Título: Black Cat
Pareja: TaoRis (Kris
x Tao) (EXO)
Clasificación:
R
Géneros:
AU, neko, romance, drama y fluff.
Número de palabras: 15.290 palabras
Número de capítulos: 3 partes
Resumen:
Wu YiFan odiaba a las mascotas y odiaba lo que los laboratorios habían hecho
con ellas, por eso jamás se había planteado tener un “gato”… hasta que lo
encontró a él.
Notas:
historia prometida como premio a Angy por ganar el Juego “Adivina el Código de
Color”.
Comentario de Autora:
a pesar que el TaoRis no es lo mío lo he intentado y me ha salido algo
completamente distinto de lo que al principio había planeado. Espero que te
gusten las historias de nekos, porque si no ya me puedo tirar por un puente XD
Parte 1
El día estaba bastante nublado
cuando Wu YiFan salió de casa para ir a su trabajo, por eso, se volvió
rápidamente y tomó su paraguas negro haciendo su apariencia mucho más sobria de
lo que ya era. El hombre era alto, bastante más alto de lo normal en aquella y
en todas partes del mundo, su pelo, negro azabache y corto estaba
convenientemente fijado hacia atrás con gomina, haciendo más serio su ya de por
sí severo rostro algo angulosos. Su traje, igualmente oscuro, y su maletín de
cuero completaban el conjunto sombrío que el hombre llevaba.
Con un suspiro, cerró la puerta de
su casa a las afueras de la ciudad y cruzó el pequeño patio delantero hasta la
verja para abrirla, después, se dirigió a su coche eléctrico y arrancó,
sacándolo de su propiedad, para después bajarse y cerrar la puerta de la verja
con candado. Se volvió a subir al coche y se acomodó en el asiento antes de
hacer rugir débilmente al motor y emprender la marcha. A partir de ese momento,
le quedaba una media hora de camino hasta su lugar de trabajo.
Condujo como siempre, con cuidado,
ya que era un asegurador y sería una gran paradoja que muriera en un accidente
de coche. El semáforo cambió de naranja a rojo y YiFan detuvo su vehículo,
mirando a su alrededor mientras el semáforo volvía a cambiar de color,
descubriendo así, una tienda de mascotas cuyo nombre era XOXO. El hombre apartó
la mirada de aquel lugar rápidamente, asqueado, antes de llegar a ver a los
“gatos” y “perros” del escaparate, encerrados en sus jaulas.
Odiaba a las mascotas, odiaba lo que
los laboratorios habían hecho con ellas. Hacía no más de cien años, los
animales comenzaron a desaparecer poco a poco, a escasear; sobre todo, lo
hicieron los gatos y los perros, por lo que muchos científicos comenzaron a
investigar para poder salvarlos de la extinción. Sin embargo, lo que hicieron
fue crear algo atroz: una mezcla entre humano y animal de compañía.
Sin que nadie lo supiera, habían
secuestrado a niños de los orfanatos del mundo y habían modificado su ADN,
haciendo que les crecieran orejas y cola, que fueran dependientes de la persona
que los comprara y que tuvieran una época de celo, como si fueran verdaderos
animales. Al principio, todo aquello había causado un gran rechazo en la
población, pero poco a poco, comenzaron a aceptar aquella nueva compañía y en
la actualidad, no tener a alguno de aquellos seres híbridos era ser una persona
extraña.
Por eso YiFan no quería saber nada
sobre estas nuevas mascotas, por eso no quería tratar con ellas y evitaba, en
la medida de lo posible, acercarse a estas. Todo aquello le parecía una
abominación y no le importaban los murmullos a sus espaldas sobre que no tenía
una mascota de compañía.
El semáforo se puso en verde y YiFan
arrancó sin mirar atrás.
Cuando llegó a su trabajo, se sacó
un vaso de café de la máquina para despejarse el sueño que aún quedaba en su
cuerpo y se dirigió a su mesa con él en la mano, dando pequeños sorbos a aquel
líquido caliente y amargo. Se sentó en su silla y se desperezó justo antes de
encender su ordenador y ponerse manos a la obra.
●●●
—YiFan
—llamó una voz conocida.
El hombre alzó la cabeza,
encontrándose el rostro de su jefe poco más arriba que el suyo. JunMyeon era un
hombre algo bajito —claro que a ojos de YiFan casi todo el mundo era bajito—,
de rostro amable y sonrisa cálida. Trataba a sus empleados como si fueran parte
de su familia y tenía muy buena mano para los negocios. La única pega que YiFan
le encontraba era el “gato” que lo seguía a todas partes, aquella mascota de
pelo rosa chicle y rostro sin expresión que se paseaba por la oficina,
molestando de vez en cuando a los trabajadores.
—¿Sí, jefe? —contestó YiFan.
—Es muy tarde, ¿por qué sigues aquí
a estas horas? —le preguntó. El hombre miró el reloj, dándose cuenta por
primera vez de que su horario de trabajo había acabado hacía un par de horas.
—Intentaba terminar estos informes
—respondió, girando la pantalla de su ordenador para que el otro pudiera ver lo
que había en ella.
—Déjalo para mañana y vuelve a casa
—le aconsejó su jefe, girando la pantalla de nuevo hacia él—. Descansa, los
informes no se van a escapar esta noche, por la mañana seguirán estando ahí
—JunMyeon esbozó una sonrisa y YiFan asintió lentamente, guardando los archivos
en el ordenador para después apagarlo.
JunMyeon se despidió de él con una
sonrisa y luego fue junto a su mascota, que lo esperaba junto al ascensor para
subirse y así descender hasta el aparcamiento. YiFan le agradeció mentalmente
que lo hiciera porque no hubiera aguantado un viaje en ascensor con SeHun —así
era como se llamaba el “gato” de su jefe—. El hombre terminó de recoger algunas
cosas de su mesa y luego se dirigió al ascensor. Esperó unos minutos a que el
aparato volviera a subir y cuando las puertas se abrieron, ingresó en él.
Aprovechó el tiempo que tardó en
descender al aparcamiento para mirar su aspecto en el espejo. Estaba bastante
más delgado que hacía un tiempo y también tenía ojeras, quizás se estaba
tomando demasiado a pecho su trabajo y necesitara algunas vacaciones, ya ni
recordaba la última vez que tuvo.
Pensando en cómo y cuándo se tomaría
las vacaciones, YiFan salió del ascensor y se metió en su coche, conduciendo
luego hacia casa.
YiFan llegó a casa en poco menos de
media hora, a aquellas horas, el tráfico de la ciudad no era tan denso y se
podía transitar por ella sin encontrarse con atascos. El hombre acababa de
aparcar el coche y salía a cerrar su verja, cuando vio la silueta de una
persona junto a esta. Estaba bastante oscuro y la luz de la farola que había a
algunos metros a su derecha no iluminaba adecuadamente aquel punto, por eso
solo pudo distinguir a la persona cuando estaba a un par de metros de
distancia.
Era un chico alto, no tanto como él,
pero sí de similar tamaño, delgado, con el pelo oscuro y algo largo. Vestía una
sudadera ancha y unos vaqueros estrechos que marcaban sus delgadas piernas. Una
gorra colocada hacia atrás era lo que remataba el estilo de su siempre
sonriente vecino Park ChanYeol.
—¡Hyung! —le gritó animadamente con
una gran sonrisa en su rostro. El hombre tuvo que echarse a un lado para no
acabar entre los largos brazos del otro—. ¡Eh! —se quejó al ver que YiFan se
apartaba.
—No me gusta el contacto físico, ya
lo sabes —dijo serio, pero el otro no
borró la sonrisa de sus labios.
—No importa, yo estaba aquí para que
conocieras a alguien encantador —ChanYeol se alejó un poco de él y caminó fuera
de su propiedad—. Vamos, LuHan, no tengas miedo, YiFan no te va a comer.
El chico sonrió ampliamente cuando
el tal LuHan comenzó a avanzar y el hombre tuvo un poco de curiosidad por saber
quién era. Sin embargo, toda su curiosidad se desvaneció cuando a la luz de la
farola apareció un híbrido de gato, como lo era SeHun, pero este mucho más
pequeño y de rostro aniñado. YiFan le lanzó una mirada que podría haber matado
a su vecino, pero este no pareció notarla, estaba encantado con que estuviera
conociendo a su nueva mascota.
—ChanYeol… —siseó, llamando su
atención.
—Sí, ya sé que no son de tu agrado,
pero no me negarás que LuHan es una monada —el chico puso morritos y el “gato”
lo imitó. No, YiFan no podía negar que no fuera mono, pero jamás lo admitiría
en voz alta, por eso, simplemente cerró la verja de su casa con candado y se
dio la vuelta, sin mirar atrás, internándose en su hogar.
●●●
YiFan se despertó a la mañana
siguiente a la misma hora de siempre y realizó todas sus tareas antes de
vestirse para ir a trabajar. Cuando se colocó su reloj, vio que tenía varias
notificaciones de la empresa, pulsó sobre una de ellas para abrirla y ver su
contenido, encontrándose con un mensaje de su jefe.
A
mi empleado YiFan.
Me
he tomado la libertad de hacer las gestiones necesarias para tus vacaciones por
ti porque si lo dejo en tus manos jamás las harás. Eres un gran empleado, muy
aplicado, correcto y leal, pero necesitas desconectar, así que, desde hoy y
hasta dentro de dos semanas, no se te ocurra pisar la oficina.
Tu jefe, JunMyeon.
—Me lo tendría que haber imaginado —murmuró
para sí mismo mientras se dirigía de nuevo a su habitación.
El hombre se despojó del traje y se
puso lo primero que encontró en su armario, ropa cómoda para pasar el día
entero en su casa, ya que no tenía que salir para nada. Quería relajarse, tal y
como le había aconsejado su jefe, pero en su cabeza seguía haciendo las cuentas
de las finanzas de la empresa. Después de un rato intentando desconectar sin
éxito alguno, decidió que lo mejor que podía hacer era echarse a dormir.
No supo cuánto tiempo había dormido,
pero se despertó de una forma algo brusca cuando el timbre la de puerta de su
casa sonó repetidas veces. Se levantó de la cama con lentitud y fue hasta la
ventana, asomándose al exterior y viendo a ChanYeol y a sus mascotas esperando
allí fuera. Con pesadez salió de su habitación y se dirigió a la puerta,
abriéndola con cara de malas pulgas, decidido a echar a ChanYeol de allí, pero
antes de que pudiera decir nada, este ya se había colado en su casa junto con
sus mascotas.
—ChanYeol, ¿qué haces aquí? —le preguntó con
voz cansada.
—He visto tu coche aparcado fuera y he pensado
que a lo mejor te había pasado algo porque tú nunca faltas al trabajo —le
contestó con una sonrisa demasiado grande—. ¿Estás bien?
—Perfectamente —respondió—. Estoy de
vacaciones. ¿Tú no trabajas?
—YiFan, soy rico, los ricos no trabajamos —el
chico miró a su alrededor buscando algo que no encontró. Se dirigió entonces a
la puerta, donde seguía YiFan con cara de estupefacción y confusión y se asomó
al exterior—. Vamos LuHan, no tengas miedo, puedes entrar —lentamente el “gato”
comenzó a entrar en la casa.
—Con permiso —murmuró y YiFan puso los ojos en
blanco.
Una vez el híbrido entró, cerro la
puerta y los tres se dirigieron al salón, donde ya se encontraban las otras
tres mascotas de ChanYeol, peleándose por el mando de la tele. A YiFan no le
gustaban los híbridos, pero había aprendido —a la fuerza, todo había que
decirlo—, a tolerar un poco a las ruidosas mascotas de su vecino porque eran
muy dados a aparecer en su casa cuando menos se lo esperaba y no se marchaban,
a veces, de hecho, tenía que echarlos casi a patadas del lugar.
El hombre recordaba que Baekkie era
el híbrido que había llegado primero a su casa, con las orejas tiesas y
meneando el rabo de un lado a otro abalanzándose sobre él el primer día para
intentar besarlo. Era un “perro” bastante inquieto y efusivo, como su dueño. El
segundo en llegar fue Chen, un gato un tanto independiente que generalmente se
sentaba en una esquina y se echaba a dormir sin armar escándalo. Solo pedía la
atención de ChanYeol muy de vez en cuando y los días que estaba juguetón solo molestaba
a Baekkie, así que, ese “gato” no le daba muchos problemas.
Después había llegado Kai, era un
“cachorro” muy tímido que al principio no quería relacionarse con nadie pero
que luego, por la mala influencia de Baekkie, se había convertido en un torbellino
imparable que lo único bueno que tenía era que cuando se dormía no daba ni un
ruido. Por último, había llegado LuHan que por lo que veía no parecía muy
cómodo con semejante pandilla de locos. YiFan esperaba sinceramente que no le
diera muchos problemas, ya tenía bastante con todos los demás.
Finalmente, la pelea por el mando la
ganó Baekkie y el hombre se dio por vencido, ya que una vez que se ponían ante
la tele no era capaz de echarlos ni a patadas de su casa y el resto del día que
debería haber pasado en soledad tranquilamente, lo pasó con ChanYeol y sus
cuatro mascotas viendo películas o sitcoms.
●●●
Era bastante tarde cuando YiFan
volvió a estar solo en su casa. Después de recoger todo el desorden que habían
dejado en el salón tras pasar allí todo el día, YiFan se dirigió a su
habitación, pero se quedó a medio camino al creer que había visto una sombra en
el jardín. Pensando que era un ladrón que rondaba su casa se dirigió
rápidamente a la puerta, escoba en mano, saliendo al exterior levemente iluminado
por las farolas encontrándose agachapado contra el suelo y escondido entre las
sombras el cuerpo de un “gato”. YiFan quiso darse la vuelta, porque aunque
estuviera en su propiedad, el híbrido no era su problema, pero un maullido
lastimero lo hizo quedarse quieto, mirando con atención hacia este, dándose
cuenta de las gotas de sangre del suelo.
El hombre abrió los ojos con
sorpresa y luego dejó la escoba en el suelo para acercarse lentamente al “gato”
de pelo negro. Si estaba herido, tenía que buscar a su dueño para que lo
llevara al hospital, así que, cuando estuvo a menos de un metro de él, se
agachó a su altura para poder observarlo con claridad. Estaba completamente
desnudo y todo su cuerpo estaba lleno de moratones y de heridas, sus ojos estaban
desenfocados, rojos e hinchados por haber llorado y en su cuello había marcas
con forma de dedos y una línea morada en el lugar en el que debía de
encontrarse el collar.
YiFan supo inmediatamente al ver
todo aquello que debía haber sido el dueño del “gato” el que le había hecho
todo aquello y sintió pena por aquella criatura que temblaba ante su mirada,
asustado. Los híbridos no eran de su agrado, pero él nunca les haría daño. Se
acercó para levantarlo y poder montarlo en el coche para llevarlo al hospital,
pero el híbrido se replegó contra sí mismo, alejándose de él y apartándolo con
sus manos con las pocas fuerzas que le quedaban, abriéndose las heridas.
—No voy a hacerte daño —murmuró
YiFan, poniendo la voz más dulce y tranquila que fue capaz para no asustarlo
más—. Solo quiero ayudarte.
El híbrido lo miró fijamente unos
segundos, con fiereza, intentando mostrar que podría dar pelea si el hombre
quería hacerle daño. YiFan simplemente esperó hasta que el “gato” finalmente le
dio permiso para poder ayudarlo. Cuando este asintió levemente, se acercó a él
y lo ayudó a levantarse, intentando no rozar ninguna de sus heridas, después lo
sujetó con firmeza cuando le fallaron las piernas y lo cargó en sus brazos para
montarlo en los asientos traseros del coche, echándole por encima una manta que
tenía en el maletero para que no pasara frío. Luego, se montó en el coche y
arrancó, poniendo rumbo al hospital más cercano.
●●●
Cuando el especialista salió de la
sala con una sonrisa en sus labios, YiFan se permitió soltar todo el aire que
había estado conteniendo desde que había dejado al híbrido en manos de aquel
hombre cuando llegó al hospital. Se acercó hasta él, levantándose rápidamente
de donde había estado sentado mientras esperaba, pidiendo una muda explicación
sobre el estado del “gato”.
