sábado, 17 de junio de 2023

[One Shot] History of KINGDOM (part II): Parabatai {LouJin}

Título: Parabatai

Autora: Riz Aino

Pareja: LouJin (Mujin + Louis) (KINGDOM)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, shadowhunters, fantasy, romance, drama, fluff

Número de palabras: 1.380 palabras

Resumen: Dongsik tiene la estúpida idea de preguntarle a Sungho si quiere ser su parabatai.

Notas: no os hace falta haber leído Cazadores de Sombras para entender esta historia corta, ser parabatai significa vinculase a alguien a un nivel muy profundo mediante una ceremonia para unir sus almas y así ser más fuertes en batalla. La única regla que hay para poder convertirse en parabatai es no estar enamorados.

Comentario de autora: hacía tiempo que quería escribir algo sobre parabatai de nuevo y estos dos siendo inseparables me dieron la idea. Espero que os guste.

 

Parabatai

 

—Sungho hyung… —murmuró Dongsik, con su cabeza gacha, jugando con los dedos de sus manos sobre la mesa. Sungho lo miró, extrañado, no era común que el menor no fuera capaz de mirarlo a la cara y estuviera tan nervioso cuando quería decirle algo—. Yo… quería preguntarte algo…

—Dime —contestó, animándolo a contarle lo que tuviera que decirle.

 

No obstante, Dongsik, en lugar de hablar y decirle qué era lo que le estaba pasando por la cabeza, abrió la boca y la cerró un par de veces, como si fuera un pez boqueando fuera del agua, buscando aire. La curiosidad comenzó a matar por dentro a Sungho, que no podía siquiera imaginarse qué era lo que el chico le quería decir, pero tampoco quiso presionarlo porque debía ser algo realmente importante o serio. Normalmente se pasaban el día bromeando juntos, tirándose los trastos a la cabeza o entrenando, por las noches cazaban demonios junto a los demás cazadores del Instituto de Seúl, aquel palacio antiguo escondido a los ojos de los humanos normales por el glamour, y muchas veces ni se dignaban a irse a sus propias habitaciones, sino que caían totalmente rendidos sobre la cama de la habitación de Sungho, que era la que se encontraba más cerca de la entrada. Pasaban todo el tiempo del mundo juntos y nunca habían tenido dificultad para decirse las cosas que tuvieran que decirse, por lo que, además de curiosidad, Sungho se sentía un poco ansioso y hasta que el menor no comenzó a hablar.

 

—Hyung… yo… quería saber si… nosotros… podíamos… ser igual que Seungbo y Yunho hyungparabatai

 

Sungho abrió su boca y la cerró inmediatamente, formando en sus labios una fina línea y sintiendo cómo su corazón se rompía en mil pedazos. Dongsik no acababa de proponerle que fueran parabatai, no, debía de haberlo escuchado mal. Era imposible que lo hubiera hecho. Sungho parpadeó lentamente y trató de ver en Dongsik, que todavía seguía con la cabeza gacha, incapaz de mirarlo, algún signo de que lo que acababa de decir fuera algún tipo de broma, pero el chico todavía estaba nerviosamente jugando sus dedos en la mesa, visiblemente nervioso y quizás algo asustado y Sungho sintió cómo algo más que tristeza ascendía por todo su cuerpo, rabia, por una parte, entendimiento por otra. Desde que habían vuelto de Idris, después de la ceremonia de parabatai de Seungbo y Yunho, algunas semanas atrás, Dongsik había estado extrañamente pensativo, pero Sungho jamás se había pensado que fuera por aquello.

 

Siempre había habido un vínculo entre ambos, una conexión fuerte y casi inexplicable que provocaba que ambos estuvieran en la órbita del otro y que no pudieran separarse. Hacía tiempo que Sungho se había dado cuenta de qué era lo que significaba aquella conexión, pero estaba claro que Dongsik no sentía lo mismo que sentía él y, encima, quería ser su parabatai, atarlo toda la vida a él, pero sin poder tener la oportunidad de confesar como se sentía realmente, todos sus sentimientos, la forma en la que lo quería mucho más que a cualquier cazador, mucho más que a su propia familia, mucho más que a sus runas. Sungho se había dado cuenta hacía tiempo que lo que sentía por Dongsik, que la conexión que lo unía a él era amor, pero éste solo lo quería como su mejor amigo, como su parabatai, unidos en alma, pero nada más.

 

—Eres un capullo —no pudo evitar decir, levantándose de la silla en la que estaba sentado, en la enorme mesa central de la biblioteca.

 

En ese momento, Dongsik por fin alzó su cabeza y lo miró con los ojos como platos y llenos de confusión y Sungho tuvo que contenerse para no darle un puñetazo y partirle la cara. Tenía ganas, quería darle la paliza de su vida, pero no lo hizo, simplemente lo miró a los ojos con furia y después comenzó a caminar por la biblioteca para salir del lugar, no queriendo estar en el mismo lugar que él. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a la puerta, escuchó cómo Dongsik se levantaba de su silla e iba a por él, por lo que, estaba preparado cuando éste quiso agarrarlo de la muñeca y lo evitó, zafándose de su mano y alejándose de él.

 

—Tú si que eres un capullo —increpó Dongsik, mirándolo con furia—. ¿Cómo puedes ser así? ¿Cómo puedes insultarme después de que te diga que quiero que seamos parabatai? ¿Después de que te haya mostrado mi lado más vulnerable esperando que esta conexión que he sentido contigo desde siempre la sintieras tú también? ¿Cómo puedes irte sin darme una mísera explicación?

—Porque te lo mereces —respondió Sungho, alzando la voz—. Te lo mereces por romperme el corazón, por decirme que quieres que esté toda mi vida atado a ti sin ninguna posibilidad de recibir el mismo amor que te profeso.

 

Dijo todo aquello sin siquiera pensarlo, demasiado enfadado como para poder callárselo más. Dongsik lo había arruinado todo proponiéndole que fueran parabatai, ya qué más daba que supiera que llevaba enamorado de él desde siempre. Sungho jamás se había imaginado que le diría algo tan importante como aquello de esa forma, pero en esos momentos le daba igual. Estaba muy enfadado con él y era lo único que podía hacer para hacerle entender el por qué no iba a querer verlo por el resto de su vida, incluso aunque después de decir aquello, lágrimas amenazaran con salir de sus ojos. Sungho hizo ademán de irse antes de comenzar a llorar, pero antes de que pudiera hacerlo, las manos de Dongsik lo agarraron con fuerza de los hombros y, antes de que pudiera siquiera imaginar qué era lo que le iba a hacer, su rostro se acercó al suyo y sus labios se encontraron en un beso que dejó a Sungho con los ojos como platos y completamente paralizado hasta que el menor se alejó de él.

 

—¿Qué…?

—Joder, hyung —dijo Dongsik llevándose las manos a la cabeza, a su pelo, tirando de él, pareciendo frustrado—. Creía que no sentías lo mismo que yo sentía por ti y me he pasado semanas dándole vueltas a lo de ser parabatai porque no quería perderte, porque quería estar siempre a tu lado, porque no podía soportar la idea de tener que separarnos en algún momento.

 

Sungho tardó un momento en terminar de procesar lo que el chico le había dicho, pero cuando su cerebro terminó de hacerlo, una sonrisa se instaló en sus labios y toda aquella rabia que había sentido hasta el momento se desvaneció como si nunca hubiera estado ahí antes, además de que la tristeza que había hecho que su corazón se rompiera en mil pedazos se convirtiera en alegría por conocer que Dongsik sentía por él lo mismo que él sentía por el menor. Al final, acabó simplemente avanzando hacia Dongsik, acortando la distancia que los separaba, para abrazarlo con fuerza y sentirlo relajarse entre sus brazos.

 

—Somos unos idiotas —murmuró.

—Lo somos —respondió Dongsik.

—Pero al menos no hemos sido totalmente idiotas como para hacernos parabatai —apuntó Sungho, sintiendo la risa del menor vibrar contra su cuerpo.

 

Habían pasado tan solo unos minutos desde que Dongsik le había hecho la propuesta y habían sucedido demasiadas cosas desde entonces, pero se alegraba profundamente de que ambos hubieran podido confesar al final sus sentimientos por el otro en lugar de vivir como parabatai, escondiendo lo que sentían o dando rienda a sus sentimientos y destruyéndose a sí mismos por ello.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario