miércoles, 19 de julio de 2023

[Two Shot] Winter flower {HaoBin}

Part 1

 

Hanbin... ¿no crees que tu casa está muy vacía?

 

Su amigo Matthew le preguntó aquello en el momento exacto en el que Hanbin se dejaba caer sobre el sofá como peso muerto que acababa de colocar, después de haber cargado con él escaleras arriba con Jiwoong y el chico no supo si reír o llorar con aquella pregunta. Llevaban toda la mañana y parte de la tarde, habiendo parado solo un rato para comer, acarreando cosas escaleras arriba, cajas con las pertenencias que Hanbin había acumulado a lo largo de su vida, muebles que había ido comprando en liquidaciones y ofertas durante los últimos meses, y a su mejor amigo (aunque ya no estaba muy seguro de que lo fuera) solo se le ocurría decirle que le parecía que tenía la casa muy vacía. Si Hanbin hubiera tenido un mínimo de energía restante, se habría levantado del sofá, le habría echado el brazo por los hombros a Matthew y lo habría llevado hasta el balcón con la excusa de enseñarle las increíbles vistas que había desde aquel lugar, para después empujarlo por la baranda y decirle a la policía que había sido un desafortunado accidente. No tenía ningún testigo de lo contrario porque Jiwoong, como el santo que era, había decidido que él bajaría a por la última caja que quedaba por subir mientras ellos dos se quedaban arriba, terminando de organizarlo todo... sin embargo, Hanbin no tenía ni una gota de energía para hacer realidad aquel asesinato perfecto.

 

No me puedes decir que la casa está muy vacía después del tute que nos hemos metido hoy haciendo la mudanza, Seok Woohyun fue lo que dijo al final.

Primero comenzó Matthew. Lo digo porque le falta un poco de vida, algunas fotos o cuadros y unas plantitas que alegren un poco el lugar dijo, señalando diferentes partes del salón, como si fuera un decorador de interiores. Y segundo añadió. Matthew, me llamo Matthew, solo pueden llamarme Woohyun mis padres y Jiwoonie hyung.

Lo que tú digas... respondió Hanbin, poniendo los ojos en blanco.

No, pero lo digo en serio dijo su amigo, sentándose sobre la mesa de madera baja que habían instalado frente al sofá. ¿No has visto que en los programas de reformas de los hermanos Scott siempre ponen plantas y fotos para que la decoración quede mucho más aesthetic?

 

Hanbin no pudo evitar poner los ojos en blanco de nuevo y después trató de ignorar el runrún que era la voz aguda de su amigo penetrándole el cerebro mientras soltaba ideas sobre cómo debía de colocar el resto de muebles que todavía tenía en cajas por armar y las diferentes plantas que podía poner por el lugar para que le diesen vitalidad y calidez a la casa. Últimamente tenía mucho tiempo libre, demasiado en opinión de Hanbin, por lo que se pasaba el todo el rato viendo programas de reformas y decoración, cogiendo ideas para el futuro y para ayudar a Hanbin con su casa. Y Hanbin en el fondo se lo agradecía porque la mayoría de las gangas que había conseguido habían sido porque el chico había estado atento y se las había pasado para que las comprara para su casa, pero en aquellos momentos estaba demasiado cansado y lo último que necesitaba era a Matthew parloteando sobre todo lo que podía hacer en su casa para hacerla muchísimo más bonita y habitable. Lo único que Hanbin había querido todo aquel tiempo había sido independizarse y, finalmente lo había conseguido, comprándose un pequeño apartamento en las afueras con una hipoteca a 30 años que esperaba poder terminar de pagar en algún momento, que el lugar fuera más o menos bonito en un inicio le daba bastante igual, solo tenía que ser lo suficientemente habitable porque de todas formas se iba a pasar la practica totalidad del día fuera de él, trabajando para poder pagarlo.

 

Había conseguido ahorrar lo suficiente durante los últimos cinco años trabajando todo el día en trabajos de media jornada en los que le pagaban una mierda mientras trataba de terminar sus estudios y aguantaba en casa de sus padres el chaparrón para dar la entrada al banco para aquel piso y justo había conseguido un trabajo fijo en una academia de baile, donde le pagaban lo justo y necesario para que pudiera apechugar con todos los gastos que se le venían encima ahora que era independiente por fin. Había conseguido lo que tanto había ansiado desde hacía muchísimo tiempo y, ahora que lo tenía, la verdad era que no estaba muy receptivo a los planes de decoración de su amigo, solo quería descansar, dormir en ese colchón que había pillado a mitad de precio en la liquidación de una tienda en la otra punta de la ciudad, cayendo muerto después del día de locos que había tenido. No obstante, los planes de Matthew eran otros.

 

De verdad te lo digo continuó. Conozco a un chico que tiene una floristería como a media hora de aquí y tiene unas flores y unas plantas super bonitas, seguro que te hace buen precio si voy contigo.

Matthew... te lo agradezco... comenzó a decir, tratando de encontrar las palabras para no hacer que el chico se sintiese mal por su rechazo, pero antes de que pudiera continuar con su perorata, Jiwoong entró por la puerta y el centro de atención de su amigo cambió.

¿Ya está todo? le preguntó a su novio, levantándose de la mesita y yendo hacia él.

Esa era la última caja respondió. Voy a ir a dejar la camioneta en la empresa para que no te cobren horas extra, ¿vale Hanbin?

No hace falta, hyung replicó él, levantándose del sofá. Ya has hecho mucho por mí hoy, ¿por qué no os vais vosotros a casa? les dijo. Ahora me las arreglo yo para llevar la camioneta de vuelta y termino con lo que queda por hacer aquí.

Jiwoonie, no te preocupes dijo Matthew. La empresa de alquiler está cerca de la floristería a la que quiero llevar a Hanbin para que compre algunas flores bonitas que alegren un poco la casa Hanbin abrió la boca para protestar por aquello, completamente anonadado porque su amigo le diera la vuelta a todo de tal forma que siempre se acababa saliendo con la suya, pero no pudo decir nada porque Matthew siguió hablando. Vete a casa, yo luego cojo el metro para volver, que seguro que estás cansado de acarrear todas esas pesadas cajas.

 

Hanbin abrió la boca para protestar en ese momento de nuevo, pero tampoco pudo hacerlo porque los dos idiotas que tenía delante comenzaron a hacerse carantoñas y a decirse cursilerías el uno al otro. Hanbin cerró la boca y apretó sus labios en una fina línea, tratando de aguantarse las ganas de potar por aquellas muestras de vomitivo amor y simplemente decidió que le daría el capricho a Matthew con tal de no escucharlo más, de todas formas, nunca había tenido buena mano con las plantas y estaba seguro de que, antes o después se le acabarían muriendo.

 

~

 

¡Hao hyung!

 

La voz de Matthew resonó en la floristería que aprimera vista parecía vacía, pero tan solo unos pocos segundos después alguien salía de debajo del mostrador, colocando una cesta de flores sobre éste y dedicándole una sonrisa encantadora a Matthew. Hanbin se quedó paralizado en la entrada de la tienda mientras su amigo se acercaba al otro chico para saludarlo, incapaz de hacer nada, su cerebro completamente bloqueado no le mandaba órdenes al resto de su cuerpo, simple y llanamente porque el muchacho ante él la persona más guapa que había visto en su vida. No pudo reaccionar hasta que Matthew no lo llamó y le indicó que se acercara a ellos, solo en ese momento salió de su ensimismamiento, pero cuando los ojos oscuros y profundos del desconocido se encontraron con los suyos, Hanbin sintió como si el mundo se detuviese a su alrededor y volvió a quedarse parado, a unos pocos metros del mostrador, completamente desarmado.

 

Hanbin lo llamó de nuevo su amigo, rompiendo el embrujo una vez más. Este es Hao, montó la floristería hace poquito tiempo, pero es increíble porque sabe un montonazo sobre plantas y flores.

Encantado de conocerte, soy Hanbin se presentó, tratando de ser una persona normal (o al menos aparentarlo). Matthew se ha empeñado en que debía de darle un poco de vida a mi casa y me ha traído aquí.

Un placer respondió el muchacho, con una sonrisa que en cualquier otra época habría hecho caer imperios. ¿Qué es lo que estás buscando?

 

Hanbin miró a su alrededor antes de contestarle. El lugar estaba lleno de macetas con plantas de todo tipo, con flores, sin flores, grandes, pequeñas y había también algunos ramos hechos, composiciones de un montón de flores de diferentes colores que casaban a la perfección, como si hubieran estado hechas para estar la una al lado de la otra desde siempre. Se quedó un poco impresionado por lo bonita que estaba la floristería, pero también se sintió muy estúpido porque no tenía ni idea de plantas y no sabía qué comprar.

 

Pues... no lo sé... comenzó. La verdad es que no tengo mucha idea sobre esto... quizás algo que no se muera fácilmente.

 

Su comentario pareció hacerle gracia al chico, porque soltó una pequeña carcajada que a Hanbin le sonó a música celestial y no pudo evitar volver a quedarse embobado observando cómo su rostro se había iluminado con su risa.

 

No te preocupes por él, Hao hyung, es un caso perdido dijo Matthew. ¿Te voy comentando cómo es el sitio y nos recomiendas lo que se puede llevar?

Claro, sabiendo la luz que tiene la casa o si es para exterior o interior tengo suficiente le respondió.

 

Matthew y Hao comenzaron a hablar, su amigo comentándole cuáles eran las características de su salón mientras el florista asentía y lo llevaba de un lado a otro de la tienda, señalándole una planta tras otra, contándole cuáles eran sus necesidades para sobrevivir y viendo si se adecuaban o no al que sería su nuevo hogar. Hanbin no pudo hacer más que quedarse tras ellos, solo observándolos, sin saber qué decir en aquella conversación sobre luminosidad y cuidados sobre la que no tenía ni idea. No obstante, quedándose tras ellos, el chico tuvo todo el tiempo del mundo para mirar de forma casi descarada a Hao, fijándose en cómo sus labios se fruncían cuando pensaba en cuál era la planta más indicada para la descripción que Matthew le hacía, para luego convertirse en una amplia sonrisa cuando encontraba la solución que mejor le convendría a Hanbin, una sonrisa que se ampliaba cada vez que su amigo le daba el visto bueno a las plantas. Hanbin ni siquiera fue consciente de que su atención se había enfocado tantísimo en el muchacho que acababa de conocer, sin saber exactamente el por qué tampoco, aparte de que éste era guapísimo... pero se debió haber quedado completamente embobado porque Matthew tuvo que chasquear sus dedos delante de su cara para traerlo de nuevo a la realidad.

 

Perdón murmuró, volviendo en sí. Me he distraído. ¿Qué decías?

Hemos sacado algunas plantas que podrían venirte bien para el salón dijo su amigo. Elige alguna para que podamos volver a casa y Hao hyung pueda cerrar la tienda, que tampoco lo vamos a tener trabajando horas extra y hemos llegado cuando estaba a punto de cerrar.

Ah, claro, claro se acercó al lugar en el que habían dejado una decena de macetas para poder elegir, pero para él todas eran iguales. ¿Cuáles son las más resistentes? le preguntó al muchacho, sin saber decidir.

Los cactus comentó éste, esbozando una sonrisa encantadora. Cuando florecen tienen unas flores preciosas, pero necesitan pocos cuidados le señaló unas cuantas de macetas pequeñas de aspecto peligroso por la de pinchos que tenían. Solo hay que ponerlas en lugares donde no tropieces con ellas para no hacerte daño continuó, como si le hubiera leído la mente. Los helechos tampoco necesitan demasiados cuidados, un poco de agua y mucha luz dijo, señalándole otras macetas con unas plantas completamente diferentes.

Dale un par de cactus y un helecho dijo Matthew por él, antes de que Hanbin pudiera decidir qué escoger. ¿Y cuáles eran las flores con las que decías que se podía hacer jabón? le preguntó al muchacho. La casa de Jiwoonie hyung tiene un jardín muy grande y creo que voy a plantar algunas cosas útiles y bonitas.

Saponaria le contestó, mirando un poco por encima todo el género que tenía en el lugar, para después señalarle unas macetas con unas flores entre lilas y rosáceas. ¿Quieres que te prepare una también?

Sí, porfa respondió su amigo, con una enorme sonrisa.

 

La sonrisa se replicó en el rostro de Hao y después cogió todas las macetas que Matthew le había indicado para preparárselas a ambos para llevar, mientras Hanbin no pudo evitar quedarse de nuevo embobado viéndolo cómo trabajaba, el cuidado con el que trataba las plantas y las sonrisas que le dirigía a su amigo mientras seguían hablando sobre la forma en la que debía cuidar lo que había comprado y cómo trasplantarla al suelo para que las raíces no sufriesen ningún daño. Él no tenía ni idea de plantas, pero tampoco le habría importado quedarse allí toda la vida escuchando a Hao hablar sobre ellas, con su melódica voz que parecía hecha para encantar no solo a las plantas, sino a todo el universo y su marcado acento chino al hablar en un idioma que no era el suyo... no obstante, Hanbin no pudo quedarse en aquel lugar para siempre porque el chico terminó de prepararlo todo y lo único que pudo hacer fue sacar su tarjeta para pagarle y después salir del lugar teniendo cuidado de no clavarse ninguno de los pinchos de los cactus que llevaba con él, habiendo descubierto un nuevo interés en cuidar de sus recién adquiridas plantas y, sobre todo, habiendo descubierto a una persona en la que centrar el resto de su interés.

 

~

 

El sol comenzaba a verse por el horizonte cuando Hanbin salió a la terraza acristalada a tomarse un café que lo espabilara para el resto del largo día que le quedaba. Era uno de los escasos días de invierno en los que no estaba nublado, por lo que le había merecido el haberse despertado más temprano de lo que debería solo porque, por una vez, podía apreciar las vistas que tenía desde aquel lugar bajo los colores del amanecer. Por lo general, la vista que tenía de toda la ciudad desde su apartamento eran privilegiadas, pero al amanecer y al atardecer ésta se teñía de unos colores rojizos, anaranjados y rosáceos que la hacían todavía más hermosa de lo que ya era... y por la noche, cuando la capital seguía viviendo, en plena ebullición, las luces la hacían vibrar. Hanbin estaba muy contento por haber podido encontrar aquel apartamento a un precio asequible y habérselo podido permitir porque esas vistas lo habían enamorado y estaba seguro de que el lugar iba a convertirse en su favorito.

 

No se terminaba de acostumbrar todavía a la paz y tranquilidad que se respiraba en su nuevo hogar, lejos de la ciudad bulliciosa y de las constantes peleas de su familia, pero sabía que se acostumbraría más pronto que tarde porque en aquel lugar se sentía en su elemento, aunque solo lo pudiera disfrutar al completo los días en los que libraba, ya que el resto de la semana la pasaba fuera del lugar. Matthew se había quejado por ello y lo había llamado homebody porque desde que se había independizado hacía apenas unas semanas, los días que tenía libre del trabajo era raro que saliese de casa, disfrutando de ella y la verdad era que su amigo tenía un poco de razón con la queja porque el cambio había sido completo y total. Hanbin apenas pisaba su casa antes de independizarse, tratando de encontrarse lo menos posible con su familia, que no lo aceptaba como era y que nunca terminaría de hacerlo y siempre había pasado la mayoría del tiempo trabajando o con sus amigos, mayormente con Matthew, por lo que el cambio había sido radical... pero aunque había sido radical, había sido para mejor.

 

Hanbin no volvería por nada del mundo a la situación en la que había estado viviendo en los últimos años, prefería ser un homebody durante un tiempo para disfrutar de las ventajas que le daba su independencia antes de volver a salir con sus amigos.

 

Cuando se terminó el café, el sol ya había salido por completo y Hanbin se giró para entrar de nuevo en el salón para después prepararse para salir; no obstante, en ese momento se fijó en la planta que había al lado de la puerta corredera, aquel helecho que había comprado en la floristería a la que lo había llevado Matthew y no pudo evitar que una sonrisa apareciese en su rostro. El chico se dirigió a la cocina para dejar la taza de café en el fregadero y después cogió un vaso y lo llenó de agua, saliendo de nuevo hacia la terraza para regar la planta para que esta no se muriese. A Hanbin no le gustaba la idea de que aquella maceta se le acabase secando porque estaba seguro de que aquello no haría feliz a Hao si se enterase, por lo que, había decidido regarla todos los días para que estuviera bonita y también había decidido que los cactus los regaría una vez a la semana. Por el momento estaba cumpliendo con lo que se había prometido y todo lo que se había traído de la floristería seguía como cuando lo había comprado, así que se sentía un poco orgulloso por ello.

 

Se quedó durante unos momentos observando aquella maceta, como si no tuviera que hacer nada más en su día, pensando en el chico que se la había vendido sin poder evitarlo. Hao le había parecido encantador y guapo, quizás demasiado encantador y guapo, y aquello había hecho que su corazón latiese dentro de su pecho con un nuevo ritmo cuando su mente divagaba sobre él y sobre si algún día tendría una excusa para volver a ir a la floristería para verlo otra vez, o si en algún momento se lo encontraría en una de las reuniones con sus amigos porque el chico parecía ser amigo de Matthew. Siempre podría pedirle a su amigo alguna forma de contacto o que lo invitara cuando salieran alguna vez, pero eso sería arriesgarse a que el bocazas de su mejor amigo se fuera de la lengua y no le diese ningún tipo de opción a su reciente crush con el florista... porque Hanbin no iba a negar que tenía un pequeño crush con él. No obstante, no sabía nada de él, ni sabía si el chico había sentido algo por él, por lo que en aquellos momentos no sabía realmente qué hacer y tampoco había podido ponerse a pensar en ello mucho porque todos los cambios que había sufrido su vida de golpe lo habían mantenido lo suficientemente ocupado, pero estaba seguro de que en algún momento se le ocurriría algo, algo para volver a verlo y algo para intentar acercarse a él y ver si había alguna posibilidad de que su pequeño crush fuera algo más.

 

~

 

¿De verdad que no quieres que te lleve a casa? preguntó Hanbin. Está lloviendo mucho y hoy me he traído el coche porque tengo que hacer la compra y es un engorro llevar las bolsas en el metro.

No hace falta, hyung respondió Yujin. No traigo paraguas, pero el bus me deja a unos cinco minutos de casa, no te preocupes.

Te dejo entonces mi paraguas, no lo voy a usar y a ti te va a hacer más falta.

No pasa nada, hyung dijo el chico.

 

Hanbin observó a Yujin fijamente, intentando de aquella forma hacerle entender que era necesario que se llevara el paraguas al menos para no mojarse hasta que éste claudicó. Le habría gustado poder llevarlo hasta casa para que no tuviera que estar bajo aquel aguacero, pero al menos había conseguido que el menor se llevase su paraguas. Con una sonrisa, le tendió la sombrilla plegable y el chico le dio las gracias antes de despedirse de él, echando a correr hacia la parada del bus que había a escasos metros de donde se encontraba la academia de baile, su mochila golpeando contra su espalda con cada zancada. Aunque no tenía realmente por qué, Hanbin se quedó allí plantado bajo la cornisa del edificio, esperando a que el autobús de Yujin llegara y el chico se montara en él, solo para quedarse completamente tranquilo de que estaría bien y después fue hasta la estrecha calle sin salida en la que había dejado aparcado el coche, tratando de caminar lo más pegado posible a los edificios para no mojarse demasiado.

 

Quizás era un poco sobre protector con el menor, pero sus padres y su hermano mayor lo habían dejado asistir a sus clases de baile simple y llanamente porque era él quien las impartía y se fiaban de que no iban a ser una pérdida de tiempo. Hanbin se había sentido honrado por la confianza depositada en él porque el santo de Jiwoong había comentado en casa de sus padres que si su hermano pequeño quería aprender a bailar, un amigo suyo era profesor en una academia y podía ir a sus clases y quizás por eso no podía evitar estar pendiente de Yujin y tratar de hacer cosas por él.

 

Hanbin no tardó mucho en hacer la compra del mes, después de todo, solo tenía que comprar para uno y tampoco era muy cocinillas, así que las bolsas estaban llenas de productos básicos que ya sabía exactamente dónde se encontraban en las estanterías del supermercado y no tenía ni que buscar y el viaje en coche de vuelta a casa, aunque la ciudad estuviese hasta los topes porque cuando llovía el tráfico siempre empeoraba, tampoco fue muy largo. Por eso, cuando llegó a casa todavía no era demasiado tarde y decidió que después de guardar la compra le daría un repaso a la casa, limpiando el polvo y pasando la mopa por el suelo. En ello estaba cuando se dio cuenta de que una de las macetas que había comprado hacía tan solo una semana no estaba pasando por su mejor momento. Hanbin dejó inmediatamente la mopa en un lado y salió a la terraza, observando el helecho, tocando la tierra con su dedo y notándola húmeda. Había regado todos los días aquella maceta para que no se secara, porque las plantas necesitaban agua, menos los cactus, los cactus que había comprado solo los había regado el día que los llevó a casa, así que no entendía el por qué aquella maceta tenía las hojas chuchurridas.

 

Decir que Hanbin entró en pánico quizás sería exagerar un poco, pero el chico se puso bastante nervioso porque había tratado de cuidarlas para sentirse orgulloso de sí mismo por haber sido capaz de cuidar de algo más que de sí mismo y para poder tener la oportunidad de decirle al precioso florista que se las había vendido que estaban en buenas manos y, si quería verlas, podía pasar por su casa, y una vez en su casa podían ver alguna película, cenar algo rico y quizás hacer algo más en su habitación, con las cortinas corridas y las persianas bajadas porque los vecinos del bloque de enfrente tenían muy buenas vistas de su piso... pero viendo el estado en el que se encontraba la pobre planta, aquella fantasía que se había montado en su cabeza era muy probable que jamás se produjese. Por eso, Hanbin decidió que ante aquello lo único que podía hacer era tomar medidas desesperadas y acabó cogiendo la maceta y las llaves del coche, rumbo a la floristería.

 

Solo cuando estaba aparcando en una calle cercana a la tienda, Hanbin comenzó a replantearse las decisiones que lo habían llevado allí. Si lo pensaba bien, no tenía sentido que se hubiera plantado en la floristería donde había comprado aquella planta para preguntarle al florista cuáles eran los cuidados que necesitaba cuando lo más sencillo habría sido mirarlo por internet y lo siguiente más sencillo, por si en internet había contradicciones, habría sido llamar directamente al teléfono de la tienda, pero obviamente no lo había pensado bien y la posibilidad de ver a Hao y hablar con él un poco sin que su amigo Matthew estuviera allí revoloteando lo había tentado tanto, que se había dejado llevar casi sin pensar y estaba claro que actuar sin pensar no era lo suyo. No obstante, ya estaba allí, con la maceta con el helecho perjudicado y lo único que tenía que hacer era salir del coche y dirigirse a la floristería, así que, al final, Hanbin acabó haciendo aquello, esperando que el pobre chico en el que no había podido dejar de pensar en la última semana no pensase que era un bicho raro por aparecer allí de aquella forma.

 

¿Hola? dijo Hanbin, entrando por la puerta del establecimiento, mirando a un lado y a otro, con la maceta en sus manos.

Bienvenido respondió Hao, apareciendo desde detrás de uno de los estantes llenos de macetas. Oh, eres el amigo de Matthew comentó al verlo, dedicándole una sonrisa. ¿Qué te trae por aquí? Hanbin no supo cómo contestarle a aquello y simplemente alzó el helecho que llevaba en sus manos, mordiéndose el labio inferior con culpabilidad. Oh... murmuró el chico y no dijo nada más en unos segundos, su vista fija en la planta y el estado en el que esta se encontraba. De verdad qué eres terrible, ¿qué le has hecho a esta preciosidad?

Realmente no lo sé... respondió. La he estado regando todos los días y el otro día incluso le eché un poco de abono...

 

 Hao suspiró profundamente y Hanbin supo en ese momento que había hecho algo terriblemente mal; sin embargo, a pesar de que casi había matado a la pobre planta, Hao comenzó a explicarle lentamente qué era lo que había pasado y cómo debía de cuidar exactamente aquella maceta en el ambiente en el que la tenía para que no le volviese a pasar lo mismo y Hanbin fue anotando en el móvil todos los pasos para que no se le olvidase ninguno y así poder cuidar bien de la planta. Cuando Hao terminó de hablar, Hanbin repasó una vez más todos los pasos que había apuntado antes de guardar la nota en el móvil y alzar la cabeza, dándose cuenta de que el chico lo estaba observando con una sonrisa encantadora en su rostro que hizo que su corazón se saltase un latido antes de comenzar a latir rápidamente dentro de su pecho, sin poder hacer otra cosa más que mirar a Hao, como si fuera la persona más preciosa del universo.

 

¡HAO!

 

Una voz llamando al chico que tenía delante resonó fuertemente en la tienda, seguida de una berborrea en chino tan rápido que Hanbin fue incapaz de entender nada, rompiendo la magia del momento y haciendo que Hao se girase hacia la persona que salía de la trastienda con un ramo de flores. El chico le respondió algo también en chino y fue hacia él, comentando más cosas de las que Hanbin apenas pudo entender unas pocas palabras sueltas que no le sirvieron para poder sacar qué era de lo que hablaban, así que, solo se quedó allí plantado, esperando a que Hao terminase de hablar con el otro chico, que debía de trabajar allí también, hasta que finalmente la conversación acabó y el recién llegado volvió a la trastienda sin siquiera darse cuenta de que Hanbin había estado allí todo el tiempo.

 

Perdona comentó Hao cuando se giró hacia él, con una sonrisa tímida. Problemas con un ramo de novia porque la novia ha decidido ahora que los narcisos no son lo suyo cuando ya lo teníamos todo preparado.

No te preocupes murmuró Hanbin en respuesta. Muchas gracias por ayudarme con esto y siento haberte robado tiempo de trabajo.

No me has robado nada de tiempo replicó el chico. Ha sido un placer volver a verte y si tienes alguna duda sobre lo que sea la próxima vez no hace falta que te traigas aquí la maceta, puedes llamar o pasarte por aquí cuando tengas un rato libre.

Lo haré.

 

~

 

Es todo por hoy dijo Hanbin, sonriendo a sus alumnos. El ritmo de la clase está siendo mucho mejor de lo que esperaba, estoy muy orgulloso de vosotros. Seguid así.

 

Los chicos que tenía ante él le sonrieron, encantados con lo que les había dicho y, justo después, empezaron a dirigirse hacia sus mochilas para recoger sus cosas, hablando animadamente entre ellos. Hanbin se dirigió también hacia el lugar en el que había dejado su mochila para beber un poco de agua y secarse el sudor que lo hacía sentir completamente pegajoso con la toalla. Estaba reventado porque aquel día había tenido demasiadas clases programadas y la mayoría de ellas habían sido bastante intensas, así que, tras aquella última, no había músculo del cuerpo que no le doliese y lo único que quería era poder llegar a casa, darse una buena ducha y meterse en la cama, probablemente sin cenar, a no ser que tuviera algún paquete de ramen en la alacena que pudiera hacerse en unos pocos minutos.

 

Hyung la voz de Yujin a su lado lo sobresaltó y casi se tiró la botella de agua por encima, pero le dedicó una sonrisa al chico una vez pasado el susto inicial. ¿Te puedo pedir un favor?

Claro, sin problema le dijo.

¿Podría ir a ducharme a tu piso? cuestionó. Está más cerca de la academia que la casa de mis padres o de mi hermano y he quedado con un hyung para comprar algo de ropa, no quiero ir todo sudado porque no podría probarme nada...

¡Oh! Claro que puedes venir a ducharte contestó. No me importa en absoluto.

¿De verdad? preguntó Yujin, esbozando la sonrisa más amplia del universo.

De verdad.

Muchas gracias, hyung, voy a por mis cosas.

 

Hanbin no pudo evitar contagiarse de la excitación de Yujin y su sonrisa no abandonó sus labios mientras él mismo recogía todas sus pertenencias y las guardaba, despidiéndose del resto de sus alumnos cuando éstos pasaban por su lado para salir de la sala de ensayo. En apenas unos momentos, Yujin ya estaba de vuelta junto a él y se quedó esperando hasta que todos los demás salieron de la clase para que Hanbin pudiera cerrar aquella sala con llave y dejarla en la conserjería de la planta baja para el siguiente día, después de ello, se dirigieron hasta la boca de metro para ir a su casa, pasándose el escaso trayecto de media hora rapidísimo debido a que Yujin no paró de hablarle sobre el instituto. El chico estaba emocionado porque en solo unas pocas semanas se graduaría y podría comenzar el bachiller y Hanbin estuvo encantado de escucharlo hablar sin parar porque era raro que el menor se abriera de aquella manera y hablase tanto.

 

Una vez llegaron a su piso, Hanbin le dijo que podía cotillear un poco el lugar, ya que no había estado allí todavía, mientras él le preparaba las cosas en el baño y el chico se tomó al pie de la letra lo que le había dicho, inspeccionando cada lugar de su casa, pareciendo impresionado sobre todo con las vistas desde la terraza. Hanbin tuvo casi que arrastrarlo hasta el baño para que se duchase de una vez por todas y no hiciese esperar a la persona con la que había quedado. Mientras Yujin se duchaba, aprovechó para echar en la lavadora la ropa que tenía acumulada de la semana, sin ponerla hasta que no se quitase la ropa que llevaba puesta, decidiendo hacer algo útil en lugar de simplemente tirarse como un peso muerto sobre su cama, como había planeado hacer en un primer momento.

 

Hyung lo llamó Yujin cuando salió del baño. ¿Te importa que vengan a recogerme aquí? Hyung trabaja bastante cerca de aquí y nos pilla de camino al centro comercial.

No hay problema le dijo al chico. Voy a darme una ducha rápida, no te vayas sin despedirte.

No lo haré respondió éste antes de comenzar a escribir en su móvil, probablemente comentándole los nuevos planes a aquel con el que había quedado.

 

Hanbin le había dejado algo de ropa a Yujin que esperaba que le quedase bien para que se cambiase, así que, simplemente se dirigió hacia el baño para darse una ducha reparadora. En un primer momento había tenido la intención de que fuera solo una ducha rápida, pero sus músculos relajándose bajo el agua caliente y la fuerte presión del agua, acabaron con todas sus intenciones y Hanbin cedió a tardar un poco más bajo el agua. Solo aceleró sus movimientos cuando escuchó cómo llamaban al timbre del piso y cómo Yujin le daba la bienvenida a alguien. Hanbin acabó saliendo de la ducha tan solo unos minutos más tarde, secándose el pelo y el cuerpo rápidamente y colocándose la ropa que Yujin no había cogido para él para no aparecer medio desnudo y asustar al pobre amigo con el que hubiera quedado el menor.

 

Al salir del baño, todavía con el pelo goteando un poco sobre la camiseta blanca, Hanbin se preparó para saludar a la persona que había sido invitada a su casa, pero lo único que pudo hacer fue quedarse completamente paralizado al ver quién estaba allí, en su salón, inspeccionando sus cactus con curiosidad. Ni siquiera supo cuánto tiempo pasó allí, sin hacer absolutamente nada más que quedarse embobado mirando, parpadeando de vez en cuando y con la boca abierta, porque en ninguna de las muchas fantasías que había tenido en las últimas semanas sobre tener a Hao en su casa, había imaginado que lo tendría de verdad en una situación como aquella.

 

Hyung llamó Yujin.

 

Aquello provocó que Hanbin saliese de su ensimismamiento y que Hao se girase en redondo, descubriendo a Hanbin allí. Durante un instante, en sus ojos pudo verse reflejada la sorpresa, pero inmediatamente después una sonrisa encantadora apareció en sus labios y Hanbin tuvo que recordarse mentalmente que debía respirar.

 

Ya decía yo que estos cactus y el helecho de allí fuera me sonaban comentó Hao, dando algunos pasos y acortando la distancia entre ellos, sin dejar de mirar a Hanbin a los ojos ni un solo segundo. Pero no me había esperado realmente que fuera esta tu casa cuando Yujin me dijo que viniera aquí a recogerlo su sonrisa se convirtió en una divertida. Ha sido una agradable sorpresa.

 

Hanbin inspiró profundamente y rompió el contacto visual, sintiendo que no sería dueño de sí mismo mientras siguiera mirando aquellos ojos profundos, tratando de contestar sin que la voz se le quebrase.

 

Yo tampoco te esperaba cuando Yujin me dijo que había quedado con un hyung para ir de compras respondió, pero es bueno verte de nuevo.

¿Quieres venir con nosotros al centro comercial? preguntó Hao y al momento añadió. Si te apetece y no tienes otros planes.

dijo rápidamente, quizás demasiado rápido. Hanbin se dio cabezazos contra la pared por aquella respuesta porque había sonado casi desesperada. No tengo otros planes y debería comprar algo de ropa, hace tiempo que no renuevo el armario.

Perfecto entonces comentó Hao, su sonrisa ampliándose.

 

~

 

Después de terminar de arreglarse y secarse el pelo para no coger un resfriado en aquel día helado de finales de enero en Seúl, salieron de su piso y se dirigieron hasta el metro. Fue durante este trayecto hasta el centro comercial más cercano, tras observar durante unos minutos cómo los otros dos se comportaban el uno con el otro, cuando Hanbin no pudo evitar hacer la pregunta que lo carcomía por dentro porque realmente no entendía cuál podía ser la relación entre las dos personas a las que estaba acompañando, la conexión entre ambos siendo todavía más aleatoria de lo que había pensado que podía ser.

 

Oh murmuró Hao, sonriendo y echándole un brazo por los hombros a Yujin al escuchar la pregunta. Soy amigo de Jiwoong, el novio de tu amigo Matthew, desde hace algunos años y Yujin es su hermano pequeño, entonces lo adopté como mi propio hijo.

Hyung... protestó Yujin, avergonzado.

 

Hanbin no dijo nada, solo abrió la boca sorprendido por lo que acababa de escuchar. Ni en un millón de años habría adivinado aquello, pero ahora entendía algunas cosas, como el por qué Matthew lo había llevado en primer lugar a la floristería de Hao... lo que no entendía era cómo su amigo había omitido aquella información, con lo bocachanclas que era, sobre todo, porque normalmente no habría podido parar de hablar de alguien tan encantador como Hao. No obstante, Hanbin no se lo cuestionó demasiado en aquellos momentos, ya tendría tiempo para hablar con Matthew sobre ello, y simplemente se decidió a disfrutar del rato que iba a pasar con Hao y Yujin porque la oportunidad que tenía era única y no la pensaba desaprovechar.

 

Al llegar al centro comercial directamente entraron en la primera tienda de ropa que había, comenzando a mirar en las perchas y las mesas para ver qué era lo que había y si algo les gustaba. Hanbin realmente tenía que renovar su armario, así que estuvo buscando algo de ropa de invierno y primavera, maniobrando su abrigo de un brazo a otro para mirar por encima de su propia ropa si lo que cogía le podía quedar bien o no. Sacó también varias prendas para Yujin que veía que le podían gustar al chico por el estilo que solía llevar cuando no iba con el uniforme del instituto o los chándales para practicar. Hao hacía lo mismo también, cogiendo algunas prendas de las perchas y yendo con ellas hasta donde se encontraba el menor para ponérselas por encima y ver si le quedaban bien o no antes de que el chico se las llevase para probárselas. El tiempo pasó rápido y a la vez lento, lleno de conversaciones sobre estilos de ropa y a veces incluso algo de diversión sacando cosas realmente horteras, entrando y saliendo de diferentes tiendas, a veces con más éxito en encontrar lo que buscaban, otras veces saliendo de ellas con las manos vacías, Hanbin disfrutando de aquel tiempo con Hao y Yujin y con la forma en la que los dos se comportaban con el otro, pareciendo realmente hermano mayor y pequeño, algo que lo hizo soltar un pequeño comentario cuando Yujin salió del probador con unos pantalones terriblemente ajustados que Hao le mandó quitarse de forma inmediata porque, en palabras suyas, se los iba a poder poner tres veces antes de que se le quedasen pequeños porque no paraba de crecer.

 

¿Es que no te da vergüenza ser más alto que tu hyung con dieciséis años que tienes? ¿Todavía vas a crecer más? se quejó con una media sonrisa mientras lo empujaba dentro del probador otra vez.

De verdad parece que lo has adoptado como tu hijo fue lo que comentó Hanbin, provocando que Hao lo mirase y le dedicase una sonrisa que no tenía nada que ver con las que le había dedicado antes, una sonrisa que tenía un pequeño atisbo de tristeza en ella. ¿Sucede algo? preguntó casi sin pensar en lo que decía, sin darle vueltas a si se estaba metiendo en donde no lo llamaban, solo queriendo saber qué era lo que había provocado el cambio tan radical de expresión en el mayor. Lo siento si he dicho algo que no debía añadió.

No has dicho nada malo, no te preocupes respondió Hao, su voz sonando casi inaudible debido a la música alta de la tienda. La verdad es que, en realidad no sé si debería decir esto, pero me siento un poco obligado a hacer cosas por Yujin y por todas las personas que rodean a Jiwoong apretó sus labios en una línea y después suspiró profundamente. Sin la ayuda de Jiwoong no habría conseguido jamás mi sueño de abrir la floristería, ¿sabes? le dijo. Nos conocimos hace bastante tiempo, cuando yo apenas llevaba en Corea unos meses y decidió desde el primer momento que sería mi mejor amigo y que me ayudaría en todo lo que necesitase.

Suena a algo que haría Jiwoong comentó Hanbin sin poder evitarlo, provocando que una pequeña risa escapase de los labios de Hao.

A veces es algo que está bien, saber que tienes a un amigo que haría cualquier cosa por ti, pero realmente se encargó de absolutamente todo el papeleo que había que hacer para que me dieran la licencia para abrir la tienda y después me ayudó económicamente para poder alquilar el local y pagar facturas hasta que la floristería comenzó a tener alguna clientela contó. Me siento en deuda con él por todo eso y, sobre todo, porque no deja que le devuelva el dinero diciendo que era una inversión y que ya tiene demasiado dinero, así que, hacer cosas por Yujin como esta me ayuda a sentirme un poco mejor conmigo mismo por ser una especie de parásito.

 

Hanbin pudo sentir la vulnerabilidad y lo mal que Hao se sentía consigo mismo a través de sus palabras y aquello hizo que su corazón se encogiese un poco. No lo conocía mucho, aquella tarde era el día que mayor interacción había tenido con él, pero podía ver perfectamente que era un chico encantador y no tenía por qué sentirse de aquella forma. Hanbin no llevaba más que algo más de un año conociendo a Jiwoong, pero sabía que realmente tenía aprecio por el dinero que tenía en sus múltiples cuentas bancarias y que no lo gastaba a lo loco, pero que sí que lo utilizaba para hacer felices a las personas que lo rodeaban, a aquellas a las que le tenía un cariño especial, por lo que, aunque podía entender que Hao se sintiese de esa formar, no debía de ser una carga tan pesada como la que parecía llevar sobre sus hombros por ello. Así que, Hanbin actuó sin dedicarle un segundo a pensar en las consecuencias que pudieran tener sus actos, cogiendo la mano de Hao y colocándola entre las suyas y apretándola levemente. El mayor alzó la cabeza y lo miró a los ojos, sorprendido, pero no apartó la mano, por lo que simplemente se lanzó a la piscina, ignorando si esta tenía agua o no en el fondo.

 

Sé que conozco mucho menos a Jiwoong hyung que tú, pero algo que he podido observar en el poco tiempo que he tenido el placer de conocerlo es que hace las cosas por las personas que realmente aprecia de forma altruista y sin esperar nada a cambio, solo por hacerlas felices comenzó, intentando que su voz y sus palabras fuesen suaves y Hao no las sintiese como un ataque, sino más bien como una especie de consuelo. Por eso no creo que debas sentirte tan mal ni tan en deuda con él como para que sea una obligación auto-impuesta hacer cosas por las personas cercanas a él para sentirte mejor le apretó más la mano entre las suyas y le dedicó una sonrisa amable. Es algo admirable que quieras hacer algo por los demás también para equilibrar un poco la balanza, pero no creo que sea algo que debas forzar.

 

El silencio se extendió entre ellos en cuanto Hanbin terminó de hablar y el mundo a su alrededor también pareció quedarse en un silencio casi irreal. No parecía existir absolutamente nada más que los ojos oscuros de Hao mirándolo fijamente, de una forma tan intensa que Hanbin se puso totalmente nervioso, primero porque no respondía a lo que había dicho y segundo porque aquellos ojos estaban haciendo que su corazón latiese muchísimo más rápido de lo que debería hacerlo. El chico no supo si estuvieron de aquella forma horas, minutos o tan solo unos segundos, pero cuando Hao cerró sus ojos unos momentos, la magia se rompió y Hanbin sintió que podía volver a respirar de nuevo, cogiendo una gran bocanada de aire. Ante él, Hao también inspiró profundamente y cuando abrió sus ojos de nuevo, le devolvió el apretón en las manos, con una sonrisa encantadora en su rostro.

 

Gracias Hanbin.

 

~

 

Lo primero que Hanbin hizo al llegar a casa después de las compras fue dejar las bolsas en un lugar apartado en la entrada para no tropezarse con ellas cuando saliera al día siguiente, lo segundo fue tumbarse, casi tirándose sobre el sofá, boca abajo, ahogando un suspiro contra el cojín y cerrando sus ojos. Su corazón todavía latía demasiado rápido después de haber pasado unas pocas horas con Hao y literalmente se acababa de despedir de él en el metro, pero por alguna razón sentía que lo echaba de menos y aquello no era nada bueno. Su crush con aquel chico guapo parecía que era algo un poco más intenso y a Hanbin no le gustaba no tener el control de su cuerpo, ni de sus reacciones cuando estaba junto a él... pero por otra parte le gustaba estar junto a él y querría estar junto a él a todas horas, a pesar de que eso causase estragos en su cuerpo y comenzase a mal-funcionar. Era raro para él sentirse así porque normalmente no le pasaba, no se ponía nervioso con la gente, no hacía ni decía cosas que no estuviesen pensadas para ser dichas de la forma más asertiva y agradable posible, pero delante de Hao casi funcionaba con el auto piloto puesto y hacía las cosas antes de darse cuenta siquiera de que las estaba haciendo.

 

Hanbin ahogó un pequeño grito de frustración en el cojín y decidió que lo mejor sería no darle vueltas a aquello esa noche porque estaba demasiado cansado y lo único que debía de hacer era dormir, no cansarse más. Se acabó levantando del sofá unos minutos después, su estómago rugiendo como un león y fue hasta la cocina para poner un poco de agua a calentar y prepararse un paquete de ramen. Una vez allí se dio cuenta de que había dejado la lavadora a medio poner antes y acabó metiendo el resto de la ropa sucia en ella para sentirse un poco útil mientras la comida hervía, poniendo un programa corto para poder tenderla antes de irse a dormir.

 

Mientras cenaba puso la televisión para entretenerse con algo, pero su mente no dejaba de mostrarle imágenes de las horas que había pasado esa tarde con Hao, las muchas sonrisas que el chico le había dedicado y todas las conversaciones que habían mantenido. Quizás era un poco raro decir que lo echaba de menos y que quería poder hablar con él en aquellos momentos otra vez, pero así era como Hanbin se sentía y era tan intenso que no sabía cómo controlarlo. Nunca le había pasado nada similar con nadie y era extraño para él también, pero lo único que quería en aquellos momentos era hablar con Hao de nuevo. Sin pensarlo de nuevo, porque parecía que la palabra pensar no existía en su vocabulario en todo lo que se refería a aquel precioso florista, alargó su mano y cogió su móvil, pulsando inmediatamente sobre el contacto en el que había guardado el número de la floristería. Solo cuando escuchó la voz de Hao responder al otro lado del teléfono, se dio cuenta de lo que había hecho.

 

¿Sí? dijo el chico.

 

Fue solo una palabra, pero fue suficiente para que Hanbin se dijera tonto mentalmente una decena de veces antes de ser capaz de responder, tratando de formar una excusa lo suficientemente creíble y lo menos estúpida posible para su llamada. No podía usar sus plantas porque el mayor había estado allí unas horas antes y en unas horas éstas no podían haberse muerto lo suficiente como para que lo tuviese que llamar por ellas... pero sí que podía usar otra excusa, quizás mucho mejor: Yujin.

 

¿Hola? ¿Hao hyung? preguntó, como si no supiera perfectamente que era él quien le había cogido el teléfono, su inconfundible voz y acento. Soy Hanbin, perdona que te llame tan tarde y te moleste al teléfono de la floristería, pero no tenía otra forma de contacto.

¿Hanbin? murmuró Hao al otro lado de la línea. ¿Ha pasado algo? su voz sonó preocupada y Hanbin se apresuró a decirle que no para que no lo hiciera.

No, no, no ha pasado nada grave, solo no he podido contactar con Yujin hace un momento... por si seguía contigo.

Oh... lo he dejado hace un momento cerca de su casa respondió Hao, pero puedo tratar de contactar con él luego.

No, no hace falta, muchas gracias, hyung murmuró.

 

El silencio se apoderó de la llamada en ese momento, ninguno de los dos dijo nada durante unos momentos, pero tampoco hicieron por despedirse y cortarla, aquello hizo que Hanbin se sintiera un poco valiente y decidiera continuar con la conversación.

 

Hyung... sé que no son horas pero... tenía algo que preguntarte y al final se me ha olvidado comenzó. Es relacionado con la floristería... no sé si molesto o no.

Nunca molestarías, Hanbin fue lo que respondió Hao, haciendo que el corazón de Hanbin diera una voltereta hacia atrás dentro de su pecho. ¿De qué se trata?

¿Qué podría llevarle a Matthew para que no se enfade conmigo mucho por haber rechazado quedar con él en las últimas semanas?

 

Hanbin preguntó aquello porque fue lo primero que se le ocurrió. No lo había pensado realmente, pero después de decirlo le pareció una excusa muy válida y muy creíble y cuando la respuesta que recibió fue la clara risa de Hao al otro lado de la línea, supo que al menos el chico no se había tomado a mal lo inoportuno que había sido con aquella llamada.

 

Mmmm... murmuró durante unos segundos, pensativo. Hace unos días me comentó que quería plantar unos girasoles en el jardín, pero todavía no ha venido a comprarlos, creo que le podrías llevar bien unas semillas o bien una de las plantas que tengo aquí, solo tendría que trasplantarla en el suelo.

Buah hyung eres el mejor dijo sin poder contenerse y cuando se dio cuenta de que lo había dicho añadió. Muchas gracias porque de verdad no sabía qué llevarle cuando nos veamos para que no reclamase mi cabeza.

No es nada, Hanbin respondió Hao, si voz sonando con un eco de risa. ¿Necesitas algo más? le preguntó unos segundos después. Estoy por volver al metro de nuevo y no voy a tener cobertura.

No, no, nada más respondió rápidamente. Si fuese por él, podría estar hablando con el mayor toda la vida, pero entendía a la perfección que no era algo que pudiese hacer en aquellos momentos y bastante suerte había tenido ya, no tenía que seguir tentándola. Muchas gracias, hyung. Ten un buen viaje de vuelta a casa.

A ti por esta tarde respondió Hao.

 

La llamada fue cortada tras despedirse y Hanbin cogió aire, inspirando profundamente, como si durante todo lo que había durado aquella llamada no hubiera respirado ni una sola vez. Al menos no le había salido mal aquella locura que había hecho, como las otras tantas que había cometido en los últimos tiempos en referente a Hao, y había obtenido una excusa nueva para pasarse por su floristería en los próximos días aunque eso también viniese a significar que debía de enfrentarse a la ira de Matthew por no haber salido de su casa en las últimas semanas, así que estaba bastante contento con el resultado de su locura. Sintiéndose un poco más calmado ahora que había escuchado la voz de Hao y que había conseguido algo más, Hanbin fue a levantarse del sofá para fregar los cacharros de la cena, pero su móvil vibró en la mesa y el mensaje que apareció en la pantalla lo dejó a medio camino.

 

Número desconocido: Hola Hanbin, soy Hao. Este es mi número personal, por si alguna vez necesitas otra cosa o quieres enseñarme fotos de cómo van floreciendo tus cactus, puedes hablarme más cómodamente por aquí.

 

Hanbin tardó unos segundos en procesar lo que había leído, pero cuando terminó de hacerlo, se dejó caer de nuevo en el sofá con una sonrisa en su cara tan grande que probablemente a la mañana siguiente le dolerían las mejillas porque ahora también tenía el número de Hao y vía libre para hablarle sin necesitar excusas.

 

 

 

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