domingo, 1 de agosto de 2021

[One Shot] Our dates {KyuJung}

Título: Our dates

Autora: Riz Aino

Parejas: KyuYeob (KB + YooJung) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, romance, fluff, drama, humor, smut

Numero de palabras: 5.882 palabras

Resumen: la relación de KyuBin y TaeYeob tiene su propia forma y se desarrolla a través de diversos momentos claves en los que tienen citas.

Advertencias: la mayoría de historias son o divertidas o contienen demasiado azúcar, pero hay alguna que otra que es un poco picante, de ahí la clasificación.

Notas: la idea para esto la tuve después de darme cuenta de que KB y YooJung no paraban de irse de citas a todas partes y yo tenía que hacer algo con esa maravillosa información.

Comentario de autora: al principio pensé en hacer diferentes historias, pero como eran solo retazos de una misma relación, al final acabé decidiéndome por hacerlo en forma de one-shot con diferentes escenas porque quedaba mucho más dinámico. Espero que os guste.

 

 

 

1. Cómo presentarles tu novio a tus amigos y seguir teniendo amigos y novio después de ello, manteniendo intacta tu reputación. La guía de pasos que no debes seguir, por Shin KyuBin.

 

 

            —¿Y cómo os conocisteis? —cuestionó JiSung.

 

            El cuerpo de KyuBin se tensó de forma irremediable. Cuando había visto a JiSung y WookJin entrar a la misma cafetería en la que él se encontraba con TaeYeob, su novio, había sabido inmediatamente que aquellos dos le iban a traer muchísimos problemas. No hacía más que un par de meses que estaba saliendo con TaeYeob y todavía no se lo había presentado a sus dos mejores amigos simple y llanamente porque no quería espantar al pobre chico, ya que se había conseguido a un novio maravilloso, y porque no quería que su reputación ni como novio ni como amigo quedara manchara de cualquier forma. Los conocía muy bien, quizás demasiado bien, y sabía perfectamente que, de alguna forma o de otra, pasara lo que pasara, todo iba a acabar mal para él. no había podido escaparse porque acababan de llegar y había tenido que aguantar que sus amigos se sentaran a la mesa con ellos y comenzaran a hacerles el tercer grado y las consecuencias de ello eran aquella pregunta.

 

            —Oh —TaeYeob se sorprendió y dejó el vaso de su smoothie sobre la mesa—. ¿No os lo ha contado KyuBin hyung? —Sus dos amigos negaron con su cabeza y KyuBin agachó la suya, con vergüenza. Era totalmente inevitable que aquella pregunta saliera y la respuesta a ella fuera conocida—. Es una anécdota super divertida —dijo su chico, con una sonrisa de oreja a oreja—. Estábamos en un pub tonteando, bailando un poco y bebiendo y en un momento de la noche se me acercó a la oreja para preguntarme: “¿Eres de Seúl? Porque creo que eres mi seoulmate—las carcajadas de JiSung y WookJin se dejaron escuchar inmediatamente, retumbando en todo el local. KyuBin quiso que se abriera un agujero bajo sus pies en aquel momento porque todavía quedaba la parte más vergonzosa de aquella anécdota—. Yo le dije que no, que era de Gwangju, porque no lo había entendido y creía que se refería a mi acento o algo, pero KyuBin hyung se puso a explicarme qué era lo que había querido decir como si estuviera intentando hacer entender que un chiste malo era un buen chiste a quien no se ha reído —el chico se limpió una lagrimilla teatralmente como si aquello le trajera recuerdos demasiado estúpidos y graciosos—. Fue muy triste, pero me hizo interesarme por él porque nunca un tío había tratado de ligar conmigo con una frase así.

 

            Las carcajadas de sus amigos se hicieron muchísimo más fuertes, resonando en todo el local y provocando que las miradas de varias personas se centraran en su mesa. KyuBin agachó un poco más la cabeza porque aquella anécdota y aquel intento de ligar con TaeYeob cuando lo había conocido eran una de las cosas más vergonzosas de toda su vida. Y él realmente no conocía lo que era la vergüenza, pero aquello lo avergonzaba demasiado porque había hecho el ridículo de forma estrepitosa y ahora que sus amigos también lo sabían, estaba seguro de que no lo iban a dejar vivir sin recordarle aquello cada vez que se encontraran. Quizás… cambiar de amigos era la única decisión correcta.

 

            —Qué ridículo más monumental —dijo JiSung—. Me esperaba alguna historia vergonzosa, pero no tan vergonzosa.

            —Exacto —coincidió WookJin—. Esto supera a aquella vez en la que mientras estabas haciendo un roleplay de un perro tu crush te vio y te bloqueó de todas sus redes sociales.

            —Contadme esa historia, por favor —les pidió TaeYeob, completamente interesado.

 

            KyuBin no supo dónde meterse durante el resto de la tarde, apenas habló de hecho más que para tratar de defenderse de vez en cuando porque la conversación entró en una espiral de anécdotas y de cosas que KyuBin había hecho a lo largo de los años de las que nunca se había arrepentido porque tampoco eran para tanto, pero que en aquel momento quería borrar de la faz de la tierra y sobre todo de la mente de sus amigos y de su novio. Sin embargo, no pudo hacer más que escuchar todo aquello sin poder hacer nada más que arrepentirse de todos sus actos del pasado y jurar y perjurar que nunca más dejaría que JiSung y WookJin se acercaran a TaeYeob porque, aunque después de aquella tarde le quedaba poquísima reputación, al menos trataría de salvar la poca que todavía tenía.

 

            Cuando finalmente salieron de la cafetería, ya era noche cerrada y se despidieron de JiSung y WookJin, que habían quedado para cenar con gente del trabajo, volviendo KyuBin y TaeYeob al apartamento de este último, donde se suponía tenían que haber estado desde hacía horas terminando con las cajas de la mudanza.

 

            —Tus amigos han sido divertidísimos —le comentó TaeYeob, mientras caminaban hasta donde habían dejado el coche antes—. No sé por qué no me los habías querido presentar antes.

            —Bueno… creo que te puedes imaginar que no quería que todas estas anécdotas salieran a la luz —respondió él, provocando que el menor lo mirara fijamente, con sus cejas fruncidas y un puchero en sus labios—. ¿Qué?

            —Estas anécdotas son otra parte de ti y me encanta esta parte de ti —contestó el chico—, te hacen humano y divertido y me encantaría conocer más de esas locuras que te dedicas a hacer —y añadió—: yo también tengo un montón de anécdotas que dan mucha vergüenza ajena, seguro que cuando conozcas a mis amigos te las contarán todas y así estaremos en paz.

 

            KyuBin murmuró un “gracias” apenas audible y TaeYeob le dedicó una sonrisa encantadora que prácticamente iluminó todo su universo. Había hecho un montón de cosas bastante cuestionables a lo largo de su vida y realmente hasta que éstas no habían sido contadas delante de TaeYeob, no había sentido que fueran vergonzosas… probablemente era cierto aquello de que el amor hacía que solo quisieras mostrar la mejor versión de ti mismo, pero ahora que su chico le había dicho que cosas como aquellas eran parte de él también y que le encantaba, dejó de sentirse avergonzado por lo que habían contado esa tarde sobre él JiSung y WookJin y simplemente pensó que jamás dejaría escapar a TaeYeob porque era el mejor tío que se podía haber cruzado en su vida.

 

 

2. Ir al gimnasio con tu pareja era una gran experiencia, decían… lo que no decían era que, si a tu novio no le gustaba hacer ejercicio, las cosas podían acabar muy mal. Shin KyuBin jamás volvería a creerse nada de lo que la gente dijera.

 

 

            Nada más entrar al gimnasio junto a TaeYeob, KyuBin pudo ver que la expresión del rostro de su chico se volvía aún más sombría. Al menor no le gustaba hacer ejercicio, pero lo había medio convencido para que lo acompañara a una de sus sesiones en el gimnasio, aunque obviamente no fueran a hacer las mismas cosas. Al principio, TaeYeob se había negado, pero más tarde había acabado aceptando, después de que KyuBin le enviara una foto suya bastante sugerente en el gimnasio. “Todo por verte medio en bolas levantando pesas” le había dicho y, aunque a KyuBin el motivo le había parecido un poco frivolo, al menos había conseguido su objetivo. Sus compañeros de gimnasio le habían contado un montón de veces que ir con tu pareja al gimnasio era una gran experiencia y KyuBin había querido probarla… sin embargo, viendo cómo su novio estaba a punto de salir corriendo y eso que ni siquiera habían entrado a la zona de las máquinas, no estaba tan seguro.

 

            —Prometo ser suave contigo —le dijo, acercándose a su oído para ello—. No tienes de qué preocuparte.

 

            TaeYeob tuvo un escalofrío que hizo a su cuerpo temblar de arriba abajo y KyuBin se sintió bastante satisfecho con aquella respuesta inmediata y muy honesta de su cuerpo a su cercanía. Le gustaba provocar cosas en TaeYeob de la misma forma que éste se las provocaba a él.

 

            KyuBin, después de haber sido varios años monitor de gimnasio, sabía qué era lo que podía hacer TaeYeob como iniciación y también conocía cuál era la fuerza que éste tenía y que se cansaba bastante haciendo cualquier tipo de esfuerzo, por lo que adecuó una sesión bastante ligera y poco exigente para él, de manera que su chico no odiara estar en aquel lugar más de lo que lo odiaba de un inicio. No obstante, aún haciendo aquello, los únicos momentos en los que TaeYeob parecía estar feliz era cuando le tocaba descansar y KyuBin se ponía a entrenar, lo pilló incluso haciéndole vídeos y fotos mientras entrenaba.

 

            —Son para las solitarias noches en las que no podemos estar juntos porque te toca trabajar —le respondió TaeYeob cuando le preguntó sobre ello, provocando que KyuBin no pudiera evitar soltar una carcajada.

 

            El resto del tiempo, no obstante, TaeYeob estuvo odiándolo por haberlo llevado allí y por tener que hacer ejercicio, así que, KyuBin tomó nota mental de nunca más llevarlo con él al gimnasio porque le gustaba más su novio cuando sonreía y aunque la erótica visión de su cuerpo tensionado y sudado lo encendía muchísimo, prefería verlo solo en la cama, donde la expresión de TaeYeob era de absoluto placer y no de intenso odio por estar haciendo algo que no le gustaba. Nunca más le haría caso a quienes le dijeran que era maravilloso hacer ejercicio con la pareja.

 

3. Cuando tu novio busca venganza es mejor quitarse de en medio… sobre todo si le encantan las películas de terror y tú las odias con toda tu alma. El único consejo útil de Shin KyuBin.

 

 

            —¡AAAAHHHHHHHHHH! —KyuBin gritó y su grito debió escucharse hasta en la estación espacial internacional.

 

            Odiaba demasiado las películas de terror. Las odiaba con toda su alma y no le gustaba verlas, menos verlas de noche porque eso hacía que fueran mil veces más terroríficas de lo que ya lo eran de por sí… pero TaeYeob había insistido en que quería ver aquella película porque había adorado las dos anteriores y aquella iba a ser muchísimo mejor. KyuBin pensaba más que lo había hecho por venganza después de que hacía solo unos pocos días él lo hubiera llevado al gimnasio y porque le gustaba verlo sufrir y chillar porque para ver películas de miedo siempre avisaba a su amigo SungHo.

 

            —No es para tanto —susurró TaeYeob, con voz tranquilizadora—. Estoy aquí, así que el fantasma no te va a hacer nada —añadió.

 

            KyuBin suspiró profundamente y trató de calmarse. Si mantenía los ojos cerrados no se asustaría de nada, así que decidió seguir aquella estrategia y simplemente acomodarse mejor sobre el pecho de TaeYeob, abrazándose fuertemente a su delgado cuerpo y dejando que su calor y su presencia alejaran de su mente lo malos espíritus y los fantasmas. Con los ojos cerrados, no obstante, seguía escuchando las voces de los actores, la banda sonora que se volvía cada vez más creepy cuando algo iba a pasar o que se detenía de golpe cuando algo terrorífico sucedía, seguido de los gritos y efectos especiales de sangre y de vez en cuando, se asustaba porque solo escuchándola, dama demasiado miedo.

 

            Ya había decidido que nunca más iba a llevar a TaeYeob al gimnasio, pero después de aquella venganza, estaba incluso pensando en llevarlo a alguna cafetería de moda para que lo perdonara porque no quería volver a ver más películas como aquella en su vida, menos de noche… aunque ver películas en la cama y abrazado a TaeYeob sí que era algo que quería seguir haciendo porque de aquella forma, podía aspirar el olor de su novio y tranquilizarse con ello. Si la película no hubiera sido de terror, KyuBin estaba completamente seguro de que se habría quedado profundamente dormido en sus brazos. De hecho, estuvo aun más seguro de ello cuando TaeYeob comenzó a acariciar su cabeza levemente, enredando sus dedos en su pelo y peinándolo con cuidado. KyuBin no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro ante aquel toque y abrió sus ojos, levantando su cabeza un poco para observar a TaeYeob, que estaba con su vista fija en la película, todavía con sus dedos entremezclándose en su pelo, haciendo aquello distraídamente.

