Mostrando entradas con la etiqueta Pure Love. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pure Love. Mostrar todas las entradas

sábado, 23 de noviembre de 2013

Pure Love

Pure Love


            La primera vez que lo vi pensé que él no podía ser algo de este mundo. Era demasiado hermoso para serlo.

            Aquella vez sentí como si mi corazón se fuera a salir de mi pecho de lo rápido que latía. Era la primera vez que me pasaba aquello. Siempre había sido el chico por el que todo el instituto estaba loco, chicas y chicos por igual, pero a mí nunca se me había acelerado el corazón por ninguna de aquellas personas. Sin embargo, él lo había conseguido con solo pasar a mi lado.

            Su cabello era corto, castaño y estaba levemente rizado, su piel era blanca y sus ojos marrones estaban delineados dándole un aspecto profundo. Era bajito y delgado. Podría haberlo tomado por una chica si no hubiera sido porque usaba el uniforme masculino.

            Aun así, él me había encandilado totalmente.

            No sabía su nombre, pero sabía a qué clase iba y solo era cuestión de tiempo enterarme de cuál era, uno tenía sus contactos, pero debía ser cauteloso para que nadie pudiera enterarse de mis sentimientos hacia él. Podía ser gay, pero que todo el instituto lo supiera no era demasiado beneficioso.

            Era el chico más popular, a quien todos admiraban y con quien todos aspiraban a salir, pero yo siempre los había rechazado, ya fuera como amigos o como parejas. Era un solitario y los demás lo achacaban a que ya tenía a alguien y que por eso no me quería acercar a nadie.

            La verdad era muy distinta de los rumores. No era el jugador que todos creían, no era una persona fiel, porque no tenía nadie a quién serle fiel. Solo era un chico tímido que no podía sobrellevar la fama y que se escudó en esa apariencia. Lo único que buscaba era alguien para enamorarme y con quien compartir el resto de mi vida.

            Pero ya que tenía una imagen no podía echarla por la borda así como así.

            Por eso, me fui acercando lentamente a la clase de los de 2º, sin que nadie pudiera sospechar nada.

            Investigué por mi cuenta y fui haciendo preguntas que no tenían sentido para los demás pero que para mí eran importantísimas. Al final de aquella semana en la que lo había visto por primera vez ya sabía cómo se llamaba, cómo era, de quién se había hecho amigo y dónde vivía.

            Su nombre era Byun BaekHyun, tenía dos años más que yo y se había apuntado al Club de Canto y Danza. Era bastante tímido al principio, pero en cuanto se soltaba y cogía la confianza era muy divertido. Había congeniado bastante bien con el pirado del instituto, Park ChanYeol. Vivía a unos quince minutos de la escuela, en mi misma dirección y su casa era la de una persona normal.

            Parecía un acosador y a veces me asustaba por ello, pero solo quería saber más de él.

            Durante casi un mes estuve observándolo en silencio, sin atreverme a acercarme ya que todo aquel que lo hacía había acabado muy mal parado tanto física como psicológicamente, el chico tenía muy mal carácter. Pero un día, no pude aguantarlo más y me armé de valor al verlo cargar con una montaña de folios en dirección a su clase desde la sala de profesores.

            Rápidamente corrí hacia él y me coloqué a su lado, inspirando antes de hablar.

            ―¿Necesitas ayuda? ―pregunté y él paró en seco para mirarme de arriba abajo.
            ―¿Qué te hace pensar eso? ―contestó.
            ―Bueno… ―me rasqué la nuca con indecisión. No esperaba esa reacción, esperaba otra un poco más normal―. Estás cargando con un montón de folios enorme y casi no puedes ver, puedes tropezar, por eso…
            ―No necesito ninguna ayuda ― y tras decir esto echó a andar de nuevo, dejándome plantado en mitad del pasillo.

            No sabía qué hacer o qué decir. Quería insistir para así poder hablar con él un poco más porque su voz era dulce y armoniosa, pero su carácter era demasiado agrio y no podía arriesgarme a caerle mal por el resto de la vida, yo aspiraba a algo muy distinto.

            Un ruido me sacó de mis pensamientos y me giré, encontrándome a BaekHyun en el suelo, con todos los folios repartidos a su alrededor. Fui hacia él de nuevo y temiendo que se hubiera hecho daño me agaché junto a él.

            ―¿Estás bien? ―pregunté alargando mi brazo hacia él.
            ―Sí ―contestó alejando mi brazo de un manotazo.
            ―Pero…
            ―Estoy perfectamente.

            Comenzó a recoger todos los folios y cada vez que yo intentaba ayudar apartaba mi mano. Tras tenerlo todo de nuevo se levantó y se tambaleó, profiriendo un quejido. Sin pensar, lo agarré del brazo ya que estaba a punto de caer de nuevo.

            ―Cuidado…
            ―He dicho que estoy bien, suéltame.

            Dejé de sujetarlo y él comenzó a avanzar por el pasillo, cojeando. Quise acompañarlo para servirle de apoyo, pero ya me había dejado bastante claro que mi presencia no era grata para él. A partir de ese momento, no volví a intentar acercarme a él.

            Me encontraba bastante deprimido. Había perdido mi gran oportunidad para poder acercarme a él. Lo había estropeado todo y ahora seguramente me odiaría.

            “¿Por qué he tenido que enamorarme de alguien como él?”

            Me dejé caer sobre el tronco de uno de los árboles del jardín y miré hacia arriba. Las ramas de aquel árbol dejaban pasar algún que otro rayo de sol, pero ni siquiera el sol podía calentar mi corazón, estaba muy herido.

            De repente, una figura apareció ante mí y parpadeé varias veces para enfocarlo mejor. Era Park ChanYeol. Incliné la cabeza, mirándolo sin entender y él me dedicó una sonrisa algo escalofriante.

            ―Eres Kim JongIn, ¿cierto? ―asentí ante su pregunta―. Soy ChanYeol y vengo a disculparme por mi amigo.
            ―¿Eh?
            ―Sí, me contó que el otro día fue muy brusco contigo y estaba arrepentido, pero como es tan orgulloso jamás se acercaría a ti para pedirte perdón ―aclaró―, así que lo hago yo.

            Durante unos momentos no supe qué decir, aquello me había tomado por sorpresa y era algo demasiado raro.

            ―Oh… yo… pues… está bien…
            ―Genial. No te deprimas mucho, BaekHyun es muy borde cuando no conoce a las personas, pero luego es un encanto de chico ―y tras decir esto, se fue, dejándome muy confuso.

            Durante los siguientes días me sentí bastante observado, más de lo habitual, pero cada vez que intentaba averiguar cuál era la fuente, no podía encontrar nada. Y siguió así hasta que un día me giré rápidamente y lo encontré a él, intentando disimular y esconderse de mí, pero no lo dejé y me acerqué rápidamente a él. Sin embargo, antes de que pudiera abrir la boca, él se me adelantó.

            ―Vi que el otro día ChanYeol te dijo algo que no tenía que haber dicho ―su mirada mientras me hablaba era muy penetrante―. No le hagas caso a nada de lo que te dijo yo no necesito que nadie vaya haciendo cosas por mí como si fuera alguien indefenso.

            Y se fue, sin darme oportunidad a nada. Era un chico de lo más extraño. Sin embargo, después de lo que me había dicho ChanYeol, no quise desistir. BaekHyun me gustaba demasiado, mi corazón se aceleraba cada vez que lo veía, una sonrisa boba se instalaba en mi rostro y sentía mis mejillas arder. Estaba enamorado y no me iba a quedar de brazos cruzados.

            Por ese mismo motivo me apunté al Club de Canto y Danza, en la parte de baile, para poder estar con él más tiempo, para poder verlo y para escuchar su dulce voz entonar las más hermosas melodías. Siempre que estaba en el instituto lo buscaba entre la multitud y observaba cada movimiento que hacía. Me gustaba demasiado y no podía evitar parecer una especie de acosador.

            Pero no por esto hacía más avances. No nos saludábamos cuando nos encontrábamos y él me miraba con odio cada vez que lo hacíamos. Comenzaba a deprimirme de nuevo por esto y ya apenas prestaba atención a lo que la gente pudiera pensar de mí y de mi imagen.

            Tras la práctica de baile de aquel día me dirigí al baño para echarme un poco de agua y así refrescarme, antes de regresar a mi casa y hundirme en la miseria. BaekHyun ni siquiera me había mirado aun cuando había realizado una perfecta presentación de baile.

            Abrí el grifo y metí mi cabeza bajo él.

            ―¿Qué ha pasado con el chico popular que no miraba a nadie porque le interesaban las chicas mayores?

            Alcé mi cabeza del lavabo, con el pelo goteando sobre mi camiseta sudada y mi cara, así que me peiné el flequillo hacia atrás con mi mano y encaré al chico alto y rubio que se encontraba ante mí de forma amenazante. Se trataba de Oh SeHun, uno de los chicos de mi clase que lo único que le gustaba hacer era intimidar a los demás.

            ―¿A qué viene esa pregunta? ―le dije.
            ―A que últimamente estás muy pendiente de una persona que parece una chica pero que no lo es ―contestó―. Deberías graduarte la vista… o… ¿no me digas que sabes que es un tipo y aun así no te importa? ―el tono de voz que utilizó no me gustó nada.
            ―¿Qué intentas decirme? ―lo miré de forma tranquila, intentando no dar ningún signo del nerviosismo que me recorría por dentro.
            ―¿Eres marica?
            ―¿Tanto te importa saber mi sexualidad?
            ―Entonces lo eres ―su sonrisa no me gustó ni un pelo, pero aun así no me achanqué.
            ―¿Y?
            ―No queremos gente así en este lugar.
            ―Te sorprendería saber la cantidad de tíos que se me han declarado, el instituto está lleno, uno más no inclinará la balanza a favor de ningún lado.
            ―¿Lo afirmas?
            ―Sí, soy gay. ¿Contento? ―eché a andar hacia él―. ahora apártate, tengo que regresar a casa.
            ―Tú no vas a salir de aquí.

            Cerré los ojos, esperando un puñetazo que jamás llegó, así que los abrí, para encontrarme a BaekHyun agarrando del brazo fuertemente al chico, clavándole las uñas en la carne.

            ―¿Qué intentabas hacer, enano? ―preguntó.
            ―No es asunto tuyo, muñeca ―el chico le clavó aún más las uñas y SeHun chilló de dolor.
            ―¿A quién has llamado muñeca?
            ―A ti.
            ―Repítelo de nuevo.
            ―Muñeca ―repitió de forma arrogante.
            ―Vete al infierno ―siseó BaekHyun.

            Una serie de golpes se sucedieron rápidamente y segundos después, el rubio salía por la puerta del baño, tambaleándose, dejándonos solos. Lo miré entre asombrado y avergonzado, luego agaché mi cabeza. Por este motivo no pude ver cómo se acercaba a mí hasta que lo tuve a pocos centímetros de mi cuerpo.

            ―¿Te ha llegado a hacer algo? ―preguntó y yo negué.
            ―Gracias.
            ―No hace falta que las des, es mi deber como hyung proteger a los dongsaeng ―colocó su mano en mi hombro unos momentos y yo alcé mi cabeza―. Nos vemos.

            Comenzó a retirarse, pero yo no lo dejé. Rápidamente me acerqué a él y lo abracé por la espalda. No podía dejarlo ir otra vez, necesitaba saber si había escuchado algo, si sentía algo por mí, si me odiaba o lo que fuera, pero necesitaba saberlo en ese momento.

            ―¿Has escuchado la conversación?
            ―Déjame ir ―susurró débilmente, pero yo lo apreté más fuerte contra mi cuerpo.
            ―Dime por favor si la has escuchado ―durante unos segundos solo se pudo escuchar mi respiración agitada y mi corazón acelerado.
            ―La he escuchado.
            ―Dime qué es lo que piensas de ella.
            ―Yo…
            ―Por favor…―pedí, pero él no contestaba―. Me gustas mucho, por favor, no me odies.
            ―No… no te odio…
            ―¿Entonces qué sientes por mí?
            ―Yo… yo…
            ―Por favor…
            ―Me gustas, ¿vale? ―contestó―. Me gustas muchísimo, pero no me atrevía a decírtelo y por eso me comportaba mal contigo, porque me frustraba. Tampoco quería parecer débil ante ti, porque no lo soy, quería demostrar que era un tío hecho y derecho ―explotó, hablando rápidamente―. ¿Vale?

            Me quedé sin habla durante unos minutos. Me correspondía, él también sentía lo mismo por mí. Una sonrisa boba se instaló en mi rostro sin que yo pudiera evitarlo y apreté su cuerpo más fuertemente entre mis brazos.

            ―Dime que esto no es un sueño… ―susurré.
            ―No lo es… ―lo giré entre mis brazos para mirarlo a los ojos y ver así que era sincero.
            ―¿Puedo besarte? ―pregunté.
            ―Sino lo haces tú, lo hago yo…

            Agaché unos centímetros mi cabeza y él se alzó de puntillas hasta que nuestros labios se rozaron levemente durante algunos segundos. Sentí cómo si mi corazón fuera a explotar de felicidad y cuando nos separamos, me miró de una manera tan dulce que me derritió.

            ―Me gustas. Me gustas mucho.

            ―Y tú a mí ―susurró antes de volver a ponerse de puntillas para besarme.