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jueves, 19 de junio de 2014

You Know, You Got It

Título: You Know, You Got It
Pareja: JongYu (JongHyun x Onew) (SHINee)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, high school
Número de palabras: 2.862 palabras
Resumen: JinKi es el típico nerd, JongHyun el típico chico popular y rompecorazones que lo tiene comiendo de su mano… Pero… ¿Qué pasaría si los papeles se tornaran?
Comentario de Autora: llevaba bastante tiempo sin escribir un JongYu, me había centrado en EXO demasiado y había dejado de lado algo que también me encanta, pero a partir de ahora será diferente. Espero que os guste ^^



You Know, You Got It



            Él lo sabía, él sabía que me tenía en el bote, que me tenía comiendo de su mano, que me gustaba y que haría todo lo que él me dijera. Él sabía que tenía control sobre mí y que jamás me alejaría de su lado. Él me tenía, él tenía mi vida y mi corazón en sus manos y lo utilizaba, me utilizaba.

            Pero a mí no me importaba, no lo hacía porque era él, porque era Kim JongHyun.



            Entré a la clase cuando apenas quedaban unos minutos para que el profesor llegara. Siempre había sido así. Saludé a un par de chicos conocidos y les guiñé el ojo a las chicas, que se pusieron a dar grititos ultrasónicos al momento. Después, sentí sobre mí el peso de una mirada fija que supe inmediatamente de quien era y de dónde provenía, así que me giré hacia allí. Le sonreí al chico de pelo castaño largo y con gafas de culo de vaso, casi tan grandes como su cara y me acerqué a él.

            ―Hey, JinKi dije. Él, avergonzado, me miró tímidamente.
            ―Buenos días, JongHyun murmuró.
            ―¿Me dejas la terea para que la copie? le pregunté y él inmediatamente asintió―. O… Espera… Hoy no tengo mucho tiempo… comenté―. ¿Podrías hacérmela tú?
            ―Sí… Claro le dediqué una sonrisa que seguro lo derritió por dentro y luego me largué a mi sitio, junto a él, me esperaba mi amigo KiBum.
            ―¿No te da cargo de conciencia lo que haces? me preguntó nada más llegar y yo resoplé.
            ―¿Por qué debería?
            ―Porque lo utilizas. Te aprovechas de él porque sabes que está enamorado de ti y porque haría cualquier cosa que le pidieses dijo.
            ―¿Y qué si lo hago? pregunté exasperado―. Él es feliz haciendo lo que yo le digo.
            ―¿Es eso lo que te dices para no sentirte culpable? alcé una ceja y él frunció el ceño―. Sabes que no es así, JinKi también tiene sentimientos y los estás pisoteando.
            ―¿Acaso eres ahora la voz de mi conciencia, KiBum?
            ―No, no lo soy contestó―, esa voz tan bonita que tienes debería sonar en tu cabeza diciéndote que no es bueno aprovecharse de la gente.
            ―Bah.
            ―Jjong… ―iba a comenzar a protestar y a contradecirme, pero el profesor llegó en esos momentos y no tuvo tiempo de hacerlo. Lo vi morderse el labio y luego mirar un momento en dirección a JinKi, para después sentarse en el pupitre que estaba a mi lado e ignorarme durante el resto de la mañana.



            ―¿Por qué lo haces? escuché esa pregunta de una voz que conocía bastante bien. Era la voz de Kim KiBum, el amigo de JongHyun. Alcé mi cabeza de los deberes que le estaba copiando a este último y lo vi con las manos cruzadas sobre su pecho, mirándome fijamente.
            ―¿Por qué hago qué?pregunté sin comprender.
            ―No te hagas el loco, JinKi dijo―. Sabes muy bien de lo que te estoy hablando señaló los folios que estaban sobre la mesa.
            ―Sabes el porqué.
            ―Sí, lo sé, pero no lo entiendo.
            ―Yo tampoco lo entiendo contesté y aquella era la verdad. No entendía por qué hacía aquello, por qué hacía todo lo que él me pedía. Quizás era porque estaba tan irremediablemente enamorado de él que aunque supiera que él nunca me iba a mirar de otra manera que no fuera como una ayuda para aprobar los cursos, esto me acercaba a él.
            ―Quiero proponerte algo dijo KiBum. Lo miré por encima de mis gafas de pasta―. No me mires así.
            ―¿Y cómo quieres que te mire?
            ―Déjalo, dime si aceptas o no.
            ―Primero dime de qué se trata nos miramos durante unos segundos fijamente hasta que él cedió.
            ―Jjong te tiene en sus manos, pero… ¿Qué pasaría si tú llegaras a tenerlo en las tuyas?
            ―Eso nunca pasará.
            ―Nunca des nada por perdido.
            ―Y tú no vendas la piel del oso antes de cazarlo repliqué.
            ―¿Crees que no pasará? asentí―. ¿Me subestimas tanto? alcé una ceja.
            ―¿Qué quieres decir con eso?
            ―Acepta venir conmigo esta tarde, JinKi, y lo sabrás aquel chico, a pesar de dárselas de importante, parecía una buena persona y estaba seguro al noventa por ciento de que no me haría daño si aceptaba ir con él. Últimamente, su relación con JongHyun había sido un poco forzada.
            ―¿Dónde vamos a ir? pregunté al final.
            ―¿Eso es un sí?
            ―Sí.
            ―Perfecto ―contestó―. Primero iremos de compras y luego te haré un cambio radical ―tomó uno de los mechones de mi pelo que caían por mi rostro y lo colocó detrás de mi oreja―. Tienes potencial y voy a sacar partido de este.



            ―Oppa~ dijo la chica junto a la que paseaba.
            ―Dime, princesa ―no recordaba su nombre, así que aquella era la única forma de llamarla. Ella esbozó una sonrisa de oreja a oreja, pero yo no la miré. Tras ella, vi cómo mi amigo KiBum y JinKi, iban juntos a algún lado. Eso me mosqueó. ¿Qué hacía KiBum con ese nerd? ¿No lo intentaría poner en contra mía para que no me volviera a hacer los deberes?
            ―¿Qué es lo que vamos a hacer? ―fijé mi atención en ella. No era demasiado guapa, pero tenía su punto, aunque claro, para lo que la quería no necesitaba que fuera guapa.
            ―¿Te gustaría venir a mi casa? Mis padres no están ―pregunté con una sonrisa pícara que ella me devolvió avergonzada.

            Una buena tarde de sexo para no pensar en la escena que acababa de ver, eso era todo lo que necesitaba.



            ―¿Por qué estamos en tu casa? le pregunté a KiBum al entrar en su habitación, tras saludar a su madre en la entrada.
            ―Porque quiero probar una cosa antes de nada lo miré y luego tapé mi cuerpo con mis manos.
            ―¿No me irás a hacer algo pervertido? él alzó una ceja, pero sonrió.
            ―Lo siento, pero no eres mi tipo ―contestó―. Me gustan los hombres altos y con músculos.
            ―¿Entonces?
            ―Tienes potencial, sólo voy a desarrollarlo contestó y me dejó igual de confundido que estaba antes de su respuesta.
            ―¿Potencial para qué? KiBum se acercó a mí y me quitó las gafas, haciendo que no viera ni tres en un burro y eso que su cara estaba a un metro de la mía―. KiBum, no veo una mierda dije, intenté encontrar mis gafas moviendo mis manos hacia delante, sin éxito alguno.
            ―Mmm… Eso es un problema… Pero puedo solucionarlo lo escuché decir. Mi padre es óptico y por casa hay un montón de lentes de contacto.
            ―KiBum…
            ―Tú solo confía en mí.
            ―Creo que me voy a arrepentir de hacerlo ―murmuré.



            ―Buenas, Jjong me dijo KiBum cuando se sentó en su pupitre, que estaba junto al mío―. Es muy raro que llegues temprano a clase. ¿Ha pasado algo?
            ―Quería hablar contigo contesté.
            ―Muy bien, dime se giró hacia mí, haciéndome entender que me prestaba toda su atención.
            ―El viernes te vi con JinKi por la calle él sonrió de una manera maliciosa que no me gustó nada.
            ―¿Celoso?
            ―¿Por qué iba a estarlo? contesté―. No te ofendas, KiBum, pero no eres mi tipo.
            ―No… Tu tipo son las mujeres con las que acuestas a todas horas respondió con sarcasmo.
            ―Veo que has pillado de qué lado estoy.
            ―Del mismo que yo dijo y yo alcé una ceja.
            ―No soy gay, KiBum.
            ―Eso se lo cuentas a otro se acercó a mí para susurrarme al oído―. Yo sé que te acostaste con TaeMin… me separé rápidamente de él y me levanté de mi asiento. ¿Cómo era posible que supiera aquello?
            ―No sé de qué me hablas… carraspeé e intenté no mirarlo a los ojos.
            ―Os vi en el almacén donde se guardan las cosas para Gimnasia, así que no intentes engañarme.
            ―¿Qué quieres a cambio de no decir nada? KiBum sonrió y yo me odié por no haber sido cuidadoso y cerrar la puerta antes de empotrar a aquel chico contra la pared.
            ―No quiero nada contestó―, pero a mí no intentes engañarme.



            Me sentía un estúpido por haberle hecho caso a KiBum en todo lo que me había dicho. También me sentía raro de aquella manera, pero debía de aceptar, que había hecho un buen trabajo, que digo buen… KiBum había hecho un grandioso trabajo.

            Recorrí los pasillos del Instituto recibiendo toda clase de miradas que me incomodaban. Intenté ignorarlas, como me había aconsejado KiBum, al igual que intenté ignorar los comentarios que tanto chicas como chicos hacían sobre mí. Cuando llegué a la puerta de mi clase inspiré hondo e intenté que el pánico no me dominara, pero eso no era tarea fácil. Pasaron unos momentos hasta que al final pude calmarme, y entonces, entré.

            En el momento en el que puse un pie en la clase, atraje todas las miradas de mis compañeros, algo que jamás me había sucedido. Kim KiBum había hecho realmente un gran trabajo, lo reconocía, aunque no me gustaba eso de que me prestaran tanta atención.

            Ahora ya no llevaba las grandes gafas de pasta que ocultaban mis ojos, ni el pelo largo con el que solía cubrir mi cara. Tampoco llevaba la ropa que solía, el chico me había hecho salir de compras para cambiar todo mi vestuario y antes de irse me dio unos cuantos de modelos para ponerme a lo largo de toda la semana.

            Me senté bajo la atenta mirada de todos, pero sobre todo, bajo la atenta mirada de Kim JongHyun y mi corazón comenzó a latir rápidamente. Se había fijado en mí, tal y como había predicho KiBum, y no sabía cómo reaccionar ante eso exactamente, pero ya le pediría al chico que me diera algún consejo.



            Ahora comprendía perfectamente el motivo por el que había visto a KiBum con JinKi el viernes. Le había dado un cambio de imagen radical. Todavía no entendía el por qué lo había hecho, pero se lo sonsacaría o sino, lo averiguaría por mí mismo. No obstante, por el momento se conformaba con comérselo por los ojos. Jamás había pensado que aquel nerd pudiera estar tan bueno con un par de cambios en su aspecto y había que aprovechar las vistas que tenía de él desde su ubicación.

            El chico se removió nervioso en su asiento, como si sintiera mi mirada y como si esta le incomodara bastante. Esbocé una sonrisa torcida. Quizás estaría bien aprovecharse de los sentimientos que tenía por él y ponerlo contra la pared para tirárselo ahora que veía que era un tipo guapo. Quizás estaría más que bien. Me mordí el labio inferior y luego pasé mi lengua por mis labios, se me había secado la boca al imaginármelo haciéndome una mamada.

            Sí. Buscaría cualquier excusa para follar con él.



            ¿Viste cómo te miraba? ―fue la pregunta que KiBum me hizo nada más llegar a su habitación.
            ―No lo vi, pero lo sentí ―contesté.
            ―Yo lo vi perfectamente y te deseaba ―comentó―. Le hemos sorprendido mucho con esto y no ha parado de buscarte con la mirada durante todas las clases.
            ―¿Desearme?
            ―Sí. Jjong no toma interés especial por nadie con quien no quiera primero sexo ―aclaró―. Primero va eso, a partir de ahí, puede gustarle y llamarte algunas veces más o no hacerlo, pero si le gusta eso, puedo que comience a sentir algo por ti.
            ―JongHyun es hetero… Así que no sé siquiera por qué me esfuerzo en esto ―murmuré.
            ―JongHyun es como tú y como yo ―dijo, sorprendiéndome―. Ha estado con varios hombres y con uno de ellos tuvo lo que se podría llamar una relación, aunque siempre creyó que yo no me había dado cuenta de que estaba saliendo con MinHo.
            ―¿El capitán del club de fútbol?
            ―El mismo.
            ―Jamás…
            ―¿Lo hubieras imaginado? Yo tampoco, pero es así ―contestó―. Y ahora, voy a darte unos consejos sobre cómo comportarte a su alrededor para hacerte el interesante y que pases a convertirte en un objetivo para él.
            ―No creo que pueda hacerlo ―susurré.
            ―Hazme caso en todo, como hasta ahora y todo irá bien.
            ―Está bien.



            Durante las siguientes semanas al cambio de imagen que había sufrido JinKi se había mostrado demasiado distante conmigo y eso me molestaba y me excitaba por igual. Los retos eran lo mío y si antes no me había fijado en él por ser un objetivo demasiado fácil, ahora era el único objetivo que me había marcado. Lee JinKi iba a ser mío, tardara lo que tardase.

            Aproveché ese día, que la clase de Educación Física era la última antes de la hora del almuerzo para aprovechar mi oportunidad. Lo seguí sin que se diera cuenta a las duchas y lo empojé a meterse conmigo en la más alejada. Me miró sorprendido, ya que no se lo esperaba, pero después me ignoró completamente e intentó salir del lugar. Sin embargo, yo no lo iba a dejar irse así como así.

            Le quité la ropa de gimnasia y el bóxer, después, pegué mi cuerpo al suyo y comencé a morderle el cuello, a la vez que llevaba mi mano a su entrepierna y comenzaba a masturbarlo. A medida que su miembro se iba poniendo duro, jadeos y gemidos bajos llenaban mi oído, haciendo que yo también comenzara a excitarme solo con ellos.

            Me quité la ropa yo también y luego volví a pegar nuestros cuerpos, tomando ambos miembros con mi mano y masturbándolos a la vez. Apoyé mi frente contra la suya para poder mirarlo a los ojos y, aunque JinKi intentó sostenerme la mirada, el placer que le estaba proporcionando hacía que se le cerrasen. Unos minutos después, nos corríamos a la vez. Las piernas le flaquearon y lo tuve que sujetar para que no cayera al suelo de la ducha. La expresión que tenía en su rostro hizo que mi corazón diera un vuelco y no pude evitar acercarme a él para besarlo en los labios.

            Justo después, cogí mi ropa y salí de la ducha, buscando otra en la que quitarme el sudor del deporte, el del sexo y para dejar que se llevase unos pensamientos que no deberían estar ahí. Ya había saciado la sed de su cuerpo, ¿por qué seguía queriendo más?



            ―¿Qué te hizo?
            ―Me masturbó en la ducha ―murmuré avergonzado.
            ―Sabía que intentaría algo contigo, pero pensé que todavía era un poco pronto ―dijo KiBum―. Lo siento.
            ―No pasa nada… Me gustó ―confesé.
            ―Viciosillo ―rio dándome un codazo y poniendo una expresión pícara.
            ―No es eso…
            ―Bueno, lo que tú digas.
            ―¿Sabes cuál será su próximo movimiento?
            ―Sí.
            ―¿Cuál?
            ―Si no ha perdido el interés por ti después de esto… Te pedirá salir…
            ―¿Cómo?
            ―Lo que oyes ―KiBum me sonrió―. No pasará ni una semana cuando te lo pida y por fin lo tendrás comiendo de tu mano, como él te tenía a ti.

            Me alejé de KiBum, metido en mis pensamientos. No podía ser posible que en tan poco tiempo JongHyun hubiera cambiado de intenciones conmigo. No hacía ni un mes que me estaba pidiendo los deberes para copiarlos y el día anterior me había masturbado en la ducha. Todo iba muy rápido, pero no me desagradaba, de hecho, que KiBum estuviera tan seguro de que me pediría salir en menos de una semana me gustaba, a pesar de la celeridad de los acontecimientos.
           
            Doblé la esquina y me encontré con JongHyun. Intenté pasar de él, cómo me había enseñado KiBum, pero cuando pasé a su lado, me tomó del brazo para detenerme.

            ―Tengo que hablar contigo.

            Tras esto, me llevó del brazo por los pasillos del instituto hasta que estuvimos fuera del edificio. Después, me guio a través del patio para llegar hasta el almacén en el que se guardaban las cosas de gimnasia. Una vez allí, me hizo entrar y luego cerró la puerta tras él.

            ―¿De qué querías hablar? ―le pregunté.
            ―Sal conmigo, Lee JinKi ―pidió.
            ―Cuando quieras ―susurré.

            Apenas había terminado la frase y ya estaba besando mis labios con hambre. Sonreí dentro del beso, por fin tenía lo que quería, por fin tenía a Kim JongHyun.

           

            Él lo sabía, él sabía que me tenía en el bote, que me tenía comiendo de su mano, que me gustaba y que haría todo lo que él me dijera. Él sabía que tenía control sobre mí y que jamás me alejaría de su lado. Él me tenía, él tenía mi vida y mi corazón en sus manos y lo utilizaba, me utilizaba.

            Pero a mí no me importaba, no lo hacía porque era él, porque era Lee JinKi.





Comentario Final:
―Perdonad esta porquería. Al principio iba a ser una cosa pero luego acabó siendo esto.


viernes, 25 de abril de 2014

Crazy Dog

Crazy Dog

            La casa de los Kim.

            ¡Cómo la temía! No me gustaba nada ir a aquel lugar a dejar el correo. Normalmente, los perros les ladraban a los carteros, pero el que tenían los señores Kim parecía que se volvía loco de rabia cada vez que me veía. Por ese motivo, había intentado fervientemente que me tocara otra ruta, otra en la que su casa no apareciera en el mapa, pero parecía que todo el mundo estaba en mi contra.

            Bajé de mi moto y rebusqué entre las pocas cartas que quedaban hasta encontrar la que debía entregar en el buzón. Lentamente, me fui acercando a la verja, intentando que el fino oído del maldito perro no me escuchara llegar. Sin embargo, cuando llegué hasta a ella, pude ver que no había servido de nada. El perro ya me estaba esperando con una sonrisa que parecía bastante macabra y malintencionada, demasiado humana para un perro. En el momento en que me vio, comenzó a ladrar como un loco, avanzando, intentando morderme a través de los barrotes.

            Con el miedo en el cuerpo, me acerqué, intentando que sus desgarradores dientes no rozaran mi piel y dejé la carta en el buzón, después me alejé rápidamente. En ese instante, salió la señora Kim de casa.

            ―¡JongHyun! ―le regañó al perro―. ¡Deja tranquilo al pobre JinKi! ―el animal la miró como si la entendiera, pero luego volvió su vista hacia y comenzó a ladrar.
            ―No se moleste, señora Kim ―dije―. Está bien, parece que me odia, así que, mejor me voy.
            ―Algún día te invitaré a casa por las molestias y haré que este perro vea lo encantador que eres ―prometió mientras me alejaba.
            ―Gracias ―le contesté, subiendo de nuevo a mi moto―, aunque no hace falta, prefiero no morir atacado por un perro ―me dije a mí mismo―. No sería nada honorable para un cartero.



miércoles, 12 de marzo de 2014

Everybody

Everybody

            Nos quedamos en la sala de ensayo para mejorar nuestra técnica en el paso del nuevo baile en el que yo tenía que alzar a JongHyun del suelo sujetándolo por el brazo y él tenía luego que cogerme mientras yo me estiraba. Habíamos caído de compañeros porque KiBum y TaeMin tenían más o menos la misma fuerza y porque MinHo era el que cantaba en aquel momento de la canción.

            Nos salía más o menos bien, e incluso JongHyun había estado adelgazando y perdiendo músculo para que yo pudiera subirlo, pero no era satisfactorio del todo, ni para nosotros ni para el coreógrafo.

            Sin la canción de fondo, nos dedicamos a intentar hacer aquellos dos pasos que se nos resistían mirando fijamente el espejo que teníamos delante para poder ver nuestros fallos o los ajenos. Sin embargo, yo no podía apartar los ojos de los de JongHyun, me atrapaban, me atraían, eran demasiado penetrantes como para que los míos pudieran escapar de aquella trampa en
la que habían caído.

            Jadeé, y no fue por el esfuerzo, su mirada sobre mí me estaba poniendo a cien y su cuerpo junto al mío, rozándose cada vez que hacíamos los movimientos me estaban volviendo loco.

            ―Jjong… ―murmuré.
            ―Dime ―susurró con una voz que debería de estar prohibida.
            ―Para.
            ―¿Qué quieres que pare? ―dejó de moverse y se giró hacia mí. El peso de su mirada sin el espejo era más de lo que podía soportar.
            ―Para o no podré controlarme ―jadeé, sintiendo cómo apoyaba sus manos en mi cintura.
            ―¿Y si yo no quiero que te controles?
            ―Tú lo has querido ―jadeé antes de lanzarme, hambriento, a besar sus labios.


sábado, 15 de febrero de 2014

Coro

Coro

            Kim JongHyun siempre estuvo seguro de su sexualidad. Siempre supo que las mujeres lo tentaban hasta límites insospechados. Sin embargo, un día llegó él y le trastocó todos sus esquemas.

            El coro de la iglesia necesitaba a alguien más para entonar algunas de las canciones a cuyas altas notas, JongHyun no podía llegar y él llegó como un ángel caído del cielo con su perfecta voz que hacía llorar al cura de la parroquia y a la mayoría de los fieles.

            JongHyun inmediatamente se quedó atrapado en su voz, en su rostro al cantar, en su gran sonrisa tras llegar a la nota que debía y en su amabilidad con todas y cada una de las personas que se acercaban a felicitarlo.

            Cada día que pasaban ensayando junto a los demás, cada domingo cantando a su lado en la Iglesia, JongHyun sentía que su corazón explotaría de felicidad. Siempre había tenido claro que le gustaban las mujeres, o eso había pensado, ya que tras algunos meses lo único que podía ver era a JinKi.

            Al principio se asustó, pero después comprobó que le daba absolutamente igual todo, que no le importaba lo que las demás personas pensaran de él. Estaba enamorado de un chico, ¿y qué? Él no lo había decidido, había sido su maldito corazón el que había elegido su camino y él no podía hacer nada para desviarse de este.

           Un día, los dos chicos tuvieron que quedarse ensayando una canción que antes habían cantado. El pianista los acompañó la mayor parte del tiempo, pero cuando comenzó a anochecer se excusó y se fue a casa, por lo que los otros tuvieron que utilizar la radio para poder escuchar la melodía.

            Durante el solo de JinKi, JongHyun se quedó embobado, mirándolo fijamente, sintiendo en lo más profundo de su ser las notas que entonaba el otro. Sin darse cuenta, se fue acercando al chico que cantaba con los ojos cerrados hasta estar a unos centímetros de él. En ese momento finalizó su parte y JongHyun cruzó la distancia que lo separaba de los labios ajenos para besarlos levemente.

            El beso no fue correspondido los primeros segundos ya que JinKi no podía salir de la impresión, pero después, llevó sus manos a la nuca del otro e intensificó aquel suave beso. Cuando se separaron no hubo palabras, no hacían falta, simplemente mirándose a los ojos, supieron qué era lo que el otro pensaba.



sábado, 14 de diciembre de 2013

Love Again

Love Again




            Cuando lo encontré por primera vez después de tantos años frente a la puerta de mi casa, mirando con nostalgia aquel lugar, mi corazón se paró y se saltó un latido. Me quedé estático en la esquina de la calle, sin avanzar, pero tampoco sin retroceder.

            No sabía qué hacer. La impresión había sido demasiado grande.

            Tuvieron que pasar  varios minutos para que mi cuerpo pudiera funcionar de nuevo, haciéndole caso a mi cabeza, que la única orden que mandaba a mis miembros era la de huir. Huir antes de que los recuerdos afloraran al exterior. Sin embargo, mientras corría por las calles de Seúl, con las lágrimas cayendo por mis mejillas, los recuerdos no tardaron en aparecer.

            Unos gemidos suaves al otro lado de la puerta entreabierta de la habitación. Dos chicos sobre una de las camas, uno de ellos muy conocido, mi hermano mayor; el otro, desconocido que gemía con una voz muy dulce. Un ruido producido por mí. Dos rostros elevándose y mirando fijamente el lugar en el que me encontraba, uno muy conocido sonreía pícaramente; el otro volvía a agachar su cabeza, avergonzado.

~.~.~

            –Hola –dijo una cálida voz a mis espaldas y yo me giré rápidamente.

            Detrás de mí se encontraba el chico que hacía unos días estaba con mi hermano. El color rojo tiñó mis mejillas al recordar la escena que había visto.

            –Creo que nuestro primer encuentro no fue muy bueno –susurró–. Siento lo ocurrido –me tendió su mano–. Mi nombre es JinKi y soy el novio de tu hermano Jjong.
            –Yo… TaeMin… mi nombre es TaeMin –acabé diciendo al final apretando su mano.
            –Encantado de conocerte, TaeMin –contestó con una sonrisa hermosa antes de alejarse de mí.

~.~.~

            Entré a casa tras un día demasiado largo en el instituto. Dejé la mochila en la entrada y me dirigí al salón con intención de tumbarme en uno de los sofás. Sin embargo no pude hacerlo porque había una persona en aquel lugar.

            JinKi, el novio de mi hermano mayor se encontraba allí, abrazándose las rodillas y viendo una película romántica con una montaña de pañuelos de papel a su alrededor. mi corazón dio un vuelco al verlo. Era hermoso aun en esa situación.

            Mi apreciación sobre su persona acabó en cuanto mi hermano entró al salón con un bol de palomitas en las manos y yo salí corriendo en dirección contraria. No debía tener aquellos pensamientos sobre él. era el novio de mi hermano y era un chico.

~.~.~

            Me había propuesto dejar de pensar en JinKi, pero no podía. Lo veía casi todos los días y cada vez era peor. Pero aquel día se llevó la palma.

            Lo encontré sobre los escalones del porche de casa, llorando, con su cabeza entre sus brazos para que nadie lo viera. Lentamente y vacilando me acerqué a él hasta que me senté a su lado y le pasé un brazo por los hombros.

            Él dio un respingo y alzó su cabeza. En cuanto vio que era yo, volvió a agachar su cabeza y a seguir llorando. Me dolía mucho verlo así.

            –¿Pasa algo malo, JinKi-shi? –pregunté.
            –No es nada –dijo en un murmullo ahogado–. Solo estoy sensible hoy.

            Aquel día me agobié mucho porque no sabía cómo actuar y quería ayudarlo y cuando me enteré que había sido mi hermano la razón de sus lágrimas, no pude perdonárselo. Había hecho llorar a la persona más encantadora y hermosa del mundo. Le había puesto los cuernos con el primer tío que se le había cruzado por delante.

~.~.~

            Hacía calor fuera, pero también dentro de mi cuerpo. La sangre me hervía de pura rabia. Habían vuelto. JinKi lo había perdonado.

            –Gracias –me dijo en cuanto me vio–. Por lo del otro día.
            –No hay de qué –murmuré con mi mejor sonrisa.
            –Me gustaría que a partir de ahora fuéramos más cercanos –comentó–. ¿A ti no?
            –Sí, me gustaría.
            –Y… ¿qué tal comenzar por llamarnos de una forma más informal?
            –Me parece bien.
            –¿Te gustaría que te llamara Taem?
            –Me encantaría.

~.~.~
           
            A partir de ese momento nos hicimos amigos. Daba igual la diferencia de edad, pasábamos mucho tiempo juntos y yo no pude evitar enamorarme de él.
Al principio nos lo pasábamos genial y todo eran sonrisas. Pero a medida que pasaba el tiempo todo era más complicado.

            Mi hermano no paraba de herir a JinKi. Cada vez que podía buscaba sexo con otros hombres, KiBum, MinHo, muchos eran los nombres hasta que un día los gritos lanzados al aire por la suave y cálida voz de JinKi se dejaron escuchar por toda la casa, justo antes de que desapareciera de la faz de la tierra.

            Me dejé caer sobre el poste de una farola. Aquellos recuerdos eran muy dolorosos, demasiado dolorosos. Con JinKi fue la primera vez que sentí que mi corazón dejaba de latir. La primera vez que supe que me había enamorado.

            Me enamoré de su rostro dulce, de su sonrisa encantadora, de su hermosa voz. Me enamoré de su personalidad, de la forma en la que me trataba, pero él era el novio de mi hermano.

            Respiré hondo y me alejé de la farola. Debía calmarme y dejar de pensar en él. Hacerlo no sería nada bueno para mí.

            Después de dar vueltas por toda la ciudad durante horas regresé a casa. Me había dado tiempo a despejarme y ya no estaba tan alterado. Sin embargo, me volví a alterar en el momento en el que giré en la esquina de la calle en la que se encontraba mi casa.

            En la puerta seguía JinKi, ahora sentado contra el muro, esperando.

            Quise volver a huir, pero yo no era ningún cobarde, nunca lo había sido y no iba a comenzar ahora.

            Hacía años que él se había ido y ya lo había superado, debía ser valiente. Además, me había prometido que jamás volvería a llorar por él, así que, debía entrar en mi casa para seguir con mi vida, aparentando que no lo reconocía.

            Sí, eso haría.

            Comencé a andar, mirando mi teléfono móvil como si fuera la cosa más interesante del mundo. Realmente ni siquiera me había llegado alguna notificación, pero así era más fácil.

            Pasé por su lado y sin detenerme, ni mirarlo, seguí hasta mi casa. Cuando pensaba que lo había conseguido y ya estaba abriendo la cancela de la verja, pasó lo que no quería que pasara.

            –¿TaeMin? –su dulce voz diciendo mi nombre hizo que me quedara completamente estático con las llaves en la mano, confirmando seguramente sus sospechas. Debía haberlo ignorado completamente–. ¿Eres tú? –me giré hacia él, intentando que no se notara la mezcla de sentimientos que tenía en mi interior. Debía seguir aparentado que no lo reconocía.
            –Sí, ¿quién eres? –su cara se entristeció y yo me mordí la mejilla por dentro para no demostrar la culpa que sentía por hacer esto.
            –¿No me recuerdas, Taem? –al escuchar el apodo que él me puso aquel día de verano, mi máscara cayó–. ¿Taem?
            –JinKi… –susurré y él sonrió antes de acercarse  a mí hasta quedar a apenas un metro–. ¿Qué haces aquí?
            –Volví a la ciudad y quería verte.
            –¿Por qué?
            –Tengo algo que decirte.
            –¿A mí?
            –A ti.
            –¿De qué se trata?
            –Te amo.
            –Mientes.
            –Siempre te he amado.
            –Amabas a mi hermano.
            –Tú mismo lo has dicho, lo amaba –dijo–. Pero me enteré que él no me amaba y también me di cuenta que realmente de quién me había enamorado era de ti, por eso me fui de Seúl estos años –me miró a los ojos–, pero durante estos no he parado de pensar en ti.
            –Mentiroso.
            –Créeme. Te amo.

            Aunque en aquel momento no pude creerlo dejé que me abrazara y me consolara. Al principio me costó asumirlo, pero él me demostró cada día y cada momento que me amaba realmente.


            Y me enamoré de nuevo.