El Amor no entiende de formas
La primera vez que Luna supo de la
existencia de aquella chica que capturó su atención ni siquiera sabía que era
una chica. Amber estaba rodeada de los chicos de su clase y vestía como uno de
ellos, al igual que llevaba el pelo corto y se comportaba de la misma forma.
Luna creyó en ese momento que era un chico excepcionalmente guapo lo que veían
sus ojos y sintió cómo su corazón comenzaba a latir fuertemente por esa
persona.
La segunda vez que se la encontró,
fue literalmente un encontronazo, ambas se chocaron en mitad del pasillo y la
otra la sujetó para que no se cayera al suelo. En ese momento, Luna seguía sin
saber que Amber era una mujer, pero su corazón volvió a latir por ella como si
estuviera enferma y sufriera taquicardias. Nunca antes había sentido algo así
por nadie, ya fuera hombre o mujer, así que no sabía cómo podía reaccionar y
simplemente sus mejillas se tornaron de color rojo cuando Amber le cuestionó si
se encontraba bien.
Fue la tercera vez que la vio cuando
se dio cuenta de que era una chica y no un chico porque ambas entraron en el
servicio de las mujeres. En aquel momento, Luna debería haber sentido que todas
las ilusiones que se había hecho hasta el momento sobre aquella persona y los
latidos desenfrenados de su corazón se iban por la borda, pero estas seguían
estando allí y la chica no lo llegaba a entender del todo.
Sin embargo, Luna no tardó mucho en
darse cuenta de que realmente no importaba el género, que lo que importaban
eran las personas, y la chica no tardó en acercarse a Amber para, como mínimo,
ser amiga suya.