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domingo, 28 de septiembre de 2014

Press Play

Título: Press Play
Pareja: JungSis (Jessica y Krystal Jung) (F(Girls))
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, smut, incest
Número de palabras: 1.510 palabras
Advertencias: sexo explícito, inserciones e incesto.
Resumen: quedarse solas en casa se convierte en un buen momento para jugar para las hermanas Jung.
Notas: escrito para Ajumma (Queen of Angels) en agradecimiento por la portada de “Ninfómana”, un fic que ya veréis por aquí cuando lo termine y muchas gracias también por hacerme la portada para este shot.
Comentario de autora: ¿sabes que el día que hablé contigo y me mandaste “esas” fotos tuve un montonazo de ideas? Dejé volar mi mente yurista (?) Total, que esto es muy perver, a ver si te gusta ^^
Aclaraciones: como sé que mucha gente de mi blog no se sabe los nombres reales de estas dos hermanas y esos son los que voy a utilizar en este shot, los pongo aquí.
—Jessica: SooYeon
—Krystal: SooJung


            El volumen de la televisión estaba a tope y por los altavoces salía la musiquita del videojuego al que las dos hermanas estaban jugando entretenidas. SooYeon pulsaba las teclas del mando a la vez que movía su cuerpo y su brazo derecho para intentar asestarle puñetazos certeros en la cara al personaje virtual de su hermana menor, pero SooJung era demasiado buena en el boxeo y no estaba consiguiendo absolutamente nada. La mayor bufó mientras lanzaba un derechazo. Tenía que ganar sí o sí.

            Sin embargo, dos segundos después, su personaje caía a la lona y por más que le dio al botón de reincorporarse, este no le hizo ningún caso. En su parte de la pantalla aparecía un “YOU LOST” en letras demasiado grandes para su gusto, a la vez que la cámara hacía un giro dramático y se elevaba lentamente, mostrando a su personaje en el suelo. Mientras, en la de su hermana aparecía su muñeco celebrando la victoria.

            SooYeon hizo un puchero, resignada. El siguiente juego lo elegiría ella y sería golf, eso se le daba mucho mejor.

            —¡Chicas! —llamó su madre desde la puerta del salón—. Vuestro padre y yo nos vamos a hacer la compra, ¿queréis algo?
            —Yo no, mamá —contestó SooYeon.
            —Yo tampoco —dijo SooJung, dejando los mandos que había estado utilizando sobre la mesa.
            —Vale, volveremos en un rato —la mujer les sonrió antes de salir del salón, para dirigirse a la entrada.
            —No hace falta que os deis prisa en volver —murmuró la menor, girándose hacia su hermana con una sonrisa maliciosa—. SooYeon y yo tenemos que jugar.
            —¿Una partida de golf para desempatar? —propuso la mayor replegándose contra el respaldo del sofá y juntando sus piernas, haciendo fuerza deliberadamente para que no pudieran ser abiertas por nada ni por nadie.
            —No, unnie —negó SooJung—. Dijimos que quien ganara la partida de boxeo podía hacerle lo que quisiera a la perdedora —la chica sonrió mientras se subía a las piernas de su hermana, poniendo sus rodillas una a cada lado de su cadera—. Así que, me toca hacerte disfrutar de mis atenciones.

            Tras decir aquellas palabras con un tono tan seductor que hizo que SooYeon sintiera un escalofrío recorrerle la espina dorsal, SooJung se inclinó hacia delante y besó sus labios. Habían sido tantas las ocasiones en las que sus bocas se habían encontrado a lo largo de los años que ya no era tan extraño como al principio, aunque sí que seguía siendo tan excitante como al principio. La relación entre hermanas era algo prohibido y por ese motivo a las hermanas Jung les encantaba su pequeño y particular secreto.

            SooJung mordió el labio inferior de la mayor, haciendo que esta abriera su boca levemente para jadear. La chica aprovechó aquella oportunidad de oro para introducir su lengua en la boca ajena y explorar la cavidad a su gusto, sin encontrar oposición ninguna ya que SooYeon se encontraba perdida en las sensaciones que su hermana menor le provocaba.

            En un momento dado, SooYeon sintió como los dedos de su hermana tocaban juguetonamente su muslo izquierdo, subiendo más y más hasta introducir su mano debajo de su falda y comenzar a tocar su clítoris a través de la tela de sus bragitas. La mayor profirió un gemido que fue ahogado dentro del beso y SooJung se separó en ese momento de su boca para mirarla fijamente a los ojos durante unos momentos. SooYeon pudo ver la decisión que emanaba de ellos y, a partir de aquel momento, se dejó hacer.

            La menor dirigió sus labios esta vez a su cuello y comenzó a besarlo y a lamerlo, muchas veces había mordido aquel lugar tan sensible de su hermana, dejando marcas en el proceso que eran muy complicadas de esconder y por las que había tenido que dar muchas explicaciones, por eso ahora procuraban no dejarlas. SooJung se movió un poco, explorando aquel lugar que tan bien conocía y llevando una de sus manos hacia arriba, recorriendo su cuerpo por debajo de la camiseta que llevaba SooYeon, levantándosela en el proceso, para dejar así su abdomen al descubierto.

            SooYeon jadeó cuando su hermana le mordió el hombro a la vez que apretaba con una mano su clítoris y con la otra su pezón derecho.

            —SooJung… ahh…
            —Shhh… —la menor suspiró contra su piel—. No hagas ruido.
            —No hay nadie en casa…
            —Pero podrían volver en cualquier momento —contestó con un tono travieso.

            Luego, SooJung se levantaba de sus piernas y luego le bajaba las braguitas y haciendo que abriera sus piernas para dejar al descubierto su entrepierna completamente mojada por las atenciones que previamente había recibido. Tras esto, la menor se sentó en el suelo e introdujo su cabeza entre estas. SooYeon sintió su aliento en su entrepierna un par de segundos antes de que la lengua de SooJung la recorriera entera desde su vagina hasta su clítoris de una pasada comenzando después a maltratar aquel lugar tan sensible con sus dientes.

            SooYeon estaba hecha un mar de gemidos provocados por aquella experta boca que sabia lo que tanto le gustaba.

            Algunos minutos después, a su boca se le unían dos dedos introducidos por su vagina, buscando su punto G para enloquecerla aún más. En el instante en el que lo encontró, la mayor no pudo contener más su placer y se corrió. Una oleada de conocidas sensaciones recorrió su cuerpo de una punta a otra, arqueando su espalda y doblando los dedos de sus manos y de sus pies a la vez que su vista se nublaba por unas décimas de segundo.

            SooJung se alejó de ella y se levantó del suelo con una sonrisa traviesa en sus labios. La mayor la vio dar vueltas por el salón, aun extasiada por lo sucedido y con la mente volando por cualquier otro lugar, buscando algo a su alrededor con ahínco. Cuando encontró aquello que buscaba y lo tomó, mostrándoselo mientras volvía a recuperar su posición anterior, la mayor ahogó un grito al verlo.

            No podía ser posible.

            —SooJung… Eso…
            —Calla —la cortó, lamiendo el aparato—. Las reglas eran que podía hacerte lo que quisiera si ganaba, así que eso hago.
            —Soo…

            SooYeon aun sentía los espasmos de su orgasmo cuando su hermana agarró firmemente el mando de la play que habían estado utilizando algunos minutos antes para jugar y lo llevó hasta su entrepierna. La mayor todavía tenía la vagina hinchada cuando el mando le fue introducido por esta y SooJung comenzó a moverlo dentro y fuera, al principio con lentitud, pero después con una rapidez enloquecedora.

            La mayor se deshacía en gemidos de nuevo porque no muchas veces podía expresar cuánto le gustaba lo que le hacía su hermana, casi nunca podían dedicarse a sus juegos en soledad, así que tenía que aprovechar aquellos momentos al máximo. La velocidad a la que SooJung movía el mando en su interior fue aumentando más y más y también la de los dedos que masturbaban su clítoris, hasta que SooYeon no pudo aguantar más y volvió a recorrerle la misma sensación de placer por todo el cuerpo cuando se corrió de nuevo, haciendo que el mando saliera solo de su vagina por los espasmos que la recorrían entera.

            SooYeon todavía sentía su mente ida y la respiración agitada, al igual que los latidos de su corazón, cuando sintió a su hermana colocarle las braguitas en su sitio y luego sentarse a su lado, tomando el mando que había utilizado para masturbarla y limpiándolo con un pañuelo para que no hubiera ninguna evidencia de su juego. Cuando SooYeon se recuperó miro a SooJung de reojo y la vio con una enorme sonrisa en su rostro. La menor notó su mirada y se giró hacia ella, ampliando su sonrisa.

            —Me gusta mucho esto —le dijo, acercándose un poco para darle un leve beso en los labios—. La próxima vez espero que seas tú la que cabe el juego —SooJung se separó de ella y luego encendió la consola y pulsó el play.





Notas finales:

—El mando que utiliza SooJung para masturbar a SooYeon es este.

viernes, 18 de abril de 2014

Tell Me Your Wish

Título: Tell Me Your Wish
Pareja: KriSica (Kris x Jessica) (EXO Generation), mención a ChenYin (Chen x Zhang LiYin) (SM The Ballad), a Kray (Kris x Lay) (EXO) y a LayHan (Lay x LuHan) (EXO)
Clasificación: NC–13
Géneros: UA, romance, magic
Número de palabras: 4.800 palabras
Resumen: YiFan tenía algunos deseos sin cumplir y una antigua lámpara de aceite sobre su mesita de noche.
Notas: historia escrita para el Reto Crossovers SM y también para el Reto Fairy Tale (una aprovecha para matar dos pájaros de un tiro XD).
Comentario de la autora: no sé por qué, pero desde hacía un tiempo quería escribir sobre esta pareja y este reto me ha dado la oportunidad de hacerlo. Espero que os guste, a pesar de que Jessica no cae mucho en gracia es una buena chica.





Tell Me Your Wish


            YiFan observaba con recelo el paquete que descansaba sobre la mesa de la cocina y que el cartero le había traído a casa hacía apenas unos minutos. No tenía remitente, pero eran claramente su dirección y su nombre los que venían escritos en una pequeña etiqueta blanca pegada en la parte superior de la caja de cartón, por ese motivo no se atrevía a abrirla.

            Tomó otro sorbo de su taza de café caliente y dejó que el humo le empañara las gafas —que aún llevaba puestas y que de hecho no se quitaría en aquel día, no tenía que salir de casa y las lentillas comenzaban a molestarle y a secarle los ojos cuando se las ponía más de dos horas—. El chico dejó la taza sobre la mesa y se acercó con cuidado al paquete, tal y como lo haría un agente de la unidad de artificieros ante una bomba, tocó con un dedo la cinta que mantenía unidas las solapas de la caja y creyó escuchar un tic tac, por lo que se replegó contra una de las esquinas de la cocina, provocando la estridente risa de su compañero de piso, que entraba en ese momento a la habitación.

            —Tan grande y tan lacio —comentó el chico con una sonrisa socarrona—. ¿Tiene acaso el paquete una bomba para que estés así? —YiFan le dedicó una mirada asesina antes de acercarse al lugar en el que estaba el otro, cerca de la caja.
            —Antes he escuchado un tic tac —murmuró—, así que no lo descarto.
            —Idiota —dijo JongDae. Tomó el paquete entre sus manos y lo agitó, haciendo que se escuchara un ruido metálico procedente del interior de esta y que la cara de YiFan se desencajara por el miedo a que esta explotara en medio de la cocina—. ¿Ves? No ha pasado nada —comentó dejando la caja donde estaba antes—. Ábrela ya antes de que lo haga yo.

            Con el susto todavía en el cuerpo y su corazón latiendo a mil, le sacó la lengua al otro y, con las tijeras que había en la cocina, comenzó a cortar la cinta. Después, desplegó lentamente las solapas de la caja, encontrando un montón de aislante en su interior que quitó con un poco de impaciencia, descubriendo algo que jamás habría pensado que habría allí: una antigua lámpara de aceite.

            —¿Qué cojones…? —maldijo sacando el objeto para que su compañero de piso lo viera.
            —Parece una lámpara como la del genio de Aladín —comentó el otro riendo mientras se ajustaba la corbata de su traje.
            —No tiene gracia —murmuró YiFan—. Encima no viene con remitente, por lo que no la puedo devolver.
            —Frótala, igual te sale un genio y te cumple todos tus deseos —JongDae se colocó la chaqueta y le sonrió, ladino—, quizás acabe con esa frustración sexual tuya.
            —Te mataría por decir eso —comentó—, pero parece que tienes una cita con LiYin y le tengo el suficiente respeto para que no aparezcas con un ojo morado.
            —Gracias por eso, FanFan —le guiñó el ojo derecho y salió corriendo de la cocina, antes de que su compañero de piso lo alcanzara.
            —¡No sabes cuánto te odio! —le gritó, aunque sabía que el otro ya no podía escucharlo.

            YiFan suspiró y regresó a la cocina, miró con cansancio la lámpara de aceite y se sintió estúpido por albergar en su cerebro el pensamiento de frotarla por si de verdad aparecía un genio que le cumpliera todos sus deseos durante un segundo. Después, negó con la cabeza y guardó el objeto dentro de la caja.


            03:12. Esa era la hora que marcaba en su despertador cuando los ojos de YiFan se abrieron de golpe y ya no se volvieron a cerrar por más que lo intentó. El chico se levantó de la cama y se dirigió a la cocina a prepararse un vaso de leche caliente con miel, a ver si así volvía a conciliar el sueño las pocas horas que le restaban antes de tener que volver a levantarse para ir a trabajar.

            Entró en la cocina y sacó el cartón de leche de la nevera, vertió el contenido dentro de una taza y luego metió esta en el microondas. La estancia solo era iluminada por la tenue luz que procedía del interior del electrodoméstico, pero aun así, el chico pudo ver con claridad el contorno de la caja que aún seguía sobre la mesa.

