baño y la humedeció para después comenzar a retirar todo el sudor. Estaba tan concentrado en su tarea que casi pasa por alto unas extrañas marcas en el cuello de su hermano. Estaban cerca de la nuca, en un lugar poco visible debido al pelo, pero eran muy notables y parecían no tener mucho tiempo.

            Jongdae se acercó para examinarlas. Parecían… dos incisiones, como si fueran… la mordedura de los colmillos de un vampiro. Rápidamente se alejó de su hermano con miedo. Un vampiro había estado en aquel lugar, un vampiro había mordido a su hermano, un vampiro iba a por él y quería matarlo.

            Salió de la habitación tambaleándose, corriendo por el pasillo. Tenía que irse lo más pronto posible de aquel lugar, tenía que ir con Chanyeol ya que eso era lo que el otro le había dicho si notaba que algo sospechoso sucedía a su alrededor. Tenía que huir y esconderse.


13 de Noviembre 2013

            Chanyeol regresó a su apartamento después de ir a comprar algo de comida para cuando Jongdae se quedara en casa, para él nunca había comprado nada, pero el chico sí tendría que comer, se estaba afanando en que él no se le acercara, así que no podía simplemente dejarlo morir de hambre. Sacó las bolsas del coche y luego subió a su piso con estas, quizás para una persona normal hubiera sido demasiado duro cargar con todo aquello, pero al vampiro no le pesaban en absoluto, así que en momentos como aquellos era una gran ventaja ser alguien dotado de una fuerza sobrenatural.

            Estaba bastante animado porque ya no tenía secretos para el chico, le había contado absolutamente todo sobre su vida pasada en común y sobre todo lo que él había vivido intentando encontrarlo, pero su buen estado de ánimo se vino abajo en cuanto el ascensor llegó a su planta y se encontró en la puerta de su apartamento a una persona a la que no quería ver, porque eso significaba problemas.

            —Yifan —dijo.
            —Nos volvemos a encontrar —contestó el otro.
            —Esta es mi casa, ¿qué haces aquí?
            —Quería hablar unos momentos contigo… sobre el chico —aquellas últimas palabras retuvieron unos momentos a Chanyeol en el sitio en el que se encontraba, pero negó con la cabeza. No quería escuchar lo que tuviera que decirle sobre Jongdae.
            —No quiero hablar contigo de él.
            —Sabe sobre la existencia de los vampiros.
            —Sí, yo mismo le hablé de ella —confesó.
            —Es peligroso que un humano lo sepa porque puede extenderse a toda la población y comenzará la caza de nuestra especie, como ya ha ocurrido otras veces —dijo.
            —Lo siento, pero era la única manera de retenerlo junto a mí —Chanyeol pasó por su lado e introdujo la clave de su apartamento para entrar, dejó las bolsas junto a la puerta y miró hacia fuera, notando cómo Yifan intentaba ingresar a su piso sin el correspondiente permiso—. Ser un vampiro tiene sus inconvenientes, ¿verdad? No podrás entrar a este lugar a no ser que yo te invite y eso no va a suceder.
            —Chanyeol —la voz grave de Yifan lo detuvo, dejándolo paralizado y este maldijo por lo bajo porque no recordaba que su creador podía ejercer su voluntad sobre el vampiro que había creado—. Déjame entrar a tu casa —Chanyeol intentó resistirse, pero le fue completamente inútil.
            —Adelante —dijo y en ese momento, el otro se retiró de su mente, entrando a su apartamento.

            Chanyeol lo tuvo que seguir a regañadientes, tomando las bolsas que había dejado en la entrada y dejándolas en la cocina, sobre la mesa, comenzando después a guardar su contenido en los estantes y en el frigorífico. Vio cómo Yifan daba una vuelta por su apartamento, observándolo absolutamente todo con gran detenimiento, antes de ir junto a él.

            —Te has establecido en un buen lugar —comentó.
            —Ventajas de ser millonario.
            —También he podido notar que el chico pasa bastante tiempo aquí —dijo como quién habla sobre el tiempo.
            —Sí, es la única forma que tengo protegerlo de él —respondió, guardando unas verduras. Sentía la oscura mirada de Yifan sobre él y sabía que iba a decirle algo más antes siquiera de que hablara.
            —He venido a hacerte otra advertencia —Chanyeol puso toda su atención en el vampiro que tenía ante sí—. Él va a comenzar a moverse y no va a parar hasta que consiga su objetivo.
            —¿Has hablado con él?
            —No, pero he visto que algo así iba a suceder, por eso he venido a advertirte —respondió.
            —¿Esta vez por fin has elegido un bando?
            —Para él, matar al chico cada vez que se reencarna se ha convertido en una obsesión y tú ya has sido castigado lo suficiente —comenzó—. No he tomado ningún bando porque ambos sois mis más preciados tesoros, simplemente, esta vez haré que la balanza se incline a tu favor —y tras decir esto, desapareció.
            —¿Esta vez?

            Chanyeol siempre se había preguntado cómo él había sido capaz de encontrar a Jongdae tan fácilmente la primera vez cuando lo había escondido en un lugar en el que debía haber sido imposible de ubicar y siempre había dudado de Yifan, siempre había pensado que él había tenido algo que ver, pero después de eso, ya lo tenía perfectamente claro. Había sido Yifan quién le había revelado el paradero de Zhongda para que él lo encontrase en la inmensidad de aquel bosque.


15 de Noviembre 2013

            Se encontraba tumbado en su cómodo ataúd, descansando para recuperar fuerzas. Hacía tiempo que no probaba la sangre y necesitaba de sus propiedades para no sentirse tan cansado como se encontraba en aquellos momentos, pero las semanas anteriores no había tenido la ocasión de hacerlo. Sin embargo, el descanso que tanto necesitaba no pudo hacerse realidad porque escuchó el timbre de la puerta de su apartamento sonar. Quiso remolonear y quedarse en aquel lugar en el que llevaba tantos días ansiando estar, pero el insistente sonido no se detuvo y Chanyeol tuvo un mal presentimiento, así que directamente se transportó a la puerta, viendo por la mirilla a Jongdae, con el miedo pintado en su rostro.

            —Jongdae —dijo abriendo la puerta y este se acercó hasta él para envolver su cintura con sus brazos y pegar su cabeza a su pecho, temblando levemente—. ¿Jongdae?
            —Vampiro —lo escuchó susurrar—. Un vampiro ha estado en mi casa.
            En ese momento, Chanyeol lo apretó fuertemente entre sus brazos para poder transmitirle la calma que necesitaba en esos momentos y luego cerró la puerta de su piso para que nadie pudiera escuchar su conversación. La ira se estaba apoderando de él, pero debía tranquilizarse por el bien de Jongdae y, además, tenía que preguntarle por los detalles de lo que había sucedido.
            —¿Qué ha pasado? —preguntó. El chico alzó un poco su cabeza, para situarla entre su hombro y su clavícula y apretó el agarre que mantenía en su cintura—. Cuéntamelo, por favor —le pidió.
            —Yo… entré a la habitación de mi hermano Minseok para ver cómo se encontraba —comenzó Jongdae—, estos últimos días ha estado muy enfermo y estaba muy preocupado, así que cuando lo vi peor que de costumbre, mucho más pálido y con una fiebre altísima me afané en intentar que su estado volviera a ser más o menos normal —Chanyeol notó cómo tenía que coger aire para poder continuar con su relato, ya que parecía difícil para él que las palabras salieran de su garganta—. En ese momento me di cuenta de que tenía dos marcas en su cuello, como si se trataran de la mordedura de un vampiro.

            Chanyeol intentó controlarse de nuevo, haciendo unos esfuerzos sobrehumanos para esto. Él había estado tan cerca de Jongdae que podría haberlo matado de nuevo y ni siquiera se hubiera enterado. La ira se acumulaba en su interior por este hecho, había estado a punto de perderlo por no estar atento y no se lo hubiera podido perdonar jamás. Sin embargo, aquello en aquel momento, cuando estaba estrechándolo entre sus brazos y Jongdae estaba a salvo, no era lo importante, en lo que tenía que centrarse ahora era en lo que le había contado este. Tenía que calmarse y poder así pensar con claridad.

            Su hermano mayor había sido mordido, pero había dos clases de mordedura: aquella que te transformaba en vampiro y aquella que solo era dejada tras la succión de sangre. Chanyeol esperaba sinceramente que fuera la segunda opción porque la primera le traería muchos problemas.

            —Cuéntame exactamente cómo se encontraba tu hermano —pidió, para poder así determinar cuál había sido la mordedura y cuando el chico le explicó detalladamente, suspiró tranquilo—. Solamente lo han mordido para poder tomar su sangre, no se va a convertir en vampiro.
            —Creía que si un vampiro te mordía, te convertías en uno inmediatamente entre grandes fiebres y cosas así —murmuró Jongdae, parecía un poco más tranquilo al conocer que su hermano no iba a transformarse.
            —No todo lo que ves en las películas o lees en los libros es verdad —comentó Chanyeol.
            —Entonces… ¿cómo es la conversión? —ahora había curiosidad en su pregunta, el miedo parecía haberse ido diluyendo poco a poco con la noticia de que su hermano no sería transformado.
            —Un humano solo se convierte en vampiro cuando ha sido mordido mientras mantenía relaciones sexuales —aquel dato pareció sorprender a Jongdae, porque por primera vez desde que había llegado, alzó la cabeza y lo observó, intentando determinar si mentía o no.
            —¿En serio?
            —Muy en serio —el chico sonrió levemente, antes de volver a poner una expresión seria en su rostro.
            —Mi hermano… ¿puedes ayudarlo?
            —Solo puedo hacerlo matando al vampiro que está tomando su sangre —respondió—, y si estoy en lo cierto, es él quien lo ha mordido.
            —¿Él?
            —Sí. Él, aquel que va detrás de ti —respondió—. Así que por eso me gustaría que te quedases conmigo aquí, unos días al menos, ya que si ha entrado a tu casa es porque tiene el permiso para hacerlo, pero aquí no podrá entrar de ninguna forma y no podrá encontrarte.
            —¿Cuánto tiempo? —preguntó Jongdae—. Tampoco puedo desaparecer así como así, dejando a mi familia a merced del vampiro y tengo clases a las que asistir.
            —No los dejas a su merced —dijo Chanyeol—. Él solo te quiere a ti y si ha estado tomando sangre de tu hermano es porque de esta forma puede estar cerca de ti mientras se hace más fuerte y a la universidad puedes ir, yo te llevaré y te recogeré.
            —Está bien —murmuró—. ¿Tomando sangre os hacéis más fuertes? —el vampiro asintió—. ¿Desde cuándo no tomas tú?
            —Hace unas semanas.
            —Idiota —Jongdae le pegó un manotazo en el pecho, sorprendiéndolo—. ¿Qué pasa si viene ahora? Te matará porque estás débil.
            —No creo que me mate —respondió—. Lo que él quiere es verme sufrir, así que no te preocupes por eso.
            —Está bien, haz lo que quieras —el chico se separó por completo de él y caminó hacia el sofá para sentarse en él—. ¿Cuánto quieres que me quede?
            “Por mí, toda la eternidad”.
            —Al menos cuatro o cinco días, más sería extraño para tu familia y menos haría que pudieras estar en peligro —Jongdae asintió.
            —Le mandaré un mensaje a Jongin diciéndole que me quedo contigo y que vigile un poco el estado de Minseok, aunque tampoco quiero ponerlo en peligro —sacó su teléfono móvil y comenzó a escribir, a borrar y a volver a escribir lo que quería decirle a su hermano con el ceño fruncido en un gesto de concentración.

            Chanyeol sonrió. Ahora que estaba allí con él podía relajarse un poco, ya no tenía nada que esconder en la habitación cerrada y, de esta forma, podía estar seguro de que no le pasaría absolutamente nada. Sin embargo, para cuando regresara a su casa tendría que hacer algo, porque no podía dejarlo ir sin saber si realmente estaría bien o pasaría algo como aquello otra vez.

            Él ya había entrado en su casa y lo haría de nuevo.


19 de Noviembre 2013

            Jongdae acababa de salir de la ducha con el pelo castaño mojado pegado a su rostro y su nuca y dejando caer pequeñas gotas que, o bien recorrían su cuerpo de forma sinuosa o bien directamente caían al suelo. Solo llevaba puesto unos calzoncillos que había cogido prestados de su cajón y que se le ajustaban perfectamente, dejando al descubierto toda la blanca piel de su cuerpo. Quizás si aquello fuera la historia de un libro y no la realidad, el chico no tendría más que el pelo de su cabeza, pero que sus piernas se vieran morenas debido al enjambre de vello no era algo que le molestase a Chanyeol, de hecho, hacía que fuese algo más real, más tangible.

            El vampiro no supo cuánto tiempo exactamente se pasó mirando el cuerpo semidesnudo de aquel chico paseándose de un lado a otro de su apartamento sobre el periódico que había bajado a comprar apenas unos minutos antes, quizás fueran horas, o quizás minutos, pero solo pudo regresar a la normalidad cuando escuchó la voz de Jongdae, que había cogido una toalla y se secaba el pelo para que dejara de gotear, frente a él.

            —Me dijiste que solo había una forma de convertir a un humano en vampiro, ¿cierto?
            —Sí, ¿por qué lo preguntas? —dejó el diario sobre la mesa, para centrar su atención ahora deliberadamente en el chico.
            —Tenía curiosidad por saber si habías convertido a alguien —dijo Jongdae, sentándose en el brazo del sofá, muy cerca de él.
            —No, nunca —respondió sinceramente—. No es una vida que desee para alguien más, el primer siglo se pasa muy mal porque no te acostumbras a tu nuevo cuerpo del todo y porque has visto morir a todas aquellas personas que te importaban cuando todavía eras humano —alzó un poco la cabeza y miró a Jongdae—. Cuando a un vampiro convierte a un humano es porque necesita un compañero, yo he estado demasiado preocupado buscándote, así que no quería ni necesitaba a nadie más —una gran sonrisa apareció en el rostro del chico—, pero si me preguntabas esto porque querías saber si había mantenido relaciones sexuales con otras personas en este largo período de tiempo, no te mentiré, sí que las he mantenido —la sonrisa desapareció tan rápido como había llegado y Chanyeol supo que había dado en el clavo con su teoría.
            —Le has quitado toda la magia —Jongdae le dio un manotazo en el hombro y se levantó, dispuesto a alejarse de su lado, pero el vampiro fue más rápido y lo atrapó por la cintura antes de que diera siquiera un paso, guiándolo hasta él de nuevo, haciendo que se sentara sobre sus piernas, con las rodillas cada una a un lado de sus caderas.
            —Te dije que no iba a mentirte, así que te he contado la verdad —comentó, mirándolo a los ojos—. Tengo especial recuerdo de una señorita hace poco, de lejos, sin oler su esencia me pareció una vampiresa, pero al acercarme vi que solo era una humana de extraordinaria belleza y no pude hacer más que llevármela a la…
            —Oh, cállate —murmuró Jongdae, inclinándose hacia delante para besar con furia sus labios. Lo había puesto celoso y eso que el encuentro con aquella chica había sido varios meses antes de saber que él había renacido de nuevo. Chanyeol sonrió dentro del beso e hizo más firme  el agarre que mantenía en la cintura del chico.
            —¿Celoso? —preguntó cuando se separaron apenas un segundo porque Jongdae necesitaba un poco de aire.
            —No —respondió mirándolo fijamente con sus ojos castaños—. Solo te preguntaba porque quería saber si habías convertido a alguien, no quería estar al tanto de las personas con las que te has acostado, que lo más probable es que sean bastante más de las que se pueden contar.
            —Está bien… —murmuró Chanyeol—, ¿y por qué ese interés en saber si he convertido a alguien o no?
            —Porque he estado pensando en que quizás fuera mejor para todos que me convirtieras en vampiro.

            Su sincera respuesta dejó a Chanyeol bastante sorprendido y un poco enfadado a la vez, aunque sabía que no tenía que sentirse así porque el chico se lo iba a pedir más pronto que tarde. Aun así, no pudo evitar que su rostro reflejara antes que sus labios su respuesta y que Jongdae se entristeciera por esto.

            —Ahora no puedo hacer algo como eso —le dijo, intentando suavizar la situación—. Eso pondría en peligro a tu familia porque tú ya no serías alguien débil a quien poder matar —cogió una de las manos del chico, que se posaban en sus hombros y entrelazó sus dedos—. Además, al convertirte en vampiro, deberás dejar atrás toda tu vida, no podrás volver a ella por más que quieras porque si emprendes este viaje, debes saber que no hay posibilidad de retorno.
            —Pero entonces… ¿cómo podré enfrentarme a él si tú no estás cerca?
            —No puedo convertirte en vampiro —comenzó Chanyeol, captando toda su atención—, pero hay otra forma para hacer que no seas tan vulnerable ante él.
            —¿Qué forma? —preguntó Jongdae con curiosidad.
            —¿Has oído hablar del bautismo del vampiro?
            —Jamás en mi vida —negó, exigiéndole una explicación con su mirada.
            —Bueno, me habría sorprendido mucho que lo supieras —comentó Chanyeol con una sonrisa—. El bautismo del vampiro es algo que hace que las dos personas vinculadas puedan sentir los pensamientos de la otra parte, no todos, pero si los que son provocados por situaciones inesperadas o peligrosas, así que eso me haría poder saber si te ha pasado algo mientras yo no estoy a tu lado y si necesitas mi ayuda —explicó.
            —Eso... ¿cómo puede ser posible? ¿Y cómo se haría?
            —Yo tomaría un poco de tu sangre y tú beberías también de la mía, así, con el intercambio, se produce una conexión que va más allá del entendimiento.

            Cuando terminó de hablar, notó cómo Jongdae parecía todavía un poco confuso, pero poco a poco parecía comenzar a entenderlo. Era un poco complicado de comprender a la primera, pero se trataba simplemente un intercambio de sangre entre el humano y el vampiro que los conectaba mentalmente, por lo que así podría saber en el momento si estaba en peligro. Chanyeol había estado pensando durante los últimos días cuál sería su mejor opción cuando el chico no estuviera cerca y esa era la que mejor iba a funcionar en la situación en la que se encontraban, así que esperaba que el chico no se negara, porque no habría otra cosa que pudiera hacer por él entonces, solo estar pegado a su cuerpo como si de su sombra se tratase.

            —Está bien —dijo tras unos momentos, haciéndolo sonreír—, pero ten cuidado, tengo el cuello sensible.
            —¿Quién ha dicho que te vaya a morder en el cuello? —replicó el vampiro, señalando la mano que aún sostenía con la suya a la vez que cambiaba.

            Notó cómo Jongdae se tensaba al verlo de aquella forma, pero no podía dejar lo que iba a hacer por eso. Con rapidez, llevó su boca a la muñeca del chico y mordió en el lugar en el que la sangre latía con mayor fuerza bajo la piel, sintiendo su sabor metálico y salado en la lengua un segundo después. La sangre de Jongdae siempre le había resultado tentadora y, ahora que la probaba por primera vez, podía decir que era una de las mejores que había tomado, pero no podía dejarse llevar por sus instintos, debía controlarse para no hacerle ningún daño, debía alejarse.

