Chapter
I: the boy in the tower
El cielo estaba cubierto con nubes oscuras que amenazaban
con lluvia y tormenta en cualquier momento. Desde la mañana, se había ido
cubriendo poco a poco, provocando que la escasa luz que entraba por la única
ventana de aquella habitación se fuera volviendo más y más tenue, oscureciendo
el lugar y haciendo que Arthur tuviera que encender algunas velas para poder
seguir leyendo aquel libro que tantas veces había leído ya, pero del que nunca
se cansaría. Aquel libro que hablaba de reinos antiguos, de reinos prósperos,
de reinos caídos, de batallas por el honor y la justicia, de la magia de la
naturaleza, de seres más antiguos que los propios hombres que habitaban los
bosques y de artefactos mágicos que habían ayudado a los reinos a ser
invencibles. A pesar de ser el libro que más había leído de todos los que tenía
en el lugar, algo que podía ser juzgado a simple vista por el desgaste del
cuero ennegrecido con el que estaba encuadernado, Arthur no dejaba de
emocionarse por los pasajes que leía, como si fuera la primera vez que lo
hacía.
Unos golpes en la puerta provocaron que Arthur se
sobresaltara y que alzara la cabeza, descubriendo el rostro de JaHan a través
de los barrotes de hierro que cerraban el único hueco de la pesada madera al
mirar en dirección a la puerta. Debía ser la hora del almuerzo. Arthur despejó
la mesa bajo la ventana de libros y pergaminos mientras JaHan introducía la
enorme llave en la cerradura que lo separaba del mundo exterior. Muchas veces
había deseado coger aquella llave y abrir la puerta para escapar, para sentir la
hierba bajo sus pies, para observar el cielo sobre su cabeza, para correr y
saltar colina abajo, meterse en el río para sentir su agua fresca en su piel…
pero ni una de aquellas veces se había atrevido a hacerlo. No lo hizo cuando su
madre murió. No lo hizo cuando la vieja Jill era aún quien lo visitaba. Y no lo
había hecho en todos aquellos años en los que JaHan había tomado el relevo. No
lo había hecho porque era un cobarde. No lo había hecho porque no había querido
causarles problemas ni a la vieja Jill ni a JaHan.