domingo, 18 de junio de 2023

[One Shot] History of KINGDOM (part II): The king of kinks {DannWoo}

 Título: The king of kinks

Autora: Riz Aino

Pareja: DannWoo (Dann + Chiwoo) (KINGDOM)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, smut, pwp

Número de palabras: 1.785 palabras

Resumen: hacía tiempo que Seungjun no experimentaba un placer tan intenso como el que Seungbo le da.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas llenas de bdsm.

Notas: historia inspirada porque Chiwoo aparecía en la mayoría de los mvs con cuerdas o cadenas y los ojos vendados.

Comentario de autora: no soy feliz si no meto en colecciones alguna historia especialmente porno y tenía ganas de escribir sobre esto. Espero que os guste.

 

The king of kinks

 

Te gusta, ¿verdad? la voz de Seungbo, grave, contra su oído hizo que un escalofrío recorriese toda su columna vertebral de arriba abajo. Toda la piel de su cuerpo se erizó y Seungjun no pudo evitar que un jadeo se escapase de sus labios de forma completamente involuntaria. Eres un masoquista muy interesante, Seungjun, nunca me había encontrado con nadie como tú.

 

Seungbo dijo todo aquello contra su oído, su voz grave teñida del más absoluto y salvaje deseo reverberando por todo su ser y provocando que todo en el reaccionase. Su piel era cada vez más sensible a su toque y Seungjun sentía que estaba a punto de alcanzar el orgasmo, estaba tan cerca que, si pudiera tocarse él mismo, solo necesitaría un par de movimientos de su mano para estallar en el inmenso placer. Sin embargo, tocarse a sí mismo era algo que no tenía permitido hacer y que, aunque sí le estuviera permitido, en esos momentos no podía hacerlo debido a que el movimiento de su cuerpo estaba restringido, sus brazos y sus piernas atadas por unas cuerdas que se clavaban en su piel. Sus ojos también estaban vendados por una tela de seda que lo dejaba vislumbrar sombras, movimientos, pero a través de la cual no podía ver exactamente lo que ocurría ni esperar lo que estaba por llegarle, por lo que su cuerpo reaccionaba intensamente a cada roce, a cada caricia, a cada golpe o arañazo sobre su piel. Seungjun había probado varias veces el sexo de aquella forma, mezclando el placer con el dolor, con la dominación, con sentirse de alguna manera expuesto y humillado... pero la forma en la que Seungbo se estaba propasando con él aquella noche era más de lo que nunca había esperado o imaginado y su cuerpo le pedía incluso más, más de esas manos grandes, fuertes, de dedos ásperos que rozaban su sensible piel en la caricia más suave y cariñosa del mundo y que también azotaban su trasero con la fuerza de alguien que trabajaba su cuerpo en el gimnasio. Seungjun estaba en éxtasis y lo único que quería era que esa noche no acabase nunca para poder seguir experimentando todo aquello una y otra vez hasta que su cuerpo no pudiese soportarlo más y cediese o incluso más allá, sobrepasando todos los límites de su cuerpo.

 

¿Quieres correrte? le preguntó Seungbo, acariciando con infinito cuidado y lenta, muy lentamente, la parte interna de su muslo derecho, cerca de su entrepierna. Seungjun no pudo contestar, no al menos lo que le habría gustado porque un jadeo grave y necesitado salió de su boca. Sé que es lo que más quieres murmuró contra su cuello, lamiendo su piel justo después, pero antes de eso quiero hacerte gritar mi nombre una y otra vez.

 

Seungjun ni siquiera sabía qué era lo que iba a hacer para que gritase su nombre, pero asintió, asintió porque necesitaba más, mucho más, de todo aquello que Seungbo le estaba dando y justo después de su asentimiento, el chico notó la sonrisa del mayor contra la piel de su cuello, un segundo antes de que éste mordiese la zona. Un gemido totalmente involuntario escapó de sus labios por aquello y Seungjun se sintió todavía más cerca del orgasmo porque su cuello era uno de los lugares más sensibles de su cuerpo.

 

¿Te gusta que te marque como mío? cuestionó Seungbo, su voz teñida por el deseo haciendo enloquecer a Seungjun todavía más. Voy a dejarte marcas por todo el cuerpo para que todos sepan que eres mío.

 

Seungjun no tuvo ni que decir que sí, por la reacción de su cuerpo, que era mucho más honesta de lo que podría haber sido cualquier palabra suya, el mayor sabía a la perfección que aquella era la respuesta y no tardó ni un solo segundo en comenzar a marcarlo por todas las partes de su cuerpo, dejando chupetones y marcas de dientes por su cuello, su pecho, su espalda, la cara interna de sus muslos... cualquier lugar que estuviera accesible, haciendo que Seungjun no pudiera parar de jadear y gemir una y otra vez, cada vez que sentía su boca, su lengua, sus dientes, sobre su piel, dejándose invadir por el placer infinito que sentía, amplificado hasta el extremo debido a que, con los ojos vendados, ni siquiera podía ver el lugar en el que Seungbo iba a marcar hasta que no sentía su boca contra su piel. Cuando finalmente éste se alejó de su cuerpo, Seungjun no pudo evitar inspirar profundamente, como si se hubiera quedado sin aire en sus pulmones solo por las intensas sensaciones que había estado experimentando en su cuerpo sin pausa. Seungbo se fue de la cama susurrándole al oído que volvería en un momento y el frío no tardó en invadirlo, su cuerpo caliente, necesitado del calor que desprendía el de Seungbo, del contacto contra su piel.

 

El mayor solo tardó un par de minutos en volver junto a él, en tocar su cuerpo con sus manos y posicionarlo como quiso, haciendo que Seungjun volviera a sentir cómo el calor lo recorría en oleadas de nuevo. En la postura en la que ahora lo había dejado, de rodillas sobre la cama, sus manos atadas al cabecero y su trasero levantado, Seungjun no tuvo que ser adivino para saber qué era lo que se avecinaba, pero aún así, cuando notó el dedo de Seungbo contra su ano, moviéndolo de forma circular para esparcir el lubricante, no pudo evitar dar un pequeño respingo; no obstante, aquello solo fue un acto reflejo de su cuerpo, que se destensó y relajó inmediatamente después, cuando el mayor comenzó a introducir lentamente su dedo en su interior, entrando y saliendo de él una y otra vez, provocando que leves jadeos salieran de los labios de Seungjun. Seungbo no tardó en introducir un segundo dedo, forzando un poco su entrada antes de echar más lubricante, haciendo que el chico apretara sus dientes para no gritar sintiendo una mezcla de placer y dolor que lo volvía completamente loco. En aquellos momentos, entendió a la perfección a qué se refería Seungbo con lo que le había dicho antes... y estaba deseando poder hacerlo.

 

El mayor no se entretuvo demasiado preparándolo, lo suficiente para que se acostumbrase a la penetración, pero no todo lo necesario para que cuando lo penetrase su miembro entrase con facilidad para que Seungjun tuviera lo que quería, aquella experiencia sexual intensa que todo su ser le pedía y que nunca nadie le había dado de la misma forma en la que Seungbo lo estaba haciendo. Seungjun anticipó la penetración cuando notó el miembro duro de Seungbo contra su trasero, pero no pudo anticipar la forma en la que la acción lo iba a hacer sentir, las manos del mayor en sus caderas, sujetándolo con firmeza, hundiendo sus dedos en su carne, a la vez que su miembro iba haciéndose paso lentamente por su recto, introduciéndose en su cuerpo con un poco de dificultad. El chico se mordió el labio inferior con fuerza mientras soportaba la penetración, tanta, que acabó haciéndose sangre, pero no le importó en lo más mínimo porque lo que estaba sintiendo mientras el miembro de Seungbo se introducía en él, era tan intenso, tan maravilloso, que nada más podía perturbar esa sensación. Seungjun acabó jadeando, sintiendo que sus pulmones se habían quedado sin aire, cuando el mayor finalmente se introdujo por completo en él y se quedó quieto, esperando a que se acostumbrase a aquello, durante unos momentos. El chico terminó recuperando la respiración poco a poco mientras sentía cómo los labios de Seungbo dejaban besos cortos por toda la extensión de su espalda, un simple y suave roce de sus labios, cariñoso y cuidadoso, hasta que todo el cuerpo de Seungjun se relajó entre sus brazos y fue entonces cuando la locura comenzó.

 

Seungbo se empezó a mover rápido, dentro y fuera de él, penetrándolo con fuerza, casi con rabia, haciendo que Seungjun gritara de dolor, de placer, gritase su nombre, le gritase que parara, que siguiera, que lo destrozase, hasta que el miembro del mayor comenzó a dar una y otra vez contra su próstata y, a raíz de ese momento, la mente de Seungjun se desconectó por completo de su cuerpo, perdiéndose en el placer hasta que alcanzó el orgasmo, corriéndose sobre las sábanas de la cama. La corriente eléctrica que recorrió todo su cuerpo lo hizo quedarse con la mente totalmente en blanco mientras seguía sintiendo las fuertes y rápidas penetraciones de Seungbo, una y otra vez, dentro de él, prolongándole el placer, haciendo que su cuerpo siguiera temblando una y otra vez entre sus brazos hasta que finalmente alcanzó el también su propio orgasmo, corriéndose dentro de Seungjun, esparciendo su semen caliente por sus entrañas. Se quedaron de aquella forma, Seungbo abrazado a su espalda, todavía dentro de él, mientras los últimos coletazos de placer los recorrían a ambos, recuperándose de todo lo que había sucedido durante un tiempo indeterminado, hasta que finalmente el mayor se alejó de su cuerpo. Seungjun sintió cómo el semen de Seungbo se derramaba lentamente desde su trasero por la cara interna de sus muslos, pero su cuerpo estaba tan cansado, tan destrozado, que lo único que pudo hacer fue dejarse caer sobre las sábanas en el momento en el que Seungbo lo desató, demasiado desecho como para poder moverse.

 

¿Estás bien? le preguntó Seungbo, dejándose caer a su lado mientras le quitaba la venda de los ojos. Seungjun parpadeó un par de veces, rápidamente, acostumbrándose de nuevo a la luz que había en la habitación y enfocando el rostro del mayor, antes de asentir levemente con la cabeza. Vamos a la ducha entonces le dijo este con una sonrisa. Hay que arreglar todo este desastre antes de dormir.

 

Y Seungjun quiso protestar, pero sabía perfectamente que no podían dormir de aquella forma, todo sudados y pegajosos, manchados de semen y con las sábanas sucias, por lo que se dejó arrastrar hasta la ducha para que Seungbo lo cuidase ayudándolo a limpiarse y tratándolo como a un rey.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario