Título: melting snOwman
Autora: Riz Aino
Pareja: KyuJung (KB + Yoojung)
(OnlyOneOf)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, drama, fluff
Número de palabras: 2.318 palabras
Resumen: mientras el muñeco de nieve de su terraza se derrite con
los primeros rayos de sol del día de Navidad, Kyubin y Taeyeob duermen
abrazados el uno al otro, sin ser capaces de dejar al otro ir.
Notas: historia escrita por el primer aniversario de
lanzamiento de la canción navideña melting snOwman y en celebración de la
Navidad.
Comentario de autora: llevaba un montón de tiempo queriendo escribir esta
historia, pero hasta que no me imbuyó el espíritu navideño, no tuve el modo
exacto que necesitaba para escribirla. Espero que os guste.
Kyubin acababa de dejar
deshacer la cama para meterse dentro de ella y echarse a dormir cuando el
timbre de la puerta sonó, resonando en el silencio del piso. Miró el reloj de
su mesita y parpadeó confuso al ver la hora. Era muy tarde, de madrugada, y no
esperaba a nadie. Había pasado la noche de Navidad solo porque todos sus amigos
se habían ido a cenar con sus respectivas parejas y él había sido el único
soltero aquel año, por lo que no creía que nadie que conociera fuera a
visitarlo a aquellas horas de la madrugada. Podría ser algún vecino del bloque
en el que vivía, que se hubiera equivocado de puerta por la borrachera que
llevara o bien podría ser Papá Noel, queriendo entrar por la puerta de entrada
porque no tenía chimenea. Podría haber dejado que aquello no fuera a más
simplemente ignorándolo y metiéndose en la cama para tener un merecido
descanso, pero la curiosidad le podía y, aunque solo se asomase a la mirilla
para ver quién era, Kyubin no quería quedarse sin saber quién era la persona
que había llamado a su puerta a aquellas horas, por ese motivo, salió de su
habitación y recorrió el pequeño piso hasta la entrada, llegando a la puerta y
levantando el metal de la mirilla para ver por ella el rellano de la comunidad.
Allí, sin abrigo, con solo un jersey fino, temblando de frío y con los ojos
rojos e hinchados, se encontraba su amigo Taeyeob. Kyubin abrió rápidamente la
puerta con su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho, terriblemente
asustado por la forma en la que se encontraba el chico.
—Taeyeob —lo llamó en cuanto
abrió la puerta—. ¿Qué haces aquí? ¿Y tu abrigo? Hace mucho frío esta noche.
Taeyeob levantó su cabeza,
un puchero apareció en su rostro y, antes de que Kyubin pudiera decir o hacer
nada más, el muchacho se lanzó a sus brazos, llorando, enterrando su rostro en
el hueco entre su hombro y cuello, hundiendo sus dedos en su espalda, pegándose
a su cuerpo como si se quisiera fusionar con él. Kyubin se quedó paralizado
durante unos momentos porque Taeyeob nunca había sido una persona muy
afectuosa, pero después lo envolvió con sus brazos, rodeando sus hombros y su
cintura, apretándolo aún más contra él, sintiendo el frío que su amigo
desprendía. Se quedaron unos momentos así, en la entrada de su piso, Taeyeob
sollozando en sus brazos y entrando lentamente en calor entre ellos hasta que
sus lágrimas se calmaron un poco, lo suficiente para que pudiera hablar y
responder a las preguntas que Kyubin le había hecho.
—Me ha dejado… Junhyung me
ha dejado…
Kyubin tragó saliva y apretó
sus labios con fuerza, abrazando a Taeyeob y apretándolo aún más contra su
cuerpo. Taeyeob y Junhyung llevaban saliendo un montón de años, cuatro, si no
recordaba mal, y su relación había sido curiosa, pero ambos habían hecho
muchísimos planes de futuro juntos y Taeyeob había estado enamorado de él
durante muchos más años de los que habían estado juntos, ambos compartiendo
academia de baile, intereses profesionales y metas comunes. Kyubin se había
hecho a un lado, había decidido ser simplemente el mejor amigo de Taeyeob,
sabiendo que nunca había tenido ninguna posibilidad con él, dejándole el camino
libre para que fuera feliz con Junhyung, sin meterse en medio. Aquello, sin
embargo, no era lo que había esperado. Taeyeob llorando en sus brazos porque su
novio había cortado con él, en la noche de Navidad.
—Vamos adentro, Taeyeob,
estás helado —murmuró. Por el momento, se tragaría toda la rabia que sentía,
porque el chico lo necesitaba, necesitaba que lo consolase, que estuviese para
él porque Taeyeob lo había buscado a él precisamente para eso—. Vamos.
Se separaron de aquel abrazo
que en cualquier momento podría haber sido asfixiante, pero en ese instante era
lo que el chico necesitaba, y entraron al piso. Kyubin cerró la puerta a sus
espaldas, se agachó y le quitó las zapatillas a Taeyeob, dejándolas en la
entrada, antes de volver a colocarse a su lado para ayudarlo a caminar,
echándole su brazo por los hombros y apretándolo contra su cuerpo. Anduvieron
lentamente por el pequeño apartamento hasta el salón, donde hizo que el chico
se sentase en el sofá, cerca del radiador. Allí hacía más calor, pero la ropa
de Taeyeob estaba empapada, como si hubiera estado en la calle, caminando
durante la nevada que había caído algunas horas antes y tras la cual Kyubin
había hecho un pequeño muñeco de nieve en su terraza. El chico debía de entrar
en calor, pero no lo haría nunca con esa ropa mojada.
—Voy a por algo de ropa para
ti —le dijo—. Tienes que quitarte esta y entrar en calor. ¿Quieres darte una
ducha también? —Taeyeob negó—. Vale, ahora vuelvo.
Kyubin buscó por el salón la
caja de pañuelos desechables y la dejó sobre la mesita baja que tenía ante el
sofá, dándole uno a Taeyeob para que se secase las lágrimas o lo usara para
limpiarse la nariz y después desapareció corriendo en su habitación. En su
armario tenía mucha ropa, pero no de la talla de Taeyeob, así que trató
simplemente de encontrar algo cómodo y calentito, encontrando un jersey gordito
y unos pantalones de chándal para él. Cuando salió fuera de su habitación no
debía de haber pasado más que un par de minutos y le dejó la ropa sobre el
brazo del sofá.
—Ve al baño y cámbiate de
ropa, ¿quieres que te haga un té calentito?
Taeyeob asintió a su
pregunta y se levantó del sofá, cogiendo la ropa que le había dejado Kyubin. Se
tambaleó al andar, pero cuando Kyubin hizo el ademán de echarle los brazos para
agarrarlo y estabilizarlo, Taeyeob negó con la cabeza. El mayor solo pudo ver
cómo arrastraba los pies por su apartamento, camino al baño, hasta que la
puerta de éste se cerró tras él. Kyubin suspiró profundamente, su corazón
doliendo al ver al chico de aquella manera mientras intentaba encontrar una
forma de hacerlo sentir mejor y ayudarlo a pasar aquel mal trago. Sabía
perfectamente que Taeyeob hablaría y le contaría todo cuando estuviera
preparado, pero mientras tanto, tenía que ver cómo lo podía entretener. Volvió
a suspirar y recogió los pañuelos usados que había sobre la mesa antes de
dirigirse a la cocina a calentar un poco de agua. Tenía en uno de los armarios
una tetera que Taeyeob le había regalado cuando se había ido a vivir solo, pero
nunca la había usado porque la cocina y él no se llevaban demasiado bien, así
que, simplemente echó agua en una de sus tazas y la metió en el microondas,
cogiendo después una bolsita de té para dejarla en el agua y que soltara todo
su sabor. Rebuscó mientras la bolsita hacía su magia en sus armarios si tenía
algo de dulce que pusiera a Taeyeob de mejor humor, pero como aquellas
Navidades las estaba pasando solo no había comprado nada dulce, solo pudo
encontrar una tableta de chocolate, pero supuso que con eso debía ser
suficiente por el momento y después salió con ambas cosas en una bandeja para
dejarlas en la mesita ante el sofá.
Taeyeob no se encontraba
allí, así que Kyubin se giró en redondo para ver si éste había salido del baño,
viendo la puerta abierta y la luz apagada. Se dirigió hacia allí, extrañado,
viendo que el chico no se encontraba ya en el lugar, pero su ropa mojada estaba
metida dentro del cesto de la ropa sucia de Kyubin. El único lugar en el que
podía estar era entonces su habitación, porque aquel apartamento no era
demasiado grande ni tenía tampoco muchos recovecos donde poder ocultarse, por
eso fue hacia allí, encontrándose a Taeyeob sobre su cama, echado sobre el
enorme oso que Kyubin tenía en su habitación, envolviéndose con él como si
fuera lo único que necesitase, la seguridad de unos brazos a su alrededor y el
calor de otro cuerpo contra el suyo. La expresión de su rostro era algo más
serena, ya no lloraba al menos, pero se notaba la tristeza que sentía en sus
ojos rojos e hinchados, fijos en la pared que tenía delante, mirando a nada en
concreto.
—Taeyeob —le dijo, llamando
su atención y haciendo que éste girase su cabeza hacia él—. El té está listo.
El chico asintió y trató de
levantarse del revoltijo de brazos y piernas del gigantesco oso que estaba
alrededor de su cuerpo, costándole infinitamente. Kyubin acabó acercándose a él
y tendiéndole las manos para que se agarrase a ellas y tiró de él para ayudarlo
a levantarse, caminando después junto a él hasta el salón y sentándose él
primero en el sofá, gesticulando para que se sentase sobre él, en el hueco
entre sus piernas. Taeyeob lo miró confuso durante unos pocos segundos, pero
después pareció entender qué era lo que pretendía y simplemente cogió la taza
de té que Kyubin le había preparado antes de sentarse con cuidado en aquel
hueco, amoldando su cuerpo al del mayor, pegando su espalda completamente
contra su pecho. Kyubin rodeó su cintura con sus brazos y lo apretó contra él,
colocando su cabeza sobre su hombro y contendiéndose de inspirar aquel aroma
embriagador que el muchacho desprendía, tratando solo de tomar el lugar que
había tenido su oso de peluche durante unos momentos, manteniendo los pedazos
de Taeyeob juntos, para que no siguiera rompiéndose.
El silencio llenó la
habitación, roto solo por sus respiraciones o por los momentos en los que
Taeyeob se llevaba la taza de té a los labios, bebiendo de ella lentamente. El
silencio se sentía algo pesado entre ellos, pero era cómodo. Kyubin no iba a
forzarlo a hablar y Taeyeob no iba a decir una palabra hasta que no estuviera
preparado, por eso no le importaba aquel silencio, incluso quizás era mucho
mejor para ambos, un silencio en el que los dos podían estar en calma hasta que
la tranquilidad se desvaneciera por toda la información. El tiempo pasó
lentamente mientras Taeyeob bebía de la taza hasta que finalmente acabó todo su
contenido, mientras su cuerpo iba entrando poco a poco en calor por el abrazo
de Kyubin y por el ambiente cálido del piso. Pasó todavía más tiempo entre que
el chico terminó de beber su té y se movió, dejando la taza sobre la bandeja de
la mesita, cogiendo en su lugar un par de onzas de chocolate, cogiendo una para
él y dándole la otra a Kyubin, dejándola sobre sus labios. Después de aquello,
se arrebujó todavía más en su abrazo y fue entonces cuando comenzó a hablar.
—Pensaba que todo era perfecto
entre nosotros —murmuró—, pero eso no era lo que pensaba Junhyung… —Taeyeob
suspiró profundamente—. Mientras yo le proponía que nos fuéramos por fin a
vivir juntos, él lo único que tenía en mente era que lo dejásemos porque había
comenzado a ver a otra persona, alguien con la que siente una conexión especial
que conmigo nunca ha tenido —un escalofrío recorrió el cuerpo de Taeyeob y
Kyubin lo sintió contra su cuerpo, por lo que lo abrazó mucho más fuerte—. Yo
creía… creía que mi vida estaba hecha para encajar perfectamente con la suya…
pero se ve que he sido un tonto.
—No eres tonto, Taeyeob, no
lo eres —respondió Kyubin, dejando un corto beso sobre su frente—. Simplemente
estás enamorado, quieres tanto a Junhyung que no concebías tu vida sin él y es
lo más normal del mundo cuando quieres mucho a alguien —le dijo.
—Duele mucho… duele mucho…
—Lo sé… lo sé… —volvió a
dejar otro beso contra su frente y lo abrazó con mucha más fuerza—. Es difícil,
va a ser muy difícil… pero yo voy a estar aquí para todo lo que necesites, no
me voy a despegar de ti ni un solo milímetro.
—Gracias… no sé qué haría
sin ti… no sé cómo podría vivir sin ti…
—No tienes por qué
agradecérmelo —respondió Kyubin y añadió de la forma más sincera que pudo—. Te
quiero y quiero que estés bien.
—Yo también te quiero mucho,
hyung.
La voz de Taeyeob sonó
adormilada en ese momento y cuando Kyubin movió levemente su cabeza para
observar su rostro, se dio cuenta de que los ojos del chico estaban cerrados y
su respiración se había hecho regular mientras se aferraba a él. Debía de
haberse quedado dormido justo después de decir esa última frase por todo el
agotamiento emocional que debía de sentir. Kyubin lo observó durante unos
momentos antes de dejar otro beso sobre su frente y apretarlo aún más contra su
cuerpo, colocándose en una postura algo más cómoda para poder dormir. Estaba
cansado y la respiración de Taeyeob, unida al golpeteo rítmico de su corazón,
hicieron de banda sonora para que no tardase demasiado en quedarse dormido,
haciéndolo justo cuando los primeros rayos de sol empezaban a aparecer por el
horizonte, derritiendo el pequeño muñeco de nieve que Kyubin había hecho en su
terraza y anunciando un nuevo día, un nuevo comienzo para ambos.
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