lunes, 28 de noviembre de 2022

[One Shot] Secretly together {MillNine}

Título: Secretly together

Autora: Riz Aino

Pareja: YongWook (Mill + Nine) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, idols, college, romance, pwp, smut

Número de palabras: 5.639 palabras

Resumen: Wookjin odia cuando le toca el turno de noche en la tienda 24h en la que trabaja, pero cuando esa noche entra por la puerta Mill, uno de los idols del momento, Wookjin piensa que quizás ya no lo odia tanto.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas.

Notas: historia escrita en conmemoración por el lanzamiento del solo de Mill en el proyecto de undergrOund idOl #5.

Comentario de autora: tenía esta historia planeada desde el principio y estaba esperando el momento en el que saliese por fin este solo para que pudiera ver la luz de una vez por todas. Espero que os guste.

 


          El reloj marcaba las cuatro de la mañana cuando Wookjin alzó su cabeza de sus apuntes y se estiró un poco, moviendo su cuello y sus brazos, notando cómo éstos se descongestionaban algo. Le dolía todo el cuerpo de haber estado durante bastante rato en la misma posición, pero tenía un examen bastante importante en un par de días y debía de usar todo el tiempo que tenía disponible para estudiar y tratar de acabar sabiéndose al menos la mayor parte del temario… incluso si eso significaba estar estudiando en una mala postura en el trabajo. No le gustaba tener que hacerlo, pero, de todas formas, desde las dos hasta las cinco no solía entrar nadie en la tienda 24h y podía hacer lo que le viniera en gana siempre que estuviera atento al sonido de la campanilla que anunciaba que alguien entraba por la puerta. Tampoco le gustaba nada tener el turno de noche, más bien, odiaba tener aquel turno porque por las mañanas tenía que ir a clase y apenas le daba tiempo a hacer los respectivos trasbordos para llegar a la universidad y estaba tan cansado de haberse pasado toda la noche en vela que al final acababa durmiéndose en algunas de las clases sin poder evitarlo. Realmente lo único bueno de aquel turno era que no tenía que lidiar con muchos clientes, casi ninguno, en realidad, por lo que al menos podía dedicarse a estudiar, aunque le doliese todo el cuerpo por la mala postura.

 

          Wookjin volvió a inclinarse sobre sus apuntes después de que varios de sus huesos crujieran al estirarse, leyendo un par de líneas antes de que la campanilla de la puerta sonase y tuviera que alzar la vista de nuevo. Por la puerta del local entraba un muchacho, llevando una mascarilla y una gorra que ocultaba su rostro prácticamente por completo. No era muy alto y era bastante delgadito, los vaqueros ajustados que llevaba haciendo ver que sus piernas no eran más que dos guitas. Al darse cuenta de que Wookjin lo observaba, el muchacho le dedicó un pequeño saludo, inclinando su cabeza solo un poco y después se dirigió hacia la zona de las neveras. Wookjin lo observó durante unos momentos más, dar vueltas por aquella zona, buscando lo que necesitaba antes de decidir que podía dejarlo vagabundear por allí hasta que acabase de coger lo que quisiera comprar y se acercara al mostrador para pagar. Tenía que acabar de estudiar esa noche el tema con el que estaba si quería llevar la mayoría de ellos estudiados para el examen porque tenía que hacerlo bien en aquella convocatoria o si no le retirarían la beca con la que se costeaba la mayor parte de sus estudios.

 

          Durante unos pocos minutos, Wookjin no se dedicó a otra cosa más que a leer y memorizar lo que tenía escrito en sus apuntes, casi aislándose del mundo que lo rodeaba y solo volvió a enfocarse en éste cuando en su campo de visión aparecieron varias bebidas con un montón de cafeína, solo en ese momento, apartó los folios del mostrador y comenzó a tomar las latas, pasándolas una a una por el lector de códigos de barras, sumándose los precios en la caja uno tras otro hasta hacer el total.

 

          —Serían 25.000 wones, ¿quieres una bolsa? —le preguntó al chico ante él, alzando la cabeza para hablarle y quedándose completamente paralizado al ver quien era la persona que estaba allí, que se había bajado la mascarilla y quitado la gorra.

 

          Wookjin parpadeó varias veces, muy rápido, confuso y sorprendido más que nada, sin poder creerse lo que estaban viendo sus ojos. Ante él se encontraba uno de los idols más famosos del momento, un solista que había encandilado al público en general con su música y con sus movimientos en el escenario. No debía de haber nadie en Corea, y casi ni en el mundo entero, que no lo conociese o que al menos no le sonase su nombre artístico: Mill. Wookjin abrió la boca y la cerró un par de veces, como si fuera un pez fuera del agua, buscando aire, pero lo que él estaba intentando hacer era no parecer un idiota frente a aquel muchacho… algo que no estaba consiguiendo del todo, porque seguro que estaba teniendo una cara de tonto que no podía con ella haciendo aquello. Solo salió de su ensimismamiento cuando el muchacho carraspeó y le dedicó una sonrisa encantadora que provocó que el corazón de Wookjin comenzase a latir rápidamente dentro de su pecho, a la vez que sus neuronas volvían a conectarse con su cerebro y hacerlo funcionar.

 

          —Perdona… —murmuró—. ¿Pago con tarjeta o con efectivo?

          —Tarjeta —respondió el chico—. Y necesitaría una bolsa también.

 

          Wookjin asintió y sacó la máquina para pasar las tarjetas tras añadir el precio de la bolsa, dejándola sobre el mostrador para que Mill pudiese pagar. Después buscó bajo éste, en una de las estanterías, las bolsas para comenzar a guardarle las bebidas al muchacho y tenderle su compra en cuanto el pago se hizo efectivo. El idol le dedicó otra sonrisa encantadora antes de despedirse de él con un leve movimiento de cabeza, colocándose de nuevo la gorra y la mascarilla antes de salir a la calle. Wookjin no pudo hacer más que quedarse completamente embobado mirando el lugar por el cual había desaparecido como el tonto que era, todavía sin terminar de asimilar que Mill en carne y hueso acabase de entrar al puñetero local en el que trabajaba, justo en su turno. Casi estuvo tentado a pellizcarse las mejillas para ver si estaba soñando, pero no le hizo falta hacerlo porque cuando se movió un poco en el escaso espacio que tenía tras el mostrador, se pegó contra la caja registradora en el codo y acabó chillando de dolor por ello, así que, estaba claro que no estaba soñando y que aquella era la maldita realidad. El chico todavía estaba sobándose el codo y soplándose un poco por el dolor cuando la campanilla de la puerta volvió a sonar y trato de recomponerse para darle la bienvenida con una sonrisa al nuevo cliente que hubiera entrado, descubriendo que quien acababa de entrar era el idol que acababa de salir de la tienda. Wookjin pensó en un primer momento que podía habérsele olvidado algo y por eso había vuelto apenas un par de minutos después de salir, pero la mirada de angustia que podía ver a través de sus ojos, le dijo a Wookjin inmediatamente que no estaba allí por aquello.

 

          —¿Sucede algo? —preguntó, sin saber lo que aquella simple pregunta podía desencadenar.

          —Sé que probablemente esto te parezca una locura, pero ahora mismo necesito que me ayudes y me escondas y si entran cuatro chicas preguntando por mí, por favor, di que no he entrado aquí —le dijo el muchacho, rápidamente, con urgencia en su voz.

 

          Wookjin no había entendido ni procesado del todo la situación, pero sí que entendía la urgencia de ella, así que, simplemente le indicó al idol que fuese detrás del mostrador junto con él y el chico lo hizo rápidamente. Allí no había demasiado espacio, pero Mill se sentó en el suelo bajo el mostrador como pudo, encajándose allí y haciéndose lo más pequeño posible. Wookjin maniobró también un poco para que su cuerpo tapase al máximo al chico allí abajo sin tener una postura rara, pero realmente el espacio no era amplio y al final acabó quizás demasiado cerca del idol. No obstante, no tuvo tampoco tiempo de ajustar su postura porque antes de que pudiera moverse un poco, la campanilla de la puerta sonó y por esta aparecieron cuatro chicas, entrando casi atropelladamente, y mirando a un lado y a otro del local, poniéndose de puntillas y asomando sus cabezas por encima de las estanterías, aunque estas eran mucho más altas que ellas.

 

          —¿Buscáis algo en concreto? —les preguntó Wookjin.

          —¿Has visto entrar a un chico? —cuestionó una de ellas mientras las demás empezaban a merodear por el local—. Lo hemos visto de lejos y ha tenido que entrar aquí.

          —No, aquí no ha entrado nadie —respondió él—. Sois las primeras en entrar desde la una o así, esto suele estar desierto de madrugada.

 

          La chica asintió y después se fue con las demás a escanear el local mientras Wookjin empezaba a ser plenamente consciente de que la posición en la que había acabado el idol bajo el mostrador no era la más idónea porque estaba encajado entre sus piernas y Wookjin estaba comenzando a notar su respiración cálida contra su entrepierna, algo que le estaba provocando escalofríos subir y bajar por su columna vertebral. Lo peor era que tampoco podía hacer nada para moverse y ponerse en otra postura mejor porque si se alejaba del muchacho cuando las chicas pasasen por su lado verían que Mill estaba allí agazapado entre sus piernas, por lo que tenía que quedarse de aquella forma incluso cuando estaba sintiendo muchas cosas. Tuvo que aguantar lo mejor que pudo la situación, tratando de serenarse y de hacer como que no le importaba nada, desperdigando de nuevo sus apuntes por el mostrador y mirándolos como si estuviera estudiando de nuevo, pero no haciendo más que observar de reojo tanto a las chicas que no paraban de vagabundear por la tienda mirando en todos los pasillos y recovecos y al idol que tenía entre sus piernas, intentando ser discreto, esperando hasta que aquellas chicas se dieran por vencidas y se fueran.

 

          —¿Estás segura de que lo has visto entrar aquí? —escuchó que una de ellas le preguntaba a otra mientras se acercaban al mostrador.

          —Te juro que lo he visto —respondió la otra, dejando sobre el mostrador unas cuantas de latas y algunos paquetes de patatas fritas.

          —Pues no está.

 

          Wookjin comenzó a pasar por el lector de barras todo lo que le había dejado allí lo más rápido posible, para que las chicas no estuvieran en el lugar más tiempo, mucho menos tan cerca de donde se encontraba Mill.

 

          —Aquí al lado hay un local que también abre todo el día —les dijo, llamando su atención hacia él de aquella forma—. Lo mismo quien buscáis ha entrado allí.

          —Allí tiene que ser —comentó una de las chicas.

 

          Casi tan rápido como habían entrado, tres de ellas salieron por la puerta como una exhalación, dejando solo a la chica que había sacado su tarjeta para pagar allí. Wookjin le preparó rápidamente la compra y aceptó el pago antes de que la impaciente chica que quería salir de allí se diera cuenta de que en realidad a quien buscaban se encontraba allí mismo, a un escaso metro de distancia de ella. Solo pudo volver a respirar tranquilo cuando la chica salió corriendo por la puerta y siguió a sus amigas, dando un par de pasos hacia atrás hasta chocar con la estantería que tenía tras él, alejándose con un suspiro profundo, lo máximo que el espacio se lo permitía, del idol que se encontraba allí abajo agazapado. Por un instante, creyó que todo había acabado, pero entonces la campanilla volvió a sonar y la chica que había salido de allí tan solo unos momentos antes volvió a entrar, dirigiéndose directamente hacia el mostrador para coger su cartera, que se la había dejado allí por la precipitación. Rápido como el rayo y sin medir bien las distancias, Wookjin volvió de nuevo a su posición en el mostrador, chocando directamente su entrepierna contra la cara de Mill sin pretenderlo, pero tampoco pudiendo separarse de él hasta que la chica no se fuera de allí. No fueron más que unos segundos, pero el rostro del idol moviéndose contra su entrepierna para tratar de separarse de él provocó que Wookjin tuviera que apretar con fuerza sus dientes para no dejar escapar un jadeo de puro placer.

 

          Cuando la chica finalmente cogió su cartera y salió del establecimiento, Wookjin se separó de nuevo del mostrador y se alejó del chico, sintiendo cómo su rostro comenzaba a ponerse completamente rojo. No pudo hacer otra cosa más que taparse la cara con sus manos por completo, respirando agitadamente tras sus palmas, tratando de calmarse, de relajar su cuerpo, pensando en cosas que bajasen la incipiente erección que comenzaba a tener. Sin embargo, aunque trató de relajarse durante unos segundos, antes de que pudiera hacerlo del todo sintió cómo unos dedos se agarraban al bajo de su pantalón y tiraban de él. Wookjin retiró las manos de su cara para ver cómo el idol al que acababa de ayudar escondiendo le dedicaba una intensa mirada oscura y una sonrisa pícara que lo dejó sin aliento y con la garganta completamente seca.

 

~

 

          Al acabar su turno, Wookjin había tenido la intención de tirarse en la cama y dormir a pierna suelta hasta la hora del almuerzo porque aquella mañana no tenía clases y después simplemente volver a estudiar hasta que volviera a darle hambre o sueño… pero sus planes se habían quedado simplemente en aquello, en una mera intención, porque justo después de que terminase su turno, Wookjin había guiado a Mill, cubierto por completo como si fuera una especie de atracador, hasta su residencia, hasta su habitación, tratando de que las personas que se encontrasen por el camino no se dieran cuenta de quién era su acompañante. Después del pequeño incidente de la entrepierna no habían hecho más que hablar y hablar durante el resto de la noche y, sobre todo, flirtear, hasta que había llegado el chico al que le tocaba el turno de mañana en aquel lugar para tomarle el relevo a Wookjin. Todo entre él y el idol había ido creciendo en intensidad durante aquellas horas y, al final, cuando Mill le había preguntado si estaba libre después de salir, él solo había podido decirle que sí, que estaba completamente libre y que lo único que tenía pensado hacer era volver a su habitación en la residencia. Mill había hecho un par de llamadas avisando que estaba en casa de un amigo para que nadie lo buscara y después simplemente lo había seguido hasta allí.

 

          Tras toda la noche flirteando y tras la forma en la que Wookjin se había sentido cuando el muchacho había tenido la cara metida en su entrepierna, tenía que haber sabido perfectamente que llevarlo hasta su habitación significaba que se iban a acostar juntos, pero aun sabiéndolo, cuando Mill se pegó a su cuerpo en el momento en el que la puerta de su habitación estuvo cerrada, quitándose su gorra y su mascarilla, simplemente tirándolas al suelo sin ningún miramiento antes de ponerse de puntillas, agarrándose con fuerza a su sudadera y plantando sus labios contra los suyos, en un beso intenso y demandante desde el primer momento, un beso que dejó a Wookjin completamente confuso porque no se lo había esperado, incapaz de devolverlo, incapaz de hacer nada más que quedarse completamente paralizado mientras la boca del otro se movía sobre la suya. Aquello probablemente era demasiado para que su mente lo procesase en un primer momento, porque hasta hacía tan solo unas horas Mill era un idol inalcanzable que solo había visto en la televisión y solo en el transcurso de aquellas horas el chico había estado con la cara metida en su entrepierna y flirteando con él como si no hubiera un mañana. Wookjin no pudo responder al beso por la impresión que todo aquello le causaba, toda la confusión que sentía, pero cuando el idol se separó de él, con una expresión de obvia decepción en su rostro por no haber obtenido una respuesta a su beso, Wookjin no pudo hacer otra cosa más que inclinarse hacia delante para besarlo de nuevo, esta vez siendo él quien movió sus labios sobre los de Mill hasta que el chico respondió al beso con una sonrisa.

 

          Los besos continuaron, uno tras otro, sin darse ninguna tregua, comenzando a buscar algo más que solo choque de labios, sus cabezas moviéndose a un lado y a otro para obtener mejor acceso, sus lenguas encontrándose la una con la otra una y otra vez, jugando, explorando la boca ajena, dejándose poco a poco sin aliento mientras sus manos comenzaban a tocar el cuerpo del contrario, metiéndose por debajo de la ropa. Wookjin sentía las manos pequeñas del idol en sus costados, subiendo y bajando, rozando su piel, volviéndola fuego, mientras que sus propias manos no paraban quitas en la espalda del chico, en su delgada cintura, queriendo más y más de él. No tardaron en dejarse completamente sin respiración y acabaron finalmente separándose, dándose besos cortos, uno tras otro, sonrisas estúpidas incluidas entre beso y beso, antes de hacerlo por completo y mirarse a los ojos de una forma intensa durante unos momentos. Los ojos oscuros de Mill parecían contener un fuego que ardía muy vívidamente mientras lo miraba y Wookjin no pudo evitar el escalofrío de placer que recorrió su columna vertebral de arriba abajo por aquello.

 

          —¿Vamos… a la cama? —le preguntó a Mill una vez se recompuso de aquel escalofrío.

          —Nada me gustaría más.

 

          El idol le dedicó una sonrisa pícara después de decir aquello y Wookjin casi se quedó sin respiración de nuevo. Para que el chico no se diera cuenta de todo lo que estaba provocando en él, Wookjin simplemente se giró y comenzó a andar hacia su cama, dando gracias a todos los dioses que existieran porque su compañero de habitación tuviera clases desde primera hora de la mañana todos los días y no se encontrase ya allí, habría sido muy violento que estuviera en la habitación y que los hubiera visto comerse la boca en la entrada. Ni siquiera se le había ocurrido que por algún casual pudiera estar, de hecho, ni siquiera se había acordado de que tenía un compañero de habitación, demasiado enfocado en Mill como había estado porque la noche había sido extraña e incitante. Al menos, sabiendo que su compañero no volvería hasta después de la hora del almuerzo, estaba completamente tranquilo porque no los iban a molestar.

 

          Wookjin se quitó la chaqueta y se sentó sobre la cama, invitando a Mill a que hiciera lo mismo que él y el chico se sacó por la cabeza la sudadera amplia que vestía, dejándola sobre la silla del escritorio de Wookjin, acercándose a la cama y sentándose con él, completamente despeinado. De aquella forma, con los labios rojos e hinchados, con las mejillas levemente rosadas y despeinado, parecía mucho más joven, mucho más vulnerable que el idol que Wookjin siempre había visto sobre el escenario, siendo todo carisma y exudando sensualidad por todos sus poros. Casi sin darse cuenta, llevó su mano hasta su pelo para peinarlo y acariciarlo en un gesto mucho más delicado de lo que en realidad había pretendido siquiera. Una risita escapó de los labios de Mill y Wookjin acabó tapándose de nuevo su cara, como había hecho en la tienda, sintiendo cómo un sonrojo comenzaba a teñir sus mejillas de forma irremediable. El chico notó tan solo unos segundos después cómo el colchón de su cama se hundía por el movimiento del otro chico, sus manos en sus hombros y su cuerpo sobre sus muslos, sentándose en ellos para más tarde quitarle las manos de su cara y darle un beso corto en los labios. Cuando Wookjin abrió sus ojos y miró a Mill se lo encontró con una sonrisa encantadora, observándolo, muy cerca de su rostro, demasiado cerca, sintiendo además todo su cuerpo pegado al suyo, sus torsos tocándose y el miembro semi erecto del chico rozando contra la parte baja de su vientre. No pudo evitar desviar su mirada haca abajo, hacia el lugar en el que el miembro de Mill se rozaba contra él y el chico siguió su mirada y esbozó otra sonrisa pícara que le robó el aire a la vez que movía sus caderas sobre él, rozando su trasero deliberadamente contra su miembro, prácticamente duro a pesar de que solo se habían estado dando besos candentes y rozándose un poco bajo la ropa.

 

          —Me gustaría poder comerte la polla enterita, pero esta noche tengo que grabar un par de canciones para mi nuevo disco y no puedo joderme la garganta —le dijo el idol, provocando que Wookjin se sintiera mucho más excitado de lo que ya se sentía, que tuviera mucho más calor del que ya tenía—. Pero te voy a montar como nadie te ha montado.

 

          Acompañando aquellas palabras, la mano de Mill viajó por todo su cuerpo, tocando su torso deliberadamente mientras no le quitaba los ojos de encima hasta que la metió entre sus cuerpos, tocando su entrepierna, su miembro por encima de la tela de sus pantalones, haciendo a Wookjin gemir de puro placer por el agarre, alto, sin poder contenerse.

 

          —Shhhh… —murmuró Mill, llevando su otra mano a sus labios, poniéndole su dedo índice sobre ellos—. No querrás que tus compañeros de la residencia te escuchen tener sexo.

          —No… no quiero… —jadeó Wookjin.

          —Entonces vamos a mantenernos lo más callados posible… que esto sea un secreto entre nosotros.

 

          Mill le pidió aquello y Wookjin simplemente asintió a sus palabras y salvó la poca distancia que los separaba para volver a besarlo, con mucha más intensidad y urgencia que antes, todavía sintiendo cómo la mano del idol seguía tocándole su entrepierna, endureciéndola más y más, toda la sangre acumulándose en el lugar, volviéndolo muchísimo más sensible, provocando que el calor se extendiera por todo su cuerpo y que no pudiera evitar querer más. Quería más contacto, necesitaba mucho más contacto, piel con piel, sin aquella ropa tan molesta que estaba en el medio, que le daba demasiado calor. Rápido, comenzó a desnudarse a si mismo y a desnudar a Mill, entre besos, solo separándose y dejando de besarse cuando era estrictamente necesario, para quitarse las camisetas por la cabeza. Desabrochar sus pantalones no fue fácil de aquella forma, como tampoco lo fue quitárselos, pero ambos parecían haberse pegado con pegamento extrafuerte y no querían separarse de los labios del otro, así que, maniobraron como pudieron sobre la estrecha cama para poder quitárselos y tirarlos al suelo sin ningún miramiento, haciendo lo mismo con sus calzoncillos poco después. Estar en contacto con la piel caliente de Mill hizo que Wookjin sintiera que se moría de calor, casi sobrándole su propia piel, lo hizo querer todo y más de él, pero, sobre todo, lo hizo ansiar lo que el chico le había prometido tan solo unos momentos antes. Notaba que su miembro estaba a punto de estallar, no pudiendo más con la excitación que se había estado acumulando en su cuerpo desde que había tenido la cara del idol contra su entrepierna en la tienda aquella madrugada y lo único que necesitaba era internarse en el cuerpo de éste.

 

          Wookjin acabó separándose de los labios de Mill a regañadientes, pero no había sacado ni lubricante ni condones antes y aquello era lo único que necesitaba en esos momentos para poder hacer lo que deseaba, lo que ansiaba. Mill no pareció demasiado contento con la separación tampoco, queriendo seguirlo, pero Wookjin le dedicó una sonrisa antes de alejarse de su cuerpo y estirarse sobre la cama para abrir como pudo el segundo cajón de su mesita de noche, buscando en él, a tientas con su mano el bote de lubricante y el paquete de condones. No tardó demasiado en encontrar lo que necesitaba, cogiéndolo todo inmediatamente y volviéndose a colocar en la cama en una posición más cómoda, enseñándole a Mill lo que había pescado del cajón de los calzoncillos y el chico le dedicó una sonrisa pícara.

 

          —Dame el lubricante —le pidió y Wookjin se lo dio inmediatamente—. No tienes que hacer nada… solo mira y disfruta.

 

          El chico tragó saliva al escuchar aquello, sintiendo cómo toda la excitación que sentía ya de por sí crecía ante la expectativa de poder ver al idol prepararse para él. A Wookjin le gustaba tocar, le gustaba cerciorarse de que era él, con sus dedos, con sus movimientos, el que provocaba parte del placer que sus parejas o ligues de una noche sentían cuando los preparaba; mirar para él era algo nuevo, algo que no sabía si le iba a gustar o no, pero tenía ganas de comprobarlo después de que Mill le hubiera dicho que lo mirase. Así que, Wookjin no perdió detalle de ninguno de los movimientos del chico ante él, se colocó sobre la cama, tumbado boca arriba, con sus piernas abiertas, totalmente expuesto para él, cómo abrió la tapa del lubricante, cómo embadurnó los dedos de su mano izquierda con aquel líquido viscoso y cómo llevó sus dedos hasta su trasero, comenzando a tocarse, introduciendo un dedo y después otro por su recto, jadeando levemente una y otra vez, su miembro endureciéndose con cada embestida de sus dedos. Aquello… aquello era lo más erótico que Wookjin había visto en su vida.

 

          Wookjin estaba acostumbrado a ver al idol en la tele, sus presentaciones que rallaban la sensualidad, aquellas canciones que hablaban sobre sexo de una forma completamente artística y más que bella, sus movimientos sobre el escenario, calculados al milímetro para derrochar y exudar toda su sexualidad, sus expresiones intensas, sus sonrisas pícaras, sus ojos oscuros que parecían llamarte e incitarte a pasar la mejor noche de tu vida junto a él. Wookjin estaba acostumbrado a todo aquello, había visto muchísimo a Mill sobre el escenario… pero lo que estaba viendo en esos momentos era todavía mucho más intenso y lo hacía sentir como si estuviera ardiendo en una hoguera que se había producido dentro de su propio cuerpo y no podía escapar de las llamas, aunque lo intentase… algo que tampoco estaba dispuesto a hacer porque prefería quemarse en ella. El chico que tenía ante sí, penetrándose una y otra vez con sus dedos y dándose placer a sí mismo mientras no le quitaba la vista de encima a Wookjin, tentándolo, era mucho más de lo que jamás había esperado ver, muchísimo más de lo que jamás había esperado tener que soportar, porque ardía en deseos de sacar los dedos de Mill de su trasero y ser él el que se internase entre sus piernas, una y otra vez hasta que ambos se quedasen completamente secos. No obstante, tragando saliva y tratando de serenarse lo mejor que pudo, Wookjin aplacó aquel deseo porque quería que el idol cumpliera con lo que le había dicho antes. Quería que lo montase como nunca antes nadie lo había hecho y, para eso, necesitaba estar bien preparado porque su miembro no paraba de crecer y crecer, endureciéndose y doliendo por no ser capaz de liberar toda la tensión que se acumulaba en él.

 

          El tiempo pareció correr a una velocidad distinta de lo que lo hacía de normal, mucho más lenta, como si lo estuviese torturando por tener tan cerca lo que ansiaba pero sin poder obtenerlo del todo, así que, cuando Mill se sacó los dedos de su trasero con un sonido obsceno y una sonrisa pícara en sus labios, Wookjin no pudo aguantar sus ganas de acercarse a él para besarlo, para tocar su cuerpo, aquella piel suave acaramelada, besando sus labios de nuevo, hundiendo su lengua en su boca y haciéndolo jadear, metiéndose entre sus piernas y pegándose a su cuerpo al máximo porque necesitaba sentirlo, tangible, caliente, duro, sensible, contra él. La intensidad con la que lo besó y lo tocó en aquella ocasión fue tal que Mill acabó riéndose entre jadeos hasta que se quedó sin aire y tuvieron que acabar alejándose el uno del otro.

 

          —Tranquilo, tranquilo —murmuró Mill, sonriéndole de una forma amable y, a la vez, sensual—. Tenemos todo el tiempo del mundo.

 

          Wookjin asintió porque sabía perfectamente que tenían para ellos solos la habitación durante las siguientes horas y que no tenían que preocuparse por nada más que por sentirse el uno al otro, de experimentar el placer una y otra vez en la seguridad y privacidad que les proporcionan las cuatro paredes de su habitación. El chico trató de serenarse de nuevo un poco, de calmar toda la aceleración que sentía, pero poco pudo hacer cuando Mill se incorporó, empujándolo levemente hasta que lo dejó sentado sobre la cama, recogió el condón y se lo puso, no dejando de mirarlo a los ojos mientras lo hacía todo. Wookjin sintió su boca seca de nuevo, además de una excitación que era cada vez más palpable, una excitación que estaba a punto de estallar. El chico se subió a su cuerpo después de que el condón estuviera bien ajustado a su miembro, con sus rodillas a cada lado de sus caderas, colocando sus manos sobre sus hombros para sujetarse y después llevando la derecha hasta el miembro de Wookjin, palpándolo durante unos momentos hasta que lo guio hacia su trasero, dejándose caer lentamente sobre él, engulléndolo y envolviéndolo por completo. Wookjin no pudo evitar gemir, alto, quizás demasiado alto, cuando sintió la exquisita presión que le provocaban las paredes del idol alrededor de su miembro, demasiado apretadas, siendo la fricción tan intensa que el chico estuvo a punto de correrse con aquello solo.

 

          Mill se detuvo una vez todo su miembro estuvo dentro de él, soltando un jadeo por ello y dedicándole una mirada intensa que provocó que un escalofrío recorriese todo el cuerpo de Wookjin de arriba abajo, una corriente eléctrica que se había intensificado mucho más con sus cuerpos unidos. Las manos sobre sus hombros acabaron abandonando estos en el momento en el que el idol se pegó muchísimo más a su cuerpo y fueron sus brazos los que se posaron sobre éstos, mientras sus dedos comenzaban a jugar con su pelo, un poco más largo de lo que estaba acostumbrado a llevarlo, enredándolos en él mientras se inclinaba sobre su rostro para comenzar a besarlo, lento. Wookjin se dejó llevar, moviendo su boca al ritmo que Mill le marcaba, llevando sus manos a su cintura y dejándolas allí, tocando y agarrando fuertemente el cuerpo del chico, hasta que éste comenzó a moverse, primero de una forma lenta, como si quisiera acostumbrarlos a ambos a aquello, sus caderas subiendo y bajando una y otra vez hasta que el movimiento fue un poco más rápido y más intenso, provocando que todo el fuego que se había acumulado en el interior de Wookjin se acabase desatando tan solo unos pocos minutos después, en uno de los orgasmos más intensos de su vida, que lo dejó temblando contra el cuerpo de Mill mientras éste seguía penetrándose a sí mismo con su miembro, todavía duro, negándose a bajársele la erección del todo, a pesar de estar completamente sensible, haciendo que cada movimiento lo sintiera todavía más y más amplificado de lo que ya lo había sentido antes, hasta que Mill también alcanzó su propio orgasmo unos momentos después, su miembro estallando entre sus estómagos y manchándolos a ambos.

 

          La expresión del rostro del idol mientras se corría fue una de las cosas más eróticas que Wookjin había visto en su vida… o al menos eso es lo que creyó durante unos pocos segundos, porque después, Mill comenzó a mover sus caderas de nuevo sobre su erección, provocando que la expresión de placer de su rostro se volviera todavía más erótica, mientras jadeaba, con sus ojos cerrados y se mordía el labio inferior, completamente perdido en su propio placer. Wookjin se olvidó de respirar y casi se olvidó hasta de su nombre mientras el chico seguía haciendo que su miembro se hundiera una y otra vez en su interior, de una forma lenta pero incansable, prolongando la intensa sensación y haciendo que unos momentos después, cuando la tensión se volvió a acumular en sus miembros, acabasen estallando de nuevo en un orgasmo muchísimo más intenso que provocó que sus cuerpos se volviesen de gelatina y acabasen tumbados sobre la cama, con Mill echado sobre el pecho de Wookjin, que subía y bajaba rápidamente, todavía unidos, pero completamente rendidos.

 

          Aquella era la primera vez que Wookjin se sentía tan derrotado a pesar de que él no se había siquiera movido, pero la noche en vela y la debilidad que había provocado en su cuerpo el mejor orgasmo que había tenido en su vida acabaron por hacer que no pudiera más y que se sumiera en un sueño reparador que realmente necesitaba, con Mill dormitando también sobre su pecho. Su sueño fue tan profundo que Wookjin no se dio cuenta de cuándo el idol se despertaba, se levantaba y los limpiaba a ambos antes de salir por la puerta de su habitación con cuidado, pero cuando se despertó lo hizo con una cama vacía y un post-it pegado a la parte trasera de su móvil con un número de teléfono y una promesa de felación que le provocó al chico una erección de la que tuvo que dar cuenta en el baño, solo, antes de que su compañero de habitación volviera de sus clases.

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