miércoles, 19 de octubre de 2022

[One Shot] Code of Honor {YongWook}

Título: Code of Honor

Autora: Riz Aino

Pareja: YongWook (Mill + Nine) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, mafia, smut, pwp

Numero de palabras: 4.719 palabras

Resumen: la mafia se rige por un código de honor que debe ser seguido sin excepción, cualquier infracción supone la muerte.

Advertencias: violencia, muertes (no principales) y relaciones sexuales explícitas.

Notas: historia escrita por el lanzamiento del nuevo álbum japonés de OnlyOneOf "ズルい女 (Zurui Onna)”.

Comentario de autora: llevaba demasiado tiempo queriendo escribir una historia de mafia con OOO y mi momento llegó cuando salieron las fotos de la revista Funny Fashion y no me pude quitar de la cabeza que Mill parecía el típico jefe de la mafia joven de los doramas. Espero que os guste.

 


            —Aún no ha dicho nada —escuchó Wookjin que decía una voz mientras salía de la oscuridad por la que había estado rodeado durante lo que le había parecido una eternidad. Le dolía todo el cuerpo, le pesaba la cabeza y no podía siquiera abrir los ojos—. No creo que aguante mucho más si seguimos así.

            —Entonces habrá que probar otro método —respondió otra voz.

 

            El chico escuchó pasos, escuchó órdenes dadas a gritos resonar en el amplio y helado almacén en el que llevaba retenido bastante tiempo, aunque no sabía siquiera cuánto porque los segundos pasaban para él como horas. Lo habían golpeado por todo el cuerpo, sin parar, puñetazos, patadas, incluso había recibido algún que otro corte en su carne con navajas. Ni una herida mortal por sí sola, pero todo su cuerpo estaba magullado y no podía mover ni un solo músculo sin sentir un inmenso dolor. Quería que todo aquello acabase, quería que lo matasen de una vez por todas, así se acabaría su sufrimiento, pero no… aquella gente que lo tenía retenido no quería matarlo, quería que les dijera donde se encontraba el dinero que les había robado. Wookjin maldecía la hora en la que había decidido convertirse en un hacker aprovechando sus habilidades con los ordenadores, maldecía el momento en el que había decidido que era una buena idea robarle algo de dinero a una organización de sospechosa procedencia y, sobre todo, maldecía el instante en el que había sido reclutado por una mafia para que los ayudase con los delitos electrónicos. Lo había cegado el dinero fácil, el trabajo acomodado desde su habitación y la forma en la que en la organización mafiosa le tenían estima por haberlos ayudado a ganar bastante dinero y, ahora que estaba allí, maniatado, tirado sobre el frío suelo de cemento, con el sabor metálico de la sangre en su boca y todo el cuerpo magullado, Wookjin veía claro que había sido un inmaduro y un idiota y lo único que quería era salir de esa situación. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo porque él nunca había sido parte activa de la mafia, él solo había estado detrás de su ordenador de última generación, no sabía pelear, no sabía defenderse, y aquello que le preguntaban tampoco lo sabía. Sí. Les había robado una cantidad ingente de dinero a la organización mafiosa en la que trabajaba porque le habían ofrecido la mitad de ese dinero desde otra organización y una nueva identidad para esconderse de todo, pero una vez había robado el dinero y había hecho que este pasase de banco en banco de paraísos fiscales, no sabía dónde se encontraba exactamente en aquellos momentos.

 

            —Despertadlo —escuchó que decía una voz, autoritaria y fría.

 

Wookjin esperó que le dieran más golpes y que el dolor lo hiciera abrir los ojos, pero lo que sintió en su lugar fue cómo le tiraban agua fría por encima, empapándolo y haciendo que todos sus músculos se pusieran en tensión y comenzaran a dolerle de nuevo. El almacén era frío, pero el agua helada provocó que la temperatura de su cuerpo descendiera todavía más y, a pesar de que tenía los ojos hinchados por los golpes, el chico los acabó abriendo, mientras su cuerpo temblaba. Frente a él se encontraban un par de personas, uno de los hombres que se había estado ensañando con él, un armario empotrado, alto, grande y lleno de músculos que ni siquiera debían de existir en una persona normal, y un chico joven, quizás más joven incluso que Wookjin mismo, delgadito y no muy alto, ataviado con un traje de aspecto caro y con el flequillo repeinado con gomina, su rostro siendo atractivo y terriblemente adorable.

 

            —Por fin despiertas —dijo el muchacho, dando un par de pasos hacia él y agachándose a su lado. Alguien cogió a Wookjin por la espalda y lo movió sin muchos miramientos, levantándolo del suelo y haciendo que se quedara sentado, para que los ojos del otro chico estuvieran a la altura de los suyos—. Es una pena cómo te han dejado la cara —comentó, llevando su mano derecha hasta el rostro de Wookjin, cogiéndolo por la barbilla y moviendo su cara de un lado a otro, como si lo estuviese inspeccionando—. Eres bastante guapo.

 

            Después de aquello, se alejó de él y le hizo una señal al hombre que tenía a su lado. No pasó ni un segundo cuando Wookjin sintió la rodilla de aquel gorila contra sus costillas, provocando que el chico se doblara por la mitad del dolor y no pudiera evitar gritar. No podía más con aquella tortura, no podía soportarlo más, solo quería que lo matasen de una vez por todas por haberlos traicionado, por haber traicionado el código de honor de la mafia. De todas formas, lo iban a matar, qué más les daba hacerlo algo antes para que así dejase de sufrir.

 

            —Traedlos —ordenó el chico ante él, mientras Wookjin todavía seguía sintiendo la punzada de dolor que le había ocasionado el rodillazo. Unos instantes después, varios de los que debían ser sus hombres llegaban con algunos encapuchados, maniatados y temblorosos, llevándolos hasta donde se encontraban ellos, dejándolos a tan solo unos pasos de distancia de Wookjin, tirándolos sin mucho miramiento al suelo después de quitarles las capuchas. El chico no pudo evitar abrir sus ojos como platos al ver que aquellos que habían llevado hasta allí eran parte de la mafia para la que trabajaba, todos ellos parte del equipo administrativo, sin formación alguna de sicario, gente corriente que se dedicaba a encargos menores—. Espero que ahora hables y me digas dónde está mi dinero, si no quieres que, uno a uno, todos vayan muriendo.

            —No… yo no… no sé dónde está… el dinero —dijo Wookjin, con miedo, con ganas de llorar, sintiéndose terriblemente mal por todo lo que debían de haber pasado aquellas personas que se encontraban ante él.

            —Muy bien —comentó el muchacho, encogiéndose de hombros.

 

            Wookjin ni siquiera tuvo tiempo de procesar qué era lo que estaba pasando cuando el chico ya había sacado una pistola del bolsillo interior de su chaqueta y había disparado el arma, sin siquiera apartar la mirada de él, volándole la cabeza a uno de los recién llegados. Durante unos momentos se quedó completamente paralizado, sin saber qué decir o qué hacer, el disparo resonando en la nave en la que se encontraban y en sus oídos, el olor de la pólvora llenando el frío ambiente y metiéndosele por las fosas nasales.

 

           —¡NO! —gritó Wookjin mientras veía cómo el cuerpo se desplomaba sobre el suelo, sin vida—. ¡NO HAGAS ESTO, ELLOS NO TIENEN LA CULPA! ¡SOY YO, YO SOY EL QUE TIENES QUE MATAR!

            —Respuesta equivocada —dijo el muchacho, disparando de nuevo su arma y matando a otro de sus compañeros.

 

            Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y recorrer sus mejillas sin que él pudiera hacer nada por detenerlas, de la misma forma que no podía hacer nada para detenerla matanza que estaba ocurriendo ante él. Se sentía mal, se sentía frustrado, se sentía como una mierda, impotente ante todo aquello. La única forma que podía parar aquello era devolviéndoles el dinero a aquella gente, pero Wookjin no sabía cómo podía hacerlo, no sabía si estaba en su mano poder hacerlo porque no sabía dónde se encontraría el dinero a aquellas alturas o si lo habrían retirado ya y lo habrían sacado en billetes para blanquear todos aquellos millones. No sabía nada. Él solo había hecho lo que le habían pedido sin tener ni idea de que lo cambiaría todo, sin tener ni idea de que acabaría de aquella forma, torturado y viendo morir a aquellos con los que había trabajado en los últimos meses. La otra organización le había prometido protección una vez el trabajo estuviera hecho, le habían prometido mucho dinero por ello… pero antes de que nada de aquello se hubiera podido hacer realidad, habían aparecido en su casa mientras trataba de huir y se lo habían llevado hasta allí, donde los días y las noches ya no tenían sentido para él porque el tiempo era relativo cuando le dolían los huesos. Él era el único que había hecho algo que no debía, él era el único que les había hackeado una de sus muchas cuentas bancarias y les había robado, así que, tenía que pararlo, tenía que hacer algo por pararlo, tenía que hacer que todo aquello terminase y que no muriese nadie más.

 

            —Yo… no sé dónde está tu dinero —comenzó y antes de que el muchacho pudiera disparar de nuevo su arma, añadió—. No lo sé, pero puedo intentar buscarlo, solo necesito un ordenador.

            —Respuesta correcta —dijo el muchacho, guardando su arma de nuevo y esbozando una sonrisa que, en cualquier otro momento, a Wookjin le habría parecido completamente adorable—. Matar me da hambre, ¿vosotros no tenéis hambre? —preguntó a su alrededor—. Vamos a comer y a llevarnos al hacker a un sitio un poco más agradable, me estoy helando en este almacén.

 

💻 🔪

 

            —Jefe —murmuró uno de los armarios empotrados que había estado pegándole durante aquel tiempo en el almacén—. ¿Es necesario que hagamos esto?

            —No quiero que me manche de sangre la casa —respondió el muchacho que había asesinado a sangre fría a varios de los que, en el fondo, eran también sus subordinados—. Lavadlo bien y ponerle la ropa que os traigan luego.

 

            Jefe. Wookjin alzó la cabeza y no pudo evitar el escalofrío que recorrió su cuerpo desnudo cuando sus ojos se encontraron con los oscuros del muchacho que estaba en la puerta del baño, echado contra el marco, sin quitarle el ojo de encima, de su cuerpo, mirando sin pudor y sin vergüenza ninguna, intensamente, como si tuviera en mente que quería comérselo entero. En cualquier otro momento, en cualquier otra situación, a Wookjin no le habría importado dejarse comer, pero no era el lugar ni el momento más indicado para ello, de hecho, era también la persona menos indicada para ello. Cuando había aparecido dando órdenes en el almacén y había disparado la pistola el chico solo había pensado que era alguno de los sicarios más importantes de la organización, que lo habían llamado para que terminara el trabajo sucio, pero al escuchar cómo aquel que lo tenía sujeto dentro de la ducha se refería a él como “jefe” había provocado que le saltaran todas las alarmas. Nunca se había encontrado con nadie importante de aquellos para los que trabajaba, nunca había visto al jefe de la organización y, a pesar de los rumores y las habladurías de que quien estaba llevando las riendas de todo era el hijo menor del jefe supremo, Wookjin no había pensado que se tratase de alguien tan joven y menos que se tratase precisamente de aquel chico que estaba allí con él.

 

            —No os cortéis, empezad —les dijo a los otros dos hombres que estaban allí en el baño.

 

            Wookjin quiso decir algo, quiso decir que él mismo podía ducharse sin que hubiera nadie allí con él, haciéndolo por él, que a pesar de que le dolían todos los músculos de su cuerpo y de que apenas podía mantenerse en pie, podía hacerlo solo; sin embargo, no pudo abrir la boca, no pudo decir absolutamente nada, no solo por la situación, sino porque los ojos oscuros del muchacho frente a él eran demasiado intensos, demasiado fieros y no encontró la forma de poner en voz alta sus pensamientos antes de que los dos hombres comenzaran a lavarlo, echándole agua y agua por encima, agua que se llevaba el sudor, la sangre seca y la suciedad de todo su cuerpo, agua que al principio hacía que le doliesen los músculos, pero que después de unos momentos ayudó a relajárselos. El agua estuvo bien, pero cuando comenzaron a enjabonarlo, tocándolo por todo su cuerpo, sin tener cuidado con los golpes y las heridas que ellos mismos le habían provocado durante horas y horas antes, el chico sintió dolor, además de sentirse terriblemente violentado por aquello, por estar experimentando aquello en su cuerpo y, sobre todo, por tener un espectador que no paraba de observarlo, echado en el marco de la puerta. Wookjin se tuvo que tragar su orgullo, se tuvo que tragar sus lágrimas y simplemente dio gracias a que al menos se lo hubieran llevado de aquel almacén, a pesar de que aquella era la alternativa.

 

💻 🔪

 

             Wookjin se encontraba vestido con ropa limpia, después de la ducha, sentado en un sofá de aspecto terriblemente caro, como el resto del lugar, con una mesa de café llena de comida frente a él y un portátil. La comida suponía que no era para él, por cómo el jefe de la mafia la estaba devorando, junto con aquellos dos gorilas que no habían abandonado su lado en ningún momento desde que habían salido del almacén. Wookjin tenía hambre, pero también tenía el estómago cerrado y no sabía si comer le haría bien o no… de todas formas, lo habían llevado allí porque tenía una misión: encontrar el dinero que les había robado a la organización. El portátil estaba allí, disponible para él, lo único que debía de hacer era cogerlo y comenzar la búsqueda, una búsqueda que no sabía si iba a ser del todo infructuosa o no porque no tenía ni una pista de donde se podría encontrar el dinero en aquellos momentos. No obstante, era lo que tenía que hacer, al menos para evitar que las personas que habían capturado murieran por su culpa, por culpa de lo que había hecho, de su deshonra y traición a la mafia para la que trabajaba. El chico suspiró profundamente a pesar del dolor de sus pulmones y costillas y siguió ignorando ese mismo dolor para alargar sus brazos, coger el portátil y comenzar.

 

            Incluso teniendo claro cuáles eran las rutas que el dinero había tomado desde que lo había sacado de una de las muchas cuentas que tenía la organización, rastrearlo le fue complicado y Wookjin tuvo que usar todas sus habilidades para localizarlo. Él mismo había robado aquel dinero y había sido tremendamente fácil para él hacerlo, pero encontrarlo una vez había salido de la cuenta no era moco de pavo. Al menos, no había pasado demasiado tiempo desde que lo había hecho y el dinero todavía no había llegado a las manos de la otra organización que le había pedido aquel trabajo, porque una vez lo hiciera, lo podrían sacar o meterlo en algún fondo oculto al que Wookjin no tuviera ninguna clase de acceso rápido y no creía que fueran lo suficiente benevolentes con él para dejarlo con vida mucho tiempo más, tenía que hacer aquello rápido y aceptar su destino… al menos esperaba tener el suficiente tiempo entre que los datos terminaban de descargar en la pantalla para poder seguir trabajando, para poder hacer los últimos movimientos en su propia cuenta, despedirse de todos aquellos que consideraba amigos o familia y dejarlo todo atado.

