jueves, 15 de septiembre de 2022

[Chapter 2] begin to be free {KyuJung}

Chapter 2

 

            Kyubin se despertó al escuchar cómo una puerta se cerraba y se revolvió en la cama, sintiendo un enorme dolor de cabeza, como si alguien le estuviese taladrando el cerebro. Ni siquiera abrió los ojos, completamente seguro de que, si lo hacía, la luz que estaba entrando a través de los enormes ventanales que tenía aquel apartamento provocaría que le doliera aún más. Tenía que comprar cortinas, pero todavía le faltaban un montón de cosas que comprar para su nuevo hogar que eran mucho más urgentes, sobre todo, porque la falta de cortinas y la entrada de luz hacía que se despertase por las mañanas para ir al trabajo mucho más fácilmente… el problema eran los fines de semana y, al parecer, era un problema todavía mayor si había salido a beber. Quizás no debería haber salido a beber o, al menos, no tenía que haber bebido tanto porque la resaca no era ni medio normal. Kyubin se removió en la cama, tumbándose bocabajo, las manos bajo su almohada, hundiendo su cara en ésta, para ocultar sus ojos de la luz de la mañana que entraba por la ventana, inspirando hondo el olor a mandarina y lima que estaba incrustado en la tela. Mandarina y lima… su colonia no olía a para nada así. Abrió sus ojos y sacó la cara de su almohada con rapidez, extrañado, girándose en la cama para darle la espalda a la ventana y poder pensar con claridad sin que los rayos del sol lo cegaran y le provocaran aún más dolor de cabeza. Fue entonces cuando la vio, la pequeña figura de una grulla hecha con el envoltorio plateado de un chicle, sobre la tele y en la cabeza de Kyubin comenzaron a aparecer, una tras otra, escenas de la noche anterior.

 

            Había salido a beber, no muy lejos de casa, a un barrio lleno de bares por el que solía pasar en su camino de vuelta del trabajo, tratando de ahogar todos los pensamientos que ocupaban su mente en el alcohol, queriendo olvidarse de todos ellos… pero mientras bebía, había visto pasar por su lado a una figura conocida, la figura de un muchacho alto, delgado, de cabello rubio y ondulado y un precioso rostro de rasgos delicados, vestido con una camiseta blanca y unos vaqueros azules ajustados. Kyubin había salido del local tambaleándose, en busca de aquella figura y se había alegrado tantísimo de que fuera el chico que había ocupado sus pensamientos en las últimas semanas, que había hecho una locura. Se llevó las manos a la cara y acabó soltando un gruñido de completa frustración. Su cerebro no le permitía ver más que retazos de lo que había pasado, demasiado intoxicado en alcohol como para poder recordarlo todo, pero tenía fresco en su memoria cómo había besado al chico, cómo éste lo había llevado a casa y cómo él lo había abrazado en la cama y no lo había dejado ir, siendo esto último el motivo por el cual su almohada olía a mandarina y lima.

 

            Quiso llamarse idiota, darse de cabezazos contra la pared y taparse por completo con la colcha para gritar de pura vergüenza y frustración… pero no lo hizo, Kyubin simplemente dejo escapar un suspiro profundo y se levantó de la cama, salvando los apenas dos pasos de distancia que había entre el lugar en el que había tirado el colchón mientras esperaba a cobrar para poder comprar el resto de la cama y donde había colocado la televisión, agachándose un segundo para ver de cerca la pequeña grulla hecha con el envoltorio plateado de los chicles y cogerla delicadamente con sus dedos un instante después, observando cómo los pliegues estaban hechos de una forma tan precisa que hacían a aquella grulla parecer la más hermosa de todas a pesar de que fuera tan pequeña. Dejó escapar un suspiro profundo y después volvió a la cama, dejándose caer de espaldas sobre ella, alzando su mano y colocándola a la altura de su rostro para seguir observando la grulla, como si estuviera observando a la persona que sabía que la había hecho, una sonrisa apareciendo en sus labios sin que pudiera hacer nada por evitarlo.

 

            Era un idiota. No tenía otro nombre. Ni siquiera sabía cómo se llamaba aquel chico precioso que trabajaba en la hamburguesería, no sabía ni algo tan normal como aquello, pero Kyubin no había podido evitar sentirse atraído hacia él como si fuera un planeta girando en torno a su estrella por la fuerza de la gravedad. No sabía lo que había sido, pero desde la primera vez que había pasado junto al local y lo había visto bailando a través del cristal del escaparate, no había podido dejar de pensar en él. Al principio solo le había parecido un chico adorable, pero después de entrar por primera vez al lugar para cenar, aquello había cambiado. De cerca, su pelo rubio y ondulado enmarcaba un rostro precioso de rasgos delicados, unos ojos castaños grandes y expresivos que lo miraban, brillando como si contuvieran un millón de estrellas, y lo seguían a todas partes, con curiosidad, una nariz alta y recta y unos labios no demasiado finos, pero tampoco demasiado gruesos, que Kyubin había deseado probar en más de una ocasión porque parecían suaves y sentía que encajarían a la perfección con los suyos… quizás por eso, la noche anterior, en el estado en el que estaba, lo primero que había hecho había sido tomar aquellos labios que ahora sí sabía a ciencia cierta que eran increíblemente suaves. Ni siquiera sabía por qué se sentía así, por qué aquel chico había provocado que lo único que quisiera fuera estar a su lado, verlo, besarlo, tocarlo, pero Kyubin se había lanzado a un abismo oscuro y profundo en el que lo único que tenía claro es que iba a sufrir porque que le gustase un chico no era algo que pudiera acabar bien.

 

            Kyubin nunca antes se había planteado su sexualidad. En su Masan natal había salido con algunas chicas, había intentado sentirse bien en su compañía, ilusionado, feliz, pero nunca lo había logrado y había acabado abandonando aquellas relaciones sin ningún remordimiento. Siempre había pensado que era porque no había encontrado a la mujer adecuada, pero después de conocer al chico, había sentido todo aquello que debía de haber sentido con las que habían sido sus parejas. Eso lo hacía gay… o al menos eso era lo que suponía. Había pasado semanas y semanas dándole vueltas a todo, intentando entenderse, tratando de encontrar cuál era la pieza del puzle que no encajaba, averiguando por qué se sentía atraído de aquella manera hacia aquel muchacho, hasta que al final había tenido aquella revelación, lo primero que había hecho había sido acercarse a la hamburguesería, encontrándose con que este estaba demasiado ocupado con “la semana de la hamburguesa”. Había aprovechado ese día para poder observarlo sin que el chico se diera cuenta, demasiado centrado en la fiesta de cumpleaños que se estaba celebrando en el local y había llegado a la conclusión de que aquel muchacho simplemente era precioso de la cabeza a los pies, no solo su rostro, todo él lo era, y su cuerpo delgado se le hacía atractivo, pero había sido su olor, a mandarina y lima, cuando se había acercado a él para susurrarle lo que quería pedir lo que había hecho que Kyubin casi enloqueciera.

 

            No se lo había tomado especialmente bien porque seguía sin entender por qué le estaba pasando aquello y por qué tenía que ser con aquel chico… por eso había salido a beber la noche anterior, para tratar de ahogar todos sus pensamientos en el alcohol y, sobre todo, para intentar olvidarlo, aunque fuera solo durante unos momentos. Sin embargo, le había salido el tiro por la culata y la situación que tenía ahora entre manos era completamente diferente a antes… también mucho más complicada. Kyubin se pasó las manos por la cara, muy frustrado, y se levantó de la cama casi de un salto, devanándose los sesos para intentar encontrar una solución a todo aquello, porque estaba seguro de que el otro querría una explicación de sus acciones y él no sabía hasta qué punto las mejillas sonrojadas del muchacho eran prueba de nada. Aún con el dolor de cabeza que le había provocado la resaca, Kyubin no dejó de pensar y pensar, dando vueltas por su apartamento como si se tratase de un león enjaulado, cogiendo libros de vez en cuando para tratar de aclararse las ideas, pero se pasó toda la mañana de aquella forma sin dar con la solución correcta a la situación en la que estaba.

 

 

🐟🍷

 

            Si Kyubin lo pensaba con la cabeza fría, nunca le había dado demasiadas vueltas a sus sentimientos. Nunca había tenido la oportunidad de hacerlo, en realidad. Cuando había salido con algunas chicas habían sido estas las que se habían acercado primero a él, las que le habían pedido que se conocieran mejor, las que habían dado todos los primeros pasos en sus relaciones y las que al final habían acabado dejándolo. Siempre se había dejado llevar por ellas y tampoco le había dado demasiadas vueltas al por qué éstas habían dado por finalizadas las relaciones. No se había comportado mal con ellas en ningún momento, pero tampoco había sentido nada por ellas, ni una pequeñísima chispa cuando se besaban, cuando se tocaban por debajo de la ropa, ni siquiera cuando unían sus cuerpos como si fueran uno solo, en esos momentos, lo único que Kyubin había sentido era excitación por la situación caldeada y el placer del orgasmo al llegar a él. Por eso, pensar en cómo se sentía con respecto a aquel chico le estaba dejando el cerebro completamente frito, incluso a pesar de que se había tomado una pastilla para la resaca y que había intentado seguir con su vida, duchándose para quitarse el olor a alcohol, comiendo un poco y tratando de adecentar su apartamento, hacer la compra de las cosas que le hacían falta para el resto de la semana… pero dejar de pensar en él y en cómo se sentía con respecto a él, eso no había podido dejar de hacerlo.

