Crazy Dog
La casa de los Kim.
¡Cómo la temía! No me gustaba nada
ir a aquel lugar a dejar el correo. Normalmente, los perros les ladraban a los
carteros, pero el que tenían los señores Kim parecía que se volvía loco de
rabia cada vez que me veía. Por ese motivo, había intentado fervientemente que
me tocara otra ruta, otra en la que su casa no apareciera en el mapa, pero
parecía que todo el mundo estaba en mi contra.
Bajé de mi moto y rebusqué entre las
pocas cartas que quedaban hasta encontrar la que debía entregar en el buzón.
Lentamente, me fui acercando a la verja, intentando que el fino oído del
maldito perro no me escuchara llegar. Sin embargo, cuando llegué hasta a ella,
pude ver que no había servido de nada. El perro ya me estaba esperando con una
sonrisa que parecía bastante macabra y malintencionada, demasiado humana para
un perro. En el momento en que me vio, comenzó a ladrar como un loco,
avanzando, intentando morderme a través de los barrotes.
Con el miedo en el cuerpo, me
acerqué, intentando que sus desgarradores dientes no rozaran mi piel y dejé la
carta en el buzón, después me alejé rápidamente. En ese instante, salió la
señora Kim de casa.
―¡JongHyun! ―le regañó al perro―.
¡Deja tranquilo al pobre JinKi! ―el animal la miró como si la entendiera, pero
luego volvió su vista hacia y comenzó a ladrar.
―No se moleste, señora Kim ―dije―.
Está bien, parece que me odia, así que, mejor me voy.
―Algún día te invitaré a casa por
las molestias y haré que este perro vea lo encantador que eres ―prometió
mientras me alejaba.
―Gracias ―le contesté, subiendo de
nuevo a mi moto―, aunque no hace falta, prefiero no morir atacado por un perro ―me
dije a mí mismo―. No sería nada honorable para un cartero.