sábado, 17 de febrero de 2024

[One Shot] HIDEOUT {WooSan}

Título: HIDEOUT

Autora: Riz Aino

Pareja: WooSan (San + Wooyoung) (ATEEZ)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, smut, pwp

Número de palabras: 3.376 palabras

Resumen: tras meses apostados en aquella furgoneta, San y Wooyoung no son capaces de mantener sus manos alejadas del otro más.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas.

Notas: historia inspirada por el trailer de Outlaw.

Comentario de autora: yo estaba tranquilamente un día cuando ATEEZ me jodió la vida y la lista de cosas por escribir. Espero que os guste.

 

 



Wooyoung había perdido la cuenta de cuántos meses llevaban San y él en aquella furgoneta, apostados cerca de la puerta de la Prestige Academy, haciendo guardia, esperando por una señal para comenzar su intervención... una señal que no llegaba. Wooyoung estaba sinceramente aburrido, hacer todos los días lo mismo y apenas salir de aquel lugar lo tenían de los nervios, pero era lo que les había tocado y tenían que estar allí. Solo podían esperar a que el momento llegase lo más pronto posible y no desesperar en el intento, aunque cada día se le hacía más y más largo, sin nada que poder hacer en aquel lugar. Quizás, cuando le tocara salir de la furgoneta para ir al piso franco a ducharse mientras San hacía guardia en su lugar, cogería una de las incompletas barajas de cartas que había por allí y se la llevaría para matar el tiempo. El chico suspiró profundamente y se asomó por la ventanilla de la furgoneta, observando el cielo nocturno sin estrellas y deseando que al menos hubiera algún que otro punto brillante en aquella extensión oscura para mantenerlo ocupado contando, pero lo único que pudo hacer al sacar su cabeza por la ventanilla fue respirar un poco de aire contaminado. Esperaba que, más pronto que tarde, se acabara aquello y pudieran pasar a la acción porque estaba a punto de volverse loco.

 

El reloj de su muñeca comenzó a sonar, indicando que su tiempo de guardia se había acabado y haciendo que Wooyoung se sobresaltase porque no se lo había esperado. Hacía semanas que se había acostumbrado a no estar pendiente del reloj, los segundos, los minutos, las horas pasando de forma mucho más lenta cuando le prestaba atención que cuando no lo hacía, pero a lo que no se acostumbraba era a los sustos que se daba cada vez que no se esperaba que este sonara y lo hacía. Wooyoung cerró la ventanilla y se giró hacia el interior de la furgoneta, apartando la toalla para avisar a San de que le tocaba a él hacer la guardia; sin embargo, se quedó con la boca abierta y sin poder decir absolutamente nada cuando vio a su compañero. San había decidido ponerse a hacer flexiones en el estrecho pasillo entre el camastro que usaban para dormir por turnos y el otro lado de la furgoneta y allí estaba, con la camiseta de tirantes blanca casi transparente por el sudor, pegándose a los músculos de su pecho y espalda, mientras la cadenita de metal que llevaba le colgaba del cuello y se balanceaba con cada flexión. Wooyoung movió la cabeza, tratando de salir de su ensimismamiento.

 

Choi San lo llamó, provocando que alzase la cabeza y le dedicase una sonrisa. Cualquier día lo iba a matar. Te toca la guardia.

Lo que tú digas, cariño replicó este, guiñándole un ojo.

 

Wooyoung tuvo un pequeño ataque al corazón por aquel gesto y se tuvo que recordar que tenía respirar si no quería morir. En lo que San tardó en incorporarse del suelo y coger una toalla para secarse las gotas de sudor que recorrían su piel caramelo Wooyoung intentó recomponerse, pero por la sonrisa pícara que le dedicó cuando comenzó a secarse, Wooyoung supo a la perfección que no lo había conseguido. Quizás tenía más ganas de salir de allí por no tener que aguantar compartir dos metros cuadrados con San que por el aburrimiento de no tener nada que hacer. Lo estaba volviendo loco, cada día más, y no sabía si iba a salir cuerdo de allí cuando finalmente lo hicieran.

 

Sabes que puedes hacer otra cosa más que mirarme, ¿verdad? le dijo. Como tocarme, por ejemplo, y así quedarte a gusto.

Cállate la boca replicó Wooyoung rápidamente.

Cómeme la boca y cállame fue lo que respondió San.

 

Dios... cualquier día, más temprano que tarde, Wooyoung iba a acabar cometiendo un asesinato... después de follarse al otro como si no hubiese un mañana. No obstante, no hizo ni una cosa ni la otra, solo puso los ojos en blanco antes de suspirar profundamente y hacer contorsionismo para pasar de los asientos delanteros hasta la parte de atrás de la furgoneta sin tener que salir fuera. Su furgoneta desvencijada ya llamaba bastante la atención, aparcada siempre en aquella calle casi desierta y con dos personas dentro “viviendo”, así que, salir por fuera para cambiar las guardias, aunque fuera en plena noche, acabaría por levantar todavía más sospechas. Wooyoung pasó sin problemas su pierna derecha por el asiento, pero cuando fue a hacer lo mismo con la izquierda, su pie decidió quedarse encajado en el hueco entre los dos asientos delanteros y el chico se tambaleó, su cuerpo cayendo hacia delante sin que pudiera evitarlo porque no había nada a lo que se pudiese agarrar. El chico pensó que se estamparía contra el suelo y lo único que le dio tiempo a hacer fue poner sus manos por delante para al menos no darse de bruces en la cara... pero el golpe contra el suelo de la furgoneta nunca llegó porque fue el cuerpo de San contra el que Wooyoung chocó.

 

Meses. Llevaba meses haciendo aquello. Meses. Y justo se tenía que tropezar el día que Choi San estaba medio desnudo, sudoroso, y le había propuesto que le comiera la boca tan solo unos segundos antes. Todo se le había puesto en contra para llegar hasta ese momento.

 

Si tanto querías estar entre mis brazos comenzó San a decir, con un tono socarrón, lo único que tenías que hacer era decírmelo.

 

El cuerpo de Wooyoung tembló y el chico se dijo que fue debido al escalofrío malo que había recorrido su cuerpo después de escuchar las palabras de San, así que, trató de separarse de él y enderezarse, pero San no parecía tener los mismos planes que Wooyoung, porque lo que hizo fue apretarlo completamente contra sí, haciendo que su cara estuviera totalmente encajada entre sus pechos. Lo primero de lo que Wooyoung se percató fue del olor a sudor que desprendía el chico y la camiseta húmeda pegada contra su cara, pero también se encontró con un calor intenso que el otro irradiaba, como si se tratase de un sol, enorme y caliente... y, por último, Wooyoung notó contra su oreja el rápido aleteo del corazón de San, que iba cada vez más y más rápido. Extrañado y confuso, dejó de forcejear para soltarse unos instantes, pero después de confirmar que el corazón del chico latía a toda velocidad, Wooyoung volvió a tratar de alejarse de él, empleando para ello toda su fuerza. No obstante, en lugar de soltarse de San, lo que Wooyoung consiguió fue desencajar su pie de entre los asientos y, con el impulso, acabó lanzando a San hacia atrás, provocando que ambos cayesen en el estrecho camastro, él encima del otro.

 

En serio, Woo, si querías follar conmigo solo lo tenías que pedir dijo San, riendo. No hacía falta que me empotrases contra la cama.

Vete a la mierda, Choi San replicó él.

 

Wooyoung trató de nuevo de desembarazarse de los brazos fuertes de San que lo habían mantenido retenido contra su pecho y, tras unos cuantos intentos, finalmente lo consiguió cuando San dejó de usar toda su fuerza para mantenerlo allí. Wooyoung inmediatamente se separó de él, levantándose de su torso, quedándose sentado y dedicándole una mirada de odio infinito al chico. Había pensado que San se estaría riendo de él cuando finalmente se liberase de él, pero lo que éste estaba haciendo era mirarlo con infinito cariño, sus ojos transmitían tanto, que Wooyoung se quedó sin respiración sin poder evitarlo. Su corazón comenzó a latir rápidamente dentro de su pecho y notó el calor comenzar a ascender a sus mejillas, algo que Wooyoung no podía permitir, por lo que carraspeó para salir de su propia ensimismación y luego trató de levantarse del cuerpo de San para que éste finalmente se fuera a cubrir su puesto en la parte delantera de la furgoneta, vigilando. Trató fue la palabra clave, porque no llegó muy lejos. Antes de que siquiera hiciera el ademán para levantarse, las manos fuertes de San ya lo habían agarrado por los brazos para dejarlo clavado en su sitio.

 

No te vayas, por favor... le pidió, su voz fue apenas un susurro y sus ojos no dejaron de estar fijos en los de Wooyoung. Sé que igual esto te pilla de sorpresa porque me comporto siempre como un capullo... pero han pasado meses desde que estamos aquí encerrados y no puedo soportarlo más... quiero follar contigo, Woo...

Choi... comenzó a replicar él, pero éste no lo dejó seguir.

No lo digo solo porque necesite desquitarme, eso puedo hacerlo cuando subo al piso franco le dijo, necesito que seas tú y solo tú porque me pones muchísimo y añadió cuando vio cómo Wooyoung se quedaba sin palabras, solo mirándolo, parpadeando lentamente: y sé perfectamente que la forma en la que me miras no es la forma en la que miras al resto, quieres lo mismo de mí y estoy dispuesto a dártelo.

Deja de decir tonterías contestó Wooyoung cuando la voz volvió a él, tratando de mantenerse firme, de no dejar que aquel demonio lo tentase. Te estás volviendo majara por estar aquí encerrado, saca la cabeza por la ventanilla y que te dé el aire, anda.

No, Wooyoung negó, tanto con un movimiento de su cabeza como con sus palabras. Tú eres lo único que quiero y necesito ahora mismo.

Eres un capullo integral, un gilipollas, un...

 

Wooyoung no pudo seguir insultándolo más porque las manos de San tiraron de él hacia abajo y sus bocas acabaron encontrándose la una con la otra, la lengua del chico metiéndose dentro de su boca inmediatamente al encontrarla abierta y enredándola con la lengua de Wooyoung. Durante unos segundos, Wooyoung se quedó estático, sus ojos abiertos por la sorpresa y su cuerpo sin ser capaz de reaccionar, pero ante la insistencia de la lengua de San, no pudo hacer otra cosa que mandarlo todo a la mierda y devolver el beso como si no hubiera un mañana, moviendo su lengua y sus labios contra los de San, una y otra vez hasta que se quedaron sin aire y se tuvieron que separar. Wooyoung miró a San con odio de nuevo, tratando de recuperar el ritmo normal de su respiración, pero San lo único que le devolvió fue una sonrisa encantadora antes de volver a juntar sus bocas, mordiendo su labio inferior y llevando sus manos al cuerpo de Wooyoung para tocar su piel bajo su ropa, quien no pudo evitar el jadeo que se le escapó de lo más profundo de su garganta cuando los dedos de San se aferraron a su cintura. De nuevo, se volvieron a separar, pero en esa ocasión, no fue San el que volvió a besar a Wooyoung, sino al contrario, Wooyoung se lanzó sobre él, completamente desesperado y hambriento por su boca. San pareció sorprenderse por su repentino cambio de actitud, pero no lo cuestionó, porque al instante le siguió el rollo, besándolo de la misma forma que éste lo hacía.

 

Si el Wooyoung de hacía tan solo unos minutos, cuando se retorcía por liberarse del férreo abrazo de San, viera qué era lo que estaba haciendo el de ahora, seguro que se avergonzaría por haber sido tan débil y haberse dejado llevar de tal manera, pero el Wooyoung del presente no lo hacía, aunque probablemente el del futuro sí lo haría, rememorando aquello. Había pasado meses encerrado en aquella furgoneta con San, su compañero, uno en los que más confiaba porque sabía perfectamente que su espalda siempre estaba cubierta cuando estaba con él... su compañero que era también una persona a la que deseaba terriblemente. Jamás había salido el tema más allá de algunos comentarios sarcásticos que todos hacían entre ellos, no era la primera ni la última vez que flirtearían de cachondeo, pero para Wooyoung siempre había sido algo más con San, siempre había querido que no solo le cubriera las espaldas en combate, sino que se las cubriera en la cama... y había aguantado todo lo que había podido, hasta que ya no había podido más, ni con San, ni con sus flirteos, ni con sus ridículas camisetas de tirantes que se pegaban a su cuerpo como una segunda piel, ni con su maldito cuerpo repleto de músculos que Wooyoung jamás había pensado que podían existir. Ya había aguantado lo suficiente y Wooyoung no iba a aguantar más.

 

Las fuertes manos de San, con sus dedos no demasiado largos, pero sí huesudos y llenos de cayos por todo el ejercicio que hacía, comenzaron a recorrer todo su torso, de arriba abajo, mandando escalofríos a Wooyoung, que ya ni siquiera podía pensar en nada más que en besar al chico como si no hubiera un mañana, meneando sus caderas contra las de este, notando cómo su miembro se iba endureciendo y cómo el calor que hacía en el lugar se iba haciendo cada vez más insoportable. Sin cuestionarse nada, dejó que San le empezase a subir la camiseta, desnudándolo hasta que el cuello de esta tuvo que salir por su cabeza y ambos dejaron de besarse un segundo para que la camiseta finalmente dejara de estorbar, besándose de inmediato otra vez, sus lenguas encontrándose a medio camino y succionándose la una a la otra. Wooyoung tampoco se cuestionó que San comenzara a tocar sus pezones, poniéndolos duros contra sus dedos, pellizcándolos, haciendo que no pudiera evitar gemir un poco por el placer que recorría su cuerpo debido a aquello, sus caderas moviéndose de forma más frenética contra las de San, dejándose llevar y sentir y queriendo más y más del otro.

 

¿Te gusta... que te toque... los pezones...? le preguntó San entre beso y beso.

Sí... mucho... jadeó Wooyoung contra su boca.

 

La boca de San en ese momento se separó de la suya, provocando que Wooyoung protestase profusamente por ello, pero la protesta solo duró un segundo, porque al siguiente, la boca de San estaba obrando maravillas en su pezón derecho mientras el izquierdo seguía siendo pellizcado por sus dedos. Un gemido largo y gutural escapó de sus labios y Wooyoung notó la sonrisa de San contra su piel antes de hablar.

 

No sabía que fueras tan sensible aquí murmuró, mordisqueando levemente su pezón, para después darle un lametón.

Yo tampoco...

 

San podría haberse tirado toda la noche entretenido con sus pezones, por la forma en la que no paraba de jugar con ellos, pero para Wooyoung eso no era suficiente, necesitaba muchísimo más, así que, separó al chico de su pecho y tiró de su camiseta hacia arriba, desnudándolo también. La sonrisa pícara no abandonó el rostro de San en ningún momento, desde que le quitó la camiseta, hasta que Wooyoung se colocó mejor sobre él, con sus rodillas a cada lado de sus caderas, pegando sus cuerpos y volviendo a besarlo, una mano en su cuello para agarrarlo y que no volviera a escurrírsele, mientras que con la otra desanudaba el cordón que mantenía sus pantalones en su cintura y metía la mano dentro, palmeando el duro miembro de San de esa forma. Aquella vez, la sonrisa también ascendió a los labios de Wooyoung, porque no era él solo quien se había excitado con unos pocos besos intensos, San también estaba terriblemente excitado.

 

Quiero más... jadeó Wooyoung contra su boca, su mano tocando el miembro de San, todavía por encima de la tela de sus calzoncillos.

Puedes tener más... todo lo que quieras... replicó San, sus labios abandonando su boca para besar su mentón, su mandíbula, las yemas de sus dedos acariciando su espalda. Aunque hoy no puedo empotrarte como me gustaría... aquí no tengo lubricante ni condones susurró contra su oreja en el mismo instante en el que sus manos terminaban por descender por su espalda y apretaban con fuerza sus nalgas.

Me da igual... le dijo. Cuando acabemos esta maldita operación no vas a salir de mi cama en un mes mínimo propuso, tironeando del pelo de la nuca de San con la mano que todavía mantenía en su cuello, puedes desquitarte ahí empotrándome todo lo que quieras.

No hagas promesas que no puedas cumplir respondió San, sus dedos ahora vagando por la cinturilla de sus pantalones, sus labios rozando delicadamente su cuello.

Las cumpliré replicó Wooyoung. Que no te quepa duda que lo haré.

 

San sonrió contra su cuello antes de morderlo y Wooyoung gimió tan fuerte, que su voz resonó en las paredes de la furgoneta y probablemente se habría escuchado también en la calle, pero al chico le dio igual. Lo único que en ese momento le importaba era el placer que sentía, que quería sentir y el que le iba a causar a San. Por ese motivo, la mano que había estado tocando el miembro del chico todavía por encima de la tela de sus calzoncillos, la metió por fin dentro, tocando ahora directamente y agarrándolo para sacarlo de allí, no tardando en hacer lo mismo con el suyo propio, bajándose los pantalones y los calzoncillos por debajo del culo, poniendo ambos miembros juntos y sintiendo una oleada de placer recorrer todo su cuerpo de arriba abajo en cuanto lo hizo. La mano de San se unió a la suya para comenzar a tocarlo a él también y, así, poco a poco, fueron ambos sucumbiendo al placer, dedos expertos tocando donde sabían que iban a obtener más del otro, hasta que no pudieron soportarlo más y finalmente se corrieron, casi prácticamente a la vez, jadeando con fuerza y manchando sus estómagos. Sus ojos se encontraron, todavía nublados por el placer y Wooyoung sintió la corriente eléctrica que recorría su cuerpo hacerse todavía más fuerte por la penetrante mirada de San, una mirada llena de deseo por él que le dejaba claro que la noche no acababa más que empezar.

 

Sin embargo, antes de que pudieran hacer nada más, la noche terminó unos momentos después, cuando la puerta trasera de la furgoneta se abrió de par en par y en el hueco apareció Yeosang, con una expresión de alarma en su rostro que mutó a una de infinito asco en cuanto se percató de que estaban desnudos y de que allí habían pasado cosas que no quería saber que habían pasado.

 

Me cago en la tumba de todos vuestros antepasados les dijo, casi gritando, en el silencio de la noche. Pensaba que os había pasado algo porque no había nadie delante cuando he pasado a dejaros esto el chico alzó una bolsa con comida, pero veo que solo os lo estáis pasando bien mientras el resto trabajamos.

Yeosang... murmuró Wooyoung, queriendo explicarle a su otro compañero de misión qué era lo que pasaba, pero éste se negó a escuchar.

Ni Yeosang, ni nada replicó. Mañana comenzamos la operación susurró, tenéis todo detallado ahí señaló la bolsa de comida. Solo espero que mañana estéis vestidos al menos.

 

Y tras decir aquello, el chico cerró las puertas de la furgoneta de nuevo de un portazo, dejándolos solos. Durante un momento, los dos se miraron en silencio, hasta que no pudieron evitar estallar en carcajadas por lo absurdo de la situación. No obstante, las risas solo duraron unos momentos porque eran profesionales y no iban a tirar por la borda todos aquellos meses que se habían tirado de vigilancia allí. Wooyoung y San se limpiaron con una toalla y después se vistieron, cogiendo la comida que Yeosang les había llevado para la cena y leyendo las instrucciones que les habían dado los altos mandos. Por fin saldrían de la maldita furgoneta para hacer algo de provecho... y cuando la operación terminara, Wooyoung dejaría que San lo empotrase como si no hubiera un mañana.

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