Título: Code of Honor
Autora: Riz Aino
Pareja: YongWook (Mill
+ Nine) (OnlyOneOf)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, mafia, smut, pwp
Numero de palabras: 4.719 palabras
Resumen: la mafia se rige por un código de honor que debe ser
seguido sin excepción, cualquier infracción supone la muerte.
Advertencias: violencia, muertes (no principales) y relaciones
sexuales explícitas.
Notas: historia escrita por el lanzamiento del nuevo álbum
japonés de OnlyOneOf "ズルい女 (Zurui Onna)”.
Comentario de autora: llevaba demasiado tiempo queriendo escribir una historia
de mafia con OOO y mi momento llegó cuando salieron las fotos de la revista
Funny Fashion y no me pude quitar de la cabeza que Mill parecía el típico jefe
de la mafia joven de los doramas. Espero que os guste.
—Aún no
ha dicho nada —escuchó Wookjin que decía una voz mientras salía de la oscuridad
por la que había estado rodeado durante lo que le había parecido una eternidad.
Le dolía todo el cuerpo, le pesaba la cabeza y no podía siquiera abrir los
ojos—. No creo que aguante mucho más si seguimos así.
—Entonces
habrá que probar otro método —respondió otra voz.
El chico
escuchó pasos, escuchó órdenes dadas a gritos resonar en el amplio y helado
almacén en el que llevaba retenido bastante tiempo, aunque no sabía siquiera
cuánto porque los segundos pasaban para él como horas. Lo habían golpeado por
todo el cuerpo, sin parar, puñetazos, patadas, incluso había recibido algún que
otro corte en su carne con navajas. Ni una herida mortal por sí sola, pero todo
su cuerpo estaba magullado y no podía mover ni un solo músculo sin sentir un
inmenso dolor. Quería que todo aquello acabase, quería que lo matasen de una
vez por todas, así se acabaría su sufrimiento, pero no… aquella gente que lo
tenía retenido no quería matarlo, quería que les dijera donde se encontraba el
dinero que les había robado. Wookjin maldecía la hora en la que había decidido
convertirse en un hacker aprovechando sus habilidades con los ordenadores,
maldecía el momento en el que había decidido que era una buena idea robarle
algo de dinero a una organización de sospechosa procedencia y, sobre todo,
maldecía el instante en el que había sido reclutado por una mafia para que los
ayudase con los delitos electrónicos. Lo había cegado el dinero fácil, el
trabajo acomodado desde su habitación y la forma en la que en la organización
mafiosa le tenían estima por haberlos ayudado a ganar bastante dinero y, ahora
que estaba allí, maniatado, tirado sobre el frío suelo de cemento, con el sabor
metálico de la sangre en su boca y todo el cuerpo magullado, Wookjin veía claro
que había sido un inmaduro y un idiota y lo único que quería era salir de esa
situación. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo porque él nunca había sido parte
activa de la mafia, él solo había estado detrás de su ordenador de última
generación, no sabía pelear, no sabía defenderse, y aquello que le preguntaban
tampoco lo sabía. Sí. Les había robado una cantidad ingente de dinero a la
organización mafiosa en la que trabajaba porque le habían ofrecido la mitad de
ese dinero desde otra organización y una nueva identidad para esconderse de
todo, pero una vez había robado el dinero y había hecho que este pasase de
banco en banco de paraísos fiscales, no sabía dónde se encontraba exactamente
en aquellos momentos.
—Despertadlo
—escuchó que decía una voz, autoritaria y fría.
Wookjin esperó que le
dieran más golpes y que el dolor lo hiciera abrir los ojos, pero lo que sintió
en su lugar fue cómo le tiraban agua fría por encima, empapándolo y haciendo
que todos sus músculos se pusieran en tensión y comenzaran a dolerle de nuevo.
