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jueves, 2 de julio de 2015

Timeless

Timeless

            Lo único en lo que pensaba mientras sentía cómo mi corazón dejaba de latir como debería, mis últimos pensamientos antes de caer en la oscuridad fueron para YiFan, quien se encontraba conmigo en el coche. Pensaba en si estaría bien, en si se habría quedado inconsciente porque no lo sentía junto a mí y le rezaba a Dios porque no le sucediera nada. No podía perderlo.

            Tan solo unos segundos separan la vida de la muerte. Tan solo unos segundos y pasas de tenerlo todo, a no tener nada. Tan solo unos segundos que lo cambian todo. Tan solo unos segundos… y yo hubiera muerto…

            Desperté repentinamente y me encontré desubicado. Aquel lugar no era conocido, pero lo blanco del sitio y el olor a desinfectante me hicieron reconocer que se trataba de una habitación de un hospital. En ese momento recordé el accidente, el sonido del claxon del camión, el volantazo y el choque.

            —YiFan —dije, pero no había nadie que me pudiera escuchar y por lo tanto contestar.

            Busqué a mi alrededor el mando que permitía llamar a las enfermeras y cuando lo encontré, pulsé el botón rápidamente una y otra vez hasta que un chico de sonrisa amable y gatuna entró por la puerta de mi habitación, en la etiqueta que llevaba sobre la solapa se podía leer su nombre, Jin ZhongDa. Al verme despierto, sonrió y se acercó a mí para comprobar todos los artilugios a los que estaba conectado.

            —Me alegra verte bien y despierto, Zhang YiXing —comentó, pero yo no lo dejé hablar más.
            —¿Dónde está Wu YiFan?

            La encantadora sonrisa que hasta el momento había mostrado cambió rápidamente a una expresión más sombría que me hizo temer lo peor. YiFan no podía haber muerto, me negaba a pensar aquello, yo no podía estar vivo mientras que él no. Me negaba rotundamente a creer que nuestro amor se había acabado que nuestra vida juntos tenía un límite de tiempo.

            —Se encuentra en coma —contestó el enfermero—. Le estamos haciendo pruebas desde que llegasteis y parece que no tiene daños internos graves, pero aún no despierta.
            —Tengo que verlo —quise levantarme de la cama, pero el tal ZhongDa no me dejó hacerlo.
            —No puedes, ahora mismo no puede recibir ninguna visita —dijo—. Entre esta noche y mañana será subido a esta habitación, contigo.


            Aquellas palabras me tranquilizaron un poco, pero no lo suficiente. Necesitaba verlo, necesitaba saber que estaba bien, necesitaba poder confirmar lo que me había dicho el chico y, sobre todo, tenía que hacer que despertara porque mi vida junto a él no podía tener límite de tiempo.