—Si es tan amable de acompañarme a
mi despacho —fue lo único que dijo el hombre y luego echó a andar con YiFan
detrás, guiándolo por los pasillos hasta llegar a un lugar en el que la placa
de la puerta rezaba “Dr. Kim MinSeok”—. Tengo que hacerle unas preguntas —le
comentó ya en el interior cuando ambos estuvieron instalados.
—Usted dirá.
—¿Ese gato es suyo? —YiFan abrió los
ojos, sorprendido.
—No —dijo—, yo no tengo ninguna
mascota, simplemente lo encontré en mi jardín de esa manera y lo traje aquí tan
rápido como me fue posible.
—¿Alguien puede confirmar eso y
también el lugar en el que ha estado usted las últimas veinticuatro horas?
—Sí, supongo… —murmuró—. Mi vecino
ChanYeol ha estado todo el día en casa.
—Perfecto. ¿Puede llamarlo?
—No me he traído mi teléfono, como
ha sido todo tan apresurado.
—Utilice el mío —el hombre le tendió
su dispositivo móvil y YiFan marcó los dígitos correspondientes al número de
ChanYeol.
—¿Cree usted que he sido yo el autor
de esas heridas? —cuestionó mientras sonaban los tonos de llamada.
—Por ahora, presunto.
—¿Diga? —se escuchó la voz de
ChanYeol salir del aparato—. ¿Quién es a estas horas? LuHan se ha despertado
ahora que había conseguido que se quedara dormido —dijo malhumorado.
—Soy el dr. Kim MinSeok —se
presentó—. ¿Conoce usted al señor Wu YiFan?
—Sí. Es mi vecino, ¿por qué?
—¿Podría decirme donde ha estado él
todo este día?
—Sí… En casa, conmigo y mis mascotas
—respondió algo preocupado—. ¿Le ha pasado algo a YiFan?
—Gracias por su colaboración —dijo
el doctor antes de colgar y dirigirse de nuevo hacia YiFan—, perdone por
hacerlo pasar por esto, pero tenemos que confirmar que la persona que trae aquí
al híbrido no sea la que lo ha maltratado —comentó—. Últimamente hay muchos
casos de maltrato a mascotas y tenía que asegurarme de que usted no había sido
quién le había dado semejante paliza, si no lo llega a traer a tiempo, no
habría sobrevivido hasta mañana por la mañana.
—¿Qué le han hecho?
—Los cortes en su cuerpo fueron
realizados por un látigo, los golpes con objetos contundentes y tiene el recto
en carne viva, signo de que además fue violado —enumeró—. Y las marcas en su
cuello indican que intentaron asfixiarlo.
—¿Cómo una persona puede ser tan
desalmada? —murmuró YiFan horrorizado por lo que acababa de escuchar.
—Hay gente muy perturbada por el
mundo y a este pobre gato le tocó lidiar con uno de ellos como dueño.
●●●
YiFan se despertó por el ruido
incesante del timbre de la puerta y se levantó perezosamente del sofá en el que
se había dormido cuando regresó del hospital, incapaz de dar un solo paso más,
aquella madrugada. Caminó bostezando e intentando arreglar su adolorida espalda
hasta la entrada y abrió la puerta sin siquiera mirar por la mirilla, sabiendo
que debía de tratarse de ChanYeol y, efectivamente no se equivocaba cuando este
entró en su casa, invadiendo su espacio personal y hablando atropelladamente.
—¿Qué pasó anoche? ¿Por qué me llamó
un médico? ¿Por qué me hizo esas preguntas tan raras? No matarías a nadie,
¿verdad?
—Demasiadas preguntas —murmuró YiFan
intentando poder enfocarse en una sola, pero siéndole misión imposible—. Es muy
temprano.
—Me da igual, responde —exigió
ChanYeol.
—Mmm… Ayer me encontré un “gato”
maltratado en el jardín después de que os fuerais y lo llevé al hospital
—contó—, el doctor te llamó porque quería confirmar que yo no era el agresor
—el chico suspiró aliviado.
—¿Y cómo está el híbrido?
—Estable…
—Vamos ahora mismo al hospital —dijo
ChanYeol agarrándolo de la mano y tirando de él. YiFan soltó la mano de su
vecino con brusquedad, haciendo que este se parara en seco y lo mirara—. Vamos,
¿por qué te sueltas?
—Llegué del hospital hace dos horas,
lo que significa que he dormido dos horas —contestó—, además, tengo que ducharme,
que huelo a rancio.
—Pues corre, ¿a qué esperas?
El hombre negó con la cabeza y
suspiró, ChanYeol era un caso perdido, siempre tan precipitado en todo lo que
hacía.
YiFan se dirigió al baño, se
desvistió y se metió en la ducha, dejando que el agua se llevase toda la
suciedad y todos los malos sentimientos que tenía desde que había visto al
“gato” en su jardín. Le habían dado unas ganas infinitas de hacerle pasar por
lo mismo a la persona que le había hecho aquello al híbrido. Nunca le habían gustado
aquellos seres contra natura, pero eso no quería decir que quisiera golpearlos;
eran parte humanos y parte animales y no se merecían aquel maltrato.
Salió de la ducha casi como nuevo,
ya que todavía seguía teniendo sueño, se visitó y se dirigió a la cocina, donde
se encontraba ChanYeol con sus mascotas atacando su comida. Nada iba a cambiar,
daba igual que ChanYeol tuviera más dinero del que él ganaría jamás en toda su
vida, ya que cada vez que quería ocupaba su casa, cogía su comida y utilizaba sus
cosas como si fueran suyas, a veces, parecía que vivía con él.
—FanFan —gritó Baekkie levantándose
de la silla para correr hacia él y engancharse a su cintura con sus piernas.
—Buenas —dijo, intentando quitárselo
de encima, pero el “perro” sonrió con malicia y se acercó a su rostro para
besarlo. Solo cuando obtuvo el beso, se bajó de su cuerpo y se fue a la mesa
para seguir comiendo—. Deberías enseñar a tus mascotas cómo deben comportarse
—le riñó a ChanYeol.
—Te juro que lo intento, pero todos
acaban haciendo lo que quieren —contestó—, menos LuHan, que es un encanto
—rascó las orejas del “gato”, que estaba sentado a su lado y este comenzó a
ronronear complacido inmediatamente.
YiFan se sentó a desayunar y cuando
todos acabaron se montaron en su coche y él condujo al hospital. Al llegar
allí, se dirigió a recepción y preguntó a la chica que había tras la mesa por
el doctor Kim MinSeok. Esta le indicó que se encontraba en la habitación del
“gato” que había llevado la noche anterior haciéndole un reconocimiento y le
indicó el lugar amablemente. Cuando llegaron al pasillo en el que se encontraba
esta, se sentaron y esperaron a que el doctor saliera.
—Me alegra que haya venido —dijo el
hombre cuando lo vio después de dejar la habitación—, hemos estado intentando
contactar con el dueño, pero al parecer lo adquirió ilegalmente y el gato aún
no ha despertado de la anestesia, por lo que no puede decirnos nada.
—¿Para qué querían contactar con el
dueño? —preguntó confundido.
—Para hacerle saber que le quitábamos
la custodia —respondió—, pero con estas noticias, no hay motivos para ello, así
que será llevado a algún centro en cuanto se recupere donde esperará a que
alguien lo compre… ¿O prefiere quedárselo usted?
—La verdad es que nunca me han
gustado mucho los…
—Se lo queda —cortó ChanYeol
rápidamente—, y vendrá aquí todos los días para que el gato se acostumbre a su
presencia.
—ChanYeol —protestó YiFan.
—Hazme caso, por favor —le suplicó
el chico.
—Perfecto —sonrió el doctor—. Iré a
mi despacho a preparar los papeles y llamaré a un amigo mío para que firme
algunas autorizaciones —el hombre se despidió de ellos y YiFan encaró al chico.
—¿Por qué has dicho eso?
—No podemos dejar que vuelva a un
centro —contestó este—, allí no viven en las mejores condiciones como les hacen
creer a todos, están apiñados los unos con los otros y no los tratan demasiado
bien —hizo que LuHan se acercara y le levantó la camiseta para que YiFan
pudiera ver en su costado algunos moratones y arañazos—, esto es de las barras
de las jaulas y por peleas. ¿Alguna vez te has preguntado por qué tengo cuatro
mascotas cuando la gente generalmente tiene solo una? —el hombre fue a
contestarle, pero no pudo porque ChanYeol siguió hablando—. Mi padre es el
dueño de XOXO y sé lo que se cuece bajo la apariencia perfecta que muestran a
la calle, por eso intento salvar a todos los que puedo.
—No… Lo sabía…
—Tienes que quedártelo, no puedes
dejar que vuelva a un centro —le suplicó de nuevo—, ¿y si lo compra alguien que
es peor que su antiguo dueño?
—Está bien —murmuró, viendo la
brillante sonrisa de ChanYeol segundos antes de que él y todas sus mascotas se
le tiraran encima para abrazarlo.
●●●
Al día siguiente, YiFan salió
temprano de casa en dirección al hospital. Había recibido una llamada del doctor
Kim avisándolo de que el “gato” había despertado de la anestesia y también, que
ya tenía los papeles preparados solo a falta de ser firmados por este para
poder quedarse con el híbrido. Condujo pensando en todo lo que le había dicho
ChanYeol el día anterior. Se había preguntado en varias ocasiones por qué el
chico tenía tantas mascotas, pero lo había achacado a que era porque con su
dinero, podía permitírselo; pero al saber la razón real, su estómago le había
dado un vuelco. Jamás había pensado que ChanYeol tuviera ese corazón tan grande
y jamás habría imaginado que se tratara de aquella manera a los híbridos.
YiFan seguí sintiendo la misma
reticencia por ellos, ya que no eran seres creados por la naturaleza, sino por
el hombre; pero no podía permitir tampoco que se les hiciera daño.
Llegó al hospital y se dirigió al
despacho del doctor, tal y como le había indicado cuando lo llamó. Golpeó la
puerta con sus nudillos y, tras escuchar el permiso, entró. El hombre que
estaba sentado tras su mesa le sonrió nada más verlo y le indicó que se
sentara, después le tendió los papeles que tenía que firmar. YiFan los cogió y
comenzó a leer. Eran varias páginas en las que se hablaban de las
características del “gato”, de su edad, sexo, peso, altura y otras en las que
se le informaba de sus obligaciones para con este, también había algunas que
tenía que rellenar con sus datos. Tras leerlo todo, le pidió al doctor Kim un
poco de tinta y plasmó su huella dactilar.
—Perfecto —dijo el hombre tras
recibir los papeles—, ya es usted propietario de una mascota —el doctor le
sonrió, levantándose de su asiento—. Lo llevaré para que lo vea, ya está
despierto.
Caminaron por los pasillos del
hospital, hablando sobre cosas triviales. El doctor le contó que había
conseguido las autorizaciones y los papeles tan rápido porque tenía un amigo en
el negocio que le debía un par de favores y YiFan le tuvo que contestar a las
preguntas sobre la relación que tenía con ChanYeol, a pesar de que no tuviera
ninguna. Llegaron a la habitación y el hombre abrió la puerta, pasando él
antes, dirigiéndose al “gato”.
—Ha venido el hombre que te trajo
hasta aquí —le dijo—. ¿Quieres verlo? —el híbrido asintió lentamente y el
doctor Kim lo animó a que entrara—. Su nombre es YiFan y estaba preocupado por
tu estado, así que pensé que era bueno que te viera, ¿puede quedarse contigo?
—hubo otro asentimiento y el hombre sonrió—. Os dejo solos, entonces —comentó
antes de salir por la puerta.
—Hola —dijo YiFan un poco incómodo—.
¿Cómo te encuentras? —el “gato” hizo un intento de hablar pero solo le salió un
maullido débil—, perdón, debía haber imaginado que no podías hablar, lo siento
—el otro esbozó una sonrisa, haciendo que se le marcaran mucho los huesos de
los pómulos. Parecía que durante el tiempo que había estado con quien lo había
maltratado no había comido apropiadamente—. ¿Tienes hambre? —el híbrido
asintió—, iré a por algo para ti, entonces.