 

            A pesar del olor de la comida y a pesar del rugido incesante de su estómago, el chico no se permitió siquiera mirar en dirección a la mesa ni a las otras personas que estaban allí con él en el enorme salón de la enorme mansión a la que lo habían llevado, incluso aunque notaba perfectamente cómo los tres no le quitaban los ojos de encima mientas comían y después de haber terminado, sobre todo el jefe, Lee Yongsoo, que no había apartado sus ojos de él ni un solo instante. Aprovechando sus ratos muertos entre las dos actividades que estaba haciendo, había buscado información sobre él ya que ni siquiera había sabido cuál era su nombre hasta que no lo había buscado, tratando de encontrar alguna cosa que pudiera usar en su favor para que al menos su muerte fuera rápida y lo menos dolorosa posible porque Wookjin no sabía si su cuerpo magullado estaba preparado para recibir más palizas; sin embargo, apenas había encontrado nada útil sobre él. Por la forma en la que lo había estado mirando todo aquel rato, sobre todo durante aquella maldita ducha y como lo primero que le había dicho había sido que era guapo, Wookjin sabía que el chico a su lado era gay sin que se lo confirmase la búsqueda que había hecho, pero eso realmente no lo ayudaba en nada a pesar de que se le insinuara o algo, no lo mantendría con vida ni ayudaría a su muerte, por lo que realmente no podía hacer nada con aquella información y la demás que encontró tampoco era de ayuda, así que, el chico acabó suspirando y cerrando toda su búsqueda sobre él para seguir con los siguientes pasos para encontrar el dinero que había puesto su mundo patas arriba.

 

            Horas más tarde, cuando el sol había comenzado su descenso hacia el ocaso y cuando Wookjin creía que no tendría ninguna posibilidad de hacer aquello, por fin pudo encontrar en la cuenta de qué banco en el extranjero se encontraba el dinero y se puso manos a la obra antes de que éste volviera a desaparecer, usando todas sus habilidades en devolverlo al lugar del que había salido y consiguiéndolo finalmente. Cuando lo hizo, suspiró profundamente de nuevo y dejó el portátil sobre la mesa, cerrando sus ojos y frotándoselos con las manos, su vista cansada y, en general, él cansado por completo después de todo lo que había pasado aquellos días.

 

            —El dinero está devuelto, puedes comprobarlo con tu banco —dijo, todavía con sus ojos cerrados—. He blindado también la cuenta al máximo posible para que, a no ser que sea un hacker con habilidades excepcionales, no ocurra esto de nuevo.

            —Buen chico.

 

            Wookjin abrió los ojos después de escuchar aquellas palabras, dichas y todo como si estuvieran dirigidas a un perro, y se encontró con una sonrisa divertida, pícara en sus labios. Wookjin tragó saliva porque la boca se le quedó seca después de aquello y acabó desviando su mirada, dirigiéndola hacia el portátil que se encontraba en la mesa, dispuesto a dejar el ordenador tal y como se lo había encontrado, al menos, eso lo distrajo de la expresión que se había encontrado en el rostro del otro.

 

            —Está todo correcto —dijo después de unos momentos, tras verificarlo todo—. Come algo, vas a necesitar fuerzas para después.

 

            El jefe se levantó del lugar en el sofá, cerca y a la vez lejos de él, desde el cual lo había estado observando durante todas aquellas horas y, con un gesto le indicó a uno de los dos armarios empotrados, el que tenía el pelo más largo y claro, que lo siguiera, mientras el otro se quedaba allí con él, observándolo. Wookjin no pudo evitar observar su figura alejándose de él, saliendo del enorme salón, casi contoneándose, y después, cuando salió de su vista finalmente, parpadeó varias veces, rápidamente, con fuerza, totalmente confuso. Pensaba que en el momento en el que tuviera el dinero de vuelta sacaría la pistola y le dispararía a sangre fría como lo había visto hacer en el almacén, pero también recordó que había hecho que lo lavasen para que no hubiera sangre en el salón, así que, probablemente no lo iba a matar mientras siguiera en aquella mansión. Por ese motivo, porque estaba hambriento al fin y al cabo y, porque igual aquella era su última comida antes de que se lo llevaran a un monte pera asesinarlo y enterrar su cuerpo directamente allí, Wookjin atacó la comida que todavía se encontraba sobre la mesa, dándole igual que estuviera fría.

 

💻 🔪

 

            —Desnúdate para mí.

 

            Aquella fue la petición que Wookjin recibió de un ya desnudo Lee Yongsoo, que lo esperaba sobre la enorme cama de la habitación a la que lo habían acabado llevando después de que terminase de comer. Wookjin parpadeó, sumamente confuso porque realmente no se había esperado que detrás de aquella puerta, se encontrase el otro, y menos que se encontrase de esa forma, esperándolo y, obviamente, queriendo tener sexo con él. No había podido evitar darse cuenta del interés que éste había tenido por él durante aquel tiempo, pero no había creído que algo así pudiera pasar, primero porque hasta hacía tan solo unas pocas horas, Wookjin había estado siendo apaleado en un frío almacén por haberle robado dinero para intentar dárselo a otra organización, segundo porque la mafia tenía un código de honor que debía ser seguido a rajatabla y el destino de todo aquel que lo violara era la muerte. Por esos motivos, el chico no entendía realmente cómo aquel muchacho podía haber pensado que aquello era lo mejor.

 

            —¿No te vas a desnudar? —inquirió, su tono sonando autoritario—. Había estado pensando en que quizás, si complacías mis deseos, podía perdonarte la vida porque, después de todo, me has devuelto el dinero y eres el mejor hacker del país… pero si no estás interesado en seguir viviendo…

            —¡No! —cortó rápido Wookjin—. Quiero decir, sí… yo…

 

            Yongsoo dejó escapar una carcajada y Wookjin dejó de hablar inmediatamente, mirándolo. Estaba todavía confuso y no sabía siquiera cómo sentirse, por lo que no sabía qué hacer o qué decir y al final acabó cerrando sus ojos para tratar de pensar. Cuando había buscado hacía un rato algo de información sobre aquel que estaba desnudo ante él y había encontrado que era gay, había desechado a la vez que había pensado en que quizás, porque estaba interesado en él, lo dejaría vivir, porque le había parecido la idea más estúpida del universo, pero allí estaba, en aquella situación que había pensado que sería imposible, en esa tesitura sobre seguir viviendo complaciendo los deseos sexuales de Yongsoo o morir. Se le había presentado una nueva posibilidad, un nuevo camino con el cual poder seguir viviendo, pero Wookjin no estaba plenamente inclinado a prostituirse a cambio de su vida. En cualquier otra situación, en cualquier otro momento, si el jefe de la mafia a la que pertenecía hubiera aparecido ante él y le hubiera preguntado si quería acostarse con él, Wookjin habría aceptado sin siquiera cuestionárselo porque era un chico atractivo, sus rasgos eran adorables incluso, a pesar de que había demostrado cuán frío e insensible era… pero no sabía qué hacer, no es que tuviera tampoco muchas opciones donde elegir y ninguna le era atractiva. No obstante, después de un momento de deliberación, Wookjin acabó decidiéndose, sellando su destino.

 

            Sin decir ni una palabra, se quitó la camiseta con la que lo habían hecho vestirse tras la ducha y después se quitó los pantalones y los calzoncillos, dejando caer su ropa sobre el suelo y abriendo los ojos finalmente, encontrándose al hacerlo con el otro chico observándolo fijamente, con los ojos llenos de deseo por él, por su cuerpo.

 

            —Sabes tomar buenas decisiones y arreglar lo que has jodido —le dijo Yongsoo.