 

            En el mes escaso que llevaba viviendo en Seúl había ido más veces de las que podía contar a aquella hamburguesería, primero simplemente porque le pillaba de camino y no parecía un mal lugar para cenar, pero después se había descubierto yendo al lugar más por el chico que por las hamburguesas, que no estaban malas, pero tampoco eran una delicia merecedora de que se gastara en el lugar parte de su sueldo cuando podía estar ahorrándolo para terminar de pagar alguna de las cosas que le faltaban por comprar para el piso. Era la primera vez que hacía algo como aquello, que actuaba por algo parecido a un impulso, sin razonarlo primero, y no sabía realmente por qué lo hacía, por lo que Kyubin se sentía un poco frustrado, por no ser capaz de entenderse, por no ser capaz de dar con la razón por la que aquel muchacho que apenas conocía era capaz de romperle absolutamente todos sus esquemas. Porque a pesar de que había llegado a la conclusión de que quizás se encontraba así porque le gustaba, porque sentía algo por él, Kyubin no podía hacer absolutamente nada para remediarlo que no fuera olvidarse de él, alejarse de él, porque algo como aquello estaba abocado al fracaso… además, tenía un poco de miedo sobre cuál podría ser la reacción del chico. A pesar de que había tratado de recordar lo que había pasado cuando se había emborrachado, tenía muchas lagunas, había muchos huecos en su memoria que era incapaz de rellenar. Recordaba haberlo besado en la cabina, el sabor de sus labios a alcohol y chicle de fresa, de la misma forma que recordaba que cuando habían llegado y el chico lo había dejado sobre la cama, él se había abrazado a su cuerpo y no lo había dejado escapar, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo y durmiéndose con una sonrisa en su rostro; pero no recordaba lo más importante, las reacciones del chico.

 

            Aquel muchacho había sido lo suficientemente amable como para llevarlo hasta su casa porque estaba demasiado borracho como para mantenerse en pie y hacer algo coherente por sí mismo, pero eso no quería decir absolutamente nada. Que fuera amable con él, que le robase miradas de vez en cuando, o que se pusiera nervioso en algunos momentos, no quería decir nada. Había muchos motivos por los cuales podía tener aquellas reacciones, aquel comportamiento con él y Kyubin estaba completamente seguro de que ninguna de ellas se acercaba siquiera a lo que él mismo estaba sintiendo, experimentando. Por ese motivo, lo único que podía hacer, lo único que debía hacer, era pedirle disculpas por su comportamiento, achacarlo a que había estado demasiado borracho y a que no sabía lo que hacía y tratar de alejarse de él, a pesar de lo mucho que quisiera verlo. Debía recobrar la cordura, debía dejar a un lado aquel estúpido comportamiento suyo completamente irracional y volver a pensar con la cabeza. Eso era lo único que podía hacer por ambos, así que, iría a hablar con el chico de aquello y lo aclararía todo para que éste no se sintiera mal por lo que había pasado, por los errores que Kyubin había cometido y que no debía de volver a cometer más.

 

🐟🍷

 

            La intención de Kyubin había sido ir el lunes a la hamburguesería, justo después de terminar su trabajo, para tratar de hablar las cosas con el chico y aclarar así lo que había pasado, no sabiendo si éste tenía turno los fines de semana porque nunca había ido; no obstante, el lunes el trabajo en la oficina se había complicado y no había podido salir de allí hasta que no se había hecho ya demasiado tarde y cuando había pasado por el local, este estaba cerrado a cal y canto, persianas echadas, luces apagadas y el cartel que ponía “closed” en la puerta. Tuvo que hacer de tripas corazón y esperar hasta el día siguiente para poder ir a hablar con aquel chico porque le debía una explicación, una explicación a la que le había dado mil vueltas y en la que había ensayado sus palabras una y otra vez durante todo el fin de semana. No quería que el chico se sintiera incómodo con él por lo que había sucedido, no quería que la próxima vez que fuera a la hamburguesería a cenar, a observarlo, éste lo mirase con odio.

 

            La noche del martes llegó, aunque mucho más lento de lo que Kyubin habría deseado que lo hiciera y casi no pudo aguantarse las ganas de correr hasta el local en cuanto salió del trabajo. Sin embargo, había decidido que iría cerca de la hora del cierre, cuando no supusiera ningún tipo de carga para el chico y cuando pudieran hablar tranquilamente sin que ningún cliente entrara y los interrumpiera. Por eso, estuvo en casa esperando nerviosamente hasta que la hora en la que seguía preparando cenas terminaba y después salió de su apartamento como alma que llevaba el diablo, apenas cerrando correctamente la puerta, camino a la hamburguesería. Apenas unos minutos más tarde, llegaba al local y entraba a él, encontrándolo vacío, dándose cuenta de que la campanilla que había en la puerta y que siempre anunciaba la entrada de alguien al local, ese día no sonó. No había ni un solo cliente y el chico no se encontraba tras el mostrador. Confuso y curioso, Kyubin avanzó hasta colocarse justo al lado del mostrador, en el estrecho pasillo que había entre éste y el tabique que separaba la cocina del resto del local, inclinándose un poco hacia el interior, tratando de ver si el muchacho se encontraba en la cocina, recogiendo o limpiando… pero éste no estaba tampoco allí. No estaba allí dentro, pero tampoco podía haber ido demasiado lejos dejando el local abierto, o al menos eso era lo que esperaba, porque no quería pensar en que le hubiera pasado nada malo. Tratando de encontrar una pista de dónde podía estar, giró su cabeza hacia el otro lado, descubriendo sobre el mostrador un paquete de chicles vacío y otro empezado, junto con un par de grullas hechas con el papel plateado que envolvía los chicles individualmente. Kyubin se inclinó un poco sobre el mostrador para verlas mejor, a pesar de que sabía que eran exactamente como la que él tenía en casa, dejada por el chico al que había ido a ver.

 

            Tan enfocado estaba en aquellas grullas que no se dio cuenta de que la puerta del local se abría y que por ella entraba aquel que buscaba, la campanilla que no funcionaba no avisándolo de ello tampoco. Por ese motivo, solo se percató de que éste estaba de nuevo en el local cuando intentó pasar por su lado a la vez que Kyubin se giraba para salir del estrecho pasillo entre el mostrador y el tabique de la cocina, dispuesto a buscar al chico. Se quedó completamente paralizado, ambos lo hicieron, Kyubin pegando su cuerpo al mostrador mientras que el muchacho lo pegaba al tabique, habiendo entre ambos apenas unos pocos centímetros de distancia. El tiempo pareció detenerse en esos instantes, mientras el chico pasaba por su lado, alzando la cabeza, sus ojos encontrándose al hacerlo. Kyubin se quedó sin respiración y su corazón se detuvo durante unos momentos antes de comenzar a latir de forma demasiado acelerada dentro de su pecho, sin poder apartar la mirada de aquellos ojos castaños, de aquel rostro precioso cuyas mejillas se empezaban a tornar de un leve color rojizo. No obstante, el momento acabó, el chico desvió su mirada y la magia se rompió, éste finalmente terminando de pasar por su lado y colocándose detrás del mostrador, Kyubin obligándose a salir de aquel estrecho pasillo porque se suponía que no debía de estar allí.

 

            Había ido a la hamburguesería para decirle a aquel muchacho que todo había pasado porque estaba demasiado borracho el viernes y que no debía de haber sucedido nada como aquello entre ellos para después tratar de alejarse y de olvidarlo, pero después de aquel momento, Kyubin ya no lo tenía claro. Su corazón no dejaba de latir demasiado rápido dentro de su pecho y él era lo suficientemente listo para saber que aquella reacción solo podía significar una cosa, por lo que al final decidió hacer un cambio de última hora en el discurso que había preparado y ensayado durante todo el fin de semana.

 

            —La cocina está cerrada… por si venías a cenar —dijo el muchacho, sacándolo de sus pensamientos—. Acabo de sacar la basura.

            —No… mmm… no venía a cenar —respondió, provocando que una expresión de completa confusión apareciera en el rostro del chico ante él—. Venía a hablar contigo de lo que pasó el otro día —el chico asintió levemente a sus palabras y después se mordisqueó levemente el labio inferior, pareciendo estar nervioso—. Primero de todo, siento mis acciones, no debía de haberme emborrachado tanto y me avergüenza que me hayas tenido que ver en ese estado cuando apenas nos conocemos —dijo. La expresión del muchacho se volvió ilegible para él en ese momento y, ahora, el que estaba nervioso era él—. Sin embargo, no quiero arrepentirme de ellas, todo esto es nuevo para mí, pero me gustaría poder conocerte… si es lo que tú quieres también… sino, te pido disculpas por todo, la noche del viernes y mis palabras hoy y desapareceré de tu vida como si nunca hubiera entrado en ella.

 

            Kyubin dijo aquello con el corazón encogido y el silencio absoluto que siguió a sus palabras, lo hizo temerse lo peor. No podía leer en el rostro del muchacho qué era lo que había provocado con sus palabras y no sabía qué era lo que esperar tampoco. Había cambiado de opinión de golpe, había decidido intentarlo, lanzarse al abismo por si había una mínima oportunidad de al menos comenzar algo diferente, algo que pudiera hacerlo sentir, a pesar de que lo que había ido a decirle en un primer momento había sido completamente diferente. La espera se le hizo eterna, a pesar de que seguro que no había pasado ni un minuto desde que había terminado de hablar hasta que el chico abrió la boca para contestarle.

 

            —¿Qué… qué es nuevo para ti? —fue lo que le dijo y Kyubin tragó saliva, sintiendo su boca repentinamente seca, antes de responderle.

            —Que me… guste un chico.

 

            El silencio se extendió de nuevo entre ellos y Kyubin se temió lo peor, pero entonces el chico ante él parpadeó rápidamente y después se pellizcó las mejillas con ambas manos, como si quisiera asegurarse de que lo que acababa de escuchar era real. El corazón de Kyubin comenzó a latir rápidamente dentro de su pecho en el momento en el que el muchacho le dedicó una sonrisa amplia, sus ojos brillando como si contuvieran un millón de estrellas.

 

            —Hablas en serio, ¿verdad? No estoy soñando —comentó. Kyubin asintió a lo primero y negó a lo segundo—. Vale, perdona… no me… esperaba esto.

 

            El chico dijo aquello y después se dejó caer sobre la silla que había detrás del mostrador y encendió el pequeño ventilador que tenía sobre éste, poniéndolo directamente para que le diera el aire en la cara. Kyubin se fijó en ese momento que el color rojo acababa de ascender a sus mejillas y que teñía también la punta de sus orejas. No pudo evitar sonreír porque la reacción que había tenido le parecía adorable y notó cómo su corazón se calmaba por una vez en todo el rato que llevaba allí, sintiéndose tranquilo. Sus palabras habían sido bien recibidas, el chico no lo odiaba, es más, parecía que había estado esperando una especie de rechazo por su parte y no que le propusiera conocerlo ni que le dijera que creía que le gustaba, como si una parte de él se hubiera resignado a perder todo tipo de esperanza. Aquello hizo que Kyubin tuviera un poco más de confianza en todo aquello, en que aquel chico pudiera sentirse atraído por él de verdad, en que, a pesar de las circunstancias, a pesar del lugar en el que se encontraban y de la época que era, quizás, podían comenzar algo juntos y llevar a sus vidas algo más de felicidad.

 

            —Kyubin —dijo, inclinándose sobre el mostrador, apoyándose sobre sus codos en éste—. Mi nombre es Shin Kyubin.

 

            El chico desvió su vista de las aspas que giraban en el ventilador para mirarlo a él, dedicándole una sonrisa completamente encantadora que provocó que el corazón de Kyubin se parase durante un segundo antes de responder:

 

            —Lee Taeyeob.

 

🐟🍷

 

            Ir a la hamburguesería casi cada noche, después de la hora de cierre de la cocina, simplemente para hacer compañía a Taeyeob y hablar con él, para conocerlo mejor, se hizo una constante en la vida de Kyubin. A veces también iba a cenar, cuando no le había dado tiempo a hacer la compra y tenía poco a lo que echar mano en la nevera, pero eran más los días en los que simplemente estaba allí para estar con él durante un rato, ayudarlo a cerrar y acompañarlo después hasta su parada de autobús. Pasar el tiempo con él era divertido, hablar con él, de todo y de nada, le encantaba, verlo desinhibirse en su presencia, cada día menos nervioso por estar a su lado, más hablador y haciendo bromas con él, era encantador, pero quizás lo que más le gustaba a Kyubin era verlo bailar, al ritmo de la música que sonara en la radio cuando estaba terminando de limpiar el local para cerrar, simplemente dejándose llevar por el ritmo de la música, con una sonrisa feliz en su rostro. Lo hacia reír, lo hacía sentir en calma y cada día se daba cuenta de que quizás, aquello era lo que siempre había necesitado, desde el principio. Habían hablado, largo y tendido, sobre aquello también, sobre los sentimientos que habían crecido sobre el otro, la forma en la que ambos se sentían atraídos y habían decidido tomarlo con calma, conocerse, estar a gusto el uno con el otro y Taeyeob le había dicho que no lo forzaría a hacer nada que no quisiera para no asustarlo. Kyubin podría haberle contestado en ese momento que había muy pocas cosas que lo asustaban y que no estaba asustado por estar con él, por hacer lo que él quisiera, por dejarse llevar y divertirse… pero habría mentido porque sí que tenía un poco de miedo.

 

            En el verano de 1997, era la primera vez que Kyubin experimentaba algo como aquello, era la primera vez que sentía que su corazón se aceleraba estando con alguien, era la primera vez que se quedaba sin respiración ante la belleza de alguien, era la primera vez que deseaba besar a todas horas los labios de alguien y, quizás, estaba un poco asustado, a la vez que excitado, por lo que le deparaba el futuro.

 

🐟🍷

 

            A pesar de que su intención aquella noche había sido simplemente cenar y tumbarse en la cama a dormir, con la televisión de fondo, para recargar las pilas porque la semana había sido bastante intensa en el trabajo, pero cuando se tumbó sobre el colchón, a pesar de estar terriblemente cansado, Kyubin no pudo cerrar los ojos porque lo único en lo que pensaba era en que quería ver a Taeyeob. Era viernes, así que, iba a ser el último día de la semana hasta el lunes, que pudiera volver a ir a la hamburguesería para verlo, lo que lo dejaba sin verlo cuatro días, ya que el día anterior no había ido, y no supo realmente por qué, pero aquello le pareció inaceptable y acabó vistiéndose de nuevo para salir a la calle. Era algo tarde y no sabía si el chico seguiría estando en el local, si seguía allí, tendría que estar a punto de cerrar, por lo que Kyubin caminó rápido, bastante más rápido de lo que solía hacerlo, para tratar de alcanzarlo todavía en el lugar y que Taeyeob no se hubiera ido ya. Cuando llegó, no obstante, no se encontró al chico terminando de recoger y cerrando el local, sino que éste estaba todavía allí dentro, con las luces apagadas, solo una bola de luces enchufada a la pared de diferentes colores que daba vueltas por el lugar iluminando la escena, bailando desenfrenadamente al ritmo de una música que no se podía escuchar allí fuera. Kyubin se detuvo en seco al ver aquella escena a través del cristal del escaparate, primero porque no se había esperado aquella escena, y segundo porque ésta le recordó a la primera vez que había visto a Taeyeob, en aquel mismo local, bailando completamente libre, sin prestar atención a nada más, solo disfrutando. Kyubin no pudo evitar que una sonrisa amplia apareciera en su rostro al verlo. La primera vez que lo había visto le había parecido adorable, pero en aquellos momentos había algo más, no solo le parecía adorable, también le parecía encantador y lo hacía feliz ver cómo el chico simplemente disfrutaba.

 

            Sabiendo perfectamente que Taeyeob no se había dado cuenta de que estaba allí, simplemente avanzó hacia la puerta de la hamburguesería, como si una fuerza superior lo impulsara a ello, abriendo la puerta de golpe y entrando al local, con una sonrisa de oreja a oreja y colocándose frente al chico, con una pose digna de “Fiebre del sábado noche”. Taeyeob dejó de bailar al verlo, en su rostro expresando toda la sorpresa y confusión de verlo allí, de aquella forma, ante él, pero Kyubin entonces comenzó a moverse al ritmo de la música que sonaba dentro del local, sin saber realmente lo que hacía, solo moviendo su cuerpo como había visto hacer a los idols que salían en la tele y Taeyeob dejó escapar una carcajada al verlo de aquella forma, cualquier tensión que hubiera aparecido en su cuerpo dejando de existir inmediatamente. Kyubin también rio, contagiándose de la risa del chico, pero siguió bailando, acercándose a él, hasta que tan solo estuvo a un par de pasos de distancia, sintiendo sus músculos ligeros como una pluma a pesar de que hasta hacía tan solo una media hora estaba demasiado cansado como para poder hacer nada más que tirarse sobre la cama a dormir.

 

            —Kyubin hyung —lo llamó el chico, todavía riendo—. ¿Qué haces aquí?

            —Unirme a la fiesta —replicó.

 

            Su respuesta hizo reír a Taeyeob de nuevo, pero también provocó que éste volviera a bailar de la forma en la que lo había hecho antes, aunque aquella vez, haciéndolo junto a Kyubin, interactuando con él. Ninguno de los dos bailaba bien, pero aquello no era tampoco ninguna competición, por lo que no importaba en absoluto, lo único importante en esos momentos era divertirse, el uno con el otro, sin pensar, solo disfrutar. Movimientos sin ninguna coordinación, Taeyeob cogiéndolo de la mano para hacer que girase sobre sí mismo, riendo a carcajadas ante la forma incómoda en la que les había salido aquel paso, Kyubin tratando de hacer lo mismo con él y fallando estrepitosamente en el intento, provocando que al final sus cuerpos quedaran pegados el uno contra el otro, su brazo izquierdo echado sobre el hombro del chico, éste sujetando su muñeca, pegando su espalda al pecho de Kyubin, sin parar de reír, mientras seguían bailando al ritmo de la música hasta que ésta se fue diluyendo poco a poco y la voz del presentador de aquel programa de radio sonó por encima de ella. Solo en ese momento ambos se separaron, los dos jadeando por el baile, sin aire en sus pulmones, pero con sonrisas imborrables en sus rostros.

 

            —Voy a por agua, un momento —le dijo Taeyeob, desapareciendo tras el tabique de la cocina.

 

            Kyubin aprovechó aquel momento de pausa para recuperar un poco el aire, dejándose caer sobre la barra que había bajo el cristal del escaparate, donde solía sentarse a comer. Su corazón latía rápidamente dentro de su pecho y sabía que se debía en parte al esfuerzo de bailar y por la cercanía del cuerpo de Taeyeob, por las sonrisas que el chico le había dedicado y por el momento que acababan de compartir. Cuando era más joven y todavía salía de fiesta a pubs y discotecas con sus amigos nunca había sido tanto de bailar en la pista, sino que había preferido beber mientras jugaban a algún juego y pasar la noche de una forma algo más tranquila, aunque disfrutando de ella al máximo, pero aquel corto baile que había compartido con el chico había sido extremadamente divertido y Kyubin casi quería volver a repetirlo a pesar de que había confirmado de nuevo que tenía dos pies izquierdos, no aptos para ningún tipo de baile.

 

            —Aquí tienes.

 

            El chico le dio un vaso de plástico con agua y Kyubin no tardó en cogerlo y agradecérselo, comenzando a beber inmediatamente, sintiendo cómo el agua ayudaba considerablemente a su falta de aire, humedeciendo de nuevo su garganta. Taeyeob, que había llenado también un vaso para él, bebió de él y después se colocó a su lado, dejándose caer sobre la barra, muy cerca de su cuerpo, tan cerca que casi se tocaban. Kyubin no pudo evitar sentir una pequeña corriente eléctrica recorrer su brazo izquierdo cuando el derecho del chico se rozó contra el suyo durante un solo segundo y acabó carraspeando para tratar de obviar aquel sentimiento, hablando, girando su rostro hacia Taeyeob.

 

            —Una fiesta divertida —le dijo, provocando que el chico volviera a reír—. ¿A qué se debe?

            —Me apetecía tener un poco de diversión —respondió—. Desde que terminamos los finales mis amigos no están en Seúl y no he podido salir… y no puedo hacer tampoco ruido en casa porque tengo vecinos.

 

            Kyubin asintió a su respuesta, pero no dijo nada, dedicándose a beber un poco más de agua para terminar de recuperar el aliento. Taeyeob le había comentado hacía unas semanas que había acabado los exámenes y también que aquel era su último curso en la universidad. No le había comentado nada de que quisiera salir y suponía que no lo había hecho porque la diferencia de edad entre ambos era una pequeña brecha. Él ya se encontraba en el mundo laboral, con un trabajo estable y un apartamento que en algún momento seria suyo, mientras que el chico todavía estaba todavía en la universidad, viviendo los mejores años de su vida, sin demasiadas preocupaciones.

 

            —Aunque debería ir terminando la fiesta pronto —añadió Taeyeob, haciendo que Kyubin volviera a fijar su atención en él—. Es hora de ir cerrando el local y no quiero que nadie le diga a mi jefe que he montado una discoteca aquí dentro.

 

            El chico parecía un poco decepcionado por tener que acabar con aquello tan pronto porque estaba claro que se lo había estado pasando increíblemente bien incluso antes de que Kyubin llegara, pero una mirada al reloj que se encontraba en la hamburguesería, le confirmó que realmente era hora de que cerrara, además de saber a la perfección que el trabajo de medio tiempo del chico era importante para él y no debía perderlo por algo como aquello. Verlo de aquella forma, pareciendo triste por ello, hizo que algo se removiera en su interior y que Kyubin acabara hablando antes de pensar en las consecuencias de sus palabras, simplemente movido por aquel sentimiento en su corazón, el que le decía que no quería ver a Taeyeob triste porque con una sonrisa en su rostro era el ser más precioso sobre la faz de la tierra.

 

            —Podemos continuar la fiesta en mi piso —fue lo que dijo y cuando el chico giró su cabeza hacia él parecía confundido además de sorprendido. Solo en ese momento, Kyubin se dio cuenta de que acababa de invitar a Taeyeob a su apartamento y añadió—: no podremos poner música muy alta, pero tengo algo de alcohol y podemos estar un rato hasta que tengas que coger el autobús para volver a casa.

 

            Taeyeob siguió en silencio durante unos momentos, como si estuviera terminando de procesar sus palabras, algo que le había pasado con anterioridad y que provocaba que en la mente de Kyubin apareciera el pensamiento intrusivo de que era adorable; pero después de unos momentos sonreía y asentía a su propuesta, pareciendo completamente encantado con ella. Le pidió un momento para terminar de recoger el local y Kyubin se lo dio sin ningún problema, todavía quedaban un par de horas para que los autobuses dejaran de pasar y podían estar un rato más juntos, disfrutando de la compañía del otro y pasándolo bien, además, Taeyeob apenas tardó en recoger lo que le quedaba y cerrar, ambos encaminándose al apartamento de Kyubin mientras no podían dejar de reír y hacer planes sobre lo que podían hacer cuando llegaran a casa. Durante el trayecto, la sonrisa de Taeyeob le pareció mucho más preciosa de lo que le había parecido hasta el momento, mientras por otra parte trataba de ignorar el sentimiento que provocaba en su piel, en la boca de su estómago, cuando sus brazos se rozaban al caminar, casi pegados el uno al otro.

 

🐟🍷

 

            Kyubin se percató de que a pesar de que le había dicho a Taeyeob que en su casa podrían beber un poco, no tenía demasiado alcohol porque solo hacía un par de meses que se había mudado allí y lo único que tenía era una botella de whiskey que le habían llevado sus padres cuando habían ido a visitarlo hacía poco. No había hecho la compra todavía aquella semana tampoco, así que, ni siquiera tenía un par de cervezas en la nevera, por lo que se sintió un poco culpable por ello, pero esperaba que al chico no le importase demasiado y cogió un par de vasos y la botella de whiskey para llevarlos hasta la pequeña mesa auxiliar que tenía junto al sofá, donde Taeyeob lo estaba esperando sentado.

 

            —Esto es lo único que tengo —le dijo, señalándole la botella de whiskey que llevaba en su mano—. No recordaba que se me habían acabado las cervezas.

            —El whiskey está bien —respondió Taeyeob, dedicándole una sonrisa.

 

            La sonrisa se replicó en el rostro de Kyubin, que después dejó las copas sobre la mesa y abrió la botella de whiskey con cuidado, llenando solo un par de dedos de los vasos, después simplemente dejó la botella en la mesa y cogió las copas, entregándole una de ellas a Taeyeob antes de dirigirse hacia el sofá y sentarse junto a él. En la radio sonaba un poco de música a un volumen lo suficientemente alto como para que la escucharan, pero lo suficientemente bajo para que pudieran hablar con ella como fondo; no obstante, en aquellos primeros momentos, ninguno de los dos habló. Kyubin alzó su copa para chocarla con la de Taeyeob y brindar antes de beber un trago de ésta, sintiendo como el fuego bajaba por su garganta unos instantes después, un ardor molesto, pero a la vez algo reconfortante. A su lado, sin embargo, escuchó cómo Taeyeob tosía. Con rapidez soltó el vaso sobre la mesa y después le dio un par de palmadas al chico en la espalda hasta que éste dejó de toser y alzó su mirada hacia él, sus ojos brillando, pero esta vez no porque sus miradas se encontrasen, sino debido al alcohol.

 

            —Demasiado fuerte, supongo —comentó Kyubin y vio cómo Taeyeob abrió su boca para intentar protestar, pero habló antes de que el chico pudiera hacerlo—. Voy a por un poco de agua.

 

            El chico pareció querer detenerlo durante un instante, pero después solo asintió y Kyubin se levantó del sofá para ir de nuevo hasta la cocina, cogiendo una botella de agua fría de la nevera y otro vaso, volviendo de nuevo hasta el sofá y tendiéndole el vaso lleno de agua a Taeyeob, que casi se lo bebió entero de un trago, tosiendo un poco más después de tragar. Kyubin no pudo evitar que una sonrisa se instalara en su rostro mientras dejaba la botella de agua también sobre la mesita y se sentaba junto a Taeyeob de nuevo. El ambiente era mucho más tranquilo de lo que lo había sido en la hamburguesería, pero Kyubin se sentía igual de cómodo allí que en el otro lado y el menor también parecía estar disfrutando de aquello a pesar de que el whiskey era demasiado fuerte para él, porque inmediatamente se encontraron manteniendo una conversación en la que ambos aportaban cosas, sin silencios incómodos. Preguntas sobre ellos mismos, cosas que querían saber el uno del otro y que no habían tenido la oportunidad de preguntar antes, anécdotas, gustos. Taeyeob cogió un par de libros que tenía al alcance de su mano y los ojeó, haciéndole preguntas sobre ellos, con interés y Kyubin sintió que quizás podía estar así toda la noche, con Taeyeob, hablando, simplemente escuchando su voz, respondiendo a sus preguntas, haciéndole otras, conociéndolo más, hasta que el sol decidiera hacer su aparición de nuevo. Estaban tan cómodos ambos, que habían comenzado poco a poco a relajarse sobre el sofá, dejándose caer contra el respaldo y Taeyeob incluso había puesto su pierna derecha sobre las de Kyubin, a quien no le había importado en absoluto que lo hiciera. Estaba tan a gusto con él, de aquella forma, que perdió la noción del tiempo y cuando el chico miró el reloj de su muñeca y se sorprendió por la hora que era, Kyubin no estaba preparado para dejarlo ir tan pronto.

 

            —Se me ha pasado el tiempo volando —dijo—. No me había dado cuenta de que era tan tarde, espero no tener que correr para coger el autobús.

 

            Taeyeob dijo aquello e hizo ademán de retirar la pierna que estaba sobre las de Kyubin, pero éste hizo algo para evitarlo antes de que el chico pudiera retirarla. Simplemente deshizo el nudo de su zapatilla y se la quitó, lanzándola por encima del brazo del sofá en el que se encontraba echado, lejos del alcance de Taeyeob.

 

            —Hyung —rio el chico, poniéndose de rodillas sobre el sofá—. Necesito la zapatilla para irme.

 

            Y tras decir aquello, se inclinó hacia delante, colocando sus rodillas entre las piernas abiertas de Kyubin, su mano derecha en el respaldo del sofá y la izquierda rozó su hombro, inclinándose más y más sobre él. El corazón de Kyubin se detuvo durante un solo segundo y el tiempo a su alrededor pareció ralentizarse mientras el rostro de Taeyeob se acercaba más y más al suyo y tuvo que tragar saliva, su boca quedándose repentinamente seca. Fue aquella reacción, aquel sentimiento de no querer separarse de él todavía, lo que hizo que Kyubin acabara reaccionando antes de que el chico terminara de echarse sobre él para recoger la zapatilla del suelo. Con su mano izquierda, lo empujó levemente hacia atrás, para que Taeyeob se alejara de él, provocando que el chico volviera a estar sentado a su lado con una expresión confusa en su rostro. Estaba claro que quería preguntarle por qué lo había hecho, tanto lo de lanzarle la zapatilla como lo de no dejarlo cogerla, pero antes de que pudiera hacerle la pregunta, provocando que su voluntad pudiera flaquear, Kyubin habló.

 

            —Quédate.

 

            Taeyeob lo miró fijamente durante unos segundos, sin parpadear, para después comenzar a parpadear rápidamente mientras un visible sonrojo subía a sus mejillas y a la punta de sus orejas. Su expresión confusa cambió en apenas unos segundos tras aquello, una sonrisa encantadora apareciendo en su rostro antes de simplemente agacharse un poco y desatar también los cordones de su zapatilla izquierda para quitársela y lanzarla lejos del sofá, en la dirección contraria a la que Kyubin había lanzado anteriormente su zapatilla derecha. Y Kyubin no pudo evitar que otra sonrisa se replicara en su rostro.

 

            Después de aquello, todo continuó como antes. Ambos siguieron echados cómodamente en el sofá, hablando de todo y de nada a la vez, mientras Kyubin se servía algunos tragos más de la botella de whiskey que había sacado antes e incluso Taeyeob le servía algunas veces a pesar de que el chico solo se había rellenado el vaso una vez e iba bebiendo muy poco a poco de él. Kyubin no se sentía borracho, no obstante, a pesar de haber rellenado el suyo al menos media docena de veces, solo un par de dedos cada vez, pero sí se sentía mucho más relajado y el roce del cuerpo de Taeyeob contra el suyo cuando alguno de los dos se movía le era a la vez electrificante y le provocaba una sensación de calma que no sabía cómo explicar. Era nuevo, era extraño y era diferente, pero a Kyubin le gustaba todo aquello, se sentía bien y feliz estando de esa forma con el menor.

 

            —Me acabo de dar cuenta —comentó Taeyeob, haciendo que Kyubin saliera de sus pensamientos y dejase de hundir sus dedos en el cabello rubio y rizado del menor—. Los peces.

 

            Llevaban allí ya algunas horas y la pecera estaba prácticamente en frente del sofá, a tan solo a unos cuatro o cinco pasos de distancia, iluminada con unos neones de color rosa intenso, donde sus peces nadaban tranquilamente, pero el chico se acababa de percatar de que se encontraban allí. Kyubin no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro y se levantó del sofá, indicándole a Taeyeob que lo siguiera y ambos se dirigieron hacia la pecera, colocándose el uno frente al otro, mirando cada uno desde una dirección diferente, sus ojos encontrándose a través del cristal y del agua durante unos segundos antes de que Kyubin desviase su mirada hacia uno de los peces, que pasó nadando por delante de él.

 

            —Los compré cuando me mudé —dijo—. Hay una tienda de animales en el barrio y siempre he querido tener una mascota, pero soy alérgico al pelo y, además, paso demasiado tiempo fuera trabajando como para poder cuidar de algo que no sean unos peces —vio a Taeyeob al otro lado de la pecera asentir a sus palabras, mientras observaba distraídamente los peces—. Al principio no tenían nombre, pero hace poco estuvo aquí mi familia y llevé al cine a mi sobrino a ver La Princesa Mononoke y a la vuelta decidió que los peces debían de llamarse San y Ashitaka, así que, ahora sí que tienen nombre, aunque nunca me enteré de cuál era cuál.

 

            Cuando Kyubin terminó su monólogo, volvió a fijar su vista en Taeyeob, quien estaba observando cómo los peces naranjas y blancos nadaban ante él, siguiendo su movimiento con su dedo sobre el cristal de la pecera, distraído. Bajo aquella luz rosácea que salía de la pecera y que los iluminaba a ambos, Kyubin podía ver cómo los rasgos de su rostro parecían incluso más hermosos de lo que lo eran normalmente y no pudo evitar quedarse embobado mirándolo, llevando incluso su brazo sobre la mesa de madera y colocando su rostro sobre él, totalmente embelesado. Era demasiado precioso, tanto, que a veces parecía irreal. Kyubin no se explicaba cómo podía existir un chico tan precioso como él en el mundo sin ser una criatura mítica de los sueños y la fantasía, como las hadas. Los ojos de Taeyeob finalmente dejaron de seguir el movimiento de los peces, encontrándose con los suyos de nuevo, pero en lugar de desviar su mirada, ésta se volvió muchísimo más intensa sobre Kyubin, algo sugerente quizás, inclinando su rostro levemente y llevando su mano derecha a éste, dejándola apoyada contra su mejilla, sin apartar los ojos de él. Kyubin tragó saliva, nervioso, su corazón acelerándose hasta el infinito bajo aquella mirada y notando un pequeño tirón dentro de sus calzoncillos.

 

            Kyubin acabó rompiendo el contacto visual, carraspeando y levantándose, yendo hasta la mesita donde tenía el vaso con el whiskey que no se había terminado de beber antes y tomándoselo de un trago, el fuego que bajó por su garganta haciéndolo sentir mucho mejor y más tranquilo. La reacción de su cuerpo a la mirada intensa de Taeyeob lo había pillado desprevenido y no sabía cómo tomárselo porque su cuerpo nunca antes había reaccionado de aquella forma solo por una mirada. Kyubin siempre había necesitado besos, roces, para empezar a reaccionar a los estímulos, había necesitado que el ambiente estuviera caldeando para que su cuerpo se empezase a calentar y aquello no era a lo que estaba acostumbrado, así que no sabía qué hacer. No era como si no hubiera pensado en Taeyeob de aquella manera, con deseo, casi con lujuria, había deseado en demasiadas ocasiones besar sus labios y, desde que se había despertado con su almohada oliendo a él, había deseado incluso más cosas; sin embargo, nunca había hecho nada como aquello con ningún tío y, aparte de estar confuso por sus sentimientos, tenía miedo de hacer algo que no fuera lo correcto o que Taeyeob no quisiera. Dejó el vaso vació sobre la mesa y se volvió a sentar en el sofá, intentando respirar con normalidad y calmar todo aquello que había empezado a sentir de repente. No obstante, cuando alzó su vista, se encontró con que el chico había comenzado a caminar hacia él, lentamente, casi contoneándose como si estuviera sobre una pasarela, con sus ojos clavados en su cuerpo, con la misma intensidad con la que lo había mirado a través de la pecera, y Kyubin tuvo que tragar saliva porque su boca se le había quedado completamente seca. El movimiento tuvo que llamar la atención de Taeyeob, porque sus ojos se dirigieron entonces hacia sus labios y su lengua mojó los suyos, provocando que Kyubin se quedara sin respiración. El tiempo pareció detenerse entre ellos de nuevo, avanzando demasiado lento quizás, porque Kyubin sintió cómo horas el escaso segundo que Taeyeob tardó en llegar hasta él, subiéndose sobre sus piernas, dejando que sus rodillas descansasen a cada lado de sus caderas, pegando su cuerpo al suyo.