El almacén era frío, pero el agua helada provocó que la temperatura de su
cuerpo descendiera todavía más y, a pesar de que tenía los ojos hinchados por
los golpes, el chico los acabó abriendo, mientras su cuerpo temblaba. Frente a
él se encontraban un par de personas, uno de los hombres que se había estado
ensañando con él, un armario empotrado, alto, grande y lleno de músculos que ni
siquiera debían de existir en una persona normal, y un chico joven, quizás más
joven incluso que Wookjin mismo, delgadito y no muy alto, ataviado con un traje
de aspecto caro y con el flequillo repeinado con gomina, su rostro siendo
atractivo y terriblemente adorable.
—Por fin
despiertas —dijo el muchacho, dando un par de pasos hacia él y agachándose a su
lado. Alguien cogió a Wookjin por la espalda y lo movió sin muchos miramientos,
levantándolo del suelo y haciendo que se quedara sentado, para que los ojos del
otro chico estuvieran a la altura de los suyos—. Es una pena cómo te han dejado
la cara —comentó, llevando su mano derecha hasta el rostro de Wookjin,
cogiéndolo por la barbilla y moviendo su cara de un lado a otro, como si lo
estuviese inspeccionando—. Eres bastante guapo.
Después
de aquello, se alejó de él y le hizo una señal al hombre que tenía a su lado.
No pasó ni un segundo cuando Wookjin sintió la rodilla de aquel gorila contra
sus costillas, provocando que el chico se doblara por la mitad del dolor y no
pudiera evitar gritar. No podía más con aquella tortura, no podía soportarlo
más, solo quería que lo matasen de una vez por todas por haberlos traicionado,
por haber traicionado el código de honor de la mafia. De todas formas, lo iban
a matar, qué más les daba hacerlo algo antes para que así dejase de sufrir.
—Traedlos
—ordenó el chico ante él, mientras Wookjin todavía seguía sintiendo la punzada
de dolor que le había ocasionado el rodillazo. Unos instantes después, varios
de los que debían ser sus hombres llegaban con algunos encapuchados, maniatados
y temblorosos, llevándolos hasta donde se encontraban ellos, dejándolos a tan
solo unos pasos de distancia de Wookjin, tirándolos sin mucho miramiento al
suelo después de quitarles las capuchas. El chico no pudo evitar abrir sus ojos
como platos al ver que aquellos que habían llevado hasta allí eran parte de la
mafia para la que trabajaba, todos ellos parte del equipo administrativo, sin
formación alguna de sicario, gente corriente que se dedicaba a encargos menores—.
Espero que ahora hables y me digas dónde está mi dinero, si no quieres que, uno
a uno, todos vayan muriendo.
—No… yo
no… no sé dónde está… el dinero —dijo Wookjin, con miedo, con ganas de llorar,
sintiéndose terriblemente mal por todo lo que debían de haber pasado aquellas
personas que se encontraban ante él.
—Muy
bien —comentó el muchacho, encogiéndose de hombros.
Wookjin
ni siquiera tuvo tiempo de procesar qué era lo que estaba pasando cuando el
chico ya había sacado una pistola del bolsillo interior de su chaqueta y había
disparado el arma, sin siquiera apartar la mirada de él, volándole la cabeza a
uno de los recién llegados. Durante unos momentos se quedó completamente
paralizado, sin saber qué decir o qué hacer, el disparo resonando en la nave en
la que se encontraban y en sus oídos, el olor de la pólvora llenando el frío
ambiente y metiéndosele por las fosas nasales.
—¡NO!
—gritó Wookjin mientras veía cómo el cuerpo se desplomaba sobre el suelo, sin
vida—. ¡NO HAGAS ESTO, ELLOS NO TIENEN LA CULPA! ¡SOY YO, YO SOY EL QUE TIENES
QUE MATAR!
—Respuesta
equivocada —dijo el muchacho, disparando de nuevo su arma y matando a otro de
sus compañeros.
Las
lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y recorrer sus mejillas sin que él
pudiera hacer nada por detenerlas, de la misma forma que no podía hacer nada
para detenerla matanza que estaba ocurriendo ante él. Se sentía mal, se sentía
frustrado, se sentía como una mierda, impotente ante todo aquello. La única
forma que podía parar aquello era devolviéndoles el dinero a aquella gente,
pero Wookjin no sabía cómo podía hacerlo, no sabía si estaba en su mano poder
hacerlo porque no sabía dónde se encontraría el dinero a aquellas alturas o si
lo habrían retirado ya y lo habrían sacado en billetes para blanquear todos
aquellos millones. No sabía nada. Él solo había hecho lo que le habían pedido sin
tener ni idea de que lo cambiaría todo, sin tener ni idea de que acabaría de
aquella forma, torturado y viendo morir a aquellos con los que había trabajado
en los últimos meses. La otra organización le había prometido protección una
vez el trabajo estuviera hecho, le habían prometido mucho dinero por ello… pero
antes de que nada de aquello se hubiera podido hacer realidad, habían aparecido
en su casa mientras trataba de huir y se lo habían llevado hasta allí, donde
los días y las noches ya no tenían sentido para él porque el tiempo era
relativo cuando le dolían los huesos. Él era el único que había hecho algo que
no debía, él era el único que les había hackeado una de sus muchas cuentas
bancarias y les había robado, así que, tenía que pararlo, tenía que hacer algo
por pararlo, tenía que hacer que todo aquello terminase y que no muriese nadie
más.
—Yo… no
sé dónde está tu dinero —comenzó y antes de que el muchacho pudiera disparar de
nuevo su arma, añadió—. No lo sé, pero puedo intentar buscarlo, solo necesito
un ordenador.
—Respuesta
correcta —dijo el muchacho, guardando su arma de nuevo y esbozando una sonrisa
que, en cualquier otro momento, a Wookjin le habría parecido completamente
adorable—. Matar me da hambre, ¿vosotros no tenéis hambre? —preguntó a su
alrededor—. Vamos a comer y a llevarnos al hacker a un sitio un poco más
agradable, me estoy helando en este almacén.
💻 🔪
—Jefe
—murmuró uno de los armarios empotrados que había estado pegándole durante
aquel tiempo en el almacén—. ¿Es necesario que hagamos esto?
—No
quiero que me manche de sangre la casa —respondió el muchacho que había
asesinado a sangre fría a varios de los que, en el fondo, eran también sus
subordinados—. Lavadlo bien y ponerle la ropa que os traigan luego.
Jefe.
Wookjin alzó la cabeza y no pudo evitar el escalofrío que recorrió su cuerpo
desnudo cuando sus ojos se encontraron con los oscuros del muchacho que estaba
en la puerta del baño, echado contra el marco, sin quitarle el ojo de encima,
de su cuerpo, mirando sin pudor y sin vergüenza ninguna, intensamente, como si
tuviera en mente que quería comérselo entero. En cualquier otro momento, en
cualquier otra situación, a Wookjin no le habría importado dejarse comer, pero
no era el lugar ni el momento más indicado para ello, de hecho, era también la
persona menos indicada para ello. Cuando había aparecido dando órdenes en el
almacén y había disparado la pistola el chico solo había pensado que era alguno
de los sicarios más importantes de la organización, que lo habían llamado para
que terminara el trabajo sucio, pero al escuchar cómo aquel que lo tenía sujeto
dentro de la ducha se refería a él como “jefe” había provocado que le saltaran
todas las alarmas. Nunca se había encontrado con nadie importante de aquellos
para los que trabajaba, nunca había visto al jefe de la organización y, a pesar
de los rumores y las habladurías de que quien estaba llevando las riendas de
todo era el hijo menor del jefe supremo, Wookjin no había pensado que se
tratase de alguien tan joven y menos que se tratase precisamente de aquel chico
que estaba allí con él.
—No os
cortéis, empezad —les dijo a los otros dos hombres que estaban allí en el baño.
Wookjin
quiso decir algo, quiso decir que él mismo podía ducharse sin que hubiera nadie
allí con él, haciéndolo por él, que a pesar de que le dolían todos los músculos
de su cuerpo y de que apenas podía mantenerse en pie, podía hacerlo solo; sin
embargo, no pudo abrir la boca, no pudo decir absolutamente nada, no solo por
la situación, sino porque los ojos oscuros del muchacho frente a él eran
demasiado intensos, demasiado fieros y no encontró la forma de poner en voz
alta sus pensamientos antes de que los dos hombres comenzaran a lavarlo,
echándole agua y agua por encima, agua que se llevaba el sudor, la sangre seca
y la suciedad de todo su cuerpo, agua que al principio hacía que le doliesen
los músculos, pero que después de unos momentos ayudó a relajárselos. El agua
estuvo bien, pero cuando comenzaron a enjabonarlo, tocándolo por todo su
cuerpo, sin tener cuidado con los golpes y las heridas que ellos mismos le
habían provocado durante horas y horas antes, el chico sintió dolor, además de
sentirse terriblemente violentado por aquello, por estar experimentando aquello
en su cuerpo y, sobre todo, por tener un espectador que no paraba de
observarlo, echado en el marco de la puerta. Wookjin se tuvo que tragar su
orgullo, se tuvo que tragar sus lágrimas y simplemente dio gracias a que al
menos se lo hubieran llevado de aquel almacén, a pesar de que aquella era la
alternativa.
💻 🔪
Wookjin se encontraba vestido con ropa limpia,
después de la ducha, sentado en un sofá de aspecto terriblemente caro, como el
resto del lugar, con una mesa de café llena de comida frente a él y un
portátil. La comida suponía que no era para él, por cómo el jefe de la mafia la
estaba devorando, junto con aquellos dos gorilas que no habían abandonado su
lado en ningún momento desde que habían salido del almacén. Wookjin tenía
hambre, pero también tenía el estómago cerrado y no sabía si comer le haría
bien o no… de todas formas, lo habían llevado allí porque tenía una misión:
encontrar el dinero que les había robado a la organización. El portátil estaba
allí, disponible para él, lo único que debía de hacer era cogerlo y comenzar la
búsqueda, una búsqueda que no sabía si iba a ser del todo infructuosa o no
porque no tenía ni una pista de donde se podría encontrar el dinero en aquellos
momentos. No obstante, era lo que tenía que hacer, al menos para evitar que las
personas que habían capturado murieran por su culpa, por culpa de lo que había
hecho, de su deshonra y traición a la mafia para la que trabajaba. El chico
suspiró profundamente a pesar del dolor de sus pulmones y costillas y siguió
ignorando ese mismo dolor para alargar sus brazos, coger el portátil y
comenzar.
Incluso
teniendo claro cuáles eran las rutas que el dinero había tomado desde que lo
había sacado de una de las muchas cuentas que tenía la organización, rastrearlo
le fue complicado y Wookjin tuvo que usar todas sus habilidades para
localizarlo. Él mismo había robado aquel dinero y había sido tremendamente
fácil para él hacerlo, pero encontrarlo una vez había salido de la cuenta no
era moco de pavo. Al menos, no había pasado demasiado tiempo desde que lo había
hecho y el dinero todavía no había llegado a las manos de la otra organización
que le había pedido aquel trabajo, porque una vez lo hiciera, lo podrían sacar
o meterlo en algún fondo oculto al que Wookjin no tuviera ninguna clase de
acceso rápido y no creía que fueran lo suficiente benevolentes con él para
dejarlo con vida mucho tiempo más, tenía que hacer aquello rápido y aceptar su
destino… al menos esperaba tener el suficiente tiempo entre que los datos
terminaban de descargar en la pantalla para poder seguir trabajando, para poder
hacer los últimos movimientos en su propia cuenta, despedirse de todos aquellos
que consideraba amigos o familia y dejarlo todo atado.
A pesar
del olor de la comida y a pesar del rugido incesante de su estómago, el chico
no se permitió siquiera mirar en dirección a la mesa ni a las otras personas
que estaban allí con él en el enorme salón de la enorme mansión a la que lo
habían llevado, incluso aunque notaba perfectamente cómo los tres no le
quitaban los ojos de encima mientas comían y después de haber terminado, sobre
todo el jefe, Lee Yongsoo, que no había apartado sus ojos de él ni un solo
instante. Aprovechando sus ratos muertos entre las dos actividades que estaba
haciendo, había buscado información sobre él ya que ni siquiera había sabido
cuál era su nombre hasta que no lo había buscado, tratando de encontrar alguna
cosa que pudiera usar en su favor para que al menos su muerte fuera rápida y lo
menos dolorosa posible porque Wookjin no sabía si su cuerpo magullado estaba
preparado para recibir más palizas; sin embargo, apenas había encontrado nada
útil sobre él. Por la forma en la que lo había estado mirando todo aquel rato,
sobre todo durante aquella maldita ducha y como lo primero que le había dicho
había sido que era guapo, Wookjin sabía que el chico a su lado era gay sin que
se lo confirmase la búsqueda que había hecho, pero eso realmente no lo ayudaba
en nada a pesar de que se le insinuara o algo, no lo mantendría con vida ni
ayudaría a su muerte, por lo que realmente no podía hacer nada con aquella
información y la demás que encontró tampoco era de ayuda, así que, el chico
acabó suspirando y cerrando toda su búsqueda sobre él para seguir con los
siguientes pasos para encontrar el dinero que había puesto su mundo patas
arriba.
Horas
más tarde, cuando el sol había comenzado su descenso hacia el ocaso y cuando
Wookjin creía que no tendría ninguna posibilidad de hacer aquello, por fin pudo
encontrar en la cuenta de qué banco en el extranjero se encontraba el dinero y
se puso manos a la obra antes de que éste volviera a desaparecer, usando todas
sus habilidades en devolverlo al lugar del que había salido y consiguiéndolo
finalmente. Cuando lo hizo, suspiró profundamente de nuevo y dejó el portátil
sobre la mesa, cerrando sus ojos y frotándoselos con las manos, su vista
cansada y, en general, él cansado por completo después de todo lo que había
pasado aquellos días.
—El
dinero está devuelto, puedes comprobarlo con tu banco —dijo, todavía con sus
ojos cerrados—. He blindado también la cuenta al máximo posible para que, a no
ser que sea un hacker con habilidades excepcionales, no ocurra esto de nuevo.
—Buen
chico.
Wookjin
abrió los ojos después de escuchar aquellas palabras, dichas y todo como si
estuvieran dirigidas a un perro, y se encontró con una sonrisa divertida,
pícara en sus labios. Wookjin tragó saliva porque la boca se le quedó seca
después de aquello y acabó desviando su mirada, dirigiéndola hacia el portátil
que se encontraba en la mesa, dispuesto a dejar el ordenador tal y como se lo
había encontrado, al menos, eso lo distrajo de la expresión que se había
encontrado en el rostro del otro.
—Está
todo correcto —dijo después de unos momentos, tras verificarlo todo—. Come
algo, vas a necesitar fuerzas para después.
El jefe
se levantó del lugar en el sofá, cerca y a la vez lejos de él, desde el cual lo
había estado observando durante todas aquellas horas y, con un gesto le indicó
a uno de los dos armarios empotrados, el que tenía el pelo más largo y claro,
que lo siguiera, mientras el otro se quedaba allí con él, observándolo. Wookjin
no pudo evitar observar su figura alejándose de él, saliendo del enorme salón,
casi contoneándose, y después, cuando salió de su vista finalmente, parpadeó
varias veces, rápidamente, con fuerza, totalmente confuso. Pensaba que en el
momento en el que tuviera el dinero de vuelta sacaría la pistola y le
dispararía a sangre fría como lo había visto hacer en el almacén, pero también
recordó que había hecho que lo lavasen para que no hubiera sangre en el salón,
así que, probablemente no lo iba a matar mientras siguiera en aquella mansión.
Por ese motivo, porque estaba hambriento al fin y al cabo y, porque igual
aquella era su última comida antes de que se lo llevaran a un monte pera
asesinarlo y enterrar su cuerpo directamente allí, Wookjin atacó la comida que
todavía se encontraba sobre la mesa, dándole igual que estuviera fría.
💻 🔪
—Desnúdate
para mí.
Aquella
fue la petición que Wookjin recibió de un ya desnudo Lee Yongsoo, que lo
esperaba sobre la enorme cama de la habitación a la que lo habían acabado
llevando después de que terminase de comer. Wookjin parpadeó, sumamente confuso
porque realmente no se había esperado que detrás de aquella puerta, se
encontrase el otro, y menos que se encontrase de esa forma, esperándolo y,
obviamente, queriendo tener sexo con él. No había podido evitar darse cuenta
del interés que éste había tenido por él durante aquel tiempo, pero no había
creído que algo así pudiera pasar, primero porque hasta hacía tan solo unas
pocas horas, Wookjin había estado siendo apaleado en un frío almacén por
haberle robado dinero para intentar dárselo a otra organización, segundo porque
la mafia tenía un código de honor que debía ser seguido a rajatabla y el
destino de todo aquel que lo violara era la muerte. Por esos motivos, el chico
no entendía realmente cómo aquel muchacho podía haber pensado que aquello era
lo mejor.
—¿No te
vas a desnudar? —inquirió, su tono sonando autoritario—. Había estado pensando
en que quizás, si complacías mis deseos, podía perdonarte la vida porque,
después de todo, me has devuelto el dinero y eres el mejor hacker del país…
pero si no estás interesado en seguir viviendo…
—¡No!
—cortó rápido Wookjin—. Quiero decir, sí… yo…
Yongsoo
dejó escapar una carcajada y Wookjin dejó de hablar inmediatamente, mirándolo.
Estaba todavía confuso y no sabía siquiera cómo sentirse, por lo que no sabía
qué hacer o qué decir y al final acabó cerrando sus ojos para tratar de pensar.
Cuando había buscado hacía un rato algo de información sobre aquel que estaba
desnudo ante él y había encontrado que era gay, había desechado a la vez que
había pensado en que quizás, porque estaba interesado en él, lo dejaría vivir,
porque le había parecido la idea más estúpida del universo, pero allí estaba,
en aquella situación que había pensado que sería imposible, en esa tesitura
sobre seguir viviendo complaciendo los deseos sexuales de Yongsoo o morir. Se
le había presentado una nueva posibilidad, un nuevo camino con el cual poder
seguir viviendo, pero Wookjin no estaba plenamente inclinado a prostituirse a
cambio de su vida. En cualquier otra situación, en cualquier otro momento, si
el jefe de la mafia a la que pertenecía hubiera aparecido ante él y le hubiera
preguntado si quería acostarse con él, Wookjin habría aceptado sin siquiera
cuestionárselo porque era un chico atractivo, sus rasgos eran adorables
incluso, a pesar de que había demostrado cuán frío e insensible era… pero no
sabía qué hacer, no es que tuviera tampoco muchas opciones donde elegir y
ninguna le era atractiva. No obstante, después de un momento de deliberación,
Wookjin acabó decidiéndose, sellando su destino.
Sin
decir ni una palabra, se quitó la camiseta con la que lo habían hecho vestirse
tras la ducha y después se quitó los pantalones y los calzoncillos, dejando
caer su ropa sobre el suelo y abriendo los ojos finalmente, encontrándose al
hacerlo con el otro chico observándolo fijamente, con los ojos llenos de deseo
por él, por su cuerpo.
—Sabes
tomar buenas decisiones y arreglar lo que has jodido —le dijo Yongsoo.
Wookjin
no respondió, no sabiendo tampoco qué decir, simplemente caminó hacia la cama y
se sentó sobre ella, dejando que fuera el otro quien llevara la iniciativa,
quien hiciera lo que quisiera con su cuerpo, sin oponer ninguna resistencia. Y
Yongsoo hizo que se tumbase sobre la cama, colocándose sobre él y sentándose
sobre sus caderas, moviendo sus caderas hacia delante y hacia atrás, rozando su
miembro contra el suyo mientras se inclinaba sobre él, mordisqueando y
succionando su piel, allí donde los moratones y las heridas de la paliza que
había recibido no la cubrían, teniendo al menos cuidado con la mayoría de los
golpes, tratando de no rozarlos. Sonidos vergonzosos comenzaron a salir de los
labios de Wookjin sin que él pudiera detenerlos, sintiendo cómo su miembro se
volvía cada vez más y más duro contra el de Yongsoo, por el roce, por la
estimulación, por la forma casi delicada en la que el otro lo estaba tratando a
pesar de todo… sin embargo, cuanto más se fue caldeando el ambiente, menos
cuidado empezó a tener con él y sus acciones se volvieron más salvajes, menos
premeditadas.
En un
momento, Yongsoo lo cogió sin muchos miramientos e hizo que se diera la vuelta
en el colchón, quedando su cara hundida contra la almohada, y levantándole las
caderas, abriéndole las piernas y situándose entre ellas. Wookjin soltó un
quejido por la brusquedad con la que lo había hecho moverse, todo su cuerpo
doliéndole por ello, pero el otro chico simplemente ignoró aquel quejido y
Wookjin notó cómo inmediatamente un líquido viscoso y frío contra su trasero y
los dedos de éste hundiéndose en él, uno tras otro, con rapidez, con premura,
como si no pudiera aguantarse las ganas de estar dentro de él. La sensación fue
extraña, la incomodidad inicial al sentir cómo sus dedos entraban en él cuando
nunca antes alguien lo había hecho provocó que Wookjin se tensara y que
mientras Yongsoo exploraba su trasero la intrusión doliera; sin embargo, a
medida que el otro había echado más lubricante y había seguido hundiendo sus
dedos en él hasta que leves jadeos habían comenzado a salir de la garganta del
chico sin que pudiera detenerlos cuando rozaba un punto que provocaba que
oleadas de placer recorriesen todo su cuerpo. No obstante, el chico todavía no
se había terminado de acostumbrar a aquella extraña sensación cuando los dedos
de Yongsoo salieron de su cuerpo y lo que se introdujo en él fue su miembro,
centímetro a centímetro, dejándolo sin aire, llenándolo por completo. Las manos
de Yongsoo agarraron con fuerza sus caderas y después comenzó a moverse, dentro
y fuera de él, una y otra vez, jadeando, gimiendo, diciéndole una y otra vez lo
estrecho que era y lo increíble que se sentía, mientras Wookjin trataba de
acostumbrarse a todas las nuevas sensaciones en su cuerpo, mordiendo la
almohada, cerrando sus manos en puños, tirando de las sábanas, su cabeza
prácticamente en blanco por el placer y el dolor que recorrían su cuerpo en
diferentes oleadas, aplacándose mutuamente. El chico no supo cuanto tiempo duró
aquella locura, pero Yongsoo comenzó a moverse más y más rápido dentro de él
hasta que finalmente acabó llegando al orgasmo dentro de él, su semen caliente
volcándose en su interior, gimiendo su nombre y quedándose completamente
estático durante unos momentos, recobrando la respiración antes de finalmente
salir de él y dejar que las caderas de Wookjin descansasen sobre la cama,
echándose a su lado justo después con un profundo suspiro.
—Las
normas de la organización dicen que tengo que matarte por tu traición, Jung
Wookjin —le dijo—, pero prefiero tenerte en mi cama para siempre, así que, no
me vuelvas a decepcionar.
El tono
de voz había cambiado en la última parte de la frase, se había vuelto mucho más
frío e impersonal, tanto que Wookjin sintió un escalofrío recorrer su columna
vertebral, uno que nada tenía que ver con el placer que había estado
experimentando momentos antes y que no había terminado de estallar; sin
embargo, el chico asintió a sus palabras. A partir de aquel momento no volvería
a hacer nada como lo que había hecho, no volvería a utilizar sus habilidades
para robarle el dinero a la mano que le daba de comer y que tenía la capacidad
de borrar su existencia de la faz de la tierra con la misma rapidez con la que
podía darle placer. Su destino junto a Yongsoo acababa de quedar sellado y
sabía que no iba a tener forma de escapar de él, a no ser que fuera con los
pies por delante.
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