 

            Wookjin no respondió, no sabiendo tampoco qué decir, simplemente caminó hacia la cama y se sentó sobre ella, dejando que fuera el otro quien llevara la iniciativa, quien hiciera lo que quisiera con su cuerpo, sin oponer ninguna resistencia. Y Yongsoo hizo que se tumbase sobre la cama, colocándose sobre él y sentándose sobre sus caderas, moviendo sus caderas hacia delante y hacia atrás, rozando su miembro contra el suyo mientras se inclinaba sobre él, mordisqueando y succionando su piel, allí donde los moratones y las heridas de la paliza que había recibido no la cubrían, teniendo al menos cuidado con la mayoría de los golpes, tratando de no rozarlos. Sonidos vergonzosos comenzaron a salir de los labios de Wookjin sin que él pudiera detenerlos, sintiendo cómo su miembro se volvía cada vez más y más duro contra el de Yongsoo, por el roce, por la estimulación, por la forma casi delicada en la que el otro lo estaba tratando a pesar de todo… sin embargo, cuanto más se fue caldeando el ambiente, menos cuidado empezó a tener con él y sus acciones se volvieron más salvajes, menos premeditadas.

 

            En un momento, Yongsoo lo cogió sin muchos miramientos e hizo que se diera la vuelta en el colchón, quedando su cara hundida contra la almohada, y levantándole las caderas, abriéndole las piernas y situándose entre ellas. Wookjin soltó un quejido por la brusquedad con la que lo había hecho moverse, todo su cuerpo doliéndole por ello, pero el otro chico simplemente ignoró aquel quejido y Wookjin notó cómo inmediatamente un líquido viscoso y frío contra su trasero y los dedos de éste hundiéndose en él, uno tras otro, con rapidez, con premura, como si no pudiera aguantarse las ganas de estar dentro de él. La sensación fue extraña, la incomodidad inicial al sentir cómo sus dedos entraban en él cuando nunca antes alguien lo había hecho provocó que Wookjin se tensara y que mientras Yongsoo exploraba su trasero la intrusión doliera; sin embargo, a medida que el otro había echado más lubricante y había seguido hundiendo sus dedos en él hasta que leves jadeos habían comenzado a salir de la garganta del chico sin que pudiera detenerlos cuando rozaba un punto que provocaba que oleadas de placer recorriesen todo su cuerpo. No obstante, el chico todavía no se había terminado de acostumbrar a aquella extraña sensación cuando los dedos de Yongsoo salieron de su cuerpo y lo que se introdujo en él fue su miembro, centímetro a centímetro, dejándolo sin aire, llenándolo por completo. Las manos de Yongsoo agarraron con fuerza sus caderas y después comenzó a moverse, dentro y fuera de él, una y otra vez, jadeando, gimiendo, diciéndole una y otra vez lo estrecho que era y lo increíble que se sentía, mientras Wookjin trataba de acostumbrarse a todas las nuevas sensaciones en su cuerpo, mordiendo la almohada, cerrando sus manos en puños, tirando de las sábanas, su cabeza prácticamente en blanco por el placer y el dolor que recorrían su cuerpo en diferentes oleadas, aplacándose mutuamente. El chico no supo cuanto tiempo duró aquella locura, pero Yongsoo comenzó a moverse más y más rápido dentro de él hasta que finalmente acabó llegando al orgasmo dentro de él, su semen caliente volcándose en su interior, gimiendo su nombre y quedándose completamente estático durante unos momentos, recobrando la respiración antes de finalmente salir de él y dejar que las caderas de Wookjin descansasen sobre la cama, echándose a su lado justo después con un profundo suspiro.

 

            —Las normas de la organización dicen que tengo que matarte por tu traición, Jung Wookjin —le dijo—, pero prefiero tenerte en mi cama para siempre, así que, no me vuelvas a decepcionar.

 

            El tono de voz había cambiado en la última parte de la frase, se había vuelto mucho más frío e impersonal, tanto que Wookjin sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, uno que nada tenía que ver con el placer que había estado experimentando momentos antes y que no había terminado de estallar; sin embargo, el chico asintió a sus palabras. A partir de aquel momento no volvería a hacer nada como lo que había hecho, no volvería a utilizar sus habilidades para robarle el dinero a la mano que le daba de comer y que tenía la capacidad de borrar su existencia de la faz de la tierra con la misma rapidez con la que podía darle placer. Su destino junto a Yongsoo acababa de quedar sellado y sabía que no iba a tener forma de escapar de él, a no ser que fuera con los pies por delante.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario