jueves, 29 de julio de 2021

[Capítulo 3] A Midsummer Night's Dream {Varias}

 

Capítulo 3

 

            KyuBin salió de la habitación temprano, mucho más temprano de lo que solía levantarse. Al salir al salón, un olor maravilloso a café lo recibió y, casi como si de un perro se tratase, siguió aquel olor hasta la cocina, donde se encontró café recién hecho en la cafetera. KyuBin no pudo evitar sonreír y después echarse una taza de café solo. Con él en la mano se dirigió a la parte de atrás de la casa, donde debía de estar la persona que había hecho aquel café —y no había muchas opciones para saber de quien se trataba, de los siete, solo sabían hacerlo JunHyung, TaeYeob y SungHo, pero JunHyung seguía durmiendo a pierna suelta en la habitación y KyuBin sabía perfectamente que la naturaleza tsundere de TaeYeob no le permitía hacer algo como aquello—. KyuBin no se sorprendió nada cuando en el jardín trasero, sentado en la enorme mesa que aún no habían utilizado, se encontraba SungHo, bebiéndose tranquilamente su café y disfrutando del aire fresco matutino.

 

            —Buenos días —le dijo al menor y éste le correspondió el saludo.

            —Buenos días… ¿has dormido bien, hyung? —le preguntó el chico, esbozando una sonrisa cálida.

            —No he dormido mal… —comentó, sentándose en una de las sillas a la mesa con él—. Podría haber dormido mejor, pero todo no se puede tener en esta vida —añadió.

 

            Y era cierto. Podría haber dormido muchísimo mejor si TaeYeob hubiera dormido entre sus brazos, aspirando aquel aroma dulce que desprendía su piel y al que parecía haberse vuelto adicto tan solo oliéndolo una vez. No había dejado de pensar en él hasta que finalmente se había quedado dormido y se había despertado pensando en él también. De repente y sin previo aviso, había caído a un pozo demasiado hondo del que no sabía si quería salir o no porque en el fondo, estaba encantado con estar allí, admirando su belleza. No obstante, admirarlo solo no era suficiente para KyuBin, quería tocarlo, quería besarlo, quería hacer que se volviera loco por él.

 

            —Cuéntame eso —pidió SungHo, dándole un sorbo a su café.

 

El chico era lo suficientemente avispado como para darse cuenta de que algo había pasado durante aquel viaje y probablemente ya habría comenzado a sumar dos más dos. Si no sabia perfectamente a lo que KyuBin se refería, no le faltaría mucho para saberlo, así que, no tenía caso que se lo ocultara. No obstante, prefirió desviar un poco la conversación y atacarlo justo en su punto más débil, para hacer tiempo y pensar en cómo enfocar aquello. De todas formas, no esperaba que ninguno de sus amigos se despertara hasta dentro de un buen rato porque era demasiado temprano.

 

            —¿Cuándo y cómo le piensas decir a JunHyung que es el tío de tu vida? —le preguntó, provocando que SungHo se riera a carcajadas.

            —Creo que eso no es lo que te quita el sueño —le respondió cuando se serenó un poco—. Además, ¿qué te hace pensar que JunHyung es el hombre de mi vida? —cuestionó.

            —A ver… no es por nada, pero a ninguno de los dos se os da nada bien mentir —comentó KyuBin—, es bastante obvio por cómo os miráis que estáis loquitos el uno por el otro —y añadió—. Lo que no entiendo es cómo lleváis años así y todavía no os habéis comido la boca.

 

            SungHo sonrió y después volvió a beber de su taza de café. KyuBin lo imitó y después esperó pacientemente a que el chico contestara, porque parecía estar debatiéndose entre seguir negando lo obvio o por fin soltar lo que llevaba dentro desde hacía demasiado tiempo. A KyuBin le interesaba que hiciera lo segundo, porque de aquella forma podría guiar la conversación donde quería.

 

            —¿Tanto se nota? —acabó preguntando SungHo y KyuBin asintió a ello.

            —Si no supiera a ciencia cierta que no ha pasado nada entre vosotros, al veros pensaría que lleváis casados toda la vida y que encima os seguís queriendo como el primer día —le respondió—. Así de empalagosos sois.

 

            SungHo se quedó en silencio de nuevo durante unos momentos y KyuBin aprovechó esos momentos de paz para beberse lo que le quedaba de café en la taza y observar el paisaje de Jeju. A la mañana siguiente se irían de allí y todo volvería a la normalidad. Todos volverían a Seúl hasta que sus exámenes terminaran y después cada uno se iría a casa de sus padres a pasar el resto de las vacaciones. Él se iría a Masan, TaeYeob a Gwangju. No se volverían a ver hasta que las clases no comenzaran de nuevo. Aquel pensamiento hizo que KyuBin sintiera un pequeño dolor en su pecho. Nunca le había pasado nada así con sus amigos porque, aunque estuvieran separados por unos pocos de cientos de kilómetros, se hablaban casi todos los días por el grupo de kakaotalk, se contaban lo que hacían en las vacaciones y no pasaba nada, pero el simple pensamiento de estar alejado de TaeYeob durante dos meses, primero por los exámenes, después por las vacaciones, no le gustaba nada. Si quería hacer algo tenía que hacerlo antes de volver.

 

            —¿Piensas que debería de hacer algo antes de volver? —le preguntó SungHo, como si le hubiera leído los suyos—. Porque Jeju es una oportunidad y un escenario únicos y que los debería aprovechar.

            —Creo que JunHyung no va a dar ningún paso si no lo das tú —respondió, de forma sincera—. Sabes que es así. Hace muy pocas cosas por iniciativa propia, sobre todo si no está seguro de que el resultado vaya a ser bueno —y añadió—. Puede que nosotros veamos clarísimo que os queréis, pero él puede no verlo.

            —Gracias, hyung —murmuró SungHo—. Lo pensaré.

 

            Y KyuBin quiso darle las gracias a él, porque haber hablado de aquello le había hecho entender que solo tenía aquella oportunidad para tratar de hacer algo y que en cuanto volvieran a casa, la habría perdido… aunque no estuviera muy seguro de qué era lo que sentía con respecto a TaeYeob.

 

~

 

            YongSoo se encontraba tras la casa, sentado bajo el naranjo, a su sombra y con los auriculares metidos hasta el fondo de sus oídos, resonando en estos la música de las cintas que llevaba en el walkman que le había sido legado por su padre tiempo atrás. Aquella música lo calmaba, lo relajaba, lo hacía pensar con claridad y el peso reconfortante del antiguo aparato lo reconfortaba, por eso solía aislarse del mundo de aquella forma y así pensar y pensar, sin ser molestado y tratando de encontrar las soluciones que, en su generalmente rápida y llena de pensamientos cabeza, no podía encontrar. En el último año lo había usado más de lo que quería admitir y, aun así, seguía teniendo demasiado en lo que pensar, había demasiadas posibilidades y el 99% de ellas eran todas malas —no el 100% porque siempre tenía que haber un pequeño rayo de esperanza, pero casi—. Al menos, después de todos los quebraderos de cabeza, había descubierto que le gustaban muchísimo los dos, tanto JiSung como WookJin. Se había reafirmado en ello el día anterior, después del beso con el mayor y las ganas de compartir algo similar con WookJin eran demasiado fuertes como para que pudiera ignorarlas. ¿Cómo lo dejaba aquello? Como a un estúpido, estaba claro. ¿Quién en su sano juicio querría tener una relación a tres bandas? ¿Quién querría compartir a su novio con otra persona, aunque esa persona fuera uno de sus mejores amigos? Pero YongSoo no podía dejar de pensar en ello, en aquella posibilidad, ínfima posibilidad.

 

            Aquella noche había soñado. Había tenido un sueño erótico en el que aparecían los tres. Estaban en el río, como lo habían estado ese día. JiSung y él se besaban y WookJin aparecía y no se enfadaba, se unía a ellos, besándolos a los dos, dejando que ellos lo besaran también. Inmediatamente comenzaba a hacer mucho calor y se quitaban la ropa los unos a los otros, quedándose por completo desnudos, tocándose por todas partes. Y al final, con JiSung en medio de WookJin y él, tenían sexo. Se había despertado empapado en sudor por el calor que le había provocado el sueño y se había acabado yendo al baño para bajar aquella erección que pulsaba entre sus piernas, masturbándose bajo el agua fría de la ducha. Nunca se había sentido tan excitado como lo había hecho después de aquel sueño y sabía perfectamente que se debía a que el sueño había sido con ellos dos juntos.

 

            YongSoo suspiró y miró hacia la casa. Algunos habían salido aquella mañana a disfrutar un poco del escaso tiempo que les quedaba en la isla, otros se habían quedado dentro, al fresco que proporcionaban las paredes gruesas. Él no sabía si pertenecía realmente a aquel mundo en el que ya todos tenían su papel asignado. Siempre habían sido amables con él, desde el primer momento en el que WookJin lo había presentado, pero en el fondo sentía que era un extraño que solo había ido allí a ponerlo todo patas arriba, porque JiSung y WookJin habían tenido problemas de pareja desde que él había aparecido en sus vidas y porque los problemas iban a seguir estando ahí siempre e iban a ir creciendo en intensidad y magnitud si él seguía dejando que sus sentimientos se apropiaran de su cuerpo y este actuara de la forma que lo había hecho en el bosque, junto al río.

 

            —¿Qué haces aquí? —preguntó una voz conocida. YongSoo alzó la cabeza para encontrarse a JiSung frente a él, dedicándole una pequeña sonrisa.

 

            YongSoo tragó saliva. No habían hablado después del beso. Aquellas eran las primeras palabras que el mayor le dedicaba porque el día anterior solo se habían mirado intensamente, ambos queriendo estar más cerca del otro, ambos queriendo besarse de nuevo como si el mañana no existiese. También ambos ansiosos por lo que aquello que había sucedido representaba y lo que podía acarrear. Sin embargo, la mirada que en aquellos momentos le dedicaba JiSung no era como las del día anterior, ni siquiera era como las que le había dedicado en todo el tiempo que llevaban conociéndose. Ya no era tan intensa, ya no parecía tener una sombra de duda acechando desde el fondo de sus ojos, ni de remordimientos. YongSoo había salido la noche anterior a despejarse al mismo lugar en el que se encontraba en aquellos momentos antes de irse a dormir y antes de que los demás regresaran y no sabía qué podía haber ocurrido entre JiSung y WookJin, solos en la casa, pero fuera lo que fuera, había provocado un enorme cambio en el mayor.

 

            —Pensar… —acabó murmurando, como respuesta a la pregunta del mayor, más que intrigado por el cambio que éste había experimentado—. ¿Y qué haces tú aquí, hyung? —le preguntó.

            —Buscarte para llevarte dentro —respondió JiSung, esbozando una sonrisa cálida que provocó que el corazón de YongSoo se detuviera unos segundos antes de latir como loco dentro de su pecho—. Ya empieza a hacer más calor y puedes quemarte, aunque estés bajo el naranjo —le tendió la mano para que el menor la cogiera—. ¿Vienes dentro? WookJin se ha dado cuenta de que hay cartas para jugar al Halli Galli y está emocionado con jugar un rato.

 

            YongSoo no tomó la mano inmediatamente, primero lo pensó. Lo pensó porque JiSung estaba diferente a pesar de que el día anterior habían saltado chispas entre ellos y lo pensó porque en aquel momento estarían los tres juntos y solos en la casa, jugando. No se sentía con el ánimo suficiente como para enfrentarse a WookJin de aquella forma, porque todavía sentía remordimientos por lo que había sucedido entre él y JiSung, por aquel beso que tanto ansiaba repetir. Sin embargo, antes de que pudiera decir que no, que mejor se iba a dar una vuelta por la isla porque no había podido ver mucho y ni siquiera habían ido a la playa, el mayor se acercó a él para dejar un corto beso sobre sus labios, sobresaltándolo.

 

            Hyung… —protestó, mirando a todas partes y, sobre todo, a la casa, donde se encontraba WookJin y podía verlos.

            —No tienes por qué preocuparte —le dijo, volviendo a tenderle la mano con una amplia sonrisa en su rostro que parecía esculpido por los mismísimos ángeles—. Solo tienes que venir conmigo.

 

            Y YongSoo no supo qué fue exactamente lo que lo impulsó a tomar la mano de JiSung, pero lo hizo y se dejó guiar por el mayor hacia la casa, donde WookJin los esperaba.

 

~

 

            Si JunHyung tenía una virtud, era la virtud de ser observador. Apenas hablaba porque se dedicaba a observar el mundo, tratando de entenderlo y la mayoría de las veces se daba cuenta de cosas de las que nadie más se había dado cuenta antes como, por ejemplo, que a SungHo le dolía la muñeca derecha después de la caída que había tenido el día anterior después de que JunHyung lo hubiera empujado mientras jugaban al baloncesto. El mayor parecía haber querido ocultarlo, porque no había dicho nada a nadie y ni siquiera se había puesto una venda en la zona, pero JunHyung lo había visto en varias ocasiones sujetarse la muñeca cuando creía que nadie lo estaba viendo, con una mueca de dolor en su rostro. Intuía que no quería decir nada para que él no se sintiera culpable porque la caída había sido su culpa, pero aquello tampoco estaba bien porque se podía haber hecho bastante daño y lo mejor era que la tuviera lo más sujeta posible. JunHyung sabía de lesiones y cómo tratarlas y sabía que tenía que hacer algo para que a SungHo no le pasara nada peor. Aquel tipo de cosas era capaz de captarlas al vuelo, era su especialidad, sobre todo, si se referían al mayor… aunque otras cosas, como los sentimientos, eran algo que se le escapaba por completo por mucho que observara y observara.

 

            Sabiendo lo de la muñeca de SungHo, no tardó en buscar un hueco en el que escabullirse para poder ir a una farmacia cercana a comprar unas vendas de compresión para que al menos tuviera la articulación sujeta y no se hiciera daño. Se habían ido los cuatro a la playa, dejando a WookJin en la casa con JiSung y YongSoo, y estaban pasando el día allí antes de volver a casa por la noche para celebrar una pequeña fiesta por el solsticio de verano y para despedirse de la isla porque al día siguiente volvían a casa. Mientras JunHyung regresaba con los demás a la playa, después de haber comprado la venda, no pudo evitar sentirse triste porque la isla era un sitio muy bonito y se lo había pasado bastante bien a pesar de que tampoco habían hecho mucho más que disfrutar del tiempo libre, sin obligaciones, sin horarios, solo todos ellos viviendo en una especie de realidad completamente distinta a la que vivían en Seúl.

 

            Cuando volvió a la playa, se encontró con que KyuBin y TaeYeob se habían ido a saber cuándo y a saber dónde y SungHo estaba solo. JunHyung echó mano a su móvil en el bolsillo y se dio cuenta de que el mayor lo había llamado hacía unos minutos, pero él, teniendo el móvil en silencio, no se había dado cuenta y no lo había cogido. Seguro que se había preocupado por no poder ponerse en contacto con él después de darse cuenta de su desaparición, porque se había ido sin avisarlos, solo escabulléndose cuando los otros tres habían estado demasiado ensimismados en su conversación como para darse cuenta de que no estaba. Su plan perfecto habría sido volver sin que se percataran siquiera de que se había ido, pero en aquellos momentos, eso se había ido al garete, así que, simplemente caminó hacia el mayor y le dedicó una sonrisa tímida, que este correspondió, aliviado.

 

            —¿Dónde habías ido? —le preguntó SungHo. No parecía enfadado, así que, JunHyung respiró tranquilo y simplemente esbozó una sonrisa enigmática—. ¿No me lo vas a decir? Con lo preocupado que he estado por ti —añadió el mayor, formando un puchero en sus labios de forma adorable y provocando que el corazón del chico latiera muy rápido dentro de su pecho. No sabía cómo no podía haberse dado cuenta de que le gustaba SungHo de aquella forma antes.

            —Damos un paseo por la orilla y te lo cuento —respondió en cambio a la pregunta del mayor.

            —No me gusta que trames cosas porque el que trama cosas es WookJin —comentó SungHo, pero inmediatamente dio su brazo a torcer—. Vamos.

 

            Ambos echaron a andar por la playa hacia la orilla, caminando como muchas otras personas que se encontraban en el lugar, entre la refrescante agua y la sofocante arena. No dijeron nada durante su paseo, los silencios siempre llenaban sus encuentros, gustosos más de estar en la compañía del otro que de la conversación que éste pudiera ofrecerles; no obstante, JunHyung tenía algo que decir, tenía que encontrar la forma de sacar una conversación en la que al final le pudiera vendar la muñeca a SungHo, pero nunca se le había dado bien comenzar las conversaciones.

 

            —Quieres decirme algo —dijo el mayor, tan perspicaz como siempre, provocando que JunHyung se detuviera sobre la arena—. No sé qué es, pero sabes perfectamente que me puedes decir lo que sea.

            —La verdad… sí… —acabó murmurando, metiendo la mano en el bolsillo de su pantalón corto. SungHo también se había detenido y se había girado hacia él, quedándose frente al chico—. Ayer te hiciste daño en la muñeca —comenzó y, antes de que el mayor pudiera replicar, añadió—. Te he visto haciendo muecas de dolor tocándotela, así que, no hace falta que me digas que estás bien y no necesitas nada, solo quiero vendártela para que no te duela, hyung.

            —No duele tanto —comentó, pero JunHyung levantó una ceja—. Vale… no quería preocuparte —dijo el mayor, siendo sincero.

            —Sabes que siempre me preocupo por ti, hyung —comentó él, sacando la venda del bolsillo de su pantalón y acercándose a SungHo—. De la misma forma que tú siempre te preocupas por mí.

 

            Con delicadeza, tomó la mano de SungHo y comenzó a vendársela, tratando de apretar lo suficiente, ni demasiado poco como para que no hiciera nada, ni mucho como para que le cortara la circulación. Sentía la mirada del mayor clavada en él mientras le daba vueltas a la venda y tuvo que tragar saliva, nervioso, varias veces, porque aquella mirada era demasiada intensa. Cuando finalmente terminó, le dedicó una pequeña sonrisa al mayor y quiso decirle que ya estaba todo listo, pero antes de que pudiera decir nada, SungHo había cruzado la escasa distancia que los separaba y había dejado un beso en su mejilla, veloz como el rayo, se alejó después de posar sus labios durante un segundo contra su piel. JunHyung se quedó completamente paralizado porque no se lo había esperado. El mayor era cariñoso, pero no de esa manera, y nunca antes lo había besado, no iba a comenzar ahora de la nada… a no ser que… a no ser que SungHo tuviera sentimientos por él. JunHyung abrió los ojos como platos ante aquella revelación y vio cómo el mayor desviaba su mirada, avergonzado. No parecía haber error en lo que acababa de pensar. A SungHo también le gustaba, así que, hizo lo que más adecuando le pareció en aquellos momentos y se acercó al mayor para dejar otro beso en su mejilla.

 

~

 

            —¿Qué? —preguntó YongSoo, justo en cuanto WookJin acabó de decirle lo que le había contado al propio JiSung la noche anterior en la bañera.

 

            El chico parecía confuso… y para no estarlo. Realmente lo que WookJin había propuesto no era algo que se viera mucho, más que nada porque todas las relaciones que habían conocido a lo largo de sus vidas se basaban solo en el amor de dos personas, no en tres personas. JiSung siempre había escuchado cosas como “tres son multitud” en referencia a las relaciones y nada más valía, pero a pesar de ser una idea muy loca, algo que realmente solo se le podía haber ocurrido a WookJin, era lo que tenía más sentido en aquella situación y, podía asegurar que ninguno de los tres quería hacerse daño, pero estando de la forma en la que estaban en aquellos momentos, solo se habían hecho daño y la solución de WookJin eliminaba eso. Podía sonar loco, extraño… pero era lo mejor al final. JiSung lo había estado pensando desde que su novio se lo había dicho la noche anterior, lo había pensado muy detenidamente y, aunque le dolía que el menor hubiera orquestado todo aquel teatrillo para todo lo que había pasado en vez de decírselo desde primera hora, sabía que lo había hecho para ayudarlo a aceptar sus sentimientos por YongSoo y darse cuenta de que no era nada malo que los quisiera a los dos a la vez. Una vez había llegado a aquella conclusión, JiSung se había sentido mucho más ligero y feliz y no había podido evitar darle la razón a WookJin… pero no solo eran ellos dos los que decidían las cosas, YongSoo también tenía palabra en todo aquello y si el no aceptaba, no había nada que hacer, aunque de esa forma la situación en la que estaban se volviera incontrolable.

 

            —Creo que entiendo lo que quieres decir —dijo YongSoo cuando WookJin abría la boca de nuevo para explicarse—. Lo que realmente no entiendo es cómo has sabido todo y planeado todo esto… ¿no te daba miedo que las cosas se salieran de tu control?

            —Un poco, no lo voy a negar —respondió WookJin—, pero confiaba en vosotros dos y confiaba en que finalmente pudiéramos llegar a este consenso después de darnos cuenta de que nos queremos muchísimo y no sobra ninguno de nosotros.

 

            YongSoo asintió y después se quedó callado, pensativo, por lo que JiSung aprovechó para acercarse un poco a WookJin para susurrarle.

 

            —¿Qué crees que dirá?

            —Espero que acepte —murmuró el menor en respuesta.

 

            El chico siguió sin decir nada durante un buen rato, debatiéndose entre los pros y los contras de la relación poliamorosa que WookJin había propuesto. JiSung lo había hecho antes. Había muchos contras, pero también había muchos pros y superaban a los contras, sobre todo, si ellos se querían como lo estaban haciendo en aquellos momentos, sin celos y sin estupideces. WookJin se había tomado toda la situación de una manera completamente ejemplar y había hecho todo lo posible para que los primeros pasos en aquella dirección fueran fáciles, en lugar de haber hecho como cualquiera de los novios que JiSung había tenido antes de conocerlo, tener celos y enfadarse.

            —Es… —comenzó YongSoo, hablando de nuevo, y JiSung le prestó toda su atención—. Es extraño y no sé si va a llegar a funcionar del todo… pero no me gustaría haceros daño a ninguno de los dos, ni tampoco quiero hacerme daño yo solo —dijo, jugando con sus dedos, nervioso—. Sí —acabó diciendo—. No sé si puede funcionar o es demasiado idílico para que lo haga, pero me gustaría ser egoísta por una vez ahora que por fin tengo la oportunidad de hacerlo.

 

            JiSung sonrió y en el rostro de WookJin se replicó aquella misma sonrisa. Finalmente, la agonía que se había instalado en su pecho, desde que su corazón había comenzado a latir demasiado rápido y fuerte cuando YongSoo había llegado a sus vidas, se disipó completamente, como si nunca hubiera estado ahí y pudo respirar con normalidad por primera vez en muchos meses. Había sido un calvario darse cuenta de que lo que sentía por YongSoo se parecía mucho a lo que sentía por WookJin y retener todos aquellos sentimientos dentro de sí cuando lo único que quería era gritarlos al resto del mundo. Porque había seguido queriendo a WookJin y por respeto a él, no lo había hecho durante todo aquel tiempo y, solo se había aventurado a ello, en el bosque, después de que su chico le hubiera hablado de desatar sus instintos. Y se había sentido mal, porque había seguido queriendo comerse a besos a YongSoo pero no quería hacerle daño a WookJin por seguir lo que sus sentimientos le dictaban. En aquellos momentos, tras la respuesta afirmativa del chico, era muy feliz.

 

            Por ese motivo y agradecido por no tener que volver a contener ninguno de sus sentimientos por aquellos dos chicos maravillosos de los que se había enamorado, JiSung acabó acercándose a ellos y le dio un beso corto a WookJin en los labios primero, para después ir en busca de YongSoo y volver a atrapar sus labios con los suyos, como lo había hecho en el bosque, saboreando cada rincón de su boca cuando el menor la abrió por la sorpresa. No fue un beso tan desesperado como el primero, pero sí anhelante, porque había echado de menos besar de aquella forma esos labios y solo se separó de YongSoo cuando a los dos comenzó a faltarles el aire y necesitaron respirar. Cuando JiSung se giró hacia WookJin para ver su reacción, se lo encontró mirándolos, con deseo mal contenido en sus ojos y boquiabierto.

 

            —Nunca pensé que veros a los dos de esta forma y tan cerca fuera a encenderme tantísimo —comentó—. Pero ahora mismo estoy que echo fuego y no es por el calor del verano.

 

            JiSung no pudo evitar quererse reír ante aquello, pero antes de que la carcajada ascendiera por su garganta, la lengua de WookJin se adentró en su boca para besarlo y dejarlo sin aliento durante unos momentos. Mientras todavía se recuperaba de aquella invasión a su boca, el menor se acercó a YongSoo para hacer lo mismo que había hecho con él unos segundos antes y JiSung entendió perfectamente lo que WookJin acababa de decir… porque verlos besarse hacía que tuviera muchísimo calor y que necesitara que sus manos lo tocasen, pronto, muy pronto. Quizás, se dijo, podrían tener unos problemas muy grandes con el voyerismo, pero tampoco le importaba demasiado porque todo se había solucionado de la mejor manera posible y los tres iban a comenzar una etapa nueva y muy excitante.

 

~

 

            TaeYeob sintió de repente cómo el agua fría del mar lo salpicó entero y no pudo contener el grito que dio, provocando que la persona que estaba a su lado y que había sido la culpable de salpicarlo, se riera con ganas. YaeYeob le dedicó una mirada asesina e inmediatamente usó su pie para levantar agua y lanzársela a KyuBin como venganza. Este no hizo siquiera por tratar de escapar ni por cubrirse, simplemente recibió el agua que él le había lanzado y aquella pasividad hizo que TaeYeob se enfadara aún más y acabó dando varias patatas consecutivas al agua para mojar más a KyuBin. El mayor se rio ante aquel pequeño ataque de furia, pero no hizo nada por devolvérselo, encajando bien que se hubiera enfadado porque lo había mojado primero.

 

            KyuBin y él eran bastante opuestos en ese sentido. Mientras TaeYeob se lo tomaba todo muy a pecho o como un ataque personal y descargaba su rabia en forma de palabrotas o golpes más dedicados a mostrar su enfado que a hacer verdadero daño, KyuBin se lo tomaba todo con bastante calma y se enfadaba de verdad en muy pocas ocasiones. Él decía que era por la edad, que no estaba ya para tantos disgustos y prefería mantenerse tranquilo antes de que le diera un ataque al corazón, pero TaeYeob sabía perfectamente que era por su carácter, por su buen carácter y porque no le gustaba enfadarse con las personas que quería. Después de todos aquellos años conociéndolo, podía poner su mano en el fuego por ello.

 

            KyuBin acabó empapado después de los sucesivos ataques de TaeYeob y acabó con la camisa que llevaba pegándosele al cuerpo, revelando su torso trabajado de una forma bastante sugerente, lo que provocó que el menor tragase saliva ante aquella visión. KyuBin estaba muy bueno. Siempre lo había estado, pero cada día se cuidaba más e iba más al gimnasio y, aunque llevaba tiempo sin estar en una situación en la que lo pudiera ver sin ropa, se notaba aun con ella puesta que sus músculos se habían definido muchísimo más en los últimos tiempos. TaeYeob se mordio el labio inferior hasta hacerse un poco de daño para obligarse primero a dejar de mirar y segundo a dejar de pensar en aquello, ya tenía bastante con el constante barullo que tenía en su cabeza desde que KyuBin le había acariciado la mejilla, mirándolo fijamente, mientras le retiraba el flequillo de la cara, no podía añadirle que ahora también se sintiera físicamente atraído por él, además de aquel extraño y rápido golpeteo de su corazón, que hacía que sus mejillas y la punta de sus orejas adoptasen un tono rojo brillante.

 

            TaeYeob se forzó a apartar la mirada y a observar la playa, que ni siquiera estaba tan llena de gente, algunas personas aquí y allí, en su propio mundo. Cuando sintió que el sonrojo se le fue pasando, volvió la mirada hacia KyuBin y lo cazó observándolo fijamente, con una sonrisa de oreja a oreja y con la camisa empapada y abierta, revelando su cuerpo trabajado. TaeYeob quiso girar su cabeza de nuevo e incluso irse a donde habían dejado a SungHo para no tener que seguir lidiando con los sentimientos que estaban convirtiendo en su interior en un caos enorme, pero antes de que consiguiera hacer nada, KyuBin ya se había acercado a él y había pasado un brazo por su cintura y otro por sus rodillas, cargándolo como una princesa y caminando hacia el agua.

 

            —¡Ni se te ocurra! ¡Bájame ahora mismo! —le gritó, pataleando, viendo sus intenciones. Había dicho demasiado pronto que KyuBin era una buena persona… puede que lo fuera… pero también tenía un alma de gamberro incorregible—. ¡Hyung! ¡En serio, bájame si no quieres que me enfade!

 

            Pero KyuBin hizo caso omiso a sus protestas y a sus pataleos y se adentró más en el agua, hasta que finalmente se detuvo e inclinó un poco para soltar a TaeYeob dentro. El chico se agarró a su cuello como una garrapata a un perro y cerró los ojos con fuerza, esperando a que lo dejara caer o lo sumergiera en el agua, pero KyuBin volvió a ponerse derecho, riendo y camino de nuevo de vuelta a la orilla, dejando a TaeYeob en la arena. Al abrir los ojos, lo primero que se encontró fue con la sonrisa del mayor, bastante cerca suya y aunque quiso pegarle por lo que había hecho y el susto que le había dado, no pudo hacerlo porque se había quedado paralizado, conteniendo la respiración incluso, justo cuando KyuBin alzó su brazo derecho para retirarle el flequillo de nuevo de la cara, poniéndolo detrás de su oreja. Su cuerpo reaccionó a las yemas de los dedos del mayor contra su mejilla y sin siquiera ser consciente de ello, se inclinó hacia aquel toque, cerrando sus ojos y disfrutando un segundo del contacto, pero KyuBin no retiró la mano tan rápido como había hecho en la anterior ocasión.

 

            TaeYeob abrió de nuevo los ojos y clavó su mirada en la del mayor solo unos segundos porque la intensidad de esta y el cariño que desprendía, fueron demasiado para que los soportara. En cambio, su mirada se desvió hacia abajo, hacia los labios de KyuBin, algo que provocó que su corazón dejara de latir unos instantes. TaeYeob se acabó pasando la lengua por sus propios labios, como anticipando algo, algo que no sabía si estaba bien o no, pero que quería con todas sus fuerzas en esos momentos. Y como si KyuBin hubiera leído sus pensamientos, rápidamente salvó la escasa distancia que los separaba para besar sus labios. Los labios de TaeYeob lo recibieron como si fuera el agua que tanto había ansiado alguien recorriendo el desierto, ese oasis que refrescaba su sed y lo volvía a sentir vivo. La boca de KyuBin se movió contra la suya, buscando los mejores ángulos para acceder más y mejor y cuando el menor dejó escapar un leve suspiro entre los besos, introdujo su lengua en su boca, explorándola al completo, enredándola en la lengua de TaeYeob, haciendo que le temblaran las rodillas y se quedara prácticamente sin respiración.

 

            Cuando finalmente se separaron, KyuBin no dejó de mirarlo con la misma intensidad que antes, pero ahora, con una sonrisa encantadora en su rostro. TaeYeob le puso la mano en el hombro, tocando su piel porque la camisa se le había resbalado un poco y, sin saber si realmente estaba haciendo lo correcto o no, acercó el cuerpo del mayor al suyo y sus labios se volvieron a encontrar en otro beso algo más pausado y calmado en el que TaeYeob sintió la sonrisa de KyuBin contra su boca. Su corazón latía con fuerza, pero lo hizo aún más cuando el mayor lo tomó por la cintura y pegó su cuerpo al suyo, no dejando ni un solo milímetro de espacio entre ellos.

 

            Tendrían que hablar… mucho de hecho, pero por el momento, con besar a KyuBin como si el día de mañana no existiera, tenía suficiente.

 

~

 

            —¿Desde… mmmm… cuándo… te gusto, hyung…? —preguntó el menor casi tartamudeando por el nerviosismo y SungHo no pudo evitar sonreír.

 

            No hacía más que unas pocas horas que finalmente habían reconocido sus sentimientos por el otro y SungHo no cabía en sí de felicidad porque no se había imaginado que finalmente acabara sucediendo algo como aquello, pero después de hablar con KyuBin aquella mañana, había decidido que, si tenía una mínima oportunidad, tenía que intentarlo, porque seguir esperando a que el menor diera el paso era algo que no sabía si se podía permitir o no, habían desperdiciado demasiado tiempo. Habían estado hablando de sus sentimientos durante un rato y JunHyung le había reconocido que no se habría atrevido nunca a decirle nada a no ser que hubiera estado muy seguro de que lo correspondía y SungHo al final había acabado sintiendo que aprovechar aquel momento era lo mejor que había podido hacer nunca, así que, decidió ser sincero contestando a su pregunta.

 

            —Puede que desde hace unos dos años —dijo—. Nunca quise imponerte mis sentimientos, así que no dije nada y simplemente esperé para ver si tú sabías qué era lo que sentías por mí —inspiró profundamente porque la espera se le había hecho bastante eterna, pero ahora estaba feliz—. Y me alegra muchísimo que al final sientas lo mismo por mí.

 

            JunHyung se quedó pensativo durante unos momentos, en silencio, y SungHo acabó apartando su mirada de él y posándola en el atardecer, en el sol hundiéndose profundamente en el mar. Como no estaba pendiente del menor, no se dio cuenta de lo que hacía hasta que no notó la cabeza de este reposando en su hombro. No pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro. JunHyung siempre había sido muy cariñoso con él, pero ahora lo sentía muy diferente, más consciente de lo que estaba haciendo y eso lo alegraba, porque si comenzaba a mostrar sus sentimientos de aquella forma, no iban a tener ningún problema.

 

            Hyung… —murmuró JunHyung—. No sé desde cuando me gustas exactamente —comenzó—, pero creo que es desde hace más tiempo del que me imaginaba…

            —No te preocupes, JunHyung —respondió llevando la mano a su pelo y acariciándolo levemente—. No es lo importante.

 

            Estuvo tentado a dejar un beso sobre su cabeza, pero finalmente no lo hizo y simplemente se quedaron allí un rato más, en silencio, observando el atardecer unos momentos más, hasta que ambos finalmente se levantaron de la arena y se sacudieron los pantalones para volver a la casa. Esa noche iban a hacer una pequeña fiesta por el solsticio de verano y para despedirse de su tiempo en la isla y para la fiesta iban a hacer una pequeña barbacoa y cocinar algo rico, así que, ellos dos, siendo de los que tenían un poco más de idea en lo que se refería a cocinar, debían irse a la casa para que esta no saliera ardiendo. El camino fue corto porque la casa no estaba demasiado lejos de la playa en la que habían pasado en día, pero lo recorrieron en un silencio cómodo y muy juntos, con el brazo derecho de JunHyung sobre sus hombros y su brazo izquierdo envolviendo la cintura del menor.

 

            Al llegar a casa, inmediatamente comenzaron a repartirse las tareas para las que cada uno era más apto. SungHo y TaeYeob acabaron en la cocina, preparando los platos más complicados y dejaron encargado a JunHyung de la barbacoa ayudado por KyuBin y JiSung, que sabían poco de cocinar, pero mucho de comer y se auto asignaron aquel puesto para estar más cerca de la carne. YongSoo y WookJin quedaron relegados a ir de un lado a otro para ir pasando ingredientes, poniendo la mesa y vaguear tirados sobre el suelo del salón. SungHo no pudo evitar fijarse en que el ambiente que había entre todo el grupo de amigos había dejado de ser tenso y supo sin que nadie se lo dijera que las cosas debían de haber salido bien para todos, como para JunHyung y él… y TaeYeob no hizo más que confirmárselo mientras cocinaban.

 

            —¿Puedes creerte que cuando hemos llegado KyuBin hyung y yo a casa antes estaban estos tres imbéciles liándose en el sofá? —le comentó, indignado o al menos pareciéndolo—. Yo no había venido a este viaje para verlos comerse la boca, quiero que me devuelvan mi dinero y mis días perdidos.

            —Bueno… no han sido días del todo perdidos —respondió SungHo, cortando verduras—. Entre KyuBin hyung y tú, quiero decir.

 

            TaeYeob giró su cabeza hacia él rápidamente y lo miró con los ojos muy abiertos, sorprendido de que los hubiera cazado y SungHo no pudo evitar soltar una carcajada. Habían sido demasiado obvios aquellos días, entre las miraditas, el ambiente raro entre ellos, la escapada romántica en moto y cuando JunHyung y él habían vuelto de la playa, SungHo había visto perfectamente cómo KyuBin le había estado acariciando el pelo distraídamente a TaeYeob mientras éste disfrutaba de sus caricias con los ojos cerrados. Teniendo en cuenta cómo el menor solía tenerle aversión profunda al más mínimo contacto físico, aquello había sido una confirmación bastante explícita de que estaban juntos.

 

            —¿Cómo lo has sabido? —le preguntó.

            —No paráis de miraros el uno al otro como si quisierais comeros enteritos —explicó—. Desde el día del lago, creo —y añadió—. Si queréis tener una noche para vosotros a mí no me importa irme a dormir con JunHyung.

            Hyung… no te esperaba yo tan indecente… —replicó TaeYeob, riendo antes de volver a cocinar—. Pero te agradezco la propuesta y sé que KyuBin hyung te la va a agradecer muchísimo más.

 

            SungHo sonrió ampliamente y se sintió un poco realizado porque lo que había sospechado había acabado siendo cierto y porque al final había acabado teniendo la última noche una habitación para él y para JunHyung solos casi sin pretenderlo. La última noche en Jeju iba a ser bastante divertida, entre la buena comida, el alcohol y el amor que se les desbordaba a todos, casi no quería que aquel día se acabara para no tener que regresar a Seúl, a su vida anterior a aquel viaje, pero era algo que tenían que hacer, no podían quedarse allí para siempre. Solo esperaba que las relaciones que se habían forjado en aquella isla paradisiaca, no se desvanecieran en cuanto se bajaran del avión.

 

~

 

            Si alguien le hubiera preguntado en aquellos momentos a WookJin si era feliz, el chico no dudaría ni un solo instante en decir que sí. La noche había caído del todo en Jeju finalmente cuando acabaron de cenar, en el día más largo de todo el año, y el chico acabó sentándose en el cómodo sofá que había fuera en aquel jardín trasero donde habían hecho la barbacoa, al aire libre, disfrutando del buen tiempo. Todo había sido perfecto y había salido según había planeado cuidadosamente, así que, además de satisfecho por la comilona que se acababa de dar, también se sentía satisfecho porque todo había salido bien y por fin iban a poder disfrutar de su relación sin nada que temer, JiSung, él y YongSoo, los tres juntos.

 

            Había tenido miedo a que las cosas no salieran bien, primero mientras planeaba como desarrollar el viaje y después mientras intentaba que todo saliera como lo había pensado porque siempre podían surgir contratiempos, imprevistos y cargarse todo lo que había maquinado. Había estado tenso, aunque había tratado que no se le notara porque su confianza en aquello tenía que hacerse notar para que todo saliera bien y al final había acabado convenciendo a ambos de que la solución que él les proponía a la situación que estaban viviendo era la mejor. Con la aceptación de JiSung y YongSoo, había sentido cómo se había quitado un gran peso de encima y con la tarde que habían pasado, besándose en el sofá mientras trataban de ver una película, el resto del peso que le había quedado terminó por esfumarse por completo. Se complementaban bien, se llevaban increíblemente bien y, sobre todo, se querían mucho, así que, iban a hacer que aquello funcionara a la perfección.

 

            Con una enorme sonrisa en su rostro, se puso cómodo en el sofá y observó al resto de sus amigos dándoles las gracias mentalmente por todo lo que habían hecho por él para que el viaje saliera bien desde el principio, no diciendo nada sobre él a JiSung o a YongSoo para poder engañarlos sobre el propósito del viaje, buscando excusas para alejarse de los tres y darles todo el espacio que necesitaban. Sin ellos allí, no habría sido posible siquiera comenzar, así que, les debía a todos algo por su colaboración, como les había prometido cuando los fue convenciendo para que lo ayudaran. Desde el principio había sido una locura, la mayor locura que WookJin había puesto en marcha, pero también había acabado siendo la que mejor resultado le había dado, así que, no se iba a contener de hacer más locuras como aquella en el futuro.

 

            Mientras WookJin observaba a los otros seis chicos, su mirada fue cazada por JiSung, que le dedicó una sonrisa encantadora antes de alejarse del grupo y caminar hacia él, sentándose a su lado en éste y entrelazando sus manos desde el primer momento, posándolas sobre la pierna del menor y mirándolo con cariño. WookJin sintió que se derretía bajo aquella mirada, pero esperó que no se le notara demasiado tampoco porque si no, JiSung aprovecharía para molestarlo con ello y su relación se basaba en que él molestaba al mayor por cada cosa estúpida que sucedía y no al revés.

 

            —Estás aquí muy solito, ¿no crees? —le dijo JiSung—. ¿Te pasa algo?

            —No, nada —respondió él, negando con su cabeza y esbozando una sonrisa—. Solo estaba pensando en que me alegro que lo nuestro saliera bien.

            —Yo también me alego —murmuró JiSung.

 

            En ese momento, otra figura entró en su campo de visión y WookJin alzó su cabeza para encontrarse con YongSoo ante él, con los brazos cruzados sobre su pecho y un puchero en sus labios, en un descarado intento de verse molesto por algo, a la vez que adorable. Antes de que pudiera decirles nada, alzó la mano libre que tenía hacia YongSoo y lo invitó a cogérsela, provocando que éste lo mirara un poco confuso y con desconfianza durante unos momentos, pero al final tomó su mano y WookJin tiró de él hacia el sofá, sentándolo a su otro lado. Aquel sofá era de dos plazas, así que se tuvieron que apretujar bien para caber en él, pero a WookJin no le importó nada estar en medio de las dos personas que más quería en el mundo y con sus cuerpos tan pegados al suyo que allí donde se tocaban, sus pieles ardían —siendo no solo por el calorcito que hacía a finales de junio en la isla—.

 

            —Quería protestar porque os habíais venido aquí solos a cuchichear —comentó YongSoo—, pero ahora estoy muy a gusto aquí, así que, me ahorro la protesta.

 

            WookJin no pudo evitar la sonrisa que apareció en sus labios al escuchar al chico decir aquello, de la misma forma que no pudo evitar las ganas de acercar sus labios a su cuello y dejar un beso corto contra su piel, notando cómo esta se le erizaba a YongSoo. Ahora que podía y tenía la oportunidad de tocarlo y de besarlo siempre que quisiera, no iba a volver a contenerse, porque durante la adolescencia nunca estuvo seguro de lo que sentía de si la atracción mutua que pensaba que ambos sentían por el otro era real o su mente le estaba jugando malas pasada, y después de que volviera a su vida, había pasado demasiado tiempo queriendo poder hacer cosas como aquella con él. Habían sido muchos años los que habían pasado y ya era hora de que pudiera hacerlo.

 

            —WookJin… —murmuró YongSoo, nervioso y algo avergonzado—. Están todos aquí y nos pueden ver…

 

            Aquel pequeño ataque de vergüenza provocó que tanto WookJin como JiSung se rieran a carcajadas ante un confuso YongSoo, que los miró a ambos como si estuvieran terriblemente locos.

 

            —Ya nos han visto KyuBin y TaeYeob mientras nos estábamos liando esta tarde —comenzó JiSung—. ¿Qué más dará que nos vean dándonos algún que otro beso?

 

            YongSoo abrió la boca como para protestar, pero al final la cerró porque pareció darse cuenta de que en realidad no importaba en absoluto y les sonrió a los dos antes de darles la razón. Inmediatamente después de eso, se levantó del sofá y se inclinó sobre ambos para darles un beso a cada uno antes de volver a sentarse, pegado a WookJin y cogiéndole la otra mano tal y como JiSung estaba haciendo, con un leve sonrojo cubriendo sus mejillas.

 

            Sí. Totalmente sí. Si a WookJin le preguntaban en esa noche del solsticio de verano si era feliz, el chico no dudaría en responder que era inmensamente feliz y que todo era casi como un sueño que no quería que acabase nunca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Halli Galli es el juego de cartas con un timbre en medio que hay que pulsar cuando entre todas las cartas de la mesa, sumen 5 frutas, el más rápido se va llevando las cartas y los demás las van perdiendo. (OOO juega a esto en un par de videos de Origin, por si queréis ver cómo es).

—Como imagino que habréis podido comprobar, toda la historia ha sido montada a través de escenas del MV de libidO y del behind video. No lo he incluido todo porque a veces eran escenas que no aportaban nada o que no sabía cómo encajarlas simplemente.

—Y nada más, solo agradecer a las personas que han hecho este viaje de un mes conmigo (o que leerán esto dentro de algún tiempo) por tomarse la molestia de darle un poco de vuestro amor a esta historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario