miércoles, 26 de julio de 2023

[Two Shot] Winter flower {HaoBin}

Part 2

 

¿Hao hyung?

 

La voz de Hanbin resonó en la floristería que, en un primer momento le pareció completamente vacía, pero después de dar un par de pasos se dio cuenta de que no lo estaba. El muchacho que había visto cuando había ido en otra ocasión, aquel con el que había hablado Hao en chino, se encontraba allí, sentado tras el mostrador, anotando cosas en una libreta y parecía que había levantado su cabeza de ella en el momento en el que había escuchado la voz de Hanbin al entrar al lugar, observándolo con curiosidad mal disimulada en cuanto entró en su campo de visión. Hanbin se quedó completamente parado en mitad, sin saber si acercarse o no a aquel chico y preguntarle por Hao o no, nervioso de alguna forma por la manera en la que el otro lo estaba observando. No supo si pasaron solo unos segundos o varios minutos en los que ninguno dijo nada, pero cuando Hao apareció desde la trastienda, con una maceta en sus manos, varios rastros de tierra en su cara, como si se la hubiera tocado sin darse cuenta de que tenía las manos sucias, y una pinza pequeña con forma de corazón sujetándole parte del flequillo. Por un momento, Hanbin se olvidó de respirar porque, de esa forma, el chico estaba totalmente adorable y nada lo había preparado para una visión como aquella.

 

Oh, Hanbin, ¿ya estás aquí? dijo al verlo, dedicándole una sonrisa y soltando la maceta en una de las estanterías antes de acercarse a él. Al final te he preparado las dos cosas, un girasol y unas semillas.

Hao el otro chico que estaba allí lo llamó y éste se giró hacia él. No parece un cliente normal, ¿no me lo vas a presentar? le cuestionó.

Ah. Sí. Cierto respondió Hao. Hanbin no pudo descifrar si había sido robótica su respuesta debido a que se le debía haber olvidado la presencia del otro en el lugar o porque se había puesto nervioso por algo. Este es Hanbin, es amigo de Matthew le dijo al chico. Te acuerdas de Matthew, ¿verdad? Bajito, sunshine...

¿El novio de tu amigo el sieso? replicó éste y Hao abrió la boca para replicar, pero al final acabó asintiendo. Encantado, Hanbin. Yo soy Kuanjui, trabajo aquí con Hao.

 

Hanbin inclinó su cabeza levemente a su presentación y le dedicó una pequeña sonrisa que hizo que Kuanjui le dedicase una sonrisa pícara. Hao le dijo algo en chino que Hanbin no entendió y la sonrisa del otro se ensanchó, algo que lo hizo sentirse completamente confuso al no saber qué era lo que se estaba cociendo allí. Quizás tendría que desempolvar sus apuntes de chino y volver a ponerse a estudiar el idioma.

 

Ven por aquí, Hanbin le dijo, volviéndose hacia él. Tengo lo tuyo aquí apartado.

 

El chico asintió, sin saber realmente qué decir y no queriendo ser indiscreto preguntándole al chico qué era lo que había hablado en chino con su compañero, porque tenía la vaga sensación de que lo que habían dicho era de alguna forma referente a él aunque no habían dicho en ningún momento su nombre, así que, simplemente lo siguió hasta un lugar alejado de la puerta de entrada y del mostrador, quitado de la vista de casi la práctica totalidad de la tienda, donde parecían tener las cosas que apartaban para los clientes. Hao miró un poco por encima entre las macetas plantas, los ramos de flores y los diferentes artículos de jardinería después se adentró en el ordenado caos para sacar una maceta con un pequeño girasol y una bolsa con semillas, volviendo hasta él en apenas unos instantes.

 

Esto es le dijo, dedicándole una sonrisa encantadora. Coméntale a Matthew que el tiempo idóneo para sembrar las semillas es ahora en invierno, pero que todavía hace demasiado frío en el exterior como para trasplantar el de la maceta, que mejor lo mantenga dentro de la casa en un lugar donde le dé mucho el sol hasta que llegue la primavera porque es de invernadero y...

 

Hanbin en realidad debería haber estado escuchando las explicaciones de Hao porque eran importantes para que Matthew cuidase bien de aquel obsequio, pero entre la sonrisa que le había dedicado momentos antes y que no podía dejar de mirar los rastros de tierra que tenía el chico en su cara, haciéndolo parecer completamente adorable, no había prestado ninguna atención a lo que este le estaba contando y, además, su cuerpo decidió actuar por sí mismo y sin la aprobación de su cerebro una vez más, llevando con cuidado su mano derecha al rostro de Hao y retirando con su pulgar los restos de tierra de su mejilla cuidadosamente, provocando que éste dejase de hablar y lo mirase fijamente, con los ojos como platos y la boca abierta. Hanbin tardó un rato en reaccionar, retirando su mano de la cara de Hao y disculpándose por lo que acababa de hacer.

 

Lo siento, lo siento murmuró. Tienes un poco de... tierra por la cara y... lo siento, no he podido contenerme...

Ah...

 

Hao soltó las cosas en suelo y del bolsillo del delantal que llevaba sacó un espejo pequeño, mirándose en él y dándose cuenta de que lo que le había dicho Hanbin era verdad. Inmediatamente, sus mejillas y la punta de sus orejas se tiñeron de rojo y, un segundo después, el chico salía corriendo, alejándose de él refregándose la cara con sus manos, diciéndole algo en chino a Kuanjui antes de desaparecer por la puerta de la trastienda.

 

Hanbin, ven al mostrador que te cobre lo que te vas a llevar lo llamó este. No creo que Hao quiera volver a salir después de esta humillación.

 

Y aunque Hanbin quiso preguntarle qué era lo que quería decir y por qué lo había llamado “humillación”, se aguantó las ganas de hacerlo y simplemente cogió lo que Hao había dejado en el suelo para entregárselo y que le dijera lo que le debía pagar. Su nueva meta en la vida sería ponerse a estudiar chino de nuevo, no solo para entender qué era lo que aquellos dos se decían en su presencia porque Hanbin nunca había sido un cotilla, sino más bien para tener algo con lo que tratar de impresionar a Hao y no ponerse en evidencia junto a él, que era algo que estaba ya habituado a acabar haciendo por no pararse a pensar un segundo en lo que hacía y decía. Tendría que estudiar mucho, no obstante, estar muy seguro de lo que quería decir, antes de hablar con él porque si en coreano a veces era un caos cuando estaba frente a Hao, no quería ni imaginarse cuánto lo sería en un idioma que tenía olvidado desde que acabó secundaria.

 

~

 

¿Y esto? fue lo que dijo Matthew cuando abrió la puerta de la que llevaba un tiempo siendo su casa, viendo cómo Hanbin casi le metía en la cara la maceta con el girasol.

¿Una ofrenda de paz? contestó Hanbin con otra pregunta. ¿Para que no me asesines porque es la primera vez en tres semanas que accedo a salir de casa?

 

Hanbin no pudo ver la reacción que tuvo su amigo a sus palabras porque le había colocado la maceta casi en la cara, pero tampoco quería apartarla por si su reacción era mala y se la quería estampar en la cabeza. Por lo general, Matthew no era violento, persistente quizás, pero violento no... pero si alguien le tocaba especialmente las narices, de aquel cuerpo chiquitín que repartía sonrisas por doquier nacía un terrible demonio que era mejor evitar a no ser que uno quisiera perder su vida. Hanbin solo había sido el objeto de su ira una sola vez y no quería volver a pasar por aquella terrible experiencia nunca más, si cerraba sus ojos todavía tenía pesadillas sobre esa única ocasión.

 

No me refería a eso respondió Matthew, cogiendo la maceta de las manos de Hanbin y abrazándola con fuerza contra su pecho. Me refería al girasol en sí, ¿has hablado con Hao hyung?

Ah... sí... contestó. Cuando fui con él y Yujin de tiendas le dije que quería traerte una ofrenda de paz y me lo comentó, me ha dicho qué es lo que deberías hacer con la maceta y las semillas, pero no me acuerdo muy bien, así que mejor pregúntale a él cuando puedas.

Espera, espera le dijo su amigo. ¿Cómo que fuiste con Hao hyung y Yujini de tiendas? Ahora mismo me cuentas eso.

 

Hanbin quiso correr, huir de aquel lugar antes de que la ira de Matthew se desatase porque había ido de tiendas con ellos en lugar de aceptar sus muchas invitaciones para diferentes planes que le había hecho en las últimas semanas, pero antes de que pudiera hacerlo, su amigo lo agarró de una de las solapas del abrigo que llevaba y comenzó a tirar de él para que entrase en la enorme mansión en la que vivía. Hanbin no tuvo más opción que dejarse llevar por el lugar porque oponer resistencia habría sido mucho peor, hasta que acabó descalzo y solo con su jersey, sentado en el gigantesco sofá de cuero del salón, más tieso que un garrote, bajo la atenta mirada de Matthew, que se había sentado frente a él, sobre la mesa baja de madera que había delante del sofá.

 

¿Me vas a contar por qué me has traicionado en favor de un chico que acabas de conocer? le preguntó. ¿Es porque es adorable o porque quieres meterte en su cama?

 

Hanbin abrió los ojos como platos, sintiéndose completamente expuesto ante su amigo. Ni siquiera había hablado con él de que estuviese interesado en Hao porque sabía que si lo hacía, Matthew no iba a parar hasta que le contase absolutamente todo lo que le pasaba por la cabeza con respecto al mayor y, sobre todo, no iba a poder mantenerse callado y seguro que se lo diría a todo el mundo, todo el mundo incluyendo Hao porque había un cien por cien de probabilidades de que se le escapase un día casualmente en una conversación y no hubiese vuelta atrás. Y no era como si Hanbin no quisiese que Hao se enterase algún día de que estaba sintiendo cosas por él que quizás iban un poco más allá de un simple crush con cada conversación que mantenían, ya fuera a través de mensajes o en persona, porque si quería avanzar en algún momento, obviamente la otra parte interesada debía de tener nociones de lo que sentía... sin embargo, no quería que fuese tan pronto, tan repentino, no hacía más que unas semanas que sabía de su existencia y solo en los últimos días habían hablado algo más.

 

Matthew... murmuró, tratando de decir algo, pero su cerebro no acabó de conectar con su boca lo que quisiera decir y al final solo se quedó con ésta abierta, boqueando con un pez fuera del agua.

No me jodas dijo entonces su amigo. Quieres meterte en su cama porque es adorable se reafirmó y Hanbin no pudo decir nada porque en el fondo no era como si no hubiese pensado alguna que otra vez en cómo sería estar en la cama con él. Oh dios mío, Sung Hanbin, ¿por qué no me cuentas estas cosas? Ahora mismo me estás poniendo al día de absolutamente todo lo que haya pasado entre tú y él aunque creas que no haya pasado nada digno de mención me tienes que contar ABSOLUTAMENTE TODO.

 

Hanbin intentó evitar aquel momento, poniéndole a Matthew cara de perro abandonado, pero su amigo no se ablandó ni con esas y al final tuvo que claudicar. Supiró profundamente y se reclinó en el sofá, comenzando a hablar con la vista perdida en el horizonte, más allá de Matthew, a la tele gigante que había frente a él y que estaba apagada. Le contó cómo había ido a verlo la vez en la que su helecho había estado a punto de morirse porque lo había regado de más y la conversación que habían mantenido, de la misma forma que le contó cómo había coincidido la salida que habían hecho para comprar ropa con Yujin y lo que habían hablado en ese momento y después, así como las pocas conversaciones que desde aquel día habían tenido por mensajes, mayormente sobre los girasoles que le iba a llevar a Matthew aquel día porque tenía que comprar la planta, pero también cómo habían hablado sobre uno de los cactus de Hanbin que parecía que iba a florecer o cómo se habían contado a veces parte de sus días. Su amigo estuvo completamente atento a todo lo que le contó, sin perder ni un solo detalle y mirándolo fijamente, tanto que Hanbin sentía su mirada atravesarlo a pesar de que trataba de ignorarla. Solo cuando acabó de contarlo absolutamente todo, se decidió a mirar a Matthew, pero para decirle que le trajese un vaso de agua y éste se levantó de la mesa baja en la que llevaba todo el rato sentado, dando un par de pasos hacia la cocina para traerle lo que había pedido, pero se giró hacia él casi inmediatamente después, deteniendo todo movimiento y mirándolo fijamente durante unos momentos más antes de decirle:

 

No creo que sea un crush Hanbin, me parece que Hao hyung te gusta de verdad.

 

Y Hanbin no tuvo corazón para negarle aquello porque en el fondo él mismo pensaba exactamente igual. Quizás Hao le estaba empezando a gustar más de lo que le gustaría admitir en voz alta a pesar de que solo había tenido unas pocas interacciones con él.


~

 

                    

Hablar con Hao por mensaje era mucho más fácil que hacerlo con él en persona aunque a veces Hanbin tuviera que pensar durante varios minutos cuáles eran las mejores palabras para expresar lo que quería decir, bromear con él también era increíblemente fácil. Sus respuestas hacían que su corazón a veces revoloteara durante más tiempo del necesario porque, después de todo, cada conversación que mantenía con el mayor, cada foto que compartía con él, cada tontería que le contaba sobre su día a día y cada respuesta que recibía del mayor haciendo exactamente lo mismo que hacía él, provocaban que su corazón se acelerase, se detuviese o que apareciesen mariposas en su estómago, haciendo que cada día Hanbin se sintiese más y más atraído por él de una forma casi irremediable, haciendo que cada día que pasaba una sonrisa más amplia apareciese en su rostro cuando veía que el mensaje que recibía era de Hao.

 

Había ocasiones en las que Hanbin escuchaba su móvil sonar con la notificación de un nuevo mensaje recibido y dejaba atrás todo lo que estaba haciendo para ir casi corriendo a por el teléfono aunque la mayoría de éstas, no era ningún mensaje de Hao, pero solo por la posibilidad de que lo fuera, el chico no podía dejar de sentir anticipación por ello... como en aquella ocasión. Hanbin estaba fregando los platos cuando su teléfono sonó con un par de mensajes y casi se le cayó de las manos uno de los platos al fregadero por la precipitación con la que lo soltó para ir hacia la mesita baja del salón, dónde lo había dejado antes. Cuando lo desbloqueó y vio que los mensajes eran de Hao, una sonrisa apareció en su cara sin que pudiera ni quisiera evitarlo, abriendo rápidamente la aplicación y leyendo los mensajes. Hao le preguntaba si estaba ocupado  y si podía llamarlo, y Hanbin respondió rápidamente que no lo estaba, unos segundos más tarde, su teléfono volvía a sonar, pero esta vez con su tono de llamada y el chico contestó.

 

Hyung.

Perdona si soy una molestia, Hanbin.

No eres nunca una molestia, hyung respondió. ¿Qué necesitas?

Un poco de compañía contestó Hao. Rui tenía la tarde libre y me he quedado haciendo el inventario, pero estoy terriblemente aburrido aquí solo. ¿Podemos hablar un rato para mantenerme entretenido? y añadió: si no te supone ningún problema.

 

Hanbin tuvo que ahogar un pequeño grito que quiso salir de su garganta, un grito que podría haber pasado por el de una adolescente enamorada, algo que se acercaba bastante a cómo se sentía por dentro. Hao había pensado en él en un momento de aburrimiento y quería que le hiciese compañía al teléfono.

 

No me supone ningún problema hacerte compañía, hyung. No estoy haciendo nada importante respondió, después de calmarse un poco. ¿Cómo quieres que te haga compañía?

Mmmm... ¿qué tal te ha ido el día, Hanbin?

 

Hanbin no pudo evitar que una sonrisa enorme apareciese en su cara antes de comenzar a hablarle a Hao de su día. Realmente no había hecho nada interesante, lo de siempre, levantarse, prepararse para salir, ir hasta la academia donde daba sus clases de baile y pasar allí la mayor parte del día antes de volver a casa, pero aunque su rutina no fuera interesante ni divertida, Hanbin no reparó en detalles y le explicó a Hao qué era lo que le enseñaba a cada clase según su nivel, cómo con algunos estaba preparando coreografías para que se presentasen a diferentes concursos de baile que se iban a celebrar en primavera, mientras el mayor hacía comentarios o preguntas de cuando en cuando, indicándole que, aunque estuviese haciendo su tarea con el inventario en la tienda, también estaba atento a lo que Hanbin le estaba contando. Hanbin también estuvo haciendo sus tareas en la casa, poniendo el manos libres y terminando de fregar los platos en aquel rato, haciéndole preguntas a Hao sobre su día y tratando de mantener la conversación viva por el mayor tiempo posible, hasta que algo más de una hora más tarde el mayor finalmente le dijo que había acabado el inventario.

 

Muchas gracias, Hanbin le dijo. No sé si habría sido capaz de acabar esto sin morirme de aburrimiento si no hubiera estado hablando contigo.

No ha sido nada, hyung respondió él. Podemos hablar siempre que quieras.

 

Hao le dio las gracias un par de veces más a pesar de que Hanbin le dijo que no tenía por qué dárselas y cortó la llamada, asegurándole que se iría a casa lo más pronto posible después de terminar un par de cosas que todavía le quedaban por hacer en la tienda. El chico se quedó mirando el teléfono con una sonrisa de idiota durante un par de minutos más, con mariposas revoloteando por el estómago, hasta que una nueva notificación en la pantalla de este lo sacó de su ensoñación. Hanbin se enfocó de nuevo y vio que era un mensaje de Matthew, pidiéndole si podía encargarle a Hao por él algunas cosas para el jardín que se estaba dedicando a poner bonito y lleno de plantas, además de encargarle el ramo de flores para la graduación de Yujin, para la que apenas quedaban un par de semanas. Hanbin acabó sonriendo ante el mensaje porque su mejor amigo se había tomado demasiado en serio eso de crearle oportunidades para que se viera con Hao y así interactuasen un poco más de lo que lo harían normalmente y le parecía entre adorable y tonto, pero aún así se lo agradecía a Matthew. Le contestó que le haría el encargo a Hao, pero justo cuando abrió el chat del florista un trueno retumbó en el exterior, haciendo que los cristales temblasen, justo antes de que una tromba de agua comenzase a caer como si se tratase del diluvio universal.

 

Hanbin se asomó al ventanal de la terraza, viendo la oscuridad del cielo y cómo este no parecía que fuera a despejarse en algún momento cercano, dirigiendo su mirada de nuevo al chat abierto con Hao unos segundos, una idea estúpida formándose en su cabeza. Ni cinco minutos más tarde, Hanbin salía de su apartamento con su paraguas más grande, camino a la floristería de Hao.

 

~

 

Las luces de la floristería estaban apagadas cuando Hanbin llegó a ella, el signo de “cerrado” colgado en la puerta, pero el chico giró el picaporte sin problemas y empujó levemente la puerta para entrar al establecimiento, haciendo que la campanilla que anunciaba la entrada de un nuevo cliente al lugar resonara con eco en el silencio del lugar. Inmediatamente después, algo de ruido le indicó a Hanbin que todavía había alguien en la tienda y esbozó su mejor sonrisa para cuando Hao apareció de entre las estanterías.

 

Lo siento, pero estamos cerra... Hao ni siquiera terminó su frase cuando vio que Hanbin se encontraba allí, quedándose también completamente quieto, sin dar ni un paso más, parpadeando rápidamente, como si no se creyese que el chico estuviese allí. ¿Qué haces aquí Hanbin? preguntó, en sus ojos brillando la curiosidad y algo más que no supo identificar.

 

Por un momento, Hanbin se puso nervioso. Realmente había vuelto a actuar por un impulso y no le había dedicado ni un momento a pensar en sus acciones, como parecía ser la tónica en todas las decisiones que tomaba con respecto a Hao, pero después carraspeó para aclararse la voz y contestó:

 

Matthew me ha dejado una lista de cosas que necesitaba encargarte, pero está tan ocupado que no podía pasarse... y además está diluviando ahí fuera y me he acordado de que no tienes coche le dijo. También es algo tarde y estoy seguro de que no has comido nada, así que, por las molestias de hacerte trabajar tan tarde y como premio a todo lo que has hecho hoy, he pensado que podíamos cenar en cualquier sitio.

 

Hanbin soltó todo aquello de corrido, sintiendo cómo la punta de sus orejas se calentaba y se debía de volver de color rojo intenso porque en ese momento literalmente le acababa de pedir una especie de cita a Hao, aunque nunca hubiera dicho esa palabra... ¿pero qué más significaba que alguien te fuera a recoger en un día de lluvia y te pidiera que cenaras con él? Hanbin se sentía terriblemente avergonzado y ansioso a partes iguales por saber qué era lo que Hao le decía a aquello, porque quizás era algo que no le interesaba en absoluto, quizás Hanbin no le interesaba para nada más que como un nuevo amigo que había conocido tan solo unas semanas antes y solo fuera él el único ilusionado por tener algo más con el otro, porque Hanbin al menos había dejado de mentirse después de hablar con Matthew, asimilando poco a poco que lo que sentía por el mayor iba mucho más allá de un simple crush.

 

La respuesta de Hao no fue inmediata, de hecho, el chico se lo pensó bastante antes de contestarle y Hanbin no supo si fue porque había hablado tan rápido que el mayor estaba todavía asimilando y traduciendo todo a chino en su cabeza o porque lo había pillado completamente desprevenido con su propuesta y no sabía cómo decirle que no sin herir sus sentimientos, pero poco a poco, la ansiedad por conocer qué era lo que Hao tenía que responderle a su nuevo acto de temeridad fue creciendo, a medida que el silencio de Hao se fue prolongando y Hanbin solo se permitió volver a respirar cuando el mayor esbozó una sonrisa y comenzó a hablar.

 

Deja que apunte el encargo de Matthew para que no se me olvide y podemos irnos a cenar donde quieras.

 

A Hanbin le costó un segundo procesar la información, procesar que Hao había dicho que sí porque en su cerebro ya estaba maquinando una forma de darle la vuelta a aquello y hacer que la proposición de salir a cenar fuese una forma mucho más casual todavía, una cena de agradecimiento por todo lo que había hecho por él, por eso estaba allí, no por nada más, pero cuando lo terminó de procesar, fuegos artificiales comenzaron a explotar dentro de su pecho, rápidamente, uno tras otro, como si de la traca final se tratase. Tratando de no parecer tan excitado como se sentía por aquella respuesta afirmativa, sacó su móvil y le enseño a Hao el mensaje que había recibido de Matthew con todas las cosas que le había encargado y el mayor simplemente lo copió todo rápidamente, pero aún así con buena letra, en una nota que dejó sobre el mostrador, recogiendo justo después un par de cosas que le faltaban todavía por terminar antes de volver a girarse hacia Hanbin, con una sonrisa brillante en su rostro, anunciándole que ya podían irse. Hanbin se dirigió hacia la puerta y abrió el enorme paraguas, esperando a que Hao saliese y cerrase con la llave, tratando de taparlos a ambos lo mejor posible para que no se mojasen. Llegar hasta el coche de Hanbin fue una pequeña odisea porque la lluvia en esos momentos era bastante fuerte y, además, truenos resonaban en las calles, haciendo que Hao se sobresaltara de vez en cuando y se detuviese por ello, antes de reír avergonzado y seguir caminando a su lado, prácticamente pegado a él, así que, una vez llegaron y Hanbin se sentó en el asiento del conductor, no pudo evitar suspirar profundamente, aliviado porque al menos ya estaban dentro del vehículo.

 

¿Dónde te apetece ir a cenar, hyung? le preguntó a Hao, girándose hacia él y encontrándose con una expresión pensativa al hacerlo.

¿Te importa si comemos chino? le respondió con una pregunta. Hace bastante tiempo que no como nada de mi tierra y lo echo de menos.

Sin problema.

Entonces hay un sitio al que podemos ir, no está muy lejos de aquí y  la comida está riquísima, es casi como la de mi abuela dijo Hao, sus ojos brillando de emoción.

Guiame.

 

Aquello fue lo único que Hanbin tuvo que decir para que una sonrisa enorme se instalase en el rostro de Hao y cogiese su móvil para buscar en el maps la ubicación del restaurante chino al que quería ir y ver cómo llegar en coche desde donde se encontraban, en cuanto lo tuvo todo listo, no perdió el tiempo en comenzar a guiar a Hanbin por la ciudad mientras la tormenta y la lluvia no cesaban a su alrededor. No tardaron demasiado en llegar al lugar que Hao le había dicho, un pequeño restaurante chino encajado en un callejón lejos de la vista de la calle principal que no parecía gran cosa; no obstante, Hanbin no se dejó engañar por la apariencia del local y simplemente confió en los platos que Hao le recomendó probar. No se tuvo que arrepentir de haberlo hecho porque la comida estaba riquísima, aquel debía de ser el mejor chino de la ciudad.

 

¿Te gusta? le preguntó Hao, una sonrisa perfecta en su rostro y sus ojos brillando de curiosidad.

Me encanta respondió Hanbin sinceramente, no sabiendo si solo respondía a la pregunta sobre la comida o si había tras ello algo más, algo que de verdad le quería decir al chico pero que no podía poner en palabras.

 

La cena fue perfecta. Hablaron un poco de todo y un poco de nada, como cuando se mandaban mensajes, preguntándose cosas el uno al otro, hilando temas de conversación de formas casi imposibles y pasándolo bien mientras disfrutaban de una cena exquisita, sin que las sonrisas abandonasen sus caras. Hanbin casi sintió que su corazón se rompía en dos cuando Hao miró su móvil y se sorprendió por lo tarde que era, pidiendo inmediatamente la cuenta, pero trató de calmar aquel sentimiento tan fuerte porque era muy tarde y debían volver a casa. Afuera la tormenta había dejado de sonar y solo había quedado la lluvia residual, pero Hanbin insistió en que dejar a Hao en la puerta de su casa era lo correcto, después de todo, y el mayor no puso ninguna pega a aquello, por lo que ambos se montaron en el coche de nuevo, aunque aquella vez los acompañó el silencio, solo roto por la música suave que salía de los altavoces del coche, con las canciones que sonaban en una emisora de la radio. El viaje no no fue especialmente largo, el restaurante chino al que habían ido se encontraba en el mismo barrio en el que Hao vivía, pero en los escasos minutos que duró, Hanbin no pudo evitar sentir una especie de anticipación. Era extraño estar con Hao solo en el coche después de aquellas semanas en las que se habían estado conociendo poco a poco, después de aquella cena en la que todo había ido a pedir de boca y que se sentía casi como una cita y quizás era por eso, porque lo sentía como una cita, que Hanbin no sabía qué hacer o qué esperar del momento en el que Hao saliese del coche.

 

Ya hemos llegado murmuró Hanbin en cuanto detuvo el vehículo frente al bloque de pisos en el que Hao vivía, según marcaba su gps.

Ya hemos llegado repitió Hao, más bajo incluso de lo que Hanbin lo había dicho.

 

No obstante, aunque el coche estaba detenido y lo único que tenían que hacer era despedirse, ninguno de los dos decía nada más. La música seguía sonando suavemente en la radio, pero Hanbin escuchaba más el golpeteo rápido de su corazón dentro de su pecho, sobre todo, cuando Hao finalmente se movió y giró la cabeza hacia él, probablemente para despedirse, pero no lo hizo, solo se quedó parado, observando a Hanbin, primero sus ojos fijos en los suyos, luego desviándose un poco más abajo, hacia sus labios. Hanbin tragó saliva y su corazón se detuvo durante un mili-segundo antes de comenzar a latir todavía más rápido porque Hao estaba observando sus labios casi de la misma manera que había mirado la comida mientras se hacía en la mesa. No obstante, pareció que el movimiento de la nuez de Hanbin provocó que Hao volviese en sí, porque rápidamente desabrochó el cinturón, dándole las gracias a Hanbin por todo y salió del coche prácticamente corriendo, dejando a Hanbin totalmente confuso.

 

~

 

Matthew... llamó Hanbin a su amigo, justo después de salir del baño de haberse lavado las manos de tierra. ¿De verdad tenéis en el baño un cuadro de unas flores?

 

Hanbin preguntó aquello genuinamente porque, aunque no era la primera vez que entraba al baño en aquella mansión, nunca había ido al baño principal, solo al de invitados que estaba cerca del salón, pero al estar la habitación de Jiwoong y ahora de su amigo también más cerca del jardín, éste lo había mandado allí y el chico se había extrañado al haber visto aquel cuadro en un lugar tan extraño como el baño. Matthew, que todavía estaba terminando de plantar las semillas de los girasoles que Hanbin le había llevado hacía unos días, alzó la cabeza y le dedicó una sonrisa divertida que a Hanbin le hizo temer lo peor.

 

No es solo un cuadro con unas flores, es “Flores en jarrón de cristal”, de Manet replicó.

Una copia, ¿verdad? preguntó Hanbin, pero la sonrisa de Matthew se amplió antes de contestarle.

No.

 

Hanbin no pudo evitar parpadear varias veces rápidamente, sin poder creerse lo que estaba escuchando. Él no sabía mucho de arte, el dibujo nunca había sido muy fuerte y no tenía la capacidad intelectual suficiente para sacar nada de las pinturas que veía, pero estaba muy seguro que ese nombre que acababa de escuchar era el de algún pintor famoso antiguo y entendía todavía menos que tuvieran un cuadro tan importante y seguro que carísimo también, en un lugar como el baño, donde probablemente la humedad no le haría nada bien a la pintura. No obstante, aunque estaba completamente en shock por lo que había escuchado, trató de no pensar en ello demasiado y achacarlo a la excentricidad que siempre se decía que tenían los ricos. A Jiwoong le gustaba el arte, así que era normal que tuviera muchos cuadros por toda la casa, baño incluido, todos originales porque se podía permitir pagar millones de wons por ellos en las subastas sin pestañear.

 

Vale... murmuró.

No te preocupes respondió Matthew, aplastando la tierra una última vez antes de levantarse del suelo. Solo estará ahí unos días, hasta que le busquemos otro hueco.

Me alegra saberlo comentó Hanbin, sin saber qué más decir.

 

Matthew rio a carcajadas por aquello y después le pidió que se sentase en la mesa que había en el jardín, que le llevaría un café en agradecimiento por la ayuda prestada plantando semillas y el chico asintió, yendo hacia allí. Se sentó en la silla más alejada de los espinos de fuego que tenía cerca de la mesa del jardín porque estaba seguro de que como se sentase cerca, acabaría con algún arañazo a pesar de que éstos estaban a una distancia prudencial de la mesa y después esperó a que Matthew volviese, tratando de dejar su mente en blanco y no pensar en nada. Lo de no pensar se le daba bastante mal, porque apenas había pasado unos momentos allí sentado, en el silencio de la mañana, cuando su mente comenzó a darle vueltas a lo que había pasado hacía tan solo un par de noches con Hao. La agradable cena que habían tenido y que había sentido como una cita, la forma en la que el florista le había mirado los labios durante unos momentos, como en trance, antes de salir con rapidez del coche. Hanbin no le había contado nada a Matthew de aquello, pero dado que desde aquella noche Hao no le había mandado ningún mensaje ni había respondido a lo que Hanbin le había mandado, quizás debía de hablarlo con él para intentar sacar algo en claro. Y eso es lo que hizo en el momento en el que su amigo apareció en el jardín con las tazas de café bien calentito para combatir el frío que hacía allí fuera a pesar del sol en una bandeja y se sentó a su lado.

 

¿Qué crees que significa? no pudo evitar preguntarle después de soltar toda su palabrería.

Me parece que quizás Hao hyung siente algo por ti también, aunque esté pensándoselo todavía respondió Matthew, dedicándole una sonrisa. Si te lanzas tú y le dices que te gusta es muy probable que acepte salir contigo para confirmar sus sentimientos y a ti te vendría también bien probar, igual un poco de domesticidad te convence para darte cuenta de que estás hasta las trancas por él.

 

Hanbin abrió la boca para protestar, pero la cerró inmediatamente y solo cogió la taza de café y bebió de él. Tenía algunos días para pensar en todo, en su futuro y en la situación que tenía ante él porque la academia cerraba por vacaciones, al igual que los colegios, por lo que le daría vueltas al tema y trataría de encontrar una solución a ello y sobre todo, trataría de confirmar que Hao también sintiese algo por él antes de lanzarse a la piscina.

 

~

 

Hanbin dejó el lápiz sobre la mesa y estiró sus brazos y su espalda tras haber pasado las últimas dos horas encorvado sobre el libro y el cuaderno de chino que tenía sobre ella, escuchando un leve crujido en la parte baja de su espalda. Si Yujin hubiera estado allí, Hanbin estaba seguro de que el chico lo habría llamado anciano y habría comenzado a buscar alguna residencia para él, así que daba gracias porque este había decidido que aquel día no se pasaría por su casa para bailar con él un rato, como había hecho algunos días de la semana anterior, aprovechando que ya no tenía clases y que lo único que le quedaba para terminar aquel curso escolar era su graduación. Gracias a que el adolescente no estaba allí, al menos no había recibido burlas y había podido aprovechar la tarde en estudiar bastante y avanzar con el idioma, a pesar de que obviamente era un principiante, al menos había comenzado a reconocer algunos caracteres, a la vez que memorizaba algunas frases simples. Estudiar chino era bastante duro, pero Hanbin se sentía contento con sus progresos y pensaba que en algún momento cercano podría llegar a mantener una mínima y simple conversación con Hao en el idioma natal del mayor.

 

Hao. Pensar en Hao hacía que el corazón de Hanbin doliese un poco porque desde el día de la cena y de eso hacía ya una semana no habían hablado. Era la primera vez desde que tenían los teléfonos del otro que pasaba todo ese tiempo y ninguno escribía nada por el chat o se llamaban para hablar un rato y Hanbin no sabía qué hacer, si dar el paso de volver a hablarle a Hao como si no hubiera sucedido nada o no hacerlo... porque en realidad habían pasado muchas cosas aquel día. Hanbin no se aclaraba y, a pesar de que le había dicho a Matthew que trataría de pensar en ello y encontrar una solución satisfactoria, era incapaz de llegar a tomar decisión alguna y sabía cuál era el problema. Hanbin tenía miedo de abrirse totalmente a alguien, de mostrar sus sentimientos más profundos después de haberse dado cuenta de que lo que sentía por Hao era mucho más fuerte e intenso de lo que había sentido nunca antes con nadie. Sus experiencias no habían sido las mejores y ese miedo salía de ahí, de no querer exponerse de aquella forma, aunque en lo más hondo de su ser tenía la percepción de que, tal y como le había dicho su amigo, Hao sentía algo por él, aunque fuese una mínima atracción, porque nadie antes le había mirado los labios de la forma en la que el florista lo había hecho esa noche en su coche, antes de salir atropelladamente de él para no volver a contactar con el chico.

 

Hanbin suspiró y se levantó de la silla, yendo hacia su terraza y abriendo la puerta, sintiendo el intenso frío que hacía allí fuera en contraste con el cálido interior. El frío lo ayudaba a pensar, a aclararse las ideas, a pesar de que la solución a su problema no estuviera más cerca que lo que lo había estado en los últimos días. Hanbin se dejó caer sobre la baranda de la terraza, mirando hacia la ciudad que se extendía ante él y disfrutando unos momentos de las luces brillantes que destacaban en la oscuridad, en aquella ciudad que nunca dormía. El chico suspiró de nuevo unos momentos más tarde, y cuando empezó a sentir que el frío era demasiado, se volvió para entrar en la calidez de la casa. Una vez dentro, vio las plantas que adornaban su salón, aquellas que había comprado en la floristería de Hao y no pudo evitar que una sonrisa apareciese en sus labios. Hasta hacía muy poco tiempo, Hanbin había sido incapaz de cuidar plantas, todas muriéndose al poco de estar con él, pero gracias a Hao, gracias a que le había dado las directrices necesarias para que pudiera cuidar de ellas y a que le había confiado su bienestar, Hanbin se había esforzado en cuidarlas, regarlas cuando lo necesitaban y no dejar que se secasen. Todavía le parecía raro que hubiera sido capaz de crecer en aquel sentido, siendo lo suficientemente responsable como para, además de cuidarse él mismo, cuidar de otro ser vivo.

 

Su teléfono sonó en ese momento, sacándolo de sus pensamientos y Hanbin corrió hacia él, cogiéndolo de la mesa donde había estado estudiando toda la tarde, su corazón latiendo rápidamente de anticipación por si era Hao el que lo llamaba. Ver en la pantalla el nombre de Matthew lo decepcionó un poco, pero cuando contestó la llamada trató de que no se le notase.

 

Matthew, ¿qué necesitas? preguntó.

¿Cómo sabías que necesitaba algo? cuestionó su amigo.

Teniendo en cuenta que la graduación de Yujin es dentro de unos días, estoy seguro de que necesitáis ayuda con algo y que te vas a aprovechar de que soy buena gente para encargarme algo respondió, dejándose caer sobre el sofá con una sonrisa, imaginando la cara de indignación de Matthew, sus mejillas hinchadas y sus ojos entrecerrados. ¿Qué necesitas? le volvió a preguntar.

A veces te odio, lo sabes, ¿verdad? dijo Matthew. Pero que sepas que esta vez lo que quería pedirte era algo para tu propio beneficio.

Cuenta le pidió, teniendo un mal presentimiento.

El día de la graduación, por la mañana temprano, ¿puedes llegarte a la floristería de Hao hyung a por el ramo de flores? le dijo el chico.

No.

 

Hanbin no tardó ni un segundo en responder aquello. La graduación era en apenas unos días y Hanbin no se sentía preparado todavía para enfrentar a Hao cara a cara, ni siquiera sabía qué decirle a través de su chat. Matthew no le podía estar pidiendo aquello y él no lo iba a hacer, bastante tenía con la escasa posibilidad de que se lo pudiera encontrar en la graduación porque al final también era un buen amigo de su hermano mayo y Yujin le tenía mucho aprecio, la idea de verlo antes y, además, ir a su floristería, no le convencía en absoluto.

 

¿Cómo que no? cuestionó Matthew. Claro que vas a ir. Como que me llamo Seok Woohyun que vas a ir.

 

~

 

Y, efectivamente, Matthew tenía razón y el día de la graduación de Yujin, acabó siendo dejado en la puerta de la floristería de Hao, sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Literalmente Matthew había llegado a su casa casi al amanecer, había entrado directamente a ella, de alguna forma conociendo su pin para hacerlo, y lo había levantado de la cama, amenazándolo con echarle agua fría y sacarlo al balcón si no le hacía caso y se preparaba para ir a por el ramo que le había encargado a Hao para la graduación. Hanbin había tratado de negarse, pero Matthew había hecho gala de toda su fuerza y lo había empujado a la terraza, mientras todavía estaba en pijama y el chico finalmente había claudicado y le había hecho caso, pensando que en el momento en el que se fuera lo dejaría tranquilo y podría hacer lo que le diera la gana. Para su no sorpresa, su amigo lo tenía todo controlado y lo había metido a patadas en el coche y luego lo había dejado en la puerta de la floristería, sin escapatoria. Hanbin tuvo que inspirar profundamente varias veces en la puerta, antes de abrirla, tratando de calmarse, de calmar su corazón y limpiándose las manos de sudor en sus vaqueros. Estaba más nervioso de lo que lo había estado nunca antes, pero al final tuvo que hacer de tripas corazón y entrar al lugar, su llegada siendo anunciada por la campanilla de la puerta.

 

Bienvenido le dijo el muchacho que había tras el mostrador, aquel que había estado algunas veces junto a Hao cuando había ido anteriormente a la floristería. Vienes a por el ramo de la graduación de Yujin, ¿verdad? le preguntó. Hanbin asintió. Matthew me dijo ayer que te mandaría a por él, dame un segundo.

 

Hanbin le dedicó una pequeña sonrisa y asintió. El chico, Kuanjui, si no recordaba mal, salió del mostrador y fue hacia otra zona de la floristería, donde solían tener los encargos, buscando por el lugar el ramo que se suponía que debía de darle, pero después de unos momentos buscando y no encontrándolo, el chico se giró de nuevo y gritó:

 

Hao, ¿dónde está el ramo de la graduación de Yujin? añadiendo en chino además algo que a Hanbin le pareció que debía de haber escuchado mal, pero que no había forma de que lo hubiera confundido: Tu novio está aquí para recogerlo.

 

Hanbin se quedó totalmente paralizado, con sus ojos como platos, sin ser capaz de procesar el mundo que seguía avanzando a su alrededor. A pesar de que llevaba un tiempo estudiando chino y que había avanzado lo suficiente, no podía creerse que lo que había escuchado era lo que Kuanjui había dicho. No era posible porque cómo iba a llamarlo de aquella forma, cómo iba a decir que era el novio de Hao. Hanbin apenas fue consciente de que el muchacho volvía detrás del mostrador y tampoco de que Hao salía de la trastienda con un ramo de flores, emitiendo quejas en chino que no fue capaz de comprender esa vez porque su mente estaba completamente ida y solo se dio cuenta de que el tiempo había pasado y que Hao había aparecido ante él, cuando le fue tendido el ramo de flores y lo cogió por instinto, viendo a Hao frente a él, con las mejillas y orejas completamente rojas.

 

Gracias... murmuró, sin ser capaz de decir otra cosa y agachando su cabeza, mirando el ramo que tenía en sus brazos, que estaba compuesto algunas rosas blancas, calendulas y margaritas, junto con algunas otras flores que no reconocía.

Me dijo Matthew que vendría él a por el ramo comentó. ¿Qué ha pasado?

Ah... sí, se suponía que iba a venir él dijo Hanbin, mintiendo de forma descarada, pero esta mañana me ha llamado temprano diciéndome que necesitaba una mano porque les quedaban varias cosas que recoger y entre él y Jiwoong no daban a basto.

Me alegra que hayas venido tú a recogerlo murmuró Hao.

 

Hanbin sintió cómo el calor se le subía a las mejillas después de eso y, para ocultar el sonrojo, levantó el ramo y lo puso entre ellos, escondiéndose tras él, como si estuviera observando las flores y que todo estuviese bien para calmarse. Todavía estaba procesando lo que había escuchado hacía tan solo unos momentos, pero la forma en la que Hao había dicho que se alegraba de que hubiera ido a recoger él el ramo había provocado que su corazón dejase de latir por un instante antes de acelerarse. A pesar de que no habían hablado durante los anteriores días, algo más de una semana, y a pesar de todas las dudas que le habían surgido a Hanbin y todas las vueltas que le había dado a la cabeza por lo que había sucedido, sentía que finalmente había alcanzado la respuesta que había estado buscando.

 

Hao hyung lo llamó, bajándose el ramo de a cara y mirando al mayor a los ojos de la forma más sincera y clara que pudo. ¿Vas a pasarte por la graduación de Yujin? le preguntó, sintiendo anticipación por lo que le contestase.

En principio era mi intención ir respondió, pero con el jaleo que tenemos por las graduaciones de los colegios cercanos, no sé si voy a poder acercarme un rato Hanbin sabía que era bastante expresivo y que se le notaba demasiado en su cara cuando estaba feliz o triste y, en ese instante, las expresión que tuvo que poner fue de absoluta tristeza porque Hao se apresuró a añadir: pero si a Kuanjui no le importa estar un rato solo, podré escaparme, sé que a Yujin le haría mucha ilusión.

Sabes que no me importa nada respondió entonces Kuanjui. No es la primera vez que me quedo solo aquí y no hago ningún destrozo.

Entonces dijo Hao, dedicándole a Hanbin una sonrisa preciosa. Nos veremos allí.

Perfecto, hyung.

 

Matthew le había dicho que el ramo ya estaba pagado y que lo único que tenía que hacer era recogerlo y robarle el corazón a Hao, y Hanbin ya había cumplido con su primera misión, así que, se despidió de Hao y Kuanjui y salió de la floristería, en dirección a su casa, caminando porque hasta allí lo había llevado Matthew en su coche, pero dando un pequeño rodeo para pasar por otra floristería que sabía que no andaba demasiado lejos de allí para comprar su primer ramo de flores fuera de la floristería de Hao, cruzando sus dedos, rezando para que a este le gustase.

 

~

 

Quiero una foto con Hanbin hyung y Hao hyung dijo Yujin en cuanto Hanbin le hizo varias fotos con sus padres y su hermano y con éste y Matthew.

 

Hanbin miró a su lado sin poder evitarlo, encontrándose al hacerlo con la sonrisa de Hao. El mayor había llegado un poco tarde al inicio de la ceremonia, pero se había colado entre el gentío hasta llegar a donde se encontraban ellos, pegándose al cuerpo de Hanbin. Desde ese momento, no se había despegado de él, a veces incluso agarrándose a su brazo para no perderse entre la gente cuando se movían de un lado a otro porque el colegio estaba lleno de personas que iban y venían. Cada vez que lo había hecho, no obstante, un escalofrío había recorrido el cuerpo de Hanbin y se le había puesto la carne de gallina a pesar de que no notase directamente sus manos contra su piel porque las capas y capas de ropa lo impedían, sino porque la cercanía, la forma en la que sus manos se agarraban a su cuerpo, provocaba estragos en Hanbin.

 

Claro, por supuesto respondió Hao.

 

El mayor lo tomó del brazo de nuevo y lo sacó de su estupor, guiándolo hasta donde se encontraba Yujin, sujetando con una de sus manos el título de graduado y con la otra el ramo de flores y colocándolo a su lado derecho, antes de irse él mismo hasta su lado izquierdo. Hanbin intentó manejar lo mejor que pudo sus expresiones, porque sentía que su corazón latía demasiado rápido dentro de su pecho y que las orejas las tenía completamente rojas. Jiwoong fue el encargado esta vez de hacer las fotos y cuando terminó les dedicó una sonrisa amplia y cálida a los tres, como si estuviera orgulloso de verlos a ellos dos junto a su hermano menor.

 

¿Dónde está Takuto? cuestionó entonces Yujin. Quiero fotos con él también.

 

El chico se alejó de ellos, buscando a su amigo con Matthew y Jiwoong yendo detrás de él para hacerles algunas fotos juntos a los niños, mientras que sus padres se quedaban por allí, hablando con profesores y otros padres que se encontraban en el patio mientras los graduados no paraban de hacerse sus respectivas fotos y Hao volvió a agarrarse a su brazo. Cuando Hanbin se giró para mirarlo, se encontró con el mayor dedicándole una sonrisa encantadora y su corazón se saltó un latido. Si aquello iba a seguir siendo así siempre que le sonriese, Hanbin debería de hacerse chequeos a menudo para comprobar que su corazón estuviese decentemente porque sino cualquier día lo mataría con una de aquellas sonrisas. Imaginaba que se acostumbraría, o al menos eso esperaba, con el tiempo... si pasaban tiempo juntos... pero para eso, antes tenía que hacer algo que no debía de esperar más tiempo para hacer.

 

Hao hyung lo llamó. ¿Te importa venir un momento conmigo al coche? Me he dejado algo.

Claro, sin problema respondió este.


 Hanbin echó a andar entonces, con Hao todavía enganchado a su brazo, atravesando el patio en el que se encontraban y tratando de no chocar con ninguna de las personas que estaban por el lugar, hasta llegar al lugar donde había aparcado Hanbin su coche. Con cada paso que daban, su corazón se aceleraba más y más y cuando llegaron al coche, sintió que estaba a punto de implosionar, pero ya había tomado su decisión y estaba casi seguro de que no iba a arrepentirse por tomarla, aunque el proceso lo tuviera tan nervioso, sabía que le iba a merecer la pena. Por ese motivo, soltó delicadamente el brazo de Hao, dedicándole una sonrisa nerviosa, antes de abrir la puerta del copiloto de su coche e inclinarse dentro de éste, cogiendo del asiento un rampo de dalias rojas. Intentó salir del coche maniobrando lo mejor que pudo para no aplastar las flores y para esconderlas de la vista de Hao tan solo unos segundos más, antes de darse la vuelta lentamente, viendo cómo la expresión del chico cambiaba de inmediato, la sorpresa pintada en su rostro.

 

Me gustaría que saliéramos juntos le dijo, tendiéndole las flores a Hao para que las cogiera. Si tú también quieres, claro.

 

Hao lo miró a él y a las flores intermitentemente y solo después de unos momentos, cogió el ramo y se acercó a Hanbin para darle un abrazo fuerte, apartando las flores de su camino para no espachurrarlas. Hanbin no pudo evitar sonreír, sintiendo cómo un peso que no sabía que tenía sobre sus hombros se iba de forma repentina y su cuerpo se relajaba, abrazando de vuelta a Hao con la misma fuerza. Todavía no le había dicho que sí, pero la sonrisa que había aparecido en el rostro del mayor y la forma en la que se había lanzado sobre él para abrazarlo, eran los mejores signos que Hanbin podía tener de que Hao también sentía cosas por él y estaba dispuesto a salir con él, algo que, le seguía costando creer a pesar de todo, porque Hao era quizás demasiado bueno para él.

 

Creía que te había espantado después de lo del otro día murmuró Hao, todavía entre sus brazos, que no querías saber nada de mí por lo que casi había pasado en el coche.

Yo también pensaba lo mismo, porque no me habías dicho nada dijo él, haciendo que Hao se separase un poco para mirarlo a los ojos.

Somos un par de idiotas comentó, provocando que Hanbin riése sin poder evitarlo.

Sí que lo somos, sí le respondió.

 

Hao lo observó unos instantes, con una sonrisa amplia en su rostro y después sus ojos se desviaron hasta los labios de Hanbin, tal y como lo habían hecho en el coche. En aquella ocasión, no obstante, Hao no se apartó ni se alejó de él, simplemente se inclinó hacia delante para tomar sus labios durante unos pocos segundos antes de separarse de él, su sonrisa todavía más grande en sus labios. Sus ojos brillaban de emoción contenida cuando miró a Hanbin fijamente antes de volver a hablar.

 

Me gustaría salir contigo le dijo. Me gustaría probar suerte contigo, aunque creo que eres una apuesta segura.

 

Hanbin sintió que su corazón se aceleraba por aquella respuesta y, sin poder contenerse, se inclinó hacia delante para esta vez ser él quien tomaba los labios de Hao en un beso corto, pero que necesitaba, sin poder creerse que todo estuviera saliendo bien, que Hao le hubiera dicho que quería intentarlo y que fueran a salir juntos, mientras sus bocas parecían haber nacido para encajar juntas, como en una especie de sueño, sonriendo dentro del beso porque no podía ser más feliz en aquellos momentos. 

 

 

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