            —Es una tontería… —murmuró para sí mismo mientras avanzaba hasta ella—. Pero… ¿Y si…?

            Antes de darse cuenta de lo que hacía, YiFan ya tenía la lámpara en sus manos y la frotaba como si le estuviera sacando brillo con el pantalón del raído chándal que utilizaba como pijama. Esperó durante un par de segundos, pero no ocurrió nada.

            —Definitivamente soy un estúpido.

            El chico dejó la lámpara sobre la mesa y se acercó al microondas, a esperar a que el pitido le indicara que su vaso de leche ya estaba caliente. Sin embargo, antes de que esto sucediera, humo rosa comenzó a inundar la cocina y YiFan comenzó a toser, cubriéndose la boca con la mano, intentando averiguar de dónde podía proceder aquel humo con ese color tan extraño. Cuando se dio la vuelta, encontró el origen del humo y casi le dio un ataque al corazón al ver a la chica menuda de cabello rubio y ropa extravagante que estaba en mitad de su cocina.

            —¿Q-quién eres tú? —su voz sonó más aguda de lo normal cuando hizo aquella pregunta.
            —Jessica, genio de la lámpara —contestó la chica con una sonrisa, haciendo que su rostro de muñeca brillara—. Estoy aquí para cumplir tus deseos, así que… Dime tu deseo…

            YiFan de repente se sintió mareado y la cocina comenzó a darle vueltas, intentó agarrarse a algo, pero finalmente cayó al suelo, provocando un ruido sordo que quedó amortiguado por el pitido del microondas.


            Sentía un dolor punzante en su cabeza y otro en su costado, además, la espalda lo estaba matando y tenía mucho frío. Todo aquello eran síntomas que le decían a YiFan que despertara inmediatamente, porque no estaba en su cama, sino en algún lugar desconocido, pero los párpados le pesaban como si estuvieran hechos de plomo y tardó tres intentos en poder abrir sus ojos.

            Lo primero que vio fue el techo blanco y la lámpara de la cocina; lo segundo, la sonrisa socarrona de JongDae.

            Rápidamente, YiFan se levantó de lo que en ese momento se dio cuenta que era el suelo de baldosas y, aunque se mareó un poco, se agarró a la silla de la cocina con los ojos cerrados para que los muebles dejaran de darle vueltas y lo superó.

            —Creo que hay un par de cosas que deberías explicarme —escuchó decir a su compañero de piso—. Una es el por qué te he encontrado durmiendo a pierna suelta en el suelo de la cocina; la otra, el por qué hay una chica preciosa en el salón.

            En ese momento, YiFan abrió los ojos y miró con pánico a JongDae, después, salió corriendo hacia el salón, encontrando, efectivamente a la chica de la noche anterior, aquella que había salido de la nada y que le había dicho que era el genio de la lámpara y que por eso cumpliría todos sus deseos.

            —Creía que había sido un sueño… —murmuró para sí—. Pero es real…
            —Oh —la chica se levantó del sofá rápidamente al verlo y se acercó a él—. ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algo? —YiFan negó con la cabeza, ella sonrió—. Siento haberte asustado, no debí haber sido tan brusca.
            —No… Pasa nada… —la voz, normalmente grave y profunda, de YiFan parecía no querer salir de su garganta por lo que carraspeó un poco—. Solo… ¿Es verdad lo que dijiste ayer?
            —Claro —ella parecía ofendida—. A los genios no nos está permitido mentir.
            —¿Genios? —preguntó JongDae de repente—. ¿De qué manicomio has sacado a esta niña?
            —Yo no… —comenzó YiFan, pero la chica lo cortó.
            —¿No lo crees?
            —¿Sinceramente? No.

            En ese momento, la ropa que vestía JongDae desapareció, dejándolo completamente desnudo. El chico rápidamente llevó sus manos a sus partes para taparse, a la vez que abrió sus ojos tanto que casi se le salieron de las órbitas.

            —¿Lo crees ahora? —preguntó ella con una sonrisa.
            —Sí. Devuélveme mi ropa —contestó JongDae. YiFan nunca lo había visto tan tímido e inseguro y eso le extrañó, pero no por eso se olvidó de que la chica había hecho que la ropa de su compañero de piso desapareciera repentinamente y reapareciera ahora sin mover ni un dedo.
            —¿Cómo…? —comenzó el chico, ella se giró con una gran sonrisa en su rostro.
            —Ya te lo dije. Soy Jessica, genio de la lámpara —contestó.


            YiFan seguía sin creerse que de la lámpara antigua de aceite que había llegado por correo hubiera salido la chica más guapa que había visto en su vida, afirmando ser un genio que cumpliría todos sus deseos. Pero allí estaba, en su habitación, vestida ahora con una camisa —solo la camisa—, de YiFan que le quedaba de vestido casi por las rodillas, mirando a su alrededor y toqueteándolo todo como si fuera una niña pequeña en una casa ajena.

            El chico había tenido que llamar al trabajo y decir que se sentía indispuesto —nada demasiado lejos de la realidad, ya que todavía se sentía mareado de vez en cuando—, para poder quedarse con ella en casa e intentar esclarecer un poco aquella situación tan absurda en la que se encontraba en aquellos instantes.

            —Tu habitación es muy bonita —comentó la chica, sacándolo de sus pensamientos.
            —Hum…
            —Aún estoy esperando tu primer deseo… Y también que me digas tu nombre, ya que tú sabes el mío… —Jessica se acercó a él y al andar, la camisa se le resbaló de un hombro, dándole un aspecto demasiado sexy.
            —Wu YiFan —contestó—. Ese es mi nombre.
            —Entonces, amo YiFan… Dime tu deseo…

            YiFan la miró durante unos instantes, todavía no muy convencido de aquello, a pesar de que había visto lo que le había pasado a la ropa de JongDae. Después, pensó en lo que más deseaba. Quizás aquella chica no pudiera realizarlo, pero no perdía nada por intentarlo.

            —Me gustaría volver con mi ex —pidió. Jessica le sonrió.
            —Tu primer deseo ha sido concedido.
            —¿Primer deseo? —preguntó extrañado—. ¿Cuántos tengo?
            —Tres —contestó la chica levantado los dedos correspondientes de su mano derecha.
            —¿Tres? —no pudo decir nada más ya que su teléfono móvil comenzó a sonar. Rápidamente lo sacó del bolsillo de su pantalón y se quedó de piedra al ver el nombre de su ex en la pantalla como llamada entrante—. ¿Sí? —contestó con un poco de miedo, aunque su chico era una persona muy calmada, las últimas palabras que había escuchado salir de su boca habían sido gritos y maldiciones.
            —¿Fan? —escuchó decir suavemente.
            —Soy yo…
            —He estado pensando en todo lo que pasó durante estos meses… Meditando, intentando encontrar el motivo por el cual nos separamos… —murmuró la voz al otro lado del teléfono—. ¿Qué fue lo que nos pasó?

            YiFan abrió los ojos como platos. ¿Qué era lo que estaba intentando decirle YiXing? Sabía perfectamente cuál era el motivo por el cual habían roto, el chico no había podido resistirse a los encantos de Byun BaekHyun y le había puesto los cuernos, de ahí los gritos, las peleas y la relación terminada… ¿Acaso no lo recordaba?

            Se despegó el teléfono de la oreja y lo tapó con su mano para que cuando hablara con la chica, que aún seguía en su habitación, su conversación no fuera escuchada por YiXing.

            —¿Qué has hecho? —le preguntó.
            —¿No quería volver con tu ex? —asintió—. Le borré de su memoria el motivo por el cual rompisteis.
            —¿¡Que hiciste qué!? —gritó YiFan.
            —Solo quería cumplir tu deseo… —Jessica se encogió sobre si misma por el grito y sus ojos se llenaron de lágrimas—. No quería hacerte enfadar…
            —Perdona… —murmuró, después destapó el teléfono para volver a la conversación con YiXing—. ¿Qué estás intentando decirme?
            —Quiero que volvamos…


            Cuando se encontró frente a la puerta de aquel piso en el que había compartido algunos de los momentos más felices de su vida, YiFan comenzó a dudar de la decisión que había tomado el día anterior. Le había pedido a Jessica, su genio particular, que quería volver con YiXing, pero la forma en que había pasado no era del todo satisfactoria, ya que el otro chico había olvidado todo lo que concernía a su ruptura, había olvidado la infidelidad de YiFan y, aunque eso pudiera ser algo bueno, el chico no se veía capaz de mirarlo a los ojos y no sentir remordimientos.

            Después de todo, había sido un deseo muy estúpido e iba a remediar aquella situación.

            Llamó a la puerta y unos momentos después, esta se abría, revelando a YiXing en el interior del piso. El chico abrió los ojos, sorprendido, pero luego esbozó una sonrisa encantadora.

            —YiFan… —susurró.
            —Hola, YiXing —contestó el otro.
            —¿Qué haces aquí…?
            —Vengo a hablar de lo nuestro, ¿puedo pasar?
            —Claro.

            YiXing se hizo a un lado y lo dejó entrar, después, cerró la puerta y lo guio por el piso hasta el salón, donde le indicó que se sentara en uno de los sillones para después hacer él lo mismo en el de enfrente. A YiFan le sorprendió gratamente que el lugar no había cambiado prácticamente nada desde que él se había ido de allí —quizás algunos libros nuevos en la estantería, un par de zapatillas en la entrada y unas pocas fotos que mostraban a dos chicos sonrientes, uno de ellos, YiXing y el otro, YiFan supuso que sería su nuevo compañero de piso—.

            —¿Y bien? —preguntó YiXing incitándolo a hablar.
            —No podemos volver a estar juntos —dijo claramente.
            —¿Por qué? ¿Tienes a alguien?
            —Yo no, pero tú sí —el chico pareció sorprenderse bastante al escuchar aquellas palabras, pero YiFan sabía de lo que hablaba. Antes de ir a visitar a YiXing había hablado con JongDae y este le había contado lo que sabía. JongDae salía con la hermana mayor de YiXing, LiYin, así que estaba al tanto del nuevo compañero de piso del chico— un tal LuHan creía recordar YiFan que se llamaba—, y de la relación que tenían.
            —Yo…
            —Nada volverá a ser como antes —comentó YiFan—, por lo que es mejor para nosotros ser amigos.

            Durante unos minutos, YiXing se quedó pensando, mirando a la nada y metido en su mundo. Hacía años, YiFan quería ser capaz de entrar en aquel lugar en el que el otro se abstraía completamente, ya que parecía ser un sitio maravilloso. Después, el chico se levantó, así que YiFan hizo lo mismo.

            —Si esa es la única manera para poder estar cerca… —susurró.
            —No es la única —murmuró YiFan—, pero es la mejor…

            YiXing avanzó hasta su invitado y lo abrazó, pasando sus brazos por el cuello de YiFan y este tuvo que inclinarse un poco para que el chico llegara. Tiempo atrás, adoraba aquello, ser bastante más alto que el otro y poder cargarlo sin mucha molestia.

            Después de pasar un rato agradable, hablando de todo aquello que les había ocurrido en los últimos meses después de su ruptura —YiFan obvió convenientemente que ahora mismo vivía una chica preciosa bajo su techo—, se fue del piso. En el camino hacia casa, se encontró con una tienda de ropa femenina y pensó en Jessica, vestida con su camisa —solo su camisa—, porque podía hacer aquellos truquitos suyos con las demás personas, pero no con ella misma, así que, entró al lugar.

            Comenzó a pasearse entre las estanterías de ropa, los maniquís y varias chicas que lo miraban como si fueran lobas y él su presa, buscando algo de ropa. Sin embargo, aunque al principio no fue demasiado malo, después se fue tornando un caos. No sabía cuál era la talla de Jessica y jamás había comprado ropa de chica, por lo que agradeció enormemente que una de las dependientas se le acercara y le preguntara si necesitaba ayuda.

            Dos horas después, salía de la tienda con las manos llenas de bolsas con ropa y la cartera más vacía.

            Cuando llegó a casa, YiFan se encontró a JongDae y a Jessica en el salón, hablando, pero en cuanto la chica lo vio, se levantó y fue hacia él, dejando al otro con la palabra en la boca.

            —¿Cómo te ha ido? —le preguntó.
            —Quiero pedirte mi segundo deseo —contestó él.
            —Eso no suena muy bien…
            —Deseo que YiXing recuerde el motivo de nuestra ruptura, pero que no cambie la decisión que hemos tomado esta tarde —ella lo miró durante unos momentos fijamente, pero después asintió.
            —Deseo concedido —dijo—. Solo te queda un deseo.
            —Gracias —YiFan cogió las bolsas y las puso ante Jessica—. Esto es para ti.
            —¿En serio? —el chico asintió—. Gracias —le dio un breve abrazo y tomó las bolsas, después, salió corriendo hacia la habitación de YiFan para cambiarse, pero fue detenida a medio camino por una pregunta de JongDae.
            —Si a él le queda solo un deseo, ¿por qué no puedes ser luego mi genio?
            —Porque esta es mi última misión —contestó ella—. Después desapareceré de este mundo.


            La vida de YiFan poco a poco continuó siendo más o menos normal, prácticamente igual a como era antes de que Jessica entrara en su vida. el chico iba por las mañanas a su aburrido trabajo de oficina, hacía informes, hacía cuentas, hablaba con clientes y tomaba tazas de café, una detrás de otra, para aguantar su jornada laboral y para poder recuperar el tiempo que había perdido el día que se encontró a la chica saliendo de la lámpara. Después, volvía a casa y lo único en lo que podía pensar era en dormir y descansar su cerebro para al día siguiente estar como nuevo.

            Nada había cambiado excesivamente en su vida. Lo único que no era igual que hace una semana era que al regresar a casa, YiFan ya no la encontraba vacía, ahora había una chica encantadora que le daba la bienvenida con una sonrisa.

            Cada vez que pensaba en Jessica sentía una opresión en su pecho porque no podía evitar recordar las palabras que había dicho la chica cuando JongDae le preguntó si después no podía ser su genio, por lo que la petición de su último deseo estaba siendo aplazada. Todavía no estaba muy seguro de qué era lo que le estaba pasando y no quería pedirle nada hasta que no entendiera perfectamente su situación y qué era lo que más quería.

            YiFan llegó a casa y Jessica salió a recibirlo, el vaquero pitillo y la camiseta blanca que le había comprado días antes le quedaban mejor de lo que había esperado, por lo que tuvo que carraspear para esconder un sonrojo. Era muy guapa y el chico, que siempre se había sentido atraído por los hombres, nunca había pensado en la belleza de las mujeres, pero reconocía que Jessica era una belleza que hacía a su corazón latir rápidamente de vez en cuando.

            —¿Cómo te ha ido el día? —le preguntó.
            —Ha ido bien, aunque he tenido mucho trabajo —contestó.
            —¿No querrías pedir un deseo concerniente a eso? —el chico la miró fijamente.
            —No. Me gusta mi trabajo —dijo—. A pesar de que es cansado es la única manera que tengo para llegar hasta donde realmente quiero.
            —Entonces… ¿sobre qué quieres tu deseo?
            —¿Tantas ganas tienes de salir de aquí? —le encaró—. ¿Quieres desaparecer tan rápido de esta vida?
            —Llevo muchos años en este mundo, muchos más de los que puedo recordar —murmuró ella—. Así que sí, eso es lo único que quiero. Desaparecer.

            Después de decir aquellas palabras, se fue del salón, entrando a la habitación de YiFan y cerrando la puerta de un portazo. Dejó al chico con la palabra en la boca, que quería replicarle sobre aquello, y sin poder moverse por culpa de sus últimas palabras.

            ¿Desaparecer? No podía hacerlo. Jessica había roto su rutina, había hecho que se reconciliara con su ex y ahora fueran amigos y había acallado los maliciosos comentarios JongDae —algo que era muy complicado y que solo lograba LiYin, y eso era porque el chico parecía otra persona completamente distinta cuando ella estaba alrededor—. La chica, con su inocencia, su sonrisa y su querer ayudarlo siempre en todo, había entrado en su vida prácticamente a la fuerza, tirándolo todo a su paso, así que ahora no podía desaparecer.

            Todo aquello sonaba muy egoísta y YiFan no solía serlo, pero por una vez en su vida quería ser así, quería ser egoísta, quería que Jessica se quedara a su lado, que no desapareciera.

            El chico pudo moverse en aquel momento por fin y fue hacia su habitación, encontrándola vacía. Se extrañó un poco, ya que ella no podía hacerse a sí misma sus trucos, pero en cuanto vio la antigua lámpara de aceite sobre su mesita de noche, entendió que era allí donde se había metido —al igual que lo hacía por las noches para dormir—. Se acercó hasta allí y tomó el objeto entre sus manos.

            —Lo siento —susurró, arrepentido—. No puedo entender bien cómo te sientes, así que no tenía derecho a hablar así. Perdóname, por favor.

            Después, dejó la lámpara en el mismo lugar y salió de la habitación para darse una ducha y cenar. Al regresar a su cuarto, se encontró una nota con una caligrafía bastante alargada y cursiva sobre la almohada y sonrió ante las palabras que estaban escritas: “Te perdono”.

            —Muchas gracias —susurró entrando en su cama—. Buenas noches, Jessica.


            YiFan acababa de llegar a casa y se extrañó al encontrarla vacía. Antes, estaba acostumbrado porque JongDae casi nunca estaba en casa a su regreso, pero desde que Jessica había llegado, ella siempre lo esperaba en el salón y le daba la bienvenida. Por esta razón, el pecho del chico se encogió.

            ¿Y si a pesar de que no le había pedido su deseo había desaparecido? ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si…?

            En ese momento, una idea peregrina cruzó por su cabeza. YiFan se dirigió a su habitación y tomó la lámpara de su mesita de noche, la frotó con su camisa, tal y como había hecho el primer día, y esperó. Varios segundos después, comenzó a salir humo rosa por la boquilla y tras unos momentos, apareció Jessica.

            El chico suspiró aliviado al verla, así que le dedicó una sonrisa completamente encantadora. Ella le devolvió aquella sonrisa y YiFan sintió que su corazón se saltaba un latido. Se quedó de piedra, porque aquello solo le había pasado una vez antes en su vida y eso era cuando estaba enamorado de YiXing.

            ¿Enamorado? ¿Estaba realmente enamorado? ¿Era amor lo que sentía por Jessica? Quizás era por eso por lo que se sentía de aquella manera y, aunque pensaba que era algo extraño, no pudo evitar que su sonrisa se ampliara. Nunca había estado enamorado de una mujer, pero quizás ese tampoco era un buen momento para empezar. Su sonrisa se apagó un poco, pero aun así no dejó de tener aquella expresión en su rostro, ahora que lo había entendido, ahora que sabía cuáles eran sus sentimientos, no podía dejar de sonreír.

            —Bienvenido —dijo Jessica—. Me alegra que hayas llegado tan pronto, tengo algo que decirte.
            —Oh —se sentó en la cama y le indicó a la chica que hiciera lo mismo—. ¿De qué se trata?
            —Me han dado un límite —contestó—. Antes de que acabe esta semana, debes pedirme tu último deseo.

            Después de escuchar aquellas palabras, la sonrisa de YiFan desapareció. Era un mal momento para comenzar a enamorarse de Jessica, muy mal momento.


            Las palabras que Jessica le había dicho hacía un par de días habían entrado en su mente, muy al fondo de esta y parecían no querer salir de ella, distrayéndolo de todo lo que hacía y ralentizándolo en su trabajo. Pero era inevitable, la chica iba a desaparecer, hiciera lo que hiciera, ella iba a desaparecer al final de la semana, así que, intentó disfrutar al máximo de sus días con ella porque después de todo, había acabado enamorándose.

            Fue con ella al cine, a almorzar, a cenar, al parque, al centro comercial, a visitar algunos de los monumentos de la ciudad e hizo fotos, muchas fotos, ya que estas, eran lo único que le quedaría cuando Jessica acabara por desaparecer. Y la semana, pasó más rápido de lo que él quería, tan rápido, que cuando llegó el domingo, estuvo tentado de pedirle como último deseo más tiempo con ella, pero ya había tomado una decisión sobre cuál iba a ser su último deseo.

            —¿Y bien? —le preguntó la chica cuando regresaron a casa, después de dar un paseo por la manzana—. ¿Has decidido cuál será tu último deseo?
            —Lo he decidido —contestó.
            —¿Cuál es?
            —Deseo que te quedes junto a mí —pidió.
            —Pensaba que nunca me lo pedirías… —murmuró con una sonrisa—. Deseo concedido —YiFan sonrió y se acercó hasta Jessica para estrechar su delgado cuerpo entre sus brazos.

            Jessica se separó de él lentamente, mirándolo a los ojos fijamente. Estos estaban vidriosos y se mordía levemente el labio inferior. Parecía indecisa por algo y el chico pudo comprender por qué era cuando lo tomó por la nuca y se puso de puntillas para rozar sus labios con los de YiFan.

            —Por favor… Espérame… —susurró, desapareciendo entre humo rosa.

            YiFan vio cómo la chica a la que había comenzado a amar se desvanecía e intentó atraparla de nuevo entre sus brazos, pero no pudo retenerla. Una solitaria lágrima cayó por su mejilla y el chico la limpió con el dorso de su mano. No debía ponerse triste, solo tenía que esperar para ver cumplido su deseo, porque Jessica se lo había concedido.


Un año después…


            Wu YiFan caminaba por la calle con la corbata desanudada y una sonrisa en su rostro. Por fin lo habían ascendido en la empresa y ahora podía hacer lo que realmente le gustaba. Su vida profesional sería satisfactoria a partir de ese momento, en cuanto a su vida personal, tampoco podía quejarse. JongDae se había ido a vivir con LiYin y ahora disponía de un piso para él solo y YiXing por fin le había presentado a su —ahora reconocido—, novio y el chico era un encanto —aunque tenía un toque malicioso que le recordó a JongDae—. Pero a fin de cuentas, no podía estar más contento, parecía que por fin la suerte le sonreía después de tanto tiempo.

            Metido en sus pensamientos, no se dio cuenta de que iba caminando directo hacia una chica, hasta que se chocó con ella y por el impulso, casi la tira al suelo. Rápidamente reaccionó y la agarró para que no cayera.

            —Lo siento —dijo—. No te había visto.
            —No te preocupes —contestó ella, alzando la cabeza y dejando a YiFan con la boca abierta—, como soy tan pequeñita me pasa todo el tiempo.
            —¿Te gustaría tomar una taza de café conmigo? —preguntó él, aunque aquellas palabras salieron de su boca sin permiso alguno.
            —¿Estás ligando conmigo? —dijo la chica subiendo una ceja.
            —¿Te molesta? —ella negó.
            —De hecho, me gusta…
            —¿Americano?
            —Por supuesto.

            Ambos echaron a andar, el uno al lado del otro y YiFan sonrió. Había estado esperando aquel momento desde que ella se había ido, había soñado con ello miles de veces y por fin había ocurrido. Por fin, caminaba junto a la chica menuda y rubia de la que se había enamorado un año atrás, por fin estaba junto a Jessica y si su deseo había sido concedido, ya no se separarían.