Título:
世界 (Sekai)
Pareja:
SeKai (SeHun x Kai) (EXO)
Clasificación:
G
Géneros:
romance
Número de palabras:
1.107 palabras
Resumen:
Tenían el mundo rendido a sus pies, pero lo único que ambos querían era ser el
mundo del otro.
Notas:
historia escrita para el cumpleaños de mi pequeña Ara. Perdón si es un poco
corto, pero creo que todo lo que tenía que expresar, está escrito. Te quiero,
preciosa <3 y ¡fighting! Tú puedes conseguirlo.
Comentario de Autora:
esta vez me he decantado por un SeKai porque tenías bastantes ganas y porque te
había hecho ya TaoHun y TaoKai, pero no SeKai y el trío de Maknaes idiotas
debía estar completo (?). Espero que te guste y ¡Saengil chuka hamnida, saengil chuka hamnida, saranghaneun Ara, saengil
chuka hamnida!
世界 (Sekai)
Los gritos, las palmas, las felicitaciones…
Todos los ruidos que se pudieron escuchar en aquel estadio una vez que el
concierto terminó todavía reverberaban en la cabeza de SeHun. Había sido
maravilloso y todavía no podía creerse que aquello estuviera sucediéndole. Él
nunca había soñado con convertirse en artista, simplemente, había sucedido. No
obstante, ahora que sentía en su propio cuerpo la gloria de la fama, pensaba
que era maravilloso.
Sin embargo, había algo que nublaba
toda la felicidad. Se había enamorado de una persona que solo debía ver como un
amigo.
En la mente de JongIn todavía se
aparecían imágenes de la noche anterior. El confeti de colores, el manto de
lightsticks rojos, zafiro, rosa, azul verdoso, lila y plateado. El chico aún
cerraba los ojos y podía ver de nuevo aquella estampa. Siempre quiso ser un
gran bailarín que fuera reconocido y ser un idol había sido la mejor manera de
conseguirlo. Ahora, que por fin tenía lo que quería, sentía que flotaba, que
podía hacer cualquier cosa.
Pero no todo era felicidad ya que en
su corazón se encontraba una persona a la que no le podría decir que lo amaba,
principalmente porque era un chico y eso no estaba bien visto, pero también
porque era un compañero de su grupo.
Tenían el mundo rendido a sus pies,
pero lo único que ambos querían era ser el mundo del otro.
SeHun se despertó primero a la
mañana siguiente. El reloj de su móvil marcaba las nueve y cuarto de la mañana,
así que el chico se desperezó y salió de la cama. Su compañero de habitación en
el hotel en el que se hospedaban hasta que terminaran los conciertos de la
empresa seguía durmiendo a pierna suelta en la cama de al lado y SeHun se quedó
embelesado observando su rostro.
JongIn ponía una expresión demasiado
tierna cuando dormía y al menor le encantaba poder verla, por eso cuando
viajaban en la furgoneta siempre se sentaban juntos, para que el chico
recargara la cabeza sobre su hombro y durmiera plácidamente los minutos que
tardaban en ir hasta la empresa, estación de televisión, aeropuerto o evento.
Aunque, siendo sinceros, a SeHun le encantaban todas las expresiones de JongIn.
Se había enamorado de él sin darse cuenta siquiera y, al saber que su amor sería
completamente imposible, lo único que podía hacer era observarlo y ser su mejor
amigo.
El chico se acercó a la cama del
mayor y lo zarandeó levemente, intentando que despertara, pero JongIn
simplemente se giró hacia el otro lado y siguió durmiendo, protestando en
sueños porque no quería despertar. SeHun lo volvió a zarandear, esta vez más
fuerte y el otro fue abriendo sus ojos lentamente, con pesadez y miró a SeHun,
cansado.
—Arriba, Bello
Durmiente —lo apremió a levantarse—. Hoy tenemos muchas cosas que hacer antes
del concierto de esta noche.
A regañadientes, JongIn se levantó
de la cama y se frotó los ojos para intentar despejar el sueño más rápidamente.
Cuando estos estaban completamente abiertos, pudo ver la sonrisa cálida que su
compañero de habitación le dirigía.
—El que llegue más tarde a desayunar
tendrá que aguantar a JunMyeon hyung en el coche y a su terrible parloteo —propuso
SeHun yendo corriendo hacia el armario para vestirse. JongIn tardó unos
segundos en asimilar las palabras del otro, pero en cuanto lo hizo, no tardó en
seguir su ejemplo.
Después de una carrera por sus
vidas, ambos chicos acabaron llegando a la vez a desayunar, por lo que ninguno
tuvo que cumplir su castigo. En la furgoneta se sentaron donde siempre, al
final, lejos de todos, con JongIn recargando su cabeza sobre el hombro de
SeHun, haciéndose el dormido para poder estar más cerca de él durante algunos
momentos.
A JongIn le encantaba cuando le
acariciaba el pelo y el rostro distraídamente y, de hecho, esas acciones lo
hacían sonrojarse, así que daba las gracias internamente porque su piel fuera
tan oscura, así el otro no podía notar su rubor. También adoraba cómo lo
arrullaba con su voz para que se quedara dormido, susurrándole suavemente
algunas cosas muy poco interesantes.
JongIn quería que aquellos momentos
en la furgoneta duraran para siempre, porque Sehun solo hacía aquellas cosas
con él y él solo quería disfrutar de ellas por más tiempo. A veces, esas
acciones le daban esperanzas sobre lo de
tener una relación con el chico, pero luego, volvía al mundo real y veía que no
era posible, que nada más que la amistad estaba permitido para ellos. Además,
SeHun no podía tener ningún sentimiento por él, a pesar de que el chico, para
JongIn, era su mundo.
Durante el ensayo del concierto de
aquella tarde, SeHun no pudo quitarle los ojos de encima a JongIn cuando
bailaba. El chico era la misma música cuando bailaba y lo abstraía y atraía por
partes iguales, si JongIn tuviera la capacidad de poder ver a su alrededor
cuando bailaba, se habría dado cuenta hacía ya mucho tiempo qué era lo que
sentía SeHun por él.
La melodía finalizó y el chico se
giró hacia él con una sonrisa, haciendo que el corazón de SeHun comenzara a
latir desbocado. Si seguía de aquella forma, JongIn se daría cuenta de todo y
eso no podía permitirlo porque el otro no sentía nada más que el cariño de un
amigo por él, y nada más. Si JongIn llegaba a enterarse de sus sentimientos, su
amistad terminaría y lo último que SeHun quería era aquello. Lo primero era su
amistad, a pesar de que para él JongIn era su mundo.
Durante el concierto de aquella
noche, todo volvió a repetirse, aunque el público era distinto. Los mismos
sentimientos y pensamientos pasaron por la cabeza de ambos chicos, haciéndolos
sentir incompletos porque, aunque tenían el mundo rendido a sus pies, ellos
solo querían ser el mundo del otro.