Midnihgt Circus
Aburrida, estaba más que aburrida de la
fiesta aquella a la que mis amigas me habían llevado. Era una chica alegre y
simpática, que agradaba a todo el mundo, pero de verdad, ése día no tenía ni la
más mínima gana de salir de marcha. Se lo hice saber a ellas, pero son más
pesadas que una vaca en brazos y, al final, porque me dolía la cabeza de
escucharlas y tenía ya la visión borrosa con tanto aegyo y puchero, accedí a
salir. Pero cómo nadie me dijo nada de la vuelta, aproveché para, a la media
hora de estar allí, decirle a TaeYeon, la “más
sensata”, que me volvía a casa y que pasaba de la fiesta.
Caminé por las calles de Seúl, que a esas
horas de la noche eran un hervidero de gente que venía y que iba de un lado
para otro, pero en vez de dirigirme a mi apartamento, como dije, caminé hacia
otro lugar, hacia el río Han. No sabía que me había atraído hacia allí, pero
era un lugar tranquilo por el que pasear un poco y aclarar mis ideas, un rodeo
un poco más largo no me iba a hacer daño, y además, conociéndolas como las
conocía, mis amigas no iban a volver hasta la madrugada.
Me cogí bien la falda del vestido corto que
llevaba y me senté en aquel lugar. Cerré mis ojos y dejé que la ciudad me
envolviera mientras pensaba en todo. Pensaba en mis estudios, en aquel chico
que amaba y que me dejó tirada por su mejor amigo, en mis locas amigas, en mi
familia, bueno, en realidad, pensé en toda mi vida en general mientras estaba
en aquel lugar. Sólo desperté de mi ensoñación, cuando noté una mano en mi
hombro, sobresaltándome.
Me levanté corriendo del suelo y me giré
para encontrarme cara a cara con un niño. Bueno, un niño no. Era un chico,
joven, con cara infantil, debía de ser adolescente. Me miraba cómo preocupado o
algo así, con su cabeza inclinada y una media sonrisa en su rostro.
-¿Estás bien?- preguntó.
-Sí- le dije, no sabía a qué venía aquella
pregunta.
-Oh, bueno- llevó una de sus manos a su
cabeza, avergonzado- es que salí a tirar la basura… y te vi ahí… y bueno… pensé
que te había pasado… algo… no sé… yo… lo siento…- acabó bajando su cabeza,
parecía incapaz de mirarme a los ojos, sonreí levemente.
-No pasa nada, no te disculpes- le dije y me
acerqué a él para revolverle el cabello- eres muy mono por preocuparte por mí,
pequeño.
-Yo no soy pequeño, tú eres menor que yo…-
dijo haciendo un puchero.
-¿Qué te apuestas a qué no?- dije con una
gran sonrisa y él alzó su cabeza.
-No tengo dinero…- murmuró él, todo
inocente.
-Era una forma de hablar…- contesté- ¿edad?
-18- yo tenía razón, era un pequeño
inocente- ¿y tú?
-A una dama no se le pregunta la edad- le di
un pellizco en la nariz y él luego se quejó- pero por ser tan mono te la diré…-
me acerqué un poco más- pero es un secreto…- él asintió, dispuesto a guardarme
el secreto y sonreí- tengo 2150 años- me alejé de él para ver su reacción,
tenía los ojos abiertos como platos- ¿a qué no los aparento?- comenté
divertida.
-¿Me estás tomando el pelo?- preguntó
haciendo un puchero.
-Jajaja, sí, lo siento, pequeño- dije
juntando mis palmas un momento- en realidad tengo 24- sus ojos volvieron a
abrirse como platos.
-¿Me sigues tomando el pelo?- preguntó de
nuevo y ésta vez negué.
-No… tengo esa edad… ya estoy vieja… a
partir de ahora la ley de la gravedad hará su efecto en mí y en un par de años
seré una vieja decrépita- comenté poniendo un puchero.
-No, qué va- dijo muy convencido- estás muy
joven, yo creí que tenías 15 o 16 años- sonreí y le hice aegyo, vi cómo tragó
saliva, pero luego sonrió- mi hermano mayor, JinKi tiene tu edad y él sí que
parece ya un viejo decrépito- comenzó a reír tapándose la boca con la mano y yo
sonreí.
-Y… ¿cómo te llamas tú?- le pregunté, me dio
la curiosidad, ya que había dicho el nombre de su hermano.
-Oh, es verdad, no me he presentado… que mal
educado soy…
-Bueno… yo tampoco me he presentado-
murmuré, pero él no me escuchó, ya estaba diciendo su nombre.
-Soy Lee TaeMin- se inclinó exageradamente
hacia mí- noona… ¿y tú?
-Oish, que espanto, no me digas noona, que
me hace parecer mayor- bromeé- mi nombre es Lee SoonKyu… aunque las locas de
mis amigas me llaman Sunny.
-Y… ¿cómo puedo llamarte yo?- preguntó
tímido.
-Llámame Sunny, también- lo vi sonreír.
-Entonces… tú puedes llamarme TaeMinnie… así
me dicen mis amigos…- comentó.
-Capicci amicci- dije y él se quedó un poco
pillado- “entendido, amigo” en
italiano- él volvió a abrir mucho sus ojos.
-¿Sabes italiano?- preguntó asombrado.
-Sé muchas cosas- dije con una sonrisa.
-Wow…- iba a seguir hablando, pero de
repente, su teléfono móvil comenzó a sonar- perdón- descolgó y comenzó a
hablar, después, se volvió hacia mí- lo siento- mi madre está preocupada por
mí, tengo que regresar.
-Claro, no importa- dije, era verdad,
todavía era un niño.
-Pero…
esto… yo… me gustaría… poder volver a verte…- dijo muy avergonzado y sonreí.
-Cada vez que quieras- contesté- vendré aquí
cada día.
Y así lo hice. Cada día, iba a aquel lugar
del río a pensar, a encontrarme con aquel chico encantador y hablar de una y
mil cosas, a veces interesantes, y a veces estupideces que ni sabía cómo se nos
ocurrían. Pero poco a poco, ese niño se fue haciendo lentamente un hueco en mi
corazón, al principio como conocidos, luego como amigos, y desde una tarde, la
tarde en la que me dijo tiernamente “me
gustas”, y nos dimos nuestro primer beso, como algo más, como la persona
que ocuparía mi corazón y mi vida durante mucho, mucho tiempo, y fui feliz.