Título: 199X
Autora: Riz Aino
Pareja: HyunDawn (HyunAh +
E’DAWN) (Triple H – 4MINUTE + PENTAGON)
Clasificación: R
Géneros: AU, romance, drama,
smut
Número de
palabras:
1.787 palabras
Resumen: HyunAh y HyoJong son dos
almas perdidas que solo se tienen el uno al otro.
Advertencias: relaciones sexuales implícitas
y mención al uso de drogas.
Aclaraciones: esto está ambientado
en los 90, de ahí el título (?) aunque no diga mucho del background y me haya centrado solo en ellos.
Notas: esto es algo medio
inspirado en el MV de Triple H – 365 Fresh, quien no lo haya visto aún que lo vea, que es
el MV del siglo.
Comentario
de autora:
llevaba escribiendo esto desde hace más de un año, pero cuando salió la noticia
de que realmente llevaban saliendo juntos siglos, me dije “acábalo ya, coño y
aprovecha el momento” y aquí estoy. Espero que os guste.
Luces
anaranjadas y rojizas entran por los pequeños claros de la persiana de cuerda
medio rota que cubre de forma bastante pobre la ventana de la habitación, iluminándola
levemente, dejando entrever en las sombras dos figuras sobre una cama de madera
desvencijada, con un colchón de muelles que chirría de una forma demasiado
audible cada vez que alguno se mueve, siendo ése uno de los sonidos que inundan
aquel lugar, junto al de dos respiraciones jadeantes que se dejan escuchar de vez
en cuando, cuando sus bocas paran de buscarse la una a la otra de forma
desesperada. Ambos se miran fijamente en la penumbra de aquella habitación
cuando dejan de besarse para tomar un poco de aire, emitiendo un pequeño jadeo
al hacerlo, sus ojos mostrando todo el deseo contenido que sienten el uno por
la otra, la otra por el uno, las pupilas dilatadas por el efecto de la droga.
—Ya…
—murmura HyunAh.
No
hace falta que diga nada más, ambos saben perfectamente a qué se refiere con
aquello. HyoJong sonríe, complacido por aquella petición, aquella orden. Es lo
que más desea él también. Por eso, cuando HyunAh se echa un poco hacia atrás,
separándose de su cuerpo para poder abrirse la floreada blusa, dejando al
descubierto su cuerpo delgado, sus pechos envueltos en la tela del sujetador
negro de encajes que había robado para ella no mucho tiempo atrás, siente cómo todo
su cuerpo reacciona —y en particular, cómo una parte concreta de la parte
inferior de su cuerpo reacciona—. El chico no puede evitar morderse el labio
inferior con anticipación, observando cuidadosamente la figura que tiene sobre
él, contoneándose al ritmo de una música que solo debe escucharse en su cabeza
mientras se desprende de la blusa y, con una sonrisa torcida, la deja caer
sobre el rostro de HyoJong. Durante unos momentos, su visión es opacada por la
tela, pero no tarda mucho en llevar su mano hacia la blusa para retirarla de su
cara y así poder seguir observando a la chica, sin poder borrar su sonrisa.
Aun
con la mente algo nublada por el efecto del pitillo cargado de marihuana hasta
los topes que se ha fumado a medias con su acompañante, es plenamente
consciente de la belleza que se extiende ante él, la melena pelirroja cayendo por
su espalda desordenadamente, el rostro esculpido por algún maestro de la antigüedad,
la piel fina y vibrante cada vez que la acaricia y aquella sonrisa que promete
demasiadas cosas y todas y cada una de ellas buenas.
HyunAh
se acerca a él, tomando su mentón con una de sus manos y después se inclina
sobre HyoJong para besarlo de nuevo. Sus labios chocan, sus respiraciones se
cortan al momento y el chico abre su boca como acto reflejo, dejando que la
lengua ajena campe a sus anchas en el interior de su cavidad bucal,
respondiendo a las caricias de ésta con la suya propia, comenzando un beso mucho
más profundo. Un beso en el que sus lenguas luchan, sus dientes chocan, sus
labios se separan, sus cabezas se inclinan buscando el mejor ángulo para dar
más, para llegar más lejos, un beso que acaba siendo cortado cuando ni siquiera
pueden coordinarse para respirar por la nariz y se separan para poder coger una
bocanada de aire demasiado necesario, en el ambiente cargado de la habitación,
que todavía huele a marihuana.
La
presión que HyoJong siente en sus pantalones, en su entrepierna, allí donde
HyunAh se roza con él cada vez que se mueve, comienza a ser insoportable y no puede
evitar la anticipación. Con rapidez, agarra el filo de su camiseta negra de
manga corta y tira de él hacia arriba para sacarse la prenda por la cabeza, tirándola
luego lo más lejos que puede, a algún lugar de la habitación desconocido que a
la mañana siguiente se volverá loco buscando, pero ese es un problema del
HyoJong del futuro. El HyoJong del presente siente la fría pared contra su
espalda cuando se echa contra ella, el gotelé clavándose contra su piel, haciéndolo
jadear levemente, y tiene a HyunAh sobre sus muslos, medio desnuda y
completamente dispuesta a hacer que aquella noche sea una inolvidable a pesar
de que más tarde no pueda recordar demasiado por el efecto de la droga en sus
mentes.