 

            —Kyubin hyung —murmuró entonces, su voz sonando mucho más grave de lo habitual—. Sé que… cuando hablamos… dije que no querría hacer nada con lo que no te sintieras cómodo —dijo, llevando sus manos hasta los hombros de Kyubin, dejándolas allí—. Pero dentro de diez segundos voy a besarte y si te beso, voy a querer algo más… apártame si no quieres esto.

 

            Taeyeob comenzó entonces su cuenta atrás, desde el diez hasta el uno, pero Kyubin no lo dejó avanzar más allá del segundo siete, inclinándose hacia delante y besando sus labios como lo había hecho una sola vez en todo aquel verano, en la cabina, pero esta vez siendo plenamente consciente de sus acciones, queriéndolo más que nada. Cuando sus bocas se encontraron, no pudo evitar que un suspiro de satisfacción absoluta saliera de sus labios, aquella misma sensación que había tenido cuando lo había besado por primera vez se había acrecentado, los labios de Taeyeob encajaban con los suyos y se movían con ellos como si hubieran nacido para estar en contacto siempre. Las manos del chico se afianzaron sobre sus hombros mientras su cuerpo se pegaba mucho más al suyo, sus entrepiernas rozándose, provocando que una corriente eléctrica se extendiera por todo el cuerpo de Kyubin, recorriéndolo entero. Guiado por aquella sensación, llevó sus manos hasta la delgada cintura del menor y lo agarró con firmeza, sin emplear mucha fuerza, rozando con sus dedos parte de su piel, bajo su camiseta, notando cómo aquel cuerpo que tenía sobre él era recorrido por un escalofrío y cómo los movimientos de los labios contra los suyos se detenían durante un segundo antes de volverse más intensos y húmedos. Taeyeob mojó sus labios con su lengua, pidiéndole de aquella forma a Kyubin que abriera su boca para que éstas se encontrasen y Kyubin cedió a todos sus deseos, dejando que sus lenguas se enredasen la una con la otra en un beso que, con cada segundo que pasaba, se volvía más y más desenfrenado, guiado por sus impulsos, por sus deseos, sin que ninguno pudiera controlarlo.

 

            Las manos de Taeyeob ascendieron por su cuello y se agarraron a su nuca, hundiendo sus dedos en la base de su pelo, tironeando de él suavemente mientras se pegaba aún más a su cuerpo, aunque eso pudiera parecer imposible, rozando su entrepierna contra la de Kyubin una y otra vez, haciendo que no dejasen de escapar jadeos de los labios de ambos mientras se rozaban, sus cuerpos calentándose cada vez más, sus miembros, ambos, endureciéndose por ello. Para Kyubin era extraño sentir cómo otro miembro se comenzaba a poner duro contra el suyo, pero a pesar de que era extraño, lo único que sentía eran cosas agradables, su cuerpo siendo recorrido por un escalofrío de placer tras otro cada vez que se rozaban, la sangre y el calor acumulándose en la zona de su entrepierna. No era nada parecido a lo que había sentido siempre, era todo muchísimo más intenso y Kyubin estaba dispuesto a dejarse llevar y hacer absolutamente todo lo que Taeyeob quisiera porque todo aquello lo único que hacía era incrementar su deseo por él, por su cuerpo, por aquella piel nívea y suave bajo sus dedos que quería rozar y besar, marcar hasta que adquiriera otra tonalidad. Kyubin separó su boca de la de Taeyeob en ese momento, tras aquel último pensamiento, jadeando, tratando de recuperar su respiración y calmarse un poco, pero la visión que tenía ante él, Taeyeob sobre sus muslos, sonrojado, jadeando, con los labios hinchados, rojos, y brillantes por el intercambio de sus salivas, hizo que todo en Kyubin se intensificara en lugar de calmarse.

 

            —Kyubin hyung… —jadeó Taeyeob, su voz provocando que la piel de Kyubin se erizase—. Más…

 

            Y Kyubin no dudó en darle más, inclinándose de nuevo hacia él para besarlo de una forma todavía más intensa que antes, abrazando por completo su cintura con sus brazos y levantándolos a ambos del sofá sin dificultad. Las piernas de Taeyeob se enredaron en su cintura, haciendo más fácil para él moverse por su apartamento con él encima, caminando hasta su cama, evitando la pecera y la tele que estaban en su camino antes de ponerse de rodillas sobre el colchón e inclinarse hacia delante, dejando que la espalda de Taeyeob se encontrase con la mullida superficie. Fue en ese momento cuando se separó de sus labios y comenzó a besar su precioso rostro, besos suaves, cortos, que hacían sonreír al chico bajo él, descendiendo hasta encontrarse con su cuello, donde se inclinó y comenzó a besar mucho más intensamente, lamiéndolo también, inspirando el olor de aquella colonia cítrica que usaba, a mandarina y lima, tomando ventaja de la posición en la que se encontraban, escuchando de fondo los jadeos de Taeyeob como si se tratasen del canto de las sirenas que lo embrujaban y que lo hacían sentir muchísimo más, casi nublándosele del todo el raciocinio mientras se lanzaba a aquel abismo junto a Taeyeob, notando los largos dedos del menor hundiéndose en su espalda, siguiendo besando hacia abajo hasta que su camino se vio cortado por el cuello de su camiseta. Solo por ese motivo, Kyubin se separó de él de nuevo, mirándolo, quedándose de nuevo sin respiración por la visión que tenía ante sus ojos, Taeyeob, con su pelo rubio y rizado desparramado sobre su almohada, jadeando y sonrojado, sus ojos fijos en Kyubin, brillando intensamente. No pudo evitar que una sonrisa se extendiera por su rostro. Era demasiado precioso y lo único que en aquellos momentos deseaba era hacerlo suyo, como nunca antes lo había deseado con nadie.

 

            —No he hecho esto nunca con un chico, Taeyeob —le dijo, sincero.

            —No te preocupes… hyung… —murmuró él—. Puedo guiarte…

            —Hazlo entonces.

 

            Una sonrisa apareció en el rostro de Taeyeob, una sonrisa pícara que hizo que un escalofrío recorriera la columna vertebral de Kyubin, y después se alzó sobre sus codos, quedándose sentado en la cama, sacándose la camiseta por la cabeza y haciendo lo mismo con la de Kyubin, dejándolos a ambos desnudos de cintura para arriba. Sus manos de dedos largos y delgados tocaron el torso de Kyubin, rozando el contorno de sus músculos delicadamente con sus yemas, haciendo que la piel del mayor se erizase de nuevo por el contacto, pero no fueron sus dedos lo único que tocaron su piel, sus labios tomando el relevo y besando su estómago, arriba y abajo, trazando un camino de besos húmedos y sonoros, sus dedos encontrando el botón de sus pantalones y desabrochándolo, bajándole la cremallera y dejando que éstos cayeran hasta sus rodillas, el bulto de su miembro duro siendo muchísimo más evidente ahora que solo eran sus calzoncillos los que lo cubrían. Los labios de Taeyeob dejaron entonces su estómago y comenzaron a besar su miembro por encima de la tela, provocando que éste se pusiera cada vez más duro y que miles de corrientes eléctricas recorrieran su sistema nervioso una y otra vez, haciendo que Kyubin se sintiera en el paraíso hasta que el chico alejó su caliente boca de su entrepierna.

 

            —Kyubin hyung… —murmuró, alzando su cabeza para mirarlo a los ojos, estos mostrando un poco de preocupación—. Dime que tienes condones y lubricante o vaselina… sino un poco de aceite también puede servir…

            —Tengo condones —replicó—. También tengo vaselina.

            —Tráelos a la cama… por favor… no creo que aguante mucho tiempo…

 

            La voz de Taeyeob sonó desesperada y, aunque no lo había dicho, Kyubin sabía perfectamente qué era lo que no podía auguantar más. Por ese motivo, asintió a sus palabras y se levantó del colchón, pateando sus pantalones para terminar de quitárselos, aunque lo último que quisiera hacer fuera separarse del chico. Fue directo hasta el cajón de la cómoda donde estaba su ropa interior y tomó de él un par de condones, yendo inmediatamente después hacia el baño, para tomar del armario de encima del lavabo el pequeño tarro de vaselina que guardaba allí, decidiendo coger también un rollo de papel higiénico del lugar, volviendo casi corriendo hasta la cama, donde se había dejado a un Taeyeob medio desnudo, pero encontrándoselo al regresar sin una pieza de ropa cubriendo su cuerpo, su piel nívea brillando bajo la luz de la luna que entraba a través de los amplios ventanales, todavía sin cortinas, que iluminaba la estancia. Kyubin se quedó paralizado ante aquella visión, sin poder dar ni un paso más hacia él, completamente mesmerizado ante toda su belleza. Su cuerpo era completamente diferente al de cualquiera de las mujeres con las que se había acostado, no teniendo las curvas de sus pechos ni de sus caderas, pero siendo, de alguna forma, mucho más bello y atractivo. Kyubin había perdido el control de las acciones de su cuerpo al verlo, pero volvió en sí mismo cuando el chico abrió sus piernas, enseñándole su miembro semi erecto, palpitando, y llevó su dedo índice a su boca, embadurnándolo en saliva, su lengua jugando con él cómo a Kyubin le gustaría que estuviera jugando con su miembro en aquellos momentos, para después llevarlo hasta su ano, introduciéndolo en su cuerpo lentamente, siseando al hacerlo. De los labios del mayor escapó un jadeo involuntario al ver aquella escena y rápidamente volvió al colchón con él, dejando al alcance de la mano del chico todo, los condones, la vaselina y el papel higiénico.

 

            —Taeyeob… —murmuró, jadeando su nombre.

            —Voy a prepararme para ti —respondió el chico, sin dejar de mirarlo a los ojos fijamente—. Disfruta.

 

            El chico sacó su dedo de su cuerpo y después cogió el tarro de la vaselina, hundiendo los dedos de su mano izquierda en él y embadurnándolos con aquella crema viscosa, llevándolos después hacia su trasero, donde introdujo uno de ellos, con facilidad. Un gemido leve abandonó sus labios y Kyubin tuvo la imperiosa necesidad de ser él quien provocara todas las sensaciones que estuviera teniendo en aquellos momentos, hundiendo sus dedos en él y no solo sus dedos, hundiéndose él por completo en el chico. Apostaba que la sensación debía de ser demasiado intensa, sus paredes apretándolo, envolviéndolo por completo y generándole un placer infinito. No obstante, en aquellos momentos, mientras Taeyeob se preparaba para él, sabiendo exactamente lo que debía de hacerse para que no le doliera, para sentir más y más placer, bajo su atenta mirada, lo único que podía hacer era notar cómo su miembro crecía dentro de sus calzoncillos hasta el punto que estar dentro de éstos le comenzaba a doler y a molestar, queriendo ser liberado. El chico continuó penetrándose con sus dedos, primero con uno, luego añadiendo un segundo y, más tarde, usando todavía más vaselina en su ano para que éstos se deslizaran sin ningún problema en su interior, el sonido que esta acción causaba provocando todavía más cosas dentro de Kyubin de las que jamás había sentido, pero, sobre todo, haciéndolo sentir excitación y muchísima expectación. Un gemido grave, salido de lo más profundo de la garganta de Taeyeob, se dejó escuchar en el lugar y el chico se quedó completamente quieto durante unos segundos, jadeando, con sus ojos nublados por el placer, como si hubiera dado con algo en su interior que lo había llevado a un punto cercano al éxtasis.

 

            —Kyubin hyung… —lo llamó el chico unos momentos después, cuando pareció volver a la realidad después de aquello—. Te necesito ya… —Taeyeob dijo aquello, sacando sus dedos de su trasero y limpiándoselos con el papel higiénico que Kyubin había dejado a su lado—. No quiero que te preocupes por nada, hyung… —añadió, moviéndose sobre la cama hasta quedar de rodillas—. Solo necesito que confíes en mí.

            —Confío en ti —replicó Kyubin inmediatamente, haciendo que una sonrisa preciosa apareciera en el rostro de Taeyeob.

 

            Y tal y como le había prometido, confió en él y dejó que él se encargase de todo. Taeyeob terminó de quitarle los calzoncillos para dejarlo completamente desnudo, como él, sonriendo y mencionando que su miembro estaba tan duro que no iba a necesitar de sus atenciones, indicándole que se sentara sobre el colchón, tomando uno de los condones y abriendo su envoltorio, sacándolo de él y colocándoselo a Kyubin después, en cuanto éste estuvo sentado tal y como le había pedido. Tras aquello volvió a hundir sus dedos en el tarro de la vaselina y embadurnó con él su miembro cubierto con el condón hasta que sus manos resbalaron por la superficie de éste. Solo entonces, Taeyeob volvió colocarse sobre sus muslos, de la misma forma que lo había hecho cuando estaban en el sofá, pero esta vez, completamente desnudo, su miembro rozando contra el torso de Kyubin, su mano izquierda tomando el de Kyubin y guiándolo hacia su trasero mientras éste descendía, usando la mano en su hombro para apoyarse y equilibrarse, hasta que la punta de su miembro rozó contra su ano y, en ese momento, el chico descendió sobre él, lentamente, tortuosamente, hasta que el miembro de Kyubin estuvo completamente dentro de su cuerpo. Ambos dejaron escapar un gemido grave de sus labios en ese momento mientras el mayor sentía cómo las paredes del recto de Taeyeob lo apretaban como nunca nada lo había hecho antes, provocando una fricción tan intensa y tan exquisita que estaba seguro de que no tardaría mucho en acabar llegando al orgasmo, con Taeyeob entre sus brazos.

 

            Taeyeob no se movió durante unos momentos, dejando que ambos se acostumbrasen a aquello y simplemente rodeó con sus brazos el cuello de Kyubin, mirándolo a los ojos con infinito deseo, infinito placer e infinito cariño, una mirada tan intensa que Kyubin no pudo evitar perderse en aquellos ojos castaños, sintiendo demasiado. Aquella postura era tan íntima, sus cuerpos conectados al máximo nivel, mirándose el uno al otro con aquella intensidad que Kyubin sintió cómo su corazón se encogía ante aquello, de una forma en la que una calma y una calidez se extendían por todo su cuerpo, sintiéndose bien, libre de cualquier preocupación o agobio, libre de todos los pensamientos que había tenido durante todo el verano sobre si lo que estaba haciendo era lo correcto o no, sabiendo que lo único que necesitaba para ser feliz era tener a Taeyeob de aquella forma entre sus brazos. El chico le dedicó una sonrisa y después se inclinó sobre él para besar sus labios durante tan solo unos segundos, un beso corto y dulce, que hizo que en el rostro de Kyubin se replicara otra sonrisa.

 

            —¿En qué piensas? —le preguntó Taeyeob.

            —En que eres el chico más precioso del mundo —le respondió, dándole un corto beso sobre su nariz—. Y en que no cambiaría por nada del mundo donde estoy ahora mismo y todo lo que estoy sintiendo.

            —Idiota… —murmuró Taeyeob, enrojeciendo violentamente debido a su comentario.

 

            Kyubin quiso replicarle que no lo era, que simplemente había perdido la cabeza por él, siendo lo más sincero que nunca había sido, pero antes de que pudiera hacerlo, el chico comenzó a mover sus caderas, levemente, poco a poco, creando fricción, haciendo que perdiera el hilo de sus pensamientos y que solo pudiera dedicarse a sentir, sentir cómo Taeyeob se movía arriba y abajo, engullendo su miembro con su trasero una y otra vez, usando sus manos sobre sus hombros como apoyo para poder hacerlo, a veces mirándolo, sonriéndole, otras veces simplemente cerrando sus ojos y disfrutando de su propio placer. El chico se movía lento, a veces rápido, cambiando el ritmo, haciendo que Kyubin se sintiera a punto de correrse un instante y volviendo a un punto anterior a ese cuando ralentizaba sus movimientos, provocando que cada vez se sintiera más y más cerca de llegar al orgasmo, sintiendo muchísimo más en cada ocasión. Taeyeob jadeaba cada vez que se movía, de placer y por el esfuerzo, su frente comenzando a perlarse por el sudor, su pelo pegándose a ella. Kyubin, incluso completamente perdido en su propio placer, no pudo evitar llevar su mano al rostro del chico y apartar de su frente su flequillo, retirándoselo detrás de la oreja. Su acción hizo que Taeyeob se detuviera durante un segundo a observarlo, pero que después comenzase a moverse más y más rápido, mucho más rápido de lo que lo había hecho hasta el momento, como si quisiera alcanzar el orgasmo en aquel instante, su miembro rozándose una y otra vez contra el estómago de Kyubin, duro, a punto de estallar, como el del propio Kyubin; sin embargo, antes de que ninguno de los dos pudiera hacerlo, Taeyeob acabó deteniéndose por completo, sin aire, dejando caer su cabeza contra su pecho, abrazándose a su cuerpo.

 

            —No puedo más… —jadeó contra su piel—. Por favor sigue tú.

 

            Kyubin no pudo evitar sonreír ante aquello, dándole un beso en su cabeza, antes de hacer lo que le había pedido y seguir él. Sin mucha dificultad, hizo que las piernas del chico rodeasen su cintura y después se inclinó sobre él, sin salir siquiera de su cuerpo, tumbándolo sobre la cama hasta que encontró una posición cómoda en la que seguir penetrándolo, moviendo sus caderas una y otra vez, escuchando los gemidos del chico resonar en sus oídos cada vez que entraba profundamente en él, moviéndose más y más rápido, hasta que ninguno de los dos pudo soportarlo por más tiempo y ambos acabaron corriéndose, primero Taeyeob, manchando con su semen sus estómagos, y después Kyubin, llegando al orgasmo más exquisito e intenso que jamás había tenido en su vida, abrazándose con fuerza a Taeyeob, y notando cómo todos los músculos de su cuerpo se relajaban, siendo recorridos por el placer, sintiéndose en el paraíso.

 

🐟🍷

 

            Kyubin se despertó debido a la luz del sol que entraba por los amplios ventanales de su apartamento. Definitivamente, compraría unas cortinas pronto. Bostezó sin poder evitarlo, todavía demasiado cansado como para despertar, pero sabiendo perfectamente que una vez que la luz lo hubiera despertado no podía hacer otra cosa más que remolonear en la cama hasta que su cuerpo le funcionase correctamente. Quiso refregarse los ojos con su mano derecha para quitarse los rastros del sueño que le quedaban y poder abrirlos, pero no pudo hacerlo debido a que había algo que le dificultó el movimiento y entonces Kyubin abrió sus ojos, encontrándose al hacerlo con el rostro de Taeyeob dormido frente a él, pareciendo un ángel caído del cielo, bañado por la luz del amanecer. Su corazón dejó de latir un instante antes de volverse loco dentro de su pecho ante aquella estampa y no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro tras recordar los eventos de la noche anterior, cómo ésta había sido probablemente la mejor noche de su vida y cómo no se arrepentía en lo más mínimo de haber salido de su cama y haber ido a ver a Taeyeob a pesar de que ese no había sido su plan en un principio. Había sido increíble, todo lo que había sentido junto a él, no solo durante el sexo, sino durante toda la noche, y Kyubin sentía que se le desbordaba demasiada felicidad por todos sus poros, a pesar de todas las dudas, a pesar de todos sus miedos, había hecho lo correcto comenzando algo junto a él.

 

            Kyubin se pasó lo que le parecieron horas observando el rostro dormido de Taeyeob, sin hacer absolutamente nada más, completamente perdido en su belleza, al menos hasta que su estómago comenzó a rugir como si llevase sin comer una semana en vez de tan solo unas pocas horas. En ese momento, no pudo evitar entrar un poco en pánico porque seguro que cuando Taeyeob se despertase tendría tanta hambre como él, por todo el esfuerzo que habían hecho durante la noche antes de caer rendidos, pero él no había hecho la compra de la semana y tampoco tenía demasiada buena mano en la cocina. El pánico se le pasó en unos momentos, no obstante, porque su cerebro intoxicado de alcohol y placer decidió recordar en ese momento que Taeyeob le había comentado en una de las muchas noches que había pasado con él en la hamburguesería que había una cafetería cerca de allí en la que hacían unos bollos de crema increíbles y que, cada vez que podía, iba. Teniendo aquel dato, Kyubin decidió que lo mejor que podía hacer era vestirse y salir diez minutos para comprar el desayuno.

 

            Con cuidado de no despertar al chico, trató de sacar su brazo de debajo de su cabeza, lentamente, con mucho tiento, hasta que lo consiguió y dejó escapar un suspiro profundo de alivio porque Taeyeob ni siquiera se había inmutado. Salió de la cama poco después, tratando de no mover demasiado el colchón tampoco y se fue directamente al baño para darse una ducha rápida, quitándose el sudor de la noche y el olor a sexo de encima, llevándose con el agua y el jabón también el olor a mandarina y lima de Taeyeob. Apenas tardó en salir de la ducha, secándose el pelo con una toalla y con solo la mitad inferior de su cuerpo cubierta por otra, caminando despacio por el apartamento, cogiendo calzoncillos limpios del cajón de la cómoda y comenzando a vestirse, sin poder dejar de echarle miradas a Taeyeob, que seguía durmiendo plácidamente en su cama, ahora bocabajo, huyendo de los rayos del sol que entraban por la ventana, con su brazo izquierdo y parte de su desnuda espalda fuera de la colcha, su piel nívea resplandeciendo bajo la luz de la mañana, algo despeinado también. Kyubin no pudo evitar sentarse a su lado en el colchón para observarlo de cerca, ya con sus pantalones puestos y una camisa blanca a falta de abrochar, de nuevo quedándose embobado observándolo hasta que su estómago volvió a rugir y solo entonces decidió levantarse y terminar de arreglarse frente al espejo que había a los pies de su cama, abrochándose los botones de la camisa uno tras otro hasta que estuvo listo para salir, poniéndose sus zapatos y cogiendo las llaves de su apartamento, cerrando la puerta con un cuidado infinito para no despertar a Taeyeob de su profundo sueño.

 

🐟🍷

 

            Taeyeob se despertó sintiendo la ausencia de un cálido cuerpo a su lado. El chico se removió en la cama, tratando de encontrar ese calor de nuevo, esos brazos fuertes que lo habían abrazado durante toda la noche, no hallándolos por más que los buscó. El chico abrió sus ojos, la luz del sol que entraba por la ventana siendo demasiado fuerte como para que los pudiera mantener abiertos durante mucho tiempo. Tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a toda aquella claridad y, cuando lo hizo, se refregó los ojos, abriéndolos bien por fin y descubriendo que, efectivamente, el cuerpo de Kyubin no se encontraba a su lado en la cama. Todavía medio dormido y algo confuso, el chico frunció el ceño ante este hecho y se removió en la cama, estirándose un poco para terminar de despertarse, notando cómo los muslos le daban un pequeño tirón, protestando por todo el esfuerzo de la noche anterior. Taeyeob no pudo evitar el sonrojo que cubrió todo su rostro pensando en todo lo que había pasado y, sobre todo, en todo lo que él había hecho delante de Kyubin, llevando las riendas como si supiera lo que hacía a pesar de que su experiencia sexual había sido bastante limitada. Había sido demasiado intenso y quizás algo desvergonzado con él, aprovechando cómo el mayor había mostrado interés porque se quedase, por él y por su cuerpo, pero, a pesar de que se avergonzaba, no se arrepentía de ello.

 

            Tardó unos momentos en que la vergüenza se le terminase de pasar, pero cuando lo hizo, Taeyeob se sentó en la cama, rascándose la cabeza un poco y cubriendo su cuerpo desnudo con la colcha de la cama del mayor, sintiendo una pequeña incomodidad en su trasero al hacerlo, una pequeña punzada que le recordaba que debía de haber dedicado quizás unos minutos más en prepararse lo suficiente para el miembro de Kyubin, teniendo en cuenta que llevaba algo de tiempo sin tener ninguna actividad en su trasero. No obstante, era algo con lo que podía vivir, así que, no le echó muchas cuentas y simplemente se dedicó a observar el apartamento de una habitación, buscando con su mirada a Kyubin. El mayor no estaba en ningún lado y Taeyeob acabó formando un puchero con sus labios por ello, porque no se había esperado despertarse y que éste no estuviera allí, habría querido despertar todavía en sus brazos, pudiendo darle besos por toda la cara para que se despertase. De todas formas, no se preocupó demasiado por su paradero, sabiendo que, si había tenido que salir había debido ser por algo importante, porque debido al carácter que éste le había mostrado durante todo aquel verano y todo lo que había sucedido la noche anterior, dudaba que éste lo hubiera dejado solo en su apartamento por las buenas. Sus sospechas se confirmaron unos momentos después, mientras se encontraba todavía sentado en el filo del colchón, tratando de quitarse el resto del sueño y despertarse del todo porque la puerta del apartamento de Kyubin se abrió y por ella entró éste, con un par de bandejas oscilando peligrosamente en su mano, una de ellas llevando dos cafés y la otra debiendo de llevar algunos dulces. Taeyeob se fijó que en la bandeja de los dulces ponía el nombre de una cafetería que se encontraba cerca de allí y de la que le había hablado a Kyubin en algún momento antes, no pudiendo evitar la sonrisa que apareció en sus labios por el hecho de que el mayor se hubiera acordado de aquella cosa que había mencionado de pasada y hubiera salido a comprar el desayuno para ambos aquella mañana de esa cafetería en cuestión.

 

            —Oh, ¿ya estás despierto? —preguntó Kyubin, avanzando hacia la mesa de la cocina para dejar las cosas y viéndolo levantado—. ¿Llevas mucho rato esperándome? —Taeyeob negó con la cabeza.

            —Solo unos pocos minutos —murmuró, su voz sonando rasposa por llevar despierto tan solo unos momentos.

 

            Kyubin le dedicó una sonrisa encantadora y después caminó hacia donde él se encontraba, agachándose frente a él para quedarse a su altura, llevando su mano derecha a su pelo para revolverlo cariñosamente. Taeyeob protestó un poco por aquella muestra de afecto, avergonzado, sintiendo cómo sus mejillas ardían, pero su reacción solo hizo que Kyubin sonriera de una forma mucho más amplia antes de acercar su rostro al suyo y dejar un beso corto sobre sus labios. El chico sonrió contra la boca del mayor y sintió cómo un sentimiento cálido se extendía por todo su cuerpo, un sentimiento que provocaba que los dedos de sus pies se curvaran por la felicidad y que hacía que todo el miedo que había sentido durante el tiempo en el que no había sabido cuáles eran los sentimientos de Kyubin por él se disipase del todo, sabiendo hasta en el fondo de su ser, que después de que ambos hubieran dejado atrás todos sus miedos y prejuicios, podían comenzar a ser libres, juntos.

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