Sin embargo, cuando iba a marcharse,
la mano del gato de pelo negro lo cogió por la muñeca, deteniéndolo y negando
con la cabeza, señalándole que se sentara al borde de la cama con él con una
sonrisa en sus labios. YiFan lo hizo y el “gato” sonrió más ampliamente,
haciendo que el hombre no pudiera retener una sonrisa que curvaba hacia arriba
la comisura de sus labios.
●●●
Los siguientes días de sus
vacaciones, YiFan los pasó en el hospital, haciéndole compañía al híbrido para
que no se sintiera solo y para que se acostumbrara a su presencia antes de
llevárselo a casa. Por orden del doctor Kim aun no le había dicho nada de que
era su nuevo dueño porque podría causar que lo rechazara sin siquiera darle la
oportunidad, así que, simplemente estaba allí para el “gato” porque estaba
preocupado por su salud y nada más en su papel de salvador.
Jugaba con él a todo lo que le
proponía e intentaba mostrarse cada día menos incómodo en su presencia porque
todavía estaba un poco reticente. Sin embargo, las sonrisas encantadoras del
híbrido, sus expresiones de ilusión y sus muestras de cariño, estaban
derritiendo capa a capa el muro que él siempre había puesto entre todos los
seres de su entorno.
Sus visitas se volvieron más
divertidas a medida que el “gato” fue recuperando su voz y su movilidad. Apenas
paraba quieto y tampoco podía estar más de un par de minutos callado, parecía
un poco como Baekkie, pero al menos este no intentaba besarlo a la más mínima
oportunidad y eso era algo que YiFan agradecía. Poco a poco, se había ido
acostumbrando a la presencia del híbrido y poco a poco, se fue dando cuenta que
esta no lo molestaba en absoluto.
●●●
Casi sin que se diera cuenta, el día
en el que se acababan sus vacaciones había llegado. YiFan se había pasado las
dos semanas en el hospital, haciéndole compañía al “gato” y se le habían pasado
volando, ni una sola vez había pensado en el trabajo, había desconectado
completamente, tal y como le había aconsejado hacer su jefe JunMyeon. También,
había llegado el día en el que le tenía que comunicar al híbrido que iba a ser
su nuevo dueño y estaba bastante nervioso por esto.
Poco a poco, el “gato” se había ido
abriendo un hueco en su vida y YiFan no sabía cómo reaccionaría si este
definitivamente se negaba a quedarse con él. Entró a la habitación en la que ya
era bienvenido sin siquiera llamar a la puerta, le dedicó una sonrisa al híbrido
de pelo negro y se sentó en la cama a su lado, como solía hacer siempre. Tomó
sus manos y vio que estas eran más pequeñas y delgadas porque le cabían
perfectamente en las suyas antes de comenzar a hablar.
—A partir de mañana comenzaré a
trabajar, así que no podré venir a verte tan seguido —le anunció—, un par de
horas a la semana como mucho —los ojos del “gato” se abrieron al máximo,
sorprendidos y sus orejas se pegaron a su cabeza—. Lo siento mucho.
—Pero yo no quiero que te vayas
—murmuró el otro—. ¿Quién vendrá a verme? ¿Quién cuidará de mí?
—Bueno, el doctor Kim ha cuidado muy
bien de ti —le dijo, rascándole las orejas para que volvieran a alzarse—, y
pronto estarás recuperado, así que te llevarán a un centro —el híbrido se
apartó rápidamente de él en cuanto pronunció aquella última palabra.
—No quiero volver a ningún centro
—dijo—. No, por favor, no dejes que me lleven allí —lo miró con ojos
suplicantes.
—Pero… Eso significaría que tendría
que… ¿Ser tu dueño? —el “gato” asintió, abrazándose contra su cuerpo—. ¿Quieres
eso? ¿No tienes miedo?
—Sí quiero… —murmuró escondido en su
pecho—. Y de ti no tengo miedo, eres muy amable conmigo y me has cuidado este
tiempo.
—Entonces… ¿Debería darte un nombre?
—el híbrido asintió—. Mmmm… ¿Qué te parece Tao? —escuchó un ronroneo y supo que
le había gustado, así que, comenzó a rascarle las orejas con una sonrisa—. Te
prometo que no dejaré que nada malo te pase a partir de ahora, Tao.