            Chanyeol se separó de la muñeca de Jongdae a duras penas con la sangre aun en su paladar y se mordió la propia para que el chico pudiera beber la suya y así se completara el intercambio lo más rápidamente posible. Pero la persona que estaba frente a él comenzó a dudar, el vampiro lo notó por la forma en la que lo miró, así que quiso tranquilizarlo para que pudiera hacer aquello sin ningún temor.

            —Jongdae… —comenzó.
            —No digas nada, solo tengo que mentalizarme de que la sangre no sabe mal —lo cortó el chico y tragó saliva antes de acercarse a su muñeca, mirándola fijamente. El vampiro casi podía jurar que oía los pensamientos de Jongdae y que en estos se estaba diciendo que podía hacerlo mil quinientas veces por segundo.
            —Tiene que ser rápido —lo instó—, o no habrá servido de nada —no había acabado de decir aquella frase cuando sintió los finos labios del chico sobre su muñeca quemando como fuego y tomando su sangre con su lengua. Solo habían pasado unos segundos cuando Chanyeol comenzó a sentir los pensamientos de Jongdae, esta vez de verdad—. Ya está, puedes detenerte —le dijo.

            El chico se separó lentamente de su muñeca y luego lo miró a los ojos con los suyos brillando de deseo. Chanyeol se mordió el labio inferior en un gesto que distaba de ser provocativo, pero que encendió a Jongdae porque se inclinó rápidamente hacia él para tomar sus labios. El vampiro sabía que aquello podría llegar a pasar después del intercambio, no por nada se lo llamaba el bautismo del vampiro, ya que generalmente se hacía justo antes de la conversión, pero él no quería convertir a Jongdae.

            —Jongdae —murmuró contra sus labios—. Jongdae para, hoy no podemos…

            Pero el chico no hizo caso alguno a sus palabras y metió una de sus manos bajo su camiseta, haciendo que el contraste de calor y frío le provocara un escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral y que su decisión flaqueara miserablemente ante esto.

            Por aquella vez estaría bien, podía dejarse llevar, casi había pasado en otra ocasión, cuando Jongdae se enfadó con él por el tema de la puerta, solo tenía que concentrarse en no morderlo y todo iría bien. Con aquellos pensamientos, Chanyeol comenzó a responder al beso y a tocar la piel de Jongdae como este estaba haciendo con él.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

One last time

Capítulo IV
I love you (prelude to tragedy)

            Las calles estaban embarradas por la incesante lluvia que llevaba cayendo desde la mañana, pero al chico no le importaba mancharse los pantalones a pesar de ser el único par que poseía. Tenía que correr, más rápido, mucho más rápido. No podían atraparlo, si lo hacían suponía su muerte inmediata. Jongdae giró su cabeza y vio que sus perseguidores estaban aún tras él, pero todavía lejos para alcanzarlo. Debía ser un poco más veloz y así perderlos de vista lo más pronto posible para poder dirigirse al punto de encuentro con los demás que conformaban la resistencia. Dobló una esquina y se chocó contra un cuerpo, asustado, dio varios pasos atrás para ver si aquella persona era amigo, enemigo o simplemente alguien que no tenía nada que ver. Jongdae sonrió al reconocer a un rostro conocido, pero la sonrisa se borró de su cara cuando en la persona que estaba ante él se formaba una plagada de dientes afilados y unos prominentes colmillos, junto con unos hipnotizadores ojos rojos.


26 de Octubre 2013

            Jongdae se despertó asustado, llevando sus manos a su garganta intentando recuperar la respiración y notando algo peludo sobre su cuello. Abrió los ojos extrañado y vio una cola negra moviéndose de un lado a otro lentamente, el chico suspiró y agarró a Minah para quitársela de encima y dejarla sobre la almohada, respirando por fin con normalidad. Tenía una sensación extraña en el cuerpo, como si alguien lo hubiera intentado asfixiar, pero llegó a la conclusión que había sido provocada porque la gata se le había echado encima del cuello. Se desperezó y luego sonrió, recordando cómo el día anterior había llegado con el animal en brazos y Kyungsoo casi lo asesina por ello, pero luego se había encariñado con la gata y a esta parecía gustarle el mayordomo especialmente.

            El chico estaba feliz por poder tenerla en casa sin ningún impedimento y también estaba muy agradecido con Chanyeol, que la había estado cuidando durante casi una semana aun cuando la gata solo le había causado problemas. Jongdae sabía perfectamente que eso quería decir que el otro haría cualquier cosa por él, por verlo feliz, por complacerlo en lo que estuviera dentro de sus posibilidades y por eso este se sentía muy afortunado.

            Durante aquellos días que había visitado el apartamento del millonario asiduamente, Jongdae se había estado cuestionando todas las reacciones que provocaba en su cuerpo con su simple cercanía o cuando hacía algo por él y había llegado a la conclusión de que se había enamorado de él, aunque no sabía muy bien cómo había sucedido, ya que desde el primer momento, cuando vio su foto en el periódico, había sentido aquellos escalofríos en su columna vertebral y se negaba a creer en el amor a primera vista porque eso era algo que solo pasaba en las historias, en los cuentos de hadas, y aquello era la cruda realidad.

            Jongdae suspiró.

            Estaba bastante confundido por aquel tema. Las mujeres habían formado parte de su vida sentimental y sexual durante su adolescencia, pero tras una mala experiencia un par de años atrás con una persona que no podía ser nombrada, dejaron de atraerle y buscó en los hombres lo que necesitaba. No le resultaba extraño por eso sentirse atraído por Chanyeol, pero aquello hacía tiempo que había dejado de ser solo atracción, de ahí su confusión. Siempre esperaba sus encuentros con nerviosismo y también los momentos en los que el alto ponía excusas para tomarlo de la mano y caminar agarrados por las concurridas calles de Seúl.

            El chico se giró en la cama, enrollándose en las sábanas de esta y buscó a Minah para jugar un rato con ella, rascarle un poco las orejas, dejar que le mordisqueara los dedos e incluso que, en su afán de atrapar sus juguetones dedos, lo arañara levemente con sus afiladas garras. No le dolía porque la gata no aplicaba ninguna fuerza y de esta forma se entretenía dejaba de pensar en todo aquello que le hacía tener dolor de cabeza. Sin embargo, no pudo evitar recordar lo que había pasado el día anterior.

            Había llegado al apartamento de Chanyeol para llevarse a Minah a casa para que así el chico por fin pudiera vivir tranquilo, ya que la gata le tenía ojeriza y estaba jugando con ella mientras el otro terminaba de guardar algunas cosas cuando esta se escapó de sus brazos y caminó hacia la puerta cerrada del piso, comenzando a arañarla al llegar hasta ella. Jongdae se levantó del sofá rápidamente y la tomó en sus brazos, regañándola por arañar la puerta.

            —No puedes arañar las puertas —le dijo—, tienes juguetes para afilarte las uñas —caminó con ella en brazos y luego la metió dentro del trasportín, ya que de todas formas tendrían que irse en poco tiempo—. ¿Qué hay en esa habitación? —le preguntó con curiosidad al dueño del piso. Este lo miró, encogiéndose de hombros.
            —No lo sé —respondió—. Siempre ha estado cerrada.
            —¿Y no te da curiosidad saber qué es lo que hay tras ella? —se acercó al otro para ayudarlo a limpiar la caja de arena que Minah había estado utilizando.
            —Si te soy sincero no me importa mucho —contestó—. Si la persona que vivía aquí anteriormente la dejó cerrada es porque hay algo ahí que no debe ser molestado.
            —Los fantasmas no me asustan —dijo Jongdae con confianza—, nunca he creído en ellos.
            —Hay cosas mucho peores en este mundo que los fantasmas —y tras decir aquello, se alejó rápidamente de su lado.

            Jongdae no sabía que había querido decir con aquello, pero sentía que debía averiguar qué era lo que había tras aquella puerta. Quería conocer qué era lo que se guardaba en aquel lugar y qué era lo que Chanyeol le ocultaba, porque estaba completamente seguro de que le estaba ocultando algo.

            El chico se puso lo primero que encontró en su armario y luego, tras jugar un poco más con Minah, salió de la habitación. La casa estaba muy silenciosa y eso lo extrañó. Era sábado, así que tenía que estar en plena ebullición, pero solo se encontró a un par de empleados por el lugar, limpiando. Se dirigió a la cocina, encontrándose en esta algo que no esperaba. Su hermano mayor había vuelto a casa, pero no lo había hecho solo, a su lado se encontraba Luhan, que fue el primero en darse cuenta de su presencia en el marco de la puerta.

            —Oh, Jongdae —lo saludó y, entonces, Minseok se giró hacia él, dedicándole una sonrisa cansada. Su hermano se veía bastante desmejorado, había perdido mucho peso y tenía unas ojeras enormes. Jongdae se acercó a él, preocupado.
            —¿Qué te ha pasado?
            —Ha estado las últimas semanas dedicándole casi veinte horas al día al trabajo —respondió Luhan por él—. Cuando esta mañana lo he visto en este estado al levantarme lo he traído rápidamente aquí.
            —Muchas gracias, Luhan —dijo el chico sinceramente—. ¿Qué quieres para desayunar? —le preguntó a su hermano.
            —Café —le respondió—. Tengo que seguir…
            —Nada de café y nada de seguir —prohibió Jongdae, hablando muy seriamente—. Te prepararé un vaso de leche calentito y luego te irás a la cama a recuperar todas las horas de sueño.
            —Pero…
            —Nada de peros, Kim Minseok —su hermano esbozó una pequeña sonrisa, cansada, como la que había puesto cuando el chico había llegado a la cocina—. Tienes que pensar en tu salud antes que en tu trabajo.
            —Sí.

            Unos minutos después, Jongdae y Luhan llevaban al mayor hacia su habitación, ya que casi no se sostenía en pie e hicieron que se acostase. En cuanto Minseok estuvo sobre la cama, bien tapado con las mantas, se quedó profundamente dormido. Jongdae suspiró, algo aliviado porque se había asustado muchísimo al ver el estado de su hermano y ahora solo necesitaba descansar y comer para reponer fuerzas. Una vez se cercioró de que estaba tan inmerso en el mundo de los sueños que no despertaría en muchas horas, el chico salió de la habitación seguido por Luhan y fue a la sala, dónde había algunos sofás y un televisor de más de sesenta pulgadas. Se sentó e invitó al otro a que hiciera lo mismo. Una vez instalados, comenzó a hablar.

            —Muchas gracias por traerlo.
            —No ha sido nada —respondió—. Podría haberlo traído antes si hubiera visto el estado en el que se encontraba.
            —¿Se ha estado quedando en tu apartamento?
            —Sí. Me dijo que las cosas seguían estando un poco tensas en casa y que no podía concentrarse bien en su trabajo —dijo—. Nos veíamos poco, ya que yo también tenía que trabajar, así que hasta hoy, que era mi día libre no había sospechado nada.
            —No importa —Jongdae sonrió—. Lo importante ahora es que está aquí y no voy a dejar que toque el trabajo hasta que no esté completamente recuperado.
            —Así me quedo más tranquilo —Luhan sonrió también. Sus dientes eran de un blanco deslumbrante y contrastaban bastante con sus labios rojos. Era un chico bastante atractivo.
            —Si te sientes más tranquilo puedes venir siempre que puedas para ver cómo evoluciona —propuso Jongdae.
            —Gracias, eso haré.

            Luhan no pasó mucho más tiempo en casa, unos minutos hablando sobre su trabajo como ayudante en un bufete de abogados y poco más, después se fue, dejando a Jongdae sin saber qué hacer. Se le había pasado la hora del desayuno, por lo que ya no iba a comer, así que improvisó sobre la marcha y fue a su habitación a por su móvil y a por Minah, para después dirigirse a la habitación de Jongin y entrar a esta sin llamar siquiera, pillando a su hermano menor en medio de una conversación por Skype con una persona que conocía, Baekhyun.

            —Y yo que creía que estabas estudiando —dijo, alzando la voz para que su presencia fuera notada. Ambos chicos, uno en persona y el otro a través de la pantalla del ordenador, se sorprendieron al verlo allí y Jongin intentó borrar las pruebas cerrando la ventana del chat, aunque sin ningún éxito, ya que su hermano lo había visto todo.
            —Jongdae… ¿qué haces aquí?
            —Bueno, pasaba por aquí y decidí hacerle una visita a mi hermano pequeño porque llevo muchos días sin pasar tiempo con él y de paso prestarle mi ayuda si la necesitaba para estudiar —respondió—, pero veo que estás bastante ocupado, así que te dejo.
            —No, no te vayas —dijo el chico cuando vio que Jongdae se daba la vuelta para salir de su habitación—. Baekhyun ya me estaba ayudando a estudiar, pero si quieres puedes hacerlo tú también, hay cosas que él no sabe.
            —¡Oye! —se escuchó decir por los altavoces del ordenador—. ¿Me tienes de profesor particular un mes sin cobrar ni un mísero won y ahora me cambias por tu hermano mayor? —rápidamente, Jongin abrió la ventana y esta mostró a un Baekhyun indignado.
            —Llevo mucho tiempo sin estar con mi hermano y a ti te veo todos los días —respondió el chico—, y ya sabes que te recompensaré todo lo que haces por mí.
            —Eso espero —dijo Baekhyun antes de colgar la llamada. Una vez la ventana se puso en negro, Jongin se giró de nuevo hacia su hermano, notando por primera vez a la gata negra en sus brazos.
            —¿Kyungsoo ha dejado entrar un animal en esta casa? —dijo señalándola. Jongdae acarició a Minah y esta maulló feliz.
            —No solo la ha dejado entrar —respondió—, sino que le ha tomado cariño. Parece que se han gustado mutuamente porque es la única persona a la que se ha acercado además de a mí.
            —Si esto es así, me traeré a algún animal también —comentó—. El otro día vi un caniche precioso en la tele y quiero uno igual a ese.
            —Mejor espera un poco de tiempo a que se acostumbre a la gata —dijo Jongdae—, después haz lo que quieras —su hermano asintió y se levantó de la silla en la que había estado sentado para acercarse al animal y así acariciarlo, pero Minah no estaba por la labor de dejarse acariciar por alguien que no fuera Jongdae o Kyungsoo y lo arañó, a la vez que le bufaba y se revolvía inquieta en los brazos de su dueño—. Eso no se hace —la regañó Jongdae, pero la gata saltó de sus brazos y caminó dignamente hasta los apuntes que había esparcidos por la cama del dueño de la habitación para tumbarse sobre ellos.
            —Mis… apuntes… —se quejó Jongin.
            —Tranquilo, no les hará nada.
            —Si tú lo dices —murmuró con recelo.

            Jongdae iba a decirle que no se preocupara, que estaría vigilándola para que no le hiciera nada a los folios de los que tenía que estudiar y que él solo se dedicara a preguntarle dudas, pero las palabras murieron en su boca cuando su móvil vibró en el bolsillo de sus pantalones, notificándole que le había llegado algo a kakao talk. Rápidamente tomó el aparato y lo desbloqueó, encontrándose un mensaje de Chanyeol.

“¿Quedamos el miércoles?”
“Claro”.
“Iré a recogerte a la universidad, entonces”.

            Jongdae había escrito su respuesta afirmativa sin siquiera pensar en si tenía ya algún compromiso y su hermano, que se había acercado para ver de quién era el mensaje, se extrañó por ello, así que cuando el mayor guardó su móvil, no pudo evitar decir lo que dijo.

            —¿Te gusta Chanyeol? —preguntó levantando una de sus cejas varias veces seguidas y esbozando una sonrisa que no le gustó ni un pelo al mayor.
            —¿Qué? No. No me gusta, ¿por qué dices eso? —respondió Jongdae, quizás demasiado rápido como para que fuera creíble, yendo hacia la cama y sentándose junto a Minah, haciendo que la gata se sobresaltara un poco ante el hundimiento repentino del colchón bajo su peso.
            —No sé, lo conoces desde hace poco más de un mes, pero casi todos los días estás con él y te vas sin pensarlo dos veces —contestó—. A mí me parece bastante sospechoso.
            —No digas tonterías, es solo un buen amigo.
            —Ya, claro, lo que tú digas —ironizó Jongin—, pero a mí me sigue pareciendo sospechoso —caminó hacia su hermano y se sentó a su lado, con cuidado para que esta vez la gata no se asustara ya que sus apuntes seguían en peligro, comenzando a pincharlo en el costado—. Vamos, a mí no me tienes que engañar, te gusta, te lo veo en la cara.
            —Que no, nada de eso —sin embargo, el chico no pudo ocultar el sonrojo que llevaba desde el inicio de la conversación queriendo asomar a sus pómulos.
            —Que sí… y no voy a parar hasta que me digas la verdad —respondió el menor, siguiendo con la tortura de su afilado dedo en las costillas de Jongdae.
            —No me… no… bueno yo… —miró a su hermano y vio en su rostro que quería que continuara, que le contara lo que de verdad había en su corazón y se rindió—. Si le cuentas a alguien lo que vas a escuchar en estos momentos estás muerto.
            —No se lo cuento a nadie, ¡te lo prometo! —dijo con una sonrisa antes de hacer como si cerrara su boca con una cremallera.
            —Está bien, confío en ti —murmuró Jongdae antes de comenzar a relatarle a su hermano menor absolutamente todo, esperando que él le diera el último empujón que necesitaba para admitir que estaba enamorado de Chanyeol.
            —Pues yo creo que tú también le gustas —fue lo que dijo Jongin en cuanto terminó de hablar.
            —No, imposible… ¿y quién ha dicho que me guste? —negó de nuevo.
            —¡Por favor, Jongdae! —se quejó su hermano—, aunque sea dos años más pequeño que tú ya no soy ningún niño. Primero, te has puesto rojo cuando te he insistido y mientras hablabas de Chanyeol no has parado de sonreír como un idiota —enumeró—. Segundo, es obvio que le gustas. Va a recogerte a la facultad, te manda mensajes todos los días, te ha comprado al bicho este... —señaló a Minah—. ¿En serio lo dudas?
            —Es alto, guapo y rico… y seguro que tiene a muchas mujeres detrás de él, ¿por qué iba a fijarse en mí? Soy un chico.
            —Cosas más raras se han visto —Jongin se encogió de hombros—, además, para gustos, los colores, ya lo sabes.
            —Pero… —Jongdae se calló a mitad. Había estado a punto de decir “Pero él seguro que no es gay y solo me considera un amigo”.
            —¿Pero…? —repitió su hermano para ver si el chico seguía diciendo la frase.
            —No, es imposible, es completamente imposible —Jongin puso los ojos en blanco.
            —Creo que no te darías cuenta ni aunque llevara un cartel con luces de neón en la frente que pusiera “babeo por Jongdae” —bromeó—. Ah, en serio… si no te quieres fiar de lo que te dice tu hermano, ¿por qué no le preguntas tú mismo?
            —¿Qué quieres que le diga?: “Hola, ¿cómo te ha ido el día? ¿Bien? Mira, Chanyeol, tengo una dudilla, ¿te gusto?”.
            —¿Por qué no? —dijo el otro riendo—. Yo no le veo nada de malo.
            —Ni hablar —Jongdae se cruzó de brazos—. ¿Y si no le gusto? Dejará de hablarme y no querrá verme nunca más.
            —Y al principio decías que no te gustaba —creyó escuchar que decía el menor, pero cuando le dijo que lo repitiera este dijo otra cosa—. Si hace eso es porque es un capullo que no te merece y le diré a pap… a Zitao —se corrigió rápidamente—, que vaya y le dé una paliza de tu parte.
            —Gracias… supongo… —Jongdae suspiró y miró al techo, pensando en todo lo que su hermano le había dicho. Acababa de admitir que sí le gustaba Chanyeol, no sabía ni cómo lo había conseguido Jongin, y había comenzado a pensar también que quizás, y solo quizás, podría tener alguna oportunidad—. Lo haré —dijo finalmente, decidido—, pero de una forma más sutil.
            —¡Bien dicho! —su hermano sonrió de oreja a oreja y le dio una palmada en la espalda—. Y ahora que he solucionado tus problemas amorosos, ¿qué tal si me ayudas tú con matemáticas? Te juro que prefiero mil veces hacerte de consultor, pero tengo que aprobar el examen.
            —Vamos —respondió el chico.

            Aquella mañana se había despertado con una mala sensación en su pecho y con una gran confusión en su cabeza, hablar con Jongin lo había hecho pensar con claridad y ahora todo estaba muy claro. Le gustaba Chanyeol, aunque pudiera parecer imposible, y la próxima vez que se encontrara con él, haría algo para ver si el sentimiento era mutuo o solo algo de su parte.


30 de Octubre 2013

         Jongdae caminaba junto a Yixing por los pasillos de la universidad, sus clases habían acabado apenas unos minutos antes y ambos se dirigían a la salida. A su alrededor había un gran barullo de estudiantes que terminaban también sus clases e iban a sus casas, la cafetería o la biblioteca. Cuando estuvieron en el exterior, Jongdae miró a un lado y a otro buscando el Mercedes de Chanyeol hasta que lo halló.

            Se despidió de Yixing, asegurándole que al día siguiente se quedaría con él para ayudarlo con la asignatura que tanto se le resistía. El chico le sonrió y le deseó que lo pasara bien con su cita antes de alejarse. Jongdae quiso replicarle, pero luego recordó la conversación que había tenido ese fin de semana con su hermano menor y simplemente negó con la cabeza, derrotado, antes de dirigirse hacia Chanyeol, que al parecer lo había visto desde el coche y había salido de este para esperarlo fuera, atrayendo las miradas de la mayoría de los estudiantes que pasaban a su lado. Chanyeol era muy guapo.

            —Hola —dijo cuando llegó a su lado.
            —Hola —Chanyeol le devolvió el saludo y alargó su mano para tomar el maletín que el chico llevaba, pero este rápidamente lo retiró de su alcance.
            —No soy una chica, no tienes por qué hacer esto.
            —Bueno, es igual chica o chico —contestó—, si algo es pesado siempre ayudo.
            —No hace falta —dijo Jongdae—, vamos en coche.

            Chanyeol le sonrió y le indicó que se montara, a la vez que él hacía lo propio y arrancaba el coche para conducir hasta a su apartamento en Gangnam. En el camino pelearon como niños para poner la emisora de radio que más les gustaba, hasta que Jongdae ganó la batalla tras sintonizar Seoul.fm y formar un puchero en su rostro. En ese momento, Chanyeol simplemente suspiró y le dijo que hiciera lo que le diera la gana. El chico sonrió triunfante tras ganar aquella pequeña batalla y pasó todo el camino tarareando en voz baja las canciones que iban sonando en la radio mientras estaba muy atento a su acompañante. Jongin le había aconsejado que averiguara si Chanyeol sentía algo por él y eso es lo que se había propuesto hacer durante aquel día junto al millonario.

            Al llegar al piso, Jongdae se ofreció a cocinar para los dos, por todas las molestias que le había causado al otro y por todas las veces que había tenido que cocinar para él cuando se habían quedado en el apartamento, a pesar de que apenas sabía poner a cocer el arroz en la arrocera y, de hecho, lo tuvo que cocer dos veces porque la primera se le había quedado duro como una piedra. La comida no fue muy suculenta, pero Chanyeol la comió igualmente haciendo sonreír al chico.

            Después de comer y de recoger, se sentaron a ver una película y fue en ese momento cuando Jongdae se atrevió a preguntar algo a lo que llevaba dándole vueltas un tiempo.

            —¿Por qué me pediste que viniera a tu piso? —dijo sobresaltándolo—. Quiero decir, Minah ya no está aquí, así que… sí, eso, que Minah ya no está aquí.
            —Bueno —sonrió Chanyeol—, quería quedar contigo en esta semana, pero tenía compromisos todos los días menos hoy y cuando miré el pronóstico del tiempo este decía que iba a llover bastante, así que no me pareció muy buena idea que estuviéramos en la calle.
            —Pero hace sol.
            —Y frío —apuntó—, tú podrás mantener tu cuerpo caliente durante todo el paseo porque eres un horno con piernas, pero yo paso bastante frío.
            —Tienes razón —murmuró el chico, buscando una de las siempre frías manos de Chanyeol para atraparla entre las suyas—. Incluso aquí dentro las tienes heladas.
            —Soy de sangre fría, como los lagartos —bromeó, antes de volver su atención a la película que estaba puesta en la televisión.

            Jongdae sonrió y también dirigió su atención a la pantalla plana. Se había dado cuenta de que esta última acción había sido para desviar el tema, como si no le gustara que se hablara de su temperatura corporal, pero no iba a decir nada, ese día estaba allí para realizar otros menesteres. Apretó más fuerte la mano que sujetaba y esbozó otra sonrisa, ésta más amplia que la anterior.

            La película era un completo aburrimiento, pero ya habían cambiado varias veces de canal durante los anuncios y ninguna otra programación les había resultado atractiva, por lo que volvieron a ponerla. Ninguno de los dos hablaba, estaban sumidos en un silencio que no era nada incómodo y se limitaban a ver el filme. Jongdae, un poco aburrido, se quedó mirando los labios de Chanyeol durante más tiempo del que debería, pero el otro parecía no haberse dado cuenta de ello. Quizás no fueran como los de Jongin, que seguramente tendría babeando a todo el mundo por sus labios, pero para el chico eran atractivos y en ese momento le dieron muchas ganas de besarlos. Se relamió los propios inconscientemente y justo en aquel instante, el otro se giró y lo miró, impulsando a Jongdae a hacer la mayor locura de su vida. Durante unos instantes, mientras los labios del chico se movían sobre los de Chanyeol, el tiempo pareció detenerse hasta que este devolvió el beso.

            Jongdae sonrió y se acercó un poco más, pegándose al cuerpo del alto y tomándolo de la nuca para profundizar más el beso, aunque se detuvo antes de dejarse llevar e introducir su lengua en la boca ajena porque primero había que hablar. Se alejó lentamente, sin prisas, dando cortos besos antes de poder separarse del todo de los labios del otro. Vio cómo Chanyeol intentaba seguir su movimiento, inclinándose hacia delante para no dejarlo escapar, pero lo detuvo.

         —¿Por qué me alejas? —preguntó.
            —Chanyeol —comenzó—. ¿Te gusto?
            —Si no me gustaras te habría tirado por la ventana —contestó, acercándose a él de nuevo para besarlo y Jongdae correspondió gustoso al beso, a ese, y a los que le siguieron aquella tarde.


2 de Noviembre 2013

            Encontrarse a Jongin justo cuando salía del baño arreglado para su cita con Chanyeol no era algo que entrase en los planes de Jongdae. Todavía no le había contado a su hermano lo que había sucedido hacía apenas unos días, cuando se había pasado la tarde en el apartamento de Chanyeol sentado en el sofá besando los labios del propietario del inmueble y no había pensado contárselo hasta que la relación que tuvieran estuviera un poco más afianzada.

            Lo saludó lo más tranquilamente que pudo y luego fue a su cuarto rápidamente, encontrándose allí a su hermano mayor, en una esquina de la habitación mientras Minah le gruñía. Se acercó corriendo a la gata y la tomó en brazos para alejarla de Minseok, pero esta no se estaba quieta y casi le hace un arañazo en la mejilla con sus zarpas. Jongdae forcejeó con ella hasta que la metió en el trasportín en el que la había llevado a casa, donde no podría hacerle daño a nadie y se giró hacia su hermano, que respiraba aliviado.

            —No sé qué le pasa a esta gata con todo el mundo —murmuró—, solo le caemos bien Kyungsoo y yo —se acercó a Minseok—, ¿qué hacías aquí?
            —Venía a verte porque no has pasado por mi habitación en todo el día —le contestó.
            —He estado liado con algunos trabajos para la universidad —respondió culpable—, pero antes de salir iba a ir unos minutos.
            —Haré que me lo creo —dijo con una sonrisa el mayor.
            —Te llevaré de vuelta a la cama —Jongdae lo agarró por la cintura y pasó uno de los brazos de Minseok por sus hombros, haciendo que se sujetara y salieron al pasillo—. ¿Luhan ha estado aquí todo el día?
            —Solo por la tarde, por la mañana tenía que trabajar.
            —Es bueno saber que viene a visitarte de vez en cuando porque hay algunos días que yo no puedo pasar mucho tiempo contigo —sonrió. Llegaron a la habitación del mayor y Jongdae lo dejó sobre la cama—. Descansa hasta que recuperes todos los kilos que has perdido y tómate todas las vitaminas que te mandó el médico.
            —Sí, mamá —bromeó el mayor, pero unos segundos después, se puso serio—. Muchas gracias por todo.
            —No es nada, eres mi hermano y tú me has cuidado muchas veces, así que te lo debía.
            —No nos pongamos sentimentales —dijo Minseok—. Ibas a salir, ¿no? Pues vete, vete.
            —Vale, nos vemos mañana —se despidió.

            Jongdae salió del lugar pensando en lo desmejorado que seguía viéndose su hermano a pesar de que parecía estar un poco recuperado. Habían llamado al médico dos días atrás al ver que no mejoraba cómo debería y este la había mandado mucho hierro porque al parecer estaba escaso de él y también un montón de vitaminas para que repusiera fuerzas lo más rápido posible. El chico deseaba que Minseok volviera a encontrarse como antes y que se cuidara un poco más, en vez de trabajar tanto.

            Con esto en mente fue a su habitación por su billetera y su móvil para poder salir. Chanyeol le había dicho que aquella noche lo recogería en su casa sobre las ocho de la tarde, pero no había dado más detalles sobre lo que harían aquel día. Siempre recibía uno o varios mensajes en los que este le preguntaba si podía quedar el día que fuera y luego le decía que lo recogería y la hora a la que lo haría, pero en su anterior encuentro su relación había cambiado bastante, dando un giro de ciento ochenta grados, por lo que al nerviosismo que siempre lo acompañaba en estas ocasiones se le había sumado la incertidumbre sobre cómo comportarse ahora con él.

            Salió de la casa y caminó por el sendero de piedras que llevaba hasta la puerta principal de la propiedad, donde Chanyeol lo recogería. Cuando estuvo a unos escasos veinte metros pudo comprobar que el coche del chico ya lo esperaba en la carretera, así que aceleró el paso hasta que llegó al vehículo. Antes de abrir la puerta del asiento del copiloto inspiró y espiró hondo para calmar los desenfrenados latidos de su corazón y luego entró, sentándose y cerrando a la vez.

            —Hola —saludó, pero no pudo decir ni una palabra más porque Chanyeol se había acercado a él y lo había tomado por la nuca para besarlo. No fue un contacto duradero, pero sí lo suficientemente largo como para dejar a Jongdae sin aliento—. Vaya —murmuró cuando se alejó—, eso ha sido un gran saludo —Chanyeol sonrió travieso.
            —Me alegra —contestó, arrancando el coche—. No sabía qué hacer cuando te viera, pero cuando entraste simplemente actué sin pensar —confesó, mirándolo de reojo.
            —Yo tampoco sabía qué hacer.
            —¿Por qué no hacemos como siempre? —propuso el alto—. Pero un poco más cariñosos.
            —De acuerdo—Jongdae sonrió—. ¿Dónde vamos hoy?
            —Como el otro día vimos una película no demasiado buena, había pensado en ir al cine, ahora hay varias en la cartelera que están bastante bien según las críticas del periódico —le contestó—. ¿Te parece bien el plan?
            —Me parece perfecto.

            Acabaron en uno de los grandes cines de la ciudad viendo una película con una trama espectacular y actuaciones que merecían un Oscar… aunque quizás no fue para tanto y a Jongdae la película le pareció tan maravillosa porque apenas había visto cinco minutos de ella ya que el resto los había pasado observando el perfil de Chanyeol, bebiendo coca-cola, cogiendo palomitas con la mano que el otro no tenía firmemente agarrada y robándole besos de vez en cuando a su acompañante, envalentonado por la oscuridad de la sala y porque tampoco había muchas personas en ella aparte de ellos dos.

            Salieron del cine, aún cogidos de las manos, atrayendo por esto algunas miradas, pero ellos simplemente las ignoraron y siguieron su camino porque cuando Chanyeol le preguntó si le importaba lo que la gente dijera Jongdae le contestó se había propuesto hacer entrar en calor a sus manos, aunque parecía una misión imposible, y las apretó más fuerte para que no pudieran ser separados por nada ni por nadie. Caminaron por el centro comercial en el que estaba integrado el cine mirando algunas tiendas antes de que las cerraran. A pesar de hacer muchísimo frío, había gente valiente como ellos desafiando al clima helado, pero la ciudad estaba bastante más tranquila una vez el sol se ocultaba, así que para cuando dieron las diez de la noche ya estaban de regreso al coche.

            Llegaron hasta el lugar en el que habían aparcado el vehículo y entraron a este sin decir ni una palabra, de hecho llevaban algunos minutos sin hablar y con caras largas. Jongdae suponía, que como él, Chanyeol no quería separarse todavía de su lado, dando así por finalizada su cita, porque aunque ninguno había dicho aquella palabra, su reunión era una cita en toda regla. El chico se abrochó el cinturón de seguridad y se hizo un poco más pequeño cuando escuchó la pregunta del otro.

            —¿Te llevo a casa? —Jongdae no le contestó, no quería hacerlo porque si le decía que lo llevara se separarían en unos minutos, pero si le decía que no, probablemente molestara a Chanyeol, que sí parecía querer irse—. ¿Jongdae?

            El chico sintió la voz del otro contra su oído, grave y aterciopelada, diciendo su nombre y alzó la cabeza, mirando los ojos ajenos, viéndose reflejado en estos. Sus rostros estaban a unos centímetros de distancia y Jongdae no pudo evitar desviar la mirada hacia los labios de Chanyeol, segundos antes de besarlos, intentando transmitirle en aquel beso lo que no quería decir. Mordió el labio inferior del otro y lo hizo abrir levemente su boca para introducir su lengua en esta y explorarla hasta que el aire se le hizo necesario, solo entonces se separó a regañadientes, dándole un último mordisco a su labio inferior. Jongdae vio a Chanyeol parpadear varias veces, confuso por su repentina acción, con una sonrisa, esperando que la noche no acabara con solo un beso en el coche.

            —Ahora es mi turno de decir “vaya” —comentó el chico, refiriéndose a la situación que había ocurrido algunas horas antes. La sonrisa de Jongdae se hizo más amplia—. Después de esto no sé si quiero llevarte a tu casa.
            —No lo hagas.

            Chanyeol sonrió y luego se acercó al chico para besarlo de nuevo durante unos momentos, cuando se separó, arrancó el coche y puso rumbo a otro lugar: su apartamento.

            Ninguno de los dos recordaría después quién fue el que, todavía en el ascensor, comenzó a besar los labios del otro con desesperación, ni tampoco cómo Chanyeol pudo introducir bien los números de la clave que abría la puerta de su apartamento y quizás fuera porque nada más entrar al apartamento comenzaron a rodar por las paredes de este golpeándose en más ocasiones de las que deberían la cabeza contra estas. Sin embargo, ninguno de los dos se quejó, simplemente, siguieron besando los labios del otro, queriendo como mínimo desgastarlos.

            Jongdae buscó con sus manos los botones del abrigo de Chanyeol para comenzar a desabrocharlos mientras se dejaba guiar por el pequeño pasillo hasta llegar al salón, donde acabó tumbado de espaldas en el sofá, con el otro sobre él, besándolo con hambre. Se separaron para respirar apenas unos segundos y el alto acabó por quitarse el abrigo rápidamente, ayudando a Jongdae a ello, después, se volvió a echar sobre él para besarlo. Jongdae abrió sus piernas para que el otro pudiera acercarse más a su cuerpo y, en ese momento, sintió la entrepierna dura de Chanyeol contra la suya y se quedó quieto. Le había impactado sentir otra erección rozando la suya, ya que, a pesar de haberse decantado por los hombres hacía algo de tiempo, no había mantenido relaciones con ellos y se sentía un poco inseguro.

            —¿Pasa algo? —le preguntó el chico preocupado al ver que no correspondía sus besos.

            Jongdae se intentó incorporar y Chanyeol se quitó de encima para que pudiera sentarse correctamente. Lo miró durante unos momentos y luego negó con la cabeza, sonriendo de forma leve.

            —Creo que vamos un poco rápido —murmuró—. Tomémonos las cosas con calma, no hay ninguna prisa.
            —Claro —coincidió el otro—. ¿Quieres pasar la noche aquí? —Jongdae lo miró con sospecha—. Tú dormirás en la cama y yo en el sofá, como siempre, y te prometo que no entraré en toda la noche a la habitación.
            —Si esas son las condiciones… me quedo —Jongdae se levantó del sofá y se acercó al chico, se puso de puntillas y besó sus labios durante unos segundos.
            —Aunque me estás tentando —murmuró Chanyeol contra sus labios.

            Jongdae se separó de él riendo y se volvió a sentar de nuevo en el sofá, arrastrando al otro con él para acurrucarse y ver lo que fuera que echaran en la televisión, porque, a pesar de que fuera demasiado rápido para mantener relaciones sexuales, Jongdae todavía no quería irse a dormir, quería pasar mucho más tiempo junto a Chanyeol. Sin embargo, el sueño poco a poco lo fue venciendo, acurrucado en el pecho del chico.

            Cuando Jongdae abrió los ojos de nuevo no sabía la hora que era y no encontraba su teléfono móvil por más que palpaba a un lado y a otro de la cama. Se levantó lentamente, casi sin despegar los ojos y caminó por la habitación hasta dar con la puerta. Recordaba haber estado con Chanyeol en el sofá haciendo zapping y besándose de vez en cuando, pero no recordaba cómo había llegado a la cama ni sabía dónde estaba el otro, porque en la habitación con él no se encontraba. Salió de esta y fue al baño. Beberse casi un litro de coca–cola mientras veía la película en el cine le estaba pasando factura en mitad de la noche. Tiró de la cisterna, rezando por haber apuntado bien porque no podía abrir los ojos más que una pequeña rendija, y luego se dirigió a la habitación.

            Tanteó por las paredes hasta llegar a la puerta y giró el picaporte pero cuando estaba a punto de entrar sintió un cuerpo pegado a su espalda, rodeando su cintura y alejándolo de aquel lugar. Jongdae se asustó e intentó forcejear pero el agarre era demasiado fuerte, sin embargo, esto lo despertó del todo y cuando pudo abrir los ojos vio que la puerta por la que había estado a punto de entrar era la misteriosa puerta cerrada del apartamento de Chanyeol y que quien lo mantenía sujeto para que no pudiera hacerlo era el propietario.

            —Chanyeol —murmuró—. ¿Qué hay detrás de esa puerta?
            —No hay nada que ver —respondió su voz grave en su oído y Jongdae sintió cómo su cuerpo se destensaba y cómo su mente comenzaba a pensar en otras cosas que no tenían nada que ver con aquella habitación, pero se forzó a no dejarlo ir. Llevaba un tiempo pensando en qué era lo que había en aquel lugar y quería averiguarlo porque él no era alguien que pudiera estar sin saber algo.
            —Está abierta. ¿Por qué no me dejas entrar? —le cuestionó.
            —Jongdae… —otra vez tuvo la sensación de que su mente quería volar lejos y dejar el tema, pero no podía dejarlo ir, tenía que saber qué era lo que estaba escondiendo.
            —¿Qué me estás ocultando? —preguntó. No quería creer que el alto tuviera un secreto tan horrible como para ser escondido en una habitación cerrada.
            —Nada —aquella simple palabra le hizo daño en los oídos y en el pecho.
            —¿Qué me ocultas? —tras aquella última pregunta, Chanyeol no le respondió al momento, simplemente dejó de sujetarlo e hizo que se girara para mirarlo a la cara.
            —Te aseguro que no querrás verlo —Jongdae lo miró a los ojos unos segundos y después asintió.
            —Muy bien, mientras siga sin poder ver que hay allí dentro, no te veré a ti tampoco —y tras decir esto, se alejó del chico para buscar por el piso sus pertenencias, dispuesto a salir de allí lo más rápido posible.
            —¿Dónde vas? —la voz del otro parecía alarmada.
            —A casa.
            —Es muy tarde y tu casa está muy lejos —el chico se intentó acercar a él, pero Jongdae no le dejó hacerlo—. Mañana…
            —Llamaré a un taxi —cortó.
            —Jongdae…
            —Adiós —abrió y cerró la puerta del apartamento de Chanyeol sin mirar atrás, sin escuchar la voz teñida de súplicas del otro y caminó con furia hacia el ascensor. Una vez dentro del cubículo, se dejó caer contra una de las paredes y suspiró. No sabía por qué había reaccionado de aquella forma, no le veía sentido alguno. La cabeza le daba vueltas y se sentía muy confuso.


28 de Octubre 2013

            Chanyeol cruzó la calle cuando el semáforo se puso de color verde para los peatones y todo el tráfico de la calle se detuvo. Tuvo cuidado de no pisar ninguno de los charcos que había en la calzada y una vez llegó a la acera miró a un lado y a otro, buscando el banco. Lo habían avisado aquella misma mañana de que tenía que pasarse por la sucursal principal para hablar sobre el dinero que tenía allí ingresado. El vampiro se temía que le iban a decir algo sobre invertir en algún lugar creado por el banco para así poder disponer de su dinero como quisieran, pero ellos no sabían que lo que en realidad iba a pasar sería que Chanyeol utilizaría su influencia para sacar beneficios de aquello y no pérdidas.

            Tan concentrado iba en aquello que casi pasa desapercibido algo que debería haber notado antes.

            “Imposible” murmuró para sí mismo, sintiendo cómo la ira ascendía por su garganta.

            Rápidamente buscó en el aire su esencia, pero con tantas personas como había en ese momento en la calle y el agua de lluvia borrando el rastro que era recién dejado no pudo determinar si de verdad era él, si de verdad la persona que se encontraba a apenas unos metros por delante era aquel que le había arrebatado lo que más amaba, aquel al que llevaba buscando tanto tiempo. Aceleró su paso, dándole igual que a la gente que caminaba a su alrededor le pareciera extraña la rapidez con la que caminaba. Un par de zancadas más y podría alcanzarlo, un par de zancadas más.

            El sonido de un claxon y una mano tirando de él hacia atrás lo llevaron de vuelta al mundo real, viendo así que había estado a punto de cruzar la calle con el semáforo en rojo y que si no hubiera sido por la persona que lo había agarrado habría acabado siendo atropellado por un coche y milagrosamente habría acabado sin ningún rasguño. Chanyeol le dio las gracias al tipo que lo había ayudado con una sonrisa y luego se alzó de puntillas, intentando ver por dónde se había ido la persona a la que había estado persiguiendo.

            Sin embargo, por más que miró, no pudo encontrarlo, así que negó con la cabeza mientras se mordía el labio inferior. Debía calmarse, era imposible que fuera él y seguramente era una persona que se parecía bastante.

            “Eso es, no es él, él no puede estar en la ciudad”.

            Cuando estuvo completamente calmado, con la mente tranquila y repitiéndose una y otra vez a sí mismo que había sido su imaginación y que Jongdae no estaba en peligro, se dirigió hacia el lugar en el que lo esperaban. No obstante, aquella sensación siguió instalada en su pecho durante todo el día.


6 de Noviembre 2013

            Habían pasado varios días desde que Jongdae se había ido de madrugada de su piso y por más que había querido contactar con él, el otro no le contestaba a sus llamadas ni a sus mensajes por kakao talk, simplemente lo había advertido de que si no era capaz de confiar en él para explicarle por qué no podía ver el contenido de una habitación, lo mejor era que dejaran de verse.

            Chanyeol todavía recordaba aquella noche con una claridad asombrosa. Desde el sofá lo había visto entrar al baño y luego caminar hacia la habitación que contenía su ataúd. Al principio no le dio importancia porque al encontrarse la puerta cerrada, Jongdae desharía sus pasos y se dirigiría a la habitación en la que había estado durmiendo antes de levantarse. Sin embargo, cuando escuchó el pomo de la puerta girar, le entró el pánico. No se había acordado de cerrarla con llave cuando llegaron porque había estado más entretenido en besar a Jongdae que en otra cosa y, al no haber planeado anteriormente acabar la noche allí, tampoco la había cerrado al salir.

            Había llegado hasta él en menos de un segundo y lo había apartado de la puerta para que no pudiera ver lo que había allí dentro. También había intentado influenciarlo para que olvidara el asunto y volviera a dormir, pero no había surtido ningún efecto y unos minutos después, veía impotente cómo la persona que amaba abandonaba su apartamento sin mirar atrás ni una sola vez.

            Chanyeol estaba muy arrepentido por no haberlo detenido, pero si hubiera salido tras él, quizás lo habría enfadado más y eso era algo que no quería por nada del mundo. Durante todos los años que lo había buscado se había marcado unas pautas de actuación, pero Jongdae le había roto todos sus esquemas mostrando una personalidad que no era exactamente igual a la de Zhongda, pero que le seguía gustando igual. Sin embargo, ahora no sabía qué hacer para recuperarlo y con las palabras de Yifan aún latentes en su mente sobre aquel vampiro que iba tras el chico, no podía permitirse el lujo de alejarse mucho de él, podría aparecer en cualquier momento y no se perdonaría que volviera a ocurrir lo mismo de siempre. Jamás se perdonaría que Jongdae volviera a morir por no haber sabido protegerlo.

            La única solución que le veía a aquello era contárselo todo, explicarle sobre su condición, sobre lo que pasó en el pasado y advertirlo sobre el peligro que corría, pero eso conllevaba muchos riesgos. No obstante era lo único que podía hacer para volver a tener la oportunidad de estar a su lado.


10 de Noviembre 2013

            Chanyeol se presentó en la casa de los Kim el domingo por la mañana, aparcó su coche fuera de la verja y llamó al timbre para que le abrieran. Caminó los metros que lo separaban de la puerta principal a través del camino empedrado y, si hubiera sido humano todavía, Chanyeol estaba seguro de que los latidos de su corazón podrían ser oídos a varios kilómetros de distancia. Golpeó la madera con sus nudillos y unos segundos más tarde, el mayordomo le abrió la puerta; comparado con él era un hombre bastante pequeño, aunque comparados con su tamaño, la mayoría de la población de la ciudad entraba en esa categoría.

            —Soy Park Chanyeol —dijo.
            —Lo sé —respondió seriamente el hombre.
            —¿Está Jongdae en casa?
            —El señorito me ha prohibido darle cualquier tipo de información sobre su persona si venía a casa —Chanyeol abrió los ojos como platos, sin poder creerse lo que escuchaba.
            —Solo quiero hablar con él —replicó una vez salió de su asombro.
            —Lo siento —el mayordomo comenzó a cerrar la puerta, pero el vampiro fue más rápido y colocó el pie junto al marco para que esta no pudiera ser cerrada. El hombre lo miró con enfado cuando lo vio—. Por favor, váyase.
            —No me iré hasta que no hable con él —dijo con tono firme, utilizando el poder que le confería ser un vampiro para anular todas las defensas del hombre e imponer su voluntad. No le costó mucho hacer que el mayordomo le abriera la puerta de par en par y lo invitara a pasar al interior de la casa.

            Chanyeol subió las escaleras hasta la planta de arriba, donde se encontraba la habitación de Jongdae y caminó hacia ella. Una vez se encontró ante la puerta se tranquilizó al máximo antes de abrirla e ingresar en el dormitorio. Lo primero que se encontró fue una bola de pelo negra corriendo hacia él dispuesta a matarlo, pero la esquivó en el último segundo, provocando que la gata acabara en el pasillo. Antes de que esta pudiera volver a lanzarse a su yugular, cerró la puerta y buscó a Jongdae con la mirada, encontrándolo sentado sobre la cama, mirándolo fijamente y con una expresión de enfado en su rostro.

            —Kyungsoo me va a matar por ver a la gata fuera de la habitación —comenzó—, y yo lo voy a matar a él por haberte dejado entrar a la casa cuando le dije que no lo hiciera.
            —No le eches la culpa a él —dijo Chanyeol—. Yo he sido quien lo ha convencido para que lo hiciera —lo miró, intentando transmitirle la sinceridad que quería en sus siguientes palabras—. Vengo a hablar contigo, a contarte todo y a enseñarte qué es lo que hay en la habitación cerrada.

            A pesar de creer que había dicho las palabras mágicas para que Jongdae le dijera que iba a escuchar todo lo que tenía que contarle, el chico no demostró el más mínimo interés en ello. Se cruzó de brazos y lo miró entrecerrando sus ojos y frunciendo su ceño.

            —Fuera de mi habitación —dijo—. No te he dado permiso para entrar a ella.
            —Me diste permiso para entrar hace más de un mes y una vez lo recibo puedo campar a mis anchas por ese sitio —respondió, haciendo que Jongdae pareciera todavía más enfadado.

            “Lo estás haciendo mal, Chanyeol, siempre fue bastante cabezota y en esta reencarnación parece haber adquirido la cabezonería de todas las anteriores de una forma bastante concentrada. Tienes que hacerlo de otra manera”.

            —Pues igual que te di el permiso, ahora te lo retiro. ¡Fuera! —le ordenó, pero el vampiro no se movió del sitio en el que se encontraba.

            Jongdae se levantó de la cama y caminó hacia él para comenzar a empujarlo en el pecho y así sacarlo de su habitación, pero el chico no sabía que aquellos manotazos que estaba dándole a su cuerpo no eran más que meras caricias para él y que jamás podría echarlo de allí por la fuerza. Dejó que se cansara sin ceder ni un milímetro en su posición y cuando lo hizo, lo tomó por los hombros con firmeza a pesar de que este se retorció, intentando liberarse de su agarre y lo hizo alzar la cabeza para mirarlo a la cara.

            —No me voy a ir de aquí hasta que no escuches lo que tengo que decirte —comenzó—. Una vez hayas escuchado toda la explicación podrás decidir si quieres que me vaya o que me quede. Déjame explicártelo, por favor.

            Durante unos minutos, que a Chanyeol le parecieron horas, el chico pareció estar pensando sus opciones mientras miraba sus ojos fijamente, seguramente intentando determinar si le mentía o no, hasta que finalmente asintió.

            —Te escucho —dijo y Chanyeol cogió aire antes de hablar, aunque no lo necesitara biológicamente.

            »¿Conoces la historia de la unificación de los tres reinos? Quizás la parte que quedó para la posteridad gracias a los anales de la historia coreana, pero no todo lo que allí sucedió. El reino de Silla se proclamó como el vencedor de las batallas sobre los otros dos reinos y unificó el territorio de la península siendo el que en teoría era el más débil de los tres. Este suceso ha acabado con la paciencia de muchos de los historiadores que han querido investigar sobre el tema, porque aunque la historia siempre la escriban los vencedores, hay diversos sucesos que no. Uno de ellos es la participación de los vampiros en estas batallas.

            La mención de los vampiros por su parte hizo que Jongdae abriera los ojos como platos al instante. Chanyeol sabía que aquello le causaría una gran impresión y que lo más probable es que acabara diciéndole que se fuera de su casa porque no quería volver a verlo nunca más. Pero aquel era un riesgo que estaba dispuesto a correr si con eso podía tener una ínfima oportunidad de recuperarlo, solamente tenía que mostrarle su sinceridad, así que siguió hablando.

            »No sé si me creerás o no, pero los vampiros existen y yo soy uno de ellos, uno de los que combatieron por la unificación de los tres reinos. Te conocí cuando combatía en una de estas escaramuzas. El ejército de Baekje era muy inferior a nuestra fuerza de ataque y solo había unos cientos de combatientes profesionales, los demás eran campesinos armados. Mi compañero y yo nos dedicábamos a masacrar a todo aquel que se pusiera por delante, pero durante aquella lucha, al verte, sentí que jamás podría matarte y te alejé de allí para que no murieras.

            »No sé qué fue lo que me hizo tomar la decisión de salvarte, pero sentí el impulso de hacerlo, sentí que si morías no sería capaz de seguir adelante. Irremediablemente me sentí atraído hacia ti.

            Vio cómo Jongdae tragaba saliva al escuchar esas últimas palabras, como si él también hubiera sentido aquella misma misteriosa atracción que no sabía poner en palabras.

            »Poco después, la guerra terminó, así que ya no se requerían mis servicios, por lo que me asenté en el mismo pueblo que tú, primero para vigilar que estabas bien y ayudarte cuando estuvieras en problemas, pero después se convirtió en una necesidad imperiosa acercarme a ti, hablar contigo, provocar alguna de aquellas sonrisas que curvaban las comisuras de tus labios hacia arriba y hacían que tus ojos se convirtieran en dos medias lunas. Así que lo hice.

            »Al principio simplemente me tuviste miedo porque sabías lo que yo era, pero tras pasar algo de tiempo conmigo fuiste abriéndote a mí sin problemas. Cada día que pasaba junto a ti era como un sueño y, sin poder evitarlo, me enamoré. En aquel momento te llamabas Zhongda y eras bastante más alegre y despreocupado, pero también cabezota y te resistías a decirme que tú también estabas enamorado de mí. Aun así, todo parecía ir bien, pero la comunidad a la que pertenecía se enteró de lo que hacía y me desterraron, cortaron todo lazo conmigo porque un vampiro no podía enamorarse de un humano.

            »Fue a partir de entonces cuando todo se torció. Desde que había renacido como vampiro siempre había estado junto a él, junto a mi compañero, y por eso para él no eras más que una amenaza que erradicar. Intenté por todos los medios que no se acercara a ti, que no te hiciera daño, así que te llevé al bosque, a un lugar secreto, pero se aprovechó de un momento de descuido y acabó con tu vida. Lo busqué por todas partes para acabar con él, pero se escondió de mí y no lo pude encontrar. Tras un tiempo, resolví que si quería volver a estar contigo de nuevo solo debía esperar a que te reencarnaras y así lo hice. No obstante, siempre que te encontraba, él ya lo había hecho antes y volvía a asesinarte delante de mis ojos sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.

            »Ahora que te he vuelto a encontrar y que lo he hecho antes que él, quiero que no te separes de mí para que no se repita la historia, por eso te estoy contando todo esto. Soy un vampiro, Jongdae y llevo enamorado de ti más de setecientos años, esperando el momento en el que poder estar de nuevo junto a ti y poder consumar mi venganza hacia él por arrebatarte de mi lado en tantas ocasiones.

            Chanyeol terminó de relatar su historia y fijó su atención en el chico que estaba ante él. La expresión de su rostro reflejaba sobre todo confusión e incredibilidad. No podía culparlo por ello, ya que cualquier persona que hubiera escuchado aquello, tendría esa misma reacción.

            —Jongdae… —comenzó. En ese momento, el chico salió de su trance y se apartó rápidamente de él.
            —¿Crees que es divertido tomarme el pelo de esa manera? —preguntó—. ¿Crees que soy un crío al que impresionar con historias de vampiros?
            —Si vienes a mi apartamento te enseñaré que es verdad.
            —No pienso ir contigo a ningún sitio —se rehusó, cruzándose de brazos y haciendo un mohín.

            Estaba desilusionado, Chanyeol lo sabía, y también sabía que no había creído nada de lo que le había dicho, a pesar de tener que haber sentido algo en su interior que le dijera que aquellas palabras eran las más reales que había escuchado de los labios del vampiro. También sabía que seguía enfadado y que tenía que hacer algo con eso, pero cuando había utilizado su influencia la vez pasada no le había servido de mucho y todavía se devanaba los sesos buscando el por qué cuando las anteriores veces que lo había hecho sí que había funcionado.

            —Dame el beneficio de la duda y ven conmigo —le tendió la mano para que el otro la tomara.

            Jongdae miró la mano que estaba extendida ante él y se mordió el labio inferior. Parecía tener un conflicto interno bastante grave que se resumiría seguramente en ir con él o echarlo de una patada de su habitación. Chanyeol esperaba que fuera la primera opción porque ya había confiado en él y le había contado todos sus secretos. No obstante, el vampiro sabía que la segunda opción era la más plausible porque nadie, de repente, creería a pies juntillas que una persona le contara sobre su condición de vampiro y que fuera verdad.

            —Iré.

            Esa única palabra hizo que una amplia sonrisa se extendiera por el rostro de Chanyeol y que salvara la distancia que había entre ellos para estrechar en sus brazos a Jongdae, controlando su fuerza para no hacerle ningún daño. Unos momentos después, sintió tímidamente las manos del chico rodeando su cintura y escuchó un suspiro de alivio por su parte que hizo que las comisuras de sus labios se le curvaran todavía más hacia arriba.

            Tras esto, no tardaron mucho en salir de la casa de los Kim, montarse en el coche de Chanyeol e ir hacia el apartamento de este. Durante el viaje no dijeron ni una sola palabra porque Jongdae estaba serio y pensativo y el vampiro no quería interrumpir sus cavilaciones. La última vez que habían ido juntos a su piso habían entrado golpeándose contra las paredes, besándose apasionadamente y queriendo estar cada vez más cerca del otro, pero esta vez lo hicieron uno detrás del otro y sin tocar absolutamente ninguna parte del cuerpo ajeno.

            Chanyeol lo guio hasta la habitación que había mantenido cerrada y giró el picaporte, abriendo la puerta de par en par para que Jongdae pudiera ver lo que había en el interior: su ataúd de madera negra y terciopelo rojo y las vasijas con la tierra de su patria.