jueves, 19 de agosto de 2021

[One Shot] 보고 싶어 (miss you) {KyuJung}

Título: 보고 싶어 (miss you)

Autora: Riz Aino

Parejas: KyuJung (KB + YooJung) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, office, romance, drama, smut, pwp

Numero de palabras: 6.019 palabras

Resumen: las compañías de KyuBin y TaeYeob tienen quizás demasiadas disputas… pero entre ellos las disputas siempre se resuelven rápido.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas (con algo de bondage y en un sitio un poquito público).

Notas: la idea nació simple y llanamente por este vídeo de tiktok subido por estos dos idiotas que adoro siendo un poco bastante gays.

Comentario de autora: tenía mil ganas de escribir sobre esta escena y al final acabé montando una historia muchísimo más compleja de la que había sido mi intención al principio. Espero que os guste.

 



            TaeYeob se detuvo frente a la puerta del despacho de su padre cuando escuchó los gritos frustrados de éste aún a través del tabique y la puerta. Debía de estar muy frustrado y de muy mal humor para que no le importara que cualquier persona que se acercara a su oficina lo escuchara. TaeYeob quiso dar media vuelta y volver más tarde, cuando estuviera un poco más calmado, pero aquel viejo cascarrabias no iba a hacerlo, no iba a calmarse hasta que no hubiera una solución sobre su mesa a la situación crítica en la que se encontraban… y él lo que le llevaba era una propuesta para poder solucionarlo todo, o si no todo, al menos la mayor parte. Por ese motivo, inspiró hondo y se armó de valor para llamar a la puerta con sus nudillos. Un par de golpes en la madera y su padre dejó de refunfuñar, así que, TaeYeob abrió la puerta y entró al lugar, cerrando después. Aquel despacho, que siempre estaba pulcramente ordenado, era un caos, con varios papeles por los suelos y su padre en mitad de aquel desorden, con el pelo despeinado y las gafas en la mano izquierda.

 

             —Espero que lo que vengas a decirme sea algo importante —le dijo el hombre, señalándolo con su mano izquierda, apretando las gafas en su puño—. No tengo tiempo para tonterías.

 

            TaeYeob quiso poner los ojos en blanco, pero no quería tentar su suerte y al final simplemente carraspeó antes de hablar.

 

           —Vengo a traerte una propuesta —contestó. Su padre pareció interesado, así que, continuó—: ir a lyOn para tratar de llegar a un acuerdo —dijo—. Sabes que otras veces he conseguido avances de esta forma.

 

            Su padre y también el CEO de Origin lo observó durante unos momentos, detenidamente, pensando si le merecía la pena o no mandarlo hasta la guarida de su más acérrimo enemigo. Origin y lyOn eran las compañías dedicadas a los videojuegos con más ingresos del panorama actual en el país y no solo eran rivales… las compañías eran prácticamente archienemigas y siempre había algo por lo cual acababan en algún enfrentamiento. Hasta hacía solo unos tres años, lyOn simplemente había sido el ambicioso sueño de un programador de videojuegos bastante loco y con muchos aires de grandeza que, junto a algunos amigos de la facultad, había invertido todo su dinero y había endeudado a más de la mitad de su familia para montar aquella empresa de la nada y sacar su primer videojuego… que había sido un éxito y los había acabado catapultando hasta lo más alto en muy poco tiempo, al contrario que la empresa de su familia, que llevaban dos décadas dedicándose a los videojuegos, pero desde que lyOn había subido a la cima, había tenido sus rifirrafes aquí y allí con Origin. En aquella ocasión había sido al expirar el contrato de uno de sus programadores más brillantes, no era la primera ni sería la última vez que sucedería algo como aquello, los programadores de videojuegos solían ir de una compañía a otra cuando se les acababan los contratos. No obstante, aquella vez era importante porque aquel chico se había llevado todo su trabajo con él y había dejado en pañales el proyecto en el que su compañía se había enfocado durante el último año. Lo más probable era que su padre no supiera si encomendarle aquella tarea o no, porque era demasiado importante y nunca había confiado realmente en él, a pesar de que había demostrado su valía en muchas ocasiones, sobre todo, en aquellas que tenían que ver con lyOn.

 

            —¿Qué crees que vas a ser capaz de sacar si vas? —le preguntó al final.

            —Un acuerdo —respondió—. Un acuerdo con el que no perdamos ni el dinero ni el trabajo de todo un equipo solo porque el jefe del proyecto ha decidido cambiarse de bando a mitad.

            —Sobrestimas tus capacidades —dijo su padre, con una sonrisa socarrona—. Las otras veces eran tonterías en comparación a esto —se pasó su mano por el pelo y se lo despeinó aun más—. Acabaremos en los juzgados si no llegamos a una solución intermedia y, aunque tenemos todas las papeletas para ganar el juicio, gastaremos mucho dinero y un tiempo precioso porque nos paralizarán el proyecto.

            —Por intentarlo no perdemos nada —replicó TaeYeob—. En cualquier caso, ganaríamos algo.

 

            Su padre volvió a quedarse callado, cavilando sobre aquello mientras él estaba a punto de comerse las uñas de los nervios. Si no aprobaba que fuera hasta lyOn para tratar de arreglar aquello, tendría que hacerlo a escondidas y no le apasionaba aquella idea demasiado. Era mucho más fácil ir con su beneplácito.

 

            —Si quieres perder tu tiempo… allá tú —le dijo al final, colocándose de nuevo las gafas y agachándose para recoger los papeles que había por el suelo—. Yo hablaré con nuestro bufete de abogados para encontrar una solución.

            —Gracias —murmuró TaeYeob, dedicándole una leve inclinación a su padre.

 

            Sin querer estar más tiempo en aquel lugar, salió de aquel despacho para ir inmediatamente hacia el edificio en el que se encontraba la otra compañía. Cuanto antes lo hiciera, antes acabaría todo aquello y en ambos lugares podría volver a reinar una nueva calma hasta que otra tempestad se levantara. Los pasos de TaeYeob resonaron por los pasillos de la oficina, rápidos y fuertes contra el suelo, decididos y solo se permitió relajarse cuando se encontró montado en el ascensor, solo, dejándose caer contra el cristal y suspirando profundamente. Mientras había estado con su padre no había podido evitar estar demasiado tenso porque el momento no había sido el más indicado para ir, pero era realmente el único momento en el que podía hacerlo. Sacó su teléfono móvil del bolsillo de sus pantalones y tecleó un rápido mensaje para prepararlo todo. Lo único que tenía que hacer era conducir hasta lyOn y tratar de convencer al CEO de la empresa para llegar a un acuerdo, algo que esperaba no fuera demasiado difícil porque no podía sacar todas sus cartas desde primera hora.

 

~

 

            TaeYeob conocía el edificio en el que se encontraba lyOn casi tan bien como conocía el de Origin y camino directamente hasta su centro neurálgico, la oficina de su CEO sin que nadie cuestionara su presencia allí ni lo detuviera. Todos allí lo conocían y todos allí sabían perfectamente a quien iba a ver y que era mejor no cruzarse en su camino. Había sido TaeYeob el que había ido siempre hasta aquella empresa en representación de su padre y de Origin, tanto para negociar, como para simplemente establecer relaciones y tender puentes. Por ese motivo, llegó rápidamente hasta la oficina del CEO de lyOn y abrió directamente la puerta, entrando sin llamar, de todas formas, ya había avisado de su visita. Al entrar y cerrar la puerta a sus espaldas, se encontró con Shin KyuBin, el joven CEO de lyOn, sentado en el sofá que tenía para las pequeñas reuniones en su despacho, con sus piernas cruzadas y mirándolo fijamente, esperándolo. TaeYeob tragó saliva porque la garganta se le había quedado de repente seca.

 

            —Bienvenido —le dijo KyuBin.

 

            Sin embargo, TaeYeob no contestó al saludo. Simplemente cruzó la estancia como una exhalación hasta encontrarse delante del otro y, sin más preámbulos se sentó a horcajadas sobre sus muslos, pegando sus torsos lo máximo posible, haciendo que sus rostros quedaran tan solo a unos milímetros el uno del otro, mirándose fijamente, sin decir nada ni hacer absolutamente nada durante unos momentos, hasta que, al final, TaeYeob le dio un corto beso en los labios antes de hablar.

 

            —Esta vez has cabreado de verdad a mi padre —comentó, provocando una leve risa en su acompañante—. Tenía papeles por todos lados en su despacho y se había despeinado y todo por la frustración —TaeYeob no pudo evitar esbozar una sonrisa al recordar el estado en el que se encontraba su padre cuando había ido a verlo—. He necesitado todas mis dotes de actor para aparentar estar serio durante toda la conversación y convencerlo de que me dejara venir a verte.

            —Buen chico —respondió KyuBin.

 

            El mayor le acarició la cabeza, como si de un perro se tratase y TaeYeob se sintió un poco ofendido por la comparación, pero no pudo evitar inclinar su cabeza en busca de más de aquel contacto.

 

            —Deberías darle un respiro al pobre hombre, que ya está mayor para estos trotes —continuó después de aquella breve interrupción.

            —Mmmm… —KyuBin aprovechó que todavía tenía su mano sobre su cabeza para comenzar a entremezclar sus dedos en su pelo, algo más largo de lo habitual—. ¿No decías que querías heredar lo más pronto posible para que fusionáramos las empresas y así poder vivir juntos como el matrimonio más rico de Corea? —le preguntó, con una sonrisa pícara en sus labios, mientras no dejaba de observarlo fijamente.

            —Sí, sí. Ese era el plan —asintió TaeYeob—. Pero no lo mates hasta que no arregle bien los papeles de la herencia, que aún tiene que quitar a su última exmujer.

            —Vale, vale —rio KyuBin y su risa grave y melódica resonó en sus oídos—. Te prometo que arreglaremos el problema de Jung WookJin lo más rápido posible para que a tu padre no le dé un infarto antes de hora.

            —Gracias… es usted muy amable, CEO Shin.

 

Fue lo que dijo al final, queriendo sonar a la vez formal y a la vez sensual. Un brillo salvaje apareció en la mirada de KyuBin al escucharlo decir aquello y TaeYeob supo perfectamente que acababa de despertar a la bestia. Había conseguido lo que pretendía con tan solo una frase, sabiendo a la perfección el poder que tenía sobre él cuando lo trataba formalmente. Durante las reuniones oficiales que habían mantenido ambas compañías, había podido ver lo que provocaba en el mayor que él lo llamara por aquel título y en la cama lo había puesto a prueba en demasiadas ocasiones. Siempre obtenía lo que quería haciendo aquello y lo que quería en aquellos momentos, era tocar y que lo tocaran. Llevaban semanas sin poder encontrar una excusa para poder verse y, aunque la noche anterior hubieran tenido una videollamada un poco guarra, aquello solo había provocado que TaeYeob echara aun más de menos el contacto de la piel de KyuBin contra la suya. Quizás había estado un poco desesperado por estar con él de aquella forma y quizás por eso, simplemente se había sentado sobre sus muslos nada más llegar, para notar el calor que desprendía el cuerpo del mayor.

 

            —Creo que sabes muy bien lo que provocas cuando me llamas así —murmuró KyuBin y TaeYeob aprovechó para darle un fugaz beso en los labios—. Vale… lo sabes muy bien, me lo acabas de confirmar…

 

            TaeYeob no pudo evitar esbozar una sonrisa pícara, demostrando aún más que sabía perfectamente lo que hacía y qué era lo que quería. KyuBin correspondió aquella sonrisa y, un segundo después, llevaba su mano a su nuca para atraerlo hacia sí. Sus labios chocaron de nuevo, pero en aquella ocasión fue en un beso mucho más largo que los anteriores. Sus bocas moviéndose al mismo ritmo, sus rostros inclinándose de un lado a otro, sus bocas abriéndose y sus lenguas encontrándose, saludándose la una a la otra y queriendo tomar todo y más del otro. Un beso excitante que dejó a TaeYeob sin aliento cuando se separaron, lo justo y necesario para coger aire, sus narices aún tocándose de lo cerca que estaban sus rostros. Había echado de menos aquello, las manos grandes de KyuBin agarrándolo, su boca contra la suya, dejándolo totalmente sin aire y aquellos ojos grandes y oscuros, velados por el deseo, mirándolo de forma tan fija que a veces se le paraba el corazón.

 

            —¿Te he dicho hoy lo precioso que estás? —le preguntó KyuBin, con su voz grave cargada de deseo… deseo por él.

 

            TaeYeob tragó saliva porque la boca se le había quedado repentinamente seca tras escucharlo y después salvó la escasa distancia que los separaba de nuevo para besarlo con ansias, atrapando sus labios una y otra vez con los suyos, metiéndole la lengua hasta la campanilla, con demasiada hambre por él. En aquella ocasión no dejó las manos quitas sobre los hombros de KyuBin, donde las había tenido hasta el momento. No podía tenerlas quitas. Necesitaba tocar, tocar y tocar al mayor. Por eso las llevó hasta el primer botón abrochado de la camisa negra, desabrochándolo inmediatamente, siguiendo con el siguiente y el siguiente, uno detrás de otro, demasiado acelerado, sin detenerse hasta que finalmente no quedaron más botones abrochados y lo único que le quedó fue sacarla de sus pantalones. Sin dejar de besarlo una y otra vez había abierto su camisa y ahora tocaba con las yemas de sus dedos su torso trabajado, cada uno de sus músculos, notando cómo su pecho subía y bajaba rápidamente, excitado… hasta que finalmente dejó de poder tocarlo porque KyuBin agarró sus manos y lo detuvo. Una sonrisa apareció en sus labios, una sonrisa que TaeYeob notó contra los suyos propios durante unos segundos antes de que se separaran de nuevo.

 

            —¿Qué habíamos hablado sobre lo de desnudarme en la oficina? —cuestionó, alzando una de sus cejas, acentuando de aquella forma su pregunta.

            —Nadie va a entrar a molestarnos —respondió, tratando de soltarse del agarre de las manos de KyuBin, pero éstas lo mantuvieron sujeto con firmeza, la suficiente para retener sus movimientos, pero sin hacerle ningún daño. El mayor siempre había sido mucho más grande, fuerte y musculoso que él y TaeYeob no tenía ninguna oportunidad contra él—. Todos saben que si estoy aquí es por algo importante y no se atreverían a interrumpirnos.

 

            Nadie sabía de su relación. Ni siquiera su círculo más cercano de amigos. Nadie intuía nada tampoco. La única información sobre ellos de dominio público era la de que a veces se tenían que encontrar para reuniones importantes entre las dos empresas o en alguna convención de presentación de novedades en los videojuegos y ambos tenían un trato cordial y correcto. Si alguien había notado que, en ocasiones, aparecían con los labios hinchados por los besos que se daban cuando no había absolutamente nadie a su alrededor, nunca había mencionado nada. Sin embargo, por sus frecuentes visitas de “negocios” a lyOn, los trabajadores del lugar sabían perfectamente que no debían interponerse en su camino y dejarlo entrar hasta la oficina del CEO y que, una vez que estuviera allí, no debían de ser molestados bajo ninguna circunstancia. En todas las veces que habían acabado tocándose el uno al otro en aquella oficina, nunca había entrado nadie y, por lo tanto, nadie había averiguado qué era lo que hacían allí aparte de hablar sobre negocios.

 

            —Eso es cierto —concedió KyuBin—, pero tengo una reunión importante en menos de una hora —soltó sus manos y aprovechó para darle un leve toquecito en la nariz a TaeYeob—. No me desnudes más ni te pongas travieso.

 

            TaeYeob asintió a aquello, aunque en realidad no tenía intención de parar, pero al menos lo debía de aparentar para que KyuBin no lo echara del lugar, tan caliente como estaba. El mayor pareció contento con su respuesta y volvió a acercar su rostro al suyo para que se besaran otra vez, en un beso mucho más pausado y lento que los anteriores, pero con lengua, con mucha lengua, mezclando sus salivas. TaeYeob había permanecido con las manos quietas, encajadas entre sus cuerpos desde que el mayor se las había soltado, pero en cuanto tuvo oportunidad, volvió a moverlas sobre el torso de KyuBin, descendiendo por aquellos abdominales de hierro que tenía demasiadas ganas de lamer, hasta llegar a la cinturilla de sus pantalones, desabrochándolos. En el momento en el que trató de introducir su mano izquierda en su pantalón para alcanzar su miembro, aquel miembro que había notado endurecido contra su entrepierna, la mano derecha de KyuBin lo detuvo, agarrándolo por la muñeca.

 

            —Te he dicho que nada de seguir desnudándome —susurró, todavía contra sus labios—. Voy a tener que castigarte por travieso.

 

            KyuBin se separó de él un poco para mirarlo con un deseo hambriento y, por un momento, TaeYeob quiso suplicarle que lo castigara porque había sido demasiado travieso y se lo merecía, pero al instante recuperó la cordura. Nunca había suplicado… aunque lo quisiera con todo su ser.

 

            —¿Cómo me vas a castigar? —fue lo que preguntó en su lugar.

            —Oh… te va a encantar tu castigo —sonrió KyuBin.

 

            TaeYeob parpadeó confuso porque no se había esperado aquella respuesta, con su voz grave cargada de deseo, y volvió a parpadear con confusión cuando el mayor llevó sus manos hasta su corbata para desatarla, lentamente, conscientemente, observándolo, sin perder detalle de sus reacciones. TaeYeob trató de aguantarle la mirada, pero finalmente la tuvo que desviar porque era demasiado penetrante y oscura y estaba demasiado velada por la excitación y el deseo. De alguna forma, se sentía algo vulnerable bajo aquella mirada, perdido, necesitado de contacto físico, solo quería que KyuBin lo tocase durante horas y horas, lenta y tortuosamente, cada centímetro de su cuerpo, lo besase, lo lamiese entero, como si fuera un perro. No le gustaba sentirse vulnerable con nadie, menos en la cama, pero con KyuBin casi sentía que era lo correcto, estar a su merced. Mientras todos aquellos pensamientos pasaban por su mente, el mayor había acabado de desanudar su corbata y había cogido sus manos, uniéndolas por sus muñecas, usando la corbata para mantenerlas firmemente unidas. TaeYeob alzó su ceja derecha, interrogante, pero KyuBin simplemente terminó de hacer el nudo y después se echó sus brazos al cuello, inmovilizándole las manos de aquella forma para que no pudiera seguir tocándolo, desnudándolo.

 

            —No sabía que te gustaba el bondage —murmuró TaeYeob, sin poder evitarlo.

            —Yo tampoco lo sabía —respondió KyuBin, acercándose a su oído para susurrarle lo siguiente—: pero ahora me gustaría probar atarte a la cama para hacerte todo lo que quiera.

 

            Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de TaeYeob simplemente al imaginarse aquella escena que le había susurrado y acabó encendiéndose por completo, sintiendo cómo hasta su mismísima piel le sobraba. Necesitaba que KyuBin se lo follara ya, en su despacho, lo necesitaba para ayer. Aprovechando que tenía sus manos atadas alrededor del cuello del mayor, metió sus dedos en su pelo, un poco más largo de lo habitual, y tiró de él para acercarlo a su rostro y darle el beso más desesperado que jamás le había dado nunca antes. Un beso cargado con demasiado deseo, con mucho fuego, precipitación y en el que apenas se coordinaron para besarse, chocando sus dientes, mordiendo labios y lenguas, demasiado acelerados, demasiado calientes como para que aquello les importara, simplemente besándose como si fuera lo único que fuera a calmar su sed y su deseo, aunque el deseo que se había acumulado en el cuerpo de TaeYeob iba a ser difícilmente calmado con solo unos besos. Necesitaba que las grandes manos de KyuBin lo tocaran por todas las zonas de su cuerpo, sin dejarse un solo milímetro de su piel blanca y suave sin explorar.

 

            Cuando finalmente dejaron de besarse, ambos estaban sin aliento y un pequeño hilillo de saliva aún los mantuvo unidos durante unos segundos más. KyuBin lo observó fijamente, sus ojos castaños todavía más oscurecidos por el deseo por él, por su cuerpo y aquella simple mirada hizo que TaeYeob temblara de placer.

 

            —Eres un capullo —le dijo KyuBin—. Me estás calentado mucho y voy a tener que metértela hasta lo más hondo —añadió, como una especie de amenaza que sonó más como una promesa.

 

            Y TaeYeob nunca había suplicado por nada y menos en una situación como aquella, pero lo único que necesitaba era que KyuBin cumpliera con aquella amenaza. Necesitaba sentirlo en lo más profundo de sí mismo, penetrándolo una y otra vez hasta que estallara en el placer del orgasmo.

 

            —Por favor…

 

            No fue más que un débil susurro, casi como un jadeo ahogado, desesperado, necesitado, tal y como él mismo se sentía en aquellos momentos… pero KyuBin reaccionó a aquello como no se había esperado que lo hiciera. El mayor lo agarró por la nuca y por la cintura, con fuerza, pegándolo a su cuerpo para que no hubiera ni un solo milímetro de sus cuerpos que no estuviera en contacto y después lo besó con ansias, con hambre, con un deseo mal contenido que se le desbordaba por todos sus poros. Acababa de despertar del todo a la bestia y ésta no se iba a contentar hasta que los dos no estuvieran completamente satisfechos y TaeYeob acabara con todos los músculos de su cuerpo convertidos en gelatina. KyuBin no se iba a detener. Ni nada ni nadie lo haría… y eso le gustaba demasiado. Besándose de aquella forma desesperada se encontraban cuando un pequeño clic se escuchó resonar en la habitación y el sonido de la puerta abriéndose le siguió. Ambos se quedaron paralizados durante unos momentos. El corazón de TaeYeob latía rápidamente dentro de su pecho, ansioso. El color rojo comenzó a ascender por sus mejillas y la punta de sus orejas, avergonzado. Alguien acababa de entrar al despacho, sin llamar, simplemente abriendo la puerta y la imagen que se había encontrado al hacerlo, había sido la de KyuBin, el CEO de lyOn y Lee TaeYeob, el heredero de Origin, comiéndose la boca, medio desnudos en aquella oficina.

 

            KyuBin se separó de sus labios y giró su cabeza hacia la puerta y TaeYeob aprovechó para ocultar su rostro en el pecho del mayor, tratando de esconderse por si la persona que los acababa de interrumpir no lo había reconocido todavía.

 

            —Yo… yo… yo… —comenzó, tartamudeando, la voz de un chico. TaeYeob giró levemente su cabeza, todavía escondido en el pecho de KyuBin, para ver quién era aquella persona, curioso, encontrándose al hacerlo con JunHyung, el nuevo secretario de KyuBin, plantado en la puerta, paralizado, con los ojos muy abiertos y su mano agarrando todavía firmemente el pomo. Solo lo había visto una vez, pero con aquel pelo negro por los hombros, era alguien bastante reconocible—. Yo… lo… lo siento… no sabía… yo… no quería… losientomuchísimojefenovolveráapasar.

 

            Inmediatamente después de decir la ultima frase demasiado rápido como para que fuera entendida, el muchacho salió del despacho, cerrando la puerta con fuerza y huyendo corriendo de allí, sus pasos acelerados y fuertes escuchándose resonar en el lugar durante unos momentos. TaeYeob sacó la cabeza del pecho de KyuBin para observarlo, pero éste todavía tenía su mirada fija en la puerta. Por un momento, tuvo miedo. ¿Qué pasaría si JunHyung se iba de la lengua y contaba lo que había visto? Su padre seguro que lo desheredaría, lo dejaría sin trabajo, sin casa y sería la comidilla de todos los medios de comunicación, todas las revistas y programas del corazón los acosarían a ambos en todas partes para obtener exclusivas y seguro que aquello acababa arruinando absolutamente todos los planes que tenían para el futuro. Sin embargo, cuando KyuBin giró su cabeza hacia él, lo hizo con una sonrisa divertida en su rostro y algo en su interior se calmó, aunque no estaba seguro de por qué se sentía así cuando literalmente los acababan de pillar.

 

            —No tienes que preocuparte por nada —le aseguró KyuBin—. JunHyung es la persona más discreta del mundo, no dirá absolutamente nada de lo que ha visto.

            —¿Cómo puedes estar tan seguro? —preguntó TaeYeob.

            —Porque yo mismo lo elegí para este puesto y elegí a la única persona que, además de competente, era lo suficientemente discreta y profesional como para no meterse donde no lo llamaban —explicó—. Aunque si eso te tranquiliza, en cuanto acabemos tú y yo aquí, tendré una pequeña charla con él para recordarle que lo que ha visto aquí es secreto de estado que nadie debe saberlo.

            —Está bien… —murmuró, bastante convencido—. Si piensas que no habrá ningún problema, te creo.

 

            KyuBin esbozó una sonrisa amplia y después le dio un beso fugaz en los labios.

 

            —Levántate, porfa, voy a por el lubricante y los condones porque no puedo aparecer de esta guisa en la reunión —le dijo en cuanto se separó de él, señalándose la entrepierna, donde el bulto de su miembro era más que visible—. Ya has conseguido lo que querías, ¿verdad?

            —Sí —contestó TaeYeob—. Esto era justo lo que quería.

 

            Sin perder mucho más tiempo, se levantó de las piernas de KyuBin y del sofá, quedándose de pie, aun con las manos atadas por la corbata. Inmediatamente después, éste se levantó también y primero caminó hasta la puerta para cerrarla con el pestillo y que nadie más pudiera entrar al lugar de sopetón como había pasado antes. A partir de ese momento, TaeYeob se ocuparía de cerrarla en cuanto entrase para que no se repitiera la escena en el futuro. Una vez la puerta estuvo cerrada, KyuBin se dirigió hasta la enorme mesa que presidía el lugar y cogió de su maletín, que tenía encima de la mesa, su cartera, sacando de ésta un condón. Después cogió una llave pequeña para abrir uno de los cajones de la mesa y de allí sacó un bote pequeño de lubricante. Una vez lo tuvo todo, se dirigió hasta el sofá y miró a TaeYeob detenidamente antes de hablar de nuevo.

 

            —¿No estás muy vestido? —le preguntó.

            —Me habría desnudado por completo —respondió, encogiéndose de hombros—, pero como puedes comprobar, tengo los movimientos restringidos.

            —Eso lo arreglamos en un momento.

 

            TaeYeob supuso que iba a liberar sus manos de las ataduras de la corbata, pero KyuBin no lo hizo, simplemente comenzó a desnudarlo él, bajándole los pantalones y los calzoncillos, dejándolo completamente desnudo de cintura para abajo, con su miembro completamente duro expuesto, no tocando su camisa.

 

            —Me gusta más cuando llevas mi ropa —le dijo, mirándolo de arriba abajo con un deseo mal contenido—. Te queda demasiado grande y se te ve mucha más piel.

            —La próxima vez que vaya a tu casa, regálame algo —pidió TaeYeob, sin poder callarse.

 

A él también le gustaba la ropa del mayor, también le gustaba cómo lo miraba cuando le cogía alguna de aquellas camisetas en las que cabían dos como él y se le resbalaban por los hombros. Adoraba cómo KyuBin aprovechaba la piel expuesta para dejar besos y mordisquitos, calentándolo.

 

            —La próxima vez te dejaré elegir lo que quieras de mi armario —respondió KyuBin, sentándose de nuevo sobre el sofá y palmeándose los muslos—. Ahora ven aquí otra vez, tenemos algo con lo que seguir —añadió, con una sonrisa pícara que hizo que todo en el interior de TaeYeob se revolucionara porque por fin iba a sentirlo dentro después de tantas semanas.

 

            No tuvo que pedírselo dos veces.

 

            TaeYeob volvió a sentarse sobre KyuBin, colocando sus rodillas a cada lado de sus caderas, ahora desnudo de cintura para abajo, notando el tacto de los pantalones de éste en su sensible piel. En aquella ocasión no enredó sus brazos alrededor de su cuello, sino que aprovechó que tenía movilidad en sus dedos para terminar con lo que el mayor no le había dejado antes, bajando la cremallera de sus pantalones y tocando el bulto de su miembro duro por encima de la tela de sus calzoncillos. KyuBin jadeó al sentir aquel contacto y TaeYeob sonrió antes de meter sus manos dentro de la tela para tocarlo, encontrando al momento las zonas más sensibles de su miembro, las que sabía que hacían a KyuBin ver las estrellas, obteniendo al instante el resultado que deseaba: el mayor conteniendo sus gemidos, mordiendo su mano, mientras no dejaba de mirarlo con aquellos ojos penetrantes que le llegaban hasta lo más hondo del alma.

 

            —Ya… ya… —jadeó KyuBin—. No querrás que me corra antes de nada, ¿no?

 

            TaeYeob negó con la cabeza y apartó las manos de su miembro, mucho más duro y erecto, a punto de estallar prácticamente. KyuBin ya había alcanzado el condón que antes había sacado y le estaba quitando el envoltorio para colocárselo después, envolviendo en látex su pene.

 

            —¿Necesitas que…? —comenzó, señalando el lubricante, pero TaeYeob lo cortó antes de que siguiera hablando.

            —Con que te lo eches por encima, tengo —le dijo—. Anoche fui quizás un poco lejos y todavía siento que no está completamente cerrado.

 

            KyuBin rio y TaeYeob sintió que de nuevo le ascendía el color rojo a las mejillas por la vergüenza. No la vergüenza por mantener relaciones sexuales con KyuBin, porque ya habían sido demasiadas ocasiones en las que lo habían hecho, en casa de uno, en casa del otro, en algún hotel y allí mismo, en aquel sofá en la oficina del mayor. No, la vergüenza era porque la noche anterior, durante la videollamada, se habían puesto calientes el uno al otro masturbándose y TaeYeob estaba tan necesitado que había acabado usando un juguete sexual un poco más grande de lo habitual que se había comprado por probar. La experiencia había sido completamente increíble porque nunca se había sentido de aquella forma con algo así, pero se había pasado un poco y sentía aún que su ano no se había cerrado del todo. En cualquier otra ocasión, no se habría sentido de aquella manera, porque ambos ya se habían masturbado delante del otro, habían hecho algunos juegos sexuales y nunca habían tenido problema con aquello, pero después de la noche anterior, TaeYeob sentía que había sobrepasado un poco el límite con aquel juguete sexual tan grande, que tanto placer le había dado y que, pensaba seguir utilizando, aunque no delante de KyuBin.

 

            KyuBin simplemente se echó lubricante sobre su miembro después de su respuesta y lo embadurnó bien con él, antes de indicarle a TaeYeob que ya podía comenzar a bajar sobre él.

 

            TaeYeob colocó de nuevo sus brazos alrededor del cuello del mayor para equilibrarse y tener un punto de apoyo y después se alzó y se pegó a su cuerpo. KyuBin guio su miembro contra su trasero y cuando el chico lo notó, comenzó a descender lentamente sobre él, engulléndolo sin demasiado problema a pesar de que no se había preparado. Poco a poco, sintiendo cómo el miembro del mayor comenzaba a llenarlo lentamente, descendiendo con mucho cuidado, tratando de relajar la mitad inferior de su cuerpo mientras se mordía el labio inferior intentando que ningún gemido escapara de su boca porque el lugar no estaba insonorizado. Sus ojos estuvieron clavados en los de KyuBin durante todo el proceso, sin dejar que aquella vez esa mirada profunda y cargada de deseo lo volviera tímido.

 

            Cuando finalmente estuvo dentro por completo, ambos dejaron escapar un jadeo, un suspiro de placer y TaeYeob comenzó entonces a cabalgar a KyuBin, moviendo sus caderas lentamente. El mayor tenía una reunión importante, pero todavía tenían tiempo, podían tomárselo con calma, podían disfrutar de aquello antes de que el estado próximo al orgasmo los volviera locos y les nublara la mente, imponiendo un ritmo enloquecedor. TaeYeob saboreó los labios de KyuBin de nuevo, enredado su lengua con la suya, no dejando de mover sus caderas en ningún momento, sintiendo cómo, en ocasiones, la punta del miembro del mayor daba con su próstata y lo hacía ver las estrellas. Cada vez más próximo a estallar de placer entre ambos.

 

El ritmo no tardó en cambiar y aquella parsimonia con la que habían comenzado se tornó una completa locura, las manos de KyuBin agarrando su trasero para ayudarlo con el movimiento, mucho más rápido, mucho más desenfrenado y sin orden ni concierto hasta que, al final, el orgasmo les sobrevino. Sus cuerpos se quedaron congelados durante un segundo, tensos mientras el semen ascendía y comenzaba a salir de sus miembros, el de TaeYeob manchando el estómago de KyuBin. Jadeando. Con el cuerpo como gelatina. TaeYeob acabó dejándose caer contra KyuBin, dándole igual si se manchaba la camisa, simplemente necesitaba algo de apoyo para volver a sentirse con los pies en la tierra después de aquel orgasmo tan exquisito. Ninguno de los dos habló durante un rato, mientras trataban de recobrarse de aquello, TaeYeob se sintió incluso adormilado, pero se obligó a abrir los ojos y a centrarse porque no se podía quedar dormido allí. Si KyuBin no aparecía en su reunión irían a buscarlo allí y no podían encontrarlos de aquella guisa, aunque no pudieran entrar porque la puerta estaba cerrada, no les daría tiempo a adecentarse lo suficiente como para no levantar sospechas. Con aquello rondando su mente, TaeYeob finalmente se levantó del cuerpo de KyuBin, sintiéndose vacío cuando el miembro del mayor salió de su interior. Se tambaleó un poco al apoyar los pies sobre el suelo, pero KyuBin alargó las manos y lo sujetó antes de que pudiera caerse y le dedicó una sonrisa encantadora.

 

            —Estás hecho un cuadro —le dijo—. Me gusta mucho tu versión post sexo.

            —Tú también estás hecho un cuadro —le replicó él y KyuBin rio.

            —Lo sé. Por eso siempre traigo ropa de recambio a la oficina —contestó, guiñándole un ojo.

 

            TaeYeob puso los ojos en blanco ante aquella respuesta y disfrutó de la versión post sexo de KyuBin, despeinado, jadeante, con la camisa abierta y su estómago manchado con su semen, el condón resbalándose de su miembro ahora flácido.

 

            Mientras se adecentaban y volvían a la normalidad, TaeYeob no pudo evitar pensar en que no cambiaría nada de aquello que tenían por nada del mundo, aunque le gustaría poder gritar a los cuatro vientos que quería con toda su alma a aquel idiota con aires de grandeza que le había robado el corazón años atrás, cuando todavía no era el CEO que tenía delante. Sin embargo, se conformaba con poder estar a su lado de aquella forma y que KyuBin no dejara de estar al suyo tampoco y pudieran culminar el deseo conjunto que los había llevado a hacer planes maléficos contra su propio padre. Lo había echado demasiado de menos aquellas semanas en las que no habían podido estar juntos, en las que no había podido sentir el contacto de su piel, ni de sus labios, en las que simplemente se había tenido que conformar con escuchar su voz a través del teléfono, así que esperaba que el último problema le creara suficientes oportunidades para estar junto a él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Para más detalles sobre el conflicto inicial… WookJin es un programador de videojuegos de la ostia y trabajaba con Origin, pero cuando acaba su contrato en lyOn le ofrecen un contrato de la ostia y se lo llevan y él, como jefe del proyecto en el que estaba trabajando con Origin, se lleva mucho de su trabajo con él.

—Los nombres de las empresas están relacionados con OnlyOneOf siendo Origin el nombre que tenían los vídeos behinds de promos desde Savanna hasta antes de la era libidO, ya que al llegar al 100, cambiaron de nombre a OriOn. lyOn obviamente es un guiño al fandom y agradezco a Ara que me propusiera el nombre porque no se me ocurría nada. Ambos sonaban bien como nombres de empresas de videojuegos.

—Y como siempre me pasa… yo creía que esto no iban a ser más de 4k, pero al final me he pasado muchísimo más y no tengo excusa, me emociono mucho escribiendo.

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