 

            La idea de ver una película de terror juntos podía haber sido una venganza perfectamente, pero al menos TaeYeob todavía tenía un poco de corazoncito y lo quería lo suficiente como para calmarlo acariciándolo de aquella forma. Probablemente KyuBin lo estuvo observando durante demasiado rato, porque al final, TaeYeob giró su cabeza hacia él para dedicarle una sonrisa encantadora.

 

            —¿Qué miras? —le preguntó.

            —A ti, que eres mucho más precioso e interesante que la película —respondió KyuBin sin pensárselo siquiera.

            —Tonto… —murmuró TaeYeob, moviéndole la cabeza para que mirara a otro lado, pero KyuBin pudo ver cómo sus mejillas y la punta de sus orejas se volvían de un color rojo intenso.

 

 

 

4. Cómo no actuar en público como un perro en celo cuando lo único que quieres hacer es comerte entero a tu novio. La guía definitiva para hacer el ridículo, por Shin KyuBin.

 

 

            La cafetería a la que habían decidido ir aquella tarde estaba llena hasta rebosar y les costó encontrar un hueco libre donde sentarse. Era una cafetería que se había puesto de moda en los últimos tiempos y era el sitio al que iba todo el mundo, así que, era normal que no cupiera ni un alfiler allí. KyuBin había estado buscando los mejores lugares para llevar allí a su novio porque a ambos les gustaba tratar cafeterías nuevas en las que poder pasar las tardes, fresquitos, alejados del calor húmedo de la ciudad, hablando de todo y de nada y probando nuevas cosas. TaeYeob se veía contento de estar allí, con aquellas gafas que eran prácticamente más grandes que su cara observándolo todo con curiosidad y una sonrisa enorme pintada en sus labios. KyuBin adoraba verlo de aquella forma, feliz, encantado, excitado, por lo que la mayoría de sus citas eran en lugares como aquellos —aunque también era frecuente que fueran a librerías, museos o de compras en grandes almacenes—.

 

            —Hoy te tocaba pagar a ti, ¿verdad hyung? —le preguntó TaeYeob, sacándolo de sus pensamientos repentinamente, pero quedándose aún así embobado mirándolo sin saber qué era lo que le había dicho y su chico le tuvo que repetir la pregunta—. Preguntaba si te tocaba pagar hoy a ti, hyung.

            —Oh… sí… hoy me tocaba a mí —respondió al final.

            —Maravilloso —dijo TaeYeob con una sonrisa malévola—. Que sepas que hoy me voy a aprovechar de ti.

 

            KyuBin no pudo evitar poner los ojos en blanco ante aquella amenaza y morderse la lengua para no decir que siempre se aprovechaba de él y aquello era lo usual y simplemente se dedicó a observar la carta para pedir. Al final, pidieron bastantes cosas de la carta para probarlas, todas las que la gente recomendaba siempre de aquel lugar, entre ellas un trozo de tarta de melocotón con muchísima nata por todas partes que era la especialidad de la cafetería y que tenía muy buena pinta. KyuBin le hincó el diente a la tarta en cuanto pudo, cogiendo un pedazo con el tenedor, y sabía tan bien cómo parecía.

 

            —Tienes que probarla —le dijo a TaeYeob—. Está increíble.

 

            TaeYeob dejó de beber del café que se había pedido en aquella ocasión, soltando el vaso largo sobre la mesa y cogiendo el otro tenedor para probar la tarta en cuestión, cogiendo un montón de nata con él. KyuBin no pudo evitar observarlo hasta que se comió el trozo de tarta, esperando que le diera su veredicto al dulce. Sin embargo, todo aquello pasó a un segundo plano cuando en la comisura izquierda de sus labios, se le quedó algo de nata. KyuBin acabó tragando saliva de forma bastante notable porque se le acababa de quedar la boca seca. Quería pasar por encima de la mesa y retirar con su lengua aquel rastro de nata y besarlo como si no hubiera un mañana, meterle la lengua hasta la garganta, embadurnarle todo el cuerpo de nata y lamerlo de arriba abajo sin dejar ni un solo milímetro de su cuerpo sin su saliva.

 

            —Está buenísima —dijo TaeYeob, sacándolo de sus pensamientos otra vez—. Quiero otro pedazo de esta tarta… o la tarta entera mejor —añadió, encantado con el sabor.

            —Si quieres… puedo encargar una tarta entera —respondió KyuBin, forzándose a volver a la realidad y dejar de pensar en cómo quería abalanzarse sobre su novio y comérselo entero—. Tu cumpleaños es dentro de poco.

            —Me harías la persona más feliz del mundo —le contestó TaeYeob, con una sonrisa de oreja a oreja, limpiándose con la servilleta el rastro de nata que le había quedado en la comisura de sus labios.

 

            KyuBin le dedicó una sonrisa y después se llevó a los labios la pajita del batido de chocolate que había decidido pedirse en aquella ocasión, tratando de mandar aquellos pensamientos salvajes que acababa de tener a lo más hondo de su mente porque estaba seguro de que si le saltaba encima a TaeYeob en aquel local, lo mínimo que podía pasarles es que los echaran de por vida del lugar y ya no pudiera comprarle aquella tarta tan rica y con tantísima nata para su cumpleaños… y sí que querría tener una tarta como aquella en casa, donde nadie podría verlo comiéndose a TaeYeob enterito.

 

 

 

5. Se supone que un viaje de negocios es para hacer negocios, pero éstos pueden dejarse un poco apartados si estás en Jeju con el amor de tu vida… o al menos eso es lo que piensa Shin KyuBin.

 

 

            Cuando TaeYeob le propuso que lo acompañara a Jeju unos días porque tenía que hablar con unos clientes de la empresa para la que trabajaba y tratar de hacer buenos negocios con ellos, a KyuBin le faltó tiempo para decir que sí y pedirse varios días libres en su trabajo. Solo había ido a la isla una vez en su vida, con su familia y algunos amigos de su familia hacía ya demasiados años, y le había parecido un sitio increíble, así que, visitarlo con su novio, quizás era la mejor idea del universo… o eso era lo que había pensado KyuBin.

 

            Desde que habían llegado a la isla, apenas habían podido salir del hotel a visitar el lugar y a hacer fotos, como a ambos les gustaba, porque TaeYeob se pasaba los días en el hotel, de reunión en reunión, de comida importante en comida importante y prácticamente no había dejado el trabajo ni un segundo.

 

            KyuBin se sentía un poco triste y decepcionado porque aquel viaje no se parecía en nada a lo que había pensado que sería. Había planeado tantísimas cosas para hacer con TaeYeob que cada vez que acababan perdiendo la oportunidad de hacer alguna no podía evitar pensar que realmente su presencia en aquel viaje no tenía sentido ya que su chico simplemente estaba trabajando, casi sin parar, y cuando se detenía, solo lo hacía para dormir. Al menos, dormir teniendo en sus brazos a TaeYeob era un consuelo porque de haber pasado aquella semana en Seúl, solo, en la cama que llevaban compartiendo unos pocos meses desde que el menor se había mudado con él definitivamente, lo habría pasado muchísimo peor.

 

            Sin embargo, KyuBin pensaba que, aunque TaeYeob estuviera en un viaje de negocios y su trabajo era algo bastante importante, tener un poco de tiempo libre para disfrutar de la belleza que ofrecía la isla también era algo de vital importancia, para desconectar, para refrescar su mente, para dejar de pensar en el trabajo durante unas horas, aunque solo fueran unas horas. Por ese motivo, ideó un pequeño plan maléfico para poder sacar a su novio de la rutina en la que se había metido él solito desde que habían llegado a la isla de Jeju, tan solo unos pocos días atrás.

 

            —Yeobbie… —murmuró KyuBin, abrazando a su chico por la espalda, pasando sus brazos por su cintura—. Si te secuestrara ahora mismo y te llevara a la playa… ¿me odiarías? —susurró contra su oreja, disfrutando del escalofrío que recorrió la columna vertebral de TaeYeob de arriba abajo.

            —Estoy muy ocupado… —respondió su novio, tratando de deshacerse de su abrazo de oso, obviamente sin éxito porque KyuBin era muchísimo más fuerte que él y, aunque solo estuviera usando un pequeño porcentaje de su fuerza para seguir pegado a la espalda del menor, no era rival para él—. En serio… hyung… no puedo perder el tiempo…

            —No vas a perder el tiempo… —contestó—. Solo vas a descansar un rato y luego vuelves al trabajo como si no hubiera pasado nada.

            —Tengo muchas cosas que ha-

 

            TaeYeob probablemente quiso decir que tenía muchas cosas que hacer, pero antes de que pudiera terminar de decir la última palabra, KyuBin le dio un corto beso en el cuello, donde sabía que el menor era bastante sensible y lo desconcertó por completo. Aprovechando la inmovilidad momentánea del cuerpo de TaeYeob, lo cogió en brazos, cargándolo como una princesa y salió con él de la habitación del hotel de aquella manera. Al principio, el chico se quejó, pataleó y le gritó que lo soltara… pero en cuanto comenzaron a encontrarse con gente en su camino, acabó por esconder su rostro en el pecho de KyuBin por la vergüenza el resto del camino hasta que llegaron a la playa. Solo entonces, KyuBin lo dejó sobre la arena y esperó a que TaeYeob descargara su frustración y su ira con él, pegándole por haberlo cargado de aquella forma primero y después por haberlo sacado de la habitación. No obstante, nada de eso llegó. TaeYeob simplemente lo miró fijamente unos momentos hasta acabar suspirando profundamente y dedicándole una sonrisa.

 

            KyuBin le devolvió la sonrisa y después lo cogió de la mano y ambos caminaron por la orilla, durante bastante rato hablando de todo y de nada, salpicándose agua, riendo y, en definitiva, pasando un buen rato hasta que comenzó a anochecer y tuvieron que volver al hotel para no perderse la cena.

 

            —Gracias —le dijo TaeYeob en el camino de vuelta—. No sabía que lo necesitara tanto.

            —Mañana desconectamos otro ratito yendo a algún lugar precioso para que puedas hacer muchas fotos —respondió él y TaeYeob estuvo de acuerdo con ello.

 

 

 

6. Hacer el ridículo en mitad de la calle en el momento menos esperado y menos oportuno es la mayor especialidad y el mejor encanto de Shin KyuBin y al menos TaeYeob se lo toma bien.

 

 

            —¿Podemos parar un momento aquí? —preguntó KyuBin, señalando una pequeña máquina expendedora con un montón de bolas transparentes con diferentes regalos—. Hace mucho tiempo que no saco nada de una.

 

            TaeYeob le dedicó una mirada en la que lo juzgaba bastante por aquello, pero después se encogió de hombros y lo dejó hacer. Había veces en las que KyuBin se emocionaba como un niño con las cosas más estúpidas del mundo y, en aquella ocasión, delante de aquella máquina expendedora de juguetes inútiles en miniatura, no podía evitar rememorar su niñez y cómo a veces se gastaba la paga sacando bolas de máquinas como aquella, que ahora estaban casi en peligro de extinción. Rebuscó en su cartera algunas monedas y metió la de 500 wons en la ranura, girando después la manivela, ilusionado por ver qué era lo que el azar le daba de aquella máquina. Ésta chirrió a la vez que giró la manivela y unos momentos después, una bola caía hasta la zona de recogida, resonando contra el metal. Las manos de KyuBin eran demasiado grandes para que cupieran bien para recoger su recompensa, pero se las apañó para recoger la bola de plástico con sus dedos y sacarla, con una sonrisa enorme en sus labios, mirando a TaeYeob y enseñándosela.

 

            —¿Qué crees que me habrá tocado? —le preguntó, mientras apretaba los lados de la bola, allí donde estaban las uniones de las dos mitades, para abrirla.

            —Probablemente cualquier juguete inútil que andará por la casa durante el resto de la eternidad —le respondió TaeYeob.

            —Un poco más de ilusión, Yeobbie —dijo, abriendo finalmente la bola.

 

            Cuando KyuBin miró hacia sus manos, se dio cuenta de que lo que había aparecido al abrir la bola de plástico era un pequeño anillo fucsia de plástico duro que tenía la circunferencia justa para adecuarse a los dedos de alguna niña de menos de diez años. No pudo evitar sonreír porque el juguete que había aparecido era lo que menos se esperaba, pero le gustaba bastante, de hecho, le gustaba muchísimo y, en lugar de ser un trasto inútil que guardar en casa hasta el final de sus días, podía convertirse en algo bonito.

 

            Casi sin pensárselo, KyuBin hincó una de sus rodillas en el suelo y le presentó el anillo fucsia a TaeYeob, que abrió los ojos de par en par, sorprendido por lo que estaba pasando en aquellos momentos, mirando a su alrededor después y probablemente dándose cuenta de que alguno de los transeúntes que se encontraban en aquella estrecha calle de barrio se detenían a ojear la escena.

 

            —¿Qué haces, hyung? —le preguntó, cogiéndolo de los hombros y tratando de tirar de él hacia arriba, sin éxito ninguno—. Pero levántate… —KyuBin negó con la cabeza y siguió presentándole el anillo—. Dios mío… te juro que te voy a asesinar en cuanto no haya nadie delante… —se pasó las manos por su rostro, visiblemente frustrado y avergonzado, sus mejillas y la punta de sus orejas volviéndose de un color rojo intenso—. KyuBin hyung… ¿esto va en serio? —cuestionó.

            —Bastante en serio —contestó KyuBin—. No te voy a engañar, ha sido un impulso estúpido en el primer momento, pero pensándolo bien, me gustaría pasar el resto de mi vida junto a ti.

 

            TaeYeb lo miró fijamente durante unos momentos, completamente callado y KyuBin sintió que su corazón dejaba de latir, un poco asustado, temeroso de saber cuál era la respuesta que su novio le iba a dar a aquella poco convencional confesión y pedida de matrimonio espontánea en mitad de la calle y con un anillo de juguete fucsia. Se querían. Aquello era insudable. Ambos se querían mucho y ya llevaban juntos bastante tiempo, poco a poco habían ido dando pasos y pasos que los habían llevado hasta darse cuenta que el otro era realmente el amor de sus vidas —o al menos eso era lo que KyuBin había pensado—. La espera se le hizo completamente insufrible y solo pudo respirar tranquilo cuando una sonrisa apareció en el rostro de TaeYeob, provocando que su corazón volviera a latir rápidamente otra vez.

 

            —Eres un idiota, hyung —le dijo el menor—. Pero eres mi idiota.

            —Me alegra saberlo —lo cortó, pero TaeYeob le puso el dedo en los labios para hacerlo callar.

            —Sí —dijo al final—. Si la pregunta que no me has hecho aún es si quiero casarme contigo, mi respuesta es sí… pero espero que me lo propongas otra vez y que no sea con un anillo de plástico fucsia.

 

            KyuBin no quiso ni pudo evitar la sonrisa que ascendió a sus labios. Rápidamente tomó la mano izquierda de TaeYeob y le colocó el anillo en el dedo meñique, aunque solo le entró en la primera falange. Le quedaba un poco ridículo, pero toda la situación había sido bastante ridícula, así que, hacía juego. Después de aquello, se levantó finalmente del suelo y estrechó a TaeYeob entre sus brazos, repitiéndole una y otra vez lo mucho que lo quería y que prometía seguir haciéndolo feliz como hasta aquel momento. TaeYeob también lo abrazó fuertemente y, aunque no correspondió aquellas palabras, KyuBin pudo notar contra la piel de su cuello la amplia sonrisa que se formó en los labios de su chico y que continuó en éstos todo lo que duró aquel abrazo. Realmente, KyuBin no se merecía a TaeYeob, era la persona más preciosa del mundo y encima lo quería y quería casarse con él después de aquella ridícula proposición.

 

 

 

7. Comprar un cosplay de maid por impulso por internet y finalmente conseguir que tu novio se lo ponga para mantener relaciones sexuales con él. Una guía de pasos muy exitosa, por Shin KyuBin.

 

 

TaeYeob le había dicho que no de coña se iba a poner aquello que le había comprado en tres ocasiones, pero a la cuarta y después de que lo mirará con ojos de cachorrito, su novio finalmente había suspirado y había aceptado hacerlo una vez, una sola vez y no más. KyuBin esperaba que después de aquella vez le gustase la experiencia porque ahora que TaeYeob tenía el pelo más largo y no tenía intenciones de cortárselo pronto, las felpas con orejas de gato y los vestidos, le quedarían de lujo. Su chico cogió el traje que le había comprado de sus dedos y se metió en el baño a cambiarse, refunfuñando, mientras él no podía evitar estar expectante por el resultado. Simplemente había sido una idea loca, estúpida, como todas las que tenía, mientras vagaba una tienda de disfraces en internet para ver qué se compraba para Halloween y le había salido aquel traje como anuncio… sin saber siquiera lo que hacía, había clicado en él y unos momentos más tarde, ya lo había comprado, fantaseando con que a TaeYeob le quedaría de lujo algo como aquello. La felpa de orejas de gato no venía incluida en el traje, pero era un objeto bastante asequible, solo se tuvo que acercar a un bazar a por ello.

 

TaeYeob no tardó en salir del baño y entrar a la habitación de nuevo, esta vez vestido con aquel cosplay de maid que le había comprado, dándose tirones de la falda para tratar de ocultar lo máximo posible sus delgadas piernas, en las que llevaba además unas medias que le llegaban por encima de la rodilla, a medio muslo, sujetas por unas ligas. Tal y como había pensado, aquel traje le quedaba de lujo y la felpa de orejas de gato que había comprado aparte le daban un toque especial al conjunto. TaeYeob estaba precioso y no solo precioso, totalmente apetecible. KyuBin se pasó la lengua por los labios humedeciéndolos y después tragando saliva porque la garganta se le había quedado completamente seca.

 

—Esto es una ridiculez —se quejó TaeYeob, tirándose de nuevo de la falda del vestido, pero al alzar la cabeza y mirarlo, su expresión de disgusto cambió a una de incredulidad—. ¿En serio te estás poniendo cachondo? —KyuBin quiso contestarle, pero no le salían las palabras, solo podía mirarlo, demasiado embobado y caliente como para pensar algo coherente que no fuera que quería sexo en aquel instante—. Joder, hyung, si me miras así yo también me pongo caliente.

            —Entonces ven a la cama, ya —le dijo, recobrando la voz por un segundo.

 

            Durante un instante no estuvo seguro de si TaeYeob le haría caso o no, pero después, una sonrisa pícara y una mirada oscurecida totalmente por el deseo aparecieron en su rostro y cualquier duda fue despejada de la mente de KyuBin. TaeYeob también quería tener sexo con él vestido con aquel cosplay de maid.

 

            Sin perder tiempo, comenzaron a besarse una y otra vez, TaeYeob subido sobre sus muslos, con la falda del vestido arremangada y arrugada en la cintura, las manos de KyuBin recorriendo aquellas piernas delgadas, de arriba abajo, agarrando su trasero mientras sus lenguas se encontraban la una a la otra y sus cabezas giraban en una dirección u otra para tener mejor acceso a la boca del otro. Las manos de TaeYeob estaban en todas partes también, enredando a veces sus dedos en su pelo, tocando su pecho, metiéndolas por debajo de su camiseta, provocando que se extendiera el fuego por allí donde tocaba. Más pronto que tarde, la ropa les comenzó a sobrar, el calor del verano se había unido al calor de sus cuerpos y KyuBin comenzó a desnudarse con la ayuda de TaeYeob, buscando el contacto piel con piel, desabrochando la parte superior del vestido de su novio y besando su piel expuesta, su cuello, sus clavículas, sus pezones, cada vez más abajo por su torso, escuchándolo suspirar, con el cosplay arrugado en su cintura. Estaba completamente precioso y lo adoraba de aquella forma, completamente sonrojado por el calor, los labios hinchados por los besos, jadeando, caliente, en sus brazos, queriendo alcanzar el tan ansiado clímax una y otra vez.

 

            Ambos siguieron tocándose, besándose, calentándose, hasta que ya no podían aguantar mas con aquel juego y KyuBin acabó preparando a TaeYeob con el lubricante para internarse en su interior antes de acabar corriéndose simplemente por aquel juego de besos y caricias que lo tenían muy caliente. Y cuando finalmente se introdujo en su cuerpo, los dos se quedaron sin respiración durante unos momentos, antes de comenzar a moverse, sintiéndolo todo, sintiendo demasiado, sus gemidos mezclándose en sus bocas y resonando en la habitación, fuertes, quizás demasiado fuertes, sin poder contenerse, hasta que, momentos más tarde acabaron corriéndose. Sus cuerpos se quedaron laxos, mientras trataban de recuperar la respiración, todavía besándose, pero ahora con parsimonia, languidez, un beso familiar y post orgasmo, calmado y lleno de demasiados sentimientos.

 

            —Ha sido increíble —murmuró TaeYeob contra su boca.

            —La próxima vez te busco otro cosplay —respondió KyuBin—. ¿Te parece bien enfermera sexy? —le preguntó, ganándose con ello una sonrisa dentro del beso y un manotazo en su pecho.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Como imagino que os habréis dado cuenta, muchas de las historias tienen su inspiración en momentos reales de KB y YooJung un poco aderezados, pero la base está en ellos siendo gays el uno con el otro irl.

—La escena del anillo de juguete fue un sueño super aleatorio que tuve un día y era algo tan estúpido y tan maravilloso que KB podría hacer perfectamente, que tenía que usarlo para esto. Y (spoiler) la escena del sexo con cosplay de maid es una especie de avance de algo que estoy escribiendo y que en algún momento del mes que viene imagino que estará subido.

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