—¿Crees
que HoeTaek se enfadará si ve que lo hemos vuelto a hacer en su cama? —cuestiona
la chica en ese momento—. Si ve que nos hemos fumado su último canuto también.
Su
pregunta parece inocente, culpable por unos segundos, pero después le dedica
una media sonrisa y HyoJong sabe perfectamente que no le importa lo más mínimo
ocupar otra vez la cama de su mejor amigo ni haberse fumado su marihuana. Pero por
un momento, lo ha hecho dudar. A veces, HyunAh lo hace dudar con sus acciones y
con sus palabras, hace que todo su mundo tiemble y se reduzca a escombros, pero
lo reconstruye rápidamente con una sonrisa o una mirada, una de aquellas que lo
dicen todo entre ellos pero que a los demás no les dicen absolutamente nada.
—Probablemente
cuando nos vea se volverá loco —contesta a la pregunta, aunque en el fondo sabe
que era una pregunta retórica.
—Perfecto.
Y
sus labios vuelve a encontrarse porque, aunque nunca lo hayan puesto en palabras
antes, se han hecho adictos a los besos del otro, incluso más adictos al resto de
drogas que consumen asiduamente, todo un récord siendo ellos.
Las caderas de HyunAh
se mueven sobre su erección y, a través de la tela de los vaqueros, puede
sentir perfectamente el roce y una corriente eléctrica recorre todo su sistema
nervioso, con su epicentro en su miembro. HyoJong no puede evitar el jadeo que se
ahoga en la boca de ella, ni tampoco puede evitar llevar sus manos hasta la
delgada cintura de la chica para agarrarse a ella fuertemente, clavando sus
dedos en la carne, tratando de sentir de aquella forma los pies en el suelo,
porque apenas han comenzado y está a punto de volar hasta las estrellas. HyunAh
también gime dentro de aquel beso, dentro del choque de lenguas, dentro de
aquel intercambio desesperado de saliva cuando su otra mano libre aprovecha
para abrirse paso recorriendo su espalda hasta llegar a su sujetador y, con una
maestría de la que siempre presume, desabrocha la prenda, haciéndola saltar.
A partir de ese momento
todo es acelerado.
Los besos se hacen más
cortos, más bruscos, más desesperados. Sus manos ya no están quietas o
moviéndose levemente, sino que tocan, tocan y tocan. Sus cuerpos van dejando de estar vestidos poco a poco, las
prendas van siendo tiradas por diferentes lugares de la habitación sin prestar
mucha atención a dónde caen y al cómo. Sus pieles desnudas se rozan y, quizás
es por la droga o quizás es porque está con HyunAh, su piel es demasiado
sensible a cada caricia y a la chica le pasa exactamente lo mismo, por lo que
los gemidos llenan el ambiente de la habitación, acompañando de aquella forma
en una melodía armónica a los muelles del colchón que chirrían cada vez más
fuerte y más seguido.
Sus cuerpos ruedan por
la cama, sus extremidades se entrelazan y HyoJong se interna en el cuerpo de
HyunAh y el sudor y el calor y el rápido latido de su corazón embota sus
sentidos. El chico se mueve, la chica se mueve, sus dos cuerpos se funden como
si fueran uno solo y el placer poco a poco los va sobrecargando hasta que
finalmente se derriten el uno en brazos de la otra y la otra en los brazos del
uno, respirando de forma entrecortada y viendo tras sus párpados unas galaxias
llenas de estrellas mucho más grandes y brillantes de lo que lo son cuando
experimentan con varios polvos y los mezclan, tomándolos de una vez. Durante
unos momentos, no pueden hacer más que respirar, mirándose en los brillantes
ojos del contrario, frente a frente, demasiado cerca y a la vez demasiado
lejos, lo suficientemente cerca, innecesariamente lejos.
A veces, HyoJong se
cuestiona qué habría sido de su vida si en su camino no se llegan a cruzar
HyunAh y HoeTaek, qué habría sido de él si no hubiera sido su coche al que se
hubiera lanzado aquella madrugada en la que todos sellaron su destino. No tiene
una respuesta concreta a aquella pregunta porque todo lo que puede ver es un
futuro negro sin los otros dos… un no futuro, más bien, sobre todo, sin ella. A
veces, también se cuestiona si ella se siente de la misma forma, si para HyunAh
es igual, si la chica se sentiría igual de perdida en aquella inmensidad que era
el mundo sin los dos, sin él; y se imagina que la respuesta es la misma que la
suya. HyunAh le diría que sí si se lo llegara a preguntar, pero nunca lo haría
porque las palabras no eran suficientes para expresar todo lo que había
significado para ellos encontrarse en su camino hacia la auto destrucción y
recorrerlo juntos.
HyoJong se duerme con
aquellos pensamientos rondando su mente, abrazado al cuerpo desnudo de HyunAh,
como cada noche y solo se despierta a la mañana siguiente cuando HoeTaek los
echa a patadas y a gritos de su habitación.
Notas
finales:
—Para lo cortito que es, podría haber acabado
de escribirlo el mismo día que lo empecé (más o menos cuando salió el MV de 365
Fresh), pero nunca había escrito un fanfic de esta forma y cada vez que acababa
un párrafo lo borraba y lo escribía de nuevo, buscando la manera perfecta de
expresar lo que mi mente me decía. Menos mal que la noticia de la confirmación
de su relación finalmente me despejó todos los sentidos y pude terminarlo satisfactoriamente.
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