Título: Your skin
Autora: Riz Aino
Parejas: WookRie (Rie +
Nine) (OnlyOneOf)
Clasificación: NC–17
Géneros: leve romance, pwp, smut
Número de palabras: 2.547 palabras
Resumen: Wookjin arde en deseos de tocar la nívea y suave piel de
Sungho.
Advertencias: relaciones sexuales explícitas.
Notas: historia escrita para celebrar el cumpleaños de Rie.
Comentario de autora: hace UN AÑO que tengo esta
historia planteada, pero no me había puesto a escribirla hasta ahora por falta
de tiempo e inspiración. Espero que os
guste.
Wookjin
tuvo que contener la respiración cuando la camisa azul marino de Sungho comenzó
a resbalar por sus hombros, revelando poco a poco su físico trabajado, aquellos
hombros anchos y fuertes, cuadrangulares, los huesos de sus clavículas bien
definidos, sus pectorales grandes y su abdomen tonificado. Su piel era nívea y
tenía un aspecto suave, provocando que el menor quisiera alargar la mano para
tocarla, para por fin saber qué era lo que se sentía al tocar aquella piel que
llevaba tanto tiempo ardiendo en deseos por tocar. Hacía demasiado tiempo que
Wookjin no podía dejar de pensar en ello, en cómo sería hacerlo, rozar con sus
dedos aquella piel, sentir en sus yemas la suavidad de ésta, saborear cada
rincón con su lengua, dejar intensos besos que la coloreasen de distintas tonalidades
aquí y allá. No obstante, se detuvo a sí mismo, no podía tocarlo, no podía
hacer algo como aquello, menos en un lugar público como en el que estaban. El
chico se mordió el labio inferior y desvió su mirada hacia el otro lado de la
habitación, tratando de enfocarse en desvestirse a sí mismo porque tenían que
irse de allí pronto. Acababan de terminar un evento con el fandom y debían de
abandonar el local, no tenía tiempo para fantasear con cómo sería tocar la piel
del mayor, solo tenía que cambiarse de ropa y montarse en el coche para que los
llevasen a la empresa. No tenían mucho tiempo que perder porque estaban
terminando los preparativos para su siguiente comeback y debía de centrarse en
eso y no en Sungho, ni en las ganas que tenía de tocarlo y de sentirlo.
En
aquellos momentos, Wookjin trató de centrarse en otras cosas y, por lo tanto,
se perdió la intensa mirada que Sungho le dedicó, una mirada en la que mostraba
que sabía qué era lo que le estaba pasando por la cabeza a Wookjin y lo que
quería hacer para remediarlo.
~
Wookjin
estaba buscando entre su ropa una camiseta que recordaba haber lavado semanas
atrás, pero que, por alguna razón, no encontraba, cuando Sungho entró a la
habitación que compartían recién salido de la ducha. El chico ni siquiera tuvo
que girar su cabeza para saber que se trataba del mayor porque la corriente de
aire que había provocado al abrir la puerta había hecho que oliese su champú y
siguió rebuscando entre su ropa, tratando de dar con la dichosa camiseta.
Wookjin estaba bastante enfocado en ello, tratando de no pensar en Sungho
recién salido de la ducha ni en cómo su cuerpo debía ser todavía más suave que
nunca en aquellos momentos, así que, ni siquiera giró la cabeza para saludarlo,
intentando por todos los medios ignorar el hecho de que éste había entrado. No
obstante, el chico escuchó un clic resonar en el lugar, que le indicaba que el
pestillo de la puerta había sido echado y acabó girando su cabeza, confuso
porque el mayor hubiera cerrado la puerta con el pestillo, encontrándose al
hacerlo a Sungho completamente desnudo, su pelo negro goteando sobre su piel
nívea de porcelana, su cuerpo trabajado, lleno de músculos definidos y su
miembro, totalmente expuesto, entre aquellos muslos grandes y fuertes. Wookjin
tragó saliva al verlo y, aunque lo intentó, no pudo evitar observar
detenidamente el cuerpo que tenía delante.
—¿Te
gusta lo que ves, Wookjinie? —cuestionó el mayor, provocando que el chico
saliera de su ensimismamiento.
—Hyung…
yo…
Aquellas
palabras salieron más como un jadeo que como cualquier otra cosa y Wookjin tuvo
que carraspear para tratar de que su voz saliera como debía, sin sonar
desesperada por algo que no podía tener. Sin embargo, antes de que pudiera
hablar de nuevo, Sungho había dado un par de pasos, colocándose justo frente a
él, a tan solo unos pocos centímetros de distancia de su cuerpo, tan cerca, que
Wookjin podía sentir su respiración en su cuello.
—Sé cómo
me miras, Wookjinie, no hace falta que escondas nada —le dijo Sungho, dedicándole
una sonrisa pícara que el chico había visto muy pocas veces en su rostro—. Sé
perfectamente qué es lo que quieres de mí y yo también lo quiero… no hace falta
que le pongamos nombre, no hace falta que tenga ataduras, simplemente podemos
obtener lo que queremos el uno del otro sin que nada se interponga.
—Hyung…
Wookjin
no sabía qué decir, que hacer… estaba hecho un completo lío y no sabía si lo
que estaba pasando en aquellos momentos era solo un sueño o algo creado por su
poderosa imaginación. No podía ser real, no podía tener a Sungho desnudo ante
él, al alcance de su mano ofreciéndole que tuvieran algo, que calmasen sus
deseos por el otro simplemente por el placer de hacerlo. No le entraba en la
cabeza, todo había pasado demasiado rápido y ni siquiera sabía cómo reaccionar
a todo aquello. Había intentado ser sutil cuando miraba al mayor cambiarse,
había intentado que no se notase cuando en su mente estaba imaginándose
recorriendo con sus manos cada centímetro de su piel y, por todos los medios,
había intentado que nadie se diera cuenta de sus deseos más ocultos… estaba
claro que no lo había conseguido si Sungho se había dado cuenta de ello. Pero,
sobre todo, no llegaba a entender por qué el mayor estaba así ante él, por qué
le había hecho aquella propuesta, por qué los había encerrado en la habitación,
por qué lo estaba mirando con aquellos ojos grandes y oscuros, brillando con un
deseo infinito que parecía ser por él, solo por él.
—Hyung…
—volvió a murmurar, pero antes de que pudiera decirle nada más, el mayor se
alzo levemente de puntillas para dejar un beso en la comisura de sus labios que
hizo que su corazón comenzara a latir rápidamente dentro de su pecho—. Hyung…
—No
pienses, Wookjinie, no pienses —le dijo—. Simplemente haz lo que siempre has
querido hacer… porque yo no quiero tener que contenerme más.
La voz
de Sungho había sonado ronca, grave, tentadora y, tras decir esas palabras se
había mojado sus labios gruesos con la lengua, haciéndolos todavía más
apetecibles de lo que ya eran de por sí. Wookjin tenía muchas dudas, tenía
muchas preguntas, pero, sobre todo, tenía muchas ganas de tocar y besar la piel
de Sungho en toda su extensión. Por ese motivo, simplemente decidió hacerle
caso al mayor y se dejó llevar, sin contenerse por una vez, inclinándose hacia
delante levemente para alcanzar los labios de éste, comenzando a besarlo con un
hambre que ni siquiera sabía que había tenido hasta aquel momento, llevando sus
manos a su nuca y a su cintura para sujetarlo con fuerza contra su cuerpo, no
queriendo dejarle escapatoria por si se lo pensaba mejor porque ya que se había
dejado llevar, no quería echarse atrás, no quería que aquello acabase antes de
empezar. Sungho, no obstante, no tenía intención alguna de escaparse de él, no
tenía intención alguna de separarse de su cuerpo, así que, respondió con gusto
a aquel intenso beso, volviéndolo todavía más intenso, lamiendo los labios de
Wookjin y pidiéndole entrada a su boca, haciendo que sus lenguas se
encontrasen, jugando la una con la otra hasta que se quedaron sin respiración,
pegándose a su cuerpo de una forma que parecía completamente imposible y
agarrándose a su espalda, a la tela de su camiseta, con sus manos. Cuando se
separaron, lo hicieron simple y llanamente porque ambos necesitaban respirar.
—Hyung…
—volvió a murmurar Wookjin, pero Sungho lo calló dándole un beso corto en los
labios.
—Shhh…
no hables… —le pidió—. Solo vamos a la cama… no tenemos mucho tiempo…
Sungho
tenía razón, no podían entretenerse demasiado. Estaban en el dormitorio, en la
habitación que compartían con Yongsoo, quien no tardaría mucho en ducharse y
aparecer por allí, intentando entrar para dormir. A Wookjin le habría gustado
recorrer el cuerpo de Sungho una y otra vez con sus manos, con sus labios, con
su lengua, besando y mordiendo, dejando marcas en su blanca piel que indicaran
que él había pasado por allí… pero se tuvo que contener de hacerlo cuando el
mayor simplemente lo guio hasta su cama en la litera de abajo y tuvieron que
maniobrar para caber en el estrecho colchón y no pegarse en la cabeza con la
cama de arriba. Sentados sobre la cama se besaron, se besaron una y otra vez
mientras sus manos no paraban quietas, tocando y descubriendo el cuerpo el uno
del otro. Wookjin rozó con la yema de sus dedos la piel suave de Sungho una y
otra vez, de arriba abajo, sus brazos, sus costados, su espalda, sus
pectorales, su cintura estrecha, sus muslos fuertes, su trasero grande que
parecía un melocotón, hundiendo sus dedos en sus nalgas, mientras las manos del
mayor tocaban aquí y allá, por debajo de su ropa, deshaciéndose de ella
rápidamente, dejando un calor intenso, un fuego, allí donde lo tocaba. Solo
dejaron de besarse en los momentos en los que era complicado maniobrar para que
le quitase la ropa, sacándole la camiseta por la cabeza con la ayuda de Wookjin
y tirando de sus pantalones por sus delgadas piernas como si quisiera
arrancárselos con la mayor rapidez posible.
Cuando
los dos estuvieron completamente desnudos, Sungho se levantó de la cama un
momento, tan solo un instante, revolviendo entre la mochila que solía llevarse
al trabajo, buscando algo, su cuerpo completamente expuesto, su miembro
endurecido por los besos, por los roces, por la excitación que debía de sentir,
la misma que Wookjin también sentía y que había provocado que su miembro
también se endureciera. Cuando el mayor volvió a la cama, llevaba en sus manos
un bote de lubricante y el envoltorio de un condón.
—Date la
vuelta, Wookjinie —le pidió—. Voy a hacerte sentir bien.
Wookjin
parpadeó rápidamente un par de veces, confuso, sorprendido, pero viendo la
sonrisa pícara en los labios de Sungho le dijo todo lo que éste no le había
dicho de viva voz… que no tuviera miedo, que iba a hacer que aquello lo
disfrutara como nunca y que él se encargaría de absolutamente todo. El chico
acabó asintiendo a ello y dándose la vuelta en el colchón, tumbándose sobre la
cama, alzando levemente sus caderas. Sungho se colocó tras él y le agarró las
caderas con sus manos, hundiendo sus dedos en ellas para alzarlas algo más y
después echó sobre su ano lubricante, dejando que chorrease un poco entre sus
nalgas, para después comenzar a tentar su entrada con su dedo, introduciéndolo
con cuidado, pero con rapidez, usando lubricante una y otra vez para que él se
acostumbrase a la intrusión. Y Wookjin, que en las pocas relaciones sexuales
que había tenido, siempre había sido el activo, por primera vez sintió una
mezcla de placer y dolor, incomodidad que se convertía en una sensación
electrizante que recorría todo su sistema nervioso de arriba abajo, dejando sus
músculos sin fuerza, queriendo dejarse caer por completo en la cama, rendido,
sus rodillas siendo gelatina.
Sungho
lo preparo con cuidado, pero con un ritmo acelerado hasta que estuvo
completamente listo y después simplemente se introdujo dentro de su cuerpo, una
y otra vez, empujando sus paredes, rozando con su miembro aquel punto en su
interior que lo hacía ver las estrellas con cada embestida. Wookjin se agarró a
las sábanas y hundió su rostro en la almohada para ahogar cada sonido, cada
jadeo, cada gemido que quería escapar de sus labios sin su permiso. El ritmo
fue enloquecedor y casi fue demasiado para él, pero el miembro de Sungho,
entrando y saliendo de su cuerpo, mientras sus dedos se hundían en sus caderas,
era más de lo que el chico jamás había pensado que podría conseguir, más de lo
que podría tener… y al final acabó llegando al orgasmo, simplemente con ello,
su cuerpo temblando de placer y cayendo sobre la cama, sin poder hacer nada más,
los músculos de su cuerpo cediendo. Sungho siguió penetrándolo durante su
orgasmo, prolongándolo, hasta que él mismo acabó corriéndose dentro de su
cuerpo, en el condón, dejándose caer sobre su espalda mientras se reponía de
éste y comenzando a dejar pequeños besos sobre sus hombros y su nuca, haciendo
que Wookjin se sintiera aún más como si estuviera hecho de mantequilla. Le
habría gustado hacer aquello mismo con Sungho, le habría gustado poder
deleitarse con su piel, pero ahora que había probado de ella, estaba seguro de
que no se iba a poder contener de volver a hacerlo en un futuro próximo, aunque
con mucho más tiempo, para poder tocarla y saborearla todo lo que quisiera.
Sungho
acabó saliendo de su cuerpo unos instantes después, haciendo un nudo con el condón
y tirándolo a la papelera de la habitación, cogiendo también algunos pañuelos y
toallitas para ayudarlo a limpiarlo y a limpiar sus sábanas del semen de
Wookjin, siendo metódico y dulce, como siempre lo era. Wookjin no pudo
contenerse y acabó besándolo de nuevo, aunque aquella vez sin la intensidad del
inicio, un beso simple, un beso lento en el que saboreó por completo sus labios
hasta que el mayor acabó separándose de él con una sonrisa, tirándolo todo a la
papelera y alcanzándole la ropa que había tirado antes por la habitación para
que se vistiera como si allí no hubiese pasado absolutamente nada, ocultando el
olor a sudor y sexo de la habitación echando un poco de la colonia que solía
ponerse para dormir y quitando el pestillo de la puerta en el momento en el que
todo estuvo completamente en orden, como si en los últimos quinde o veinte
minutos no hubiera sucedido absolutamente nada fuera de lo normal allí,
volviendo después a la cama junto a Wookjin, tumbándose a su lado simplemente.
—Puedes
quedarte aquí —le dijo—. No tienes porqué subirte a la litera.
Y
Wookjin le agradeció el gesto con un beso corto antes de dejarse caer sobre el
colchón y cerrar sus ojos, aspirando el aroma del mayor rodeándolo, sintiendo
cómo de golpe lo inundaba todo el cansancio del día, de los eventos que habían
tenido y la locura que todo aquello había sido y de lo que había pasado entre
ambos allí. Más en el mundo de los sueños que en el real, Wookjin escuchó cómo
la puerta se abría y la voz de Yongsoo se dejaba escuchar en la habitación,
charlando con Sungho de algo, pero no pudo sacar significado a sus palabras y
simplemente se quedó profundamente dormido en los brazos del mayor, rememorando
una y otra vez aquel polvo que acababan de echar y las ganas que tenía de volver
a repetirlo, esta vez teniendo el tiempo suficiente para disfrutar de la piel
de Sungho en toda su extensión.
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